Era tan... adorable (2 y fin)

Conclusión de la historia de DOme

A las cinco en punto Dome salió de la casa, cogió el ascensor y salió corriendo a la calle. Buscó a Francisco y el corazón le dio un vuelco cuando lo vio hablando y riendo con una preciosa rubia.

Se acercó a ellos, lentamente. Quedó al lado de ellos, que seguían hablando. La ignoraban.

-Hola Francisco.

-Ah. Hola Dome

La chica ni la miró. No era nadia. Sólo una sudaca más. Ella era hermosa, rica, y los hombres caían a sus pies.

-Dame tu teléfono y quedamos, Francisco -dijo la rubia

-¿Por qué no te vienes a casa? Voy a follarme a esta preciosa morena y hay polla para las dos..¿Verdad Dome?

Dome no contestó. Miró al suelo, avergonzada. ¿No le era suficiente con ella? Era suya, podría hacer con ella lo que desease.

La rubia miró a Dome con desprecio. Era monilla, sí, pero nada en comparación con ella, con sus perfetos pechos, su dentadura perfecta, su perfecto culo. A Francisco no le gustó nada aquella mirada.

-Yo no comparto a mis hombres con otras mujeres, y menos con una...

Él supo lo que iba a decir, y la cortó.

-Si dices lo que pensabas decir, te cruzo la cara.

La rubia vio en los ojos de él que hablaba en serio. ¿Se ponía así por una simple...chica?

Francisco cogió la mano de Dome.

-Vamos. La única señora aquí eres tú. Esta rubia de bote es sólo una zorra.

Cuando Francisco la llamaba zorra, puta, Dome se sentía...bien. Era su puta, su zorra. Pero cuando le dijo zorra a la rubia había sido distinto. Había sido un insulto.

Se metieron en el coche y arrancaron. La rubia seguía con la boca abierta.

-Gracias.

-¿Por qué, Dome?

-Por..defenderme

-Me sacan de quicio las personas que se creen superiores a los demás.

Dome fue a hablar, pero se cayó. Él se dio cuenta.

-Habla sin miedo. Ibas a decir algo.

-Es que....

-Venga, dilo.

-Tú a mi me tratas así. Eres superior a mí. Haces de mí lo que quieres.

Francisco aparcó a un lado de la calle y la miró.

-Sí, es cierto. Dominarte me gusta, sentirme superior a ti, hacer que hagas todo lo que yo deseo. ¿Pero...? Contéstame la verdad. ¿Te gusta que te trate así?

Dome apartó la vista. No sólo le gustaba, sino que lo necesitaba.

-Sí... me siento bien.

-¿Y cuando esa chica te miró con desprecio...te gustó? ¿Cómo te sentiste?

-No, no me gustó. Me sentí...inferior, humillada.

-Ahí está la diferencia, Dome. Cuando yo te domino y soy superior a ti es porque tú me lo permites, porque tú lo deseas. Es un juego entre los dos. No hay desprecio. Sólo..deseo, pasión. En el fondo no me siento superior a ti, Dome. Eres una persona, como yo.

Llevó una mano hasta su barbilla y le levantó la cara. Le sonrió y Dome también.

-Bien, zorrita linda, ahora vamos a casa que tienes muchas cosas que aprender.

Arrancó el coche y volvieron a la calle. Dome miró a Francisco. Había salido en su defensa, como un cabellaro en defensa de una dama. Y ahora, ese caballero, la llevaba a su casa para seguir convirtiéndola en una buena zorra. Se la iba a follar y hacerla una mujer completa.

Dome era feliz.

Llegaron a la casa de Francisco y entraron. La cogió de la mano y la llevó a la cocina, como el día anterior.

-¿Tienes hambre, Dome?

-Sí - contestó, sonriendo, a la espera de un rico bocadillo.

Francisco le puso la mano en un hombro, y presionó.

-Esta vez trágatelo todo, zorra.

-Sí...lo intentaré.

-Como se te escape una sola gota de mi leche, te largas y no te veré más.

Dome se asustó. Lo necesitaba. Se pasaba el día pensando en él. Era suya, no podía echarla.

Se arrodilló y le bajó la bragueta, para seguidamente sacarle la polla. Su tacto era maravilloso. Dura, caliente y suave. Empezó a mover la mano, lentamente, al tiempo que se la pasaba por la cara, mirándole a los ojos.

-Aprendes rápido, zorrita.

Le iba a demostrar que era mejor. Abrió la boca y se empezó a meter la polla dentro, lamindola con la lengua. Más y más. Tenía que abrir la boca al máximo. Más. Más. Tenía que tragársela toda.

Pero llegó un momento en que no pudo más. Le entró una arcada y se sacó la polla de la boca, tosiendo. Tenía lágrimas en los ojos. Se sintió torpe, frustrada.

-Tranquila zorrita. No intentes abarcar más de lo que puedes.

-Yo..yo puedo hacerlo.

Se la volvió a meter en la boca. Lentamente empezó a tragársela. Francisco la miraba, complacido. Le encantaba que ella lo intentara, que quisiera complacerlo. Le puso una mano en la cabeza, y le acarició su sedoso y negro cabello. A las perritas buenas hay que darles mimitos.

-Ummmm asi, pequeña. Sigue tragándote mi polla. Demuestrame que eres la mejor zorrita. Cuando notes que te va a dar una arcada, detente. Mantente y lucha hasta que pase.

La polla entró un poco más. Empezó a rozar la parte de atrás de la boca, y Dome notó que se provocaba. Se quedó quieta.

-Eso es. Siénte mi polla llenando tu boca. Respira hondo, lucha. Lo deseas. Dile a tu cerebro que lo deseas.

Se miraban a los ojos. Francisco la acariciaba. Eran tan...adorable.

-Bien. Cuando se te pase, traga un poco más. Sólo un poco, y vuelves a parar.

Un centímetro más y paró. Luego otro. Y después, otro. Se sentía orgullosa de sí misma. Ya tenía más de media polla dentro de la boca. Pero la quería toda. Tenía que ser la mejor.

Sin embargo, no pudo. No pudo luchar contra su cuerpo cuando la polla rozó su garganta. El reflejo fue muy fuerte y la obligó a sacarse la polla de la boca. Tosió y su saliva goteaba de su boca. Nuevas lágrimas cayeron por sus mejillas. No eran sólo por la arcada. Eran lágrimas de frustración.

-Lo siento..no..yo...no puedo

Le levantó la cara.

-Lo has hecho muy bien Dome. No todas las mujeres pueden hacerlo. Y no es una cosa que se aprenda en un día. Y ahora, zorrita, tómate la merienda.

Le puso la mano en la cabeza y la guió hasta su polla. Guió la mamada, impidiendo que ella volviese a intentarlo. Ya habrían más intentos. Ahora lo que deseaba era correrse en la boca de esa chiquilla que se esforzaba tanto en ser una buena zorrita. Era tan..adorable.

-Agggg eso es, zorrita. Chúpame la polla. Vacíame en tu boquita y cómete tu rica merienda.

Francisco se apoyó en la mesa de la cocina. El placer que estaba sintiendo era maravilloso. La mamada que Dome le estaba practicando le iba a provocar un gran orgasmo.

-Eso es...así..buena chica...me vas a hacer correr....Prepárate....traga deprisa, no desperdicies nada... agggggggggggg

Le quitó la mano de la cabeza y se apoyó con las dos en la mesa, mirando como Dome mamaba su polla, mirándole a los ojos. Esa chiquilla era tan..adorable

Lo sintió temblar. Dome se preparó. Se concentró en la polla que palpitaba dentro de su boca. Un fuerte espásmo. El cuerpo tendo. Y un chorro de semen estrellándose contra su paladar.

Tragó. Se quedó quieta y tragó

Otro espásmo. Otro potente chorro, contra su lengua. Tragó. Con cada trago, sus párpado se cerraban un poco.

