Entregada a una extraña
Te habrás dirigido a la mesa, sin saber si estarás acertando, o metiendo la pata. te habrás sentado en su mesa sin pedir permiso, frente a ella, y has bajado la vista. -su perrita sara se presenta.
ENTREGADA A UNA EXTRAÑA
Solo en el cuarto, sentado en una butaca. Una habitación de hotel. Escenario común para tantas historias. Hoy una de ellas, algo nuevo otra vez. Esperando a mi perrita, solo que hoy vendrá acompañada.
La puerta de abre y aparece mi extraña, mi conocida amiga. Sin ella, todo esto no sería posible hoy. Hmmm... Pero no está de más, nadie inventó las reglas... y nadie me obliga jamás a seguirlas... O quizás si. En realidad tú has creado nuestras reglas, en base a no crearlas. A dejarme creer... que soy yo quien te las impone.
Hoy tu melena salvaje esta recogida. Ordenada en una coleta ceñida con un pequeño lazo negro. Aún así, tu pelo indomable ya se ha encargado de escapar y caer sobre tu rostro, cabizbajo y serio. Caminas despacio, detrás de tu Ama, obediente y en silencio. No se muy bien que habéis hablado durante esta media hora en la cafetería del hotel. Donde os habéis conocido por primera vez.
En una mesa, anónima, de una cafetería anónima. Has llegado según lo pactado, y aunque no haya estado presente, se que no habrás dudado ni un segundo. Habrás buscado una mesa... alguien sentado en ella, con la indumentaria convenida. El primer paso para ti, obviamente... eres la sufridora de esta historia, y a la vez la única protagonista. Con toda la carga a cuestas... sobre tus hombros.
Te habrás dirigido a la mesa, con mil ideas en tu cabeza, y esa eterna duda de meter la pata hasta el fondo. De estar atrapada, y aún así, tener la convicción de que no hay marcha atrás. Hacia esa mesa con una chica morena, traje de chaqueta en color negro, maquillaje perfectamente delineado sobre su rostro. Mirada perdida, y posiblemente ni una de ellas dirigida a ti, como reconocimiento. Te has sentado en su mesa sin pedir permiso, frente a ella, y has bajado la vista.
-Su perrita Sara se presenta.
¿Cuanto tiempo habrá tardado en responder? Mmm. ¿Te habrá acariciado el rostro? o directamente te habrá ordenado quitarte las bragas allí mismo. En mitad del bar, mientras te observan.
Jugaste fuerte, apostaste alto,... es algo que siempre haces. Las condiciones fueron claras, y las aceptaste después de respirar hondo. Ser entregada a una extraña, incluso no estando yo delante. Sin conocerla si quiera. Sin conocer sus límites o sus deseos, confiando solo en los límites que haya acordado con ella previamente... y de los que no tienes absoluta idea. Un reto de nuevo para tu mente y tu alma. Una propuesta, un sitio, un lugar... De nuevo ese vértigo de salto al vacío te inunda de nuevo. Ese estrechar la mano al diablo de nuevo.
Ahora todo eso pasó. Lo que haya ocurrido, en esa cafetería... lo sabré a su tiempo. Eso no importa ahora. Tu figura, cruzando la habitación, es lo único que importa ahora mismo. Has elegido un atuendo acorde con la situación. Hoy la estética se rinde al negro. Una camiseta de manga larga, y hombros desnudos, y unos pantalones ceñidos... resaltando tu figura, que descansa sobre unos zapatos de tacón.
Primera mirada a mis ojos, mientras caminas y primer fallo. Suerte que ella no te vio. Camina altiva delante de ti. Hoy, de mi boca no saldrá una sola palabra, ni para acusarte, ni para protegerte. Hoy no soy tu juez ni tu protector. Tu mirada... mezcla de temor y súplica. Pero también de confianza. Mmm... ¿Aún no te has dado cuenta? Supongo que durante la tarde, lo harás. Solo seré un mero espectador. Estás sola, en esta habitación de tres.
Tu Ama se gira y te mira, de pie, cabizbaja ante ella. Apoya la mano en tu hombro y te empuja hacia abajo. No es delicada... eso desde luego.
