Entregada por su hijo

Un video comprometedor de los amigos de un joven, hacen que la madre tenga que someterse a ellos, en presencia de este, para que no trascienda.

Nines acostumbraba a irse de vacaciones a un pequeño pueblo costero donde disponía de una casa pegada al mar. Lo hacía desde hacía ya muchos años, acompañada por su hijo Samuel, que ya había cumplido 15 años.

Samuel prácticamente no tenía otro recuerdo de sus vacaciones de verano que no fueran los de pasarlos en aquel pueblo, en compañía de su madre y con sus amigos de temporada. Su padre, tan sólo pasaba con ellos un par de semanas durante el mes de agosto.

Nines, se había casado joven, y a sus 38 años, aún conservaba todos los rasgos de una mujer joven. De pelo largo, rizado y moreno, cuerpo delgado y pecho exuberante, en torno a 1,70 de altura Disponía de multitud de amigas que conseguía que su etapa vacacional, fuera para ella un auténtico lujo.

Por su parte, Samuel tenía su propia pandilla de muchachos que había ido creando con chicos que vivían próximos a su casa y que eran originarios del pueblo donde tenían su casa.

Los tres amigos del chico eran Javi, un joven de 18 años con pocos hábitos de estudio, lo que había llevado a sus padres a ponerle a trabajar de aprendiz de mecánico. Isidro y Yoel eran sólo un poco mayores que Samuel, 16 años, pero su experiencia en la vida era muy superior a la del chico de la capital.

Aquel año, quizá el desnivel cultural y de iniciativa, era el mayor desde que la familia acudía a pasar sus vacaciones a aquel lugar. Desde el primer momento, Samuel se sentía continuamente en situación de inferioridad ante sus compañeros, aunque intentaba en todo momento hacer cualquier cosa para agradarles. Los tres muchachos, liderados por Javi, se burlaban continuamente de él y aprovechando la buena situación de la familia, conseguían financiar sus pequeñas juergas con el dinero que el chico solía llevar en el bolsillo.

De forma más o menos anodina, fueron transcurriendo los primeros días de vacaciones. Los muchachos se reunían habitualmente por la tarde, en un banco de una pequeña plaza próxima a sus casas Luego, al anochecer, solían hacer su pequeña fiesta en una pequeña playa en las afueras del pueblo. Solían llevar algunas revistas de mujeres con cuerpos esculturales, lo que hacía que los chicos terminasen siempre hablando de sexo, y también haciendo referencia siempre a Nines, la cual era considerada como una musa para ellos, alguien inalcanzable y una mujer fantaseada en su soledad, a excepción de Samuel, que aunque se sentía molesto por los comentarios hacia su progenitora, no se atrevía a llevar la contraria a sus amigos.

Una tarde una conversación sobre coches, accidentes y demás, fue derivando, hasta que Javi empezó a provocar al resto de sus amigos.

  • Si manipulas un coche, le dejas sin líquido de frenos, y esto pasa en una bajada éste se saldrá de la carretera y provocará un grave accidente.

Consideraban la broma divertida pero arriesgada, y la conversación quedó en silencio, hasta que vieron a una pareja que tenían una casa próxima a los muchachos que acaban de llegar al pueblo. Su coche era de alta gama, lo que llamó su atención y de nuevo volvieron las conversaciones sobre el mismo tema.

  • Si conseguimos que salga todo el líquido de frenos, ellos no podrán utilizarlos, y en teoría, se saldrán en la bajada que hay en la salida del pueblo. Probablemente cogerían el coche mañana por la mañana y no les pasaría nada, tan sólo alguna pequeña ralladura al coche y tal vez algo mecánico, que traerían al taller para poder continuar a la ciudad--dijo mirándolos haciéndose el resabiado.
  • Dime lo que hay que hacer y yo lo haré. Mañana por la mañana nos pondremos sobre la colina y veremos cómo se salen de la carretera—expuso Samuel intentando impresionar a sus compañeros.

