Entregando a mi esposa por primera vez

Relato escrito a dos manos, entre mi esposa y yo. Sin ninguno saber lo que va a escribir el otro, porque no lo hemos hablado. Después de mucho batallar con ella, conmigo, ella con ella y conmigo, damos el paso a lo que podía ser el abismo o al placer supremo y mi reflexión, ¿un cornudo nace o se hace?

VERSIÓN MASCULINA

Me llamo Pablo, tengo 44 años, físicamente normal en todo, incluida mi polla, muy normalita pero le daba buen uso. Mido 1m 75. Juego todas las semanas a fútbol, para que la tripa no se me eche a perder. Los de mi alrededor dicen que soy un tío abierto, simpático y un punto bromista.

Mi esposa se llama Begoña y tiene 42 años. Mide 1m 70. Físicamente muy bien y no es que lo diga yo solo, cuando muchas veces viene a recogerme después del fútbol, me hago el loco pero veo cómo la miran el culo y si lleva escote el mostrador que enseña, que es magníficamente hermoso y grande. Se quedó así después de un parto doble.

Soy un consumidor ávido de relatos y videos porno. Poco a poco se me metió en la cabeza que quería ver a mi mujer bien follada, pero no por cualquiera, por un tío que estuviera bien y que tuviera un señor POLLÓN. Soy persistente y tenía que conseguir que mi mujer aceptara ir a un local de parejas, a un sex shop o con alguien a la aventura.

Empecé con suavidad, conocía a mi esposa y no quería que se asustara. Quise que leyera relatos, que viera alguna película conmigo pero pasaba. Teníamos baches de convivencia, no que nos peleáramos, nuestros trabajos eran muy normalitos, algunas veces aparecían gastos imprevistos, la ponían de los nervios y había pocas ganas de juerga, además estaban los niños, que ya se enteraban de todo y eso a Begoña la cortaba muchísimo.

De todas maneras empecé a introducir en nuestros encuentros sexuales, pinceladas de que alguien que la había visto me había dicho que cada día estaba más buena. Que era una pena que con ese cuerpo nada más la pudiera follar yo. Que se imaginara que otro tío mientras me la estaba follando le acercaba un pollón a la boca. Me decía que no le gustaba que dijera esas cosas, pero se ponía chorreando y sus orgasmos eran mayores que cuando lo hacíamos normal.

A los tres meses ya la tenía en el bote y un fin de semana dejamos a los niños con la familia. Fuimos a un sex shop, fue un desastre porque a ella no le gustó, decía que se sentía un trozo de carne. Jugué bien mis cartas y fuimos a un local de parejas, según internet el mejor valorado de donde vivimos. Otro fracaso y lo paso mal, no se quedó bien.

Sin decirle nada me puse a buscar por anuncios a un tío que reuniera las condiciones, me llovieron los correos y todos dispuestos a follar ya, eso fue lo que me mosqueo, nada de preámbulos ni nada. Sabía que no le gustaría a Begoña. Mis intentos eran un paso hacia delante y dos o tres hacia atrás. Porque Begoña tampoco quería que nadie se enterase, tenía muchos miedos. Lo bueno es que todos los tíos aceptaban sin rechistar mis condiciones y las de mi esposa.

Para situarnos lo que voy a contar sucedió cuando tenía 39 para 40 años y mi esposa 38 recién cumplidos. Al equipo de fútbol uno de los amigos trajo a un chavalote imponente, un armario empotrado. Se llama Ángel y era más joven que todos nosotros. Estaba haciendo el MIR, me pareció entender que el primer año. La edad exacta no la sabía, pero quien lo trajo nos comentó que era un cerebrito, que aprobó todo a la primera y con unas notas acojonantes. En principio parecía seco hasta decir basta y jugando, en las entradas, cuando te chocabas con él, era como darse contra un muro.

Una vez que nos conocimos y vimos que era un cachondo y a todos nos caía bien. No era de nuestra ciudad y no la conocía bien. Por mi trabajo yo era como un taxista, no me hacía falta GPS, conocía la ciudad como la palma de mi mano. Todos se cambiaban en los vestuarios menos yo, que como no vivía lejos, prefería darme la ducha en mi casa. Hasta que un día por cuestión de prisas, me tuve que duchar en los vestuarios porque luego no me iba a mi casa.

Ese día vi a Ángel desnudo de espaldas, un culo perfecto, unas patorras musculadas y se metió en la ducha, cuando salió me quedé atónito, su polla en flacidez era más del doble de la mía y el primer tío que veía con los huevos depilados. Esa visión me trastorno porque me vino a la mente Begoña. Hasta que llegue a mi casa no deje de pensar en esa polla empalmada que mediría.

Desde ese día a mi esposa no dejaba de hablarle de Ángel y del pollón que tenía el pájaro. Me pregunto la edad y cuando le dije lo que creía, me soltó que ni de coña se iba a acostar con alguien 14 años más joven. Se cerró en el no. De todas maneras mi persistencia la convencería y había que tener todo preparado para cuando ella accediese por lo menos a conocerlo. Cada vez me fui acercando más a Ángel que eso por mi profesión es fácil y tengo un don. Pensaba que ya era el momento de tener esa conversación con él.

Un día le comente que a la hora de comer estaría cerca del hospital donde trabajaba y me dijo que le avisara para comer juntos, que así era menos aburrido. Lo que quedamos le llame, me dijo en el bar donde esperar y allí me fui a coger mesa. Estaba bien y era un sitio de los que había menú del día, mejor imposible. Escogí la mesa más apartada. En los postres ataque y eso que estaba muy nervioso, pero la excitación me daba el valor suficiente.

  • Lo que te voy a contar te parecerá una locura. Lo único que te pido que la conversación quede entre nosotros dos solos.

  • Adelante, seré una tumba.

  • No quiero que piense que no amo a mi mujer, ni que estoy loco. Mi mujer ha disfrutado poco del sexo, aparte de mí. Quiero que lo pase bien con alguien más y se me ha ocurrido pensar en ti.

  • No me esperaba que fuera esto, creía que era un préstamo o algo parecido. Pues me halaga pero no sé qué pensar, qué contestar. Porque tengo mis gustos o manías en el sexo y lo mismo no coinciden con las vuestras.

  • Eso se puede hablar. Pero qué opinas de la propuesta.

  • Sinceridad por sinceridad. No sería la primera vez que participo con una pareja. Antes tendría que ver cómo es tu mujer, porque por el primer sitio que entran las personas es por la vista.

Para ese momento había preparado en mi móvil unos juegos de fotos de Begoña, con ropa, insinuando y alguna desnuda, casi todas esta de la visión de su culo. Ángel no disimulo le gusto lo que vio. Vino la parte en que me pregunto la opinión de mi mujer y le dije la verdad, que todavía no estaba todo bien cocido. Ángel se quedó pensativo, quería decir algo, pero se lo pensaba, no quise interrumpir sus pensamientos.

  • Pablo vamos a suponer que todos estamos de acuerdo. ¿ Hay alguna condición?

  • Si claro.

  • Pues expón esas condiciones.

  • Si Begoña dice en algún momento de parar se acabó. Nada de llamadas a ella sola. Para cualquier cosa que se haga tenemos que estar los tres presentes. Una vez acabo el sexo, si nos encontramos en la calle, como si no hubiera pasado nada. Siempre preservativo. Como ella y yo lo tenemos todo muy hablado, no nos ocultamos nada, digamos que soy el maestro de ceremonia y quien indica cómo se van haciendo las cosas. Nada de secretos hablando bajo, todos nos enteramos de todo. Ahora me dices que te parece?

  • Estoy de acuerdo contigo al 100% en que si ella dice se acabó, se acabó sin ninguna réplica. En el resto poco o nada de acuerdo y a lo que me niego es a que tu seas quien dirija.

  • Podemos hablarlo y buscar un punto de acercamiento.

  • Ahora sí creo que es vuestra primera vez. Para mí ya te he dicho que no lo es. Con los principiantes y no te molestes, ocurre siempre más o menos lo mismo. Os envalentonáis permitiendo a vuestras mujeres follar con otro, pero controlando hasta el milímetro y eso no lo hace un cornudo, porque amigo eres un cornudo a falta de la titulación.

  • Yo no lo veo así. No hay que ser intransigentes, podemos hablarlo, tú cedes yo cedo y nos encontramos a mitad de camino.

  • Tienes mucha labia y se te da bien. Pero no hay encuentros a mitad de camino. Si lo tienes fácil, tu sigue buscando y ya verás cómo el 99,99% de los que encuentres te dirán si a todo y luego cuando estéis enrollados acabáis medio peleados o peleados enteros. Tu mujer se ve que está muy buena y tú la quieres ver conmigo, por ejemplo, es porque ves en ella algo que te indica que le va más la marcha y que la necesita. Es como una botella de champán, está contenido y cuando sueltas un poco el tapón, estalla y eso es lo que tú quieres ver. Pero no lo vas a ver actuando así.

