Entrenamiento de una esposa

Tras el adiestramiento externo continúa el entrenamiento en casa

Entrenamiento de una esposa


Título original: Wife's Training

Autor: Tezzezar (tezzezar@aol.com)

Traducido por GGG, diciembre de 2001

"Amo, aquí hay un paquete para ti."

"¿Ya?" No lo esperaba tan pronto. Mi mujer casi desnuda entró en la cocina llevando una caja de cartón envuelta con sencillez. Arrodillándose en el suelo junto a mí Traci se inclinó hacia delante, asegurándose que tuviera una buena vista de sus pechos. Había estado desnuda durante tres días y me encantaba como se exhibía para mí. Los pequeños aros de oro de sus pezones y la corta cadena de oro que los unía siempre captaban mi atención. La cadena era un regalo que le había hecho el día que volvió de su entrenamiento. Colocando el paquete en mi regazo abrió lentamente las piernas y entrelazó los dedos detrás de la cabeza, sacando el pecho hacia delante. Sus otras únicas prendas consistían en un collar, unas esposas y varios anillos más colocados estratégicamente.

El paquete era aproximadamente del mismo tamaño que uno que llevase una docena de rosas. Puse la caja en la mesa, agarré mi abrecartas y rasgué la envoltura de papel marrón. Dentro de la caja había varias herramientas para ayudarme a disciplinar a mi nueva esclava, una nota y una cinta de vídeo sin etiqueta. Mi corazón empezó a latir con fuerza mientras cogía la cinta y la miraba. No esperaba nada de esto, pero no podía negar lo excitado que me había puesto. Dejé la cinta y miré la escritura familiar de la nota. Mi amigo Will tenía la caligrafía de un médico.

Hola Mark:

Probablemente no esperabas lo que hay en la cinta, puesto que eres uno de los pocos afortunados que saben lo que esperan. Ya conoces la rutina. Siéntate en tu sillón favorito, encadena a tu cerda cerca de ti y miradla juntos. Será bueno para ambos...

-Will

Sentí un pequeño mordisco en el muslo, lo justo para sentirlo a través de mis vaqueros. Miré hacia abajo y vi a mi esposa lamer suavemente mi muslo y restregar sus pechos contra mi rodilla. Traci estaba mirando de nuevo intencionadamente mi entrepierna. No me había mirado a los ojos desde que volvió, a menos que tuviera mi polla en la boca. Por alguna razón eso me molestaba.

"Amo, ¿qué hay en la caja?" Había olvidado que desde su panorámica en el suelo Traci no podía ver lo que estaba sobre la mesa. Anteriormente esa mañana le había dado permiso para hablar. Todavía no le había retirado ese privilegio hasta ahora.

Bajando la mano acaricié el pelo rubio hasta los hombros de mi esposa. "No es nada, cielo. Solo algunas herramientas para entrenarte y una cinta de vídeo. ¿Por qué no vas a buscarme una bebida y te reúnes conmigo en el estudio? Se supone que debemos verla juntos."

Mi esclava/esposa me besó la rodilla, se levantó y salió de puntillas a toda prisa de la sala. Tenía que admitir que moviéndose de puntillas me ofrecía una estupenda vista de sus piernas y su trasero. Era casi tan agradable como ver la forma en que se arrastraba sensualmente por la casa. Seleccioné una bonita fusta de equitación de cuero de la caja. Meneando la cabeza me levanté y fui al baño. Mientras me lavaba las manos me miré en el espejo.

Will tiene razón, Mark, tienes que continuar con esto. Sabías lo que le ocurriría a Traci cuando la mandaste a aquel campamento. Es la única manera que tenéis los dos de aclarar las cosas.