Fueron seis veces las que tragó, hasta que de aquella polla no salió más leche. Tuvo un par de esposmos más, pero sin apenas salir más semen. Dome sorbió una vez más y tragó por últimavez.

Ni una sola gota había sido desperdiciada. Su barriga estaba llena del rico semen de Francisco, que la miraba, con la respiración agitada, sonriendo.

-Ummmm zorrita. Lo has hecho muy bien. Pero que muy bien. Ven aquí.

El se sentó en una silla y la sentó a ella sobre su regazo. Dome llevaba una falda. La mano de Francisco se metió por debajo y empezó a acariciarle el coño sobre las bragas. Le besó el cuello.

Dome cerró los ojos y disfrutó de la caricia. Sentía los besos en el lóbulo de su oreja, y los dedos recorrer la tela de las bragas. No tardó ni un minuto en sentir que le invadía el placer.

-Aaggggg Fracisco...me voy a ...aaaaa

-Mírame putita. Mírame.

Frotó directamente sobre la zona del clítoris de la chica, que mirándolo, entornó los ojos, se tensó y se corrió. Se le cortó la respiración unos segundos y tuvo varios espasmos. Francisco la miraba correrse. Era tan..adorable.

Cuando el cuerpo de Dome se relajó tras el orgasmo, Francisco la atrajo hacie él y la besó. Buscó su lengua con la suya y metió la mano por dentro de las bragas, empezando ahora a cariciar el coñito directamente.

Dome le rodeó el cuello con sus brazos, con fuerza. Aquellos dedos subía y bajaban a lo largo de la rajita de su coño. Cuando estaban en la entrada de su vagina, a penas entraban. Se quedaban en la entrada. Después subían hasta su clótoris y lo frotaban. Primero sin apenas rozarlos, y luego atrapádolo entre las yemas de dos dedos. Dedos que se mojaban más y más por el juguito que el coño destilaba.

El segundo orgasmo de Dome atravesó su cuerpo y la boca de Francisco amortiguó sus gemidos. Lo rodeó con más fuerza con sus brazos. Estaría así para siempre. Abrazada a él.

Él sacó la mano de debajo de la falda.

-Mira como mes dejado los dedos. Llenos de tus jugos.

Le acercó los dedos a la boca y Dome, obediente, los lamió y los chupó, dejándolos limpios. Francisco le dio un último beso. Un beso salado.

-Ummm tu coño sabe rico. Comamos un poco y luego me hartaré de coño.

Él preparó unos bocadillos mientras ella lo miraba. Después de estar todo el día limpiado para otros, que la sirvieran a ella le encantaba. Ella era su zorra, su puta. Si le ordenaba darle de comer, lo haría. Y sin embargo, él le preparaba la comida a ella.

Se comieron los bocadillos en la misma cocina. El la miraba comer. Ella lo miraba comer. Ambos sonreían. Cuando terminaron, la mirada de Francisco cambió.

-Bien, ahora quiero yo mi postre. Coño jugoso de zorrita. Súbete encima de la mesa

Con cuidado, Dome lo hizo. El se sentó y la colocó delante de él. Le quitó las bragas y leuego le abrió las piernas.

-Ummmm es precioso tu coñito, Dome. Perfecto.

Se infló de orgullo. A él le gustaba su coño.

-Ábretelo. Enséñamelo por dentro.

Obedeció. Se notaba otra vez mojada, otra vez caliente. Y se arqueó sobre la mesa de la cocina cuando Francisco empezó a lamerla. Sentir la lengua pasearse por los labios de su coño era maravilloso. Tan suave. Arriba y abajo, sobre el clítoris, alredor de él.

Le daba besitos, lamidas, chupadas. Notó también un dedo, o quizás dos, recorrer su coño, mojándose con sus jugos. Y despuñes, acariciar su culito, apretar, y entrar lentamente.

-Aggggggggggg Francisco.....me....matas...

-No, zorrita. De esto no se muere

Le comió el coño y le folló el culo hasta hacerla estallar en su boca. Recogió con la lengua las jugos que Dome expulsaba. En su culo tenía clavados hasta los nudillos dos dedos.

Dome miró como se levantaba y se quitaba los pantalones y los calzoncillos. Su gran polla, dura, levantada, apuntaba hacia ella. Se acercó a sus piernas abiertas y empezó a pasarle la verga por el coño, acariciandolo con ella.

"Ha llegado el mometo", pensó Dome "Al fin seré toda suya". Estaba preparada. Lo deseaba. Cerró los ojos, esperando la estocada de gracia.

Pero no llegó. La dejó. Dome lo siguió con la mirdada. Se dirigió a la nevera y volvió con el bote de mantequlla.

-¿Has visto el Último tango en París, zorrita?

-No...¿Qué es?

-Una película. No importa.

Sin saber que pasaba, Dome miró extrañada como Francisco abría la mantequilla y cogía un poco. Cuando la llevó a su culito y la esparció, entendió.

-Levanta las piernas. Ponlas sobre la mesa

Tuvo que cogerselas con las manos. Tan al borde e la mesa se le caían. La mantequilla estaba fría, pero enseguida se derritió. Los dos dedos que introdujo en su culo entraron resbalando hasta el fondo. Dome gemía. De placer y de miedo anticipado al dolor que sentiría cuando aquella enorme polla le taladrara su apretado culito.

Quizás era la postura, la mantequilla, o el deseo. El caso es que cuando la polla se empezó a clavar, apenas sintió dolor. Cerró los ojos para concentrarse en sentirla. Como se metía centímetro a centimetro dentro de ella hasta que los muslos de Franscico chocaron con los suyos.

-¿Te duele, zorrita?

-No...aggggggggg no....estoy...llena

-Ya lo creo que estás llena, putita. Tienes toda mi polla dentro de ti. ¿Te gusta, verdad?

-Siiiiiiiii..

-Pues dilo. Di qe te gusta que te folle el culo. Di que te gusta sentir mi polla clavada dentro de ti. Pídeme que te encule como a una perra y que te llene de leche a rebosar.

Aquellas palabras, aquella dura polla. Se volvió como loca.

-Fóllame...fóllame el culo con tu gran polla...soy..soy una perra, tu puta...dame por el culo...fóllameeeeee

-¿Quieres polla? Pues polla te voy a dar.

Le empezó a follar fuerte, duro, clavándole la polla hasta el fondo. Toda la mesa se movía al ritmo de sus embestitas. Las tetas de Dome saltaban en su pecho, atrapadas en el sostén, bajo la blusa.

-Ummmm tienes el culito más rico que me he follado. Quitate la blusa. Déjame ver tus lindas tetas.

Gimiendo, retorciéndose de placer, Dome se abrió la blusa y se quitó el sujetador. En cuando vio las bellas tetas, las manos de Francisco se lanzaron a por ellas. Las agarró, las apretó. Dome arqueba la espalda.

-Agggggggg follaméeeeeeeeee -le imploroba.

Con una teta atrapada en cada mano, Francisco llevó sus pulgares  y dedo índice a cada pezón. Primero les dió vueltas, antres de apretarlos entre los dedos, de retorcerlos suavemente.

Dome no pudo más. Se empezó a correr. La espalda separada de la mesa, los ojos cerrdos, los dientes apretados. Y el placer aferrado a todo su ser. Francisco la acompaño. Dió un último envite y empezó a disparar su ardiente carga en lo más profunde de la chica.

Cayó sobre ella, exhausto. Su cabeza entre las tetas de Dome, cuyas piernas cayeron fuera de la mesa.

Reposaron unos instantes. Sus cuerpos sudaban.

La miró. Tenía los ojos cerrados, el cabello revuelto, los labios resecos. Era tan...adorable.

Se levantó y la ayudó a sentarse en la mesa. La abrazó y la besó. La cogió en brazos y como el día anterior, se duchó con ella.

