Érase una vez un juego... (3.1)

El lío está servido!

ERASE UNA VEZ 3

Ana vio a Francisco a lo lejos mientras caminaba por la acera en dirección al banco donde trabajaba su hija. Rebeca siempre fue de lo mejor de su clase, avanzada, estudiosa y muy ambiciosa. Con un expediente intachable, pronto llegó a ser directora de sucursal, de momento una sucursal pequeña de barrio pero sabía que era jóven y pronto seguiría escalando. A sus 31 años, lleva una vida totalmente independiente. Algunos líos y escarceos sexuales pero poca cosa para lo que debería ser una treitañera. Demasiado trabajo, según ella. No sale mucho, alguna cena con alguna amiga si acaso pero todas están ya casadas y alguna hasta es madre y cada vez alternan menos. Físicamente no era la clásica gira cuellos, era una chica normal, rubia con rizos. Un cuerpo normal, aunque no hace mucho deporte. No tiene muchas curvas, el culo de su madre y de su tía desde luego que no lo heredó. Tampoco heredó sus pechos porque los de Rebeca son enormes. De hecho, su adolescencia no fue fácil debido a eso. Actualmente tiene que vestir con cuellos altos porque sigue creyendo que su pecho es demasiado grande, aunque sus camisetas o sueters dejen intuir igualmente su volumen.

Antes de entrar Francisco agarró el brazo de Ana y le explicó con claridad que solo debería asentir, seguir el rollo y contestar si le preguntaban. Solo necesitaba su presencia no sus palabras.

Ana tenía asumido que haría lo que el tal Francisco le pedía, tenía demasiado que perder haciéndose la digna y tenía asumido también que se había convertido en una degenerada y sería un precio que tendría que pagar.

  • Mamá, que tal, que haces aquí. Dijo Rebeca saliendo hacia la puerta al ver entrar a Ana

  • Buenos días, me llamo Francisco, podemos pasar a su despacho

Rebeca miró sorprendida al viejo canoso y después a su madre que solo asintió con la cabeza.

  • Si, claro... pasad

Rebeca abrió la puerta y dejó pasar a Francisco y a Ana primero para después cerrar a su paso y dar la vuelta al gran escritorio y sentarse en su butaca.

  • Mira, no quiero hacerte perder más el tiempo, toma, esto es para tí

Rebeca cogió lo que Francisco le daba. Las fotos que recibió su tía Rosa y su madre Ana estaban en las manos de Rebeca, era sorprendente como su gesto apenas cambió a pesar de ver a su tía y su madre, dos mujeres maduras y sensatas en esa situación.

Miró para Francisco al acabar de ojear todo el material y la sonrisa del maduro era de las grandes. Despues giró su mirada para su madre que solo pudo asentir tímidamente para bajar la cabeza posteriormente.

  • No soy gilipollas, si me enseñas esto es por que quieres algo a cambio.

  • Ana, puedes levantar tu culo de la silla y marcharte ahora ya acabo la reunión yo con tu hija. Crees que Rebeca me ayudará?

  • Si seguro que hará todo muy bien. Dijo Ana de forma sumisa antes de marcharse.

Rebeca guardo todas las fotos de nuevo en el sobre y lo guardó en el cajón de su escritorio.

  • Y bien?

  • Despacio, Rebeca, sin prisas que las prisas no son buenas. No quieres saber más detalles de las fotos.

  • Mira, no quiero saber nada más está claro que de alguna forma forzaste a mi tía y a mi madre a ciertas cosas, supongo que chantajeándolas.

  • Jajajaja, pasé la noche en casa de tu tía y me la follé por todos sus agujeros por que ella me lo pidió, y tengo pruebas.

  • No creo...

Francisco llamó por su móvil y solo dijo: "envíaselo"

El móvil de Rebeca recibió el vídeo de la cámara de seguridad, primero del bar de mala muerte con el hostelero y después del bar de intercambio a donde fue con Germán y que acabó con la noche tórrida de Francisco.

La cara de Rebeca no era la misma, ahora empieza a creer que igual lo que el desconocido le contaba era verdad y su madre y su tía lo hacían por amor al sexo, por simple placer por simple erotismo o por simplemente ser un poco putas.

  • Mira Rebeca, tendrás que portarte bien... en tus manos está que tu tía pase de ser la jefa de un departamento del gobierno a perder a sus hijas y todo lo demás o que tu madre pierda todo lo que tiene por unos polvos. Si ayudas, ellas van a seguir disfrutando de su vida y del sexo porque son bastante entregadas... jajaja

  • Que quieres

  • Mira estos impresos son los de la hipoteca que quiero que canceles, sin cobrarme nada claro, solo quiero dejar de pagarla para siempre... me cansé de tanta letra...

  • Tu estas loco si crees que puedo hacer eso

  • Es que no solo vas a hacer eso, cuando acabes de arreglarme este tema probablemente te folle para que se te quite esa cara de amargada que tienes

  • Que no puedo, tu crees que eso es tan fácil.

