Episodios nunca vistos en TV: Columbo (2)

El obeso hurgó en la entrepierna del teniente Columbo, como quien quiere ser el primero en alcanzar el premio, por encima de los demás.

EPISODIOS NUNCA VISTOS EN TV

COLUMBO (parte II)

Atónito por haber quedado al descubierto en una situación como ésta, el teniente Columbo creyó conveniente enfrentar el conflicto que se creaba en su interior.

Qué era lo que realmente le estaba pasando?

No le quedaba ninguna duda que estaba siendo excitado por una persona sumamente obesa. Sus líquidos internos estaban en plena ebullición sólo con pensar en esa persona. Esto sí que iba en contra de todos los pronósticos.

Pero lo que lo tenía más desconcertado era que se sentía atraído por alguien de su mismo sexo? Sería posible que fuera un homosexual no asumido, o peor aún, ni siquiera enterado?

Por primera vez en su carrera contra la delincuencia, el teniente Columbo se vio envuelto en un caso que lo sobrepasaba emocionalmente. Era consciente que ya se había involucrado en una forma muy peligrosa, pero él nunca había buscado llegar hasta ese nivel. De repente se vio sumergido allí, con todas esas nuevas sensaciones que le eran difícil controlar.

Qué diablos se debía hacer cuando uno no quiere aceptar algo demasiado fuerte que se siente muy dentro suyo?

Ese era el dilema que lo tenía perturbado.

Aminoró la marcha de su destartalado automóvil. Tocó el botón del portero eléctrico de la entrada de vehículos, y alguien accionó desde adentro el control remoto del portón de metal que comenzó a abrirse hasta permitirle ingresar y tomar el camino hacia la mansión.

Se trasladó hacia el frente de la vivienda, y estacionó a pocos pasos de la gran puerta principal.

Caminó los pocos metros que lo separaban de ella, y sé preguntó nuevamente si realmente quería esta allí. Si verdaderamente deseaba entrar. Si quería conocer lo que posiblemente luego iba a temer por el resto de su vida. Si quería de una vez por todas averiguar qué le estaba sucediendo con este gordo.

Hizo sonar el timbre.

Richard mismo le abrió la puerta, vistiendo una bata para ocultar su inmensa humanidad.

Se estrecharon las manos en silencio.

Nuevamente Columbo sintió otra descarga con ese contacto, que lo hizo resignarse a no dejar la mansión hasta tanto no averiguar definitivamente qué diablos era lo que le sucedía.

El teniente se quitó la gabardina, y Richard la colgó del perchero.

"Qué es lo que realmente desea de mi, teniente.?" Preguntó para ir directo al grano.

"Vea, es algo realmente inexplicable lo que me sucede." Dijo el detective denotando preocupación. "No sólo que esto no me había acontecido antes, sino que peor aún nunca me vi envuelto en una situación tan embarazosa."

"Lo entiendo perfectamente." Intentó hacerlo sentir lo más cómodo posible. "Ya he pasado con anterioridad por alguna situación semejante. Muchos adoradores de obesos, se niegan a aceptar su condición. Usted se espantaría si supiera la cantidad de hombres casados, presumiblemente enamorados de sus esposas, con muchos años de felicidad en sus matrimonios, y que comienzan a juguetear con nosotros en el chat, terminan enamorándose perdidamente de cada uno de los gordos que allí estamos. Muchos me han propuesto hasta divorciarse de sus esposas, abandonar a sus hijos si yo me iba a vivir con ellos. Por eso le digo mi teniente, estoy acostumbrado a lidiar con ese tipo de conflictos perturbadores que sólo se da al principio. Luego de experimentar, estoy seguro que usted también se dejará llevar por sus emociones, deseos y fantasías ocultas. Tan ocultas ellas, que ni siquiera suponía que las llevaba consigo a lo largo de su vida."

El teniente Columbo no daba crédito a lo que sus atónitos oídos estaban escuchando.

Con el dorso de un dedo, de pronto Richard tocó mejilla del detective sorprendiéndolo

"Entréguese, teniente." Dijo, finalmente "No se resista más. Déjese conducir por la lujuria oculta en su subconsciente."

Columbo seguía asombrado por toda la nueva información. Era demasiado para asimilarlo todo de golpe.

