Entrenamiento de natación
¿Alguna vez habéis deseado ver a vuestra chica masturbarse? Yo lo he hecho, pienso que es excitante verla hacerlo delante de tí, de forma desinhibida y sensual. Así es como lo imagino.
Hola rubia, hoy toca otra sesión de entrenamiento de natación, se me hace dura cuando estoy cansado si no pienso en tí ¿Qué hacemos hoy?
Cuando voy camino de la ducha voy madurando la idea. Lo bueno de la imaginación es que puedo moldear y adaptar todo a mis deseos, podemos estar juntos en cualquier situación.
No lo sabes, pero muchas veces que cuando entreno y estoy así pienso en acariciarte, en sentir el roce de tu cuerpo, hay veces que te sodomizo con fuerza y violencia y me excitan tus gritos, hay veces que te quito tu ropa interior y paseamos juntos por la calle y otras simplemente nos metemos a hacer el amor en un portal porque nos apetece. Si pudieras leer mi mente te temblarían las piernas de las locuras que hemos hecho y conociéndote puedo garantizarte que se te mojarían las bragas ¿Qué hacemos hoy? Me vuelvo a preguntar.
El agua de la ducha está caliente, el de la piscina estará bastante fría, pero no lo quiero pensar, quiero que el entrenamiento se convierta en algo mecánico. No estoy aquí sino en los pensamientos de mi cabeza, me evado de todo. A medida que voy madurando la idea lo logro. La verdad es que casi lo tenía decidido. Hoy me apetece verte mientras te acaricias, mientras te masturbas para mí.
Creo rápidamente un escenario, estamos en una bonita habitación de un hotel, grande, luminosa, moderna y bien decorada. De fondo suena musica, diría que la canción es Conxão de Mark Amber. Para empezar tú estás sola, tumbada de lado en una gran cama tapada con una sábana negra de seda que se ciñe a tu cuerpo y que hace que se te vea interesante, provocadora y sensual. Estás despertando después de haber descansado plácidamente. Yo soy es espectador, por supuesto me voy a colocar en un lugar cómodo y destacado, es la ventaja de ser quien imagina. Voy a estar sentado cómodamente en una gran butaca, con una copa de buen vino.
Al meterme en el agua de la piscina activo el reloj para monitorizar el entrenamiento y ya veo que mis pulsaciones han subido, marcan unos veinte latidos por segundo más de lo que es normal. No es extraño, es lo que suele pasar cuando te metes en mi cabeza. Es la diferencia entre un entrenamiento técnico para depurar el estilo en el que controlo cada movimiento de mi cuerpo, cada brazada, cada respiración o cada volteo y una sesión en la que necesito pensar en tí para evadirme del esfuerzo con la tensión sexual que me provocas.
Te veo moverte en la cama y empezar a desperezarte. Noto tu mirada tranquila y pícara que hace que la adrenalina fluya por mi cuerpo. La sonrisa y la cara de chica inocente esconden tus ganas de provocarme, pero te conozco muy bien. Cuando cierras los ojos y te giras tumbándote boca arriba doy el primer sorbo a la copa, sé que todo va a comenzar y quiero disfrutarlo con todos los sentidos.
Tus manos empiezan a acariciar tu cuerpo, se marcan bajo la sábana que insinúa todo de una forma excitante. Son caricias lentas y pausadas que buscan el placer del roce para de hacer que tu piel tiemble con el contacto y el vello del cuerpo se erice a su paso. Van subiendo y bajando de tu vientre a tus pechos, a tu cuello a tus labios y vuelven a bajar siguiendo el mismo recorrido hasta tu sexo. No se detienen en ninguna parte, buscas una excitación total, la misma que me provoca mirarte. Solo he hecho unos largos en la picina y la sensación es fantástica, no siento el frío del agua sino el calor que tengo en el interior y mi cuerpo y necesito aumentar el ritmo para calmar la excitación de mis pensamientos.
En el momento que separas las piernas para que las caricias puedan llegar a tu sexo y al interior de tus muslos vuelves a abrir los ojos y me miras. Estoy seguro que quieres ver que no pierdo detalle de lo que haces y sentir que meprovocas. La sábana lo deja intuir todo, cada curva, cada caricia y en especial el movimiento de tu pecho al respirar que se ha ido acelerando desde que todo ha comenzado. Poco a poco las caricias se van centrando en tu entrepierna y todo el cuerpo se arquea cuando la manos pasan por tu rajita. Te tomas tu tiempo disfrutándolo antes de retirar la sábana para que lo pueda ver.
¡Qué guapa y apetitosa estás! Te has vestido con lencería negra, un sujetador semitransparente que deja ver el marrón de tus pezones, unas braguitas muy pequeñas que resaltan la forma de tu cintura y unas medias negras que te sientan a la perfección. Verte es como el golpe de efecto de una obra de teatro, algo que te marca y que quieres admirar.
