Entregada a ellos
Un día tranquilo de playa con mi chico que comienza a calentarse hasta donde nunca hubiera imaginado.
Entregada a ellos
Hola soy Sara, tengo 38 años y como cada año en el mes de junio, mi marido Carlos y yo aprovechamos para hacer una escapadita.
Siempre solemos ir en el mes de junio ya que suele hacer buen tiempo, los precios son asequibles y la última semana los peques han terminado los exámenes y cole.
Los dos creemos que en una relación es importante contar con un pequeño espacio para la pareja, un espacio que una vez al año al menos, te permita alejarte de la rutina diaria por unos días, sin las preocupaciones que los hijos te generan.
Desde hace aproximadamente diez años solemos viajar a una capital de provincia para conocerla, por lo general son viajes tranquilos y los aprovechamos para hacer turismo cultural.
En esta ocasión nuestro destino elegido era la Costa Brava catalana, mi marido Carlos es fan de la serie Juego de Tronos y quería visitar la ciudad de Girona, ya que allí se había rodado parte de la sexta temporada. Nuestra intención era estar varios días y visitar los preciosos pueblos marineros de la costa, por esa razón nos alojamos en un apartamento alejado de la zona de bullicio de Lloret de Mar.
El otro motivo para elegir Lloret fue el hecho de que a mi marido le encante hacer nudismo, había visto un reportaje en el que aparecía una preciosa cala llamada Cala Boadella, y por supuesto quería ir.
En mi caso es todo lo contrario, no he hecho nunca nudismo y ni tan siquiera hago toples, así que ya teníamos pactado que si él hacia nudismo, yo me iría a la zona de la playa donde no lo hicieran.
Íbamos a pasar cuatro días y el fin de semana aprovechamos para visitar Girona, Tossa de Mar, Rosas y algún pueblo más de esa costa tan espectacular como la Costa Brava.
El lunes y el martes nos lo tomamos de relax y aprovechamos para ir a la playa.
Nos encantaron los pueblos y nos encantó Girona, creo que junto a otras pequeñas ciudades como Cáceres, es una joya que todavía no ha sido descubierta.
El lunes había un sol espectacular, la temperatura era buenísima y decidimos que ese día tocaba playa. Habíamos elegido un apartamento que se encontraba a pocos metros del acceso a la playa, por lo que no teníamos ni que coger coche.
Se accede a la playa por un sendero de tierra que circula bajo un bosque de Pino Carrasco, primero tienes una subida de unos cincuenta metros, para posteriormente bajar por el mismo camino de tierra una rampa de unos doscientos metros, salpicada de raíces de árbol que asoman y que tienen como final una preciosa playa.
Al ser lunes no había mucha gente, por lo que no íbamos a tener problema para coger sitio. Además, también contaba con un chiringuito para poder comer al medio día.
La playa no es grande pero sí muy bonita, el agua es cristalina y la arena aunque de grano grueso, también estaba muy limpia. En mitad de la playa había una gran piedra que se adentraba en el agua y que parecía separar la playa en dos.
Cruzamos la primera playa que no parecía nudista ya que todos iban en bañador y nos adentramos en la segunda, seguimos caminando hasta llegar al final de la misma, no fue hasta la llegada al final, cuando comenzamos a ver alguna persona desnuda que se mezclaba con otros con bañador.
No había mucha gente y tan solo unas pocas decenas de personas desperdigadas podían verse en la segunda playa. Por esa razón y porque no parecía para nada una playa en la que toda la gente estuviera desnuda, accedí a quedarme con Carlos allí.
Nos colocamos al final pasando unas piedras en una zona que estaba formada por varias mini calitas separadas por rocas, nos aposentamos en una de ellas y allí colocamos toallas, sombrillas y una pequeña nevera que llevábamos con alguna cerveza fría.
Tengo que reconocer que era un sitio estupendo, al resguardo del resto de la playa y muy tranquilo.