  • En hora y media vuelvo que voy a hacer mis gestiones y espero que esté todo solucionado si no pues olvídate de que tu madre siga dando clase. Un placer, Rebeca.

Faltaban 15 minutos para que se cumpliera el tiempo que dijo Francisco que tardaría en volver y Rebeca había cometido un fallo. Jamás, nunca, en su trayectoria había ni tan siquiera plantearse copiar en un examen o mentir a sus padres, jamás había echo nada malo, nunca había roto un plato y hoy en una hora había metido la pata hasta el fondo, no sabía como iba ocultarlo pero sabía que si no lo hacía estaba fuera, había cancelado una hipoteca de 100000 euros. En ese momento se le ocurrió la única forma de que ni su propio banco ni Francisco se dieran cuenta, no canceló la hipoteca simplemente la cargó a su cuenta personal. Ella pagaría la letra de ese chantajista mientras no se le ocurría otra forma de salir de esta. Y ahora?, las dejaría en paz o es verdad que se la quería follar?. Viendo el vídeo de su tía en esa tasca de mala muerte parecía que disfrutaba del sexo, quizás ese hombre del vídeo y el propio Francisco eran tan buenos amantes que hacían perder la cabeza a las dos. Rebeca sabía por sus amigas que alguna teniendo novio guapo, atlético y casi de película a veces tenían aventuras con feos, viejos o raritos porque sexualmente eran otro nivel. Quizás eso les había pasado a su madre o a su tía o quizás ella tenía razón desde el principio y esta gente las obligó y las forzó.

Vio entrar a Francisco en la sucursal de nuevo, directamente el viejo se dirigió al despacho y entró sin llamar. Se sentó otra vez y mirando a Rebeca, muy serio, como enfadado tosió dos veces.

  • Está listo, no pagará más letras de la hipoteca que me presentó.

  • Muy bien, así me gusta. Tienes novio?

  • No

  • Que raro...

  • Ya hice lo que me pidió si me disculpa tengo mucho trabajo. Dijo Rebeca levantándose de su sillón y señalandole la puerta.

Rebeca llevaba un vaquero con unas botas altas marrones por encima con un poco de tacón. Un sueter de invierno blanco de lana en la parte de arriba lo suficientemente ceñido como para dejar intuir ese volumen de pecho tan amplio.

  • Creo que no te das cuenta de que aquí mando yo, cojones. Dijo Francisco dando un buen golpe en la mesa que sorprendió a Rebeca.

  • Nos van a oir, no monte escándalo. Susurró Rebeca cuando además vio venir al vigilante de seguridad que seguramente había oido el golpe de Francisco

  • Pasa algo doña Rebeca?

  • No no, Isaac, no te preocupes, ya le explico yo al señor y seguro que lo entiende, no te preocupes

Isaac se fue haciendo el gesto del teléfono con los dedos tratando de decirle a Rebeca que no dudara en avisarle si el viejo se ponía tonto de nuevo.

  • Vuelve a sentarte ahora mismo, ordenó Francisco de forma seria

Rebeca volvió a su sillón y miró para el viejo como esperando su futuro.

  • Que llevas debajo de ese jersey?

  • Una camiseta interior básica negra

  • Quítatelo

Rebeca apenas dudó y se sacó el jersey delante de Francisco, tenía relativa suerte pues su mesa no se veía desde fuera y la gente no podía ver lo que estaba haciendo, de momento... Nada más sacar el jersey lo dejó encima del escritorio y Francisco pudo observar que lo que intúia era verdad. Rebeca tenía dos auténticas tetazas de la talla 120. Eran enormes y más resaltadas aún por ser delgada.

  • Sabes que tienes unas tetazas bien ricas verdad?

Rebeca volviendo al pasado se avergonzó un poco de su busto otra vez

  • No escucho, me gusta que me contesten, cojones.

Cuando iba a golpear de nuevo la mesa, Rebeca reaccionó rápido.

  • Sí, tengo las tetas enormes.

  • Donde quieres que te las folle?

  • No, no entiendo lo que me dice

  • Que donde quieres que rebiente el coño y las tetas o es que eres sorda?

  • No hace falta si ya hice lo que me pidió

  • Elige: Aquí mismo en tu despacho, cruzar al bar de enfrente y pasar al servicio o ir a los probadores de la tienda de ropa de la plaza.

  • Como?

  • Mira Rebeca, contesta a lo que se te pregunta porque me estas poniendo nervioso

Rebeca pensó rápido, obviamente no podía dejarle hacer nada en su despacho con el banco abierto y todo el mundo dentro. El bar de enfrente, al que siempre salía a media mañana con bastante clientela, de la que va por el banco también, y con algún baboso que no le caía muy bien o los probadores de la tienda de ropa de la plaza donde trabajaban dos de sus amigas y que además seguro que se sorprendían de verla allí... no sabía que hacer seguro que optara por lo que optara se equivocaría.

  • Vamos al bar, le invito a un café y lo debatimos

  • Vístete, no salgas así que a alguno puede darle un mal.

