Entrenamiento Nocturno

Javier sale del trabajo para enfrentarse a uno de los entrenamientos más intensos que ha tenido en mucho tiempo.

Javier teclea vivamente ensimismado en la pantalla, mientras Ricardo se acerca a su escritorio. Lleva la corbata floja y carga una bandolera que parece pesada.

- Javier, me pregunta Armando cuando tendrás el informe que te mandó. Tiene la reunión pasado mañana y quiere darle un buen repaso a la operación antes de verse con el cliente. – Dice Ricardo mientras se apoya levemente en la falsa pared del escritorio.

- No te preocupes – responde Javier - dile que mañana lo tiene en la bandeja de entrada, le estoy dando unos últimos retoques a la parte de las operaciones.

- Muchas gracias, Javier. Me voy para casa así que ya mañana hablamos ¿vale?

Ricardo hace un gesto con la mano y se encamina hacia la puerta de la oficina

- Muy bien, Ricardo, pasa buena noche, mañana te veo.

Javier cae pesadamente sobre la silla mientras sigue tecleando. Con la mano izquierda se masajea la sien, intentando inútilmente eliminar el dolor de cabeza que tiene. El cambio de horarios en la oficina aún lo tiene trastocado y no logra adaptarse a salir tan tarde del trabajo. Al estirarse sobre la silla, sus pies golpean la bolsa de deporte que tiene debajo de la mesa del escritorio.

- “Uf” - piensa mientras suspira – “Después toca gimnasio…”

El cambio de horarios no solo afectó al trabajo, si no que alteró toda su rutina diaria. El gimnasio donde entrenaba queda lo bastante lejos para que no rente ir hasta allí a esas horas. Además, a última hora todo está masificado de gente en su misma situación y cuesta mucho ejercitarse con tranquilidad. Por suerte, cerca de casa hay un pequeño gimnasio, de esos de barrio, de toda la vida, que lo lleva una vieja gloria de la halterofilia entrado ya en años como para vivir de la competición. Aún se le hace algo extraño entrenar allí, ya que las pocas personas con las que se cruza a esas horas parecen sacadas de los extras de una película de Conan. Son en su mayoría hombres, muy hipertrofiados, moviendo pesas enormes, resoplando y aullando como animales.

A Javier les gusta mirarlos de reojo, ya que les produce una mezcla de diversión y curiosidad. Siempre aprende nuevos movimientos observando a los más avanzados y alguna vez le han corregido alguna postura o dado algún consejo, ya que, aunque él no tiene ese nivel de fuerza, si que levanta un peso considerable en sus entrenamientos y tiene una buena condición física. Le gusta pensar que lo ven como un iniciado, no a su nivel, pero si digno de entrenar en “su territorio”.

Ya en el coche, repasa mentalmente los ejercicios que le toca hacer hoy, mientras pone algo de música movida para motivarse en el coche. Parece que hay una retención debido a un pequeño choque entre dos coches, por lo que la vuelta se demorará un poco. Por suerte, el gimnasio es muy flexible con los horarios. Manuel, su dueño, es muy cercano y tiene mucha amistad con los más veteranos del lugar, a los cuales les deja las llaves para entrenar a horas más intempestivas. A esas horas suelen entrenar algunos de los amigos más cercanos de Manuel y, como ya le conocen y sabe que no da ruido, no tienen problema en dejarle entrar.

Javier golpea con el puño la persiana de la puerta del gimnasio, la cual está a medio echar, dejando ver la luz por debajo que indica que aún hay alguien levantando hierro. Se demora un poco, pero de repente, la persiana sube de un golpe con un sonido muy estridente.

Bajo la tenue luz del pasillo de entrada, reconoces a Diego.

- Buenas noches, Diego, siento las horas. Vengo a entrenar. ¿Hay alguien más?

- Hola Javier, así me gusta, que no lo dejes pasar. Si, esta Paco, que es el que tiene las llaves.

