Entrega Total Bajo La Luz Roja
-Quiero conocer los ruiditos que salen de tu boca cuando te hacen el amor me susurró lamiendo el lóbulo de mi oreja izquierda...
Hola hola! se que ha pasado tiempo y como le dije a muchos en el facebook el disco duro de mi lap murió llebandose consigo mi tesis, tareas, relatos y muchas cosas :( asi que si alguien sabe como rescatar algo de lo que se me perdió y me puede dar alguna sugerencia los amare para siempre. Asi tambien dije en el face a varios que el siguiente capitulo que subiria no seria de perdiendo el control si no de entrega total, y ¡taaaaaran este es el segundo! y pueden checar el primero en este link http://www.todorelatos.com/relato/99054/ por que me imagino que con el tiempo que ya paso se deben haber escapado algunos detalles de la continuidad. En fin sin mas preambulo de verdad espero que les guste este relato y si no bueno... espero sus sugerencias para mejorarlo! :)
ademas ah si queria decirles que esto no significa que dejaré inconcluso perdiendo el control! les mando millones de besos y de antemano gracias por leerme.
Bajo la luz roja
Cuando me desperté la desesperación había crecido en mí exponencialmente, más que nada porque no podía saber que hora era. Entorné los ojos mirando a mi alrededor esperando en dios que todo fuera una pesadilla, pero la presión en mis muñecas fruto de las esposas hacia que una voz interna me gritara que era real.
Cerré los ojos respirando hondo escuchando con total nitidez como mi estomago protestaba de hambre, pensé en gritar descartando casi de inmediato la idea, no tenia caso. Parpadeé esforzándome a mirar a mí alrededor. Mi corazón dio un brinco deteniéndose durante un segundo, al distinguir una figura que no había visto al inicio, ya que estaba en penumbra sin moverse. La silueta se movió sin prisa hacia mi, con movimientos rápidos y felinos, haciéndome ahogar un grito de autentico terror.
Bajo la luz roja, Gabriel se colocó en cuclillas delante de mí, pegando sus labios en mi mejilla me besó suavemente susurrando mi nombre. Mientras sus manos me acariciaban mi cuerpo que estaba solamente vestido en bóxer e inmovilizado por las esposas.
¾ Quiero conocer los ruiditos que salen de tu boca cuando te hacen el amor – me susurró lamiendo el lóbulo de mi oreja izquierda.
Como única respuesta de mi parte tubo un gemidito ahogado por un beso húmedo e intenso, Gabriel comía mi boca mordisqueándola levemente, presionando con suavidad su cuerpo contra el mio al compás de los agitados latidos de nuestros corazones.
¾ ¿Cumplirás tu promesa y dejaras que sea el primero que te haga el amor? – había un nudo en la garganta que me impedía gritarle ¡SI! ¡mil veces si! Es a ti a quien he esperado todos estos años. – quiero escucharte decirlo…
Gabriel bajaba mi bóxer recorriendo con ambas manos mi miembro y mis piernas, sus manos me estremecían haciendo que me mordiera los labios, quería que se acostara sobre de mi para poder sentirlo entre mis piernas. Oh Gabriel…Mi voz sonó extraña mientras pronunciaba el si, parpadeé y el techo sobre nosotros era un cielo de estrellas en una noche helada, mientras su cuerpo pegado al mio se impregnaba con olor a hierba. Gabriel se veía como un niño que inicia a ser adolescente, ¡Eso era!, mi voz sonaba como la de un niño. Palpé mi cuerpo notando que mis manos no estaban prisioneras de unas esposas.
¾ Te quiero Marquitos…
¾ Yo te quiero mas Gaby, yo te voy a esperar – dije besándolo con los ojos cerrados.