  • Entonces qué propones tú?

  • No propongo nada, eres tú quien te tienes que dar cuenta de lo que en realidad quieres, pero si quieres mi participación, los dos seréis dóciles, haré lo que quiera de vosotros para que hagáis como el tapón de champán y sobre todo tú serás muy obediente, eso sí participando en todo momento.

  • Es que no creo que mi esposa aceptase esos términos.

  • Pues a seguir jugando al fútbol y tomarnos una caña cuando se tercie y esta conversación se queda entre nosotros.

A la semana de esta conversación me vino a recoger Begoña y se lo presenté, aunque disimulo a Begoña le gusto, algo normal. Aunque Ángel no le presto mucha atención o me pareció así. A partir de ese día en nuestras sesiones amatorias, Ángel estaba siempre presente y ella ya no se molestaba. Acabábamos exhaustos y como no me gusta tener secretos con mi esposa, le conté toda la conversación con Ángel. Ella me apoyo en todo. Porque éramos lo que habíamos hablado siempre.

Ángel tuvo una temporada sin aparecer pero era por acumulación de trabajo, hablábamos de vez en cuando por WhatsApp, nos dábamos algún tirito y no mucho más. Me corría por mi cuerpo mucha rabia, un tío que estaba muy bien, que tenía experiencia, que eso era importante y aun estando cerca era un imposible. Pasaba el tiempo y mi firmeza en las condiciones iban mermando. Me retumbaba lo de que los dos seriamos dóciles y además tendría que ser muy obediente. Sabía dónde vivía y no correspondía un sitio así con lo que se gana de MIR, hice indagaciones con el amigo que nos lo presentó. Su padre murió no hacía mucho y le quedó una buena parte de la herencia. Lo suficiente para vivir a todo tren. La vida que hacía no era de todo tren, trabajo, estudiar, deporte y casa. Tenía la teoría de que cuando acabase el MIR se iba a dar la gran juerga, que iba a durar meses. Se veía que era responsable. Durante varios días trate de hacerme el encontradizo, hasta que por fin lo conseguí un día. Me invitó a subir a su casa, que por cierto la cocina era como toda mi casa. Me ofreció una cerveza y nos sentamos a hablar.

  • Ángel todo eso que me cuentas me parece muy interesante, pero quiero saber una cosa, has cambiado en tu opinión?

  • Si te refieres a lo que hablamos, no he cambiado y es una pena porque mira, los resultados de una analítica que dicen que estoy de puta madre y sin ninguna ETS.

  • Hay algo de lo que hablamos que me martillea en la cabeza, eso de ser dóciles y sobre todo que yo sería obediente.

  • Pues porque te haría entrar de lleno en tu papel de cornudo participativo.

  • Eso qué quiere decir?

  • Amigo, eso no lo sabrás nunca, perdiste tu oportunidad de saberlo y yo de enseñártelo.

Retomo la conversación anterior y prácticamente no le estaba escuchando, hasta que no pude aguantarme más, tuve que decírselo, ya en mi se había convertido en una necesidad que no quería reconocer.

  • Has ganado, accedo a que se haga como tú dices.

  • Y tu mujer?

  • Tratare de convencerla aunque no sé cuánto me llevará.

  • Sé sincero y será más fácil.

Begoña cuando se entere me iba a montar un pollo de mucho cuidado, por decidir sin ella. En un mes era mi 40 cumpleaños un día especial y un fiestón de cuidado. Coincidía en que era sábado el día perfecto. Comida por la mañana con familia y quería hacer un fiestón por la noche pero solo para tres. Soy transparente, nada más llegar Begoña me preguntaba qué me pasaba, que me encontraba raro. Le hice una seña por estar nuestros hijos y que después hablábamos, ella lo único que quiso saber si era un problema preocupante, le dije que no era ningún problema.

  • A ver qué has hecho esta vez.

  • He hablado con Ángel y le he propuesto que podemos intentarlo sin condiciones.

  • Pero estas tonto o que. Yo no pinto nada? Cómo te atreves a tomar una decisión así por ti mismo.

  • Espera no te precipites. Le he hecho la propuesta pero con el aviso que eres tú la que tienes que dar el sí.

  • Da igual, antes lo tenías que haber hablado conmigo y no quiero hablar más me voy a dormir.

Se marchó muy cabreada y me quede viendo la tv, para dejarla tranquila y no hacer más gorda la pelota. Me quede dormido en el salón sin darme cuenta y me desperté por la mañana cuando Begoña me despertó. No estaba cabreada, estaba como cualquier otra mañana, metiéndonos prisa a todos que llegábamos tarde. Había que dejar pasar unos días y retomar todo. Me sorprendió esa noche cuando después de acostar a los niños, pasó de su programa favorito de la tv y quiso hablar detenidamente.

  • Creo que es hora de dejarse de niñerías y hablar de todo, no como siempre lo hacemos, sacando lo que llevamos más adentro de nosotros, porque no valen ya las tonterías. Qué es lo que quieres de verdad?

  • Pues quiero verte con otro, quiero que disfrutes lo que nunca has hecho de verdad. Quiero hacerlo por ti.

  • Ves Pablo, así no hay manera, coño, que parece que soy una ninfómana que necesita que le den caña. Es como si me estuvieras haciendo un favor y no es así. No te he pedido nunca nada de eso, ni tampoco te lo he insinuado. Y así no, Pablo.

  • Es la verdad, es así, no te miento.

  • Pues si es así, esto se acabó y no se hable más. Pero no se hable más ni ahora ni en la cama, porque en el momento que en la cama hagas cualquier insinuación a Ángel o a quien sea, se acabó. Lo tienes claro? Porque hablo muy en serio y ya sabes que conmigo pocas tonterías.

Me parecía oír a mis tripas. Nos pusimos a ver la tv y dejamos la conversación, en mis adentros sabía que tenía mucha razón en algunas cosas, me sentía fatal y sabía que era el mejor momento, había abierto ella la conversación, dijera lo que dijera no se podía poner peor. Tragué saliva y me decidí.

  • Tienes razón Begoña. No es que no haya sido sincero, pero no lo he sido del todo. Es verdad que quiero verte feliz, pero es verdad, soy injusto lo necesito tanto como tú o más. Solo pensar en verte con otro me pone muy burro.

  • Ves así me gusta que seas de verdad un hombre valiente y sobre todo que no nos tengamos secretos. Te lo he dicho y preguntado muchas veces, va bien, lo hacemos y luego? Porque debemos tener la mente fría y saber que puede abrir una fisura en nuestro matrimonio.

  • Lo he pensado mucho, no te imaginas cuánto. Estoy preparado.

  • Has pensado en que si lo hiciéramos al verme te podrían dar celos? Que puedes pensar que él es mejor en el sexo? Que esas comparaciones pueden hacer más daño.

  • No lo dudes sé que el primer impacto será de un poco de celos pero igual que se eso, sé que lo otro será más, mucho más. Mira solo de pensarlo estoy empalmado ahora mismo.

  • Jejejejeje, siempre igual. Me da algo de miedo y tus condiciones? ¿Ya las has aparcado?

  • Serán nuestras condiciones.

  • Pablo con la mano en el corazón, eran tus condiciones y yo pues mas o menos he estado de acuerdo.

  • Es que no estás de acuerdo con ellas?

  • En la que sí coincidimos en la de que si digo ALTO, se acabó, ni Begoña piénsatelo, Begoña un poco más, NADA. En las demás una vez que se está metida en el follón, no se puede estar pensando en esto, no lo voy a hacer, esto no lo voy a decir, a ver qué hace este tío, todo para que tú no te enfades. De esa manera es imposible porque no se puede pasarlo bien. En el sexo hay que liberarse dejarse llevar.

  • ¿ Y por qué no me lo habías dicho?

  • Porque sabía que no iba a pasar nada con esas condiciones, porque no.

  • Y entonces qué?

  • Pero Pablo tú tienes asumido que si lo hiciéramos pasarías a ser un cornudo, con consentimiento o no.

  • Ya está bien, entérate, es que quiero serlo.

  • Nunca te he oído decirlo tan serio y convencido.

  • ¿ Tú quieres? ¿Te gusta alguien para estar con él?

  • Pues claro que no me importaría si tú lo tuvieras tan claro y es verdad si no fuera por ser tan joven, Ángel sería un buen candidato.

  • Qué más da la edad, está bien físicamente, tiene educación, saber estar.

  • ¿ Y si no le gusto?

  • Jejejejeje, no dudes de que le gustas.

  • ¿ Y qué tienes pensado?

  • Qué mejor regalo por mi cumpleaños.

  • Jejejejeje, nos tendríamos que poner un lacito de regalo? Jejejejeje.

  • No hace falta lacito. Lo que sí debemos tener claro, si lo hacemos, es que él será el que mande.

