Entregué a mi mujer por mi cuñada

Me tuve que convertir en cornudo para poder follarme a mi cuñada que me tenía loco desde hacía tiempo.

Me llamo Luis y quiero compartir con ustedes una historia que desde hace un año se estaba fraguando y hace apenas dos semanas llegó al final que yo deseaba. Para resumir os puedo adelantar que la cuestión es que deseaba follar a una de mis cuñadas, pero para conseguirlo tuve que convertirme en cornudo.

Para empezar os contaré que mi mujer Marta y yo somos licenciados en enfermería y los dos trabajamos, por lo que la cuestión económica no es un gran problema para nosotros. Llevamos casados quince años y tenemos dos niños de quince y diecisiete años que cada vez pasan menos tiempo con nosotros. Vivimos cómodamente en un pueblo cerca de la capital.

Mi mujer mide sobre un metro sesenta, tiene el pelo castaño y rizado, sus ojos son verdes y es guapa. Sus tetas no son ni demasiado grandes ni demasiado pequeñas, la verdad es que su tamaño me gusta. El mes pasado cumplió los cuarenta y dos años. Se conserva bastante bien, hace ejercicio y cada vez que puede se hace algún tratamiento para cuidarse la piel. De ella lo que más me gusta es su culo, tiene las caderas anchas por donde la agarro para follarla por detrás y me encanta ver sus carnes trepidar con mis envestidas. La verdad es que folla muy bien y sabe mover su culo para hacerme gozar.

Yo soy mucho más alto que ella, mido un metro noventa y mi complexión es media, ni muy musculoso ni fofo. El tamaño de mi pene es normal, sobre los dieciocho centímetros y lo que más le gusta a mi mujer de él es el gordo glande que tengo, cuando quiere follar me pide que le deje mi "enano cabezón". Después de tener a nuestro hijo menor decidí hacerme la vasectomía, con lo que siempre acabo corriéndome dentro de mi mujer y volviéndola loca.

Pues la historia comenzó, como ya os dije, hará un año. Marta tiene tres hermanas más y todas más pequeñas. La que formará parte de este relato es la más pequeña que es seis años menor que mi mujer. Laura, que ese es su nombre, es una mujer de treinta y seis años. Sus caras son muy parecidas, notándose que son hermanas, pero Laura mide cerca de un metro setenta y cinco, sus pechos son pequeños, es muy morena y también tiene los ojos claros. Otra de las cosas con las que coincide con su hermana es en el culo, es grande, la verdad es que las cuatro hermanas tienen hermosos culos.

Laura está soltera, hace varios años la dejó su novio y desde entonces no ha vuelto a tener otro. Para ayudar a su hermana y sacar un dinerillo extra viene a casa una vez por semana para limpiar y hacer varias cosas. Es bastante despistada y más de una vez no ha traído a casa con ropa adecuada para hacer las tareas y, como es más grande que la hermana, mi mujer sólo le ha podido dejar una camiseta que le quedaba corta.

Por mi profesión ella dice que no pasa nada si la veo sólo con la camiseta y los tangas que suele usar, pero suele taparse con algo cuando me ve. Ahora, con mis hijos no tiene ningún pudor. Me los imagino a los pobres, en pleno desarrollo y viendo a su tía medio desnuda por la casa. ¡Las pajas que se harán!

Pues uno de esos días en que ella estaba en casa por la mañana yo no tenía trabajo, así que estaba descansando en la cama hasta las diez, cuando me levanté bajé para la cocina y al llegar al final de la escalera, que está junto a la puerta del salón, escuché unos ruidos. Con cuidado me asomé y allí estaba mi cuñada sentada en el sillón, en camiseta y masturbándose delante del televisor viendo una película porno de uno de los canales del satélite. No hice ruido, la contemplé un rato y después subí y me duché para bajar la calentura que me había provocado. Desde aquel día la contemplaba más y la empecé a espiar cada vez que estaba en casa.

Hará unos seis meses que el asunto se me fue de las manos, mi mujer notó lo que me pasaba y un día sin que yo me diera cuenta me pilló espiando a su hermana mientras se duchaba. Si nunca os ha pasado no sabréis lo ridículo que se siente uno cuando está absorto en pensamientos lascivos y pajeándose y tu mujer te saca de tus pensamientos. Nunca me he sentido peor.

Durante ese día no me habló. Al día siguiente y después de mucho rogarle empezamos a conversar. A cada momento que conversábamos me hacía sentirme mal por lo que había hecho. Le pedía perdón una y otra vez y esgrimía el argumento de que no le iba a poner los cuernos, solamente utilizaba la imagen de la hermana para pajearme, a lo cual ella me llamaba pervertido y que así se empezaba, haciéndome pajas y al final intentando follar con Laura.

