Entregando a mi novia a un pervertido (1)
Dejo que el viejo verde de mi vecino disfrute del cuerpo de mi novia como le de la gana mientras ella duerme plácidamente.
Buenas tardes a todos. Lo que os voy a contar es una de las cosas más exitantes que he hecho en mi vida, si bien en parte no fui más que un mero espectador. Primero me presento. Me llamo Carlos, tengo 27 años y vivo en el sur de España. La protegonista de la historia es mi novia, una chica morena de 22 años llamada Laura. Desde hace un año vivimos juntos en un apartamento que tengo en el centro de mi ciudad. Ella está cigamente enamorada de mi, y en ningún momendo dudó cuando le propuse mudarse conmigo. Ella es una chica preciosa y manejable –ahora me entenderéis–. Mide 1,57, pesa unos 50 kilos, es morena, pelo larco oscuro, ojos marrones y tiene unos preciosos pechos de la talla 90 con pezones marrones y pequeñitos. Además, pese a ser delgadita, tiene un buen culo que ha ido tonificando con trabajo en el gimnasio.
Conociendo ya quiénes somos, paso a relatar como empezó todo. A los pocos meses de estar viviendo juntos nos encontramos un día subiendo las escaleras a mi vecino del primer piso (vivimos en el tercero). Se trata de un señor mayor de 66 años llamado Luis. Viudo desde hace tiempo, es una persona de aspecto descuidado que siempre da la imagen de ducharse poco, algo que al estar cerca y olerlo puedes comprobar por desgracia. Aquel día, de verano, justo él bajaba a la calle y nostros subíamos. Yo iba delante y mi chica detrás. Aquel día llevaba un top escotado y una minifalda blanca de amplio vuelo. Yo pasé bien, pero al llegar ella, y siendo mi vecino un hombre obeso, me giré y noté como él estrechaba queriendo el espacio entre su cuerpo y el de Laura. Ella, inocentemente, se puso de perfil para pasar dándole la espalda. Gran error por su parte. Justo cuando se cruzaban Luis apretó más y dejó que su cuerpo prácticamente estrujase al de ella, que seguro notó la polla tocando su culo. Ella no pensó mal. Incluso se disculpó con él antes de subir deprisa. Otro error, pues con su rápido caminar por los escalones Luis pudo ver bien su ropa interior, aquel día un tanga blanco que realzaba su culito. Fue un instante, pero pude notar como se relamía el muy pervertido.
Lo cierto es que el comportamiento de mi vecino no me sorprendió. Por la calle ya lo había visto siguiendo a chicas para ver si conseguía algo, e incluso un día lo pillé charlando con una chica del mismo bloque que iba al instituto. Lo que sí me causó impresión fue la erección que tuve al ver como se había aprovechado de mi novia, que ingenua se había dejado abusar por ese degenerado. Estuve días dándole vueltas mientras mi vecino parecía haberse obsesionado con mi chica. Casi todos los días estaba atento a cuando ella llagara del trabajo para bajar al portal, saludarla y ver cómo se contoneba su cuerpo escaleras arriba; y ya si iba en falda, pues darle una alegría a la vista.
Así pasaron los días hasta que una mañana (trabajo por las tardes) llamaron a la puerta. Era él. Se le veía nervioso y sudando. Le pregunté qué pasaba y me dijo que quería proponerne un trato. Intrigado lo dejé pasar. Ya en el salón me dijo que era sobre mi novia. No me extrañó. Le dije que ya había notado cómo la miraba. Se hizo un silencio y me explicó lo que quería: "Mira, soy viudo, jubilado y no tengo cargas en las que gastarme la pensión. Si me dejases jugar un rato con tu chica (sin que ella lo sepa) podría darte un dinero que podría venirte bien para gastos". Me quedé de piedra. Quería aprovecharse de ella, pero aún no sabía cómo. Le comenté que cómo no iba a enterarse ella. Su respuesta: "tengo pastillas para dormir. Si le das una un rato antes de que venga, no se dará cuenta de nada". No salía de mi asombro. Acaba de proponerme violarla dormida. Empecé a sudar. Sabía que estaba mal, pero me exitaba la idea de que ese viejo verde se aprovechse de ella. Se hizo un largo silencio y me dijo: "esterá en casa, piénsate la respuesta". Y se fue.