  • Por mí no hay problema, con decir ALTO, se acabó pero si te manda a ti hacer algo, ya sabes, imagina.

  • Estoy abierto a todo y salvo que tú protestes de momento voy con mente abierta.

  • Si que me sorprendes y a mí no me va a molestar nada, mas me pondría, Jejejejeje, lo mismo te lo mando yo.

  • Mientras llega el día, lo que tenéis que hacer es hablar entre vosotros y ver si tenéis feeling y para que veas, ni te preguntare que habláis ni espiare, de hacer algo, solo será preguntarte como va vuestros avances, sin detalles.

Quedamos de esa manera, tuvimos esa noche, una de las mejores de sexo y me quede muy a gusto en todos los sentidos, me relajo la conversación. (lógicamente la conversación no es textual porque no la recuerdo bien, pero fue más larga y se aproxima lo más fielmente posible) El siguiente paso fue hablar con Ángel, le pareció muy bien y empezó ya mandando, quiso que Begoña se pusiera en contacto con él. A Begoña no le pareció muy bien pero lo hizo, tal vez por curiosidad y mucho por satisfacerme a mí.

Mientras me dedicaba a preparar el día de mi cumpleaños, sobre todo la noche. Porque hubo más problemas para hacerlo, porque mis amigos y parte de mi familia querían venir, les convencí diciendo que había reservado un sitio muy especial para Begoña y para mí, no sabiendo nada ella, que me tenían que guardar el secreto y eso calmó las ganas de juerga de mis amigos.

Durante esos días no paramos de follar, ya no era hacer el amor, era FOLLAR como adolescentes. Era por las conversaciones seguro. Cuando le preguntaba que si avanzaban, me devolvía una sonrisa excitante porque estaban los niños por los alrededores. Lo que sé es que estaba todo el día mojada y predispuesta a hacer lo que fuera. Claro le decía cómo era el desnudo y le contaba lo que le íbamos a hacer y ya llega el día que mi mujer iba a ser entregada a otro hombre.

Mi mujer se fue a la peluquería y llegó con el tiempo justo, no la notaba nerviosa y lo cierto es que yo tampoco. Ángel hizo amistad rápidamente con algunos invitados y a los del fútbol los conocía a todos. Cercanas las 6 de la tarde nos despedimos y nos fuimos. Habíamos quedado a las 9 de la noche y nada mas despedirnos, me note mas que nervioso con ansiedad y a Begoña si la note nerviosa. Quería llegar a casa y follar, me tachó de loco, porque se tenía que arreglar. Me queje porque ya estaba arreglada y me dijo que era tonto. En mi casa hay un baño en nuestra habitación y uno en el pasillo. Se metió en el de la habitación y que no la molestase.

Yo iba vestido igual, ella a las 8,30 salió de la habitación ya arreglada. Me dejó sin respiración. Llevaba un maquillaje perfecto. La boca era más apetecible. Un vestido que me encantaba, negro, espalda descubierta, sin sujetador y por delante un escote que la hacía fascinante. Porque se le veían parte de los pechos, pero no se veían al completo, aunque daba la sensación de que se le iban a ver. Su cara era de mujer fatal. Estaba previsto de que si ella me hacía una señal en concreto, nos iríamos a un hotel. Ya íbamos a salir, cuando se levantó el vestido y llevaba unas medias que nunca había visto, no llevaban liguero, pero era como si lo llevaran, porque eran como de una pieza, quedando si no llevara el tanga que llevaba, el coño al aire, no era necesario quitar las medias. Se dio una vuelta y por detrás se le veía todo el culo, llevaba una cinta metida entre las nalgas.

Quien se puso nervioso ahora era yo. No sabía cómo se iba a desarrollar la noche. Todo lo que sabía era que íbamos a cenar a un sitio a las afueras y a tomar una copa a un sitio que había buscado Ángel al igual que eligió el restaurante. Nos retrasamos un poco por el mierda del GPS, pero llegamos y Ángel que no era de aquí, había llegado antes que nosotros, el truco estuvo en que fue en un UBER, así cualquiera. El lugar era muy bonito, pero donde Cristo perdió las sandalias. Lo hizo para que nos sintiéramos más cómodos de alguien que nos pudieran conocer, todo un detalle. Si adulando y halagando, era igual follando iba a ser un éxito. Porque no paro de hacerlo con mi esposa y a ella no tenía que preguntarle, porque sus ojos brillaban.

El tío no se cortaba, cada dos por tres miraba en dirección a las tetas de mi mujer, que tenía que estar muy burra, porque los pezones empezaban a marcarse, aunque no se le veían bien por el pañuelo que cubría sus hombros y que caía sobre sus pechos. Durante la cena, estaba pendiente de ver si Begoña me hacía alguna indicación que me dejara saber lo que quería, pero no hacía nada, se limitaba a sonreír, a reír y hablar por los codos. Acabamos y como él no llevaba coche se vino en el nuestro. Se sentó detrás, a pesar de que Begoña le ofreció ir delante. Se sentó exactamente detrás de ella y se apoyó en su respaldo echándose hacia adelante y hablando con nosotros. Trataba de verle cuando podía, no todo lo que quería, porque había metido la dirección que me dio en el GPS y tenía que estar pendiente.

No habíamos estado nunca por esa zona, se veía un sitio como muy bohemio y las personas que entraban eran más de la edad de Begoña y mía que de la de Ángel. Había más parejas que hombres solos. Mujeres solas solo vi a dos. Había un quinteto tocando en directo y la vocalista era una mujer, cantaban lo que es música melancólica. Se podía hablar entre nosotros sin necesidad de gritar, estaba bien. Los lugares para sentarse eran como herraduras, y una mesa redonda y un asiento corrido que tenía una pequeña abertura, para poder entrar a sentarse. Como es razonable Begoña quedó sentada entre los dos, si quería salir a algo, uno de los dos nos teníamos que salir antes. Se quitó el pañuelo del cuello y cómo estaban sus pezones. Eso me indicaba que había muchas posibilidades. Había varias parejas bailando al son de la música, muy pegaditas. Ángel sin que nos lo esperáramos, invito a mi mujer a bailar. A Begoña le gusta bailar más que a mí.

Begoña siempre tan segura, dudo, me miro y esperaba que dijera algo, pero me pasaba como a ella, me quedé en blanco. La cogió por su mano y se la llevó. Esa fue la primera sensación de celos y de excitación, sensación cruzada. Porque me la imaginaba pegada a él y ella notando como iba empalmándose y ella notándolo, porque si crecía en proporción a lo que vi, se notaría mucho. Aunque el sitio de por si era oscuro, se les podía ver. Al principio Begoña tenía colocado sus brazos de tal forma, que era imposible pegarse a ella y además veía los labios de ambos moverse, por lo que hablaban. Poco después ya no hablaban y estaban muy pegados. Trataba de fijarme en las manos de él, que empezaron a mitad de la espalda y ya estaban en el inicio de sus nalgas. De un poco de celos pase a estar con una erección de caballo. Volvieron a la mesa y Begoña pletórica. Mi mujer sin hacerme ninguna señal.

Podía ser que se estuviera calentando y luego simplemente vuelta a casa y desahogarnos entre nosotros. Pedimos otra consumición y quien le hizo la seña a mi mujer fui yo y ella no se dio por aludida. Hasta que por fin Ángel dijo que iba al aseo, sería mi oportunidad de hablar con Begoña, no sé si Ángel lo hizo a posta, pero me venía muy bien.

  • Que pasa, ¿todavía no tienes claro lo que vamos a hacer?

  • No lo tengo muy claro, aunque el sí.

  • ¿Estas segura de que el sí?

  • A ver cómo te lo cuento, en el coche ha pasado su mano derecha por detrás y me ha estado tocando el pecho derecho sin darte cuenta y aquí bailando, se ha puesto muy contento y se le ha notado algo muy duro.

  • ¿Entonces qué?

  • Pues creo mejor esperar a una segunda salida.

  • Te dije que no insistiría, pero, vale lo que tu digas.

  • Por eso será mejor que nos vayamos cuanto antes. Hazlo por mí por favor.

Pues otra vez seria, me sabia muy mal, porque ya me había ilusionado. Ángel venía tan sonriente y el pobre no sabía lo que le esperaba. Me levante a pagar y los deje solos, por si mi mujer cambiaba de opinión y no me daba prisa por pagar. Los vi hablándole Ángel al oído, ella sonriendo, con la mirada un poco perdida y en cuanto me vio, le dio un manotazo, cariñoso, para que se apartara. Y me tocó decir que nos íbamos. Mientras caminábamos a donde estaba el coche aparcado, iba pensando cómo decir, sin que sonase brusco, que cada uno se iba a su casa y tratando de que entendiera que quedaba una puerta abierta.

