Era justo que ella pretendiera olvidarme...

Era justo que ella pretendiera olvidarme... a fin de cuentas ambos teniamos pareja.

Era justo que ella pretendiera olvidarme. A fin de cuentas ambos teniamos pareja. Ella estaba empezando con la suya, un empleado de una empresa de tasaciones inmobiliarias y merecía la oportunidad de discernir libremente, sin presiones, si era el chico de su vida, el que quería para conformar una familia, o... no. En cuanto a mi pareja, bueno... estabamos demasiado consolidados. Respecto a esta chica, pretendía creer que era solo un caprichito pasajero, un soplo de aire fresco para alguien que como yo, ni tenía demasiado tiempo para salir con chicas, ni ya era tan joven. Su juventud, su ímpetu, su pasión, me había hecho sentir un poco más vivo. Mi afecto por ella nunca fue simulado.

Pero, parecía que habia llegado el momento de normalizar nuestras vidas. Ella se habia ido con sus padres unos dias a la playa, y pese a que, al irse, todo eran muestras de amor, declaraciones de extrañamiento, etc., en nuestro interior sabíamos que nos convenía olvidarnos el uno del otro. Por ello, en todo el tiempo, solo hubo una llamada y un par de mensajes al móvil, y la verdad, más frios que otra cosa. Y no obstante me dijo, cuando volvería a casa, ese fin de semana me quité de en medio. No hice por verla. No se bien que quise demostrar con eso, pero supongo que algo así como que si ella tenía un motivo para no verme, yo tenía otro igual o incluso mayor para lo mismo.

Aún así, por lo que pasó, puedo asegurar que ambos teniamos tantas ganas de vernos como de quebrar esa dinámica de frialdad que se habia establecido entre nosotros. Y ese lunes, creo que nos buscamos en internet. Cuando me conecté ella estaba allí... sin hablar..., pareciera que estaba esperando a alguien. A mí. Rapidamente entablamos conversación. Saludos cariñosos, enmascaraban esa otra forma de hablarnos más directa, más incisiva, mmmmmm, que habíamos tenido tan solo dos semanas atrás. Reconozco que fui yo el que rompió el status al preguntar por Diego, su... recién estrenado noviete. Pero como ella contestara que lo vio durante todo el fin de semana, y que cada vez se sentía mejor con él, no dije nada más. Tras quince minutos de charla irrelevante, ella me lanzó un dardito de esos que te hacen tambalear. Lo soslayé, y deje pasar sin mostrar demasiada afección. Ella, debió acusar el golpe por mi actitud lacónica, porque un rato después el dardo que me volvió a lanzar, fue de esos de los que no sale inmune ni el más pintado. Así que tuve que afrontarlo.

"Laura, jolin tía te has pasado!"

"Jajaja, perdoname Rafa. Pero... no pude evitarlo".

"Ya! Pero estoy tratando de controlarme y que menos una ayudita por tu parte, no?"

"Mmmmm, a algo que yo me sé es a lo que te iba a ayudar yo...."

Y es que ya se sabe. Es inútil tratar de comprender a una chica. Y oponerse a ellas cuando están decididas por algo, mas inútil aun. Así que me deje llevar al principio, para tomar la iniciativa despues. Que locura!! Me confesó, que ese fin de semana, había pasado a algo más con Diego. El viernes noche habían ido a un descampado por primera vez, y que en el coche se habían masturbado mutuamente. Tanto les gustó que repitieron el sábado. Ambas veces, ella había recibido su semen en la mano. El le provoco sendos orgasmos el primero con sus dedos, el segundo rozandole el pene en su vulva, sin penetración. Era terriblemente excitante todo lo que me contaba. A mis furiosos ataques, ella respondía a nivel adecuado, con absoluta lubricidad y malicia. Uffff, sin embargo, en la parte de mi cerebro que aun era racional, pese a que cada vez lo iba siendo menos, yo sabía que algo no encajaba. Que no todo fue tan bien en esas noches, como parecía.

"Laura por qué no hubo penetración?"

"Por que aún es pronto Rafa". Sí, es posible pero, en nuestra segunda vez de intimidad con ella, yo ya le hice de todo, por lo que no me lo terminaba de tragar.

"Sabes que eso... no tiene porqué ser óbice de nada". Evidentemente me referia a nuestra experiencia mucho más intensa. "Además dices que no hubo sexo oral. Pero si te encantaaaaaaaa".

