Entrenamiento en la Guardia de Obsidiana
Dos compañeros y amigos pertenecientes a la Guardia de Obsidiana entrenan juntos, aunque uno de ellos busca la revancha no contento con el resultado.
El entrechocar de metal de las espadas y las oscuras armaduras resonaban con fuerza en la arena de la Fortaleza Negra. La Guardia de Obsidiana, los hombres y mujeres que protegían la vida del Emperador, entrenaba duro para desempeñar la labor más importante del ejército. Luchaban contra ellos mismos, los mejores de todo el imperio. Ragtor, Comandante Obsidiana, luchaba contra su mejor guerrero: Lottar, Sargento Obsidiana.
Sus espadas animadas por Luz Oscura se cruzaban una y otra vez, produciendo chispas rojas y bruma negra con cada golpe. Sus armaduras, también animadas, paraban los violentos golpes reparándose entre brillos rojizos oscuros y bruma negra tras cada uno. Ragtor y Lottar tenían habilidades y nivel de combate similar, ya que como los mejores amigos, entrenaban juntos siempre que podían. La competitividad entre ambos, siempre desde la amistad, estaba servida.
Tras varios cruces de espadas, Ragtor embistió a Lottar de improviso con la espinada hombrera de su armadura. Recibió el golpe en el costado, bajo el brazo, cuando intentaba un golpe descendente. Con la cara oculta bajo el yelmo, marcada por la sorpresa, Lottar cayó al suelo mientras su espada salía girando por los aires hasta tocar el suelo tras Ragtor. Ragtor, inmisericorde, golpeó con la hoja de canto en la cabeza de su amigo, haciendo que su yelmo saliera disparado entre luces rojas que salían de la fractura provocada por el golpe y la característica niebla oscura de las armaduras animadas.
Ragtor le ofreció la mano mientras se quitaba su propio yelmo con la otra. Lottar la aceptó a desgana.
-Ha sido un golpe sucio Ragtor, ya lo sabes- Le espetó a su amigo.
-En la batalla no hay reglas, Sargento Lottar- Le respondió el comandante con una sonrisa satisfecha.
Llegada la hora acordada, finalizó el entrenamiento. Se encaminaron a las duchas de la arena. Una gran y bella sala de la que caían suaves chorros de agua por las paredes y varios puntos en el techo. Varias fuentes con bancos de mármol donde descansar al calor mientras los vapores de la sala tonificaban piel y músculos. Todo ellos adornado con hermosas columnas de mármol adornadas con motivos de guerra o Draclácicos, el Gran Dragón Draclatán, el lobo gigante Frenia y otros personajes y bestias propios de la religión.
Pasaron a una antesala con un sillón de mármol y un soporte por cada guerrero de Obsidiana donde los escuderos se afanaban en desnudar cuidadosamente a los guerreros, colocar su armadura en el soporte para después, pieza a pieza, limpiarla y pulirla. No había división por sexo, ya que los hombres y mujeres de la Guardia de Obsidiana eran amigos, hermanos, amantes. El vínculo que los unía no entendía de sexos. Mientras sus cuerpos se quedaban al descubierto no podían evitar mirarse entre ellos, admirar los cuerpos sudorosos y tersos por el entrenamiento de sus hermanos y hermanas de armas. El sexo y las relaciones no sólo estaban permitidas, sino que se animaba a ello para fortalecer los lazos y porque era la máxima espresión de unión entre los seguidores del Draclacionismo. Según la religión imperial, con el sexo, los participantes se unían para llegar al Gran Dragón Draclatan, al que alcanzaban durante los segundos que durase el clímax.
Ya desnudos, pasaron a la gran sala del agua y cada uno fue a su lugar favorito, entre charlas, risas, algún tocamiento cariñoso o sexual… Ragtor estaba bajo un chorro de agua, elevando una oración de agradecimiento y de petición de limpieza de cuerpo y alma cuando algo silbó muy cerca de su cabeza y golpeó la pared junto a él. Miró sorprendido para ver su propia espada clavada en la pared junto a él. Se volvió y vio a Lottar, desnudo, con su espada en la mano.
-¡Coge tu espada! A ver si eres capaz de vencer sin hacer trampas con la armadura- Le dijo a Ragtor.
Este, con una sonrisa arrancó la espada y se encaró con su amigo, que ya estaba en guardia. Sus cuerpos desnudos, chorreando agua limpia, las gotas cayendo a lo largo de las hojas afiladas. Avanzaron a la vez el uno contra el otro golpeando metal con metal. Los demás, todos desnudos y mojados, se acercaron al escuchar el sonido del combate. Admiraron la impecable técnica y habilidad de ambos combatientes, sus miradas cruzadas, su danza de agua, bruma negra, chispas y destellos rojos, piel brillante y músculos tersos girando y cambiando de posición. El inevitable erotismo de la escena hizo que muchos de los curiosos se excitasen. Entre el público ya se veían algunos penes erectos o semierectos, algunos pezones contraídos, alguna mirada cómplice, algún tocamiento a sí mismo o al compañero o compañera de al lado…
Lottar desarmó a Ragtor con un golpe ascendente y la espada cayó inútil a pocos metros. Ragtor alzó las manos sonriendo en actitud de admiración hacia su amigo victorioso. Pero la cosa no había acabado para Lottar. Lanzó su espada a un lado y se puso en guardia de combate cuerpo a cuerpo.
