Equivocos sueños

Le veo con los labios pringando con mocos que unen sus dientes y el capullo de mi polla.

Equívocos sueños

Le veo con los labios pringando con mocos que unen sus dientes y el capullo de mi polla

Me he desvelado al amanecer, con las primeras luces, dentro de poco sonará el despertador. Noto una tensión en la entrepierna, una tirantez, y un calor. Una boca me esta aprisionando el ingurgitado tronco de mi pene, los ojos de la mujer que me la esta mamando me miran con ojos de suplica, de pena o de vicio, no se.

Me voy despertando, si bien mi sensibilidad en las zonas pudendas lleva tiempo trabajando. Agarro con mis manos su cabeza, entremezclo mis dedos con sus cabellos morenos, le marco el ritmo de sus movimientos, me paro, ella puntea con su lengua los rebordes del glande. Su espalda se me ofrece rematada por un culo respingón.

Le hago darse la vuelta, froto mi pecho contra su espalda, la aplasto un poco, le dejo levantarse, que se ponga como una perra. La punta de mi miembro presiona un poco sobre el esfínter de su culo, ella se hace la remolona, me agarra con sus dedos la polla, y revolviéndose se escapa a mi deseo. Me aprieta los cojones, justo lo suficiente para saber que si apretara un poco más me haría daño, curiosamente, sin embargo, ello hace que la excitación crezca aun más. Mueve suavemente su mano arriba y abajo, le dejo hacer, quisiera penetrarla, por el coño o por el culo, pero da igual, hoy le voy a dejar hacer, Tampoco voy a buscar con mis labios su vulva, creo que ya se la esta tocando con la otra mano.

Jadea, mas bien resopla, ella misma se lo guisa y se lo come, bueno, ya veremos que se acaba comiendo. Paro, le hago parar, no quiero corrérme ya, y ya empezaba a notar un cosquilleo que me indicaba la inminencia de la descarga. Es tan breve ese momento, esa explosión de júbilo, mejor jugar un rato más.

Deslizo mi pene entre sus senos, ella los aprieta para que me lo atenacen, la sensación es algo distinta a la de su mano, la suavidad de la canal de sus tetas me reconforta, me tranquiliza, me dormiría con esa calidez, pero la postura no es cómoda para relajarse. Mi mano al final se desliza misericordioso a su pubis, jugueteo con los rizos de su vello, indago entre los labios de su vulva, dos dedos voluntarios se preparan a explorar su interior, ella jadea aún mas, sus senos suben y bajan, me encanta ver sus pechos desde abajo, poner mi cara pegado a su ombligo y mirarlos, luego bajo y le lamo los muslos suaves y tersos, que contrastan con mis peludas piernas.

Ella juega con mis huevos, con mi ano donde quiere meter su lengua, ella arriba, ahora yo abajo, nos entretenemos en los genitales del otro, aunque a mi me gusta más seguir chupando sus muslos.

Al final y de nuevo, ella vuelve a sorber mi polla, el olor de su coño, de sus jugos, de su humedad me fascina, sus manos recorren nerviosas mi entrepierna, y llegan hasta mis rodillas, pero su boca de forma sistemática y rigurosa sigue aprisionando la verga a punto de reventar, y al final revienta, revienta dentro de su boca y ella casi boquea sorprendida, no se porque sorprendida, llevaba demasiado tiempo arriesgándose.

Una sensación breve, la prevista y previsible me inunda y se va, pero al tiempo otra sensación, un poco cruel, de dominio, de que esa mujer, me ha servido, y que me seguirá sirviendo me llena de satisfacción. Le veo con los labios pringando con mocos que unen sus dientes y el capullo de mi polla, y casi tengo un nuevo orgasmo, y eso es una cosa que los varones no podemos tener según dicen. Le doy unas palmaditas en el culo y le hago acostarse a mi lado, restriego mi verga goteante por las nalgas de su culo, dejando un rastro de semen en su piel y me duermo feliz.

Todo ha sido un sueño, un sueño guarro, un sueño en que soñaba en que era un hombre. Me siento mojada, corrida y con el cuerpo caliente, mis pezones aun están tiesos. Ha sido curioso sentir, o creer sentir lo que siente un prehominido de estos, del genero masculino. Todo polla y poco más.

A mi lado yace mi marido, efectivamente esta amaneciendo, pero no va a sonar el despertador, pues a diferencia de en mi sueño, hoy no hay que ir a trabajar. Me atraen las pichas fláccidas y como poco a poco, jugando con ellas se van poniendo tiesas, se van rellenando, independientes de la voluntad de su dueño, como ese pingajillo se va poniendo como una barra caliente entre mis manos, como por mi voluntad y mi lengua, sintiendo en mis carrillos su presión, hago despertar a su poseedor.

Luego me la metere en mi coño, ya húmedo por los avatares de la noche, y lo aprisionare, sentiré sus venas hinchadas en la mucosa de mi inflamada vagina y entonces….

Bueno, entonces, me correré, me correré como solo sabemos hacerlo las mujeres, luego dicen que si somos frígidas, no se con que modelo nos comparan, tal vez con su escueto espasmo, entonces tal vez me despierte y descubra que soy un hombre que esta disfrutando como una mujer, y me vuelva a dormir, o a despertar, o a soñar.