"Sí me gusta mucho, pero con él todo es menos apasionado. No me vuelvo tan loca, y por lo tanto controlo más".

Seguía sin cuadrarme, pues era de las chicas, si no la que más de todas las que conocí, que antes perdía el "control". No era figurado el decir de ella, que su pasión anulaba su razón en el mas amplio sentido de la palabra. Ella era como la había conocido, y sin embargo sin tanta pasión se había llegado a correr dos veces con Diego!! Me sentí molesto pues, o me mentía piadosamente o me mentía para darme celos. Así que dije:

"Pues así controladitos... mas se disfrutan los orgasmos, no?" con cierta ironía no exenta de algo de verdad.

Ella se percató enseguida de mi molestia. Así que comparó los orgasmos de ese fin de semana, con los poco más de la docena que había tenido conmigo. Se sentía bien tratando de conseguir que yo estuviera feliz, alegre, y ... a fe mía que lo conseguía. Tenia 25 años, y ya sabía como tratarme, como manejarme. Me encendió. Jugamos, nos confesamos nuestro estado y volví a volar en las nubes del deseo. Lejos de lo terrestre. Le propuse vernos a la tarde siguiente y pese a que ella tenia planes, entre otros el de ir al cine con su novio, lo arregló para verme. Nos veríamos en mi oficina, que en verano suele estar cerrada por la tarde. Solo puso una condición: ambos intentaríamos que no pasara nada.....

Al dia siguiente la llamé, escuche su voz, y ella la mia. Reimos, y nos pusimos de acuerdo en la hora. Ella decía estar arrepentida pero... iría. A la hora convenida le abrí la puerta del edificio. Ya estaba allí y era mia. Por fin!!! Sin embargo reconozco que me sorprendió lo determinada que parecía estar a no hacer nada. Me rechazó que le cogiera la mano, que le pasara el brazo por el hombro, incluso el de apoyarle la mano en la cintura al darle paso, o estar muy cerca de ella. No me lo podía creer! Me exaltaba cada vez más. En ella notaba una lucha interior, unos sentimientos que le hacían cerrar los párpados como diciendo "Dios mio, dame fuerzas para aguantar!", pero yo también luchaba lo mío. Veía como la tenia allí, bronceadita, con una camiseta escotada rosa, y un pantalón finísimo color hueso. Arreglada para la ocasión y... vetada para mi. Cuando fui a mostrarle unos papeles y acercar mi mano a ella..., la mire a los ojos, y con dos dedos allí le hice la tijera sobre el pezón. No llevaba sujetador, eso era bien visible, y ya tenia minutos de querer hacerlo. Ahora la sorprendida fue ella. El tiempo que tardo en reaccionar... fue suficiente para que su botoncito creciera considerablemente y se encajara entre mis dedos perfectamente. Pasados unos segundos y con cara de auténtico sufrimiento, exclamó casi rogando:

"No,.. no. Rafa por favor.... No", y se retiro hacia detrás y mis dedos perdieron la presa no sin intentar retenerla, y notar como su pezón se estiraba por quedarse en ellos, hasta que la tensión hizo que se alejara de golpe.

Reaccioné pronto y me eche sobre el respaldo de mi silla a su vez. La miré fijamente y le ordené: "ven". Se negó. "Ven o voy yo para allá". "No, no vienes". "Entonces ven aquí". "Para que?". "Para sentarte en mis piernas". "No, que volverá a pasar". "¿Voy yo??".... y vino. Se levantó refunfuñando pero sus pasos eran ... dóciles. Esa es la palabra!! Es como si su mente no quisiera pero una fuerza mayor la guiara. Se sentó en mi pierna y nos besamos. Al poco sus gemidos, denotaban que empezaba a perder el control. Y el tamaño de sus pezones... cuanto deseaba lo que estaba haciendo.