Anochecía cuando subieron al coche para llevarla a casa de María. Pero no fueron a casa de María. Francico condujo hasta un parque de la ciudad. Un parque que dentro de unas horas se llenaría de prostitutas y clientes. Aparcó al lado.

-Dome..¿Eres mi zorra, verdad?

-Sí...lo soy, Francisco.

-¿Te gusta serlo?

Miró hacia el suelo.

-Sí. Me gusta ser tu...zorra.

-¿Me obedecerás siempre?

-Sí

-¿Harás lo que te pida?

-Sí...lo haré.

-Bien..quiero que te bajes y entres en ese parque. Quiero que te ofrezcas a un hombre, me da igual a quien. Quiero que le hagas una mamada y que se corra en tu cara. Quiero que regreses al coche con la cara llena de leche.

-¿QUÉ?

Lo miró alarmada. No se podía creer lo que le había pedido.

-Lo que has oído. Eres mi zorra, y como tal debes hacer lo que yo te pida. Y te pido que regreses con la cara llena de semen. Ah, y no te molestes en volver si no es así.

Por la mirada que Francisco le echó, Dome comprendió que hablaba en serio. Cabizbaja, abrió la puerta y salió del coche. Miró hacia atrás, con la vana esperanza de que él le dijera que no, pero no la miraba.

Francisco esperó. Sabía que lo haría. Esa chiquilla tan...adorable era suya, en cuerpo y alma, y esta prueba afianzaría aún más el vínculo. Después de esto, le podría pedir cualquier cosa. Puso la radio y esperó.

Pasaban los minutos, y Dome no aparecía, pero Francisco estaba tranquilo. El parque no era peligroso a estas horas, y supuso que a ella le costaría un poco encontrar a su 'donante'

Por fin, veinte minutos después, la vio acercarse, con rápidos pasos. Abrió la puerta y entró en el choche. Miraba al suelo, y su largo cabello le impedía verle la cara.

-Mírame

Dome giró la cabeza y lo miró. Francisco sonrió y arrancó el coche.

Ella temblaba. Sentía el calor.

-¿Me puedo limpiar?

-No. Te limpias en casa de María.

Apretó los puños. Se moría de vergüenza, pero era la voluntad de él. Sólo esperaba que nadie la viese. Cuando llegaron, salió del coche cabizbaja, tratando de ocultar su rostro a la gente. Él la acompañó hasta la puerta, y tocó el timbre.

-Levanta la cabeza, Dome.

La puerta se abrió. María los miró. Miró a Francisco, que parecía muy contento, y luego a Dome, con el rostro serio y manchado de semen.

Sin decir nada, la joven entró en la casa. Quería limpiarse, quitarse de la cara la marca de su sumisión. Él la agarró del brazo.

-Hey, ¿Dónde vas, zorrita? ¿No me das un beso?

¿Un beso? ¿Así, cómo estaba?

Se acercó a él, que la miró. Y ese mirada llenó a Dome de tranquilidad. Era una mirada amable, tierna, cariñosa. Fue a besarle los labios, pero él la besó en la frenta, la única zona limpia.

-Hasta mañana, zorrita. Misma hora. Adiós María, encantado de verte.

Se dio la vuelta y se fue. Dome lo miro marchar. Se dió la vuelta y entró en la casa. Fue directamente al baño.

Se miró en el espejo. El semen ya se transparentaba y se había secado en parte. Parecía que tenía la cara sucia. Pero, extrañamente, no se sentía sucia. Había complacido a Francisco, y eso la hacía sentir bien. Él estaba contento, y eso era suficiente para ella.

Se lavó la cara y fue al salón. María estaba sentada. Dome se sentó en el otro sofá.

-Te avisé, Dome. Pero no me hiciste caso.

-No te preocupes por mí, María. Estoy bien.

-¿Eso crees? Te ha traido así para que yo te viera. Quería demostrarme que eres suya.

-Él...él no es como tu crees. Me trata bien.

-Ese es su mayor peligro. Te trata como a una dama y al momento como a un zorra.

-María, yo....Él me gusta. Me hace sentir cosas.

María la miró. Estaba perdida.

-Lo siento Dome. Ya has caido en su red. Espero de verdad que no te rompa el corazón como...

Se cayó de repente.

-¿Cómo a ti? - preguntó Dome, mirando a su amiga.

-Sí, como a mí. Al principio no era más que un cliente más. Pero me trataba tan..bien. No me sentía una puta con él. Me refiero a fuera de la cama. Me invitaba a salir, a comer o a cenar. Y después, cuando nos acostábamos, me convertía en su zorra. Y...joder..Dome..me encantaba. Nunca he gozado tanto con un hombre. Pero él siempre mantuvo las distancias. Siempre me paga después de follarme. Me dejó claro lo que soy para él.

-A mí no me paga.

-Dome, hazme caso. Para esa clase de hombres sólo somos...zorras. De usar y tirar. Se cansará de tí cuando consiga a otra.

No dijo nada. No podía ser. Ella era...buena. Le obedecía. No se cansaría de ella.

Cenaron y después Dome se fue a la cama. Se acostó, pero no pudo dormirse. Las palabras de María le vinieron a la mente. Y los recuerdos de ese día.

Recordó el sabor del semen de él llenarle la boca, la sensación que tuvo al tragarlo, cuando bajaba por su garganta. Se estremeció al recordar su lengua lamiendola, el placer cuando su polla penetró su culito.

Se excitó. Con lo ojos cerrados, a oscuras, llevó una mano hasta su mojado coñito y se empezó a masturbar. Se vio a sí misma bajando del coche e internándose en el parque, asustada, sola. Buscando a un hombre. Recordó como deambuló por el parque. No había mucha gente. Cada vez estaba más oscuro.

Vio un grupo de jóvenes sentados y fumando. Ellos la miraron y le dijeron algo, pero se dio la vuelta y fue por otro lado. Caminó un poco más, y vio a un hombre que se acercaba hacia ella.

El corazón le latía con fuerza en el pecho. Cuando llegó a su altura, las palabras no le salíán. Luchó por hablar.

-Hola.

El hombre se paró y la miró.

-¿Sí?

Pensó que era mejor ir al grano. Terminar con eso cuando antes.

-¿Quiere que le haga una...mamada?

-Pero...zorra de mierda. ¿Qué te has creído que soy yo?

El hombre se fue, echando pestes por la boca. Dome se quedó quieta, sorprendida. Pero el tiempo pasaba. Francisco se impacientaría. Tenía que hacerlo. Tenía que volver a intentarlo. Siguió caminando y vio, sentado en un banco, a otro hombre. Se acercó a él. Tendría sobre 45 o 50 años, pero a la luz de una lejana farola lo lo veía muy bien.

Se sentó junto a él, en el mismo banco. La miró.

-Hola - le dijo el hombre.

-Hola.

-¿Cuánto?

¿Cuánto? ¿Pero por quién la había tomado? ¿Por una prostituta? Tuvo ganas de levantarse e irse, pero se dio cuenta de que eso faciltaría las cosas. Iba a contestarle, pero tenía un problema. No tenía ni idea de cuanto pedirle.

-¿Cuánto me darías por una mamada?

-Ummm...depende. ¿Te tragarás la corrida?

-No...mejor..te corres en mi cara.

La miró. A pesar de la escasa luz, vio que la chica era guapa. Sólo de pensar en correrse es aquella carita le puso la polla dura. Las putas a las que esperaba le cobraban 30 euros por una mamada con preservativo, y esta nueva le preguntaba que cuanto le pagaría. Probó suerte.

-Ummm Bueno, si es en tu cara, 20 euros.

-Vale. ¿Conoces algún sitio cernado en donde...?

-Claro. Sígueme, guapa.

El tipo no podía creer la suerte que tenía. 20 euros por una mamada corriendose sobre aquella linda carita. La llevó a un rincón que conocía, al cual solía ir con las otras prostitutas. Era un sitio apartado pero con luz. Le gustaba ver su polla en la boca de las chicas.

