Era pequeña cuando sucedió

Iba a merendar a su casa todas las tardes.

Me ha pedido una lectora de mis relatos si podría escribir uno sobre su historia. La verdad que me lo he pensado mucho porque es una historia que le sucedió cuando era pequeña y he decidido hacerlo omitiendo su edad.

Cuando salía del colegio siempre iba a casa de aquel vecino a merendar. Él era un señor viudo que vivía en la casa frente a la nuestra y allí veía la televisión, merendaba y hacía los deberes del cole hasta que mamá salía de trabajar y venía a buscarme.

Mi madre era soltera y yo nunca había tenido una figura paterna y lo más parecido a esa figura era el señor Andrés. El durante el tiempo que estaba en su casa siempre me trataba con cariño y me contaba cosas de su vida y a mi me gustaba escucharlo. A veces al terminar de merendar yo me iba al sofá donde él estaba y lo abrazaba buscando ese cariño que mi madre por falta de tiempo no podía darme. Me gustaba mucho sentirme abrazada por ese hombre.

Todo cambió un día que tomando un cola cao después del bocadillo, al moverme me cayó sobre la falda del uniforme del colegio. Me asusté porque mi madre siempre me decía que no me manchara que era la única falda que tenía.

-         Mamá se va a enfadar conmigo – le dije a Andrés asustada.

-         Por qué cariño? Eso le puede pasar a cualquiera. Es solo cola cao. – él me intentaba tranquilizar al verme tan asustada.

-         Porque no tengo otra falda para llevar al cole mañana.

-         Mira, hagamos una cosa. Dame la falda y te la lavo yo. La pondré en la secadora y tu madre ni se enterará lo que ha pasado. Vale?

-         Siii. – saber que mi madre no se iba enterar me hizo feliz.

La vergüenza de estar solo en braguitas delante de ese señor no me importaba con tal de tener la falda limpia en un rato. Nunca había estado en braguitas delante de nadie y era una sensación extraña. Por mi edad yo ni siquiera sabía lo que era el sexo pero si que sentía que Andrés cuando volvió de poner mi falda a lavar me miraba de una forma diferente. Varias veces lo vi mirando mis piernas y mis braguitas con dibujos de gatos.

Cuando lo fui a abrazar sentía que ese hombre estaba nervioso y cuando le dije que porque no se ponía en el sofá como todos los días, él me decía que estaba esperando que terminara la lavadora.

-         En casa cuando mi madre pone la lavadora aún tarda un poco.

-         Ya, pero hoy mejor no cariño.-Con los años he comprendido que quizás ese hombre intentaba evitar lo que después pasó.

-         Pero un ratito, vale? – Ante mi insistencia terminó por sentarse en el sofá como siempre.

-         Venga pero solo un ratito.

Andrés se sentó en el sofá, yo me fui con él y lo abracé como siempre. Estar así abrazada a Andrés sin falda era una sensación diferente a los otros días. Creo que por primera vez estaba sintiendo algo sexual sin querer. Sentía mi respiración agitada y una sensación extraña en mi. Cuando me movía y la pierna de ese hombre rozaba mi braguita sentía que me gustaba y me quedaba quieta para sentir su pierna presionar mi vagina.

Estaba sintiendo la pierna de ese señor entre las mías  cuando sentí que ese señor apoyaba su mano en mi muslo y la dejó quieta. Creo que la emoción de lo que estaba sintiendo en esos momentos fue lo que me hizo permanecer callada. Estaba descubriendo cosas que no conocía y me gustaba lo que sentía. Después de un rato su mano me empezó a acariciar la nalga y yo sentía vergüenza pero permanecí callada. Y el silencio fue mi única reacción cuando sentí su dedo pasar entre mis nalgas hasta entrar en contacto con mi pequeña vagina que nadie había rozado nunca.

Sentí la respiración de Andrés agitarse cuando apartando un poco la tela de mi braguita de gatos me rozó la vagina que aún ni siquiera tenía vellos. Gemí al sentir como una mano extraña me estaba acariciando mi intimidad. Aún hoy en día recuerdo con nitidez como separé mis piernas para que ese señor me diera cariño en mi vulva y me siguiera dando ese placer que por primera vez estaba sintiendo.

Yo no sabía lo que era un orgasmo, solo sabía que ese placer que estaba sintiendo entre mis piernas era cada vez más intenso. Andrés acariciaba mi cabeza con una mano y con la otra mi sexo. Ese placer me gustaba. No sabía lo que era un orgasmo pero seguí gimiendo y mis piernas temblaban cada vez más. No sabía lo que era un orgasmo pero después supe que ese señor me había hecho tener el primero de mi vida. No sabía lo que era la masturbación y con los años supe que ese señor me había masturbado allí en su sofá abrazada a él, apartando mis braguitas de gatos.

Me quedé abrazada a él sorprendida por lo mucho que me había gustado sentir aquello. Después de un rato Andrés me dio un beso en la cabeza y me dijo que iría a ver si estaba la falda limpia.

Me ayudó a vestirme y me miraba con mucha ternura. Cuando vino mamá a buscarme y al  despedirme de él, supe que estaba deseando volver a su casa a merendar.