Begoña de nuevo le ofreció ir delante y ella detrás, esta vez aceptó. Abrió muy gentilmente la puerta a Begoña mientras yo abría la mía y una vez que Begoña se sentó él se metió con ella. Me quedé asombrado y no dije nada. Por el retrovisor vi la cara de Begoña que denotaba el mismo asombro. Arranque y cuando iba a echar marcha atrás y de paso preguntarle a Ángel que donde le dejábamos, se besaba con Begoña, que al principio hizo amago de no dejarse y al final lo atrapaba bien con sus brazos. les deje y sin quitar ojo empecé a conducir lentamente y esperando que pararan para preguntar. Oía a Begoña jadear profundamente y aunque no podía verlo estaba seguro que la estaba metiendo mano.

Hice una pregunta tontísima si lo pienso ahora. Les pregunté que a donde íbamos y jadeando Begoña, casi enfadada me respondió, “a donde vamos a ir mi amor, qué preguntas tienes, a casa, a casa que te voy a regalar unos buenos cuernos por tus 40 años” estaba fuera de sí, la conozco bien y lo sabía, segunda pregunta incorrecta por mi parte y contestación que casi me hace correrme, le pregunte si íbamos a un hotel mejor, “que hotel ni que tontería, a casa, a nuestra cama, que el regalo sea por todo lo grande, en nuestra propia cama” acelere porque tenía la necesidad de llegar cuanto antes.

Veía a mi mujer recostada contra el respaldo, los ojos cerrados, haciendo gestos con la boca, bien la abría o la cerraba apretando sus labios, mordiéndoselos, dejándolos abiertos, su pecho que subía y bajaba cada vez más acelerada. Hasta que estando cerca de nuestra casa estalló en un resonante orgasmo, que aunque quiso ser comedida, en un habitáculo tan pequeño, hizo que resonara en mis oídos y estuve a punto de perder el control del coche, de cómo me puse. A Begoña no era fácil hacerla tener un orgasmo con los dedos y mucho menos en tan poco tiempo, por lo que quería decir o que yo era muy torpe o Ángel tenía mucha experiencia con las manos. Menos mal que nos metemos en el parking de la casa, porque ver a mi mujer salir sería un poco sospechoso.

Subimos en el ascensor muy formales y sin hablar, aunque Begoña llevaba la cabeza medio agachada. Estaba nerviosa y muy cachonda. Ya estábamos en nuestra casa, Begoña me mandó al salón con Ángel, mientras ella iba al baño y a despejar la habitación, que era verdad, habían quedado cosas por encima de la cama. No sabía ni que decirle a Ángel, lo que se me ocurrió para entablar conversación, “bueno que tal” y Ángel muy expresivo y señalándose a la bragueta, “pues mira cómo me ha puesto tu mujer, menuda mujer que tienes, vaya suerte, tocarla ha sido un placer, que bien lo vamos a pasar si no se echa atrás en este rato” mire su bragueta y me aturdí, porque parecía que tuviera un tubo metido en sus pantalones, que se marcaba hacia su lado izquierdo, pero de una manera exagerada.

Al ver que Begoña tardaba, me disculpé con Ángel mientras le servía una coca cola que es lo que pidió y fui a la habitación. Ya salía Begoña, la pare y no la deje salir, la bese y le metí mi mano para tocarla y estaba más mojada que nunca. “Me tenéis como un burro, ¿lo sabías? Y le he visto la montaña que marca su pantalón y parece más grande de lo que pensaba, tengo ganas de verla en tu boca” Begoña, me acarició la cabeza, “lo veras, lo veras, como veras como te crecen los cuernos de golpe y ya sé que estás cachondo se te nota, que guarro estas empalmado, esta noche descubriremos si vas a ser un buen cornudo o es todo de boquilla” le respondía mientras me tocaba mi polla, con más sinceridad y complicidad que nunca “te voy a amar más y quiero hacer todo lo que te haga a ti más feliz y todo lo que te ponga mas cachonda” me remato al punto de que casi me corro cuando me dijo, “pues no hagamos esperar a mi nuevo macho”

No la había visto así nunca, tan suelta y resuelta, con ese lenguaje que en vez de molestarme me gustaba. Ángel estaba sentado en el sillón de tres piezas, Begoña se sentó junto a él y cuando me iba a sentar en el mismo, Ángel me dijo que en el otro tendría mejor visión. Poco tardó Ángel en empezar a besar a Begoña, que le respondía como una quinceañera, al principio nerviosa y después como una puta desorejada. Ella solo le tocaba el pecho, mientras él la acariciaba por todas las partes. Habilidoso era hasta decir basta, porque le quitó sus diminutas bragas en nada, Ángel me las lanzó y me dijo que las aprovechara para hacerme una paja. A Begoña le costó un poco más y le desabrocho el pantalón, como se movió, veía su muslos y su culo, pero no lo que quería ver. Vi cómo manipulaba con sus manos hasta que exclamó, “Dios bendito, Pablo menudo ojo, no te lo vas a creer” acércate” me levanté y tenía razón, sus manos que no son pequeñas no abarcaban ese pollón terrorífico.

Trate de disimular que se me notara que tenía una polla bellísima. Su tamaño, su forma y su capullo. Begoña ya no se cortaba, “que jodido eres, si te ha gustado, estas casi babeando, dímelo ¿te ha gustado verdad?” y no quería mentir a mi mujer pero no me salían las palabras y moví la cabeza afirmativamente. Se comportaba como lo que siempre había querido, como una puta y la demostración cuando me dijo, “si te portas bien te la dejare tocar y quien sabe, a lo mejor te dejo que la comas conmigo” y empezó a lamer todo su tallo desde los cojones que eran grandes y bien pegados, hasta el capullo, donde lamia más y con más ganas.

Ya no me anduve con miramientos, puse una silla pegada a ellos, sin molestar, me desnude y con las bragas mojadas de mi mujer inicie a tocarme. Begoña con mas nervios que pericia desnudaba a Ángel, cuando lo logró, le miró con cara de furcia y me gustaba verla con esa mirada. Se puso de pie y se quitó su vestido muy sensualmente mirando a su nuevo amigo. Quedó desnuda pero con algo que no había visto nunca, ahora lo veía mejor que cuando me lo enseño, era entre panty y medias con liguero, de una sola pieza y que dejaba su coño y su culo sin tener obstáculos, se la veía más imponente. Ángel con cierta fuerza, la tumbó en el sillón y metió su cabeza entre sus muslos. Begoña se volvió majara, porque gritaba, le animaba a seguir haciéndolo, me busco con su mirada y no dejaba de mirarme a los ojos, nos decíamos todo con nuestras miradas y cuando se corrió, sentí que esa corrida no era solo de ellos dos, era más de nosotros que de Ángel.

Ella quería seguir comiéndose esa polla y se fue como una loba hambrienta, Ángel ante mi estupefacción, agarró con muy mala leche la cabellera de Begoña, impidiéndole que se acercara a su polla, Begoña dio un grito porque no se lo esperaba, me quede parado, con mi polla en la mano y ver que hacían, sobre todo mi mujer, silo mandaba a tomar por culo o que, que le daba ese joven que mi mujer le decía, “te he entendido, eres quien manda y vosotros solo somos el cornudo y la puta de su mujer, haz lo que quieras” ver esa entrega hizo que me la meneara con más ganas. Se levantó y le azoto el culo, que siempre que lo había hecho yo me había “amenazado” con devolvérmelas, y le dijo que le llevara a su habitación. Parecía una reina, andando con sus zapatos de tacón y meneando ese culo como exhibición a su nuevo macho.

Se tiró en la cama, se empezaron a acariciar y besar, Ángel le susurraba cosas al oído que no podía oír, en algunos momentos mi mujer ponía risa de furcia. Una de esas veces, mi mujer respondió que le encantaría. “Cuando esté Ángel, te llamaré cornudo, ¿OK? y ahora haz los honores, coge su polla y colócala que lo voy a cabalgar” no le conteste nada a su pregunta, la hizo para que el la oyera, porque en nuestras relaciones sexuales ya nos tratábamos de puta y cornudo y más cosas. Fue lo más, primero ponerle el preservativo y agarrarla para que mi mujer se fuera sentando sobre semejante ariete. Nadie se puede imaginar el gustazo que me dio. Begoña se fue sentando despacio, y su coño se fue tragando el pollón, cuando quedó sentada del todo en Ángel, me miró, sonrió y me dijo que se sentía especial.

Se ponía fuera de sí montándole, su ritmo era frenético y Ángel se dirigió a mí, “no esperes mas cornudo, métele tu polla en el culo a tu mujer, que por fin va a tener dos para ella” se tumbó sobre él y su culo no era virgen, mi polla entra mejor que nunca, como gritaba y como nos decía que los había visto más fuertes. Estaba tan excitado que no pude aguantar lo que quería y lo que era habitual, me corrí como la primera vez de un adolescente. Lo bueno que me ponía tan cachondo ver a mi mujer follada de forma bruta, que me empalme como nunca de nuevo. Otro orgasmo más para Begoña y el tío seguía dándole caña de la buena, porque le vinieron varios orgasmos seguidos. Ángel aviso a Begoña de que no se parase que se corría y Begoña se desmonto, le arrancó literalmente el preservativo y le comía la polla hasta que me di cuenta de que se estaba corriendo. Glotona, glotona, lo que le gustaba la leche de polla.

