Era Verano
Estaba de vacaciones en la playa con mis padres y mi hermano pequeño...
Era verano
Estaba de vacaciones en la playa con mis padres y mi hermano pequeño. En aquellos días tenía 23 años recién cumplidos, acababa de romper con mi novia de siempre, había acabado la carrera y, la verdad, andaba un poco perdido. Supongo que por eso acepte ir a la playa, a ver si me desintoxicaba un poco de la gran ciudad. La idea de estar en familia no me volvía loco, y mientras todos iban a la playa o al pueblo a comprar, yo me iba a dar larguísimos paseos junto al mar. Todo muy bonito y tal, pero aburridillo porque estaba más solo que la una. Por allí, en la urbanización donde estábamos, no había nadie de mi edad, y en la playa, donde si había más de una chica guapa, no me atrevía a abordarlas. Iba a necesitar un milagro o me moriría de aburrimiento y de inanición sexual.
Un día andando y andando y andando por la playa llegue a una cala que no conocía. Era muy bonita, muy íntima. Dejé la toalla y fui a darme un chapuzón. Para mi sorpresa cuando estaba llegando a la orilla salió una chica que concocía. Al principio no sabía de que. Ella tenía el pelo mojado un poco sobre la cara y no se le reconocía facilmente. Ella si me reconoció.
Hmm, tú eres de clase, ¿verdad? Te llamas... ¿Juan?
Si, claro dije un poco aturdido y tú... Bea, ¿no? lo dije dubitativo, pero sabía perfectamente quien era.
Era la chica que más me ponía de clase. En 5 años no habíamos cruzado más de 5 palabras antes de un examen y ahora me la encuentro aquí por casualidad. Mientras decía alguna tontería para mantener la conversación no pude evitar mirarla de arriba abajo.
Era pelirroja, no sé si teñida o no, tenía unos hermosos ojos verdes y una sonrisa muy incocente. Llevaba puesto un bikini rojo. La parte de arriba eran dos triangulos minúsculos que apenas podían contener sus grandes tetas, con las que tanto había fantaseado. Además, del agua fría tenía los pezones duros y se le marcaban en la fina tela del bikini. La parte de abajo tampoco cubría mucho, era un tanga, rojo también, con unos hilillos a los lados que sujetaban la parte de delante. De todas formas lo que más me gustaba de ella, desde siempre, era su piel. Siempre parecía morena, tenía un color especial, y además parecía siempre tan suave. Daban ganas de acariciar sus hombros y lo que hiciera falta.
Hubo un silencio, de esos un poco incómodos. Ella parecía estar a punto de irse a su toalla a tomar el sol cuando, para mi sorpresa, me dice que está con una amiga y que cuando salga del agua me ponga con ellas. Me señala donde y veo a otra chica de clase que también ha protagonizado más de una de mis fantasías. Balbuceo un: "de acuerdo", me sonríe, asiente y se va hacía la toalla. Veo como se va, veo su hermoso culo respingon alejarse gracias al tanga.
Me doy la vuelta a ver si e el agua bajo el calentón. Cuando salí del agua estaban las dos riéndo y Bea me hizo un gesto para que fuera para allá. Su amiga se llamaba María. Tenía unos grandes ojos marrones y un precioso pelo castaño ondulado. Su piel y sus pechos no podía competir con los de Bea pero sus labios eran una locura. De esos que dan ganas de morder cada vez que acaba una palabra. . Llevaba puesto un bikini parecido al de Bea, solo que amarillo. Mientras me sentaba luchaba para que no se viera una incipiente erección.
Era una tortura, demasiada belleza de repente. Estuvimos un rato hablando de la carrera y de tonterías así. Les conte que estaba de vacaciones con mis padres, que no comocía a nadie y que me aburría mucho. Resultó que ellas estaban solas en el chalet de Bea, cerca de esa cala. También estaban un poco aburridas porque no es una zona de turismo muy numeroso y no hay gran cosa que hacer más que pasear. Así a lo tonto empezó a hacerse tarde. Ellas se tenían que ir a cenar y yo no había avisado de que iba a llegar tarde. Como tenían coche me llevaron hasta casa. En la despedida, para mi sorpresa, me dijeron que fuera el día siguiente a su casa a pasar el día. Obviamente acepte. No me lo podía creer. Me pasé toda la noche pensando en el día siguiente, y me masturbe un par de veces.
