Eran tres y han venido dos.

Mis antiguas compañeras de instituto rivalizan por saber quien es la mas popular.

Después de varios años cursando los estudios en la capital y algunos mas de prácticas en un conocido buffete, he regresado a la pequeña ciudad donde nací. Aquí es dónde he establecido mi propia oficina.

Mi agenda está casi vacía todavía, por lo que me he animado a dar una vuelta por el parque. El paseo entre los árboles me ha permitido recordar con cariño aquellas mañanas que pasaba con los compañeros de clase después de los exámenes. Salíamos a tomarnos unas cervezas y fantasear con el futuro que nos esperaba. Echando de menos aquella época, me ha gustado mucho instalarme de nuevo en mi ciudad, me siento en casa.

Mientras voy caminando distraídamente por entre los árboles, me cruzo con una mujer que empuja un carrito de bebe. Me parece reconocerla, su cara me resulta familiar pero soy incapaz de asignarle su nombre. Vuelvo la cabeza para ver como se aleja, tiene unas largas piernas y un trasero impresionante. Lo intento pero no puedo recordar de que la conozco.

Tras deambular un rato por los pasajes del parque, nos volvemos a encontrar de frente, me mira fijamente a los ojos y se detiene delante.

-          “a ti te conozco”, me dice. “Estoy segura que eres Pepin, no?. Coincidimos en el instituto durante tres cursos. ¿te acuerdas de mi?”, pregunta.

-          “Hola. Soy Marisa la del equipo de economía. Yo iba siempre con Celia y Manoli las chicas más guapas del Insti. De ellas seguro que si que te acuerdas”, me dice para ayudarme a recordar.

Mi cerebro rebusca entre mis recuerdos, con los datos que me da, pronto mi cerebro encuentra esos registros olvidados. Con mucha alegría relaciono los recuerdos que encuentro de Marisa con la mujer que tengo delante. Contento por el encuentro le doy dos besos y nos ponemos a charlar mientras seguimos paseando.

Con mucha frescura me pone al corriente de su vida, se casó con uno de los chicos mas conocidos de la escuela, tiene una niña de tres años y el bebe que pasea nació en Abril.

Por mi parte yo le cuento que todavía estoy soltero, aunque no me importaría tener pareja si esta fuese tan hermosa como ella. Ella me agradece el piropo, me sonríe y me anima a buscar una “buena chica”. Le cuesta mucho aceptar mi excusa sobre que no he tenido tiempo para dedicarlo a mi vida privada y encontrar una “chica” adecuada para mi.

En medio de la conversación se le escapa un comentario que me desagrada un poco pues me hace recordar aquella época de estudiante en la que no era precisamente el “mas popular”. Por aquel entonces, yo era bastante alto y desgarbado. Me llamaban “el empollon”, ese a quién nadie invita a las fiestas y es objeto de bromas desagradables. Todo lo contrario que Marisa y sus amigas, ellas siempre estaban las primeras de la lista para a animar cualquier evento o fiesta.

Me miro el reloj y  ella me pregunta si tengo prisa. Le digo que no y se ofrece a acompañarme hasta la oficina dando un paseo pues no tiene nada mejor que hacer. El bebe será feliz mientras el carrito este en movimiento y eso significa que duerme tranquilo. En la puerta de la calle me pide le deje ver la oficina y me acompaña hasta allí.

Le abro la puerta de mi despacho y Marisa entra decidida conduciendo con habilidad el carrito del bebe. Mi asistente nos mira sorprendida, para disimular por la presencia de Marisa con el carrito la engaño diciendo que es una nueva clienta y que por favor no nos interrumpa.

Rodeo la mesa y me siento en mi sillón, Marisa aparca el carrito en un extremo de la estancia y viene hacia le mesa, se inclina hacia delante fingiendo leer el titulo del dossier que tengo encima. Los botones de la blusa no pueden contener el pecho de una mujer lactante con lo que se abre un hueco generoso por el que puedo ver la curva de uno de sus pechos.

Mis ojos se van directamente a mirar los pechos grandes y repletos de lechecita. Mi antigua amiga se da cuenta, no le da importancia, está cómoda y segura de si misma. Tiene unos pechos espectaculares que acariciarlos serian una verdadera delicia.