Al abrirlos nuevamente las estrellas parecieron desdibujarse como si de pronto les pusieran un extraño velo que las disipo volviendo el cielo rojo y negro, extendí la mano hacia el suelo intentando aferrarme al pasto pero no podía mover mis brazos. En una violenta sacudida desperté del sueño. La pregunta que me hizo desde el primer día que lo conocí me asalto de pronto, ahora sabia la respuesta, si… si te recuerdo, al menos eso creo. Perfecto, pensé,
¡Cómo no tengo ninguna preocupación en este momento, mi cerebro decide resucitar las personas de mi infancia! Gruñí por lo bajo resoplando para quitar de mi cara un mechón rubio. Cerré los ojos aun sabiendo que ya me seria imposible volver a dormir.
Irónicamente lo único que llegaba a mi mente al despertar era una vieja canción que me recordaba a él, luz, roja es la luz, luz de neón que alumbra el lugar… al igual que la canción lo único que había en mi prisión para alumbrarme era una luz roja que dejaba toda la habitación tenebrosas siluetas, a mi alrededor las cajas que se encontraban apiladas eran mi única compañía, y a manera de escape me entretenía pensando cual seria el contenido de ellas, ya que por supuesto es mejor que pensar en las horas que llevas secuestrado, en que no sabes que es lo que va a pasar contigo, ni cuanto tiempo mas estarás ahí… o pensar que tus padres deben estar enloqueciendo. Pensar en el sueño, tampoco era una opción, pues me hacia creer que ya me había dado el síndrome de Estocolmo, deseando sexualmente a uno de los malditos bastardos que me tenían encerrado. Definitivamente pensar en una canción o en el contenido de las cajas era la única forma en la que podía mantener la cordura.
Habían pasado dos días y la presión de las esposas en mis manos era insoportable, Gabriel me traía comida derrochando un inútil esfuerzo en hacerme sentir mejor o más cómodo, sus intentos de ser amable se me hacían mas hipócritas que nada, ya que si de verdad se interesara por mi, me abría liberado de mi prisión. Más allá de la incomodidad, es la presión de saber que, estás prisionero en un mugroso sótano lleno de cajas con la luz roja de un foco que te impide saber si es de día o de noche. Mi único escape era dormir, naturalmente cada que lo intentaba tenia sueños de los mas extraños y ni hablar de las pesadillas. Aunque a decir verdad era peor soñar cosas buenas. Era peor imaginar que estas en casa, que eres feliz, que se solucionaron los problemas. Era mil veces peor porque cuando abrías los ojos, solo había un sótano lleno de cajas sumergido en la penumbra.
Cerré los ojos despacio imaginando las cosas que en la rutina parecen insignificantes pero que en situaciones como la mía, son las mas añoradas, entonces la puerta se abrió de pronto, dándole paso a un ensordecedor escandalo de disparos coreados con gritos, me pegué lo mas que pude detrás de una caja, sabiendo que era completamente en vano esconderme. Desde mi posición pude ver un bar de botas militares color negro descendiendo del caos a mi prisión, apagó la luz roja corriendo hasta la pared donde estaba fija la cadena que me coartaba la libertar, lo vi buscarme a tiendas en la penumbra, siguiendo la cadena hasta mi escondite. Cuando lo vi a pocos centímetros de mi crucé las manos esposadas sobre mi cara, intentando proteger mi rostro, sentí sus manos rozando las mías con torpeza mientras quitaba la cadena de las esposas.
¾ Marcos… quiero que pase lo que pase permanezcas en silencio. Estoy aquí para protegerte – sus palabras impactaron mis oídos estremeciendo mi cuerpo y asentí tímidamente. Agradecí que por la luz no se notara el rubor de mis mejillas, ya que con tan solo sentirlo cerca llegaban a mi mente las imágenes de sus manos recorriendo mi piel en el sueño. La voz de Gabriel tenía una nota de preocupación que sonó extraña.
¾ ¿Qué esta pasando afuera Gabriel? – le pregunté asustado, él giró su rostro hacia mi y pude darme cuenta que escucharme decir su nombre le había producido un cambio en su expresión. Sus ojos se iluminaron con un brillo extraño, como el que te da una pequeña alegría inesperada, respiró hondo, acercando su rostro al mio y dándome un beso en el cuello. Fue un beso corto y eléctrico. Tal vez tantas horas en soledad me hacían derretirme con aquella pequeña muestra de afecto, pero, Gabriel solo era amable conmigo porque me estaba confundiendo con alguien más.