Javier entra al gimnasio y se encamina a los vestuarios. Diego te acompaña hasta la puerta de la sala de musculación.

- Yo voy a seguir con lo mío – Dice Diego - ¿Qué te toca hoy?

- Bíceps y hombros ¿Tu?

- Hoy estoy haciendo un poco de todo, era mi día de descanso, pero me aburría en casa.

- Te veo ahora entonces.

Diego es la primera persona que conoció Javier al llegar al nuevo gimnasio, aparte del dueño. Es bombero y entrena prácticamente todos los días. No es una mole como los otros, pero es pura fibra. No tener la pinta de romperte como una rama seca con las manos quizás fue lo que animó a Javier a entablar conversación con Diego. Desde entonces soléis charlar por el gimnasio e incluso alguna vez ha caído alguna cerveza después de entrenar.

Al entrar al vestuario, se encuentra con Paco, desnudo, trasteando en su taquilla. Rozando los 50 años, Paco es uno de los veteranos del gimnasio. Es un hombre canoso y muy musculado, que se inició a las órdenes de Manuel cuando dejo de competir y empezó a entrenar a otros. La puerta de la taquilla tapa la parte superior de su cuerpo, lo que hace imposible que detecte el escrutinio que Javier le hace con la mirada: sus piernas son inmensas, musculadas, como columnas. Sus pantorrillas dejan entrever músculos que solo serían reconocibles con un libro de anatomía delante. Sus glúteos son redondos y duros. Pero lo que más llama su atención es su pene, que aún flácido tiene una longitud y grosor considerable. No le pilla de sorpresa, ya que está acostumbrado a ver a todos los compañeros del gimnasio rondar desnudos por el vestuario, pero ver la polla de Paco siempre es un regalo. El cierre de la puerta de la taquilla saca a Javier de sus pensamientos.

- Hombre Javier ¿qué tal? ¿A mover algo de hierro? – pregunta Paco mientras se echa la toalla al hombro.

- Si, si, toca cumplir hoy también. ¿Ya acabaste?

- Si, ya está bien por hoy. Ahora una ducha y para casa, que la parienta estará esperando.

- “Si yo fuera tu parienta también esperaría ansiosa ese rabo en casa” – piensa Javier.

Paco entra a las duchas y Javier se sienta en uno de los bancos cercanos. Mientras se desnuda echa pequeñas miradas a la ducha donde está Paco, el cual ni se molesta en cerrar la puerta. Ve como enjabona su cuerpo y no evita pensar en sus manos recorriendo su cuerpo. Ya desnudo, siente como empieza a excitarse, como su polla empieza a crecer poco a poco. Discretamente lleva una mano a su entrepierna y empieza a acariciarse levemente, descubriendo su glande, cada vez más grande y rojo. Javier para y empieza a disimular cuando Paco sale de la ducha, buscando algo en la mochila. De nuevo Paco en la taquilla, aprovechando de nuevo la puerta que evita que lo vea, se recrea mirando su polla de nuevo y fantaseando con ella. Su erección cada vez es más notable y las caricias cada vez menos furtivas. Sin embargo, algo le hiela la sangre de repente.

- Coño Diego, no te había visto. ¿Qué haces ahí? ¿Te dejo las llaves a ti o a Javier? Yo ya me voy…

- Si, déjame las llaves, después la dejo en el buzón que las recoja mañana Manuel. Yo voy a seguir entrenando con Javier…

Mientras termina de hablar, Diego mira fijamente a Javier, que está rojo de vergüenza. “¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Qué habrá visto? ¿Cómo no me he dado cuenta?” Los pensamientos se agolpan en la cabeza de Javier mientras torpemente se pone la ropa para entrenar.

- Bueno chavales, yo me voy ya. ¡Hasta mañana! – Dice Paco mientras sale por la puerta de los vestuarios.

Paco sale por la puerta del vestuario mientras Diego se acerca a donde está Javier.

- Esto… - balbucea Javier.