El joven mecánico explicó al muchacho cómo llevar a cabo la manipulación del vehículo. Le contó que no tenía a mano las llaves del taller, y que tomase un juego de herramientas de su casa. El joven no quiso contrariarle y enseguida apareció con ellas y comenzó a maniobrar en el coche.

Los muchachos se reían y le jaleaban, lo que envalentonaba aún más al chico, a la vez que iban fotografiando y filmando la secuencia con sus móviles.

Cuando terminó, fue cruzando una sonora palmada con cada uno de sus tres colegas. Pensaba que su gesto de esa noche le aumentaría su perfil ante los otros chicos.

Para sorpresa de los cuatro, la pareja propietaria salió de la casa y subieron al coche. Un vuelco al corazón para los cuatro jóvenes, sobre todo para el adolescente forastero, que era quien había cometido la gamberrada.

El coche arrancó rápidamente, y los chicos corrieron a la colina para ver si el accidente se producía la primera vez que pisara el freno, como había pronosticado Javi, pero no fue así.

  • ¿No se quedarán sin frenos antes de llegar a su destino, verdad? -- Preguntó Samuel.

Sólo obtuvo la callada por respuesta, y los chicos se marcharon a su casa esa noche antes de la hora habitual.

A la mañana siguiente en el pueblo no se hablaba de otra cosa. La pareja había tenido un accidente a unos veinte kilómetros que les había provocado la muerte en el acto de los dos ocupantes del vehículo.

Durante todo el día, Samuel intentaba buscar consuelo en sus amigos intentado enjugar su culpa con ellos y deseando oír palabras de consuelo ante su torpe y malintencionada acción, aunque estos, lejos de apoyarle, aún le agobiaron más con sus comentarios, al explicarle la situación si aquello se llegaba a saber.

Por la tarde, después de cenar no quiso salir ya con sus amigos y a la mañana siguiente, acompañó a su madre a la playa. Ella le notaba muy serio, e intentó que sonriera para fotografiarle como hacía muchos días, aunque con escaso éxito. Yoel, Isidro, y Javi también habían acudido allí. Éste último tenía el día libre en el trabajo por ser fin de semana y tras la invitación de los dos chicos, no quiso acompañarlos a jugar a la pelota.

Aquella noche, su madre, ya preocupada le preguntó lo que le sucedía. Después de insistir mucho, Samuel rompió a llorar y le contó todo lo que había sucedido y que además, sus amigos habían grabado y filmado su acción en sus teléfonos móviles.

A partir de ese momento, se empezaron a cruzar llamadas con su marido. Miraron las consecuencias que podría traer el incidente para el chico, ingreso en un centro de internamiento para menores y para la familia, por motivo de indemnizaciones. Al final, la solución era intentar arreglar la situación con los muchachos, así que estos dejasen correr el tiempo y se deshicieran de las fotos que podían incriminar al chico.

La mujer pensó en invitarlos a cenar. Le explicó a su hijo sus intenciones para convencerlos y recuperar las fotos estableciendo un ambiente cordial. El propio muchacho se encargó de hacerles llegar a cada uno la invitación.

Nines preparó una cena abundante para todos, con platos del agrado de los adolescentes. Dejó que todos comieran sin mencionar nada de sus intenciones hasta pasados los postres.

Sabiendo que se saltaba las reglas estando con menores, ofreció a los chicos una copa de licor, que estos aceptaron encantados aunque también extrañados. Acto seguido, la mujer encendió un cigarrillo y procedió a hablar con ellos sobre el tema que les había traído allí.

  • Chicos, sé que lo que hicisteis el último día fue una gamberrada, y aunque Samuel fue el que la llevó a cabo, la idea fue de todos, lo que originaría graves problemas a vosotros y a vuestras familias si esto se llega a saber. Por todo ello, me gustaría que en este acto borréis las fotos y no vuelva a salir a la luz este tema.