Enseguida Carlos se quitó el bañador y se quedó en pelota picada. Como siempre que hace nudismo se había depilado por completo, en mi caso seguí con el bañador playero…
-No sé qué veis de especial estar en pelotas en la playa.
-Lo sabrás si te quitas el bañador y luego decides si te gusta o no.
-¿Yo?... ¡ni loca! El cuerpo de una mujer es mucho más bonito con un bañador puesto.
-Si me dijeras estas abuelas que andan por ahí… pero tú tienes un cuerpo bonito, seguro que ibas a estar estupenda.
Tengo que reconocer que no tengo un mal cuerpo para tener 38 años y haber sido madre en dos ocasiones, no soy muy alta pero tengo unos pechos generosos con una ligera caída en forma de gota, los pezones son rosados y no muy grandes, mi cuerpo es delgado ligeramente ancho de caderas y aunque reconozco que ya no tengo 18 años, aun despierto alguna mirada lasciva en los hombres de vez en cuando.
-Quítate al menos la parte de arriba, no te va a ver nadie y si te ven no te conocen…
-No, ya sabes que me da mucho corte.
-Anda no seas tonta, que aquí no hay nadie y además luego la marca del bañador queda muy fea.
La verdad era que si en algún momento me decidía a hacer topless ese era el momento… Había muy poca gente en la playa y además el lugar era muy acogedor y discreto.
-Bueno canso, te voy a hacer caso, pero no le veo la gracia a estar en tetas y que todo el mundo me vea.
Era la primera vez que estaba en público medio desnuda y tenía una vergüenza horrible, aunque reconozco que también tenía su punto de morbo, como a cualquier chica a mí también me gustaba sentirme deseada.
Mis dos tetas de la 95 que nunca habían visto el sol quedaron al descubierto y mi chico quedo complacido.
-Ummm… que morbo tienes cariño, este cuerpo es para enseñarlo y no para andar con trapitos.
-Anda cállate antes de que me arrepienta, me está dando una vergüenza horrible.
Los primeros minutos me puse bocabajo, pero tras un rato en el que no pasaba nadie por delante decidí darme la vuelta y tostarme por los dos lados.
Hacía calor, Carlos decidió meterse al agua, yo fui tras él a refrescarme intentando taparme mis pechos de forma disimulada. Nada más notar el contacto con el agua fría mis pezones se endurecieron y las tetas se erizaron. En la Costa Brava el agua no está como en el Levante y rápidamente busque el contacto con mi chico para que me diera calor.
El tacto de nuestros cuerpos desnudos bajo el agua, la sensación al sentir nuestras pieles erizadas y tersas rozándose, la posibilidad de que alguien nos pudiera ver, todo ello en su conjunto era excitante y morboso, rápidamente empezamos a besarnos y mi nivel de excitación comenzó a dispararse, hasta sentirme igual de mojada por dentro que por fuera.
Carlos me llevo junto a una de las piedras grandes que había entre las calas, nos situamos semiescondidos tras la roca, se colocó tras de mí y enseguida sentí sus labios besando mi cuello, su cuerpo pegándose al mío como una lapa y su polla presionando mi culo.
Gemí por vez primera al sentir su mano magrear mi pecho, me pellizcaba el pezón a la vez que su mano derecha se introducía en el interior de mi braguita, para posteriormente colarse en el interior de mi cálida rajita. El primer contacto con mi punto de placer me hizo estremecer y comencé a comportarme como una autentica perrita en celo.
Mis caderas se movían en círculos al compás de sus dedos en mi vagina, me había concentrado en sus dedos penetrándome y perdí la noción del tiempo y del espacio. Estaba entregada a mi chico en aquel lugar a la vista de cualquier curioso, quería que me follase allí mismo, quería sentir su polla entrando en mis entrañas y poder descargar todo el deseo que me embriagaba.