Mi sillón era cómodo, pero no demasiado para dos personas. Fuimos a la sala de espera donde habia dos sofás. Nos sentamos. Allí con peticiones suaves pero firmes, y caricias y besos, fui quebrando el resto de resistencia que aun tenía. Se quedó en braguitas solo, unas monisimas de color blanco y la hice sentar sobre mi. Mi bulto patente bajo mis finos pantalones de verano... pronto fue como el rail donde se encaja la rueda de un tranvía. Ella acomodó su carne de la entrepierna y tan hinchada la tenia de la voluptuosidad alcanzada, que...la mitad del rail desaparecía por la carne que se extendia a ambos lados. Como se movia... mmmmmm, describirlo es casi imposible. Solo puedo decir que quise sentir mas su contacto y me quite el pantalon, y al poco ambos... la ropa interior. Así pasamos un buen rato, yo sentado desnudo de cintura para abajo y la camisa desabrochada, y ella completamente desnuda sentada a horcajadas sobre mi. Asiendola de su trasero...separandole las nalgas o apretandolas siempre, y con la boca de vez en cuando... mordiendole los pezones si pasaban cerca.

Laura no aguantaba más. Se elevó, sujetó mi pene alineandolo hacia arriba y se dejo caer. Yo le dejaba hacer, y no me molestaba en absoluto que mi glande chocara con sus labios mayores torpemente o que encajado en su entrada de la vagina, por su posición no pudiera introducir mi miembro mucho más allá del glande. Lo sacó. Nuevo intento. Con el glande dentro se movió esta vez circularmente, como para que sus fluidos fueran embadurnando las paredes de mi pene... poco a poco. Como si fuera una tuerca que gira sobre el tornillo. Mi trasto duro como una piedra se movía en su base y provocaba un dulce movimiento testicular. Cerré los ojos para sentir mejor... como esa polla, iba perforando un agujero apretadito que cada vez tragaba mas carne. Ella, ahora en silencio, solo emitía sonidos guturales suaves. Casi podíamos oir el susurro del roce maravilloso que se estaba produciendo abajo. Mi miembro entro del todo, y empece a moverla. Su poco peso ayudaba bastante a que, a pesar de estar ella encima, se moviera a mi gusto. Seguíamos en círculos pero esta vez en un agradable entrar y salir. Nunca salía mucho, mas bien la mitad. Y cuando ella bajaba, todo lo engullía.

Empezó a exigir más ritmo y a decirme que era un cabrón que la volvía loca. Que tenía la polla mas hermosa que ella viera jamás. Y que solo quería ser mía.... A mi antojo. Me pidió que la golpeara las nalgas. Y lo hice. Nada más en la primera, solo en la primera... pegó un grito, se vino hacia delante... se echó sobre mí, y exclamó seguido: "Ayyy!! Ayyy!!, me voy a correrrr, hijo putaaaaaaaaa!!" "Yo hijo de puta? Te vas a enterar, calentona!!" y le pegue mas fuerte, mientras ella gritó como nunca antes habia escuchado ni de ella ni de nadie, y se derramó en un largo, violento e intenso orgasmo. Dejo de moverse, y yo seguía empujando, espasmodicamente, y la elevaban desde su cuello del útero o donde chocara mi pene, que no lo sé bien. Se estaba relajando y yo iba parando de empujar cadencialmente. Al final abrió los ojos. Me miro con ellos entornados y me sonrió.

"Rafa.... No sabes lo que he sentido".

"Me alegro".

"Te has corrido?"

"No".

"Mejor, porque ahora más tranquilamente, quiero disfrutarte a mi gusto". Se incorporó sin dejar de mirar mi pene. Lo tomo suavemente entre sus manos, y lentamente se sentó a mi lado.

Se tiró con decisión a él. Es increible experimentar como la boca, la lengua de una chica, va limpiando su propia corrida impregnada en el pene de quien se la provocó. A Laura no le importa. Siempre dijo que le gustaba mucho su sabor. Mi vientre, mi pubis, mis testículos, mis ingles, mi miembro..., nada dejo de besar, de lamer. Era maravilloso sentir los movimientos de su cabeza para posicionarla adecuadamente para tragar lo máximo de polla posible. Bajaba mi miembro hasta ponerlo horizontal y desde arriba ponía su boca en la misma línea de su garganta y... empujaba hacia mi. Entraba mucho, pero no toda. Ella repetía admirada una y otra vez, lo grande que la tenía que no podía conseguirlo del todo. La miraba y la lamía entonces desde abajo a arriba, y cuando llegaba al extremo, aplicaba cerradito sus labios y chupaba fuertemente haciendo ventosa sobre mi uretra, mientras intentaba meter en ella su punta de la lengua.