Los chicos se quedaron todos callados, con la cabeza agachada, incluido su propio hijo, hasta que Javi, erigiéndose en líder, respondió.

  • ¿Tenías una cámara de fotos, verdad? La vi el otro día y es muy buena.

La mujer fue a buscarla y se la entregó. La tenía en su caja ya que la había comprado unos días antes.

  • Podéis quedárosla, os la regalo.

El muchacho volvió a hablar.

  • Si las fotos salen a luz, si nos interrogan, nos acusarán a todos, pero quien llevará la peor parte será Samuel. Nosotros sólo nos limitamos a grabar la trastada y a ocultarlo, pero fue él quien lo cometió. Respecto a borrar lo que grabamos, ya que tenemos las cartas sobre la mesa, lo haríamos si sustituimos estas fotos por otras más divertidas y que nos causen mayor placer.
  • Explícate-- dijo Nines, empezando a sospechar a donde querían llevar la situación.
  • Nosotros perderíamos poco o casi nada, en comparación con tu hijo. Sólo borraríamos estas fotos si las sustituyésemos por otras, en las que por ejemplo, aparecieses tú.-Sacó una revista pornográfica y se la entregó. Queremos esto de ti.

Nines apagó el cigarro en el cenicero para de inmediato, con las manos temblorosas, encender otro. Estaba envuelta en un chantaje del que no sabía cómo salir. Miró a su hijo y vio como éste estaba con las manos en la cara, con signos de estar llorando.

Se le empezaron a pasar muchas cosas por la cabeza. Lo principal era salvar a la persona que más quería en el mundo, su hijo. No podía llamar a su marido y contarle lo que los chicos le pedían, porque habría entrado en cólera y con sus celos, habría aparecido en el pueblo en el tiempo que tardase en llegar con el coche, por lo que procedió a tantear a los muchachos.

  • ¿Y si no acepto? ¿Qué haréis?
  • Estamos ya un poco agobiados con esto, así que iremos a la policía, le contaremos todo y le entregaremos las fotos. A partir de ahí, que cada palo aguante su vela.

Nines se mantenía con rostro serio. Cada uno jugaba sus cartas como mejor sabía, pero las de ella eran perdedoras.

  • Samuel, ve a tu cuarto y no salgas-Le obligó la madre.
  • ¿No quieres que tu hijo vea lo que va a hacer su mami por él?
  • Dejadle en paz, esto es entre vosotros y yo.
  • Nosotros decidimos de qué va esto. Estamos hablando de dos personas muertas en las que Samuel ha tenido mucho que ver. De momento que se quede tu hijo, es nuestra voluntad. Cuando el espectáculo ya no sea apto para menores, le permitiremos que vaya a la habitación.
  • No, quiero que se vaya a su habitación ahora.
  • Y nosotros decimos que no. Si no quieres que lleguemos a un acuerdo, sólo tienes que decirlo.

Nines los miraba entre enfurecida y entregada. Llevaba un vestido negro hasta la mitad de sus muslos, unas chancletas finas de playa. Sin pretenderlo, se había vestido ciertamente erótica, lo que había aumentado aún más los pensamientos pecaminosos de los jóvenes.

Los chicos sonreían entre ellos al ver a la mujer objeto de sus deseos en actitud sumisa y ahora además disfrutaban viendo a su amigo a quien iban a hacer ver el inicio del espectáculo. Javi, a sabiendas que había ganado ya la partida a la madre, lanzó la primera foto con su recién donada cámara.

  • ¿Qué queréis que haga, por donde empiezo?
  • Comienza por quitarte el vestido. O mejor…….. ¿Por qué no la ayudáis, chicos?

De forma torpe, entre los dos más jóvenes le sacaron el vestido, quedando con una braguita negra brasileña y un sujetador del mismo color que le tapaba la delantera.