"Usted no se imagina, Columbo, la variedad de perversiones que son capaces de hacer salir a flote la gente con nosotros." Dijo a un teniente cada vez más anonadado. "Hay gente que nos pide que le orinemos o defequemos en la boca. Les gusta sentir los olores de nuestros pedos directamente en sus narices. Que los amamantemos con nuestro esperma, como si fueran bebitos indefensos en nuestros brazos. Muchos otros lo que buscan es rompernos el culo con sus miembros endurecidos o con cualquier tipo de utensilios, aparatos o juguetes. Ponga usted su imaginación, teniente. Consoladores, vibradores, cuanto más grandes y más gruesos, más excita a esos perversos el ver como nuestros agujeros se los engullen. Bananas, zanahorias y pepinos se pierden igualmente dentro de nuestras entrañas. Qué es lo que desea usted? Le chupo el culo y lo masturbo con la boca. Quiere que le meta un dedo en el ojete mientras lo hago? Le trago el semen. Todo es negociable, teniente. Pero no se preocupe, como ya le dije. Esta noche la casa invita. Usted es mi huésped por una sola vez, totalmente gratis."

De sorprendido al principio, el teniente pasó a un estado de horror por unos segundos. Nunca jamás había siquiera tenido un diálogo semejante con nadie.

Los conflictos que se generaban dentro de él, eran muchos más de lo que suponía en un comienzo. Estaba la incertidumbre y la excitación de lo desconocido. Estaba también la sensación de empatía sorprendente que le producía este obeso. Estaba de igual forma la posibilidad de experimentar con algo que nunca siquiera había pensado, pero que estaba luchando en su interior para conocer finalmente.

Le transmitió su inquietud por algunos detalles.

"Es lo más lógico, teniente." Dijo Richard, y como para despreocuparlo completamente continuó "Hay dos cosas que quiero que sepa antes. Todo lo que ocurra hoy aquí, será de secreto absoluto entre nosotros dos. No se preocupe por eso. Yo soy un profesional ciento por ciento. Esta es mi fuente de ingresos, mi trabajo. Y la otra cosa es que yo no voy a permitirme incomodarlo en ningún momento. Si algo no le agrada o no se siente capaz de realizar, sólo me lo dice y no lo seguimos intentando. No se olvide que quiero que se convierta en mi cliente. Soy el primer preocupado por su bienestar y satisfacción. No quisiera realmente que esta fuera la única vez."

Ante esta aclaración, Columbo se relajó. Eran exactamente las dos preocupaciones que lo estaban persiguiendo.

Un posible chantaje frente a su esposa o su ambiente de trabajo, y la posibilidad de no sentirse completamente a gusto de querer hacer todas y cada una de las cosas que este gordo podría intentar realizar con él.

Así planteadas las cosas, el teniente Columbo decidió ponerse completamente en las manos de este obeso experto. Y así se lo expreso.

Ambos pasaron al dormitorio.

"Póngase cómodo, teniente." Dijo Richard y dejó caer su bata para dejar toda esa imponente figura completamente desnuda expuesta a la tenue luz de la habitación.

Columbo se le quedó viendo petrificado, sin moverse ni emitir sonido alguno.

Richard se le acercó, y decidió ayudarlo a desvestirse.

"No se resista a sus instintos, teniente." Dijo mientras le desabotonada la camisa.

Introdujo una mano cara acariciarle los pechos del teniente, aún con la camisa a medio sacar.

"Usted desea hacer lo mismo?" Preguntó más como invitación que como consulta misma.

Ante la no contestación y la impávida actitud del detective, el voluminoso hombre le tomó la mano y se la puso entre sus propios senos gordos .

Le hizo realizar movimientos circulares lentos, acercándose cada vez más a sus inmensos pezones, gordos, gruesos, oscuros, parados, terriblemente excitados.

"Verdad que le gusta, teniente?" preguntó sin dejar de moverse él mismo lujuriosamente, y refregando sus pechos ahora contra ambas manos del teniente.

Columbo asintió tímidamente con la cabeza con los ojos bien abiertos.

"No quiere chupármelas, teniente." Ofreció con su mano acercando una de sus mamas a milímetros apenas de la boca de Columbo.

El teniente no pensó un instante, abrió la boca que en una fracción de segundo se sintió completamente ocupada por el pezón más gigante que había visto en su vida. Y el más sabroso.

Intentó chupárselo muy torpemente, denotando una absoluta ignorancia en lo que a ese trabajo se refería.