¾ Una escuadrilla del cartel de piedra brava… nos superan en número. Necesito que te escondas, no puedo permitir que te pase nada.
Casi al tiempo que pronunciaba las palabras, el me empujaba sutilmente dirigiéndome a un rincón del sótano donde había una pequeña rejilla de ventilación pegada al piso. Con sumo cuidado abrió la rejilla, el espacio era suficiente para que yo entrara sin problemas pero al oscuridad me impedía ver la profundidad del lugar, lo miré asustado y el como buscando tranquilizarme pasó la yema de los dedos por mi mejilla.
¾ Quiero que te quedes aquí en silencio
¾ No me dejes ahí por favor – le supliqué temblando incontrolablemente ante la idea de estar solo en aquel estrecho y oscuro lugar.
¾ Entra, yo estaré protegiéndote – dijo empujándome hacia pequeño escondite. Yo me acosté en el piso metiendo primero mis piernas y deslizándome poco a poco, hasta que todo mi cuerpo entró. Gabriel cerró la rejilla ocultando tras ella mi rostro espantado, cubrió la entrada con un par de cajas mientras escuchaba sus pasos hacia la salida, su voz en un murmullo llegó a mis oídos – no tengas miedo, no dejare que nada te pase.
La sensación de estar en un tobogán que propulsaba mi cuerpo hacia la oscuridad me recorrió desde la punta de los dedos hasta el último mechón de cabello en mi cabeza, tarde varios segundos en comprender que no me movía, que seguía en el mismo agujero oscuro. Los disparos se habían detenido y mi mente no era consiente de cuanto tiempo había transcurrido, me reí silenciosamente por la ironía, ya que hacia unos minutos me quejaba de mi encierro sin imaginar que existiese nada peor, poco a poco mi risa se volvió una especie de sollozo, pues sin que me diera cuenta las lagrimas ya bajaban por mis mejillas. Escuché la puerta abriéndose con violencia, la luz se encendió de pronto deslumbrando mis ojos. El ruido del exterior parecía ahogado, como si yo estuviese bajo el agua y todo el ruido se hallara en la superficie. Gabriel movió las cajas, abriendo rápidamente la rejilla y extendiéndome una mano para salir, pese a las esposas logré impulsarme ayudado por Gabriel.
Nos sentamos en la luz, pude ver su rostro sudoroso, las mangas de su camisa azul celeste tenían los puños manchados al igual que algunas partes de sus jeans lucían marcas de lodo. Me acerqué hacia el intentando incorporarme con dificultad. El permaneció sentado observándome, se le veía cansado. Por alguna extraña razón a mi mente llegó la idea de nosotros dos acostados frente al mar, libres de tensiones masajeando con aceite aromático los fuertes hombros de Gabriel.
¾ Gabriel. ¿Qué esta pasando? Ya perdí la cuenta de los días que llevo aquí… mi papá hará lo que ustedes digan, solo… déjenme ir.
¾ Si dependiera de mi, tu nunca abrías puesto un pie en ese infierno. – sus palabras sonaban sinceras, pero eso no fue lo que verdaderamente me impactó, ya que lo mas importante era que Gabriel me miraba transmitiéndome su sinceridad con la mirada – Esta es una de las múltiples células de la guerrilla. Guzmán, a quien ya conociste, es la mano derecha de Julio Galván, quien se encuentra en juicio por crímenes que no cometió, tu padre, es el encargado de dictaminar sentencia, por eso estas aquí. Yo conozco la lucha de la guerrilla, simpatizo con la causa, pero no apruebo sus medios.
¾ Si no los apruebas, ¿Por qué haces esto?