Respirando profundamente bajé al estudio. Traci estaba sobre la alfombra frente al sofá con la frente tocando el suelo. Se puso a cuatro patas donde solía estar la mesa del café. Mi Seven & Seven descansaba en la parte más estrecha de su espalda, justo encima de su proporcionado culo. Era mucho más atractiva que nuestra antigua pieza de mobiliario, tenía que admitirlo. Fui hasta el aparato de vídeo y con mano temblorosa metí la cinta. Me di la vuelta y fui al sofá a sentarme. Cogí la bebida y admiré a la mujer a la que amaba más que ninguna otra cosa en el mundo. Ahora era mi esclava, pero eso solo quería decir que la amaba mucho más.

Momentos más tarde mi esposa levantó bruscamente la cabeza, echándose el pelo a la espalda. Moviéndose como un gato se volvió para mirarme, inclinándose hacia delante y separando las piernas mientras arqueaba la espalda. Las manos de Traci estaban encadenadas separadas sobre la alfombra, su culo se balanceaba sobre los tacones y sus pezones casi rozaban el suelo. Miró de nuevo a mi abultado miembro y pareció lista para atacar.

"Amo, ¿vamos a ver una película guarra? A Traci le encanta ver cómo se follan a las sucias cerdas. Aunque apostaría que Traci es mejor para follar, amo."

"Pon en marcha la película, nena. Tienes razón, es una película guarra con una protagonista muy caliente." Podía haber usado el mando a distancia que estaba en el sofá, junto a mí pero por qué molestarme si tengo una esclava. Mi esclava/esposa se paseó hasta el vídeo a cuatro patas y le dio al botón de puesta en marcha, ofreciéndome una vista de su coño liso con sus anillos de adorno. Le había quitado los candados el día que volvió.

"Eso está bien, Amo. Traci desea ver una buena película guarra. ¿Puede Traci chupar tu maravillosa polla mientras ves la película?" Sonriendo mi pequeña esclava sexual se arrastró de vuelta hacia mí de rodillas. Cuando casi estaba a mi altura dije "Será un espectáculo interesante. Trata del entrenamiento de una cierta cerda."

Mi esposa se detuvo de repente y me miró horrorizada. Noté que me estaba mirando a los ojos. "¡No! Por favor Mark, tú..."

"¡EN POSICIÓN!" troné. Como un acto reflejo se levantó rápidamente sobre sus tacones, separó las rodillas y enlazó los dedos tras el cuello. "¡No puedes volver a hablar sin permiso! ¡Ahora arrástrate hasta aquí, lámeme la mano y ponte en mi regazo! ¡Si tengo que ver esto puedes estar segura que tú también!" Traci se arrastró hasta mí lloriqueando. Me lamió la mano extendida varias veces y besó cada uno de mis dedos. Se subió lentamente a mi regazo, me abrazó fuertemente y se dio la vuelta para ver el televisor. Mientras miraba a la pantalla sentí que tiraba suavemente de mis muñecas hasta que mis brazos la rodearon estrechamente.

La escena inicial mostraba el interior de un muelle de carga. La cámara hacía un recorrido de forma que veíamos la puerta de la parte trasera del camión sin marcas que había visto por última vez hacía tres días. Por la parte de abajo de la pantalla se deslizaba un rótulo "Día 1". Dos hombres enmascarados vestidos con uniformes de cuero negro se acercaron a la parte posterior del camión. Llevaban látigos de cuero enrollados en los cinturones. Uno de ellos abrió la parte de atrás del camión y mostró una jaula muy pequeña dentro. Mi esposa estaba encerrada dentro, todavía con el equipaje que le había puesto el día que fue recogida. El enmascarado número uno abrió una pequeña puerta de la jaula y la arrastró fuera tirando de la cintas de los hombros. Pareció resistirse un poco pero obviamente no le habían quedado fuerzas. Imagino que un largo viaje en camión mientras estás confinada en una jaula podía tener algo que ver con su falta de energía.