  • Qué ropa interior más bonita. Se parece el biquini que llevabas en la playa el otro día, sólo que aquel era azul. – Añadió de nuevo Javi, que volvió a lanzar una foto a la mujer, otra al vestido que se acababa de quitar y una tercera a Samuel que ruborizado aguantaba estoicamente desviando su mirada para no ver a su madre.

Aunque no enseñaba más que aquel día, ya que su conjunto era tupido, sus manos intentaban taparse. Mientras la mujer miraba a su hijo, que avergonzado, agachaba la cabeza

  • En las playas de este pueblo las mujeres son muy prudentes y no se ponen en top less, pero seguro que tú lo harás para nosotros. Vamos, quítate el sujetador.

La mujer miró a su hijo primero, después bajó la vista para, mientras desabrochaba por atrás su sostén, volver a levantar sus ojos, ahora sin observar nada. Sacó su sujetador, y cruzando los brazos, intentó tapar sus pechos ante los jaleos de los chicos que gritaban sin pudor. De nuevo, siguiendo con su juego, dos flashes iluminaron a la mujer y a su prenda recién retirada.

  • Samuel, seguro que nunca le has visto las tetas a mamá. Míraselas¡¡¡¡¡¡¡

El muchacho ahora obedeció y vio a su madre que mantenía los brazos cruzados a la altura de sus pechos.

  • Baja las manos y permítenos contemplar tus domingas.
  • Por favor, dejad que se vaya a su habitación-Dijo refiriéndose a su hijo mientras bajaba sus manos para que pudieran contemplarla.
  • Ahora si es el momento. Puedes acompañarle a su habitación, pero antes, sitúate para que te fotografiemos.

Los gritos de los chicos al ver sus pechos libres no se hicieron esperar, ahora además, incluso se acercaron a tocarlos, ya envalentonados. Nines se zafó de ellos y ágilmente tomó su sujetador poniéndolo por encima, sin abrocharlo y con la otra mano a su hijo por el hombro, llevándolo hasta la entrada de su habitación. Antes de cerrarse la puerta, Samuel se agarró a su madre, besándola y juntando ambos sus mejillas mojadas.

  • Nines, vuelve a dejar el sujetador donde estaba. Esta noche harás todo lo que nosotros digamos. Cuando terminemos, borraremos las fotos que tenemos de Samuel y todo habrá terminado Pero para ello deberás hacer todo lo que nosotros queramos. Si estás de acuerdo, seguiremos, sino romperemos el trato.
  • ¿Queréis que me desnude del todo? – Preguntó en tono sumiso, aceptando las condiciones que los chicos habían puesto.
  • No, aún no. Para lo que vas a hacer ahora, no es necesario que te desnudes "del todo"-Respondió riendo.

Los muchachos, siguiendo las instrucciones de su líder, se quitaron sus bermudas y los bóxers, lo que daba cuenta que la fiesta acababa de comenzar.

Javi, la agarró por sus hombros y la hizo colocarse de rodillas, delante de la entrepierna de Yoel. Éste agarró su miembro y lo dirigió hacia la boca de la mujer, que con cierto asco comenzó a introducirla. La cara de satisfacción del chico, provocaba las risas de sus compañeros, que en voz alta procuraban que Samuel, desde su habitación, escuchase todos los comentarios que hacían sobre su madre. Asimismo la cámara seguía fotografiando, sobre todo asegurándose que fuese reconocible su rostro.

  • Zorra, sigue chupando…-Comentaba en voz alta mientras que se terminó corriendo en la cara de la madre de su amigo.

Tan sólo tuvo tiempo de limpiarse con una de las servilletas de papel que había sacado para la cena, y ahora fue Isidro quien colocó su pene a la altura de la cara de Nines, volviendo a ser fotografiada. Agarró su cabeza y comenzó a moverla. La excitación que le había provocado ver lo que le hacía a su amigo hizo que apenas pudiera aguantar un minuto, pero no permitió que ella pudiera sacar la boca del miembro del muchacho, lo que provocó que eyaculase en ella.