-Al suelo, perra.
Inclinas tu cuerpo hacia delante obedeciendo... Te colocas de rodillas, frente a ella. Gira en torno tuyo, y se coloca a tu espalda. Levanta su pie y de un fuerte empujón en tu espalda te tira al suelo.
-Te he dicho que al suelo, putita. ¿Estás sorda? Hmmm... Esta putita no escucha. - Su cuerpo no ha variado su postura y su pie descansa cómodamente sobre tu espalda, presionando todo tu cuerpo sobre la moqueta. Una vez que comprueba que no te mueves, vuelve a colocarse frente a tu cara, frente a ti, y se sienta sobre la cama.
-Saca tu lengua, zorra. Llevas todo el camino mirando mis zapatos... y habrás visto que necesitan una limpieza, así que vas a sacar tu lengua de perra, y los vas a dejar brillantes.
Hmmm, empieza duro. Todo tan distinto, cambia la suavidad de la dominación por la violencia de la imposición. Sorprendida, me miras. Todo demasiado violento ahora. Un bofetón en tu mejilla te sorprende.
-¿Donde coño miras, putita? Saca tu lengua y obedece!
Bajas de nuevo la cabeza, y miras sus negros zapatos. Sacas tu lengua, y comienzas a recorrerlos despacio, con la punta. Muy despacio, y con evidente distancia. Un ligero rumor de complacencia sale de su boca, y relaja su pose. Inclina su cuerpo hacia atrás, apoyando sus codos en la cama... Ahora juega con sus pies, y define la forma de acercarlos a tu cara. Como quien mueve un delicado objeto, mientras lo admira.
-Así, mi niña... vas aprendiendo. Saca más la lengua. Hasta que no lo hagas como debes, no pararás.
Y tiene razón, poco a poco, bajas tus defensas y entras en su juego. Lo que comenzó como un roce, a través de la punta de tu lengua, se convierte en un lametón intenso de toda tu lengua recorriendo el empapado zapato. La sonrisa de aprobación de tu Ama es cada vez mayor. Eres inteligente, y sabes que obedecer es el único camino.
No se si logras entrar en el juego... o si has descubierto que el mejor camino para terminar lo antes posible. Obedecer ciegamente. ¿Disfrutas? ¿O solo lo hago yo de una manera extraña jamás experimentada? Verte sometida, indefensa. Excitante y doloroso a la vez. Tu cuerpo, aún sin ese sudor que perlará tu piel, bajo unas órdenes que no son las mías, por primera vez.
Tu Ama se mueve... Gira su cuerpo, y te fuerza de nuevo. Su tacón, fino y negro pugna por entrar en tu boca.
-Lámelo, zorrita. Mételo entero en tu boca... así estará limpito para cuando penetre tu culo con el. Así, aprieta bien tus labios y límpialo bien. Tienes cara de haber chupado muchas pollas, así que no te costara mucho hacerlo.
Abres tu boca y dejas que penetre en ti. Dentro y fuera, apretando tus labios, pero con los ojos cerrados, como queriendo escapar a esta situación, y marcar distancias. Rechazo y a la vez obediencia.
Obediente, una perra obediente sobre el suelo, haciendo caso ciego. ¿Me enfada? ¿Quizás siento celos?, O solo un placer nuevo. Tal vez todo ello, y más aun, los nervios a flor de piel. Hoy no llevo la iniciativa, hoy ni siquiera tengo el guión. Difícil estar en este nuevo lado.
¿Como es tu lado? ¿Acaso avergonzada por ser tratada así en mi presencia? Por esa humillación... o solo ira contenida en este instante hacia mi, por haberte llevado hasta aquí, y aun mucho por delante. Como siempre... la tarde es muy larga...
Yaces a cuatro patas sobre la cama. ¿Tus gemidos se escuchan en todo el hotel? Tal vez la visión de todo esto dispara los sentidos, y magnifica cada sonido. Sudorosa, jadeante... agotada. Eso seguro.