Aquella chica era guapa y tenía un aire de incencia que le gustaba. Si sus servicios eran tan económicos, sería un cliente asiduo.

-Aquí guapa. Nadie nos molestará.

Domo se fue a arrodillar, pero el suelo era de tierra y sus rodillas desnudas se hubiesen hecho daño, así que se acuclilló. Llevó su mano a la bragueta, la bajó y sacó la polla. La segunda polla que tocaba en su vida.

Estaba dura, muy dura, pero era más pequeña y fina que la de Francisco. Su mano pudo acarcarla toda.

Sintió en el estómago esa sensación que tenía siempre antes de que el coño se le empezara a mojar. Movió la mano a lo largo de la nueva polla. ¿Le cabría esta entera en la boca?

Se acercó y empezó a besarla, a lamerla. El hombre comenzó a gemir. Dome levantó la vista y lo miró. Abrió la boca y se metió la polla, hasta la mitad. Chupó, y la rodeó con la lengua. Los gemidos del hombre aumentaron

Se dio cuenta de que aquella chica sabía chupar una polla, y que lo hacía para complacerlo. Las otras mamaban mecánicamente, para hacerlo correr lo más rápido posible, pero esta iba despacito, lo miraba con mimo. Y sus ojos...sus ojos mostraban deseo.

-Agggg joder...que bien la mamas...eres la mejor....me vas a vaciar los huevos en un plis-plas.

Dome aumentó el ritmo, mamando más fuerte, metiéndese más polla en la boca. Se dio cuante de que el vello pubico del hombre le rozaba la nariz. Se había tragado toda la dura polla. Si Francisco la viera estaría orgullosa de ella.

Se había puesto muy cachonda. Iba a meter una mano por debajo de su falda y tocarse el coño cuando sintió que la polla empezaba a palpitar y el homre a tensarse. Se iba a correr.

Se sacó la polla de la boca, cerró los ojos, la agitó con la mano y oyó el gruñido de placer del hombre, seguido de un golpe caliente en la cara. Otro gruñido y otro golpe, espeso, húmeda. Lo sintión en sus mejillas, en su nariz, hasta sobre sus labios.

Un último chorro, con menos fuerza, cayó sobre su muñeca. Abrió los ojos. El hombre la miraba, como ausente, con la boca abierta y un hilillo de saliva colgando. Sorbió.

Dome, en su cama, se corrió recordando su cara caliente por la leche del desconocido, recordando su cara de puro extasis.

-Joder, pequeña. Es la mejor mamada que me han hecho en la vida. Me he corrido enseguida, pero ha valido la pena. ¿Hacen 40 euros por un polvo?

Dome se levantó y salió corriendo, dejándolo allí, con la bragueta abierta y la polla colgando, aún bien dura. Corrió hasta que vio el coche, y entonces, caminó.

Acurrucada en su cama, aun sintiendo los espasmos de placer de su orgasmo, Dome se preguntó que en qué la estaba conviertiendo Francisco. Se acababa de masturbar recordando como le había chupado la polla a un desconocido. Él se lo pidió y ella obedeció.

Era así de sencillo. Así de simple.

Había pasado otro día con él. Había sido suya, para lo que se le antojase, pero seguía siendo vírgen. ¿Por qué no se lo hacía? Era su deseo. ¿Acaso sus deseos no contaban? ¿Sólo los de él?

La zorra era ella. Ella no contaba. Le entraron ganas de llorar, pero consiguió que las lágrimas no salieran.

Al día siguiente, a las cinco en punto, Francisco la esperaba, apoyado en su coche. Le sonrió y todas las preocupaciones se esfumaron. Esa tarde iba a ser suya otra vez. Sería buena, haría lo que él le dijese.

La recibió con un beso en los labios que la hizo temblar. Aquel hombre la hacía temblar con solo tocarla.

-Buenas tardes, Dome. ¿Cómo estás?

-Muy bien, Francisco. Contenta de verte - respondió abrazándolo.

Le abrió la puerta del coche para que subiera y luego subió él.

-Dome..¿Cúanto ganas al mes?

-Pues..sobre los 700 euros.

-¿Por seis horas de trabajo, cinco días a la semana?

-Sí, cuando trabajo todas las horas. A veces en alguna casa no están y ese día no trabajo.

-Cabrones. Se aprovechan de gente como tú, con necesidades y sin papeles. ¿Te gusta ese trabajo?

-Es un trabajo, Francisco. Un trabajo digno...no cómo..

-Como María. No la juzgues. No tuvo más remedio.

-Lo sé.

-No voy a dejar que llegues a eso Dome. Eres mi zorrita, sólo mía.

Ella lo miró. Tenía ganas de abrazarlo, de besarlo.

-Yo...nunca lo haría. Nunca haría lo que hace María.

-Eso decía ella antes, pero no le quedó otro remedio. Su familia era lo primero.

-La mía también...pero...no llegaré a eso.

"¿No llegararé a eso?", pensó. Ayer le chupé la polla a un desconocido en un parque por 20 euros. Pero..no es lo mismo. No cogí el dinero...Y lo hice porque él me lo pidió.

-He hablado con un amigo que me debe un favor. Tiene varias empresas, y está de acuerdo en contratarte. El sueldo no es gran cosa, pero es más que esos 700 euros, y tendrás los papeles en regla. No tendrás que limpiar más suelos.

Dome no pudo evitar echarse a llorar. Francisco acercó su mano a su cara y le enjuagó las lágrimas.

-Gracias...oh..Francisco...gracias...eres tan...bueno conmigo.

Francisco la miró. Era tan..adorable

Se acercó y la besó. Abrieron sus bocas y se buscaron las lenguas. La acarició. Pasó sus manos sobre sus tetas, y las apretó. Ella gimió en su boca.

-Sácame la polla, zorrita.

La acarició un poco sobre el pantalón y luego se la sacó. Que distinda a la del desconocido. Que grande. Sin que él se lo pidiera, se agachó y empezó a chupársela. No le importó estar en el coche, en plena calle. Franscisco se acomodó y disfrutó de la cálida boca de la pequeña. Sacó el móvil de un bolsillo y marcó un teléfono de la agenda, el de María

-Hola zorrita. ¿Estás en casa?

-Sí. ¿Por?

Dome se dio cuenta de que no hablaba con ella. Siguió chupando, pero atenta a lo que decía.

-Bien, voy para allá. Tengo ganas de ti.

-¿De mí? ¿Ya te cansaste de Dome?

Dome sintió que el corazón le daba un vuelvo. Él hablaba con otra, no sabía con quien. Y le decía que iba a ver. ¿No tenía bastante con ella? ¿No le obedecía en todo?

-¿Estás celosa, María? No, no me he cansado de Dome. Ahora mismo me está chupando la polla. Dome, saluda a María - dijo, acercándole el telefono

-Hola...María.

Francisco cogió de nuevo el teléfono.

-Bueno, vamos para allá. - y colgó

Dome había dejado de chupar, así que Francisco le apretó la cabeza contra la polla

-No te he dijo que dejes de mamar, putita.

El coche arrancó mientras la cabeza de Domo subía y bajaba entre las piernas de Francisco. Verias personas se dieron cuenta de lo que pasaba. Francisco les sonreía, complacido

Cuando aparcó, levantó a Dome y le dijo que le guardara la polla. Le costó volver a meterla, y el tuvo que ayudarla. Salieron del coche y subieron a la casa. María les abrió la puerta y entraron.

Las dos mujeres se miraron. La tensión se podía cortar en el ambiente. Francisco las miraba, divertido.

-Vendid aquí, zorritas - les dijo, abriendo los brazos.

Las dos mujeres se acercaron a él y las abrazó, una cada lado de su cuerpo. Se morreó con Dome, y luego con María. Las dos respondieron a sus besos, a sus caricias. Llevó una mano a cada culito y los sobó a conciencia. Las dos gimieron.