Después de dos horas de conversación se tranquilizó algo. Empezó a preguntarme si me gustaba su hermana y si yo sería capaz de follarla. Yo intentaba quedar lo mejor posible después de haber sido pillado mirando a su hermana y tenía que reconocer que en el caso hipotético de que se me pusiera a tiro pues lo mismo sí. Entonces hice la pregunta que desencadenó todo "¿No hay nadie que te atraiga a ti?"

Creo que nunca había tenido una conversación tan sincera con Marta. Me contó que un compañero del trabajo le atraía bastante. Era un chaval recién salido de la carrera. Era un buen profesional y muy buena persona y sin darse cuenta tenía mucha amistad con él. Lo que más me costó aguantar fue cuando me comentó que últimamente le ponía caliente estar con él.

No sé cómo aguante la conversación pues se notaba que le ponía caliente el compañero y me temía que me pusiera los cuernos sin yo enterarme con el maromo de marras. Entonces se me ocurrió. Podíamos hacer un intercambio de parejas. Ella se follaría a su compañero y yo follaría con su hermana.

Tardó unos seis meses más o menos en convencer a Laura para que se prestara a nuestro intercambio. El chaval, por lo que me comentó Marta, estaba en el bote y seguro que accedería a cualquier cosa que ella le pidiera. Y estos trámites me costaron mis primeros cuernos no consentidos, aunque aliviados por pensar que me follaría a Laura. Según me contó, una tarde cuando salieron del trabajo, un día que ella tenía el coche en el taller, él se ofreció a llevarla a casa y antes le invitó a tomar un café. Marta aceptó como hubiera hecho con cualquier compañera y estando en el bar por lo visto le confesó sus sentimientos. Para no desanimarlo mucho le dio algo de esperanzas y yendo a casa, en un lugar oscuro del camino paró el coche y se lanzó sobre ella. Lo pudo parar y convencerlo de que aquella no era la mejor manera y para darle esperanzas se magrearon un poco.

A mi cuñada la convenció pues la pobre llevaba varios años sin que ningún hombre la amase. No era mujer promiscua y se desahogaba pajeándose. Después de buscar la forma de entrarle y tras varios días de charla, que no me contó mi mujer, la convenció para que hiciéramos el intercambio.

Y fue coincidencia que el día elegido fuera el pasado seis de octubre. Lo digo pues ese era el día del cumpleaños de las dos. Coincidencia en el día de su nacimiento y en el día en que los cuatro estábamos libres, sería un buen regalo de cumpleaños para las dos.

Quedamos el sábado por la tarde en nuestra casa. A los niños los "mandamos" (tuvimos la suerte de que se fueron) a casa de uno de sus primos y estarían todo el fin de semana. Así que a las ocho de la tarde apareció Fran. Laura llevaba un buen rato con nosotros. Nos presentamos y he de reconocer que mi mujer no era tonta, el tío estaba bien.

Fran era un chico de veintiséis años. Era alto y musculoso. Era rubio y de ojos azules. Vamos, Marta había puesto los ojos en el más feo de la clase. Entonces vi que Laura también se sentía atraída. Como fuera fuimos a cenar los cuatro. Estuvimos en un restaurante y la verdad es que después de hablar un buen rato Fran me parecía una buena persona y me alegraba que fuese quien se follaría a mi mujer.

Para que la noche no fuera un "follo y me voy" después de cenar estuvimos bailando en una discoteca. Fran era ideal, no bebía, no fumaba y tenía a las dos encandiladas. Espero que fuera por la novedad, pero estuvimos toda la noche hablando de él, Marta exponiendo las virtudes de su compañero a la hora de trabajar y contando mil anécdotas. Se notaba que ella estaba loquita por aquel chaval. Laura atendía en todo momento a lo que le decía la hermana de él y parecía que se lo quería llevar para siempre con ella.

Sobre las una de la madrugada, mientras bailábamos, le indiqué a Marta que era hora de ir para casa. Ella que era la anfitriona organizó a todos y los cuatro llegamos a casa media hora después. Fran y Laura se sentaron en uno de los sofás que tenemos en el salón y Marta y yo fuimos a la cocina para preparar algo para picar y beber.

Al volver al salón, Marta se sentó junto a Fran dejándolo entre ella y su hermana. Estaba claro que las dos se ponían calientes con él. Me senté en el otro sofá y los veía conversar. Ninguno de los que estábamos allí habíamos hecho esto nunca, con lo que hubo un momento en que mi mujer dijo "y ahora ¿qué?"