Acabo, me miro y me dijo, “una leche de categoría, de primera clase, riquísima, ven dame un beso” me acerque y le di un beso con lengua, le sabía a polla toda su boca. Se iba a ir y mi mujer muy amable le dijo que se diera una ducha antes, que no saliera así. Me pidió que trajera una toalla de baño del mueble del pasillo. Se la iba a llevar al baño y mi mujer me dijo, “de eso nada cornudo, la llevo yo que tiene que rematar el jovencito” fue al baño y yo detrás. Dejó la toalla en una percha y se metió con él en la ducha. Por los adornos del cristal no se distinguía justo el centro de sus cuerpos. Begoña se dio la vuelta, se agarró a un soporte de la ducha y él le metía unos meneos desde atrás, que provocan, gritos, gemidos, lamentos de placer. Se la estaba follando y me daba miedo porque no se había llevado un preservativo. No era lo acordado y en vez de cabrearme, paja al canto.

Solo oía correrse a Begoña, me despistaba y como chillaba más que de costumbre ya no sabía si se corría o no. Cojones como gritaba él, parecía un toro embistiendo y berreando. Se dejó de oírles y ya solo se oía el agua. Salió, se secó, se vistió y me dijo que no hacía falta que le acompañase. Begoña salió y sin mucho convencimiento le reproche que se hubiera corrido en su coño. Se río, se dio la vuelta, se agachó, abrió sus nalgas y menudo abertura de ojete y soltando leche. Me asombre de que le hubiera entrado y mi mujer me dijo que le había gustado más que por delante. Una vez Ángel nos dejó solos, volvimos a follar y mientras lo hacíamos me entraron unas ganas terrible de follarme su culo y saber que se sentía con la leche de otro, cuando le dije que se diera la vuelta que quería darle por detrás, me sonrió, me dijo que me quería y se tumbó boca abajo, algunos de los que lo lean pensara que fue una guarrada, pero tuve un corrida distinta, única y de un placer de otra dimensión. Se quedó dormida, había sido muy agotador. Me dormí acurrucado a ella.

VERSIÓN FEMENINA

Quiero empezar diciendo que la idea de escribir este relato es porque mi marido al que llamaré Pablo porque así lo hemos acordado, está en esta web desde hace más de 4 años y el último año sobre todo me ha hecho leer mucho de lo publicado y en cierta forma aunque no mucho, me ha ayudado algo y porque así se vea mas cornudo, porque a él seguro que le pondría cachondo que lo supieran, pero viviendo donde vivimos, hay que ser muy discretos y vivir nuestra sexualidad particular en secreto o todo lo que se pueda. Voy a ser lo más auténtica que se pueda ser. Será un buen ejercicio para mí y a mi marido ya sé que le sorprenderán cosas y no pasara nada, porque se pondrá cachondo. Esto de escribir es más sencillo a veces que expresarse con palabras. Antes de empezar a escribir Pablo ya me estaba diciendo, los nombres a usar, que me describiera, como siempre tratando de mandar, todavía no se ha dado cuenta que al final la que manda soy yo.

Me llamaré Begoña, que por lo que veo es un nombre que le gusta a mi marido. Ahora mismito tengo 42 pletóricos años. Mi estatura no la sé, si mi marido dice que mide 1.75 yo mido como tres dedos menos. A parte de mi edad dos cosas más se seguro, mi peso que son 60 kg justo y me cuesta una odisea mantenerme así, dieta y gimnasio, no solo por el peso, también por el pecho. No voy a andar con detalles, un embarazo gemelar hizo que mi pecho que era de buena talla, que me gustaba mucho, subiera de tallas pasando de 100. Me planteé hasta operarme para reducir volumen. Mi marido me suplicó que no, que en todo caso para colocarlo si no había otra manera. Me recomendaron un gimnasio donde había una monitora que de forma personal ayudaba mucho a lo que para mí era un problema.

Ya me lo avisó que era físicamente imposible que mi peso se quedara perfecto, pero que le daríamos una forma muy atractiva y con el tiempo así fue. Tiene una caída normal para ese volumen, pero está perfecto. Donde tenía al principio problemas era en encontrar sujetadores bonitos, que se sujetaran bien y que no fueran excesivamente caros. En la actualidad se encuentran más. Sigamos, me gusta que me miren y me admiren, no que me baboseen, que eso me da mucho asco. Lo que he tenido y tengo muy bonito es mi culito, tiene una forma grande sin exagerar, respingón y parece un corazón al revés. Pablo me dice que soy una obsesa del culo, porque muchas veces hasta viendo la tele o escuchando música, me pongo a hacer sentadillas, pudiendo hacer una burrada de ellas. Como subir las escaleras siempre andando, nada de ascensor.

Más adelante saldrán más facetas mías. Empezaré a describir a mi marido. Tiene 44 años, él dice que mide 1.70, que no es que no lo mida, es que nunca me he medido. No hay hombre más sociable que él, no sé si por su profesión, dicen que las mujeres hablamos, pues él gana a cualquiera. Da más confianzas que yo, para él todo el mundo es bueno y es un payasote, siempre con sus chascarrillos, sus bromas hace reír a quien sea, hasta en un velatorio y no estoy exagerando.

Llevamos media vida juntos y he estado con otros hombres, mejor dicho chicos, porque de eso ya hace muchos años. El primer hombre de verdad fue Pablo, en todo. Con los demás rollitos pasajeros de meterse mano y punto. Nada destacable ni para escribir dos líneas de un relato. Lo único que sí, varios tenían la polla más grande que Pablo, pero nada un poco más. Por eso siempre pensé que Pablo estaba en la media sobre el tamaño, si no contamos con las que se ven en las películas de adultos. Nuestras relaciones sexuales las clasificaría en todo este tiempo como muy buenas. Probábamos todo lo que se nos ocurría. Usábamos cualquier accesorio que nos gustara y que la economía nos permitiera. No éramos anda tradicionales a la hora de practicar sexo, nada de hacer siempre la misma posición, variábamos con frecuencia y no hacíamos ascos ni al sexo oral ni al anal.

Lo aprendimos todo juntos y nuestra compenetración era perfecta. Hasta que sin venir a cuento, empezó con fantasías mientras teníamos relaciones, metiendo a una persona más. No me hacía mucha gracia y le deje, poco a poco me iba gustando, lo tome como una manera mas de tener sexo. Como no quería meterme a leer la web de relatos y los que me aconsejaba, no se dio por vencido, se dedicó a imprimirlos y dejarlos en mi mesilla. Algunos leí y algunos me excitaron, todos tenían en común que eran de trio o infidelidades consentidas. Hasta que un día me vino la primera proposición más en serio y directa. Me cogió tan desprevenida que no supe qué decirle, cómo era la horade ir a dormir aproveche para acostarme y cuando vino él a la cama me hice la dormida porque no quería hablar. No dormí en toda la noche, porque para mí el mundo se desmoronaba debajo de mis pies.

¿Por qué mi marido quiere que otro hombre me toque? ¿Qué satisfacción puede tener entregándome a los brazos de otro? ¿Es que ya no me quiere? ¿Hay otra y está preparando alguna trampa? ¿Le habrá dado algo a la cabeza y no estará bien? Y se me ocurrieron muchas más y las apunte todas. estaba en mi trabajo y era un sin vivir. Le mande todas las preguntas por whatsapp y me terminó de matar que me contestara, que luego. Como contestación un luego. En la noche al quedarnos solos me hablo.

-No quiero que te vuelvas loca, no te contestes tú a las preguntas que te tengo que contestar yo. Yo he tenido relaciones plenas con otras mujeres y ya te lo conté, me parece injusto que tu no, por eso quiero verte teniéndolas y que disfrutes de la vida.

-No me puedes decir que lo haces por mí, porque ni te lo he pedido ni puedes decir que te lo he insinuado.

-Ya lo sé, es principalmente por ti y también por mí. Porque lo he pensado y me excito demasiado, hasta alguna vez me he masturbado pensando en ello y si te has dado cuenta, cuando lo fantaseamos me corro más.

-Tú sabes que sería una catástrofe en nuestro matrimonio.

-No tiene porque serlo, si estamos los dos de acuerdo. Que no lo haríamos a la ligera, tendríamos que acordar unas normas.

-¿Cuáles serían esas normas?

-No podrías hablar los dos sin estar yo presente. No podréis deciros cosas al oído y yo no oírlas. Si me molesta algo no se hace.

-No has dicho la norma más básica, que es que si yo digo hasta aquí, todo se terminó. Ni una réplica.

-Por supuesto.