Marisa deja que mire y parece que se siente complacidad por efecto que produce en mi. Mueve ligeramente los hombros para sacudir sus pechos y hacerlos balancear insinuantes delante de mis narices. Yo no pierdo detalle y me dejo seducir por la vista que se me ofrece.

-          “Este caso que tienes sobre la mesa... ¿lo has estudiado a fondo?”, pregunta sorprendiéndome un poco. Le respondo confiado que si, que lo conozco bien.

-          “Debes aprender a estudiar los asuntos desde diversos puntos de vista. Desde aquí la cosa es diferente, ven y lo compruebas por ti mismo”, dice mientras mueve los hombros otra vez lo suficiente para que sus pechos se muevan alegres.

Enseguida doy la vuelta a la mesa y voy a su encuentro. Mientras llego, Marisa se levanta la falta   hasta  que se traba en la cadera poniendo su trasero en una postura inmejorable. Antes de que llegue a su lado lo sacude varias veces incitándome para que lo tome.

-          “¿A que no esperabas ver esta nueva faceta del asunto? Tendrás que darme la razon”, dice haciendo alarde de sus largas piernas y apetitosas nalgas.

-          “Me encanta la sorpresa y creo que debo profundizar mas en el caso. Sin duda se lo merece”, le digo mientras le paso la mano sobre su culo.

Acto seguido ella se acomoda sobre mi mesa apoyándose sobre los antebrazos. Mantiene las piernas como dos columnas y el culo prieto. Después de pasarle la mano por las piernas y sobre la rajita varias veces, le echo la braga a un lado y descubro su jugosa almejita. Le pongo un dedo encima y le arranco un sonoro quejido.

Después de jugar unos instantes con sus labios y sus pelitos, me bajo el pantalón y le encañono con mi polla que esta dura y tiesa a mas no poder. Dobla las rodillas ligeramente para acomodarse mejor y dejar el camino libre. Con dos empujones le meto la mitad. La tengo tan inflada que le cuesta adaptarse a tenerla dentro.

El borde de la braga se me clava en la polla y me molesta. Se la saco y de un tiron le bajo las bragas dejando su conchita desnuda y expuesta. Le froto en capullo por la raja antes de clavarsela de nuevo. Me recibe ondulando el trasero y la follo con fuerza y decisión.

Después de unos minutos de bombear me corro en medio de unos espasmos y gemidos propios de un animal. Mi antigua compañera también jadea con un leve temblor en sus piernas.Gime fuerte y se corre mientras culea con fuerza una y otra vez.

-          “Me alegro mucho que te hayas instalado en la ciudad, y que te haya gustado encontrar a tu antigua compañera. Ahora tengo que irme. Menuda sorpresa se van a llevar Celia y Manoli  cuando les cuente nuestra aventurilla”.

Al principio vacilo y no se como reacionar, luego vuelven a mi cabeza las imágenes que guardo de sus amigas del tiempo del instituto con esos nombres. Seguro que ahora serán muy distintas, pero seguro que son tan atractivas como lo es Marisa.

Al dia siguiente….

-          “¿Mikel? Hay aquí una señora que insiste en que tiene hora concertada y no lo veo en la agenda. ¿Puedes comprobarlo tu? A mi sale desde las 11 hasta la hora de comer reserva de la señora Marisa Bermúdez”

Efectivamente era la visita que yo esperaba para esta mañana. Después del fantástico reencuentro que tuve con ella, busqué un hueco en la agenda para que me pudiese venir a visitar, y así poder disfrutar con tranquilidad con ella.

-          “Dice que se llama Manoli Estévez y que está segura que era hoy la entrevista. ¿la hago pasar?

Después de dudar un instante asocio el nombre con la cara de la amiga intima de Marisa. Creo que esta no ha podido guardar nuestro secreto y quizás Manoli viene a ocupar su puesto.

Mi secretaria le flanquea la puerta y yo me levanto a recibirla. Quedo muy gratamente sorprendido. Manoli sigue tan rica como cuando iba al instituto. La recordaba mucho mas delgada, era la deportista de las tres, tenia poco pecho y una silueta muy estilizada, unas piernas muy largas y un culillo chiquitin.

