Entrevista de trabajo

Nunca pensé que buscar una secretaria fuera tan entretenido.

ENTREVISTA DE TRABAJO

Esto sucedió una vez, cuando decidí abrir un consultorio privado, y estaba buscando una secretaria. Siempre había tenido fantasías imaginándome como alguien importante, con bellas secretarias y haciéndoles el amor a mi antojo. Bueno, esta vez tenía la oportunidad de escoger a una secretaria, a mi secretaria, y estaba decidido a buscar a una muy bella, no importaba cuánto tendría que pagar.

El puesto en sí era muy atractivo, la paga que ofrecía era muy buena y el consultorio está ubicado en una zona exclusiva de la ciudad. Recibí los expedientes de varias candidatas, les había pedido que incluyeran una foto de cuerpo entero. Lo primero que miraba era la foto, si la chica no era de buen cuerpo, simplemente quedaba descartada. Revisando uno de los expedientes, tuve un presentimiento con una de las chicas. Su nombre era Erika. En la foto se le veía muy atractiva, y no se bien por que, pero sospechaba que ella podía ser la indicada. La llamé por teléfono y la cité para una entrevista de trabajo para el día siguiente. Aún no decidía la mejor forma de hacerle saber que requisito indispensable para conseguir el trabajo era que esté dispuesta a cachar cada vez que se me antojara; pero bueno, hallaría la mejor manera.

El día que conocí a Erika, cuando la entrevisté para ver si le daba el puesto, estaba vestida muy elegante, con zapatos de taco alto, minifalda suelta de color oscuro, y un saco del mismo color, ligeramente entallado. Tenía 25 años, rubia de pelo lacio largo, de tez blanca y ojos azules, linda de cara y de silueta delgada, con una hermosa cabellera suelta y maquillaje muy ligero. Mientras iniciábamos la conversación, me la imaginaba en ropa interior, y ya me estaba exitando. Estábamos sentados en un mismo sillón, pero ella encontró motivos para levantarse varias veces para caminar sensualmente, meneando el culo de una forma muy sexy. Sólo con eso yo ya estaba caliente. No me había equivocado. Esta chica estaba dispuesta a todo por el trabajo, y eso era exactamente lo que yo quería. Durante la conversación, me preguntó si podía ponerse un poco más cómoda. Al responder afirmativamente, se sacó el saco. Debajo del mismo tenía una blusa blanca ligeramente transparente, que dejaba ver unas tetas fenomenales atrapadas por un sensual sujetador.

Veo que atributos para el puesto no te faltan – dije sin apartar la vista de sus pechos.

¿Te parece? – me dijo sonriente mientras se acomodaba el cabello hacia la espalda, haciendo resaltar su busto.

Hasta ahora sí, aunque me gustaría examinarlos con detenimiento – contesté.

Bueno, tu vas a ser mi jefe, así que obedezco – me dijo mientras se desabotonaba la blusa.

Te ves muy segura acerca del puesto – le dije sin dejar de ver sus tetas.

Verás que no te van a quedar dudas – me dijo mientras se quitaba el sostén y liberaba un par de tetas impresionante.

Tenía un busto perfecto. Sus pechos eran grandes, firmes, de generosa areola y pezones erectos. Puse mis dos manos en ellos, apretándolos con gran placer, y me acerqué dispuesto a besarla en la boca, pero ella se levantó pidiéndome que la dejara actuar. Que excitante se veía de pie delante de mí, con sus zapatos de taco alto, vestida sólo con su minifalda y con el busto desnudo. Acto seguido se arrodilló en el piso justo entre mis piernas, me desabrochó el pantalón y cogió mi pinga con sus manos, que a estas alturas ya estaba completamente erecta. Esta flaquita se disponía a comerse mi pene, y sin que yo se lo pidiera, no podía ser mejor. Se lo introdujo inmediatamente en la boca, que placer al sentir como lo humedecía con la lengua. Lo lamía desde la raíz hasta la punta, apretando el glande con sus labios y haciéndome estremecer, luego se lo retiraba lentamente, y nuevamente lo lamía. Me estaba volviendo loco de placer. Le agarré firmemente la cabeza con mis manos, y se lo introduje todo en su boca, llegando hasta su garganta.

Ella lo succionaba de mil maravillas. Me lo lamió, besó y chupó de una forma increíble durante varios minutos, fue la mejor mamada que alguna vez había recibido. Luego, siempre arrodillada, puso sus tetas en contacto con mi pene, que excitante ver sus pechos balancearse con cada pequeño golpe que se daba con mi pene, y nuevamente comenzó a mamarmelo, ¡qué placer!, hasta que ya no pude resistir las ganas de penetrarla, así que la levante de los brazos y le quité la faldita, tenía un culo formidable, con una pequeña tanguita blanca que la hacía ver muy sexy. Se la quitó sensualmente y se subió encima mío, se acomodó sobre mi pene y comenzó a cabalgarlo desenfrenadamente, gimiendo sin cohibirse. Sus tetas se balanceaban de arriba a abajo de una forma muy excitante. Cada vez que descendía lograba una penetración profunda, que la hacía gritar, y sus gritos me excitaban aun más. Estaba a mil por hora, y decidí tomar las riendas de la situación, así que la bajé, la puse en cuatro patas encima del sillón y le metí la pinga por detrás mientras la hacía de la cintura.

Ella gritaba de placer con cada arremetida que le daba, no me importaba si se escuchaba en todo el edificio, quería hacerla gritar de placer y lo estaba consiguiendo. Le daba palmadas en las nalgas, y eso le gustaba, porque aullaba con cada palmada. Nuevamente empecé un ritmo de penetraciones rápidas y profundas, hasta que todos sus músculos se tensaron fuertemente, se estaba corriendo, y esto me excitó tanto que eyaculé en su interior mientras ella se estremecía de gozo. Fue una cachada memorable. Esta hembrita sí que sabía complacerme, y que duda cabe, se ganó el puesto.