Traci fue medio levantada del suelo por el pelo, pegado por el sudor, mientras le pasaban un poste entre los omóplatos y entre las piernas atadas. Como un ciervo recién capturado fue transportada a través de una serie de puertas dobles a un lateral. Una bella mujer, vestida de cuero rojo entró en escena. Obviamente una de las amas, empezó a hablar a la cámara.

"Bienvenidos al centro de entrenamiento. Las nuevas esclavas empiezan su entrenamiento desde el momento en que llegan aquí. Traci pronto será lavada y se le darán lecciones básicas de obediencia. Nuestro objetivo aquí será acondicionar a la esclava para que reaccione a las órdenes antes de que pueda pensar sobre ellas. Eliminaremos sus inhibiciones y la reeducaremos con una serie completamente nueva de habilidades. Se le hará entender que su cuerpo ahora pertenece a su amo, no a ella. Para cumplir este objetivo usaremos una combinación de técnicas que incluyen entrenamiento asociativo, respuesta estimulada, programación subliminal, reforzamiento dolor/placer..."

Me estaba preguntando cómo una mujer tan bella podía tener una voz tan monótona. Empecé a desconectar de la mujer de la pantalla para examinar la que tenía en mi regazo. El culo de Traci encajaba perfectamente con el bulto de mi entrepierna. La mayoría de las mujeres son distraídas. Una desnuda, deseando hacer lo que yo le ordene, está muy lejos de la distracción. De momento, sin embargo, estaba prestando atención al televisor dibujando abstraídamente en la parte de atrás de mi mano.

Volviendo la vista a la pantalla me cautivó la imagen de mi esposa de pie en una enorme ducha de cemento, encadenada, con los brazos y piernas abiertos y con dos chorros de agua rociándola desde los laterales. Por sus temblores y la situación de sus pezones deduje que el agua no estaba precisamente caliente. Dos bastos cepillos de cerdas sujetos con palos estaban siendo usados para restregarla desde fuera de la visión de la cámara. Traci estaba completamente desnuda a excepción de sus ataduras. La voz del ama vestida de cuero seguía con su narración.

"...para empezar, se mantiene a las esclavas ignorantes del paso del tiempo. Durante los diez días iniciales su tiempo de sueño se establece en cuatro horas por noche, para romper su resistencia hasta un marco mental más maleable. También se las fuerza a dormir con restricciones de varias formas. Durante este periodo de tiempo se las hace acostumbrarse a las reglas que deben aprender para vivir según ellas. Cada mañana, después de ofrecerse a sus entrenadores, saludan el día recitando el mantra de la esclava. Luego, tras su primera alimentación, viene el entrenamiento en obediencia, acicalamiento, acondicionamiento físico y estimulación erótica. Para facilitar una actitud apropiada en el futuro, se niega a la esclava cualquier forma de alivio durante este periodo."

Las imágenes que reflejaban las palabras del narrador se sucedían en la pantalla. Primero había una escena de mi mujer, cuando la despertaban en una pequeña perrera hecha con barras de acero, no más grande que una jaula, con un gran collar de perro. El suelo estaba cubierto de paja y una cadena iba desde su collar hasta un anillo en la puerta. Pude ver un barreño con agua en la esquina. Traci, casi a rastras, era medio forzada a salir por la puerta tirando de su correa y era azotada con un gato de siete colas, hasta que adoptaba la postura estándar y adelantaba la entrepierna, rogando que se le permitiera satisfacer a su entrenador. Luego venía un corte con Traci arrodillada con ojos somnolientos frente a un espejo recitando sus obligaciones como esclava. La alimentación consistía en Traci arrodillada desnuda, de cara a un comedero con las manos atadas a la espalda. Otras varias mujeres estaban cerca de ella comiendo de la misma forma. Cuando sonaba un silbato todas las esclavas recuperaban apresuradamente la posición arrodillada, con las espaldas rectas como un palo. Con el cereal seco que estaban comiendo cayéndoseles de la cara.