Le encantaba sentirse el amo de aquellas dos preciosidades.

-Pónganse de rodillas.

Obedecieron. Se quedaron mirando como Francisco se bajaba la cremallera y se sacaba la polla y los huevos. Miraron aquella poderosa polla. Ambas tenían los pezones duros como pieras. Ambas sentían el coño palpitarles entre las piernas

Francisco llevó sus manos a cada una de las cabezas y las acercó a su polla.

-A ver quien mama mejor de las dos.

María fue la más rápida. Se metió media polla en la boca y empezó a chupar. Domo miró unos segundos y llevó su boca a las hinchadas bolas, y las lamió y chupó.

Francisco estaba en la gloria, mirando como aquellas dos zorritas se disputaban su polla. Dome subió por el tronco y le quitó la polla de la boca a Marío, metiéndose ella hasta donde María había llegado, y un poco más. María fue a por sus huevos. Francisco empezó a gemir.

María dejó que Dome mamara un rato y la quitó de la polla. Se la metió en su boca, llegando más lejos que Dome. Ese era el plan de Francisco. Enfrentar  las dos mujeres entre sí. Su plan estaba saliendo a las mil maravillas.

Se volvieron a cambiar. Dome quiso ir más allá de donde había llegado María, y llegó a su límite, a aquel punto en que el otro día Francisco la había hecho parar. Pero sabía que María se lapodía tragar toda, que le ganaría, y que Franscisco la preferiría a ella. Intentó ir más allá, pero no pudo. Entre toses, se sacó la polla de la boca.

María sonrió. Era la ganadora. Cogió la polla, miró a Dome,que tenía lágrimas en los ojos y le dijo.

-Mira como se come una polla, putita

Y ante los llorosos ojos de Dome, se fue tragando la polla. Se agachó un poco, levantó la cabeza y no paró hasta que su nariz chocó contra el pantalón de Francisco. Dome veía la ganganta distendida por la polla.

-Agggggggggggggg eso si...ummm es mamar una polla- gimió Francisco.

Dome, derrotada, miró como Francisco agarraba la cabeza de María y le follaba la boca. Le metía la polla hasta el fondo y la sababa hasta la mitad, para que María pudiese respirar. Los ojos de Dome iba de la polla a los ojos de Francisco. Pero él no la miraba. Él miraba a María, con cara de placer.

¿Iba a dejarse vencer? Jamás. Si María podía ella, podía. Tirando de ella, le dijo.

-Me toca.

-Eso es zorrita - dijo Franciso- demuestranos quien eres.

Cogió la polla, cerró los ojos y empezó a tragar, lentamente...hasta que llegó al punto crótico. Respiró hondo y siguió. Le llegó la arcada, pero siguió. Luchó por aguantar, pero el roce en el fondo de su garganta no pudo soportarlo, y se retiró tosiendo. Casi vomita.

-Jajaja..eso es para mujeres de verdad - rio María. - Deja las profesionales

-No - dijo Dome- Lo haré

-Ummmm eso es zorrita. Hazlo. Trágate mi polla hasta la empuñadura.

Dome hizo como había visto hacer a María. Se agachó un poco, levantó la cabeza. Se metió la punta de la polla en la boca. Cogió aire y empezó a mertela. Se concentró con todo su ser y sin pause, tragó y tragó y trago. No pensó en nada. Siguió adelante y cuando se dio cuante, sintió cosquillas en la nariz. No podía respirar, pero toda la polla de Francisco estaba dentro de su boca.

Dome era feliz. Levantó los ojos y vio los de Francisco clavados en los de ella. Él sonreía, contento. Dos lágrimas calleron por las mejillas de Dome. Eres lágrimas de felicidad.

-Sabía que lo conseguirías, Dome. Sólo era cuestión de retarte.

Como hiciera con María, la cogió por la cabeza y empezó a follarle la boca. Dome enseguida aprendió a respirar cuando la retiraba. Los gemidos de él y sus ojos entornados de placer eran su recompensa.

Se la sacó de la boca y se la dio a María. Estuvo alternando entre las dos bocas. La polla chorreaba la saliva de las mujeres. Francisco les juntó las caras agarrándolas por el cabello y empezó a follarlas con más ímpetu.

-Agggggg que par de zorritas más ricas....ahora...les voy a decocar esas preciosas caritas.

Se prepararon. Francisco se empezó a poner tenso, a gemir más fuerte hasta que sacó la polla de la boca de Dome. Sin tocarla con las manos, la dejó sobre la cara de la muchacha. La polla dio un espasmo, dio un salto en el aire y un impresionante chorro espeso y caliente cruzó la cara de la chica, desde la frente hasta la barbilla. Francisco se movió y el siguiente espasmo de su polla, el siguiente dispado, cayó sobre la cara de María.

El placer que sentía al ver su polla sobre aquellas dos mujeres, ofrecidas, suminas, arrodilladas delante de él, le provocaron uno de los orgasmos más intensos de su vida. Cada rostro recibió al menos tres descargas poderosas. La polla siguió después con pequeños espasmos, pero ya sin apenas expulsar más semen.

Quedaron en silencio. Francisco agarrando con fuerza a las dos mujeres por su cabello. Su polla, descansando sobre las dos caras. Las dos, mirándolo con adoración. Aflojó la presión de las manos y las soltó. Ahora las acarició como a dos buenas perritas, sonriéndoles complacido. Si hubiesen sin perras de verdad, estarían moviendo el rabo, contentas de recibir las caricias del amo, contentas de haberle servido.

Se separó de ellas. Estaban preciosas. Lo miraban, esperando a que expresara sus deseos.

-Os habéis portado muy bien. Ahora, límpiense la cara la una a la otra. Bien limpitas.

Empezó María, que se giró hacia Dome y empezó a lamerle la cara, a recoger con la lengua el semen para tragarlo a placer. Cuando la dejó sin rastro, Dome la siguió, dejándola tambiém sin trazas. Se miraron a los ojos. Aún había lucha entre ellas, pero por encima de eso estaba él.

Las hizo levantar y las besó. Cogió a cada una del brazo, con él en medio, y las llevó al dormitorio de María. Dome miró aquella cama, en donde Francisco había estado con María, en donde María había estado con tantos clientes, y en donde ella iba a estar ahora.

Había un pequeño sofá de una plaza a los pies de la cama. Francisco se sentó y las mujeres quedaron de pie, a la espera.

-Bien. Ahora desnudaros la una a la otra...con mimo.

La paret voyeur de Francisco disfrutó de ver a las dos mujeres desabrocharse las blusas la una a la otra. Dome no miraba a María, miraba al suelo. Francisco notó su azoramiento. Lo que ella estaba haciendo lo hacía porque él se lo había dicho.

Y ahí estaba precisamente su mayor satisfacción, lo que le atraía. Sentir ese poder absoluto sobre una mujer. Saber que su voluntad le pertenecía a él. Empujarla cada vez más hacia sus límites, y traspasarlos.

Mientras miraba como las blusas caían al suelo y ellas se quitaban los sujetadores, pensó unos segundos en cómo era él. Para la mayoría de la gente 'normal' no era más que un cabrón, que trataba a las mujeres con desprecio, como a objetos para su placer. Muchas mujeres a lo largo de su vida lo habían insultado, y hasta golpeado. Eso era cuando aún no sabía distinguirlas. Cuando aprendió, nunca más recibió un insulto. Aprendió que todo yin tiene su yan, que si había hombres como él es porque había mujeres como Dome, mujeres que toleraban a un hombre como él, que incluso lo necesitaban. Una extraña simbiosis entre dos almas. Toda gacela tiene un león que la persigue. Todo amo tiene su esclava. Y el uno no puede existir sin el otro.

Las dos mujeres estaba ahora completamente desnudas, mirándolo. Los dos estaban excitadas. Vio sus pezones tiesos. Sabía que no era la una por la otra. Era por él.