Mis manos acariciaban su pelo, su costilla que quedaba junto a mi cara, o las mas de las veces... su trasero. Todo él. Su ano lo había desvirgado yo, y misterio de la naturaleza, nunca se quejo de lo que yo le hacía. Metía un dedo sin problemas y al poco, dos o tres en un ano tan mojado como su vagina. Todo lo mas emitía gruñidos, mas de gusto parecía, que de dolor. Laura tenía un trasero chiquito, delgado, pero con muchas curvas. Su ano sin ninguna hemorroides con el esfinter hacia dentro, chiquito, limpio y sin un vello. No sé por qué, quizás porque comía poco, pero nunca toque dentro ningunas heces, aunque la verdad no me hubiera importado. Sabia que si acercaba mis dedos a su boca, los chupaba igual, independientemente de donde procedieran. Si alguna vez los hubiera sacado sucios... me hubiera gustado ver como los hubiera lamido. Sé que lo hubiera hecho. Basta con que yo le propusiese algo para que.... ahggg!!!, me cuesta recordarlo sin perder la compostura. Así era Laura.

Todo ello, pronto acabaría en una explosión blanca sobre su boca, y no quería eso. Queria correrme en su interior. La aparté, y así de rodillas sobre el sofá como estaba, la giré para que me diera la espalda. Me puse de pie en el suelo tras ella. Le levante con mi mano su coño. Lo miraba mientras lo acariciaba, y la visión sin obstáculos me descubrió que nivel de excitación tenía. Laura tenía un sexo algo distinto al común de los que yo había tenido la dicha de conocer. Su delgadez en una complexión normal, la obligaba a ser separada de muslos. Así, jamas estos presionaron sus labios exteriores y estos se desarrollaron a lo ancho y no en vertical. Acumularon carne en toda su extensión, y se podia decir que su sexo era del genero "gordito". En el centro, una hendidura muy señalada por el color rosa intenso, que gracias a que sus labios superiores se extendieron hacia las ingles, siempre estaba visible. En el extremo delantero del pubis, su clitoris apenas tapado por unos labios inferiores que nunca se desarrollaron hacia el exterior y si hacia los lados, al igual que los superiores. Cuando se excitaba, su sexo se inflamaba, se abría, y la extensión superficial de su raja crecía. Se le añade que el rosa se tornaba mas intenso, y el resultado era como el de una sandía a la que se le ha extraido una cala. Rosa intenso bien notorio sobre el negro de su vello, que cuidaba mucho, por otro lado.

Baje la cabeza y la apliqué suave sobre ese manantial rojo, tan mojado que pronto cubrió de fluido mi barbilla, mi nariz, y todo aquello de mi cuerpo que situaba cerca. Su olor y sabor, a mujer en celo irracional, enervaba mis sentidos. Me embrutecía hasta un límite casi incapaz de describir. Mi piel tersa en mi sexo, hacia que me doliera el frenillo... no podía esperar más si no quería derramar mi esperma en el mármol del suelo, y así se lo dije. Ella, tuvo la suficiente claridad para preguntarme si tenía condones. Reaccioné no muy bien, pues entre otras cosas mi estado no me dejaba ni pensar con claridad. Pero ella sí. Se había corrido y ahora sí tenía la mente clara, cosa opuesta a lo que yo sentía.

"¿Condones??? Antes lo hicimos sin él!" Exclamé algo molesto.

"Sí vida, pero te conozco, y yo sabía que me correría antes que tú. Pero esta vez, me da... miedo. Acuérdate del mal rato que pasamos ese día..." Se refería al principio, a una vez que me corrí dentro, y al día siguiente tuvimos que ir a una consulta de planificación familiar. El recuerdo era... bien enojoso.

"Bueno mira, alguno creo que tengo en el despacho de alguna vez que sobró..." Me refería a que sobró con ella.

