Era un mozuelo de tantos
Era un mozuelo de tantos. Sin embargo, no hubo ninguno como él.
ERA UN MOZUELO DE TANTOS
Era un mozuelo de tantos
de los que vienen del río.
Pero miraba golpeando
sus ojos contra los míos.
Le pregunté si podía
quererlo como a un amigo,
gozar su cuerpo desnudo
sobre una cama tendido.
Me dijo que "si vieras tú,
verás que busco un amigo".
Y agregó "si eres bien hombre
ya mismo me voy contigo".
Así que fuimos a un sitio
guardado de los caminos
por un abedul añoso
y una trinchera de olivos.
Lo hice poner de rodillas
libre de todo vestido.
Despacio, desde mis pies
subió su aliento encendido.
Donde más se demoró
fue en el plátano y los higos,
goloso se quedó allí,
lamiendo frutos prohibidos.
Más tarde le di a guardar
cien veces mi azote erguido.
Su hondura se hizo placer,
su voz un suave gemido.
Desde hace nueve semanas
como una ofrenda del río
regresa callado y fiel
a ser hembrita conmigo.