-Dense un besito, como niñas buenas

Fue un beso frío, sin ganas

-Vaya porquería de beso. Con más ganas. Con lengua.

Se volvieron a besar. Le iba a dar otro empujoncito a Dome.

-Ummm mejor, mejor. Dome..¿Quieres que te folle?

Ella lo miró. Claro que quería. Su coño ardía de deseo. Miró a Francisco, con ojos implorantes. El las miraba, desde el sofá, acariciado su dura polla.

-Sí...Francisco...lo deseo...fóllame.

-María..¿Quieres que te folle?

-Sabes que sí. Lo estoy deseando desde que me llamaste.

-Pues vaya dilema. Dos zorritas y una sola polla. Hagamos una cosa. Quiero que se acaricien a una a la otra, que se coman sus ricos coñitos. La que primero haga correr a la otra será la afortunada, la que será follada por mí. La perdedora se tendrá que conformar con beberse mi leche depués del coño de la otra.

Dome se quedó sorprendida, y no supo como reaccionar. María fue más rapida, la abrazó y las dos mujeres cayeron sobre la cama. Comenzaron a besarse. Ahora era una lucha. Tenían que excitar a la otra. Tenían que darle placer hasta conseguir que se corriera, para así terner el premio final. Él.

Dome lo necesitaba, quería ser la ganadora. Deseaba más que nada sentirlo dentro de ella, ser por fin completamente suya. Pero partía con desventaja. Si su experiencia con los hombres era casi nula, con una mujer, era inexistente.

Imitó a María. La besó y la acarició como ella la acariciaba, y cuando la mano de María llegó a su mojado coño y empezó a acariciarlo, no pudo evitar gemir. Gemía de placer y María no. Trató de disimularlo, pero María sabía acariciarla. Llevó su mano al coño de María. Pensé que era como el suyo, que le gustarían las mismas caricias que a ella.

Por fin, María también gimió de placer. No todo estaba perdido. Ahora cada una gemía en la boca de la otra. Francisco miraba el bello espectáculo. Dos mujeres disputándoselo. Obserbó como María empezaba a bajar, besando el cuerpo de Dome, sin dejare de mover sus dedos en su rajita. Besó los pezones, uno a uno, y siguió bajando. Se sabía ganadora.

Dome se sentía tan bien. Aquellas caricias y aquellos besos eran tan placenteros. Si no hacía nada, perdería. Se correría, gritaría de placer, pero perdería. La boca de María ya besaba su pubis. Si llegaba a su coño, todo estaría perdido, así que cerró sus piernas, con fuerza.

María intentó abrirlas, pero no pudo. Miró a Francisco, que entendió.

-Dome. No hagas trampas. Abre las piernas.

Lo hizo. Abrió sus piernas y su negro coñito quedó al alcance de María, que lo abrió con los dedos y empezó a lamerlo.

-Agggggggg - gimió Dome, llena de placer y de rabia

María chupó los labios, pasó la lengua alrededor del clítoris de Dome, sorbió sus jugos. No era la primera vez que lo hacía con una mujer, aunque las otras veces fue solo par petición de un cliente. Ahora se estaba jugando a Francisco.

En un último intento desesperado, Dome se dio la vuelta, y buscó con su boca el coño de María. Las dos mujeres formaron un perfecto 69. Ambas bocas lamían y chupaba.

El placer las invadió, casi hasta el punto de hacerlas olvidar qué estaba en juego. Cerraron sus ojos y se gozaron la una a la otra.

La experiencia de María la llevó a la victoria. Atrapó el clítoris de Dome entre los labios al tiempo que le daba golpecitos con la lengua y acariciaba su ano con la yema de un dedo. Dome no pudo resistirlo se se corrió, entre espasmos de placer, arqueando su cuerpo sobre el de María.

Se corrió y lloró. Había perdido.

-Uf, zorritas, ha sido precioso. Casi me corro también mirándolas. Bien, María es la clara ganadora.

Se levantó y se empezó a desnudar. María lo miraba, ardiendo de deseo. Mirando la poderosa polla que la iba a atravesar. Dome acurrudada a su lado, también lo miraba. Ella era suya. Pero él no era de ella.

Francisco se subió a la cama. María se acostó, boca arriba, abriendo sus piernas, ofrecida. Él se arrodilló entre ellas. Se agarró la polla con una mano y empezó a pasarla por el coño de María, apretando sobre el inflamado clítoris.

Dome mirba. María gemía de placer.

-Aggg fóllame ya....Francisco...por favor...métemela ya....

-¿Has visto Dome? Esta zorrita quiere que me la folle...¿Quieres ver como le clavo la polla?

"Claro que no quiero verlo. Quiero que me la claves a mi. Quiero sentirme atravesada por tu enorme polla"

No dijo nada. Se quedó mirando.

-Ayudame a metérsela. Cójeme la polla y dirígela al coñito de la perra salida esta.

Obedeció. Cogió la palpitante polla y la acercó al abierto coño de María. No la soltó. Francisco empezó a meterle la polla, agarrada por la dulce mano de Dome. Se la clavó hasta donde pudo, hasta que la mano chocó con el pubis.

Francisco se follaba a María y la mano de Dome. Media polla entraba en el coño. Suficiente para hacer gozar a María, que sin embargo pedía más.

-Aggg toda...métemela toda...lléname de polla.

Dome quitó su mano y la penetración se completó. Comenzó entonces una furiosa follada, que hacía mover toda la cama. Las tetas de María saltaban al ritmo de los golpes de cadera de Francisco, hasta que éste llevó sus manos a las tetas y las apretó. Atrapó los pezones y los pellizcó con fuerza.

María puso cara de dolor. Dome se sintió alivida al verla sufrir, pero duró poco. María puso lo ojos en blanco, se arqueó sobre la cama y se corrió entre convulsiones. Sus manos agarrotadas por el placer, y Francisco sin dejar de follarla. Con fuerza, con saña.

-Mira Dome. Mira como se corre esta zorrita. Le encanta que le den caña bien duro, que la polla le golpee en el fondo del coño.

Cuando el fuerte orgasmo terminó, Francisco le sacó la polla del coño. Dome la miró, brillante, llena de los jugos de María. ¿Sería ahora su turno? ¿Había llegado el momento?

No. Francisco la cogió por el pelo y la acercó a la polla.

-Límpiala

Sin rechistar, Dome lamió y chupo la verga. Sabía a coño. Al coño de María, que con los ojos cerrados, se reponía de su placer. Cuaod estuvo bien limpia, se la sacó de la boca y se la volvió a meter en el coño a María, que gimió.

La sacó otra vez, y se la dio a Dome. Lo repitió varias veces. Se la hacía limpiar por Dome y luego se la metía a María, que cada vez gemía más, hasta que una de las veces volvió a follarla.

Se agachó sobre María y la besó en la boca, en el cuello, arremetiendo con fuerza contra ella.Los dos gemían, acercándose a un compartido orgasmo.

Dome era una mera espectadora. Una desconsolada espectadora que deseaba ser la protagonista. Pero fue María la que se volvió a correr cuando contra el fondo de su vagina se esrtrelló un potende chorro de semen, seguido por tres más.

Francisco se salió y quedó tendido boca arriba sobre la cama, exhausto. María con los ojos cerrados, como flotando. Y Dome, mirándolos a los dos. Tenía ganas de llorar, pero no quería que ellos la vieran. Se levantó para dirigirse al baño.

-¿Donde vas, zorrita linda? - preguntó jovial, Francisco.

-Voy.,..al baño. Tengo pies.

-Aún no has terminado. Falta una cosa más.

Lo miró. ¿Qué más quedaba?. Él le hizo una seña en dirección al coño de María, del que rezumaban semen y flujos.

-Déjalo limpito.