"No se preocupe, teniente. No me interesa en lo absoluto su vida personal. Es más, quiero que usted proponga cuando quiera hacer alguna cosa, fantasías que ya haya concretado con anterioridad y le hayan gustado, o como en este caso que sean completamente desconocidas para usted y desee experimentar."

Le explicó cómo debía chupar, cómo poner la lengua, cómo trabajar con los dientes. Quería que lo mordiera lo más fuerte que pudiera aguantar.

"Más fuerte, teniente." Dijo con una excitación que le impedía parar de solicitarle ese pedido. "Quiero que literalmente me mastique los pezones."

Columbo se asustó con la posibilidad de lastimar a quien ya le estaba teniendo algo más que atracción Peor lo hizo abrumado por la excitación.

En determinado momento, el teniente sintió líquido en su boca y un sabor diferente. Se retiró del pecho del gordo y se aterrorizó al ver un hilito de sangre que se desprendía de su pezón e iba cuesta abajo por su pecho.

Se tocó los labios y vio su mano teñida de sangre. Se horrorizó como nunca recordaba haberlo hecho antes en su vida.

"No se preocupe, teniente." Dijo Richard para calmarlo." Esto me excita sobremanera."

Quería realmente entender al gordo, pero por más esfuerzo que hacía, sabía que le iba a ser extremadamente muy difícil poder lograrlo finalmente .

Quedó más tranquilo, pero no continuó haciéndolo.

El gordo le terminó de quitar la camisa y aflojó el cinto de sus pantalones.

Signos de pudor asomaron en el rostro de Columbo, pero estaba dispuesto plenamente a seguir dejándose llevar por el que estaba considerando su maestro en esta etapa de aprendizaje.

Cayeron los pantalones, dejando entrever una erección considerable por debajo de sus calzoncillos.

"Uhm, teniente, qué es lo que tenemos aquí?" fue más un comentario de sorpresa que una pregunta en sí. "Ya estaba muy seguro que por lo menos le gustaba bastante lo que estamos haciendo. Eso me incentiva a esmerarme más aún." Y concluyó con una pícara sonrisa.

El obeso hurgó en la entrepierna del teniente Columbo, como quien quiere ser el primero en alcanzar el premio, por encima de los demás.

Acarició por encima de la ropa interior, tomando la erección con una mano, y presionándola my fuertemente.

Comenzó a masajearle el miembro endurecido con su mano, mientras que con la otra le rozaba los labios, hasta que finalmente le metió su gordo dedo dentro de la boca.

"Chúpelo teniente, como si fuera una sucia polla." Dijo con un lenguaje que estaba dispuesto a comenzar a emplear para conocer los límites que debía marcarse es su relación con el teniente.

Columbo comenzó a succionar el índice de Richard, tal como hasta hacía un momento lo realizaba con su pezón.

Sin quitarle los calzoncillos, la mano del obeso se introdujo por la abertura de los mismos y comenzó a explorar por entre la velluda maraña genital. Tomó la verga del teniente y lo comenzó a sacudir muy suavemente.

El líquido preseminal ya le estaba humedeciendo casi todo su short interior. Richard le bajó los calzoncillos hasta las rodillas. Le tomó los testículos con una de las manos, y con la otra le acarició la parte interior de ambos muslos.

Acercó la boca hasta dejarla a milímetros de su órgano reproductor, y le lamió el glande sólo una vez

"Le gusta teniente?" preguntó con malicia. "Quiere que siga o se quiere volver con su esposa?"

"No, por favor." Suplicó Columbo con muchas ganas de conocer qué era lo que venía a continuación.

"Quiere en verdad quedarse conmigo, o irse con la puta de su mujer que se debe estar pajeando en su cama en este momento?" dijo sacando la lengua y llevándola nuevamente hacia la entrepierna del teniente mientras este observaba desesperado.

"No quiero irme." Dijo Columbo sencillamente.

"Dígame lo mucho que le gusta un gordo cerdo como yo." Ordenó dejando entrever que el juego erótico recién estaba comenzando.

"Sí, si. Usted me gusta mucho." Confirmó, queriendo que lo que fuera a suceder no se dilatara demasiado.

Pero esa no era la idea del obeso prostituto.

"Y qué es lo que usted está dispuesto a hacer por mi para compensarme el servicio, ya que como le dije esto le va a ser completamente gratuito?" lo maligno de la actitud del gordo era rayano con su perversidad. De todas formas intentó no sobrepasarse para no asustar al ya resignado teniente.

