Entrego a mi esposa por primera vez

Después de tantos encuentros sexuales por mi parte, en mi cabeza empecé a germinar la idea de compartir a mi esposa Ana. 20 años de casados y con 50 años de edad, ella nunca había conocido a otro hombre en lo sexual más que a mí, pero eso cambiaría muy pronto; porque yo la empuje a la infidelidad...

Hace mucho que no les escribía. Los motivos son muchos, pero después de tanto tiempo, aquí les dejo esta historia del como termine entregando a mi mujer, con un viejo conocido y como la convencí de serme infiel, con mi consentimiento....

Una noche de lujuria como eran esas noche con Ana (mi mujer), mientras la penetraba, le pasaba el dedito por hermoso agujero de su culito el cual no había podido penetrar, le dije suave al oído si necesitaba algún juguete.... ella sonriendo me dijo que si......

A los días andábamos en unas vueltas por Hermosillo, cuando se me ocurrió decirle que porque no vamos a un sex shop, así te elijes algún juguetito. Ella acepto gustosamente, así que nos dirigimos a uno y le compre un hermoso consolador, grueso sobre todo y de 18 centímetros de largo.

Lo empezó a usar con cierta regularidad, ya que yo suelo viajar muy seguido por mi trabajo, ella siempre me decía cuando lo usaba. Un día mientras hacíamos el amor y me chupaba mi verga, yo le metía el consolador en la vagina. Entonces le dije:

- En vez del consolador desearías que fuera una de verdad, verdad?

En plena excitación me dijo que si…

Entonces le saque el consolador y le metí mis 12 centímetros de verga, estaba muy caliente y la tenía muy dura, en cambio ella, estaba muy mojada. Se notaba lo excitada que estaba. Tal vez era por el comentario que le hice y ella imaginaba que el consolador, era una verga de verdad.

Cuando dejamos de coger, empezamos a platicar y salió el tema del consolador...

Llegamos al acuerdo de salir una noche, ir al Club Obregón; una cantina popular de muchos años en el centro de nuestra ciudad y el cual es frecuentado por personas de todos los estratos sociales, políticos, nivel medio - bajo, uno que otro artista, prostitutas, homosexuales, estudiantes universitarios, de todo, con el fin de tomarnos unos tragos y bailar un poco.

El viernes siguiente, fuimos al Club Obregón y empezamos a tomar cerveza, ella iba con un vestido que le llegaba arriba de las rodillas, con un escote normal, zapatillas, el pelo suelto y un abrigo, ya que era en enero y hacia frio.

De vez en cuando ella iba al baño, yo me quedaba solo y viceversa, Pero cuando yo iba, trataba de tardarme lo más posible y desde el otro extremo, donde estaba el baño, veía si alguien se acercaba para invitarla a bailar o coquetear con ella. En una de esas que fui al baño, estaba yo observando del otro lado del salón, que una persona como de 50-55 años se acercó a ella, le extendió la mano para sacarla bailar y ella negó la invitación. Supongo yo, que le dijo que iba acompañada por su esposo. Pero el invitado inesperado hizo algo de plática a un lado de ella por un momento, después se retiró unos pasos, donde estaban dos personas más, que al parecer lo acompañaban.

Hice un poco más de tiempo y veía como ella cruzaba la mirada y medio sonreía con dicha persona.

Por fin decidí ir a la mesa de nuevo y cuando llegue, entre risas y con su cara roja me dijo:

-       No vayas a voltear, pero el hombre que está a tu izquierda, de camisa a cuadros, me invito a bailar… Pero no voltees.

Yo haciéndome el sorprendido le dije:

-       En serio? Te molesto, te dijo algo incómodo?

-       No, no, me dijo Ana, a quien ya se le notaba que se le habían subido las copas… No me molesto, pero me dio risa. Además no es mi tipo. Dijo ella.

Yo me hice el desentendido e hice que no me importo lo que me dijo y seguía sirviéndole cerveza, no dejaba que su vaso viera el fondo del mismo. Quería que agarrará presión, porque ya entonada por el alcohol, se pone caliente, más de lo normal.  En una de esas que veía hacía la pista, me percato que ella voltea hacía donde se suponía estaba “el galán” y sonríe y voltea a verme, creo que para saber si la había cachado en su coqueteo y entonces voltea hacía el lado donde estaba el personaje y vaya sorpresa que me llevo, ya que dicha persona es un viejo conocido llamado Martín, a quien conozco desde hace ya algunos años, cuando ambos andábamos de cuscos, en grupos de chats como Canal Sonora, Hermosillo y todo Sonora, etc. Le dije a Ana que lo conocía y que era un conocido de algunos años y me levante a saludarlo.

El al ver que lo salude y me levante del asiento, este se acercó inmediatamente a la mesa, con su sonrisa característica a la de un cazador de féminas. Cuando lo salude, le presente a mi esposa Ana . Le recalque el “Te presento a mi Esposa”.* No con el fin de alejarlo, más bien fue para que no me fuera a descubrir, en alguna de las andadas en las que nos vimos involucrados en el pasado. Cuando compartíamos mujeres de esos grupos de las incipientes redes sociales de nuestra ciudad Hermosillo. De hecho cuando le di el abrazo del saludo le dije rápidamente: “No la vayas a regar, es mi esposa”.***

El por su parte saludo de lo más amable a mi esposa y le dio un efusivo beso en su mejilla, como si se tratara de dos amigos, que tenían tiempo sin verse. Mi esposa también respondió con cierta efusividad el saludo y muy sonriente.

Yo para hacerme sentir y decirles “Hey aquí estoy!” , intervine en su momento de presentación y empecé por preguntarle por su vida, si todavía tenían el motel, por su esposa, su hija, etc. El igual, me pregunto sobre mi vida y mis actividades.