- ¿Si? – pregunta Diego con una media sonrisa en la boca.

- Ya, ya me estoy vistiendo para entrenar.

- Vale, te espero – dice Diego mientras se apoya en una columna, con los brazos cruzados en el pecho.

- ¿Te puedo hacer una pregunta? - pregunta Javier - ¿Qué… qué has visto?

- Bueno, lo que he visto es que parece que alguien se ha motivado viendo a Paco en la ducha.

- Ehhh… joder, lo siento… llevo todo el día en la oficina y ya no se ni lo que hago – dice Javier poniéndose cada vez más rojo.

- No te preocupes tío, todos nos hemos embobado alguna vez viendo la polla de Paco.

La frase de Diego le deja sin palabras. “¿Diego es gay? ¿bi?” La mente de Javier va a mil en esos momentos.

- Jajajajajaja ¿Qué pasa? Uno tiene ojos y aquí en el vestuario es inevitable mirar…

- Ya, ya…sólo que me ha sorprendido la franqueza del comentario…

- Venga anda, termina de vestirte y vamos a entrenar – sentencia Diego mientras se da la vuelta y da unos pasos hacia la puerta del vestuario.

- Si, solo me queda abrocharme las zapatillas y ya estoy

- Antes de nada… ¿Esto que te parece?

Javier deja de abrocharse la zapatilla y levanta la mirada hacia Diego. Tiene los pantalones por mitad de los muslos y la polla, ya algo morcillona, en la mano, la cual la recorre lentamente adelante y atrás. Está completamente depilado y, aunque no esta completamente erecta, se adivina un buen tamaño, algo superior a la media. Su prepucio está sin cortar y ya apenas esconde su glande, mezcla de tonos rojizos y morados, del cual ya asoma una primera gota de excitación. Javier levanta su torso completamente sin dejar de mirar como Diego se acaricia delante suya.

- Venga, ya se que no es el pollón de Paco pero no está mal ¿verdad?

Diego tira de su mano hacia atrás todo lo que puede, dejando totalmente expuesto su glande, cada vez más hinchado y brillante por toda la lubricación.

- Diego, no sé si…

- Venga, no me digas que ni siquiera pasa la nota de corte. Me vas a desmoralizar.

Aun nervioso y algo sorprendido, Javier intenta serenarse. La noche ha tomado un rumbo muy inesperado, pero quiere ver hasta donde le lleva todo esto. Con la sospecha de que todo pueda ser una broma y con la esperanza de que no lo sea contesta

- Si, me parece que tienes una buena polla. – Dice mientras se incorpora.

- ¿Nota?

- Pues… no sé, un ¿7.5 quizás? – Dice Javier con voz burlona.

- ¡¿7.5?! – exclama Diego haciéndose el ofendido – Bueno, te lo dejo pasar porque claro, si la que has visto antes ha sido la de Paco… cualquiera te parecerá poca.

Javier decide poner algo más de carne en el asador y ver si todo esto es solo un farol.

- Bueno, no te pongas así… quizás si vienes a la revisión, te subo la nota. – dice Javier mientras guiña un ojo.

- ¿Ah sí? Es bueno saberlo… - Diego coge su polla, casi en completa erección, y se golpea la otra mano suavemente, mientras la humedad de su polla no deja de aumentar e impregna la mano. – Ahora me toca a mi calificar. Venga, sácatela.

Parece que de broma no tiene nada, lo que excita aun más a Javier. Este mete la mano en su pantalón de deporte y saca su pene, ya también muy cercano a la erección. Baja su pantalón hasta el suelo y se sienta, cogiendo su polla por la base y pegándola a su vientre. A simple vista, parece algo mas corta que la de Diego, aunque notablemente más gruesa. Tiene algo de vello en el pubis, aunque recortado. Su glande está completamente expuesto y brilla por la humedad.

- Venga, ¿cuánto le das a esta?