¾ No puedo decirte mas… lo lamento. Tengo que irme, por ahora estas a salvo. Debo irme, regresare en un rato con algo de comer. – antes de irse fugazmente se acercó a mis labios y los besó con suavidad mientras sostenía mis manos. Mi mente se perdió en aquel beso tierno sin darme cuenta que volvía a enganchar la cadena a mis esposas.
Lo miré irse con una mezcla de asombro y curiosidad, deseé que me besara y me hiciera el amor como nunca antes lo había deseado y la sola idea me torturó. ¿Cómo podría desear estar con alguien que me tenia cautivo? Tal vez era solo por lo surreal de la situación que comenzaba a desear a la persona que me vigilaba mientras me amara y por ello me ayudara a salir de ahi, lo cierto es que, deseaba saber mas sobre él.
Bajando la guardia por deseo
Observe a Guzmán mientras hablaba por teléfono, tenia la vista fija en un fajo de papeles mientras corroboraba códigos de embarque con su interlocutor, asintiendo repetidamente mientras murmuraba “si”.
Escuché la puerta abrirse y entró Andrés cargando una maleta negra, la colocó frente a Guzmán, mientras se paraba de pie frente a él, en silencio, esperando que terminara su llamada telefónica. Pasamos unos minutos en silencio, mirándolos de reojo, yo más que prestar atención de los coqueteos de Andrés, trataba de memorizar los pequeños detalles de las acciones y palabras de Guzmán, discretamente pasé mis dedos por mi pantalón palpando mi teléfono que llevaba mas de 8 minutos grabando todo cuanto se decía en la habitación. Desde la distancia trataba de no perder detalle del número de los folios o los nombres de los lugares que describían los mapas, me sequé lentamente el sudor de la frente. Guzmán colgó el teléfono soltando un sonoro resoplido y de inmediato se dirigió a nosotros.
¾ Ok… no les voy a mentir, la situación esta muy comprometida, si el jefe nos mandó a llamar es porque quiere que traslademos a nuestro visitante, con mucha discreción. Porque a estas alturas ya deben saber cual es nuestra posición – sentí una fuerte punzada en el pecho cuando Guzmán pronunció las palabras que mas temía escuchar – no podemos permanecer demasiado tiempo en este lugar y para cumplir con las ordenes. Nos vamos a dividir en grupos, Gabriel, Mía y la escolta A, serán los encargados de la traslado de nuestro huésped. La escolta B, Rodrigo, Andrés y yo permaneceremos en la caleta, tan pronto llegué el cargamento que espera el jefe, nos reintegramos.
¾ Dividirnos es demasiado arriesgado Guzmán, ¿no seria mejor esperar todos juntos el cargamento y después trasladar al visitante? – preguntó Andrés, mirándome de reojo.
¾ Entiendo que no te quieras separar de tu macho, pero esas son las ordenes que tenemos. – le respondió Guzmán con una sonrisa burlona, posando sus ojos en mi después para añadir – si creen que no me entero de las cosas que hacen en los baños, están muy equivocados. Mía podrá no ser muy comunicativa con ustedes, pero no significa que no lo sea conmigo. Limítense a hacer el trabajo, ya después tendrán tiempo para darle rienda suelta a sus cochinadas. Andrés, ve a preparar todo para ir a la caleta y notifica a las escoltas para que tengan todo en orden. Gabriel, tu quédate, tenemos que hablar de otras cosas.
Andrés se dio media vuelta hacia la salida, mirándome de reojo ligeramente sonrojado, el comentario de Guzmán lo había tomado por sorpresa, eso era evidente, traté de expresarle sin palabras que no se preocupara por eso, aunque no sabría decir si me entendió, pues, dio media vuelta y salió en silencio. Tan pronto la puerta se cerró Guzmán se acercó hacia mi quitándose el revolver del cinturón y colocándolo sobre la mesa. Sentí como su mirada se clavaba en mí.
¾ Aun sin que nadie me dijera nada de ustedes dos, Andrés siempre habla bien de ti, no sé que tan certero sea su criterio, considerando que te lo estas cogiendo, pero que no se les olvide – dijo acercando su rostro a mi cuello - que en esta casa, todo se comparte.