Las condiciones o normas fueron algunas más, pero si lee esto ahora se dará cuenta que siempre está el YO, por él. Seguí siendo evasiva para responderle, porque aunque la idea no me disgustaba, me preocupaba que en el momento de estar teniendo sexo, alguna de sus normas se me olvidaran, porque no soy una monja y cuando estoy teniendo sexo, me descontrolo bastante. Su primera idea era ir a un sitio de esos en que las parejas se intercambian y cuando le dije que yo no quería hacer intercambios, porque a mí no me apetecía verle a él con otra, me explico que en esos sitios había chicos solos. Fuimos sin ningún convencimiento por mi parte y pensando que me tragaría la tierra si nos encontrábamos con alguien conocido.

Estuvimos aparcados cerca de la entrada y las piernas no me daban para salir del coche. Menos mal que Pablo tiene la paciencia que a mí me falta. Tres cuartos de hora después me decidí y las piernas me temblaban. En esa época no tenía ni 40 años. Nos recibió una mujer que rondaba los 45 muy bien arreglada y simpática, me relajo un poco ver a alguien tan amable y que se debió dar cuenta nada más vernos que era nuestra primera vez. Lo hizo todo más fácil. Me había imaginado un antro de perversión y depravación. Pero parecía como muchos bares de copas o pub. Lo primero que se veía, nos hicieron una excursión por todo el recinto y ya mi opinión cambió. Nos explicaron todo y por el recorrido vimos hombres y mujeres manteniendo relaciones sexuales. De entrada rechazamos las parejas y había chicos muy monos, muy jóvenes para mi gusto, estaban con toallas en la cintura y estaban bien elegidos, porque no había ninguno que estuviera gordo no mal parecido.

Al admitir ir a un sitio de esos una ya sabe que no va a hablar de las altas finanzas ni tampoco de los problemas del mundo, se va a lo que se va. Pero Pablo se acercó a dos chicos y vinieron, encima dos. Cinco minutos me bastaron para ver que no iba a tener nada con ellos, uno porque despedía un olor demasiado fuerte, se había bañado en algún tipo de colonia y el otro por su manera de hablar y actuar. Nos fuimos sin hacer nada y Pablo con cara de defraudado, lo que me hizo sentirme muy mal. Para que se sintiera un poco mejor me comprometo a ir otro día a otro. Sucedió el siguiente fin de semana y el sitio fue peor. Luego un día se le ocurrió ir a un sitio en el que te metías en una cabina, había agujeros en la pared y te aparecían pollas. No es que me diera asco, pero me resultaba incomprensible chupar una de un tío que no he visto. Me enfade con Pablo, aunque no me debía haber enfadado porque me dijo a lo que íbamos, pero una cosa era oírlo y otra verlo, como me valoraba tan poco, me enfado.

Entró en la fase de que me acostara con algún conocido o compañero de trabajo, incluso del gimnasio. Algo que rechace automáticamente. -Pablo con un compañero imposible, no quiero luego tenerlo dándome la brasa, en el gimnasio igual no quiero eso ni que me estén señalando y a ver cómo iba a entrar a nadie y con un conocido, te has vuelto loco. Porque además solo hay uno que esté bueno, ya sabes quién es y está casado con mi mejor amiga, la mataría del disgusto y por un polvo no voy a romper la amistad más importante que tengo- estábamos en un callejón sin salida, no me importaba darle gusto a mi marido, pero no era tan sencillo o yo era muy complicada, tanto se tensó nuestra situación que un día en medio de palabras altas, cerré cualquier posibilidad.

A Pablo le gusta ver el fútbol y jugar. Todas las semanas juega. Jugaba cerca de casa y yo algunas veces cuando me quedaba hasta tarde en el trabajo, pasaba por él, porque me daba miedo meter yo sola el coche en el parking y si no estaba él lo dejaba en la calle. Uno de esos días me presento a su nuevo compañero de juego Ángel. Este chico aunque ya hubiera acabado medicina, desde que lo vio un día desnudo, no dejo de hablarme y se dirigía a él como su amigo el del pollón. La verdad que el muchacho estaba muy bien físicamente, más alto que Pablo y más fuerte. Lo único que tenía 12 o 14 años menos que yo, lo que me tiraba para atrás y además tenía aspecto de ser aún más joven, hasta dude de que fuera verdad lo de que estaba haciendo la especialidad. Se me quitaron las dudas cuando un amigo nuestro, que trabaja en el hospital, se despidió y habló con Pablo durante unos minutos de un enfermo.

Me gustó mucho, me gustan los morenos y sobre todo los hombres altos y si tiene los ojos claros ya me pone nerviosa. No debí de gustarle mucho, porque no me prestó mucha atención. No sé si por respeto a Ángel o por timidez. Al haberlo puesto cara y físico, las fantasías cuando Pablo me hacía cosas, me subían la libido al máximo y teníamos el mejor sexo. Sí conocía bien a mi marido estaba segura de que estaría intentando involucrar a Ángel en lo que él quería, sin consultarlo conmigo. Le podía haber dicho que ni se le ocurriera, pero ya me apetecía más, no le animaría pero si lo lograba lo hablaríamos. Un día le note muy raro y como siempre fui directa y le pregunté. Esquivo responderme porque estaban los niños y lo haríamos por la noche.

Así de pronto me cuenta que ha acordado con su nuevo amigo el que me folle, para que buscar otra palabra. Lógicamente le dije de todo menos bonito, no por haberlo hecho, si no por no haberme avisado o preguntado, porque le hubiera dicho que podía intentarlo. Como me había cogido sin defensas me marché a la cama. Durante todo el día había rumiado lo que sucedía y era hora de ser adultos y le dije que se dejara de rodeos y tonterías, que soltase lo que en realidad quería y que si no era sincero, no me dijese nada. Cuando me soltó la historia de que lo hacía por mí, casi le saco los pelos. Me cabree y no lo fingí. Por eso corté todo tipo de conversación y bien alto le dije que de esto ya no se hablaba en nuestra casa nada más. Me fui a hacer unas hierbas que tomo por la noche y luego me senté a ver la tele.

Todo cambió de golpe, la historia dio un giro de 180º, por fin me reconoció la verdad. Que necesitaba verme con otro y que lo necesitaba tal vez más que yo. Me gustaba la orientación de la conversación, porque le conozco y ya lo sospechaba. Le hice recapacitar sobre algunos puntos y el me reconocía que lo tenía muy asumido y lo aceptaba, que aunque no me lo creyera estaba preparado y deseoso. Dentro del mal trago que estaba pasando, me decía que nuestras condiciones, le corregí diciéndole que en realidad habían sido suyas y me dijo si es que no estaba de acuerdo. Reflexione con el que muchas de ellas serian imposible llevarlas a término, porque sabía de sobra que cuando follaba no pensaba en nada más. Me dio la razón con cara compungida. Seguimos hablando un poco mas y fui directa, -Pablo mírame, ¿estás seguro de que quieres ser un cornudo?- y mas convencido y serio que nuca me respondió – joder Begoña ¿qué me lo tengo que tatuar? Quiero ser un cornudo, si quieres te lo firmo donde quieras-

Tan convencido estaba que me decía que estaba con la mente abierta y dispuesto a todo. Le hice algunas observaciones con ese todo y le toque su paquete, el muy cornudo estaba empalmado. Me pidió que hablara por él por voz o por whatsapp para ir conociéndonos mejor y me juro que lo único que me preguntaría sería como íbamos. Si que iba en serio, porque algo de celos siempre tenía. Usamos las dos formas, el primer día muy correctos y luego las conversaciones subían de tono. Lo que me llevaba a tener seco a mi marido, porque todas las noches follábamos y él sabía por lo que era, estaba todo el día mojada, porque los whatsapp me llegaban a cualquier hora y en cualquier momento. Un día que Pablo me estuvo llamando al trabajo y no le cogí ni por el fijo ni por el móvil, cuando lo hice, le dije que se fuera al aseo y me llamara.

Al preguntarme qué pasaba, -Ángel me ha enviado un whatsapp y me ha dicho que fuera a un sitio donde pudiera hablar tranquila. Me he metido en el baño y el hijo de puta me ha hecho tocarme mientras él lo hacía y hemos tenido nuestra primera corrida juntos y ahora necesitaría que me follaran, ha sido algo único- como conocía a Pablo, me pidió que se lo detallara con pelos y señales y le oí correrse y me llamaba puta mientras lo hacía. Todo estaba preparado para el día de su cumpleaños, que siempre había dicho que cuando cumpliera los 40, haría una fiesta que iba a durar un día y ahora lo había cambiado todo, diciéndole a todos los amigos que eran dos fiestas, una de mañana con comida y la de noche una sorpresa para mí.