- Uf… está reventona ¿eh? Yo lo dejaría en empate, otro 7.5

- ¿Con esto puedo subir de nota?

Javier se recuesta en la pared del vestuario, abre más sus piernas y empieza a masturbarse. Por un rato Diego mira de pie mientras se masturba también, después decide sentarse en el banco que hay enfrente a Javier y, adoptando prácticamente la misma postura, se masturba. El silencio del vestuario solo se ve roto por el sonido que genera la humedad de ambos mientras se masturban y sus crecientes gemidos.

- Te has ido muy lejos ¿no? – pregunta Javier

- ¿Quieres que me acerque algo más?

- Si, ven aquí.

Javier se desplaza por el banco dejando un hueco a su lado y hace señas a Diego para que se siente en él. El bamboleo de la polla completamente dura de Diego mientras anda hacia el banco es hipnótico y hace empalmarse aún más a Javier. Ya sentado a su lado, siguen masturbándose mientras se miran, alternando vistazos entre las muecas de placer y la polla del otro. Ambas piernas se chocan y Diego cambia de mano con la que se toca para acariciar la pierna de Javier. Su mano abierta recorre su muslo hasta ir a parar a sus testículos, que empieza a masajear suavemente. Javier suelta un gemido y empieza a masturbarse con más ímpetu. Su mano ahora sigue subiendo y Javier deja el mando a Diego, que continúa masturbándolo. Javier lleva sus brazos atrás y se agarra fuerte al banco del vestuario, mientras Diego sigue masturbando ambos penes con gracilidad. Javier gime y cierra sus ojos, sin creer todo lo que esta pasando. Abre los ojos y mira a Diego, que le devuelve la mirada y le sonríe, mientras se muerde el labio y gime levemente. Javier cada vez esta más excitado y nota su polla muy dura y chorreante, tanto que empapa el dorso de la mano de Diego. Sin poder aguantarse más, Javier coge la mano de Diego que le toca y la sube hacia su boca, lamiendo sus dedos y todo el líquido preseminal que inunda su mano. Cierra sus ojos y lame esos dedos como si tuviera la polla de Diego entre sus labios.  Por suerte, solo tiene que abrir sus ojos para cumplir su fantasía. Javier saca los dedos de su boca y se inclina hacia la polla de Diego. Este para automáticamente de masturbarse, dejando su mano en la base de su polla, tirando fuertemente hacia atrás, levantando la cadera, dejando todo el glande al alcance de la boca de Javier. Sus manos caen suavemente sobre la polla de Diego y empiezan a masajearla lentamente. Su boca aterriza en la base del pene, y con pequeños besos va recorriendo toda la erección de Diego, mientras este intenta deja todo el espacio que puede a Javier, que se inclina hacia él por su derecha. Javier juguetea con una mano con los testículos mientras besa el tronco de la polla de Diego suavemente y éste posa una de sus manos en su cabeza, acariciando la suavidad de su pelo. Diego cierra los ojos y emite un largo gemido cuando Javier mete su glande en su boca. El contraste del calor de su polla con la tibieza de la boca húmeda de Javier le hace estremecer. Javier empieza a jugar con su lengua mientras masturba el tronco de la polla de Diego. Succiona, haciendo el vacío con los labios, para llevar toda la sangre que puede al glande de Diego para después con su lengua presionar su frenillo y el cuello de su glande, lo que hace que Diego gima cada vez más fuerte. Siente palpitar la olla en su boca y eso hace que cada vez esté más y más excitado.

- Joder, como me encantaría follarte… - Dice Javier mientras mira hacia arriba y sujeta el rabo de Diego.

- Ya… pero no he pasado por la ducha ni traigo protección – se excusa Diego.

- No te preocupes, yo tampoco, pero se puede disfrutar así…

Acto seguido vuelve a abalanzarse sobre la polla de Diego, esta vez con movimientos más rápidos y eléctricos. Diego siente que, si sigue así, no tardará en correrse.