Se puso el jersey, cogió el bolso y notó la mano de Francisco agarrarle la suya.

  • No hace falta el bolso Rebeca, te invito yo y además vamos a lo que vamos.

Salió y saludó diciendo que venía enseguida. Saludó también a Isaac y le dijo en bajo que tenía que tomar algo con el cliente, "gajes del oficio", le dijo guiñándole el ojo.

Como siempre a esas horas el bar a tope. Quedaron en la barra y se sentaron en dos taburetes.

REBECA

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Mientras estaba pidiendo un café casi se me apaga la voz porque empecé a notar como su mano me empezaba a acariciar mis piernas, apenas pude vocalizar las dos sílabas para pedir el café. Francisco pidió otro y cuando el camarero se alejó me empezó a decir cosas que nunca pensé que podían calentarme tanto.

  • Voy al baño de hombres, allí te espero

  • Mira Francisco, creo que podemos quedar otro día, no es el momento ni el lugar para nada de esto, hice lo que me pediste, dame tiempo

  • Tiempo?, me dijo mientras volvía a sentarse en el taburete. Crees que tu madre y tu tía tienen tiempo?

  • Podemos ir a la tienda de ropa, le dije en un intento desesperado para salir de allí porque me seguía acariciando la pierna y estaba acorralada.

  • Mira zorra, ya me tienes hasta los cojones, tira para el servicio de mujeres, quítate allí el jersey y siéntate en el váter que voy ahora. Me dijo eso mientras pasó de refilón su mano por mi entrepierna y eso me hizo ponerme roja. Me levanté y crucé la barra para entrar en el servicio. Hice lo que me ordenó delante del espejo me quité el jersey y lo puse encima del lavamanos para después sentarme con la tapa bajada encima del retrete. El baño era pequeño, estaba nerviosa, respiraba agitadamente mientras esperaba como un cordero su muerte. Me parecía que tardaba demasiado Francisco cuando vi que se movía el pomo de la puerta, se abrió y entró, pasando después el pestillo.

  • Voy a follarte Rebeca

  • Déjame que me vaya, haré todo lo que me pidas...

Se acercó a mÌ y liberó su gorda verga delante casi de mi cara.

  • Levántate y agárrala

Obedecí y de pie delante de él comencé a pajearle muy despacio. …, con sus manos fue tirando hacia abajo de mis tirantes para bajarme la camiseta hasta el ombligo y que mi sujetador revelase que efectivamente tenía delante de él una 120. Agarró fuerte mis tetas con sus manos y las sacó de su prisión para empezar a meterlas en la boca y enterrar su cabeza en el medio. No paraba de lamermelas y tocármelas como si un niño con un juguete nuevo fuera. Se notaba que le encantaban, mientras yo seguía pajeándole y notaba como esa polla era cada vez más gorda, miraba de reojo para poder verla ya que me parecía demasiado gorda para ser verdad. Apretó de una vez mis pezones y un gran suspiro salió de mi. No sabía porque pero estaba agarrándole la nuca para acercarlo más a mis tetas y que no parara de comérmelas. Me apretaba y me acariciaba las tetas mientras me las comía y yo le pajeaba cada vez más fuerte.

  • Pajéame con las tetas

Me senté en el retrete otra vez y con mis tetas atrapé su polla y empecé a moverlas rápido

  • Joder si ni se ve, la engullen toda.

Hice que se corriera en mi pecho con mi paja.

  • Nadie me hizo correrme tan pronto en mi vida, joder, que buena puta vas a ser. Me dijo mirándome a los ojos mientras su semen caía por mis tetas para después irse y dejarme sentada en el retrete.

Me dejó caliente el muy asqueroso, Me limpié los pechos y me los metí de nuevo en el sujetador acomodándome la camiseta mientras me miraba al espejo. Pensaba en que hubiera follado tremendamente a ese hombre porque estaba muy caliente, me había magreado bien y no podía volver al banco así... tendría que airearme, dar un paseo, tomar el aire... Entendía a mi madre y a mi tía como pudieron acabar dejándose caer en semejante lujuria ante hombres que sabían donde y como tocar en cada momento. Mientras pensaba en ello tocaba mis enormes tetas por encima de mi camiseta mientras seguía mirándome al espejo. No me dí cuenta de que la puerta estaba abierta tras la salida de Francisco. Al salir del baño de hombres el viejo gitano Tomás se debió encontrar con el espectáculo y se quedó en la puerta a mirar. No entró, solamente empezó a tocarse o acomodarse su incipiente bulto mientras me miraba fijamente. Nuestras miradas se cruzaron pero ninguno dijo nada, yo cogí mi jersey y me lo puse mientras el seguía mirándome y sobándose su entrepierna. Me dirigí a la salida donde él seguía parado. Se apartó un poco y pasé rozándome con el lo que aprovechó para susurrarme "que malfollada estás, banquera"

No me podía creer lo que retumbarÌa en mi cabeza esa frase toda la mañana.