Para esos momentos, en mi mente ocurrían muchas cosas, pensaba que Martín había aparecido en el momento correcto. Yo sabía cómo se las gastaba y que era un cazador de mujeres. En su haber estaban primas, cuñadas, una suegra, amigas y desconocidas. Solteras, casadas, viudas, enfermeras, maduras, jovencitas, maestras de todos los niveles, de todo. Era un pervertido en lo que al sexo se refería. Por lo mismo mi mente daba vueltas, él ya le había echado el ojo a mi mujer, la tenía en su mira. Pero el que me conociera, no creo que le fuera a importar en algo. Era una mezcla de excitación y de temor. Hasta ese momento, lo que sabía yo, era que Martín era un irremediable “culiador de mujeres” .

Por lo mismo y con el fin dirigir bien mis intenciones sexuales, de compartir a mi esposa Ana, le hice el comentario que actualmente estaba trabajando en otra ciudad, a tres horas de donde vivía con mi familia. Él se interesó mucho en ese punto, me preguntaba que si cuanto tiempo pasaba fuera de la ciudad, que hacía (como si le interesara mucho), pero sobre todo, pedía muchos detalles del tiempo que duraba fuera. Yo “amablemente” le daba la información correspondiente, con el fin de que tuviera bien a bien, que mi mujer, pasaba esa temporada “sola”, a excepción de nuestros hijos; pero sola en la compañía de su hombre y en la cama.

En un momento de la plática me dijo:

-       Bueno Juan Carlos, fue un gusto saludarlos, los dejo para no molestarlos y bailen, la música está muy buena.

Yo le dije, que no había problemas, le pedí que se quedara acompañarnos a la mesa y el me respondió que no venía solo, volví a insistir y me lanzo un mirada y una sonrisa de complicidad. Entonces les dijo a sus amigos, que al rato iba con ellos. Y se sentó del lado izquierdo de mi esposa.

El grupo tocaba buena música y la pista de baile estaba llena de los parroquianos, en la mesa, el alcohol no faltaba. Martín sacaba platica de todo, reía y nos hacía reír, pero veía cierto interés en mi mujer, a quien le servía la cerveza, le hacía comentarios y no dejaba de verle las piernas. También noté que trataba de mirar más allá de su escote. Debo decir que mi esposa es una mujer de 50 años, mide casi 170 cms de altura, su talla de bra es 38D, no es delgada, pero tampoco es gorda. Es talla media.

Yo veía que Ana movía sus pies al compás de la música, con ganas de bailar, pero yo quería que mi amigo Martín le hiciera los honores y la sacara a bailar. A esas alturas, Ana ya estaba con el alcohol un poco arriba de lo normal, se veía muy risueña, a cada comentario que Martín le hacía, reía y de vez en cuando volteaba a verme, para saber mí reacción. En un momento de la plática y con el fin de descubrir hasta donde quería llegar mi esposa Ana y mi amigo Martín, les dije que me permitieran ir al baño y que no se fueran a ir a otra parte, sin mí; lanzando una carcajada como si hubiera contado un gran chiste y remate diciéndoles: “Si quieren, pueden ir a bailar una pieza en mi ausencia” .

Me levante y me fui rumbo al baño, entre y aprovechando que el baño estaba saturado, saque mi teléfono y me puse a revisar mis redes sociales, quería darles tiempo para saber que harían: Si Martín la invitaba a mi Ana a bailar y si ella aceptaba.

Tarde tal vez, unos 8-10 minutos y cuando salí mire hacía la mesa y vi que no estaban ni Ana, ni Martín. Interiormente me alegre, porque dije para mí: “La saco a bailar, signos de que le intereso mi mujer”. Así que a partir de ese momento trataría por todos los medios poner a tono a mi mujer.

Los empecé a buscar en la pista de baile y después de un momento los vi bailando abrazados. El grupo tocaba la canción de Nunca es suficiente con Natalia Lafourcade y Angeles Azules, lo cual era extraño, esas canciones no se bailan precisamente abrazados. Que quede a la sombra, porque veía que Ana volteaba al baño como buscándome o volteaba a la mesa para saber si ya había llegado. Me espere otra canción más. Para ese entonces ya habían pasado tal vez 15 minutos, más menos, por lo que salí de donde me escondía y me fui a la mesa. Al término de la tercera canción, regresaron a la mesa, Ana se sentó a mi lado derecho y Martín se disculpó para ir al baño. Al retirarse, Ana trato de explicarme su salida a bailar con Martín y me pidió disculpas. Me dijo:

-       Discúlpame Juan Carlos, yo no quería ir a bailar (seguramente me dije para mis adentros), el insistió en sacarme a bailar en cuanto me dejaste sola con él…

-       No te preocupes, le dije yo, me parece bien que hayas decidido ir a bailar con él, por lo menos le conozco. Aunque tampoco me hubiera molestado que hubieras bailado con otro en mi ausencia…}

-       Como? Dijo ella. Ósea que te vale que tu mujercita ande bailando con otros hombres?

-       Yo no dije eso, le respondí. Solo te digo que no lo veo como una traición o un abuso contra mí. Está bien, vinimos a divertirnos y pasarla bien. No le veo nada de malo que hayas bailado con Martín.

-       Que conste, eh? Me dijo con una mirada y una cara de maldad y vicio. Que conste, tú lo dijiste! Asentó.

