Envuelveme...
Tenebrosos son esos tus ojos lascivos; que me desvisten fijamente. Y son como dos islas tus senos estrangulantes.
Envuélveme
I
Como un pérfido reptil, te sigo. Te persigo
Tu eres presa, yo cazador, y te acecho
Entre las sombras bajo tus ojos discretos;
en las tinieblas calladas de tus fúnebres labios.
Tu mirada intermitente con esos ojos depredadores
que tienes entre tus parpados inmoviles
Esos bellos ojos claros de miel. Macabros
como fantasmas deprimidos.
Tenebrosos son esos tus ojos lascivos;
que me desvisten fijamente. Y son como dos islas
tus senos estrangulantes.
II
Abrázame y envuélveme en tu sed, otra vez
Flirtea, conmigo, así como tú sabes,
tú lo sabes que me matas con tus formas generosas
que deslizas frente a mis pupilas dilatadas.
Sedúceme con la arena de tus manos
Embrújame con el escote insolente de tu blusa
Atrápame en el desierto de tu cuerpo carente
de accesorios y prendas, con tan solo tu nombre encima.
Envísteme ahora mil veces con fuerza, pero
Lento como el "tic-tac" del reloj en tu pared;
serán mil los segundos que estaré sumergido,
en tu oasis nocturno, instalado en el vértice
de tus fecundos anzuelos, es decir,
tus piernas firmes desenvainadas.
Envuélveme con la carnada que cubre tu fémur derecho
formando cien grados fantásticos de ángulos obtusos
con tus rodillas esplendidas
Y te inundaré con el veneno mortal de mis arterias
Convulsionándonos en el cause de tu sudor agonizante.
José Alberto Hernández Velázquez