Venían a continuación escenas de mi bella esposa asumiendo variadas posturas de sumisión, a la orden de un entrenador enmascarado, siendo azotada de vez en cuando por no responder a suficiente velocidad. En una de ellas estaba mi mujer en una mesa, con las piernas encadenadas al aire, ampliamente separadas y con las muñecas enganchadas al collar. Un ama vestida de cuero rojo utilizaba algún tipo de pinzas eléctricas para quitar de forma permanente el vello púbico de mi esposa.

El ejercicio consistía en Traci con un sostén de deporte negro, una tira a modo de bragas y zapatillas, realizando ejercicios de aerobic intensivo y entrenamiento con pesas en un gimnasio. Una aproximación a su trasero mostraba un pequeño tapón anal retenido en su culo por las bragas de tira. Más excitante era la escena de ella atada con las manos al aire, arrodillándose sobre un gran consolador. Restregaba su entrepierna atrás y adelante sobre la punta del consolador, sin que nunca pudiera bajar lo suficiente para que penetrara en su coño. De vez en cuando un látigo chasqueaba y trazaba franjas en sus pechos, culo, vientre, entrepierna o cualquier otra área de su anatomía. No parecía importarle. Se podía oír débilmente a Traci suplicando que se le permitiera correrse y prometiendo entrenar aún más duro para ser la mejor cerda que nunca hubiera habido allí.

Llegó lo que debía ser el final del día. Traci estaba encadenada por el cuello, las manos esposadas a la espalda y brutalmente empujadas hacia atrás en su perrera. Se podían ver sus caderas girando y la humedad que se había formado en el interior de sus muslos. Lágrimas de frustración brotaban de sus ojos.

Otra ama vestida de cuero avanzó delante de la jaula de Traci y continuó la narración. "Las siguientes tres semanas forman la segunda fase del entrenamiento de las esclavas. La educación extensa en las artes eróticas, se complementa con un programa diseñado para asegurar el control de los amos sobre el placer de las esclavas, e incluso sus funciones corporales más básicas. Se la entrena en las artes del sexo vaginal, oral y anal. Se la entrena para ser siempre sensual y bella. Se complementa su vocabulario para acomodarse a su nuevo papel en la vida. El nombre de su amo y otras varias palabras clave se graban en ella para que signifiquen liberación sexual. Se modifican conjuntos básicos de habilidades tales como preparación de comidas, danza, masaje e incluso forma de andar para incorporar sus nuevos talentos eróticos. También se incluye un curso completo sobre salud sexual básica y prevención.

Traci se deslizó de mi regazo y tras lamerme la bragueta empezó a bajar la cremallera con los dientes. Sacando una cadena corta y dos pequeños candados del bolsillo le encadené las muñecas separadas seis pulgadas (unos 15 cm). Empezó una larga y lenta mamada, lamiendo la cabeza de mi pene y mordisqueando levemente el racimo de nervios justo debajo del "casco". Fascinado observé su culo ondear lentamente atrás y adelante, como siempre hacía cuando era consciente de que la estaba observando. Cayéndoseme las lágrimas di un sorbo a mi bebida, descansé las manos en su larga melena rubia y continué mirando al televisor.

Ahora Traci estaba en una celda más grande, en la que podía ponerse en pie y con algunos muebles. Su collar todavía estaba enganchado a la pared por una larga cadena. En un lateral de la celda había un pequeño catre con sujeciones en la cabecera y en los pies. Mi esposa estaba sentada en una silla delante de una pequeña polvera. Estaba ocupada aplicándose una cantidad considerable de maquillaje en la cara y los pezones. De fuera de la imagen llegó el sonido de la apertura de la puerta de la celda y Traci cayó disparada de rodillas, con los brazos detrás de la cabeza y las rodillas extremadamente separadas. Entró uno de los entrenadores enmascarados y le ladró una orden.