Cuando llegue al día siguiente al chalet me quede de piedra. Estaba en una zona desierta, y era enorme, tenía un piscina y un jardín más grande que la cala del día anterior. Bea me abrió con un bikini más provocador aún. Parecía que su tetas fueran a salirse en cualquier momento. Nos adentramos en el chalet, ella iba delante y a mi me daban unas ganas tremendas de agarrarle las tetas por detrás y empezar a magreárselas. Junto a la piscina estaba María tumbada sin la parte de arriba del bikini. Tenía una tetas más grandes y bonitas de lo que se adivinaba con el bikini. Me saludo, nos dimos un par de besos en la mejilla y yo me tumbe en tra tumbona.
Bea, ¿me puedes echar un poco de crema bronceadora?
Claro.
Mi entrepierna se estaba acelerando, mi respiración más aún y mis ojos se abrían de par en par. Bea se echo un buen chorro de crema bronceadora en la mano y empezó a untársela a María. Primero en los hombros, luego en la tripita, un poco por las piernas, un poco por los muslos. En eso que María abre las piernas de forma descarada y le pide a Bea que le unte la parte interior de los muslos y las tetas, que no quiere que se le quemen. Se sonríen con picardía, Bea me mira de reojo y yo me hago el distraido a pesar de tener el mayor empalme de mi vida. Bea comienza a acariciar los muslos de María haciendo círculos, clavándole las uñas, dejándolos rojos. Acerca su mano cada vez más a su braguita, y alguna vez llega a tocar su pubis. María suspiraba y respira cada vez con mayor dificultad.
Imagino su coño humedo y me dan ganas de saltar sobre ella pero prefiero esperar. Deja de untar sus piernas y pasa a los pechos, con cada mano agarra uno y los acaricía. María se vuelve loca de placer. Bea da pequeños pellizcos a sus pezones, los retuerce sin hacerle daño y eso le vuelve loca. Entonces Bea lo deja, se da la vuelta, se tumba de espaladas, me mira y me dice: "Ahora te toca a ti" extendiéndome el bote de crema. Hago lo que puedo para que no se me note que estoy temblando y empiezo a acariciar su espalda. Paso a las piernas y no me atrevo a untar de crema su maravilloso culo.
Entonces se queja: "humm... no vas a untar de crema mi culito?". La manera en que dice "culito" me vuelve loco y mis manos comienzan a masajearlo, a amasarlo bien. Se lo abro un poquito y comienza a suspirar con el mayor descaro. Mis dedos se acercan a la braguita del bikini donde se esconde una vulva humeda y deliciosa que estoy deseando comerme. Con una mano sigo acariciando su culo y su coño por encima de la braguita, ella sigue gimiendo, y con la otra mano desato la parte de arriba del bikini y le toco la curva de los pechos. Cada vez gime más. Me había olvidado por completo de María, pero de repente noto una mano que me toca la polla por encima del bañador.
Doy un grito de sorpresa y placer a la vez. La tengo durísima, lo que me extraña es que no me haya corrido ya. María me quita el bañador y comienza a hacerme la mejor paja de mi vida. Yo se lo quito a Bea que pone el culo en pompa y no puedo evitar morderlo. Grita, no se lo esperaba pero le gusta. Me agacho, y con ella a cuatro patas, comienzo a comerme su coñito mojado. Al principio suavito, paso mi lengua de arriba abajo, me detengo en el clítoris y se lo beso, prácticamente lo absorbo, a ella le encanta. Pide más y le chupo más fuerte y rápido, parece que se vuelve loca de gusto y se corre en mi cara. Agradecida, me da un besazo en la cara tragándose sus propios jugos y se arrodilla para chuparme la polla. Bea y María comienzan a pasarse mi polla, mientras una me chupa el glande la otra se encarga de la base o de los huevos.