Fue el chaval el que agarró la cabeza de Marta y la besó en la boca. Los dos comenzaron a besarse y magrearse delante de nosotros. Laura los miraba y se calentaba. Me levanté y la puse de pie, me coloqué detrás de ella para que no dejara de mirar a los dos amantes que se devoraban en el sillón como si esa noche fuera la única que tuvieran para ellos. Pasé mis manos por su cintura y con la izquierda la pegué a mí. Puse mi erecta polla en su culo y la mano derecha bajó por su muslo y se metió por debajo de la falda.

Fran y Marta se revolcaban en el sofá. Él le subió su estrecha falda y sus bragas quedaron expuestas a sus tocamientos. Empezó a acariciar su coño por encima y ella se retorcía sin separar su boca de la de él. Buscó el filo de sus bragas y metió su mano para tocarle la raja de su coño.

Yo subía mi mano por los muslos de Laura y llegué a la pequeña tela del tanga que cubría su coño. Metí la mano por debajo de la tela y pude tocar los labios de su coño. Estaba totalmente depilada, no tenía ni un pelo. Mi dedo frotó su raja y rápidamente se mojo con sus flujos y separó sus labios para entrar en su húmeda y caliente vagina. Se movía y me rozaba el culo por mi abultado paquete.

En el sofá Marta estaba totalmente abierta de piernas, Fran le pasaba la mano por su coño y chupaba las tetas que ella le ofrecía. Él quitó dos pequeños enganches y apartó las diminutas bragas a mi mujer apareciendo un coño húmedo y, al igual que Laura, totalmente depilado. Él volvía a besar a mi mujer y a meter sus dedos en el coño. Marta gruñía y se retorcía.

Me arrodillé detrás de Laura y le quité la falda. Tenía su hermoso culo a la altura de mi boca y comencé a mordisquear sus cachetes. Ella se puso a cuatro patas apoyada en el asiento del sofá junto a los otros dos, ofreciéndome su culo para que yo jugara. No apartaba la vista de la hermana y su amante. Aparté el cordoncillo del tanga a un lado, separé los enormes cachetes de su culo y metí mi lengua para lamerle el ano. Ella gruñó y gimoteó al sentirme. Le acariciaba la raja del coño y sentía como se mojaba cada vez más.

Marta desabrochó los pantalones se su amante y los bajó un poco, apartó los calzones y sacó su polla. Los ojos de las dos mujeres se abrieron de par en par. Tenía por lo menos veinticinco centímetros de polla. No era muy gorda con lo que parecía más larga aún. Mi mujer la cogió con una mano y comenzó a masturbarla. Él echó la cabeza atrás sin dejar de tocar el coño de ella y gozaba de mi mujer.

Laura se acercó a ellos y tenía la polla a poca distancia. Abrió la boca y comenzó a metérsela al ritmo de los movimientos de la mano de la hermana. Me levanté y veía como tenía a las dos mujeres enganchadas a su polla. Me coloqué junto a mi mujer y le ofrecí mi polla para que la chupara. Al momento fue engullida y sentía como entraba en su boca.

Fran se levantó y colocó a Marta en el sofá con el culo en el filo, le abrió las piernas y los labios del coño con las manos y comenzó a lamer su raja de arriba abajo. Laura se desnudó por completo y se sentó junto a ellos, me hizo una señal para que me acercara a ella. Me desnudé también y ella comenzó a mamarme la polla tocando mis huevos con una mano.

Marta gemía totalmente abierta de piernas mientras su amante se la comía. Pararon y los dos se desnudaron. Ella se arrodilló delante de él y puso su polla entre las tetas. Mi mujer la escupió para que se deslizara sin problemas. Cuando la punta del pene le llegaba a su boca, ella sacaba la lengua y la lamía levemente.

Le quité la polla a Laura y la coloqué en el sillón de nuevo a cuatro patas. Le abrí un poco las piernas para llegar bien a su raja y hundí mi boca en su coño, mientras mis manos acariciaban su culo. Ella gemía y se excitaba mirando a los otros dos.

Marta se puso junto a su hermana en la misma postura y le ofreció su sexo a Fran para que la follara. Éste se puso un preservativo y se colocó detrás de mi mujer. Yo me levanté y me coloqué en el culo de mi cuñada, tomé mi polla con una mano y la pasé por su raja. Miré a Marta cuando la escuché gritar levemente pues su amante la estaba empezando a penetrar.