Ya estábamos en el día y aviso, hay algunos acontecimientos que no recuerdo con la claridad necesaria. Peluquería a primera hora y me encontraba perfecta. Comida con familia y amigos y más de uno no me quitaban el ojo y eso que me había vestido muy discreta, más que nada por mis suegros y mis padres. Al llegar a casa le dije que no me molestase y si necesitaba usar el baño que usara el del pasillo. Protesto como es natural en el cuándo vamos a salir y me decía que porque otra vez a ocupar el baño, si ya estaba perfectamente vestida. Lo que hice fue darme un baño relajante con unas sales, para que mi cuerpo estuviera bien impregnando sin necesidad de usar ningún perfume que pudiera molestar. Acabe y tenía un olor suave, las sales era de frutos exóticos, pero no descubría ninguno, pero era un olor suave y me encantaba.

Había preparado un vestido, que mi marido me decía que le encantaba porque tenía pinta de puta y le gustaba como me miraban a mí por lo buena que estaba y a el de envidia. Era con el único vestido que lo decía. La duda estaba si en ponerme medias, liguero o un panty que eran medias y liguero a la vez. Que no tenía que quitármelas para hacer nada, seguro que a los dos les pondría mucho. Eran nuevas me las probé y me gustaron mucho la decisión estaba hecha. Una forma distinta de vestirse. El vestido es uno negro que tengo, bastante espectacular y no me lo pongo mucho porque me he sentido muy observada y me ha dado vergüenza, pero esta noche había que darlo todo. Para que se puedan hacer una idea. Vestido sin mangas, sujeto al cuello, con un escote considerable y una bajada de tela para cada pecho, imposible llevar sujetador y solo queda bien con unos pechos voluminosos como los que tengo. De largo hasta la misma rodilla y holgado.

Me lo puse y me dio un poco de reparo, por frío o simplemente por excitación los pezones, que son voluminosos cuando se ponen erectos, se marcarían de una manera importante. Me puse un chal estilo pashmina sobre los hombros y taparían algo, lo importante. Cuando mi marido me vio se le cayó la baba, me di una vuelta rápida y el vuelo que hizo el vestido le dejo ver mi trasero, -¿no te has puesto bragas?- me preguntó alucinado, porque con bastante asiduidad me pedía que no llevara. Me lo levanté bien y pudo ver entre mis nalgas un cinta muy fina. Se empalmo como cuando éramos novios.

No sabía a dónde nos diríamos, salvo que era un restaurante elegido por Ángel. Me daba que se había perdido aunque la voz del ordenador seguía marcando la ruta. Era un sitio apartado. Nada más verme Ángel me piropeo y estuvo bien, pero más me gusto como me miraba, como me comía. Interrumpía las conversaciones para decirme algo que sabía que me iba a gustar. Me lo esperaba porque en nuestras conversaciones había sido muy descarado. A pesar de todo no estaba del todo convencida, porque una cosa era hablar en la distancia y otra cara a cara. Me tenía con la calentura subiendo y Ángel esperando una señal que habíamos acordado para indicarle si llegábamos al final o no. la cena no dio para más un calentón de los tres y a esperar que sucedía. En el coche porque se vino con nosotros le deje ponerse delante y se negó con rotundidad.

Mientras nos encaminamos a donde fuera, iba pensando que hotel había elegido o pensado Pablo, porque me moría de vergüenza pedir una habitación y subir con los dos y sin maletas. Blanco y en botella. Ángel se apoyó en mi asiento y se puso a hablar. Sentí como su mano avanzaba por mi lado derecho hasta llegar a mi pecho. No se cortaba para nada y con la protección del pañuelo, me acariciaba el pezón, luego me lo pellizca y me hacía derretirme, mientras Pablo ni se enteraba, que eso también me ponía. Claro que cuando llegamos iba “descompuesta” tenía la sensación de llevar los muslos mojados. Había música en vivo y no lo hacían mal. Los sitios para sentarnos eran asientos semicirculares y de una sola pieza, por eso quien quedara en medio, en este caso me tocó a mí, para salir se tenían que levantar unos de los dos. Era premonitoria yo entre los dos. Sabiendo que mis pezones estaban al máximo, me quite la pashmina sin perder de vista a Ángel, disimuladamente. Su ojos le delataban. Mi marido no es de mucho bailar, si le pones una pistola en la cabeza baila, si no, no hay manera. Ángel sin dudar, me agarró de una mano y me invitó a bailar, iba a decirle a Pablo si no le importaba y pensé, -qué narices si está en su salsa, en sus inicios de cornudo-

Iniciamos el baile frenado un poco el ímpetu de Ángel, porque bien que me agarro. Se tenía que dar poco a poco, no de golpe y con personas de por medio. Venía pujante que se dice y cuando poco a poco mi cuerpo empezó a notar como le crecía, me excitaba mucho sentir como un chico más joven que yo se excitaba de esa manera y lo que se le notaba era algo de categoría, no solo por su dureza si no por lo que parecía que era de grande. Ahí supe que sería de él o el seria mío. No había marcha atrás ya no era excitación, era estar cachonda como la más perra. Pegaba su boca a mi oído, me mordía el lóbulo, me pasaba la lengua y rozándome el culo con algún dedo, me decía de forma caliente -estamos perdiendo el tiempo, porque mi rabo está reventando y loco por follarte, para que tu marido descubra dos cosas, lo cornudo que es y lo puta que es su mujer- así escrito sonora grosero, pero oyéndolo con una boca en el oído y su aliento profanándolo, la calentura se dispara como un cohete.

Ángel nos dejó solos un momento y no tardo nada mi marido en preguntarme. Aunque me moría por ser follada por Ángel, me dio de pronto la tontería de hacerme la dura y le dije a mi marido, que la próxima vez que quedáramos, no se esperaba esa respuesta. Ángel se portó como se había comprometido, no me insistió de palabra porque su cara imploraba que cambiara de opinión y él había dicho de irnos rápido, se lo dije porque yo misma me podía traicionar. Para no dejarme sola sentada, esperó a que llegara Ángel y luego se fue a pagar, ya que Ángel pagó la cena. Ángel venía guerrero, -que pechos más bonitos que tienes, que ganas tengo de tenerlos en mi boca, he ido a los aseos y hacía tiempo que no me ponía así y desde que estoy aquí no he estado con ninguna mujer, que ganas que te tengo, desde el primer día que nos presentaron y para que no se me notara tuve que mirar para otro lado- todo lo que me decía, lo bonita que era, la boca tan preciosa y todo lo que quiso decirme me tenían fuera de sí y cuando se acercaba mi marido tuve que apartarlo porque parecía que se había quedado pegado a mi oreja. Incluso trató de meter sus manos entre mis piernas y no le deje, que me costó mucho.

Ya nos íbamos y si yo podía ver perfectamente porque era muy llamativo, el empalme que tenía Ángel, Pablo seguro que se había dado cuenta. Esta vez sí aceptó ir delante y me desilusiono, me maldije por habérselo propuesto, porque no me podría tocar. Muy educado y caballeroso, me abrió la puerta, mientras Pablo iba hacia su puerta. Mientras me sentaba me miraba las piernas descaradamente y luego, sorpresa, me hizo que me moviera y se sentó detrás. Pablo tampoco se lo esperaba y reaccionó mejor que yo, se sentó en su asiento y creo que iba a decir algo cuando Ángel me beso. Segundos tarde en abrir la boca y de perdida al rio, le abrace y con el beso que me daba sabía que me iba a follar, de esos besos que más que besar, te comen entera. Con una lengua que vaticinaba que el encuentro iba a ser apoteósico. Ni me entere que el coche estaba en movimiento, es como si perdiera la noción, porque me estaba tocando mi chichi, chocho, usare el termino de Pablo, coño, que suena más potente. Me dejé caer del todo en el asiento, me abrí bien de piernas y me sentí muy mal cuando Pablo me preguntaba a dónde íbamos. Me mordí la lengua para no decirle una burrada y le dije algo así como -cariño, pues a casa a darte tu regalo, esos cuernos que tanto deseas-

Dentro de lo que cabe Ángel fue bastante prudente porque me hubiera podido follar en ese momento y es mas, me dijo al oído, -hoy no, pero otro día te follare mientras Pablo conduce- era inteligente, no quería el primer día forzar todo al límite. Joven pero listo. Eso lo da la experiencia estaba claro y algo que ni mi marido ha logrado, me hizo correrme con sus dedos. Lo que es la luz, al meternos en el ascensor que tiene una potente luz y no estar en la penumbra que habíamos estado, me hizo ponerme vergonzosa y eso que me había provocado una de mis mejores corridas. Los dejé solos y fui a revisar que la habitación estuviera bien. Quite lo que había encima de la cama y quite la ropa de cama, dejando solo la sábana bajera. Entre en mi baño y no era normal lo mojada que estaba, me lave un poco en el bidé y me preguntaba qué estaba haciendo y me respondí, -me han puesto como una perra en celo, mi marido quiere cuernos, pues a por todas, se van a enterar esos dos quien es Begoña- y apareció se sopetón mi marido, no recuerdo lo que me dijo pero si me acuerdo lo que le dije, -vamos a descubrir lo cornudo que eres y si es necesidad o es una fanfarronada- me juró que era de verdad. Le hice una pregunta, -¿Sabes dónde nos metemos? porque si me folla bien, mejor que tú y tiene ese pollón que dices, ¿Sabes que se convertirá en nuestro macho?- su respuesta me demostró que iba muy en serio, -te voy a amar más y cruzo los dedos para que sea nuestro macho como dices-