-       Porque dices eso? Pregunte…

-       Es que Martín me dijo, que si no había problema contigo, deseaba seguir bailando conmigo y como a ti no se te da mucho esto del baile, pues espero no te enojes si vuelvo a bailar con el…

-       Está bien mamacita, no me voy a enojar, al contario, me alegro que te diviertas…

-       Mamacita? Y eso de “mamacita”? De dónde? Jamás me dices así…

-       Que tiene que te diga “mamacita”? Para mí lo eres, el vestido se te ve genial, tus piernas y tu escote, se te ven deliciosos. Cualquiera de los presentes quisiera bailar con tan linda mujer. Además, que no sabes que estas en esa edad, en que las mujeres, son apetecibles hasta para los jovencitos? Les llaman MILF…

-       Les llaman como?

-       MILF!!! Le dije

-       Que es eso? Me respondió

-       Pues que eres una mujer madura, con 50 años, que es deseable para muchos hombres, de menor y mayor edad, cualquiera quisiera tenerte donde te tengo yo en las noches y donde te voy a tener al rato...

-       Cállate simple! Capaz y escuchen los que están alrededor…

-       Jajajaja le dije, es la verdad. Estas bien rica “mamacita”

Ella se reía y en una de edad me planto un beso en la boca.

Estábamos en eso, cuando llego Martín y se sentó del lado izquierdo de Ana y dijo:

-       Que tal? De que me perdí? Porque tanta efusividad?

-       No, por nada dijo Ana, es que Juan Carlos es un payaso y le gusta hacerme bromas y me hace reír.

-       Que hiciste amigo, me pregunto Martín.

-       Nada, es que Ana es muy penosa y no le gusta que le diga lo que es…

-       Y que es? Pregunto Martín

Yo aprovechando la situación, las copas que ya se le habían subido a la cabeza de Ana, sabía que su libido estaba llegando a sus máximos niveles, mi excitación al pensar que mi Amigo Martín la quería hacer suya y el bulto que se le notaba en la entre pierna, le dije:

-       Pues que Ana no cree, que a su edad, aún levante pasiones entre los presentes. Se apena que le diga esas cosas y yo le digo que hasta dos, que tres morritos que andan aquí, la voltean a ver cuándo ha ido al baño o andaba bailando contigo

-       Martín soltó la carcajada y le dijo: “Eso es cierto, también lo hice yo y lo noté cuando bailábamos….”

A Ana se le noto que dichos comentarios, los míos y de mi Amigo Martín, le causaron algún tipo de efecto. Se levantó y dijo, “Ahorita regreso, voy al baño, disculpen”

Se levantó y agarro rumbo al baño, mientras Martín no le quitaba la vista de sus nalgas, yo también la vi retirarse y de reojo veía como Martín no le quitaba la vista.

Seguimos platicando cosas del pasado, de cuando andábamos de culiadores ajenos y me preguntaba por tal o cual mujer. Me contó de algunas que se cogió y otras cosas más.

Antes de que llegará Ana de vuelta, me pregunto que si porque no bailaba y le conté de un problema que tuve en una rodilla y no me permitía bailar. Entonces me dijo:

-       Entonces “me prestas a tu mujer” para bailarla?

Sé que su comentario llevaba jiribilla, con doble sentido

-       Yo le respondí que sí, mientras ella quisiera, no tenía problema.

Al rato regreso Ana y Martín no le dio chanza de que se sentara y la volvió a invitar a bailar, ella volteó a verme, como extrañada, como preguntándose que pasaba. Me vio extrañada y le dije:

-       Vayan, vayan, yo acá los observo… y le sonreí

Se fueron a la pista y yo me quedé viéndolos, observándolos en su baile. De vez en cuando ella volteaba a la mesa y me regalaba una sonrisa. Pero para la tercera canción, notaba que se decían cosas al oído, ella reía y escondía su cara en el pecho de Martín. Luego ella le decía algo y Martín también sonreía. Después el grupo toco una canción romántica y ella se acurruco en su torso. Hasta cierto punto, sentía celos, pero también una excitación por ver a mi esposa bailar con otro hombre y el cual sabía, ya le había echado el ojo.

Bailaron 5 canciones, cuando regresaron a la mesa, Ana venía muy ruborizada y Martín me vio con una cara de triunfo. Seguimos tomando y al rato, Ana me dijo que quería bailar conmigo. Nos levantamos y fuimos a la pista. Cuando estábamos bailando mi mujer me dijo:

-       Tu amigo, es medio pasadito, no?

-       -Porque? Respondí

-       Porque cuando estamos bailando, me confeso, su amigo le hizo algunos comentarios sobre su vestido, lo bien que se le veía el escote y sus piernas.

-       Me pregunto que si que talla de brasier usaba y si no me gustaba andar sin ropa interior. Me dijo que a él lo enloquecían las mujeres que no usaban ropa interior.

-       Me pregunto si pasabas mucho tiempo fuera de la ciudad. Yo le dije que hasta solías pasar dos o tres semanas, dependiendo tu trabajo.

-       Me dijo que si no se me hacía mucho tiempo para estar sin compañía de mi hombre y que si como le hacía en tus ausencias… Fue muy atrevido.

-       Y tú que le dijiste? Le pregunte, con cara de supuesto enojado…

-       Pues no supe que responder unas cosas y otras si se las respondí, porque insistía mucho.

-       Como que le respondiste y que no? Le pregunte

-       Por ejemplo, dijo Ana, le dije que tú me habías comprado un vibrador y que en los días que te necesitaba, lo usaba en tu ausencia. Pero después me pregunto, si el consolador era más grande que tu pene o al revés. Yo no quería responderle eso, porque me estaba dando pena y a la vez me empecé a excitar y créeme, que ahorita estoy muy excitada!

-       En serio? Le dije. En serio estas excitada por lo que te dijo?