Antes de que pudiera separarme ya tenía sus labios sobre mi cuello, mientras sus fuertes brazos rodeaban mi espalda impidiéndome salir corriendo, el primer escalofrío llegó cuando sentí sus manos deslizándose en dirección a mis nalgas, quería empujarlo pero una voz dentro de mí me gritaba que no cometiera una tontería, tenía la vista fija en el revolver a pocos metros de mi y me pregunte si así se había sentido Marcos cuando lo besé cuando me rencontré con él. Me giré y mi nariz chocó contra el gel que le aplastaba el cabello pulcramente peinado hacia atrás. Guzmán podría ser terriblemente atractivo y definitivamente (basándome en los comentarios de Andrés) era un gran amante, pero no podía evitar pensar en él, con repulsión, si me dejaba llevar por el asco le volaría los sesos mandando todo al carajo, pero pensé en marcos… respiré hondo intentando no resistirme y mas que nada, tratando que no se sintiera mi tensión mientras con manos expertas me bajaba el cierre de mi pantalón
¾ ¿Quisiera saber que es lo que tiene a todo el mundo fascinado contigo? Hasta el jefe cree que tienes mucho potencial, incluso más que tu hermano. Aunque una cosa es cierta, tu hermano no era tan guapo como tu – posó sus labios muy cerca de mi boca, apenas rozándome las comisuras, cuando escuché el nombre de mi hermano sentí deseos de estrangular al hijo de puta, nuevamente respire hondo intentando controlar las voces en mi cabeza que me ordenaban a gritos meterle dos plomazos. Mientras jalaba aire el ruido sonó como un jadeo, y el interpretó mi acción como una invitación a continuar – tenemos un par de horas antes de que lleguen por ustedes para llevarlos al nuevo lugar… deberíamos aprovecharlos.
Su aliento tenia un olor a cigarro mezclado con hierbabuena, en cualquier otra circunstancia alguien tan elegante y sensual como él me hubiese fascinado llevármelo a la cama, pero, el solo pensar estar con el hacia que sintiera una extraña asfixia. Su mano se deslizó dentro de mi pantalón acariciando mi miembro sobre el slip, tratando de ocasionarme una erección. Intente concentrarme en marcos, pensé en sus piernas fuertes y su cuerpo desnudo bajo la luz roja, pensé en sus labios recorriendo mi piel. Poco a poco mi miembro despertó alentado por los movimientos sugestivos que hacia la mano de Guzmán. Para mi buena suerte el teléfono que tenia línea exclusivamente directa con el jefe sonó provocando que Guzmán retrocediera para contestarlo, le sonreí intentando disimular mi alivio mientras me acomodaba el pantalón, el me miro burlonamente y en un murmullo me dijo que saliera. Detesté que me sacara de la habitación sin que yo pudiera grabar la conversación, pero contrariarlo posiblemente ocasionaría que después de la llamada yo tendría que seguir con el curso del encuentro sexual, algo que no estaba muy seguro de poder hacer. Lamenté no poder seguir grabando más y accioné el botón para finalizar la grabación.
Andrés estaba en el pasillo esperándome con una bolsa de ropa colgada al hombro, se acercó hacia mí tomándome del brazo para entregarme la bolsa, con una mirada me preguntó si me encontraba bien, yo lo miré sonriendo de lado mientras le susurraba: “fui salvado por la campana”, no comentamos nada mas acerca del tema, a decir verdad, agradecí en silencio que Andrés no preguntara nada porque no quería pensar en Guzmán intentando acostarse conmigo. Caminamos juntos en silencio hacia la casita del fondo. Antes de llegar me pasó el brazo por los hombros comentando con voz risueña:
¾ Así que estarás mínimo unos 10 días sin Guzmán, sin mi, es obvio que no me vas a extrañar, teniendo a Marcos para ti solito
¾ Me queda la perra de Mía, estoy seguro que cualquier movimiento que yo haga lo registrara para decirle a Guzmán, pero no te voy a negar que me da gusto saber que voy a poder estar a su lado sin Guzmán. No dejo de pensar en marcos estos 3 días que ha pasado aquí han de haber sido un verdadero infierno para el.