Dirigí mi enorme glande a la raja de Laura. La empecé a penetrar y primero dio un chillido de dolor, hacía tiempo que no entraba ninguna polla dentro y mi cabeza le abrió las paredes de su vagina demasiado. Poco a poco se fue acostumbrando a su tamaño y la fui penetrando. Agarré sus caderas para imprimirle un buen ritmo a mi follada y ella gimoteaba y gruñía de placer.

Miré como Fran envestía a mi mujer, a veces rápido y sin control y otras despacio y deleitándose en cada milímetro de polla que le entraba. Las dos gritaban de gusto y pedían que no parásemos. Miré a mi compañero y los dos tuvimos la misma idea. Sin decirnos nada sacamos nuestras pollas y cambiamos de culo.

Tome el de mi mujer y metí la cabeza de la polla que tanto le gustaba en su raja. Empujé y de un golpe se la clavé hasta el fondo. Fran hacía lo mismo con Laura, pero ésta le había pedido que lo hiciera despacio. Veía a mi cuñada como una perra, con sus pequeñas tetas de enormes y erectos pezones que gemía mientras su coño era atravesado por la larga polla de Fran. No tardó ni cinco minutos en correrse entre gritos y alaridos. Fran aceleró la follada y Laura cayó rendida boca abajo con su culo en pompa para que el otro siguiera follándola un poco más.

Mientras Laura se corría se me ocurrió dilatar el culo de mi mujer. Ya lo habíamos hecho alguna vez por lo que cuando escupí en su agujero y jugué con mi dedo, ella ya sabía lo que yo quería. Aunque la verdad es que no se lo imaginaba en realidad.

Una vez que su culo estaba más o menos preparado le saqué la polla de su coño. A Fran se la meneaba mi cuñada que había quedado cansada por el orgasmo y no tenía fuerza. Él nos miraba cuando saqué mi polla de Marta y creyó que le cedía el sitio. Lo paré y me senté en el sillón. Hice que mi mujer se sentara sobre mi polla y me cabalgara.

Fran volvió a consolarse con la paja de Laura y entonces, mientras Marta cabalgaba sobre mí y yo le abría el culo con dos dedo, le pedí que se quitara el condón y la metiera en el culo de mi mujer. Marta paró en seco y me miró asustada. No le dije nada, la sujete fuerte y la forcé a moverse. Cuando mi compañero de follada se puso detrás de ella la paré.

Pude ver como el tío se acercaba y como la cara de mi mujer cambió al sentir la larga polla que le iba partiendo el culo a la vez que la mía seguía en el interior de su coño. Sentí un empuje en la parte de la polla que estaba dentro de ella, era señal que Fran había penetrado a mi mujer por el culo. Nos movimos intentando sincronizarnos y Marta gemía y se quejaba de dolor. Estaba totalmente rellena de carne. Fran no podía aguantar mucho. Empezó a acelerar y le provocó a Marta tal placer que gritó y gimió como nunca antes al sentir el semen de su amante llenarle el recto.

Fran no tenía fuerza para aguantar de pie y se fue dejando caer a un lado arrastrando a Marta. Mi polla salió de ella y él quedó sentado con mi mujer encima ensartada por su culo. Los dos gimoteaban y se besaban.

Laura había recuperado algo de fuerzas y se masturbaba en el otro sillón viendo como nos follábamos a su hermana. Me levanté y me fui para ella. Me tumbé en el suelo y ella se montó sobre mí rápidamente, se metió mi polla hasta el fondo y me cabalgó. Hice un poco de esfuerzo para no correrme hasta que ella tuviera su orgasmo. Vi como su cara cambió cuando empezó a sentir mucho placer en su coño. Chupé uno de sus pezones y fue como un resorte, automáticamente comenzó a gritar con espasmos por el placer. Agarré su culo y lo moví para que mi polla le frotara más aún su clítoris y ella gimoteaba y chillaba. Me tensé y empecé a descargar chorros estériles de semen que la llenaban por dentro. Nunca había sentido aquello y volvió a sentir un nuevo placer cuando la llenaba por dentro.

Marta y Fran quedaron descansando en el sofá mientras yo y Laura en el suelo nos besábamos y acariciábamos y sentí como mi polla salió de su coño cuando estuvo ya fláccida.

Desde entonces Fran y Laura están saliendo juntos y tenemos previsto que de vez en cuando nos juntemos para repetir estos intercambios de pareja. Eso si, Marta cree que no lo sé, pero los he espiado al salir del trabajo y los he visto follar a escondidas en el coche, pero ya lo contaré.