-       No solo por lo que me dijo, también por lo que sentí cuando bailábamos en mi estómago…

-       Que? A poco sentías mariposas? Le dije entre risas

-       No, tonto! Me dijo. Sentía su cosa que me la restregaba en mi panza y parece que la tiene grande y gruesa, porque no dejo de restregármela. No viste cuando en un momento del baile se posó detrás mío?

-       No! Le dije.

-       Pues ahí me restregó “su cosa” entre mis nalgas, creí que me la quería meter ahí mismo… Por favor vámonos, porque ya estoy muy excitada y quiero estar contigo…

-       Entonces, mi amigo te excito? Pregunte

-       No, no el, bueno si, fue él o sus preguntas o….

-       O que? Le dije yo…

-       Pues su cosa… Y puso una cara de inocente…

-       Su que? Le dije yo, que es su cosa? Preguntaba como si no supiera a que se refería…

-       A su cosa, me dijo

-       Pero que es su cosa? Me hacia el güey

-       Pues su pene, me dijo. Su pene, me excitaba mucho que me lo restregara en el estómago y atrás, en mis nalgas… Vámonos por favor! Insistió

Ahí fue donde di con el momento en el que quería tenerla, quería que estuviera excitada, quería que me pidiera la llevará a la cama y le hiciera el amor. Pero ese no era mi plan, en ese momento. Quería que se rindiera y me suplicara la llevara a coger, no hacer el amor, quería que me pidiera me la cogiera.

Le dije, Ok ahorita nos vamos, solo déjame ir al baño, antes de que venga Martín y quiera seguir con su plática y sacándote a bailar. Ella me dijo, yo también quiero ir al baño.

-       Ok le dije. Pero concédeme un deseo, cuando estés en el baño, trame tu pantaleta, quítatela, no sabes lo caliente que me vas a poner.

-       Estás loco o que? Me dijo ella

-       Ándale, no sea malita, le suplique

-       No, me dijo de nuevo

-       No quieres que me caliente yo también. No quieres que este muy excitado como lo estas ahora tú?

-       Si, dijo ella, pero como me la voy a quitar aquí, capaz que alguien se dé cuenta, estás loco y ya andas tomado.

-       Bueno, le dije yo, si no me traes tu pantaleta, le diré a Martín que te saque a bailar otra vez…

-       Está bien, está bien cabroncito, tu sabes lo que haces…

Entonces agarramos cada quien para los sanitarios, en eso vi venir a Martín y le dije;

-       Ahí te encargo a Ana cuando salga, yo voy al baño

-       Donde está? Pregunto

-       En el baño, respondí, ahorita sale…

-       Ok, acá te la cuido, me dijo con una sonrisa pervertida

Me metí al baño, orine y me quede un rato adentro, checando el celular, las redes sociales, para hacer tiempo y darle chanza a Ana que saliera primero. Cuando salí me quede parado a un lado del baño de mujeres, porque vi que mi esposa ya estaba con Martín, platicando y tomando en la mesa. Me hice el loco un rato, quería que Martín la volviera sacar a bailar. Eso no tardo mucho, porque vi que mi esposa se levantó junto con Martín, se tomaron de la mano como novios y se fueron a bailar.

Esta vez puse atención a los movimientos de Martín. Quería ver si se lanzaba contra Ana, como ella me había dicho.

Al rato los veía con risitas cómplices y vi, como la mano de Martín empezó a bajar por su cintura, creí ver, que le tocaba las nalgas. También note como se la repegaba con su pelvis cada que podía. Al rato estaba bailando ella dándole la espalda a Martín y este la abrazaba por detrás. Ella en momentos cerraba los ojos. Notaba como la mano de Martín, empezaba a recorrer la cintura de Ana; cuando se puso de frente a él, Martín la abrazo con sus dos brazos por la parte baja de la cintura, así tenía control sobre ella. En cambio Ana, paso sus dos brazos sobre su cuello y su cabeza la descanso sobre su pecho. De vez en cuando Ana me volteaba a ver y me guiñaba el ojo o me lanzaba besos. Después de unas canciones regresaron a la mesa, el acerco más la silla a ella, parecía que la pareja de mi esposa era él y no yo. Entonces acerque mi cara a su oído para darle un beso y le dije:

-       Nos vamos?

-       No, ya no, me respondió. Vamos a quedarnos un rato más y extendiéndome la mano, me dio su palma como saludándome y cual sería mi sorpresa, que me deposito en mi mano, su calzón. Cuando vi lo que era, no sé de que manera la vi, que me dijo

-       Eras la que querías, no?

-       Por supuesto, dije yo

-       Pues guárdamela, yo me la puse en la bolsa de la chamarra de la manera más discreta.

Seguimos ingiriendo alcohol Ana y yo, Martín dejo de beber y se pidió una botella de agua. En uno de los momentos, llego la mesera, una señora mayorcita en edad, pero graciosa y me pregunto si queríamos más bebida, le dije que sí, pero como dije, solo para Ana y para mí, ya que Martín ya no quiso beber alcohol.

Cuando regreso con las cervezas, vi que la señora le lanzo una mirada con una sonrisita a Martín y con los ojos le señalo algo hacia las piernas de mi mujer, fue entonces que me percate que Martín tenía su mano sobre el muslo de mi esposa, no se desde cuando la había puesto ahí. Ana no decía nada, como si la mano de mi Amigo Martín no estuviera ahí o simplemente, no se había percatado. Martín solo esbozo una sonrisa a la mesera y esta se retiró con una sonrisa en sus labios, como previendo lo que ocurriría esa noche, entre él y mi esposa.

Las pláticas siguieron entre ella y Martín, risas cómplices, juguetonas, tal vez hasta calientes, conozco a mi Amigo.