Mis ojos permanecían cerrados mientras disfrutaba de sus caricias, la respiración era un puro jadeo y mi cuerpo estaba completamente entregado a él. Por un segundo abrí los ojos, los abrí con la esperanza de seguir a solas, deseando que ningún curioso se estuviera deleitando con nuestra presencia, pero no fue así… mi corazón dio un vuelco, al comprobar que a unos 15 metros de nosotros sé encontraba un hombre de unos 50 años, el tío en cuestión tenía una barriga prominente y observaba la escena mientras se tocaba la polla, un nudista completamente desnudo y nos observaba con cara de deseo.
No pude evitar darme la vuelta y separarme de mi chico al sentirme observada…
-No, para, para, hay un tío ahí mirando…
-Que más te da, pasa de él.
-No puedo, están mirando y me da mucho corte…
Salí del agua con la respiración todavía acelerada, Carlos tardó un rato más ya que tenía que bajar el calentón, nos tumbamos en las toallas y abrimos unas cervezas.
Me dio mucha rabia que apareciera el tío aquel a cortarnos el rollo, nunca habíamos follado al aire libre y la verdad tengo que decir, que aunque me había dado una vergüenza horrible que me vieran, también reconozco que me había dado morbo saber que durante un rato alguien nos observara.
La tarde fue cayendo a la vez que las cervezas que habíamos llevado en la nevera, yo no estoy acostumbrada a beber y ya estaba bastante alegre y receptiva. Carlos se acercó a mí y comenzó a besarme el cuello a la vez que me hablaba al oído.
-Me muero por follarte aquí mismo…
Me encontraba a gusto y excitada, el suave calor de la tarde, las cervezas y porque no decirlo, la experiencia interruptus de hacía un rato, habían conseguido ponerme muy cachonda.
-Para, nos van a ver…
Mis palabras decían que no siguiera, pero mi cuerpo le decía todo lo contrario. Sus besos en el cuello habían vuelto a endurecer mis pezones que seguían al aire, un escalofrío recorría mi cuerpo a la vez que toda mi piel se erizara.
En ese momento mi chico me besó a la vez que su mano se posaba en mi pecho y comenzaba a acariciarlo. Se encontraban tersos y erizados, los estrujaba y pellizcaba los duros pezones provocándome varios gemidos ahogados que intenté disimular de la mejor manera que pude.
-No sigas, nos puede ver cualquiera.
Mi pecho subía y bajaba a la vez que la respiración se aceleraba, su mano recorría ya mi cuerpo y se acercaba peligrosamente al punto en el que no podría resistirme.
Volví a gemir, esta vez acompañándolo con una sacudida de caderas al sentir su mano indecente colarse entre mi piel y el bañador. Sujeté su mano para intentar que no siguiera por ese camino sin retorno, pero ya había tocado mi punto de placer y mi resistencia se hizo inútil.
- Por favor, no sigas…
Mis palabras eran pura súplica, una súplica que no correspondía con lo que mi cuerpo deseaba… mientras, la resistencia de mi mano intentando retirar la suya, era cada vez menor, trascurridos unos segundos, sus dedos ya habían empezado a impregnarse con los fluidos que emanaban del interior de mi sexo.
Carlos extrajo por un instante sus dedos y me los introdujo en la boca para que degustara mis propios fluidos, era algo que le encantaba y lo ponía como una moto. Observar mi imagen lamiendo sus dedos, lamiendo con deseo unos dedos impregnados en mis propios fluidos y que hace unos segundos habían follado mi sexo, le volvía loco.
Permanecía jadeante con los ojos cerrados, disfrutando de sus caricias, disfrutando del momento, ajena a todo lo que pudiera estar ocurriendo a mí alrededor, en un completo estado de éxtasis que me impedía ver más allá de lo que sentía en ese instante y en ese momento.
Los labios de mi chico comenzaron a recorrer mi cuerpo con sentido sur, no se detuvo hasta llegar a la parada de mi chochito, todavía estaba cubierto por la parte baja de mi bañador, de forma instintiva abrí las piernas para facilitarle el trabajo, pose mis manos sobre su cabeza invitándole a saborear me, retiró hacia un lado el bañador a la vez que su lengua comenzaba a lamer mis labios mayores y degustaba mis jugos.