  • Ahora te toca conmigo. – Dijo Javi-Si supieras la de veces que he soñado con que me hacías una mamada¡¡¡ Te advierto que ya me han hecho unas cuantas, así que espero que te esmeres.

El muchacho agarró su pene y lo llevó a los labios de Nines.

  • Cómete mi piruleta, putita

Le iba dirigiendo en lo que quería que fuese haciendo con sus labios, con su boca, haciendo que pasara su lengua por el inicio de su pene, y por la parte baja de sus testículos. Él manejaba su cabeza, agarrando su pelo por la larga cabellera que tenía y dando las órdenes oportunas la mujer intentaba terminar lo antes posible con aquel calvario y aquella humillación. El joven, manejando a su gusto la felación, tuvo un orgasmo depositando su semen en los labios de Nines.

Los gritos de los jóvenes se hacían notar en la casa, a fin de que Samuel supiera lo que estaban haciendo a su madre y como disfrutaban de ella.

  • Ya tenéis lo que queríais. Borrad las fotos delante de mí e iros.
  • Nines, no hemos terminado, aún tenemos que disfrutarte mucho más. Hablamos de dos homicidios. Yoel, ¿por qué no vas a buscar a Samuel? No es justo que siendo nuestro amigo, le tengamos apartado de todo.

A pesar de las protestas de la mujer, hizo caso al líder de la pandilla y fue a buscar al chico a su habitación y que se encontraba con una fuerte llantera y lo llevó al salón de la casa, donde su madre se encontraba vestida tan sólo con unas pequeñas bragas negras.

  • Dijisteis que él se podía marchar. ¿A qué viene traerle ahora?—Preguntó la madre tapándose con las manos los pechos en presencia de su hijo.
  • No me parece justo,-- Respondió Javi. Él es compañero nuestro de correrías y gracias a él estamos disfrutando hoy de tí. ¿Has visto alguna vez en persona a una mujer desnuda?—Dirigiéndose a Samuel

Éste negó con la cabeza, lo que hizo sonreír al resto de los muchachos.

  • Esto es una democracia, así que votemos los cinco, si permitimos al pequeño Samuel quedarse a la fiesta. Empieza tú, Nines

La mujer dijo que no, pidiendo piedad al resto. El segundo en votar fue Yoel, quien dijo que le encantaría que se quedara. El tercero el propio Samuel, que viendo la situación de agobio y sofoco de su madre, además de su propia humillación, no dudó en decir no. Isidro, al igual que su amigo, dijo que sería una gran idea que se quedara.

  • Empate a dos. Sólo quedo yo por decidir.—Miró a Samuel y con voz risueña dijo: Qué coño¡¡¡ El chico tiene derecho a ver una buena jaca, aunque sea su madre. Gracias a él estamos pasando este rato tan cojonudo. Que se quede¡¡¡ Ahora tú decides si quieres seguir protegiendo a tu hijo o terminamos ya.

Nines se derrumbó, comenzó a llorar con fuerza. Si ya era duro todo lo que había hecho, ahora, lo que tendría que hacer en presencia de su hijo, sería aún más difícil.

  • Samuel, ¿te gustaría quitarle las braguitas a mamá?

El muchacho negó con la cabeza sin atrever a levantarla y mirar a su madre que seguía tumbada.

  • Entonces que se las quite ella.

Los dos chicos consiguieron levantar el cuerpo que permanecía inerte y pasando sus manos por detrás de la cabeza de los muchachos, la consiguieron colocar de pie. Acto seguido, Isidro soltó su mano para colocarse por detrás, y agarrarle fuertemente los pechos e intentar de forma infructuosa meter la mano por debajo de sus bragas. Nines forcejeó y consiguió zafarse de los dos mocosos.

Javi continuó manejando la situación.