Traci se puso en pie con gracia y dándose la vuelta, se dobló sobre el respaldo de la silla y se agarró a las patas delanteras. Levantó el culo hacia atrás, hacia el entrenador, mientras miraba por encima del hombro a su entrepierna. Una vista más cercana de mi esposa mostraba que sus manos estaban separadas 8 pulgadas (unos 20 cm) con cadenas industriales de acero. Tacones de 4 pulgadas (unos 10 cm), provistos de enganches en los tobillos, estaban conectados por otras 12 pulgadas (unos 30 cm) de cadena. El entrenador se acercó con lo que parecía una pistola de aplicar brea, que tenía un consolador enganchado en su extremo. Agarrando con rudeza una nalga con una mano, separó los bajos de mi esposa. Con no poco esfuerzo encasquetó el consolador en su coño y lentamente apretó el disparador mientras retiraba el falso pene. Luego repitió el procedimiento con el agujero rectal de mi esposa. Durante todo el tiempo Traci mantuvo en su rostro la misma mirada de lujuria caliente, sonriendo incluso cuando le clavó el consolador en el culo. Mi corazón empezó a palpitar cuando pensé en la única razón para que fuera necesaria tanta lubrificación en esas áreas.

Otro ladrido hizo que Trace rodara de la silla y se pusiera sobre las manos y las rodillas en el suelo. El entrenador mantuvo el consolador delante de la cara de Traci, de donde lo tomó ansiosamente con la boca y empezó a limpiar el artilugio con su lengua. Cuando el falso pene brilló con la saliva de mi mujer el hombre vestido de cuero enganchó una correa a su collar, desconectó la cadena que la sujetaba a la pared y la sacó de la celda a cuatro patas.

La Traci que estaba lamiendo mi polla seguía con ello como si fuera lo único que valía la pena. No queriendo correrme tan pronto le ordené que se diera la vuelta, de cara al televisor sobre sus rodillas y que se empalara ella misma sobre mi polla. Debía estar realmente muy abstraída en lo que estaba haciendo porque tuve que grabar varias franjas en su culo con la fusta de equitación antes de que obedeciera.

Otras escenas se iban presentando en la pantalla pero me estaba resultando difícil concentrarme debido al balanceo de mi esclava atrás y adelante sobre mi polla. Escenas de ella sirviendo la cena a amos y amas mientras estaba desnuda iban apareciendo en la pantalla. Otras esclavas estaban encadenadas bajo las mesas para dar placer a los comensales mientras comían. Algunas esclavas estaban también encadenadas en la parte de arriba de la mesa para servir a los amos y amas en lo que quisieran. Había una escena de Traci agachada en un orinal, con un entrenador enmascarado sujetando una correa enganchada a su collar. Obviamente ella no podía vaciarse a menos que el entrenador se lo mandara. Escenas de Traci bailando seductoramente alrededor de un poste fueron reemplazadas por una de tipo cómico de ella caminando sobre unos tacones de seis pulgadas (unos 15 cm) con un libro en la cabeza. Una escena realmente intensa era de mi esposa de nuevo de rodillas con las manos atadas sobre la cabeza. Esta vez, sin embargo, se estaba clavando a sí misma abajo y arriba sobre un enorme consolador. Dos entrenadores la azotaban al ritmo de sus ataques. Sin notar siquiera los trallazos que recibía o quizás excitada por ellos, Traci incrementó el ritmo de sus estocadas. Con un esfuerzo gigantesco se empaló sobre el falo de 8 pulgadas (unos 20 cm) y se vio sacudida por un orgasmo. Durante el tiempo que duró su larga corrida mantuvo una mirada ausente en los ojos y estuvo gritando mi nombre.