"Ve a por ellos, amor... te lo pondré y ni cuenta te darás". Mmmm, ciertamente, no es que fuera experta, sino que en otras ocasiones habiamos jugado al hacerlo, y sí, solía ir lamiendo la parte encapuchada, mientras bajaba el preservativo por el pene. Lo hacia despacio, recreandose....Habia conseguido lograr, en esa labor algo ingrata, que mi erección aumentara, frente a lo que era normal cuando me enfundaba el condom con otras mujeres, una cierta relajación y enfriamiento. Con Laura, no. Y mi mente, aún en esos momentos lo sabía bien. La excitación, pues, volvió a su momento álgido, y le dije:

"Muy bien. Iré, pero mientras quiero que te sientes, te abras bien, y te toques. Así no te enfriarás. Yo miraré como lo haces, y cuando estime oportuno iré a por los condones. No tardaré nada, y a mi regreso, quiero verte como aun te tocas". Ella sonrió, se sentó, abrió sus piernas y se recostó. Su sexo se elevó ofrecido a unas caricias, que en seguida obtuvo. Con una mano se lo abrió, y con la otra, poniendo los dedos juntos, se frotaba de arriba abajo su clítoris, muy rápido.

"¿Te gusta así?" Me preguntó casi inmediatamente y con voz temblorosa por el placer que se daba, a la vez que su cuerpo se contraía en nerviosos espasmos. Estaba muy excitada. Me di media vuelta y salí de la habitación de espera camino de mi despacho en busca de los condones. Cuando volví, tenía sus ojos cerrados, movia sus dedos con denostada violencia sobre su clítoris y gemía.

Me quedé mirandola un rato, hasta que se dio cuenta que estaba en la habitación. Abrí el preservativo, y exclamando su calentura con palabras de perra en celo, se lanzó hacia mí. Me cogió el preservativo, se arrodilló y con sus manos me lo puso, mientras con su boca me transmitía descargas de placer sobre mi sensibilizado glande. Con el preservativo siguió chupando polla. No era consciente de que podía vaciarme en cualquier momento. Tuve que levantarla sin miramientos para separarla de mi miembro, y la empujé de espaldas sobre el sofá. Se puso a cuatro patas, arqueando su espalda y levantando su trasero lo más que podía. Tan delgada era, que su coño era sobresaliente. No veía nada más, que no fuera una gran y abierta hendidura rosa, chorreando de lujuria. Me miraba, casi rogando que se la metiera. Mi polla la coloqué lentamente en su raja. Me tomé mi tiempo en magrearle el culo, su ano, mientras la punta rozaba su coño. Ella gritaba de gusto.

Se la metí en su vagina suavemente, pero he de reconocer que el preservativo se lubrifico en seguida. Así, no hube de esperar más. Arqueando mi cuerpo hacia detrás, embestía con mi trasto hacia delante y hacia arriba. Lo notaba chocar en todos sitios. Su vagina asió mi pene como si no quisiera soltarlo nunca. Veía como cedía su piel cuando me retiraba un poco, envolviendolo, impidiendo que saliera, negandose a dejar libre ni un centimetro de un miembro, que ahora le pertenecía. A veces, cambiaba mi postura para echarme hacia delante y tocar su cuerpo. Sus costillas, sus senos. Los apretaba, o pellizcaba sus pezones tirando fuertemente hacia abajo. Al hacerlo, la forma en la que mi pene la follaba, variaba, proporcionandome un placer indescriptible. Mi frecuencia de embestida, fue subiendo poco a poco.

Entonces me pidió de nuevo que la golpeara. Sí, le encantaba y a mi también. Lo hice muy fuerte. Vi como las nalgas iban enrojecidose, y casi... fui lo ultimo que ví. Sus gritos me anunciaron el acentuado orgasmo que le estaba viniendo y yo perdí la noción de la realidad. La cogí del pelo, y tire de él hacia mi con fuerza, como queriendo meterla por entero en mi cuerpo y mi leche brotó a borbotones en lo mas profundo de su ser. Me corrí unos diez segundos después que ella, y creo que ella aún lo hacia cuando me vino a mi. Cansado por la adrenalina soltada me eche sobre ella y la bese toda la espalda, giró su cabeza y busco mi boca con la suya. Mi lengua recorrió su interior, su nariz, su cara... La lamí como si necesitara tomar todo el fluido que emitiese, incluido su sudor. Me retiré, y saque el condón pesado por su contenido, de un pene bien erecto aún.

La intensidad del recuerdo, me hace obviar los epílogos de la cita. Solo mencionar, que le mostré el resto de la enorme oficina, mientras ella, sonriente y callada, no hacia más que refugiarse bajo mi brazo, cogerme de la cintura, y agarrar mi polla. Una polla, que según me confesó, siempre la poseería como a una esclava, por el resto de los días.

FIN.