  • Venga, me estoy cansando de tanto protocolo. Quítate las bragas y deléitanos con un desnudo integral, y tú, Samuel, quiero que mires a tu madre y no te pierdas un detalle. Si ambos no hacéis lo que quiero, rompemos el trato o quizá, se me ocurra otra maldad.

Sabiendo que ya no tenía marcha atrás su situación, Nines, que no paraba de temblar, llevó las manos a sus caderas y comenzó a deslizar su prenda íntima por entre los muslos hasta terminar en el suelo. Javier, que no había soltado la cámara, quiso guardar un recuerdo estelar de esos momentos.

Su primera reacción fue tapar su sexo con las manos, pero los chicos la obligaron a apartarlas quedando a la vista su vagina, perfectamente marcada en su depilación con un pelo muy corto, con un felpudo de vello de tres centímetros de ancho y unos cinco por encima de la finalización de sus labios.

Los muchachos contemplaban a la mujer casi como un espejismo. Alta, atractiva y un cuerpo esbelto y cuidado era el mejor regalo para los muchachos. Los dos jóvenes se dirigieron directamente a acariciar su sexo, pero de nuevo, agachándose y apartando sus manos, consiguió librarse de los tocamientos de los muchachos

  • Samuel, por si no lo sabías, tu madre ya nos ha hecho una mamada, que no has podido ver a petición de ella, pero dejaremos que te quedes el resto de la noche.
  • Por favor, no hagáis eso, es algo entre vosotros y yo—Inquirió Nines, sin demasiado convencimiento de que sus súplicas tuvieran alguna utilidad.

Envalentonados, fueron ellos quienes volvieron a llenar sus vasos de licor, obligando ahora a beber a la mujer y a su hijo, que no se atrevieron a negarse.

  • Nines, siéntate en medio del sofá. Vamos a jugar a los novios.—Ordenó Javi.

Ella hizo lo que le mandaron, se sentó, cerró sus piernas y tiró su cuerpo hacia adelante, a fin de intentar ocultar su desnudez. Por su parte, Samuel, al ver el mal trago y la humillación a la que estaba siendo sometida su madre, comenzó a llorar desconsoladamente.

  • Parad ya. Dejadla. Mamá, vístete. Aceptaré mi condena
  • Terminaré lo que hemos empezado. No mires por favor. Todo esto quedará como un mal recuerdo, nada más.
  • Samuel. Tu madre ya ha empezado. Ahora tenemos tus fotos y las suyas. Si se retira no borraremos ninguna. Así que seguiremos, y quien manda aquí hoy no es mamá, sino nosotros, por lo que te exijo que mires y no pierdas detalle, o será peor para vosotros.

Las palabras de Javi, seguro de la situación de superioridad que jugaba, calló a la madre y al hijo.

  • Yoel, Isidro, colocaos uno a cada lado de la mami,

Le explicó lo que quería de ellos. Los dos jóvenes se situarían a ambos lados de la mujer. Ella debía abrir las piernas, y dejarlas enganchadas, cada una de ellas, entre las rodillas de los muchachos, a la vez, que sus brazos debían rodear las espaldas de los chicos, quedando encajadas sin posibilidad de que pudiera utilizar sus manos para apartar la de los chicos.

Nines quedó con sus piernas abiertas, atrapada a disposición de sus chantajistas. El juego consistía en que los dos chicos hicieran de novios de la mujer, como si estuvieran en un cine. Se besarían, y ambos podrían tocarla por todos lados.

Así fue. Los dos chicos empezaron a besar su cara y su cuello. Aunque la mujer giraba para intentar evadir sus labios, siempre encontraba la lengua del otro muchacho próximo a ella. Comenzaron por sus mejillas aunque alcanzaban sus labios cuando ella giraba. Las manos se dirigieron a los pechos. Los agarraban fuertemente y los llevaban a sus bocas. Ahí se desmoronó Nines del todo, también su hijo que al verla agachó y tapó su cara.