Faltando como media hora para el cierre del local, Ana me acerco su boca al oído y me dijo:

-       Dice “tu amigo”, recargando la voz en ello, que si le podemos llevar a su casa, porque sus amigos se fueron y no trae carro.

-       Si, claro, le dije.

-       Otra cosa, donde dejaste mi calzón?

-       Aquí lo tengo en la bolsa. Lo quieres? Pregunte

-       No, ahí cuídalo, creo que esta noche ya no lo necesitare y soltó una carcajada… No me preocupa “tu amigo” (otra vez ese tonito), ya sabe que no traigo nada abajo. De hecho me dijo que si no traía calzones, para que traía brasier. Y me recordó de nuevo, lo mucho que le excitan las mujeres que no usan ropa interior!

Yo me quede con cara de WTF???

-       Pero como se enteró que no traes calzones? Pregunte

-       Yo le dije cuando estábamos bailando, por eso me restregó su vergota por todos lados, no lo notaste?

Yo estaba mudo por cómo se desarrollaban las cosas. Sentía un nudo en la garganta, una especie de celos, pero mi verga se estaba poniendo dura y parecía que quería reventarse. Después me dijo

-       Ahorita vengo voy al baño, se levantó y salió casi corriendo al baño.

No había pasado nada de tiempo, cuando venía de regreso, Martín solo alcanzo a decirme

-       Juan Carlos, donde la vamos a seguir ahorita? O ya no la van a seguir. Ana me dijo que quería seguir la fiesta…

-       Yo le dije que no había problema, que en el carro traía un 12 de Micheloub Ultra y que por ese lado no había bronca.

Cuando mi esposa llego hasta la mesa nos dijo

-       Nos vamos ya?

-       Claro! Dijimos los dos

Yo me puse del lado derecho de mi esposa y Martín inicialmente caminaba detrás, pero nada más al salir del Club Obregón él se puso del lado derecho de mi esposa y yo del izquierdo. Llegamos al vehículo y ella se subió al frente como copiloto y Martín detrás de Ana. Cuando ella se sentó, abrió la la puerta de la guantera y volteando hacía mí, con una risa, que nunca le había visto, metió su brasier y me pidió le entregara su calzón. Lo saqué de mí bolsa y se lo entregué. Pero estaba sorprendido, porque a eso había ido al baño a quitarse el bra, para darle gusto a Martín. Las cosas definitivamente estaban girando muy rápido. Encendió la radio y puso la estación de radio Stereo 100, música en inglés.

Después volteando hacía nuestro visitante, le dijo que si para donde seguía la fiesta y Martín le dijo, que a donde quería ir ella. Ella respondió

-       Quiero ir a un lugar donde pueda divertirme, bailar, pero solo los tres, sin más gente.

-       Sé a dónde ir, dice Martín y me ordena enfile hacia el norte de la ciudad

Durante el trayecto mi amigo Martín me fue indicando que ruta tomar. Pero ocurrió algo, que me sorprendió mucho más, de lo que hasta ese momento había visto. Mi Anita, se abrió su abrigo y se sacó las tetas por arriba del escote del vestido, dejando al descubierto sus pechos y eufórica bailaba al ritmo que en la radio deslizaban.

Yo cuando vi ese hermoso espectáculo,  no supe cómo reaccionar y lo primero que hice, fue agarrarle su seno izquierdo y sobarle su pezón. Pero quien tampoco perdió tiempo, fue Martín quien volteo a verme, pidiendo mi autorización y sin dársela, metió la mano por el lado derecho y le apaño la teta derecha. Mi esposa estaba bien salida, bailaba y gritaba con sus tetas al aire. Después quite las manos para seguir manejando y nuestro pasajero aprovecho para pasar su mano izquierda al frente y así agarrarle las dos tetas de mi esposa. También aprovecho para subirle el vestido. Lo hizo hasta donde se empezaba a divisar su vagina peludita. En un momento el trato de meterle la mano entre las piernas de mi esposa, pero ella no se lo permitió y las cerró, así que le retiro la mano de su pubis, se subió el vestido y se cerró el abrigo. Pero eso no significaba que estuviera enojada, ella seguía con su fiesta y volteó hacía atrás y le guiño su ojo a mi amigo Martín.

Por fin llegamos a nuestro destino, un motel al norte de la ciudad, cuando llegamos y nos iban atender, Martín le dijo a la empleada que era el y la mujer lo reconoció y le dijo

-       Disculpe patrón, no lo reconocí

-       Entonces yo le pregunte ¿Es tuyo el negocio?

-       Es de la familia, mío solo, no.

Negocio redondo, pensé yo. Las caza en la calle y viene a cogérselas a su motel y quien le diga algo. Y en esta ocasión la presa sería mi esposa, que estaba irreconocible.

Entramos a la habitación e inmediatamente Martín prendió el televisor, Ana se sentó a un lado de la cama, yo en una silla y mi amigo, se quedó parado un momento. Después me pregunto:

-       No traías cervezas?

-       Si, respondí

-       Pues te estas tardando, porque Ana quiere una, verdad Anita?

Yo salí al carro para bajar la hielera y cuando regrese, Martín ya estaba sentado al otro lado de la cama y recargado hacia el lado en que estaba mi mujer. Yo saque tres cervezas y le di una a Martín, la abrió y se la paso a Ana muy caballeroso. Entonces empezamos a platicar. Más bien el empezó a preguntar, cuantos años teníamos de casados, cuántos hijos, etc. etc. Hasta que entro a los temas sexuales.