Volví a gemir en repetidas ocasiones mientras movía mis caderas intentando sentir con más fuerza el roce de su legua, mis manos se aferraron a su cabeza, atrayéndola hacia mí, atrayéndola hacia mi cálido coño que no dejaba de emanar fluidos, mis piernas subieron por encima de sus hombros y terminaron entrelazadas por detrás de su espalda.
Le encantaba hacerme sufrir cuando me lo comía, recorría mi entrepierna y después mis labios mayores, recorría cada rincón de si sexo sin llegar nunca a mi punto de placer, conseguía volverme loca de desesperación y de deseo. Me sentía como una auténtica perra en celo, me mordía instintivamente el labio inferior a la vez que sacudía a un lado y el otro mi cabeza.
Mi instinto me hizo abrir los ojos y en ese momento lo vi… por segunda vez en el día, pillaba mirándonos al mismo nudista con barriga cervecera, pero esta vez a escasos dos metros. Meneaba arriba y abajo su pequeña pero gruesa polla con su mirada clavada en nosotros y el rostro impregnado por la lujuria.
En medio de la excitación sentí como el corazón golpeaba con fuerza en mi pecho, sentí como una mezcla de vergüenza y morbo se apoderaban de mí. Siempre he sido pudorosa en determinados aspectos y sentirme observada me producía una vergüenza horrible, pero a la vez el sentirme observada y deseada por un extraño mientras lo hacía con mi marido, me producía una sensación morbosa nunca experimentada hasta la fecha. Por alguna razón que desconozco no dije nada y continué entregada a Carlos, mientras, el tipo barrigón continuaba meneándosela a mi lado.
Gemí como una perra cuando por fin su lengua rozó mi hinchado clítoris, apreté su cabeza para que acariciara con fuerza mi pequeño punto de placer, estaba a punto de correrme, no podía aguantar más, pero Carlos tenía otro plan… Hizo que me incorporara y en ese momento vi a un segundo chico que se encontraba también desnudo y que también se la estaba meneando mientras observaba la escena, este no se parecía en nada al primero, era moreno y con el pelo negro, rondaría los 30 años y tenía un cuerpazo bronceado tremendo, tenía una gran polla de unos 20 cm completamente dura, que el chico no dejaba de menear mientras nos observaba.
Carlos ya los había visto y por las reacciones de los mirones, entendí que no les había puesto ninguna pega para que estuvieran allí. Mi chico me colocó a cuatro patas sobre la toalla, volvió a echar a un lado la braga del bañador y sujetó con una mano mis caderas a la vez que situaba la punta de su polla en la entrada de mi rajita.
Volví a gemir cuando introdujo la punta, luego tras volver a sacarla, la deslizó por la rajita esparciendo los fluidos que se habían impregnado en su glande, volvió a realizar la misma operación una y otra vez, hasta que entre jadeos le suplique que me follara…
-Métemela por favor
No me reconocía a mí misma, suplicaba como una guarra mientras dos desconocidos se la meneaban mirándome. Carlos sujetó mis caderas y de una fuerte embestida me la metió hasta el fondo, gemí de nuevo al sentir su polla abrirse paso en mi interior, a la segunda embestida, le siguió una tercera y así un sinfín de percusiones que terminaban con el choque de sus caderas contra mi culo.
El tipo mayor se acercó más aún a mí y comenzó a magrearme los pechos que se movían adelante y atrás en un continuo vaivén de sacudidas, sentí sus manos magrearme como si fuera una cualquiera y no entendí como Carlos no le decía nada.
Cuando se cansó de meterme mano, se incorporó sobre sí mismo y me puso su gruesa polla frente a mi rosto, me hizo ver que quería que se la mamase, yo me negué y aparté la mirada hacia el otro lado, pero me sujetó por el pelo y colocó mi rostro frente su polla con todo el descaro.