Las caricias reanudan al instante, no quieres perder la excitación, la sensación de placer. Tus manos se centran en tu entrepierna, tu coñito tiene que estar caliente y humedo. Los dedos se deslizan debajo de tus bragas para acaricir el clítoris con movimientos rítmicos, bien medidos. Se nota como conoces tu cuerpo y sus reacciones. La erección de los pezones se marca a través de la tela del sujetador y me altera un poco más.
Estoy excitado mientras te miro, bastante excitado y necesito desabrochar los botones de mi pantalón y liberar mi pene del calzoncillo y acariciarlo mientras disfruto del espectáculo. La erección me la provocas tú. Todavía no está totalmente totálmente duro, pero empieza a tener un buen tamaño.
Aunque te centras en tu clítoris ninguna parte queda desatendida. Cuando las manos suben a tus pecho y los acaricias respiras profúndamente y cuando pellizcas y estiras de tus pezones suspiras y gimes. Estás muy caliente y buscas correrte, es tu momento para sentir el orgasmo y lo sabes. Las manos bajan y apartan las braguitas, mientras los dedos de una se meten en tu coño los de la otra se mueven rápidamente sobre tu clítoris. No contolas los movimientos de tu cuerpo, los dictan las reacciones del placer que sientes
El clítoris tiene que estar ardiendo del roce, pero no paras, sigues forzando y los dedos que entran y salen de tu coño hacen ¡Ploc! ¡Ploc! ¡Ploc! ... del flujo del interior que has generado con la excitación. Al poco tensas cada músculo y te quedas quieta salvo por el movimiento de los dedos. Gimes en alto mientras te corres, pero mantienes el orgasmo para que no acabe. Las piernas tiemblan ligeramente de la tensión, los dedos de los pies se doblan y los ojos se ponen en blanco. Hasta que no has logrado sacar a tu cuerpo todo el placer que podías sentir no has parado.
Han sido veinte segundos eternos, en los que el tiempo se ha detenido y en los que me hubiera gustado acercarme a tu oído y susurrarte que eres una zorrita, una puta muy caliente que me pone a cien y que te quiero.
En ese momento vuelvo a la realidad, en el volteo miro el reloj y veo que ya llevo treinta largos, todo va mejor de lo que esperaba, el ritmo es bueno y las sensaciones físicas también. Estoy un poco excitado fruto de la imaginación y la adrenalina corre por mi cuerpo revitalizándolo. Todavía tengo que nadar un poco más, pero estoy tranquilo sé que nunca has sido mujer de un solo orgasmo, que no puedes permanecer relajada mucho tiempo aunque al correrte te hayas quedado exhausta. Tu cuerpo siempre busca más placer.
No tardas en empezar a moverte y cuando me miras vuelves a utilizar esa cara de chica inocente que pusiste al principio. Sin pudor te abrochas el sujetador y te lo quitas liberando esos pechos que me gustaría acariciar, besar y morder con pasión. Te pones de rodillas en frente de mí para que los pueda admirar y los masajeas con tus manos para provocarme. Lo haces más para provocarme que por el placer que sientes.
Tengo que beber un sorbo de vino porque tengo seca la garganta. Gran parte del tiempo te he mirado con la boca abierta sin darme cuenta mientras seguía el movimiento hipnótico de tus manos.
Cuando te bajas de la cama me da un vuelco el corazón, te veo girarte y mientras estás de espaldas de vas bajando las braguitas con mucha sensualidad. El espectáculo es impresionate, tu trasero es de infarto y al tener ligeramente separadas las piernas se ven tus labios vaginales. Todo ello provoca que mi pene esté completamente duro y el placer que siento mientras me masturbo lo estoy difrutando inténsamente.
Al girarte me dejas que te mire en detalle, tus pechos, el vello recortado de tu pubis con los labios vaginales completamente depilados, el rojo sangre de las uñas de las manos y los pies, cada curva peligrosa de tu cuerpo. Son muchos detalles que cuidas cada día con esmero porque te hacen sentir bien y te gusta sentirte deseada.
Das dos pasos con agilidad contoneando las caderas al ritmo de la música de Ed Sheeran que está cantado Perfect en ese momento y me entregas tus braguitas. Rápidamente te vuelves a subira la cama quedándote de rodillas mientras me miras. Las huelo distingo el olor del aceite de macadamia con el que hidratas tu piel despues de la ducha de las mañanas. También noto el olor de tu sexo en las partes mas mojadas, cuando las pongo en mis labios y paso la punta de la lengua siento la misma sensación eléctrica que cuando te como el coño e intento profundizar con la lengua en el interior de tu vagina para vaciarla de placer.