Nos empezó a preguntar sobre nuestra actividad sexual, cuantas veces a la semana lo hacíamos, si ya habíamos hacho tríos, si habíamos hecho intercambio de parejas. Casi todas las respuestas las daba Ana,

-       Tenemos 20 años de casados, sexo tenemos cuando él está aquí, siempre anda fuera por el trabajo. Pero no significa que cojamos como conejos. Nunca hemos tenido ni intercambio de parejas, ni tríos ni nada de eso. Es este enfermo que nada más anda pensando en sus perversiones, sabrá que hará en los lugares donde anda.

-       Jajajajaja soltó una risa Martín

-       En serio, dijo Ana. De una fecha acá, cuando tenemos sexo me insinúa que si me gustaría estar con otro, que me imagine que soy otro ek que se la está cogiendo, hasta me compro un consolador, más grande que su pene. Quiere que lo use cuando no estoy con el…

La interrumpí y dije:

-       También lo hemos usado juntos y dile a Martín como te lo he metido por atrás, mientras yo te la meto en la vagina…

Ana se sonrió y dijo

-       Oye, que te pasa? No cuentes esas cosas de nuestra intimidad…

Durante la plática, yo veía que Martín se agarraba la verga por encima del pantalón y se notaba que su bulto iba “increchendo”, diría el italiano… Pero Martín no perdía el tiempo en hacer preguntas, que pusieran más en tono a mi Ana y que fuera ella quien se entregará sola y le pregunto

-       Y tu que deseas “Anita”? Te gustaría probar otra verga, agarrándose su bulto descaradamente, para que Ana lo viera. Haz probado otra que no sea la de tu marido?

-       No, nunca he estado con otro más que con Juan Carlos. Él fue mi único novio… Le respondía Ana, entre risas y pudor, pudor que se iba perdiendo conforme avanzaba la charla. Ana, para darse valor, tomaba tragos de su cerveza constantemente.

-       No te gustaría saber que siente que otro te la meta? Así sabrías si te estás perdiendo de algo o no, No crees? Volvió a decirle Martín.

Ana entre risas y nervios, no respondía solo volteaba a verme, como esperando mi autorización. Pero técnicamente, yo solo era un espectador, ya que la plática era entre mi esposa y Martín. De pronto y sin que Ana se diera cuenta, mi amigo se abrió el pantalón y se sacó su verga. La cual era más grande y gruesa que la mía, no mucho, pero sí lo era. Se la empezó a acariciarla, ya estaba dura, no había duda y empezó hacer movimientos masturbatorios. Bajabas y subía lentamente su mano, sobre su pene. En una de esas nuestras miradas se encontraron y esbozo una sonrisa, como diciéndome: “esta noche me voy a culiar a tu mujer, cornudo”.

Cuando mi esposa se percató de lo que había hecho Martín, se le quedo viendo, pero no  a él, a su pene. Se quedó como hipnotizada, lo veía y claramente vi cómo se relamió sus labios, tal vez se le estaba empezando a antojar. Volteo a verme, como diciéndome: “Ya se la viste? La tiene más grande que tú y se me está antojando mucho!”. Yo solo sonreí, mi mente y mi verga estaban en un viaje, que ya no tendría regreso.

Ana de pronto dijo:

-       Esto se esta poniendo un poco caliente y me dijo a mí, pon algo de música para bailar un poco…

Martín me paso el control de la televisión y me fui al canal de videorola y estaba una canción romántica norteña. Martín se levantó, con su verga de fuera y le dijo a mi esposa si quería bailar, ella acepto y ambos se pararon. El la agarro de la cintura y la arremango hacía él.

Empezaron a bailar, pero mi amigo parecía un pulpo, trataba de acariciarla por todos lados. Cuando mi esposa me daba la espalda, Martín volteaba a verme y se reía. Ana en cambio, se había acurrucado en su pecho y tenía los ojos cerrados. Creo que era porque sentía su pene de fuera, que le estaba haciendo presión en su estómago… Eso creía yo. Porque en un momento determinado del baile, Martín me hizo una seña con sus ojos y se puso de lado, para que viera que mi esposa le estaba agarrándole la verga, la sobaba, con una masturbación lenta, al ritmo de la música.

Yo quería sacar mi herramienta en ese mismo instante y jalármela hasta correrme, pero solo me la acariciaba por encima del pantalón. Martín me vio y me dijo sin decirlo: “Ya se chingo”.

Poco a poco, Martín la fue acercando a la cama y ya estando a un lado, la sentó a la orilla de la misma y él se quedó parado, se agacho y le dio un beso en la boca, que mi esposa correspondió de igual manera. Después, este fue bajando por su cuello, una parte muy sensible de mi esposa y con su mano empezó a hurgar por encima del vestido, a tocarle sus senos; esos senos que tanto me gustan y excitan. Ella seguía con los ojos cerrados y disfrutaba lo que Martín le hacía. Le ordeno que se quitara el saco y después le desabrocho el vestido y le bajo la parte de arriba del vestido, la cual quedo a la altura de su cintura. El la recostó sobre la cama y empezó a sobarle un seno y el otro a metérselo a su boca. Se los chupaba o más bien se lo succionaba, mientras que sus dedos apretaban el pezón del otro. Posteriormente alterno con el otro. Se los chupaba y dejaba llenos de su saliva. En tanto Ana estaba entrando en calor, porque gemía ante las caricias que Martín le estaba propinando.

Después de un rato de estar estrujando y deleitándose con sus tetas, tetas que hasta ese momento solo yo las había disfrutado, Martín le pidió que se quitara en su totalidad el vestido, pero que se quedara con las zapatillas. Hay que recordar que la ropa interior, Ana ya se había despojado de ella, desde que estábamos en el Club Obregón.