Me avergüenza confesarlo ahora, me avergüenza porque cualquiera que lea estas palabras pensara que soy una autentica guarra, pero tengo que reconocer que la situación me excitaba, a pesar de ser un tipo repulsivo, a pesar de que fuera una situación que nunca hubiera imaginado, sentí el deseo de meterme su polla en la boca y así lo hice…
Era la primera vez que tenía la polla de otro hombre en la boca y no sabría expresar muy bien lo que sentía. El lanzó un gruñido al sentir mis labios succionar su miembro, sujetó mi cabeza poniéndose a horcajadas para llegar a mi altura y comenzó a meterme la polla a la vez que gemía como un cerdo.
De todo era testigo mi chico al que sentía tras de mí empalándome ahora con más fuerza, sabía por sus movimientos y respiración que estaba a punto de correrse, sentía sus manos aferrarse con fuerza a mis caderas y sus movimientos acelerándose a la vez que su respiración se tornaba en jadeos, ¿le excitaba ver como se la chupaba a aquel hombre? ¿Realmente le ponía verme con la polla de aquel cerdo en la boca?
El desconocido me inmovilizaba sujetándome por el pelo, mientras con pequeños movimientos de cadera, introducía una y otra vez su miembro en mi boca. En ese momento Carlos comenzó a correrse dentro de mí, lanzó varias fuertes sacudidas a la vez que sus manos se aferraban con fuerza a mis caderas, acto seguido sentí como el calor de su semen entraba en mis entrañas y parte se derramaba en un fino hilo que recorría mi muslo interno.
Casi no había terminado cuando el chico moreno se acercó y me quitó la braga del bañador, la usó para limpiar los restos de leche que seguían saliendo del interior de mi rajita, después se arrodilló tras de mí, y ante la mirada de mi chico, me la metió de una fuerte embestida, que me hizo gritar al sentirla golpear contra mi útero.
Sentía la presión de aquel miembro abriéndose paso en mi interior, sus grandes manos sujetaban con fuerza mis caderas, mientras el ritmo de las percusiones iba aumentando.
Seguía con la polla de aquel gordo en la boca y por el ritmo de sus movimientos sabía que estaba a punto de correrse, quise apartarme para evitar que lo hiciera en mi boca, pero me sujetó con fuerza y me fue imposible, su cuerpo se tensó con rápidos sacudidas a la vez que lanzaba varios gruñidos de placer, comenzó a correrse y sentí su viscoso liquido de sabor amargo en el interior de mí boca, no me soltó hasta que la última gota había entrado, cuando terminó se apartó de mí y pude deshacerme del viscoso líquido que llenaba mi boca.
Mientras tanto el chico moreno continuaba taladrándome con su enorme polla, lo sentía penetrarme y abrirse paso en mi interior una y otra vez, ahora ya sin nada en la boca, podían escucharse mis gemidos ahogados al mismo ritmo que sus sacudidas.
Mi chico se acercó a mí y comenzó a acariciarme el clítoris, sabía que me vuelve loca que lo acaricien mientras follamos, mientras el chico moreno metió uno de sus dedos en mi culito.
Esto último terminó por hacerme perder el control y comencé a correrme como una perra en celo, mi cuerpo comenzó a convulsionar a la vez que gritaba, en ese momento el chico saco su polla y comenzó a correrse también derramando su viscoso néctar sobre mi culo, caí sobre la toalla jadeante y aún convulsionando de placer.
Me sentía como una autentica zorra, tumbaba bocabajo con la respiración entrecortada y mi cuerpo impregnado de su semen, no podía creer lo que había hecho, no podía mirar y durante un rato estuve tumbada bocabajo, deseando que cuando levantara la mirada no estuvieran allí…
Cuando a los pocos minutos me incorporé, solo quedaba mi chico que me miraba con una sonrisa pícara y me preguntaba por mi primera experiencia.
Seguramente si lo hubiera planeado nunca hubiera accedido… pero no fue así, pasó y no puedo evitar recordarlo como la experiencia más fuerte que he tenido en todos los sentidos.
Gracias por vuestros comentarios, y sean positivos o negativos, en el primer caso son el principal estímulo para escribir y en el segundo, lo son para mejorar