Aunque no se lo crea nadie, esas palabras eran una de las muestra de amor más grandes. Llegamos al salón y me fui a sentar donde estaba Ángel y pablo también se podía sentar, pero Ángel ya tenía tomada la postura de macho dominante y eso me ponía. Mando a Ángel que se sentara en otro sitio, fue muy sutil. Era la continuación del coche, nos besábamos sin descanso, no sé si era por su profesión pero sus manos eran expertas, me quito las braguitas que estaban mojadas no, lo siguiente. Se las lanzo a mi marido -hazte la paja con ellas- no vi a mi marido pero oírle dar las gracias, me puso más cachonda. Tocaba su bulto sin sacárselo y ya me parecía grande. Me puse de rodillas para desabrocharle el pantalón y que mi marido me viera el culo bien dispuesto. Ese culo que me había depilado él junto a mi coño, para que otro lo disfrutara. Vi su pollón como decía Pablo porque eso no era una polla normal. Exclame en alto no sé qué y si me acuerdo que llamé a mi marido para que lo viera. Eso me sorprendió gratamente y más me sorprendió ver la mirada de mi marido, le ponía cachondo esa polla y se lo preguntaba directamente, el cabrito no me dijo nada pero movió su cabeza.

Me comía ese pollón con ansias y miraba más a Pablo que a Ángel. Porque me ponía mas cachonda ver la cara de mi marido y como se tocaba. Pero sabía que eso no era suficiente, por eso le decía cosas como, esta buenísima, esto sí que es una buena polla, si te portas bien lo mismo te dejo compartirla, su cara cambiaba y se ponía tan cachondo, que se paraba porque si no se correría. Desnude a Pablo y luego me desnude ante él, quedándome solo con mis medias pantys. Ángel se acercó a mí, su pollón dio en mi tripa, duro como una piedra, me abrazó y me soltó dos azotes uno en cada nalga. Estaba tomando posesión de mí. Me tumbo boca arriba en el sillón. Inició una comida de coño brutal, me metía la lengua por todos los sitios y sus dedos entraban y salían de mis agujeros. Décimas de segundo pensando en ser contenida y a la mierda a pasarlo bien. Deje que mis gritos y gemidos no se ahogaran, los solté todos. Me tenía a su merced y busqué la mirada cómplice de mi marido, era una mirada intensa y excitada, cuando me corrí no deje de mirarle ni un segundo, que viera lo que había conseguido y mi corrida fue mayor cuando vi cómo se corría conmigo y en mis bragas.

Nos fuimos a la habitación y quise seguir comiéndome esa polla que me trastornó, otra vez que puso orden y marcó su territorio. Me agarró del pelo y me lo impidió, me miro, me beso y le reconocí delante de mi marido que era su puta, que haría lo que el ordenase. Pablo que se había puesto en guardia por el tirón, se empalmó de golpe. Nos metemos mano, nos besábamos, los dos solos en la cama y Pablo mirando. Él me decía todo tipo de cochinadas y una de esas, cuando me quería sentar encima de él, -no lo hagas todavía, que se estrene bien el cornudo que seguro que le gustara, que agarre mi rabo y te ayude para metértelo, ¿te gustaría puta?- como le iba a decir que no, si me hubiera gustado que se comiera conmigo la polla, me encantaría ver en esas a mi marido, igual que a la mayoría de los tíos le gusta ver dos tías montándoselo. -Pablo tesoro, acércate coge el pollón y colócalo en mi coño, que quiero que participes en el momento crucial de tus cuernos- se acercó y llevaba un preservativo en la mano, lo sacó y delante de los dos se lo ponía, burrísima me ponía verlo hacer eso. Se quiso poner por detrás para coger la polla y colocarle, no le deje, que lo hiciera por delante quería ver su cara. Cara de vicioso se le puso y la movió un poco y todo, tuve que decirle que la soltara, porque si no, no me la podría meter. Se levantó y ,me la termine de clavar mientras nos besábamos apasionadamente mi marido y yo.

Pablo ahora se puso detrás a vernos, no le podía ver, pero debía de tener una visión perfecta de ese pollón entrando y saliendo y entrando, en el coño de su mujer. Estaba en el 7º cielo y Ángel me cortó el rollo, porque me hizo parar y otra vez marcó territorio y no se cortó para decirle lo que le dijo a mi marido. -Vamos cornudo, porque te esperas, vamos a follarnos a esta puta por primera vez los dos juntos- el pobre se corrió muy rápido, es lo malo de estar tan cachondo. Ya nos dedicamos los dos solos a follar y el muchacho era incansable, con una potencia inusitada. Me agachaba un poco y me mordía los pezones que parecía que me los iba a arrancar, no sabía porque nos dejó solos Pablo, ¿otra muestra de amor?, pues lo mismo. ya me había corrido varias veces. Me daba palmadas en los costados de las nalgas y en las mismas nalgas, mi marido lo había hecho también, pero nunca tan fuerte ni de la misma forma. Ya estaba mi marido en la habitación y entra justo cuando le pedía que me la metiera más que me corría. Me oyó a la perfección, aunque seguro que me oyó más gente, los vecinos debían de estar alucinando.

Me doy cuenta de que Ángel se va a correr, salto y me quito, casi no atino, pero le quite el preservativo y me lo folle con mi boca, que eso se me da muy bien. Debía ser cierto que llevaba mucho sin follar porque tuvo una buena corrida. Quería ver hasta dónde estaba dispuesto mi marido, -menuda leche mas buena, ven dame un beso, veras que buen sabor me ha dejado- tenía previsto decirle algo si no quería o dudaba, pero se acercó y sin problemas me dio tal vez el mejor beso de su vida, como me puso de cachonda. Ángel que se le veía con experiencia y sabiendo lo que hacía, dice que se marchaba, va a ir por su ropa y le digo que se duche antes de irse. A mi marido le digo que traiga su ropa y una toalla de baño. Fue muy veloz e iba al baño a llevarle todo, le tuve que parar y le dije -mira y aprende para próximas veces, un buen cornudo es obediente y ahora me voy a duchar con él y que me remate-

La ducha es de tamaño mediano y cuando me metí con él, todos sabíamos a que había ido. El agua caía con fuerza y después de muchos tocamientos, me dio la vuelta y por petición mía empezó a follarme el culo. El sexo anal con algo d ese tamaño es brutal, parece que te está rompiendo el trasero, pero llena de placer y sobre todo cuando un animal como Ángel, te hace agarrarte al asidero que tiene la ducha y te empotra como un caballo semental. Logré que nos corriéramos a la vez y eso fue gracias al movimiento tan espectacular de mi culo. Sentí como me llenaba.

Cuando se marchó y nos quedamos solos, Pablo estaba un poco enfadado, -habíamos quedado que no te follaría el coño sin protección- y quise ser lo más expresiva que pude, por eso no me había lavado el culo, no por ser una guarra si no por lo que sabía que iba a pasar. Me apoye donde las toallas de mano, me agache y me abrí las nalgas, como con una mano no podía, me solté y las abrí con mis dos manos, diciéndole -quién dice que no he cumplido, por el coño no me la ha metido- puso de nuevo cara de vicioso y me di la vuelta en la cama, deje mi culo para él. No era rabia lo que tenía al follarme, era desahogo, la culminación de algo. me sentía la mujer mas especial y única del mundo, porque había pasado la mejor noche de mi vida, sexualmente hablando. Porque mi marido había tenido una prueba de amor que es imposible medir y lo que más, porque mi marido había roto sus esquemas, sus miedos y por fin fue sincero del todo conmigo e hizo lo que yo sabía que en realidad quería. Nos quedaban muchas cosas por vivir.

DE LOS DOS

Aunque lo escriba yo, esta parte es consensuada por los dos al 100% no como cuando él decía que las normas eran de los dos.

Con este relato y otros que escribiremos si este tiene buena aceptación, queremos dejar claro, que no buscamos que nadie nos escriba para mantener ningún tipo de encuentro sexual que eso no lo buscamos y no somos abanderados de nada de nadie ni de un estilo de vida.

El origen de decidirnos a escribir el relato o los próximos relatos es que nadie se encuentre en la tesitura que me encontré yo o nos encontramos los dos. Lo hacemos no para animar o desanimar a las parejas lo hacemos por si alguien se ve como nos vimos nosotros, poder aclararle las ideas y poder decidir con más conocimiento de causa.