La escena final era una que había estado temiendo, no importa lo que pudiera excitarme. Otra de las amas apareció en la pantalla en el recibidor del comedor y empezó a hablar. "La prueba final ocurre normalmente una semana antes de que la esclava sea devuelta a su amo. Esto concede un tiempo para reentrenarla si fallara. Una esclava que se haya aplicado ansiosamente a sus lecciones y apruebe estará preparada para su amo y se le permitirá enseñar a las esclavas nuevas durante el tiempo que permanezca aquí. Una vez que la esclava pase el examen se la mantendrá en un estado de excitación erótica constante sin aliviarse, para asegurar un reencuentro apropiado con su propietario."

La escena presentada ante mí hizo que me temblaran las manos y el pene se pusiera como el acero. Traci estaba a cuatro patas encima de una parte elevada del suelo del comedor. Con los ojos vendados y cadenas que corrían, una vez más, entre sus muñecas y tobillos. Esta vez las cadenas pasaban a través de anillos del suelo, impidiendo que mi esclava escapara. Seis hombres y mujeres desnudos la rodeaban y empezaban a acercarse a su delicioso cuerpo. "La prueba es sencilla. La esclava debe dar placer suficiente a cada uno de estos entrenadores con todos sus agujeros. Si falla se repetirá la prueba mañana por la noche con dos entrenadores adicionales, y así hasta que la esclava apruebe."

¡Con un rugido salvaje empujé fuera del sofá y martilleé en el agujero de follar ahora goteante de mi esposa/cerda! Traci separó las piernas y se dobló enderezando los brazos para llegar al suelo porque la había catapultado desde su postura de rodillas hasta levantarla. Mientras mi esposa era follada por media docena de extraños en la televisión perdí todo el control y la machaqué salvajemente. Ella intentaba desesperadamente echarse hacia atrás en sintonía con mi poderoso ataque, gritando todo el tiempo. "¡Oh SÍ! ¡Fóllate a Traci, Amo! Fóllate a Traci. ¡OH! ¡Traci te quiere, Amo! ¡OH! ¡OH! ¡Fóllame! ¡Oh SÍ! ¡Te quiero Amo! ¡Oh! ¡Oh! ¡OH! ¡Te... quiero... MAARK!"

El orgasmo de mi esposa era tremendo mientras gritaba mi nombre. Incapaz de retenerme por más tiempo descargué galones de semen en el principal orificio de mi esclava. Todavía rabiosamente duro, mantuve mis acometidas e hice girar a mi esclava, lanzándola sobre el brazo del sofá. El brazo era muy ancho y sus piernas estaban totalmente separadas cuando lo montó a horcajadas. Noté que su pequeño y caliente agujero del culo me guiñaba el ojo, suplicando mi atención. Agarré la cadena que todavía conectaba sus muñecas y tiré de ellas hacia atrás enganchando un puñado de su pelo dorado con la misma mano. Tiré hacia atrás arqueando el hermoso cuerpo de mi esposa, admirando las líneas lisas y las curvas que ahora me pertenecían. ¡A MÍ!

Observé su rostro, mientras entre una y otra embestida apretaba mi poste duro como una roca dentro de su culo. Sus ojos se abrieron como platos y empezó a ponerse roja de excitación. La baba se escapaba por las comisuras de sus labios mientras seguía diciendo "Sí" una y otra vez. Me doblé sobre su oreja y le susurré entre las embestidas "¡Tú... me... perteneces...! ¡A... MÍ! ¡Espero... que... disfrutes... porque NUNCA... MÁS... te volveré... a compartir! ¿¿¿LO ENTIENDES CERDA??? ¡ERES... MI... ESCLAVA! ¡¡¡TÚ... ME... PERTENECES!!!"

Traci había estado restregando su clítoris contra el brazo del sofá mientras yo rasgaba su culo. En este punto yo gritaba y ella empezó a gritarme a mí. "¡SÍ AMO! ¡TRACI TE PERTENECE! ¡TRACI QUIERE A SU AMO! ¡TRACI TE PERTENECE SOLO A TI! ¡TRACI TE QUIERE! ¡¡¡YO... TE... QUIERO... AMO!!!"