"Veamos qué se le ocurre a usted para devolverme el favor, que no se olvide que así gordo y lleno de grasa como me ve, yo también soy de carne y hueso."

Columbo no estaba seguro de qué tan lejos se iba a animar a llegar. Algo que le estaba rondando continuamente en la cabeza era si debía considerarse homosexual o no. Tenía sí una fuerte atracción por este gordo, sentía una peculiar excitación cuando lo recordaba, veía o tocaba, pero tenía por descontado que el conflicto que se generaba en su interior no era más que algo superable solamente con experimentar lo que le era desconocido hasta ese momento.

Columbo estaba muy agitado. Se le notaba en la respiración y en los primeros jadeos que asomaban de su boca, que estaba llena de deseo. Todos sus líquidos estaban en franco movimiento. La adrenalina le corría por todo el cuerpo sin miras de detenerse en lo inmediato. La saliva le llenaba la boca y amenazaba en escaparse de ella convertida en baba.

La transpiración había comenzado a aparecer por sus axilas, entre sus nalgas y por toda su entrepierna. Sentía por primera vez esa sensación extraña alojada en su ano que le latía desesperadamente. Los líquidos preseminales no dejaban de fluír.

Richard continuaba alargando el momento.

Volvió a acariciarle los muslos, y deslizó una mano hacia el sorprendido agujero del teniente.

"Qué es lo que hace?" preguntó Columbo sobresaltado.

"Shhhhhh: Sólo déjese llevar por mi. Sólo disfrute, teniente." Dijo Richard con voz muy sensual, casi como un susurro. "Sé perfectamente lo que hago."

El obeso ya había comenzado con sus propios jadeos. Columbo notó que iban en aumento.

Le agradó la idea de ser el causante de esa excitación ya que estaba atravesando por una crisis con su esposa. El mucho trabajo le impedía atenderla bien. Su mujer ya no gozaba como antes cuando estaba con él, por supuesto que no se lo decía, pero notaba cómo muchas de las veces ella fingía el orgasmo, y gracias a la experiencia laboral del teniente, se percataba casi siempre del engaño.

Los dedos del obeso hurgaban en su zona anal. Glúteos, raja y finalmente el mismo agujero fueron testigos del tacto de unos dedos muy gordos. Un escalofrío recorrió toda la columna vertebral del detective.

"Verdad que me quiere dentro suyo, teniente?" Dijo Richard abriendo con dos dedos de par en par las nalgas de Columbo justo en la misma entrada hacia sus entrañas. "Sólo suplíqueme, e iré inmediatamente a hacerle experimentar un placer que jamás podrá olvidar en su vida."

Continuaban los conflictos, pero ganó la excitación, que llegaba en esos momentos al borde de la desesperación.

"Si, haga algo, por favor." Rogó Columbo.

"No, teniente, así no. Debe ser con más ímpetu. Como si realmente quisiera hacerme sentir lo muy desesperado que verdaderamente está." Seguía manejando perversidad pura:" Dígame cosas que me exciten como ‘Métemela de una buena vez, gordo inmundo. Hazme tuyo con esa verga que tienes incrustada en la mano. Ensártame con tu dedo hasta lo más dentro que puedas. Utiliza mi ojete como yo nunca utilicé la concha de mi mujer, gordo puto."

Columbo preso de su desesperación, recitó cada palabra de la letra que Richard le había dado.

El dedo del gordo no necesitó más lubricación que la que ya había alrededor del agujero del teniente, y se introdujo dentro rompiéndole la virginidad.

Apenas un gritito entre dolor y placer indescriptible, salieron de los labios del teniente, cuyo ritmo de jadeo y respiración se aceleró cuando comenzó el mete y saca del grueso dedo de Richard.

El miembro de Columbo corría el riesgo de quebrarse con los movimientos del brazo del gordo que seguía de frente al teniente, pasando por entre sus piernas, golpeteando sus testículos mientras el dedo de ese brazo entraba y salía de un ano cada vez más abierto y goloso.

"Qué me dice ahora teniente?" nuevamente lo maligno asomaba en la cara del gordo. "Está totalmente entregado a mi? Va a dejar que este gordo puto lo guíe en sus más bajos instintos? Va a permitir finalmente que este asqueroso obeso lo sumerja en los infiernos?"