-Vamos, a ver qué sabes hacer así- Le dijo al Ragtor.
Volvieron a enzarzarse, esta vez dando y bloqueando puños, patadas, cabezazos… Los curiosos vitoreaban y la excitación también se apoderó de los contendientes. Sus penes comenzaron a crecer y endurecerse con cada golpe, con cada mirada, con cada roce de sus cuerpos, con cada mirada a los compañeros de alrededor desnudos y excitados también. Lana y Rofta, dos guerreras que habían entrenado juntas hacía unos minutos, se masturbaban la una a la otra sin perder de vista los dos cuerpos combatiendo. Mara, de rodillas chupaba el pene de Charle mirando de reojo el combate.
Ragtor lanzó una patada a la cara, que fue bloqueado por Lottar que lo sujetó por el pie a la vez que lo retorció haciéndolo caer de bruces. Mientras se incorporaba aún a gatas y viendo el pene erecto de Lottar a pocos centímetros de su cara, Ragtor tiró del tobillo de su amigo haciéndolo resbalar y caer. Pero Lottar tuvo la suficiente habilidad de controlar la caída y caer con la rodilla sobre la pierna de Ragtor, aún a gatas, haciéndolo gritar de dolor. Aprovechando la inercia de la caída, llevó la otra pierna al brazo contrario de su amigo para hacerle caer de boca. No contento con ello, aún bloqueando su pierna con la rodilla, con el pie pisó la cara de Ragtor para mantener la cara en el suelo.
Hubiera escuchado a los compañeros vitoreándole si no fuera porque su vista estaba fija en su amigo derrotado, desnudo, bloqueado e indefenso. Veía su culo musculoso a pocos centímetros de su polla erecta y cegado por la excitación sexual cogió su propia polla con una mano mientras la otra la mantenía sobre la espalda de Ragtor y lo penetró sin dificultad. Comenzó a embestirlo, su mirada fija en su espalda esculpida, en su cabeza bajo su pie. Los demás se volvieron locos gritando de excitación por el combate y por la escena sexual que presenciaban. Muchos comenzaron a practicar sexo entre ellos en parejas, tríos o cuartetos sin importar sexo.
Lottar miró alrededor mientras se follaba a su Comandante y mejor amigo y se dio cuenta de la situación. La orgía desatada a su alrededor no le impidió pensar en que nunca había tenido ni planteado sexo con su amigo. Habían practicado sexo juntos con mujeres, algún cruce de pollas o salpicadura de sémen, pero ninguna interacción más. Antes de plantearse si estaba haciendo bien o mal, comenzó a correrse y no hubo marcha atrás. Continuó embistiendo para sentir más placer mientras se corría dentro de Ragtor y sus gritos de placer se mezclaron con el resto de la orgía.
Terminó de correrse, le sacó la polla del culo a Ragtor, de la que salió un poco de sémen chorreando hacia sus huevos. Soltó la presa sobre él y cayó cansado sentado sobre el suelo con agua fluyendo. Se quedó callado, en esa posición, con su polla desinflándose, esperando la reacción del otro. Ragtor se volvió a mirarlo y su mirada era indescifrable. Podía incluso matarlo por haberlo violado, las leyes de Draclacianismo lo permitían. Ragtor se acercó, avanzando de rodillas los pocos centímetros que le separaban de su amigo. Lo cogió por los tobillos y, con cariño apoyó los pies de Lottar contra su pecho. Se abalanzó un poco más, haciendo que sus piernas se separaran más, mientras subía sus manos suavemente por las piernas de Lottar, hasta sus genitales. Apartó su polla aún manchada de sémen y los huevos para dejar al descubierto el ano. Ragtor miró a su amigo a los ojos, mirada pervertida, y lo penetró. Se lo folló sin apartar la vista de sus ojos. Alrededor, los que habían terminado de saciar su apetito sexual celebraban la unión de los dos amigos con vítores y aplausos. Algunos que aún no, se masturbaron sobre ellos rociando su sémen mientras alguna de las guerreras acariciaban los cuerpos de Ragtor y Lottar después de masturbarse ellas para embadurnarlos de sus sexos, como símbolo de querer formar parte de esa unión que se estaba llevando a cabo. Ragtor gritó de placer cuando notó que su sémen empezaba a llenar el culo de su amigo. Su polla pulsaba introduciendo su néctar en él. Lottar gritó de placer también, sentía a su amigo dentro, llenándolo. Estaban más unidos que nunca. Era el momento más importante de la amistad de Ragtor y Lottar, que habían fortalecido con sexo, de manera que Draclatan sellara su amistad para siempre mediante el clímax.
Ragtor separó su sexo del culo de su amigo, que se arodilló a su vez. Ambos de rodilla, sus penes calmándose en contacto, se abrazaron riendo. Al separarse, Ragtor agarró la cabeza de Lottar y apoyó su frente con la de él.
-Contigo hasta la muerte, amigo -Le dijo a Lottar.
-Contigo hasta el fin, amigo - contestó este.