Yoel e Isidro continuaban tocándola. Sus manos, casi al unísono, fueron bajando por su estómago, para llegar a sus muslos por el exterior. Como si fuera un punto de encuentro, estas se acercaban más y más al sexo de la mujer, hasta que ambos comenzaron a tocar su pelambrera primero, y después sus labios vaginales. Los dedos se turnaban entre su clítoris y su orificio vaginal. Nines, instintivamente arqueaba su espalda, aunque sin poder zafarse en ningún momento de los adolescentes que la mantenían sujeta y mancillaban vilmente su cuerpo.

  • No veáis la cantidad de pajas que nos vamos a hacer con estas fotos. Nines ha salido espléndida. Pero antes de que la liberemos, he de decir que estoy muy enfadado contigo.—Dijo refiriéndose a Samuel. Te dije que si no mirabas me iba a enfadar y no lo has hecho.
  • Si lo hice.
  • Pero no lo suficiente, agachaste la cara y te pusiste a llorar como una nena. ¿No te gustaba ver a mami a "punto de caramelo"? Para compensar, quiero que acaricies un poco a mamá.
  • Por favor, no, no le hagáis hacer eso, por favor.—Dijo Nines Llorando e implorando.

El muchacho quedó inerte en su silla, lo que provocó el enojo del líder de la pandilla.

  • Nines, díle que lo haga o terminaremos con esto.
  • Por favor, no me pidáis eso. Por favor, ya tenéis vuestras fotos. Habéis tenido sexo conmigo, no nos humilléis más.-- Expuso lloriqueando
  • Te dije que esto terminaría cuando nosotros lo dijésemos. Si quieres que lo dejemos, sólo tienes que pedirlo, sólo que el trabajo estará incompleto.

Aunque los chicos había dejado de tocarla, Nines volvió a echarse para atrás para continuar llorando. Sus movimientos excitaban más a los chicos. Nadie habló, y se hizo un silencio en la casa, sólo roto por la llantera de la mujer.

  • Ninessssssss, dilo ya
  • Samuel¡¡¡¡¡¡¡¡ Hazlo. Haz lo que te dicen y terminemos cuanto antes.

El chico obedeció a su madre y se acercó a ella. Avergonzado, comenzó a acariciarle la cara, para pasar brevemente por sus pechos.

  • Tócale bien las tetas. Nunca más te va a dejar hacerlo—Comentó riendo.

Torpemente lo hizo, y siguiendo las indicaciones del otro joven, fue bajando su mano hasta el ombligo.

  • Ahora haz lo mismo con su coño.

La mano de Samuel se apoyó en el sexo de su madre.

  • Nooooo—Gritó Nines.
  • Métele un dedo hasta dentro.

La mujer dio una fuerte sacudida como si en lugar del dedo de su hijo fuese un hierro candente. El chico se asustó y ambas acciones provocaron las risas y comentarios divertidos de los otros tres, a la vez que el flash de la cámara dio idea de una nueva fotografía.

  • Vamos a follar. ¿Quién quiere ser el primero?—Preguntó Javi, rompiendo el hierro a la situación anterior.

Los otros dos chicos echaron a suertes quien empezaría. Isidro fue el afortunado.

Ordenaron a Nines que se colocase sobre la alfombra con las piernas separadas. La fuerte excitación del muchacho hizo que a la primera encajase su pene dentro de la mujer. El chico se excitaba con las sacudidas mientras que ella no decía nada. Sus movimientos, fruto de la inexperiencia eran torpes, aunque conseguían su objetivo de excitarse a cada movimiento. Por su parte, ella seguía tumbada, con los brazos hacia atrás, abatida y llorosa, pagando la penitencia de su descendiente.

Aunque no vieron el semen, los gritos del chico cuando eyaculó dentro de la mujer hizo saber a todos que había terminado. Ella sintió dentro de sí un chorro caliente de vergüenza y pérdida de dignidad, aunque sabía que hacía lo correcto para que su hijo no quedase marcado de por vida.