Con un último esfuerzo titánico empalé mi polla hasta la empuñadura en el culo de mi esposa y solté el resto de mi corrida en la profundidad de sus intestinos. Mi esposa empujó hacia atrás y tuvo un orgasmo atronador mientras sentía mi caliente semen entrando a chorros en su jodido agujero trasero. La blanca corrida brotaba alrededor de los bordes de mi polla y con un último esfuerzo me derrumbé sobre mi esposa y rodamos juntos al sofá, exhaustos.

Cuando recuperé los sentidos comprobé que mi esposa estaba llorando suavemente y susurrando "te quiero" una y otra vez. Apagando el televisor con el mando a distancia apagué la luz y agarré la manta. Tomando a Traci en mis brazos eché la manta encima de nosotros y le susurré "¡Te quiero, Traci! ¡Te quiero con toda mi alma!" Ella empezó gradualmente a normalizar su respiración y nos quedamos dormidos el uno en los brazos del otro.


Me desperté en algún momento de la madrugada al sentir la boca de Traci sobre mi polla. Mirando bajo el cobertor vi su hermosa cara a la pálida luz. Si no fuera por mi polla en su boca habría visto la cara de un ángel.

Sonriéndome, Traci dijo, "Traci se olvidó de limpiarte, Amo. El Amo se olvidó de desnudarse y de atar a su esclava." Sonriendo me senté y empecé a desnudarme. Noté que Traci había apilado algunos de sus chismes más restrictivos a los pies del sofá. Me estaba mirando a los ojos ahora. Eso me hizo increíblemente feliz por alguna razón.

Preocupado de que esa noche podía haber sido un poco duro con ella le pregunté a mi esposa si le gustaría pasar la noche sin grilletes. Su respuesta fue perfecta.

Mi esposa/esclava se arrastró hasta la pila de restricciones, tomó la correa con la boca y la puso a mis pies. De rodillas, con las piernas abiertas y las manos en el suelo besó mi muslo, me miró a los ojos y dijo "Por favor, Amo. Te quiero. Demuéstrame que me querrás y nunca me dejarás ir."

Le quité las ataduras de sus muñecas. Ella puso las manos juntas tras la espalda, con las palmas unidas. Deslicé el ahora familiar armazón para los brazos sobre ellos, bloqueando juntos sus manos y sus codos. Un simple candado enganchó los grilletes de los tobillos al anillo del extremo del armazón. Mi esclava tendría una traba bastante prieta para dormir esa noche. Tomé una mordaza nueva que no habíamos probado todavía y se la enganché. Normalmente no la amordazaba cuando dormía pero esta era sencilla, un anillo de metal que descansaba detrás de los dientes y se enganchaba detrás del cuello. Mi toque final fue enlazar la correa alrededor de mi muñeca y engancharla a su collar.

Tumbado de nuevo en el sofá tomé a mi atada esclava y me la puse sobre el pecho. Después de cubrirnos con la manta se acurrucó entre mis piernas y tomó de nuevo mi semierecto pene con su boca, a través del anillo que separaba sus mandíbulas. Recibí una lenta, placentera mamada, diseñada para relajar más que para excitar. Al cabo de un rato exploté en la garganta de mi estrechamente restringida esclava, vomitando mi corrida en su vientre. Lamiéndome a través de la mordaza, Traci me limpió lo mejor que pudo. Cuando intenté deslizarla en mis brazos empujó hacia atrás lloriqueando. Sonriendo, me incliné y empezó a quedarse dormida antes que yo. Podía sentir la menuda nariz de mi esposa entre mi miembro ahora flácido y mis huevos. Su aliento calentaba suavemente mis genitales. De alguna forma tenía la sensación de que estaba sonriendo a través de su mordaza. Mi último pensamiento mientras me rendía el sueño fue que era el hombre más afortunado entre los vivos.