"Sí, sí." Suplicaba Columbo que ya estaba totalmente fuera de sí, dispuesto a experimentar con absolutamente todo, pues nunca había sentido una erección igual en su vida.

Sin mediar palabra, Richard tomó literalmente al teniente, y lo hizo acostarse sobre el piso moqueteado. Se acercó. Apoyó su pierna derecha al costado de su cabeza, y pasó la izquierda por encima de su rostro, dejando toda su entrepierna al servicio de la boca del sorprendido teniente.

Rechazo fue lo primero que sintió el teniente con los genitales de ese obeso frente a su boca y nariz. Un aroma a excitación y transpiración era lo que captaba su sentido del olfato. Nuevamente su conflicto interno.

"Chúpame." Ordenó el gordo. "Cómete de una vez por todas la polla que has buscado toda tu vida."

Una dosis en partes exactamente iguales de repugnancia y excitación se mezclaron en un cóctel que destilaba morbosidad por doquier.

El teniente quería pero se resistía.

Un diminuto miembro erecto y mojado, golpeteaba la boca de Columbo. Boca con los labios muy apretados, no sabiendo por cuánto tiempo más mantendría cerrada. La misma boca que se embebió de ese néctar que despedía el pene minúsculo. La nariz estaba igualmente húmeda por ese líquido pegajoso.

Todo el peso del culo de Richard presionaba por sobre el pecho del teniente Columbo, amagando a sentarse encima de él, y levantándose de inmediato para no quebrarle las costillas.

Asco y repugnancia por tener un miembro masculino rozando su boca. Excitación y morbosidad por la misma acción. Lujuria y resignación por anticipar lo que vendría.

El teniente abrió levemente su boca ante la atenta mirada del obeso, y con su lengua exploró los labios húmedos introduciendo una porción del líquido producto de la excitación del inmenso prostituto. No le pareció nada desagradable, por lo que decidió abrir aún más sus labios para permitir a ese miembro enloquecido entrar finalmente a su deseosa boca.

Comenzó a chupar ese glande, hasta que más pene penetró a su boca.

Richard literalmente estaba cogiendo esa cavidad con ímpetu, haciendo golpetear con furia los testículos en la pera del teniente. Metía y sacaba ese trozo de carne furiosamente.

"Ruégame que deseas todo lo que hay dentro de mí. Suplícame que quieres probar todo lo que hay dentro de este cuerpo." La excitación de este gordo era indescriptible. Estaba como poseído.

Intermitentemente quitaba el miembro de la boca de Columbo, refregándole los testículos al son de "Lámeme. Chúpame." Para volver a penetrar allí con su corto pene endurecido al máximo.

Una y otra vez, el mismo mecanismo, pene y testículos, adentro y afuera. Hasta que después de tener ambos testículos en la boca, Richard cambió la dirección hacia más abajo, mostrando la comisura de la unión de sus piernas. Ahora el vaivén fue desde los testículos hacia su raja, ida y vuelta, y cada vez se aproximaba más a un agujero que permanecía oculto entre ambas abultadas nalgas.

"Teniente, no sé qué tan lejos quiere llegar, pero realmente quisiera que lográramos hacer de todo. Usted me excita sobremanera, y no quiero perder la oportunidad de enseñarle todo lo que usted nunca soñó siquiera."

Diciéndole esto, le apoyó las nalgas sobre su rostro. Literalmente se sentó sobre boca y nariz, y con ambas manos se abrió ambos glúteos dejando al descubierto un agujero muy oscuro, con pelos, completamente mojado.

"Cómetelo." Ordenó.

Columbo nuevamente horrorizado, no supo qué hacer, hasta que comenzó el bamboleo de Richard, refregándole el agujero anal de derecha a izquierda, primero y de arriba hacia abajo después, sobre su boca y nariz.

Sintió ganas de tocarlo con la lengua, y así lo hizo, para escuchar un quejido de placer de la persona obesa que lo tenía completamente a su merced.

Comenzó a lamer, lentamente primero, hasta ganar un ritmo enfurecido a los pocos instantes. Eso no era del todo malo como había pensado hacía unos momentos. Realmente era muy excitante. No sintió repugnancia en absoluto, ya que siempre supuso que los culos olían desagradable. Por lo menos no era el caso de éste.

Ante las arremetidas feroces de su lengua enloquecida, el gordo respondía con un sube y baja que permitía que el músculo de la boca del teniente ingresara al fin en sus entrañas.