Quedó tumbada sobre el suelo hasta que Yoel, para disfrutar de su turno, la levantó y la volvió a llevar al sofá, donde la colocó en el cabecero e intentando que los demás pudieran ver la penetración pidió un recuerdo a Javi de la situación.

El otro joven, tomaba las fotografías a diversas distancias, para que pudiera tener un bonito recuerdo de lo que allí había pasado esa noche. Mientras, la mujer, ahora tenía tapado sus ojos. Por su parte Samuel ahora miraba, procurando no volver a contrariar a Javi.

Aunque no era tampoco un joven experto, lo hacía despacio, por lo que su disfrute era mayor al ver y sentir como poco a poco entraba y salía de ella.

Yoel no gritaba, sólo aumentaba su respiración al ritmo de su penetración. Un empujón fuerte mientras dejaba su pene dentro hacía notar que se estaba vaciando en ella.

Nines se sentía como un trapo usado. No sólo había tenido que desnudarse, dejarse fotografiar y tener sexo con aquellos jóvenes, sino que además, su hijo había presenciado todo, e incluso, había manoseado su cuerpo. Le quería con todo su alma, pero por su culpa había sufrido el trago más complicado de toda su vida y en ese momento, era para ella tan odiado como los chicos que se habían aprovechado de ella.

  • Probaré ese culito¡¡¡—Dijo Javi.
  • Qué dices¡¡¡ – Gritó con sorpresa y ofendida la mujer.
  • Digo que te la voy a meter por el culo, aquí, ahora, en presencia de Samuel, Yoel e Isidro. ¿Tienes algún problema? ¿Te niegas?

No hubo respuesta, sólo unas lágrimas más por parte de madre e hijo.

  • Vamos a mi habitación¡¡¡ – Expuso Nines.

Pretendía que el acto fuera a solas entre ellos dos, evitando sobre todo que su hijo tuviera que verlo. La respuesta sorprendió, humillándola aún más.

  • Vale, vamos. Vamos todos a tu habitación, me gusta la idea
  • No, sólo tú y yo.
  • Ya te he dicho que me gusta que me vean y que nos fotografíen. Ya sabes que tenemos que hacer al final un trueque de fotos.
  • Entonces nos quedaremos aquí. No quiero mancillar mi habitación.
  • Me ha gustado la idea de darte por el culo donde te folla tu marido cuando viene. Vamos¡¡¡

Los cuatro jóvenes siguieron a Nines que se dirigía a su habitación. Nada más entrar se tiró sobre la cama y volvió a llorar de forma sonora.

  • Ponedla en posición

La mujer se colocó haciendo el perro, mientras que él, antes de penetrarla, escupió su ano e introdujo su dedo, lo que provocó un alarido de ella. Después, colocó la punta de su pene en el orificio y empujó de forma seca, lo que hizo que ahora el grito fuese mucho mayor.

Los minutos siguientes fueron de una menor intensidad. Ella gemía en cada embestida mientras que ahora era Yoel quien manejaba la cámara de fotos.

Cuando terminó ella quedó tumbada en la cama. No se podía mover. Tampoco lo hizo Samuel. Los tres chicos enseñaron a la pareja como formateaban sus teléfonos y borraban las imágenes que incriminaban al joven.

Los tres amigos salieron de la casa. La mujer tardó aún unos minutos en reaccionar. Cuando lo hizo, se acercó con cierto odio a su hijo.

  • Jamás en tu vida hagas mención a nadie de lo que ha pasado a ti esta noche, y por supuesto, ningún comentario a tu padre. Le voy a convencer para vender la casa, no será difícil después de lo que hiciste.
  • Lo siento mamá. – Dijo lloroso y triste.
  • Te quiero más que a mi vida, pero por tu culpa he pasado los momentos más humillantes de mi vida. Me has convertido en puta.

Nines se dirigió a su habitación y cerró la puerta.