- Uf Javier, me tienes a tope… como sigas así…

- Córrete, córrete en mi boca… – Dice Javier mientras saca la lengua y la golpea con el glande de Diego.

- Aún quiero disfrutar un poco más… Ven. Ponte aquí.

Diego se levanta y hace señas a Javier para que haga lo mismo. Mueve el banco done estaban sentados, retirándolo de la pared y juntándolo con otro, haciendo así una especie de plataforma donde poder tumbarse. Este hace señas a Javier

- ¿Qué quieres que haga? – pregunta Javier.

- Ven, siéntate en el filo y túmbate.

Javier hace caso a Diego y se tumba. Diego se pega a él y le abre las piernas, dejándolo completamente expuesto. Se agacha y empieza a lamerle la zona de los testículos y el ano. Javier abre mas las piernas y las sujeta con sus manos. Tras un rato, Diego se vuelve a incorporar y se pega totalmente a Javier, juntado ambas pollas. Con una sola mano, las afianza, rozándose y empieza a dar embestidas adelante y atrás. Ambos penes se rozas y estimulan, mojándose mutuamente.

- Joder Diego… sigue así, fóllame.

Javier se revuelve en la improvisada plataforma mientras sujeta sus piernas todo lo que puede y mira hacia abajo. Las dos pollas chorreando, una quieta y la otra embistiéndola, el roce, el sonido de la humedad, los gemidos de Diego… Javier siente que va a estallar.

- Diego, voy a correrme. Me corro Diego, me corro… - Gime Javier

Con varios espasmos, Javier se corre, llenando se semen su vientre y pecho. Es una corrida algo translucida pero muy abundante, lo que indica que la excitación ha sido intensa. Diego sigue rozando su polla contra la suya, ya mas suavemente, para que disfrute de su orgasmo. Diego cesa en sus embestidas y va hacia uno de los laterales. Moja su polla con la corrida de Javier y la lleva hacia la boca de este, el cual empieza a chupar con energía.

- Ahora te toca a ti… - dice Javier mientras lo masturba.

- ¿Cómo quieres hacerlo? – pregunta Diego

- Haz lo que quieras, tu solo dime.

- Vale, entonces ponle de culo en el banco.

Javier hace caso a Diego y se pone a cuatro patas encima del banco, con su culo hacia Diego.

- Dijimos que nada de follar…

- Si, no te preocupes. Voy a usar tu culo pero no de esa manera.

Diego vuelve a jugar con su lengua y el ano de Javier mientras se pajea. Javier abre sus cachetes con las manos, dejando el camino libre, mientras mira hacia atrás para ver a Diego. Este se vuelve a incorporar y mete su polla entre las dos nalgas, cerrándolas con sus manos y empieza a embestir, usando su culo para masturbarse. Javier siente la humedad de Javier y sus embestidas cada vez más potentes, acompañadas de unos gemidos también crecientes.

- Javier, voy a correrme. Ábrete bien…

Javier hace caso y abre al máximo sus cachetes mientras Diego exhala un gemido largo y eyacula sobre su culo. Nota la descarga sobre su ano y como empieza a chorrear para abajo, llegando a sus testículos y su polla. Está muy caliente y parece que ha sido igual o mas abundante que la suya. Javier se incorpora y ve a Diego sentado en otro banco, exhausto y muy rojo por el esfuerzo, se sienta a su lado y lo besa suave y lentamente.

- ¿Este entrenamiento cuando lo ofertaban aquí, que yo no me entere? – Dice Javier con sorna.

- Si, tu estas muy fresco, pero yo llevaba ya mas de 45 minutos ya entrenados…

- Bueno… era solo una broma – Dice Javier mientras lo besa - Me da a mi que hoy ya no entreno.

- Ya va tocando ir a la ducha, ha sido un día largo.

- ¿Mañana tienes guardia en la estación de bomberos?

- No, ¿por?

- Por si te apetecía desayunar conmigo…