Los alaridos de placer no fingido del obeso prostituto le llenaban de satisfacción, cuando de pronto sintió como todo su cabello se estaba mojando con un líquido caliente.

Gritos aterradores provenían de la boca del obeso, que sin dejar de meterse y sacarle la lengua de su orificio anal, comenzó a tener convulsiones.

Fue en ese momento que la lengua del teniente fue empujada hacia fuera del ano de Richard. Columbo observó atónito como comenzaba a agrandarse el agujero del gordo. Un pedo le estalló en plena cara, algo oscuro comenzó a emerger por allí y un olor nauseabundo comenzó a inundar el lugar. Movió instintivamente su cabeza hacia la derecha con los ojos cerrados cuando sintió algo pesado y caliente caerle sobre su cuello.

Se desmayó.

"Bienvenido, teniendo. Parece que lo tenemos de vuelta por aquí." Dijo Richard que estaba al lado de él sobre la cama, apenas recobró el sentido.

El teniente estudió la situación.

Estaba todo mojado, pero limpio sobre la gran cama.

"No se preocupe, teniente. A veces suceden accidentes como éste. Luego de darle un baño, lo traje hasta la cama para dejarlo descansar un momento y se pudiera recuperar." Dijo dejando muy en claro que no había sido su intención hacerle pasar por ese mal momento sino que se dejó llevar por una excitación incontrolable." Por lo que veo está totalmente recuperado." Dijo y le sujetó el pene que ya estaba nuevamente erecto.

Se lo lamió, y comenzó a succionarlo con fuerza, hasta lograr en él la terrible erección que ya le había visto antes.

Cuando lo hubo logrado, Richard se salivó la mano con bastante saliva, y se la llevó por detrás, directamente hacia su ano. Otra escupida más, y esta vez embadurnó el miembro erigido cual obelisco.

El gordo acomodó su trasero justo sobre la entrepierna del teniente, le tomó la verga con una mano, y con la otra abrió su orificio anal con dos dedos, para dejarse caer encima de ese falo que terminó ensartándose de un golpe directamente hasta sus entrañas.

Con cara de lujuria y deseos ardientes, Richard apretaba el culo alrededor del miembro del detective, para que éste tuviera la real conciencia, de lo mucho que gozaba en esa posición.

Lo cabalgó como un jinete a su corcel.

Sólo un par de subidas y bajadas más le bastó para verse inundado de una cuantiosa explosión del semen del teniente Columbo.

Se quedó allí mismo donde estaba, hasta sentir encogerse el miembro del teniente dentro suyo, haciéndole sentir aún cómo su orto seguía latiendo tan fuerte como el primer momento.

El gordo se salió de allí, tomándose con gran esfuerzo su propio pene, y comenzó a sacudirlo a ritmo vertiginoso.

"Dónde lo quiere, teniente.?" Preguntó al exhausto Columbo.

"En el pecho." Contestó.

Sólo unas sacudidas más, bastaron para que un torrente de alaridos, gritos, espasmos, temblores y esperma inundaran los diferentes lugares de la habitación. El líquido fue a descansar al lugar que solicitó el teniente.

Richard quedó igualmente exhausto, y se acostó pegado al teniente. Mojó sus dedos sobre su propia leche que yacía sobre el pecho de Columbo, y se lo ofreció acercándolo a sus labios.

Columbo dudó nuevamente, y sacó la lengua para probar.

Estaba sabroso.

Le secó la mano de varias lamidas.

Se ducharon juntos, y fue Richard que tocó el tema del asesinato.

"Teniente, ya ha conseguido alguna pista?" "Lamentablemente no."

"Quiero que sepa que John tenía el mismo trabajo que yo. También vendía su sexo. Éramos una pareja muy abierta. Nosotros nos amábamos y teníamos sexo por dinero con otras personas. Sexo caro, teniente. Supongo que uno de los clientes fue el asesino. Le voy a proporcionar toda una lista de los clientes, pero quisiera que lo tomara de la forma más confidencial posible. Quiero que sepa que cuenta con toda mi confianza para encarcelar al hijo de puta que hizo esto con mi marido."

"Pierda cuidado, Richard. Le prometo que la justicia castigará con todo su peso al autor de este crimen."

"Gracias, teniente." Dijo y se le aproximó a darle un beso en la boca.

