Entrenador erotico 4: Clasificacion ganada
Continuan las historias de un entrenador de baloncesto con suerte
Las finales ya llegaron y nos fuimos todos a un pueblo de la costa... Allí jugamos un par de partidos de la liguilla inicial, en la cual se vio la calidad de los rivales contrarios.
Llevábamos 2 partidos, y habíamos ganado uno y perdido otro con lo que nos la jugábamos todo a una carta. Pensé que aquel día debía dar descanso a mis chicas y las deje que se fueran a dormir pronto, no obstante se me ocurrió una idea que podía hacernos ganar el partido.
El equipo contrario tenia en su base a su principal estrella, esta chica, Tamara, estaba concentrada en su habitación, por lo que, me entere de que la iban a subir la cena a la cama. Muchos de vosotros pensareis que la iba a echar algún polvo nocivo en la comida, pero yo tenía otros pensamientos más benevolentes.
Me las apañe para decirles que como entrenador, yo le subiría la cena a Tamara, (fue fácil ya que en el hotel no sabían quien entrenaba a quien...). Cuando abrió la puerta, parecía una diosa con un camisón blanco...
Servicio de habitaciones
Hola, deja la bandeja encima de la cama.
Mi erección era evidente y para que se notase mas me había bajado la bragueta con lo que ella no apartaba la vista de mi paquete.
Cerré la puerta, pero no del todo, y espere a ver los ruidos que provenían de la habitación.
Al poco de marcharme, empecé a escuchar unos pequeños gemidos... ¡Se estaba haciendo un dedo!
Aprovechando que estaba la puerta abierta de la habitación, entré con la excusa de volver a por la bandeja, y me la encontré encima de la cama con sus dedos entrando y saliendo a toda velocidad. Trato de taparse con el almohadón, pero fue tarde. Según entre me baje los pantalones y el slip, y mi pene salio como un resorte de mis pantalones. Ella se quito el almohadón dejándome ver su monte de Venus espléndidamente depilado.
Inmediatamente la tire encima de la cama y lleve mis labios hacia su orificio, gracias a los últimos juegos con mis chicas, me había convertido en un experto, y Tamara me estaba agarrando los hombros con tanta fuerza que hasta había empezado a hacerme daño.
Se corrió dos veces seguidas, antes de que la empezase a follar. A ella le gustaba más suave, y se la dejaba dentro entre metida y metida. Haciéndolo muy lentamente, ella se derretía por cada caricia mía, la metía los dedos en el chocho y luego se los llevaba a la boca y ella lo disfrutaba con cara de vicio.
Estuvimos una hora con ese polvo, yo trataba de alargarlo, sin perder de vista mi objetivo de que esa noche durmiera poco...
Cuando al final, ya viendo que iba a eyacular, se lo saque de dentro y le pedí que me la chupara. Ella llevaba ya muchos orgasmos (en realidad creo que fue uno continuo) y se llevo mi pene a su boca, mientras me lo chupaba, yo se lo saque y eyacule directamente sobre su cara y su pelo.
Después de eso, nos tumbamos los dos en la cama destrozados.
Yo puse un canal pornográfico, mientras tanto en la habitación del hotel. A ella no le importo y me dijo que ella ya lo había puesto muchas veces y que luego cuando iba a pagar, al ver que era una chica sola, los recepcionistas se pensaban que era un error y no se lo cobraban.
La película era una francesa, en la que el dueño de una productora de películas eróticas nos muestra sus estudios de grabación, en la que las cámaras y los actores terminan sus polvos, fuera de cámara, en los camerinos o en los propios pasillos.
Poco a poco nos fuimos calentando, y ella dijo que se tenía que duchar. Se fue al baño, dejando la puerta abierta. Desde la cama la vi como iba buscando los geles y la esponja. Ver a esa diosa desnuda correteando por medio de la habitación es una de esas imágenes que no se olvidan nunca.
Había llenado la bañera, y con las sales que echo, había hecho mucha espuma. Se metió dentro, y en ese momento, yo entre también en la bañera. No era muy grande, así que estábamos muy juntos. Ella empezó a juguetear con los pies con mi pene, que a estas alturas estaba perfectamente recuperado. Yo mientras cogí el tubo de la ducha, y lo encendí. Ella no se dio cuenta ya que estaba debajo del agua, pero cuando se lo acerque a su chocho, el agua a presión entraba, haciéndola un efecto que yo mismo había probado sobre mi pene hace años.
Dejo caer su cabeza apoyándola contra el lateral, mientras seguía con su juego con sus pies en mis testículos y mi pene, estuvimos así otro rato, hasta que no aguante más y me la tire debajo del agua.
Eran las cuatro de la mañana cuando salí de su habitación para la mía, la había dejado bien follada, pero al día siguiente, su partido fue de los peores que había jugado, y nos pudimos clasificar. Su mirada al reconocerme estaba llena de ira, pero también de deseo.