Ella obedeció inmediatamente y se despojó de su vestido, quedando totalmente desnuda para quien sería su primer amante y el segundo hombre en sus 50 años. Debo decir en este punto, que mi esposa Ana, no es una Venus o modelo, ni nada parecido. Es una mujer normal. 176 de altura, tez morena clara, su cuerpo es cierto que no es el mismo de sus 20 años, pero tiene unos senos que para mí son deliciosos, talla 38D, algo caídos, entendible por el efecto de la gravedad y cuatro hijos. Tiene unas hermosas piernas y unas nalgas, normales. Ya no se depila el pubis, así que tiene algo de vello púbico. Hecho esta descripción, continúo con el relato.

Ella se quedó parada y Martín la empezó a observar, la rodeo, como viendo la mercancía que iba a adquirir. Le agarro las tetas, le amacizo las nalgas y hasta le dio una nalgada, que arranco de mi mujer un suspiro. Luego se puso frente a ella y le metió los dedos entre sus piernas. Ana empezó a gemir, y se apoyó con una mano en el hombro de mi amigo. Él le acariciaba su raja con el dedo medio de su mano derecha y luego le metió el dedo índice de su mano izquierda en la boca, mientras seguía acariciando su vagina. Ana agarro la mano que Martín usaba para meterle el dedo en su boca y tomo su dedo medio como si tomara una verga y empezó a meterse el dedo en la boca como si estuviera mamando un pene. Los dos estaban decididos a jugar su juego y yo era un espectador de primera fila. Estaba excitado, viendo como mi esposa se entregaba a otro hombre, después de mí. Pero lo estaba haciendo de una manera que parecía una profesional de la putería. Para ambos, yo no existía, no estaba presente, porque había notado que ya ni volteaban a verme.

Martín empezó acelerar la dedeada que le estaba dando a mi mujercita y esta estaba llegando a su primer orgasmo, porque así lo decían sus gemidos y sus espasmos. Tanto que tuvo que dejarse caer en la cama, se corrió irremediablemente, los dedos de su primer amante, estaban llenos de sus secreciones vaginales y ahí me lleve una nueva sorpresa de mi esposa. Tal cual lo hacen las actrices porno, agarro la mano con la que mi amigo lo había masturbada y empezó a chuparle los dedos, algo que yo le había ofrecido hacer antes y me lo había negado. Pero a su nuevo amante le estaba regalando un espectáculo digno de una película porno. Después y como ella estaba sentada en la cama y mi amigo estaba de pie y por si no lo recuerdan, con su pene de fuera, mi mujer le agarro su herramienta y primero la empezó acariciar. Después se la empezó a pasar por su cara, por su boca, se la restregaba por toda su cara y entonces Martín dijo:

-       Te gusta mujer? Te gusta mi verga?

-       Si, dijo Ana, quien seguía jugando con la verga de su amante en la cara

-       Porque te gusta mi verga? Pregunto Martín

Y por primera vez, que empezaron a jugar ambos, volteo a verme y le dijo

-       Porque la tienes más grande que la Juan Carlos

-       Voltea a verme, mírame a los ojos cuando me hables, vuelve a decirme porque te gusta más mi verga, que la de tu marido?

Y en un estado éxtasis le respondió casi a un grito

-       PORQUE LA TIENES MAS GRANDE QUE MI MARIDO

Después Martín le dijo

-       Díselo a él, velo a los ojos y dile claramente porque te gusta más mi verga que la de él, ordeno Martín

-       PORQUE LA TIENES MAS GRANDE, ESTA MAS GORDA Y PORQUE SE QUE ME VA DAR UNA BUENA COGIDA ESTA NOCHE Y TAL VEZ OTRAS MAS!

Mientras mi mujer seguía mamando su verga, Martín se empezó a despojar de su camisa y mi esposa le bajo el pantalón a los tobillos, le ayudo a quitarse los zapatos y después los pantalones y una vez conseguido eso, siguió en cuclillas mamando su verga y en una de esas, volteo hacía donde estaba y me miro diciendo:

-       Así querías ver a tu mujercita, como toda una puta? Mira que rico se la chupo, esta gruesa, grande y bien dura, te gusta como lo hago? Se agarraba una teta, se metía la mano para acariciarse la vagina, pero con su otra mano, no soltaba la verga de su amante.

Después Martín le ordeno que se subiera a la cama y se abriera de piernas y dijo:

-       A lo que viniste, a recibir una buena ración de verga, para que veas la diferencia entre tu esposo y yo.

Yo debo confesar que estoy plenamente enamorado de mi esposa y que es el amor de mi vida, definitivamente, pero el solo hecho de imaginarla siendo poseída por otro hombre me excitaba muchísimo; y este día había llegado,  cumplir esa fantasía y lo estaba disfrutando en verdad, pero creo que Ana, también estaba maravillada y sumamente excitada por el momento. Al parecer ella era la más feliz con mi deseo.

Ana se acostó boca arriba, abrió sus pierna y con se empezó a frotar su vagina, que estaba mojada como nunca. Martín saco de su pantalón un preservativo y aquí vino otra sorpresa para mí, una más en la noche. Ana le dijo al segundo hombre en la vida que tendría entre sus piernas:

-       No, no te pongas el condón, si le voy a poner los cuernos a mi maridito, que se así, sin preservativo. Él quería que otro hombre me cogiera, pero las condiciones las pongo yo. Y no quiero que te pongas condón.

Martin lanzo una sonrisa victoriosa y dijo

-       Así me gustan las mujeres, si van andar de putas, que lo hagan bien. Y si quieres que te la meta sin condón, te la meteré y te llenaré toda con mi verga.