Él no la vería llorar. No por ésto. Sacó fuerza de flaqueza y se tumbó en entre las piernas de María. Lamió y bebió. No lo hizo para darle placer a  María, sólo quería acabar pronto. María estaba tan cansada y relajada que casi ni se dio cuenta.

Se dio prisa y dejó el coñito bien limpio, se lavantó y salió corriendo al baño. Francisco la siguió, y antes de que entrara en el baño, la abrazó, por detrás. Notó su calido y duro culito contra su polla. La besó en el cuello. Dome se estremeció de pies a cabeza

-Te has portado muy bien, Dome.

Le dio la vuelta y le levantó la cara con una mano. Sus ojos estaban brillantes, acuosos. Era tan hermosa, tan....adorable

La besó, con ternura. Ella se abrazó a él y todo se le olvidó cuando sintió sus manos acariciando su cabello. Cerró los ojos y puso su cabeza en su pecho. Oyó el latir de su corazón.

-¿No tenías pis?

-¿eh..? Ah, sí sí.

Era cierto. Tenía ganas de orinar.

-Pues venga, hazlo

Se sentó en la taza. Él la miraba. Pero no pudo. No le salía si la miraba.

-No me sale. Si me miras no me sale.

-Jajaja. Claro que te sale.

Se acercó a ella y se arrodilló junto al water. Empezó a acaricar su rodilla.

-Dome..venga.. haz pipí....

Lo intentó, pero no salía. Y la mano fue suviendo y subiendo. El la miraba, sonriendo, divertido. Metió la mano entre las piernas y empezó a acariciarle el coñito. Estaba mojado y babosito. Dome gimió al sentir los dedos.

-Ummmm .¿Seguro que no has hecho pipí? Estás mojada.

-Agggg no...aún no...

-Pues venga...haz pis, zorrita.

La masturbó profundamente, frotando su clítoris entre sus dedos. Llevó la boca a uno de los pezones y lo mordisqueó.

-Aggggggggggggg.

-Ni se te ocurra correrte sin haber hecho pis antes.

-Pero...es que....me das tanto placer...me harás correr...Aggg

-Sin pis, no

La martirizó. Cambió de pezón, frotando con los dedos. Arriba y abajo, a lo largo de toda la rajita dle coño. Dome notó que se iba a corrrer. Pero no podía, él le había diche que no.

Luchó y luchó por no correse, por hacer pis, con todas sus fuerzas. Se quedó sin respiración. Se mordió el labio inferior con fuerza, se tensó y se corrió con un brutal orgasmo, que llenó la mano de Francisco con una increible cantidad de flujo, que salía a presión de su coño. Casa espasmo del orgasmo era seguido por un potente chorro. Dome se estaba orinando y corriendo a la vez.

-Aggggggggggg dios..míoooooooooo ahhhhhhhhhhhhh

El placer era total, y el no paraba de frotar. No le importaba que le orinara en la mano.

El aire volviño a sus pulmones. Cayó hacia adelante, apoyandose contra el pecho de Francisco. Respiraba con fuerza. No tenía fuerzas para moverse.

-Bueno. Te has corrido y orinado a la vez. Me vale! jajajaja.

Le levantó la cara. Tenía los ojos medio cerrados. Su frente, perlada de sudor, tenía algunos cabellos pegados. Era tan...adorable.

-Tengo hambre, Dome. Date una ducha y ponte guapa. Nos vamos a cenar.

La dejó en el baño. Dome se dio una revitalizante ducha y se vistió. Se puso la ropa que pensó que a él le gustaría.

Cuando volvió al salón, Francisco estaba vestido, y solo.

-¿Y María?

-Se fue. Un cliente la llamó. Estás preciosa, Dome.

-Gracias

Se acercó a ella, levantó el codo y se lo ofreció.

-¿Vamos?

-Vamos.

El resto de la noche fue mágica. Francisco fue amable, divertido, atento. Dome estaba encantada. Era casi como...como si fuesen novios. Se avergonzó de pensarlo. Una chica como ella, con un hombre como él. Para él no sería más que una zorrita más, un chiquilla con la que divertirse, a la que usar.

Pero prefería eso que nada. Sería feliz mientras lo tuviera. Mientras fuera suya.

Después de cenar fueron a dar una vuelta por la avenida de Las Canteras. Dome, cogida del fuerte brazo de Francisco miraba el precioso paisaje, lleno de terrazas, de gente, con el murmullo del mar al fondo. Sería una noche que nunca olvidaría.

-Ya mañana no vayas a trabajar. Te recojo a las 10 y te llevo a ver al amigo que te comenté.

-Francisco..yo..no sé como agradecertelo.

La miró. Tan..adorable. No pude resistirse a besarla. Le encantana la manera que tenía de temblar entre sus brazos.

Cogieron el coche y Francisco la llevó a casa de María. La acompañó hasta la puerta. Iba a despedirse de él, pero había algo que necesitaba saber. Lo miró. Estaba nerviosa.

-Francisco..¿Te puedo preguntar algo?

-Claro, preciosa. Dime.

-¿Por qué..hasta ahora.. no me has follado?

-¿Cómo que no?

-Me refiero a...ya..sabes...por mi .... vagina.

-Dome, aunque no te lo creas, en el fondo soy un romántico.

-¿No te entiendo?

-Creo que esa primera vez para una mujer deber de ser algo especial. Un día que recuerde para siempre. Debe hacerlo con el hombre adecuado, por el que ella sienta algo especial. Y yo no soy ese hombre.

Dome se quedó sin habla. En ese momento se abrió la puerta. María los saludó. Francisco le dio un último beso y se despidió.

Entró en la casa, se despidió de María y se fue a su cuarto. Se desvistió y es puso el pijama, metiéndose en la cama.

"Yo no soy ese hombre", fueron sus últimas palabras.  Le dijo que tendría que sentir algo especial por el elegido. Por él sentía miedo, sentía deseo. Cuando la besaba la hacía estremecer. No podía dejar de pensar en él.

¿Qué más especial que eso quería? Ella...lo amaba. Con todo su ser. Su ser que le pertenecía a él. No había nadie más especial para ella. Tenía que ser él.

Iba a ser él.

Por la mañana lo estaba esperando en el salón, lista. Sonó el timbre y fue corriendo a abrirle. Se quedó quieta, mirándo. El se acercó, la cogió por la cintura y la besó. Sintió su cuerpo temblar.

-Buenos días, zorrita

-Buenos días, Francisco.

¿Más especial que esto? Pero si el corazón se le iba a salir por la boca.

Iba a ser él.

-Vamos, nos espera. Lleva tus papeles.

¿Qué pasaría? ¿Le sería ofrecida al amigo? ¿le pediría que le hiciese una mamada mientra él miraba? ¿ O una mamada a los dos a la vez, arrodillada entre los dos, hasta que le llanasen la cara con sus corridas?. Incluso puede que la tumbasen sobre la mesa y le follaran el culo por turno.

No importaba. Si Francisco se lo pedía, lo haría. Eso no iba a cambiar el hecho de que lo amaba, de que era el elegido. Nada cambiaría eso.

Nada las cosas que imaginó, pasó. El amigo era un tipo simpático y amable. Recogió los papeles y la llevó a ver la empresa. El trabajo sería de auxiliar. Llevar papeles, hacer fotocopias. Y con el tiempo, si era espabilada, iría subiendo

Dome no cabía en sí de gozo. No mas dolores de rodilla de fregar suelos. Miró a aquel hombre maravilloso. ¿Más especial?

Era viernes. Le dijo que el contrato estaría listo el lunes, que si le parecía bien empezar ese mismo día. Por supuesto, respondió que sí.

Salieron de la oficina u volvieron al coche. Francisco iba a arrancar. La miró y vio que lloraba.

-¿Qué te pasa Dome?

-Francisco, cuando vine desde mi país, dejando a mi familia, vine llena de esperanzas. Nos habían dicho que ésto era la tierra prometida. María me abrió los ojos. Se portó muy bien conmigo y me consiguió trabajo. No era lo que esperaba, pero era un trabajo.