En cambio, ahora  tiene un cuerpo perfectamente modelado y un busto bien proporcionado. Nada mas verme se lanza hacia mi, me abraza y me da  unos besos sonoros. Parece muy contenta de verme y enseguida empieza a hablar sin pausa.

Mi secretaria me mira extrañada, como solicitando instrucciones. Le hago señas para que nos deje solos y cierre la puerta tras de si. Manoli esta muy animada y no deja de recordarme lo famosa que era en los tiempos del instituto, y el poco éxito que se me atribuía a mi con las chicas.

En cuanto quedamos a solas me suelta que Marisa la había informado que mi regreso y que no estaba dispuesta a que ninguna de sus amigas se le adelantase. Al principio no entendí bien a que se refería, pero en cuanto me puse a su alcance comprendí de que se trataba.

Se lanzo sobre mi como una gata en celo, me comió la boca con ansia y me empujo hacia la mesa. Antes de que pudiese reaccionar ya me había bajado la bragueta y metido su mano en busca de mi miembro. De forma impulsiva me desabrocha el cinturón y  me baja los pantalones. Acto seguido veo como se lleva la punta a la boca y la empieza a chupar esperando que crezca.

No doy crédito a lo que sucede. En pocos instantes se ha apoderado totalmente de mi despacho. Me tiene con los pantalones en los tobillos, el culo apoyado en el borde de la mesa y la polla dentro de su boca. Empiezo a jadear victima de las intensas sensaciones que recorren la espalda, desde mi polla hasta el cerebro.

Cuando Manoli considera que ya esta bien gorda, la coge con la mano y me la menea fuerte con objeto de darle el toque definitivo. A continuación, me hace tumbar en el suelo. Ella abre la blusa y se saca el generoso pecho del sujetador. La recordaba con unas tetas pequeñitas, en cambio ahora tiene unos pechos grandes y bonitos, y ella me los muestra con evidente orgullo.

Termina de subirse la corta faldilla por encima de la cadera dejando a la vista sus bonitas y delicadas braguitas. Se pone en cuclillas sin llegar a sentarse sobre mi. Con una mano sujeta mi polla que ya esta tiesa como un mástil, con la otra se echa las bragas a un lado y baja la cadera hasta que la punta entra en contacto con su raja. La hace frotar adelante y atrás varias veces, hasta que decide que ya esta todo bien lubricado.

Baja la cadera hasta que el capullo se cuela en su coño venciendo la escasa resistencia inicial. Manteniendo el equilibrio de forma envidiable empieza a balancearse para permitir que su coño se deslice arriba y abajo abrazando mi polla.

No cabe duda que Manoli se mantiene en forma, su cuerpo es flexible y aguanta la postura perfectamente. Sabe coordinar bien los movimientos y tiene una buena concepción del ritmo. Estamos follando con el único contacto de nuestros genitales. Me gusta ver como sus tetas se bambolean delante de mis ojos.

Ella me invita a tocarle las tetas mientras ella hace todo el trabajo con su endiablado movimiento de caderas. Las conduce maravillosamente adelante y atrás, arriba y abajo. En ocasiones sus caderas parecen describir un ocho en el aire y me producen unas sensaciones escalofriantes.

Consigue doblar mi polla y luego la hace frotar con una intensidad desmedida sobre las paredes de su gruta. El extremo de sus labios proporciona un contacto en la punta que me hace estremecer.

Mientras me corro de forma explosiva e involuntariamente, me agarro a sus pechos y los chupeteo. Mi pubis se contrae espasmódicamente varias veces impulsando hacia fuera hasta la última gota de semen que queda en mis testículos.

Manoli se da por satisfecha con mi corrida y no espera tener una mejor recompensa tras su ardiente cabalgada. Se arregla la falda, se recoge el pecho y enciende un cigarrillo. Tras dar una intensa chupada se recuesta en el sofá que hay en la estancia.

Desde allí me confiesa que no podía soportar la idea que Marisa o Celia se le adelantasen. Por lo visto, apostaron entre ellas sobre quien seria la antes completaría la lista de chicos de la clase de tercero del instituto. Quizás yo debo ser uno de los últimos trofeos pendientes de conquista.

Deverano.