Entregada, puta, sumisa, anillada
Quiero hacer más por ti, mi Amo, porque me parece poco lo que hago, muy poco, y quiero ser más puta, más sumisa y más perra. A veces creo que no te merezco.
¿Qué puedo hacer por ti, mi Amo?...me preguntas. Nada, cielo; haces todo lo que te digo y más. Pero quiero hacer más, me insistes. ¿Más? Sí, quiero ser más puta, más zorra, más perra. Quiero que mi cuerpo sea completamente tuyo, que mi piel suene como un tambor cuando tú lo azotas, que mis gemidos te exciten, que mi dolor te dé placer. Quiero más, mucho más.
- Quiero que me uses, te sirvas de mi y me entregues a quién tú quieras para que puedas presumir de puta, de zorra, de sumisa y de perra. Para que cuando los demás gocen con mi cuerpo a sus anchas, tú puedas sentirte orgulloso de tu puta. Que seas consciente de que tienes la mejor puta, la más sumisa, la más zorra. Quiero que todo el mundo sepa que lo soy, que te feliciten por ello y que sientan envidia de tu perra, de tu exclusiva posesión, porque aunque otros me uses, todos sabrán que soy tuya.
Eso me dices mientras estás delante de mí vestida sólo con el delantal de doncella francesa que sueles lucir para hacer las labores domésticas. Las de casa y las de alguna de mis amantes a donde vas para hacerles la limpieza. Para humillarte ante ellas al saber que le limpias la casa a la mujer que luego me voy a follar delante de ti.
Para que sientas el placer de saber que ella puede ordenarte, azotarte y servirse de ti, con mi permiso, y que luego tendrás que excitarla, comerle el coño, para que yo me la folle. Para que trabajes en la casa de la mujer que te pone los cuernos y que además te paga el servicio por horas de empleada de hoga, r que luego tú me entregas a mí para mis caprichos.
Lo sé, mi Amo y estoy orgullosa de todo ello.
¿Sí?
- Sí, mi Amo. Gracias por hacerme tan feliz.
Y te has levantado el delantal de doncella francesa y he visto que llevas unas anillas en los labios de tu coño.
- Es un regalo para ti, mi Amo –me has dicho.
- ¡Un regalo!
- Sí, mi coño ahora está cerrado y sólo tú puedes abrirlo con el candado que pondrás en ellas para que mi coño sólo se abra para tu polla y las pollas que tú quieras, cuando quieras, como quieras y donde quieras.
Y me has dado el candado y me has suplicado que te lo ponga. Y lo he cerrado, he cerrado tu coño, y me he guardado la llave. Ahora las anillas hacen juego con las que llevas en los pezones y que me permiten atarte al suelo pues suelo ponerte a cuatro patas y atar las anillas de tus pezones a unos mosquetones que hay en el parqué, con el fin de que quedes con el culo en pompa y no te muevas cuando te azoto. Eso he hecho para comprobar cómo quedan ahora que también las tienes en el coño.
Y luego te he puesto a cuatro patas, he bajado tus tetas hacia el suelo, he enganchado los mosquetónes en tus pezones y te he dejado así, en esa postura, pues ofreces el culo protuberante y muy salido. Y te he azotado, mientras tú me dabas las gracias tras cada azote y me decías que me amabas.
- Gracias, mi Amo. Gracias por ser tan bueno conmigo y por darme tanto placer.Te amo.
Y cuando te he levantado me has dado un beso muy tierno y te has ido a coger un abrigo de pieles que te has puesto sobre el delantal, porque vas a salir a la calle desnuda bajo el abrigo, vestida sólo con el delantal.
- Así, cuando llego a trabajar, estoy dispuesta en el acto- me sueles decir.
Y te has ido a casa de mi ultima amante. Sé que me llamarás cuando hayas llegado y me contarás qué te ha hecho. Sabes que me excita ese poder que tengo sobre ti. Y que luego, cuando regreses de limpiarle el piso, me entregues el sobre con lo que te han pagado. Y tú lo haces a cuatro patas y con el sobre del dinero en la boca. Lo que me sorprende es que salió de ti, fue una ocurrencia tuya; una más de las muchas que me impones porque eres una sumisa muy dominante y me obligas a someterte y castigarte.