La miraba. Tan preciosa. Tan adorable. Acercó una mano a su cara para secarle las lágrimas. Ella la cogió y la besó.

-Y te conocía a ti. Francisco...no sé como, ni me importa. Pero... cuando me miras me siento...viva. Me hiciste descubrir el sexo. Tan distinto a como yo me lo había imaginado, pero tan...intenso. Hacer lo que me pides me subyuga de tal manera que mi placer está en complacerte.

-Dome...hay mujeres así, como tú. Y para un hombre como yo, encontrarte es algo...uf...maravilloso, te lo aseguro.

-Pero aún no soy del todo tuya. Una parte de mí no es aún tuya. Y quiero ser tuya del todo.

-Dome....me halagas, de verdad..Pero ya te dije ayer que tienes que buscar al hombra adecuado. Yo... yo no lo soy. Sabes las cosas que me gustan. Nunca seré tuyo. De ninguna mujer.

-No me importa. Yo quiero ser tuya. Tú eres mi hombre especial. Te deseo..deseo que seas tú, nadie más.

Por primera vez, fue ella la que se acercó a él y lo besó.

-Te amo, Francisco. Te amo con todo mi ser. Hazme tuya...para siempre.

-¿Estás segura de esto?

Por primera vez en su vida, Francisco, el dominante, el fuerte, el poderoso, pedía por algo a de que estaba acostumbrado a exigir, a coger sin preguntar.

-Sí, lo estoy.

La miró. Aquellos ojos, su carita. Esa chiquilla era tan...adorable. Arrancó y el coche y se dirigió a su casa. Domo lo miraba. Lo tenía cogido por la mano izquierda, que sólo soltaba cuando cambiaba de marcha.

La notaba temblar. Y la manera en que ello lo miraba. Acostumbrado a traspasar con su mirada, se sorprendió al sentirse traspasado por la de ella.

Aparcó, se bajó y le abrió la puerta. Le tendió la mano y entraron en la casa. Fueron directamente al dormitorio principal.

Quedaron el uno frente al otro. No tuvo que levantarle la cara, como hacía siempre. Ella lo miraba. Entonces, Francisco se dio cuenta de que estaba nervioso. Siempre era él el que mandaba. Siempre tenía el control. Y ahora aquella chiquilla quería que él fuera su primer hombre. ¿Sabría estar a la altura? ¿Podría olvidarse de él para concentrarse en ella?. Le había dicho que su primer hombre tenía que ser especial. Él no se sentía especial.

"Olvídate del Francisco exigente, dominante. Estás delante de esta preciosa chica. Déjate llevar"

Mirándola a los ojos, empezó a abrirle los botonones de su camisa, uno a uno, lentamente. La dejó abierta, pero no se la quitó.Metió sus manos por dentro y las llevó a su cintura. Las atrajo hacia él y la besó. Un beso tierno y apasionado a la vez. Acarició su espalda, sintiéndola estremecer entre sus brazos.

La camisa cayó al suelo, seguida del sujetador. Sus manos fueron a sus dos lindas tetas. Pero no las agarró, no las apretó ni pellizcó los pezones. Sólo las acarició, primero con los dedos y luego con sus labios, con su boca.

-Ummmm Francisco...como te deseo.

Lo siguiente en caer al suelo fue la falda. Le quitó los zapatos y la acostó en la cama. Él se tendió a su lado y la besó. Sus lenguas se acariciaron. Una de la manos de Francisco bajó lentamene por el cuerpo de Dome, acariciando penas con las yemas. A medida que se acercaba a su coñito, la respiración de Dome aumentaba.

Pasó los dedos por encima de las bragas. Ella abrió las piernas, en señal de aceptación de la caricia. Francisco notó la humedad de la prenda. Pasó un dedo a lo largo de la hendidura y Dome se quejó, de placer.

-Agggggggggggg.

Metió la mano por dentro, desde el pubis. Notó su negro bello entre los dedos y siguió hasta llegar a la empapada vulva, a la rajita tan deliciosa de la chiquilla. Su dedo corazón la recorrió. Dome estaba demasiado excitada, demasiado ansiosa. Deseaba tanto ese momento, que temía que todo acabara demasiado pronto.

-Para por favor...o me haras correr...y deseo hacerlo contigo....

-Dome...déjate llevar. No hay prisa.

La besó, su dedo frotó con suavidad sobre su clítoris, y Dome, estalló. Hasta la última fribra de su cuerpo se tensó y el placer la invadió. Un placer intenso, maravillos, que la llenó de espasmos.

Y él, seguía besándola. Y siguió besandola cuando el orgasmo pasó. Sacó la mano de entre sus piernas y la subió lentamente hasta la cara de Dome. La acarició. Era tan...adorable.

Se empezó a desnudar. Ella lo ayudó. Sin prisas, sin apresurarse. Y entonces Dome hizo algo que ninguna mujer había hecho, porque a ninguna se lo había pedido. A medida que le ayudaba a desnudar, lo besaba. Su cuello, sus hombros. Su pecho, sus pezones. Por primera vez en su vida Francisco supo lo que era estremecerse por una caricia. No el placer directo, intenso de una boca en su polla, de un apretado coño rodeando su verga. El suave placer de aquellos besos, de aquellos labios.

En su barriga, bajando lentamente. Le ayudó a quitarse los calzoncillos. Ahora, los dos, estaban desnudos. Dome lo abrazó y lo besó. Con una mano acarició su polla, dura, como siempre, poderosa.

-Te deseo, Fransico. Hazme tuya.

Dome se colocó sobre la cama, boca arriba. Francisco sobre ella. Su dura polla sabía el camino. Con otra mujer, lo hubisese recorrido con prisa, al asalto, arrollándolo todo a su paso. Con Dome fue cuidadoso, sensible. Buscó la entrada y empujó lentamente, mirándola a los ojos. Ojos que lo miraban, entornados.

Doménica sintió como la polla entraba en ella, lentamente, hasta que llegó a su intacto hímen. El momento había llegado. De un suave empujón, lo rompió. Cuando el dolor es algo deseado, no es dolor. Es placer. Y placer fue lo ue Dome sintió cuando su amado la convirtió en mujer. Casi sin respiración esperó a que toda aquello dura polla entrara hasta el fondo. Y cuando lo hizo, dejó escapar el aire de sus pulmones, al tiempo que de sus ojos caían dos lágrimas. En su cara, una sonrisa de absoluta felicidad.

¿Quién era aquella chiquilla que le hacía sentir estas cosas nuevas para él? No sentía la necesidad de follarla con dureza, de tirar de su pelo para que le ofreciera su cuello para morderlo. Ni de llamarla de ninguna manera. Sólo quería sentirla, mirarla.

La besó y empezó a moverse, dentro de ella. Los dos gimieron de placer. Apenenas se movián. Para sentirse sólo bantana empujar un poco.

Para Dome, aquel momento era maravilloso. El hombre elegido, el hombre deseado, la estaba haciendo mujer. Y Francisco, el duro, dominante Francisco, por primera vez en su vida, estaba haciendo el amor.

Se amaron largo rato. Dome abrazánlo, tirando de él hacia ella. Hubiese deseado que ese momento fuera para siempre.

-Mi...amor....ya...soy tuya.....para siempre.

El orgasmo fue simultáneo, total. Los fundió a los dos en el placer. Con los dedos entrelazados, sus cuerpos vibraron a la vez, gimieron a la vez, gritaron a la vez.

Minutos después, Francisco seguía en la cama. Boca arriba. Dome, tumabada a su lado, con su cabeza apoyada sobre su pecho y su brazo rodeándolo, escuchando su corazón latir. Él acariaba su cabello.

-Francisco...seré para siempre tu...zorrita, ¿Verdad?

-Para siempre, Dome. Para siempre

Aquella chiquilla era tan...adorable.

FIN

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