Se agarró la verga y la blandeo cual espada sobre mi mujer y se dispuso a poseerla. Le metió una almohada debajo de su espalda, él estaba parado a un lado de la cama y mi esposa acostada, con sus piernas abiertas, listas para recibirlo. Entonces, mi amigo se agarró la verga con una mano y con la otra le alzo una pierna y volteo a verme, esperando que le diera mi aprobación y yo solo atiné a decirle:

-       Cógete a mi esposa…

-       Seguro? Me dijo

-       Si, seguro

El nuevo amante de mi esposa empezó a pasar su verga por la panochita de mi esposa, que estaba totalmente mojada, jugaba con los labios vaginales de mi mujer y de paso lubricaba su mástil, para que entrara lubricado y sin ningún contratiempo, ya que como les dije, él tiene su verga más gruesa que la mía.

Ana desesperada le dijo que quería que le metiera la verga ya

-       Métela ya! La necesito adentro, grito Ana

Entonces su nuevo amante, puso la cabeza de su verga en la entrada de su vagina y lentamente empezó a meterle la reata, como disfrutando cada centímetro.

Ana, empezó a gruñir a cada centímetro que avanzaba Martín y no dejaba de verlo y a animarlo para que la metiera. Cuando hubo metido toda su verga en la vagina de mi esposa, se quedó un momento sin moverse, como disfrutando esa victoria sobre mi esposa y sobre mí. Entonces mi esposa, le dijo:

-       Que? Ahí te vas a quedar?

-       Espérate mamacita, ahorita te empiezo a dar lo tuyo…

Entonces Martín inicio un lento mete saca, despacio, lento. Como queriendo acostumbrarse al interior de mi mujer, ella gemía y él le decía que estaba bien rica, que la estaba llenado…

-       Que rico la siento, que rico entra, dale duro, la necesito, por favor

-       Pídemelo como la puta que eres! Le ordeno Martín

-       Por favor méteme tu verga en mi caliente panocha mi dueño, quiero que el cornudo de mi marido lo que es un macho de verdad y quiero que se vaya enterando que tan puta puede ser su mujer…

El alcohol y la calentura habían cambiado a mi mujer, porque estaba desconocida para mí. Usaba un lenguaje desconocido para mí

-       Aaaahhhh Martincillo que vergota tienes, como me llena.

-       Toma puta, que rica estás. Le decía el

-       Cogeme, cógeme duro papacito

-       Dime, le pregunto Martín, ¿que soy desde ahora para ti?

-       Vas a ser mi macho, mi culiador, el que le pondrá los cuernos, al cornudo de mi marido

-       También vas a ser mi puta

-       Si quiero ser tu puta, respondía mi Ana, mi inocente Anita

Hablaba como nunca lo había hecho, el placer al parecer era enorme, sentía podía sentir y escuchar como entraba y salía de mí mujer. Tomó sus piernas y las puso sobre sus hombros, su verga entraba más profundo, la movía lento, entraba y salía y Ana solo gemía de placer disfrutando las penetraciones.  Así estuvo un rato, después Martín la cargo sin sacársela, la hizo brincar sobre su verga, ella lo disfrutaba y lo demostraba con la forma en que se dejaba caer sobre su verga, pero era inevitable que el orgasmo hiciera acto de presencia. Y mi esposa exploto y algo que nunca había pasado conmigo, fue ver como chorreaba sus líquidos sobre la verga de su nuevo macho.

-       Que bien coges, eres el rey de la verga! Dijo ella.

Después de eso, la hizo ponerse de perrito y se la volvió a meter, comenzó a meter y sacar muy rápido, yo estaba extasiado con ese espectáculo, era la mejor película porno que había visto hasta ese momento y la actriz principal era mi esposa, su vagina era un mar de placer, se escuchaban los escarcheos que produce lo mojado de su vagina, con el golpe de las nalgas de ella y la pelvis del culiador. Martín era un buen macho, ya había aguantado muchísimo, pero había llegado su turno y de un golpe se la saco, le ordeno que se volteara y descargo toda su leche en su cara y sus grandes tetas.

Ana abría la boca para recibir lo que podía de esa leche caliente. Martín se masturbo hasta sacarse la última gota de su semen y ahí recibí una sorpresa más. Mi santa mujer hizo algo que jamás hizo conmigo, se dirigió a Martín y le dijo:

-       Acuéstate aquí mi chulo, voy a limpiarte tu vergota.

Martín se dejó caer bica arriba sobre la cama y ella, como buena afanadora empezó a limpiarle su flácida verga. La chupaba y se tragaba todo lo que encontraba. Lo hizo hasta que la dejo totalmente limpia.

Y como si yo no existiera, mi mujer se acostó a un lado de mi amigo, su nuevo amante y su corneador, y lo abrazo como lo hace conmigo, subiendo una de sus piernas en el cuerpo de Martín.

Yo me quede ahí, sentado, como mudo espectador. Observando a esa nueva pareja. Creo que  por los efectos del alcohol, ya me quede dormido y alrededor de las 7 am, mi esposa me despertó con un beso en la boca y me dijo,

-       Despierta dormilón, hay que irnos a la casa…

Mire alrededor, Martín ya no estaba y mi mujer estaba desnuda, con la toalla en la mano, para meterse a asear… Me agarró mi verga, la cual estaba flácida y me dijo:

-       Lástima que no esté como debería, para haberle dado una buena mamada y sacarte la leche que traes, porque cogida no te iba dejar, traigo toda inflamada y rosada mi panochita… En la noche vemos como sigue y te agradezco el regalo de hoy.

Y se metió a bañar, mientras yo la esperaba para irnos a casa…

Esta historia continuara…