Estás satisfeca con el resultado pero quieres buscas más placer. Pones la almohada doblada entre tus piernas y con la espalda erguida y empiezas a balancear. El roce con tus labios vaginales se nota que te agrada. Mantienes las manos apoyadas en las piernas mirándome, mirando como también me masturbo, como mi mano sube y baja por mi miembro y mi prepucio esta hinchado de la excitación. Ese es tu juego, provocar, provocar y provocar. Provocarme una y otra vez, calentarme, seducirme, excitarme y hacer que te necesite. Un juego al que sabes tú sabes jugar y yo no puedo evitar caer en tus tentaciones.
Mientras mantienes un movimiento acompasado con las manos acercas tus pezones a la boca, en ningún momento habían dejado de estar duros, pero con los primeros lametones destacan mucho más, se endurecen, se regruesan y cuando los comienzas a mordisquear sin compasión se enrojecen. Estás haciendo un trabajo a conciencia con ellos, unas veces solo un pezón otras el otro, a veces los dos, mientras con la palma de la mano masajeas los pechos. Es delirante lo que estoy viendo, pensaba que mi pene no podía estar mas duro, pero aún noto un poco más la presión de la excitación.
Llevo casi setenta largos nadados y el tiempo se me ha pasado volando. Estoy totalmente excitado y necesito aumentar el ritmo de natación. Alargo las brazadas y aumento su velocidad notando el trabajo que hacen los hombros y los dorsales y pataleo más fuerte para forzar los abdominales. Todo el cuerpo está tenso, al máximo esfuerzo. Prácticamento solo quedan diez largos y lo quiero dar todo.
Tú decidida a acabar conmigo te giras poniéndote de espaldas, manteniendo la almohada entre las piernas. Puedo estar seguro que quieres mostrarme tu precioso trasero y comienzo a deleitarme con la vista que mejora cuando apoyas las palmas de las manos en la cama y lo levantas un poco a la vez que arqueas la espalda. No solo tengo una buena de tu trasero sino de tu rajita completamente abierta. Se ve también tu ano al que me gustaría dar unos buenos lametones. Ufffffffffffff...
Con lo caliente que estás tu también poco tarda una de tus manos en dirigirse a la entrepierna y con soltura dos dedos se introducen en tu coño que los devora con facilidad, abriéndose y cerrándose a medida que entran y salen. Con el vaivén se van humedeciendo incluso unas gotas de flujo se deslizan hacia le brazo. Puedo oir algún pequeño gemido que se te escapa de vez en cuando pero cuando suspiras de verdad es en el momento que cambias de agujero y pasas a tu ano. Al meter el primer dedo bajas el ritmo, pero a medida que lo vas lubricando y se dilata el ritmo aumenta. Pronto le sigue un segundo dedo que provoca que gimas más fuerte. Sorprende ver la soltura con la que entran y salen. El ritmo es enloquecedor y tus gemidos han pasado a ser pequeños gritos.
Mientras dejo la copa de vino a un lado y aumento el ritmo con el que me estoy machacando la poya porque no puedo contenerme viéndote tan desatada. Noto como mi orgasmo se acerca a la vez que el tuyo.
En el máximo momento de excitación sacas tus dedos del ano y los frotas rápidamente y fuerte contra tu clítoris a la vez que ahogas contra el colchón los gritos del orgasmo que ha llegado. No paras de gritar mientras gran cantidad de flujo sale de tu vagina entre espasmo y espasmo. Tu ano se abre y cierra con el mismo ritmo y al poco tiempo te caes agotada de lado sobre la sábana mojada.
En algún momento de tu orgasmo también me he corrido, ha salido absolutamente todo el semen que tenía en mi cuerpo. Han sido varios chorros que me han dejado totálmente vacío y satisfecho, puedo ver los restos sobre mis piernas, en el calzoncillo, en el pantalón e incluso sobre la alfombra de la habitación. Has provocado un auténtico desastre.
Cuando te recuperas te acercas con la sábana y me limpias sentándote sobre mi regazo y me dices ¿Qué hacemos hoy? ¿Nos vamos a pasear?
La sesión de natación ha terminado. Solo me queda estirar ducharme e ir a casa. Mientras lo hago quiero decirte dos cosas que solo debieras leer tú. Los demás debieran terminar de leer el relato aquí.
La primera es que lo que he escrito aquí es real. Quiero que sepas lo que pasa por mi cabeza y a veces me cuesta explicarlo de otra manera. Muchas veces pienso en situaciones en la que tú eres la protagonista de todos mis deseos y esta ha sido una de ellas.
La segunda es que quería que también los demás los sepan, que cuando vean a una chica rubia se pregunten si eres tú, que les excite el morbo. El mundo es un pañuelo y con los cientos de personas que lo van a leer tarde o temprano coincidirá alguien que acertará, solo es cuestión de tiempo.
¡Te quiero pequeña!