El teniente lo esquivó, y el obeso lo agarró muy fuerte dejándolo prisionero de sus brazos, acercó su boca al rostro de Columbo, le lamió los labios, y lo besó fuertemente, obligándole a abrir la boca, donde introdujo su lengua, y jugueteó dentro de ella a su antojo.

Columbo sintió como si lo estuviera violando.

"Quiero que sepa, teniente, que nunca le voy a cobrar un puto peso por tener sexo conmigo. Sólo tiene que llamarme, y voy a ser su eslavo todas las noches que usted desee. Es algo muy fuerte que siento en contacto son su piel. Si usted decide que lo que hicimos hoy no fue correcto, también entenderé si no acepta mi propuesta. De todas formas, no me conteste ahora. Piénselo, teniente. Asimile toda la experiencia vivida hoy aquí, saque sus propias conclusiones, y deje pasar el tiempo que crea conveniente. Si me llama, estaré feliz de volver a satisfacerlo de la mejor forma, si no lo hace, me quedaré con esta única experiencia que me llenó por completo."

Columbo analizó la lista proporcionada por Richard de los clientes sexuales atendidos por él mismo y por su marido.

Quedó atónito cuando reconoció algunos de ellos.

Dos mundialmente conocidos actores de cine estaban allí. Se sorprendió ya que uno de ellos decía estar felizmente casado hacía muchos años con la misma persona que según sus propias palabras era ‘la mujer de mi vida’. El paralelismo con la experiencia suya propia no le pasó inadvertido para nada y esbozó una sonrisa. Un senador de su país, más dos empresarios sumamente conocidos integraban también la misma nómina.

Los demás le eran completamente desconocidos.

Se prometió cumplir con la promesa de no comunicarles acerca de la lista, pero no pudo dejar de interrogarlos diciendo que sus nombres aparecían en la casilla de correo electrónico del asesinado, hecho que efectivamente era correcto. Salvaguardando sus perversiones homosexuales, ninguno tuvo inconvenientes en cooperar.

Ninguno salvo uno.

Desde el comienzo, comenzaron las contradicciones.

El teniente Columbo siempre fue un hábil interrogador, y dado que ya conocía el ambiente gracias a Richard, había ganado una confianza en el tema que antes no tenía y se movía ahora como pez en el agua, por lo que rápidamente puso al sospechoso en aprietos y éste terminó confesando el crimen.

Un par de emails se cruzaron entre Columbo y Richard.

"Richard:

Hemos atrapado al asesino de su marido. Le estoy agradecido por todo lo que ha hecho por el caso, y por mi.

Mi esposa está bastante más accesible ahora. Después de proponerle diferentes juegos que nunca antes se nos hubiera ocurrido, me reconoció haber fingido sus orgasmos en varias ocasiones. Ahora cuando me mete el dedo en el culo logra mis mayores erecciones, y ella goza realmente como una puta. No estoy seguro si aceptaré su propuesta de verlo nuevamente.

Sinceramente supongo que no. Creo que sigo sintiendo algo muy fuerte por usted, pero definitivamente no soy homosexual, y quiero a mi esposa. Todo lo que he aprendido con usted me es útil en mi relación con ella, relación que estaba bastante desgastada. Posiblemente ambos éramos víctimas del aburrimiento y la falta de la sal y pimienta que se le deben agregar muchas veces a las cosas cotidianas.

Le vuelvo a agradecer todo lo que usted me aportó. Realmente lo disfruté mucho.

Teniente Columbo"

"Querido Teniente.

Le agradezco sus conceptos. No sin antes decirle que yo también disfruté el estar con usted. Desde el primer momento sentimos esa atracción mutua, y nunca tuve la intención de cobrarle por el servicio. Le estoy eternamente agradecido por haber hecho que el asesino de mi esposo se pudra en la cárcel para siempre. Por tal motivo y ratificando lo que le dije anteriormente. Quedo solamente a sus órdenes cuando necesite de mi para todo lo que desee. Totalmente sin cargo, las 24 horas al día. Me encantaría ser su puta, estar en la cama entrelazados con usted por toda una noche. Todavía tengo muchas otras cosas para enseñarle, teniente. Muchas otras experiencias que estoy seguro lo van a matar de placer. Pero respeto su decisión. Que sea muy feliz con esa yegua puta que tiene usted por esposa.

Richard."

"Querido Richard.

Va a estar usted disponible mañana a la noche?

Qué le parece a las 11 pm?

Teniente Columbo."

FIN DEL EPISODIO.

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