En algún momento incluso me tocan con un dedo el ano. Eso me vuelve loco. No puedo evitarlo y me corro. Ellas lo notan y no tardan en agarrarse a la punta para no desperdiciar ni una gota de leche. Menudas guarras, chupan mi semen de la car de la otra. Me encanta. Apenas me he corrido nos metemos en la piscina y seguimos tonteando. María, que todavía no se ha corrido, restriega su culo contra mi polla debajo del agua. Me vuelve loco y vuelvo a tenerla como una pierda. Por detrás noto a Bea y el contacto de sus tetas contra mi espalda. Su mano acaricia mi pene. María se sienta al borde de la piscina y yo desde el agua, y con Bea tocándome todo el cuerpo, comienzo a lamer su vagina. Está igual de rica que la de Bea y le voy a dar el mismo tratamiento. A la vez que le chupo le meto dos dedos que entran como si fuera mantequilla caliente. Que rico. Se corre mucho más rápido de lo que esperaba y se va hacia las tumbonas.
En el agua Bea y yo nos moreamos, abrazamos y magreamos hasta desfallecer. Me susurra: "Métemela... aquí... en el agua". Lo que usted mande. Se apoya contra la pared de la piscina y con sus piernas alrededor mío se deja penetrar. Mi pene se introduce en su vagina lentamente. Está ardiendo por dentro. Mientra juego con sus pezones que están durísimos. Saboreo con la lengua el cloro y el aceite solar, muerdo suavemente uno de sus pezones y si, también, le encanta. Cambiamos de postura y ahora la penetro por detrás, agarro sus enormes tetas con las dos manos, y muerdo su cuello con lujuria. Ella se corre dos veces y cuando yo estoy a punto se mete debajo del agua, comienza a chupármela y me corro de forma gloriosa. Ella traga lo que puede y el resto se queda disuelto con el agua de la piscina.
Cuando salimos del agua, María está en una de las tumbonas comiendo un plátano de una forma tan obscena que mi polla vuelve a endurecerse como por arte de magia. En la mesa veo un racimo de uvas, sirope de chocolate y un spray de nata montada. ¡Es la hora de la merienda! Bea se pone a un lado y yo al otro. Nos vamos intercambiando el spray y el sirope. Untamos a María con todo y nos la vamos comiendo. Sus pezones llenos de chocolates están cada vez más ricos y duros. Por como gime parece que pudiese correrse solo con eso, pero echo la mano hacía su coño y sus gritos se doblan. Está mojadísima. Mi lengua dibuja un camino hasta su vagina y comienzo a comérmela de nuevo. Me doy cuenta por primera vez de que lo tiene depilado y eso me pone más aún. Sin casi avisar se la meto hasta el fondo.
Sin contemplaciones, de una vez, rápido. Le encanta, le gusta jugar duro y se corre en unas cuantas embestidas. Se aparta un poco de mí y con una cara de vicio que casi me hace llegar me pide que la encule. No puedo resistirme. Se pone a cuatro patas y Bea rápidamente se situa debajo como haciendo un 69 y se comen los chochitos a la vez. Su culito es estrecho, pero no me cuesta meterla. Es realmente delicioso. A ella parece gustarle. Claro que le estamos dando caña por todas partes. Las dos comienzan a gemir cada vez más y parece que se van a correr a la vez, una vez más. Yo también estoy a punto. Se corren ellas. Se reincorporan y Bea quiere que me corra en sus tetas. Me hace una cubana que es como para morirse y no puedo evitar correrme de nuevo. María le limpia el semen a lenguetazos a Bea de las tetas que sonríe de oreja a oreja. Mas o menos como yo.
¿El resto del verano? Se lo pueden imaginar... pero eso es otra historia y ya se la contare.
Les dejo mi e-mail por si quieren escribirme: celtas_83@hotmail.com