Yo no pensaba en el dinero. Me había quedado de piedra y muy cachondo. Me la imaginaba en nuestra cama, dormida y sin saber que el vecino venía a meterse dentro de ella... Además, aunque ella era una chica inocente, hacía semanas que me había comentado que Luis la miraba mucho y que le parecía un guarro, que le daba hasta un poco de miedo. Con todos esos ingredientes, tomé la peor decisión. Bajé dos días después a casa de mi vecino y le dije que aceptaba. Su cara se iluminó. Le pregunté que cuando tendría las pastillas para dormir. Me dijo que ya las tenía, que esa noche podría ser. Le comenté que Laura iba al gimnasio y que llegaría a eso de las ocho de la terde, Me respondió que sin problema, que se las diese para cenar y que luego lo avisase.
Como esperaba, Laura llegó a las ocho y se fue a la ducha. Yo estaba muy nervioso la verdad. Le ofrecí vino y me dijo que sí. Era el momento. Eché dos copas y a la suya añadí las pastilla molida que me había dado Luis. Salió y solo se puso un camisón muy cortito sin sujetador y con unas braguitas negras semitransparentes. Lucía espectacular, casi como si supiera que en unas horas vendrían a contemplarla. Cenamos y al poco rato me comentó que tenía mucho sueño, que no me enfadase pero que se iba a la cama. A esa cama en la que en un rato la usarían. Pasada una interminable media hora (tiempo que me dijo mi vecino) fui a buscarlo. Estaba preparado. Subimos rápidamente y entró en mi casa. Lo conduje hasta mi habitación y encendimos una lampara pequeña. Ahí estaba Laura, relajada, descansando, sin saber lo que se le venía encima. Luis dijo: "zorrita, voy a darte polla hasta hartarme". Yo, lejos de enfadarme, me puso aún más cachondo.
Él la contempló unos segundos, pero no estaba ahí para perder el tiempo. Se acercó a la cama y se desnudó por completo. Tenía un cuerpo más que desagradable. Además, por su olor, claro estaba que llevaba días sin ducharse. Mi chica, de estar despierta, se habría muerto del susto; sobre todo porque el muy cabrón tenía una polla bien grande. No sabría decirlo con exactitud, pero podrían ser 20 centímetros de largo por 7 de ancho. Ahí me arrepentí un poco. Ha hecho siempre la ha dolido el sexo anal, y ahora ese cerdo seguro que querría clavarle su porra.
Sin más dilación se echó sobre ella y empezó a besarla en la boca obligándola a recibir su asquerosa lengua mientras las manos la recorrían entera. Las piernas, el culo, las tetas... todo era sobado por ese guarro al que había servido en bandeja a mi chica. Mientras la manoseba no paraba de insultarla y de decirle que iba a rellanarla de leche, que iba a usar todos sus agujeros y que era toda una puta. Poco tardó en sacarle el camisón y comenzar a saborear sus tetas sin delicadeza alguna. Las chupaba fuerte, las estiiraba y mordía sus pezones mientras ella ponía cierta cara de angustia. Estaba dormida y no despertaría, pero quizás le estaba doliendo un poco. A él le daba igual. estaba totalmente loco. El cuerpo de una jovencita se prestaba a que dejase salir sus más sucios instintos. Y vaya si lo hizo. Tras dejar sus tetas bien colocaras y con los pezones a reventar, le quitó las bragas para olerlas y posteriormente tirarlas al suelo. Si con las tetas tuvo poco duidado, con el coño se sació. Lo chupaba, lo mordía, lo lengüeteba... Así estuvo hasta que hizo algo que no esperaba: con la palma de la mano abierta empezó a darle azotes mientras ella soltaba grititos de dolor. Era todo un sádico.
Cuando ya se lo había dejado rojo, se separó para poner sus piernas sobre sus hombres y dijo: "no te he dilatado porque quiero que sientas bien como te rompo el coño. Además, si te duele qé vas a hacer", mientras soltaba una carcajada de loco. Así, apuntó su inmunda polla a la vagina depilada de Laura para follarla. Le costó, pese a que estaba humeda por el trabajo, estaba muy cerrada; pero a base de insistir lo logró. Yo estaba tan cachondo que ni me había percatado de que lo estaba haciendo a pelo. Luis empujó y empujó mientras Laura hacía muecas de dolor hasta enterrarsela entera. Ahí volví a asustarme. ¿Y si la debaja embarazada? ¿Y si se despertaba? Continuará...