Tus gemidos, mientras tu cuerpo se agita... pequeños espasmos producidos por el dolor. Por mucho que te mueves... esas pequeñas pinzas, casi insignificantes, se clavan en ti, desgarran tus pezones. Han pasado se ser un pinchazo a una molestia, y luego, a algo insoportable. Minúsculo tamaño, y el centro absoluto de atención para ti. Tu cuerpo, inmovilizado por cuerdas que atenazan todas tus articulaciones. Imposible moverse, imposible reaccionar a los múltiples estímulos mientras tu Ama juega con tus agujeros, con todos tus agujeros. Su promesa y su tacón se encargan de ello.
Solo relajarte, intentar relajarte. Respirar, sudar, y superarlo. Sabiendo que habrá uno mas, Uno tras otro. Los carrillos rojos de tu culo recuerdan los azotes, sufridos con motivo. Y sin el. Los más injustos, y los más satisfactorios para ella. Su cara lo ha demostrado en cada golpe, cada vez que la fusta golpeaba tu piel, y tú arqueabas la espalda. Tensado tus músculos. Aguantando el gemido, niña rebelde, y provocando un golpe mas fuerte, siempre uno mas, buscando robártelo.
Ahora, inmóvil mientras un plug inunda tu culo, colocado obscenamente en el, olvidado. Pasó el momento de introducirlo, ayudado de tu propio flujo. Inevitable excitarse cuando los estímulos son tan intensos. Hmmm, eres un cuadro mi niña. Golpeada, humillada y tratada como la perra que aceptaste ser. Ni siquiera tu pequeño anillo, con el que tanto hemos jugado, ese pequeño anillo en tu coño se libró y un pequeño peso cuelga entre tus piernas, libre, balanceándose a su libre albedrío, y arrancando punzadas de dolor en cada vaivén. Vaivenes provocados por tu Ama. Todo tu cuerpo tiembla a cada tirón. Imposible localizar ahora un solo punto de tu cuerpo. Todo el se ha convertido en un único latido, sin sentido aparente, bajo el mismo ritmo continuo. Cada segundo una tortura, y a la vez el dulce sabor de la sumisión inundándote. Llenando todos esos huecos de duda o ansia. Dándote una razón para todo esto.
Su escultural cuerpo, libre ya de toda ropa hace tiempo, tumbado frente a ti. Obscenamente abierta de piernas, empujando tu cabeza en su interior, ordenándote llegar más y más dentro. Agarra con firmeza tu cabello, deshecha ya la coleta, que cae en cascada sobre tus hombros. Su fuerza y su vocabulario son sus armas, y las emplea a la perfección. Obteniendo por fin el placer físico, a través de tu lengua, después de haber exprimido todo placer a través de tu sometimiento. Esta vez es su cuerpo el que tiembla, tirando más y más de ti, Cuanto aún puedes entrar más en ella... Espasmos, esta vez suyos, últimos espasmos por fin.
La calma, el silencio. Cortado por suspiros... respiración agitada, y tus eternos gemidos. Quieta, muy quieta mientras ella retira despacio el motivo de tu penar. Despacio, uno tras otro, sintiendo de nuevo la sangre fluir. Recuperando con creces un calor ausente. Tus brazos, tus piernas, de nuevo libres, tus pezones han vuelto a la vida a través de fuertes palpitaciones, todo tu cuerpo despertando a la resaca del dolor. Un último nudo y de nuevo libre.
Solo una cosa se espera de ti ya. De rodillas, en el suelo, agradeces a tu Ama el trato ofrecido, excusas tu comportamiento, indigno de alguien como ella, y aguardas sumisa con la mirada en el suelo hasta que desaparece.
Algo se va con ella, los restos de fuerza o entereza. Derrumbarte... no da tiempo si esa era tu idea. Estás en mis brazos, volando a la cama, esta vez libre de aparatos, cuerdas u objetos. Solo una sabana revuelta que aun guarda olor a limpio. Tu cuerpo, tumbado a lo largo de la cama. Tu cuerpo de medio lado, encogido apenas, acariciado una y otra vez por mi mano. Nada que decir aún, solo es momento de descansar. Duerme mi niña...