¾ Para el, no tanto como para su papá. Yo no se si con esto valla a fallar en favor del jefe. Pero siendo completamente honesto, me siento mal por ustedes dos, me gustaría poder ayudarte, creo que mereces ser feliz aunque eso signifique no más diversión entre nosotros. – sonreí tratando de que mi sonrisa no se viera forzada, admiraba el alcance que llegaba a tener el cariño de Andrés.
¾ Gracias Andy, pero voy a necesitar mas que un poco de ayuda – dije meneando la cabeza con la mirada fija en el piso
¾ ¿Sigue sin recordar quien eres?
¾ No tiene ni la más remota idea de quien soy, pero no lo culpo, pasaron 10 años desde la última vez que nos vimos. Y para el soy solo uno de los bastardos que lo tiene secuestrado
¾ Es una putada, en fin… al menos podemos agradecer que la deuda de tu hermano te trajera hasta aquí y te permitiera encontrártelo, aunque sea así…
Moví la cabeza sin responderle, en realidad no tenia nada más que decirle y mientras menos supiera Andy de lo que pasaba, mejor. Si tan solo él se imaginara lo que pensaba hacer... no quería seguir con aquella discusión, además me moría de ganas de entrar a la casita donde estaba Marcos. Desde el inicio había intentado por todos los medios que él se sintiera a gusto, por supuesto, en la medida de lo posible, ya que no era fácil con aquella situación, yo tampoco podía arriesgarme demasiado pues su vida y la mía podían verse comprometidas si los guardias o Guzmán se hubiesen percatado de que tenía un pasado con Marcos.
Podía sentir una extraña catarsis pues con cada paso que me acercaba a la casita todos mis miedos e inseguridades salían a flote, sin importar lo frio que pudiese comportarme interpretando mi papel, marcos tenia la llave que desarmaba mis intenciones, botando todas mis barreras y dejando solo mi lado mas vulnerable. Intente respirar hondo antes de entrar al sótano, hay algo que poca gente entenderá realmente de mi situación con marcos; es lo siguiente: cuando intentas tener una relación con alguien a quien amas pero por falta de compatibilidad, de contexto social o por infidelidad no funciona, es triste, si es verdad. Pero que pasa cuando, en mi caso por ejemplo, el solo te ve como la persona que le hizo vivir un infierno, eres una de las causas inmediatas de su sufrimiento, eres quien lo tiene cautivo. Eres el celador de su prisión. Sabiendo perfectamente que por mucho que lo ames cada palabra de amor esta manchada con miedo, contaminada con rencor.
Marcos ojalá supieras que cada segundo que tu pasas cautivo me perfora el alma, que hay nada que desee más que darte libertad, pero eso tan solo intentarlo significa tu muerte y la mía. Lo único que puedo prometerte es que nadie te hará daño, que te protejo desde la distancia, ojala con el tiempo entiendas por qué estoy aquí, incluso tal vez cuando todo termine agradezcas mi presencia en tu vida. Ese es mi único consuelo. Creo que nada de lo que estoy pensando tiene sentido… pero de no pensarlo creo que me volveré loco.
Uno de los guardias que custodiaban la entrada me señalo hacia la mesa sacándome por completo de mis pensamientos, en ella había una bandeja azul de plástico que sostenía un plato hondo con un guisado caldoso y un vaso de lo que parecía ser limonada.
¾ Tiene como 10 minutos que le trajeron la comida, pero no tenemos llave para pasársela.
¾ No te preocupes Rubén ahorita la bajo.
Descendí al sótano cargando bajo el brazo derecho sus ropas, mientras sostenía con dificultad una pequeña bandeja de comida en la mano izquierda. Cada escalón en la penetrante oscuridad hacia que mi corazón latiera más rápido, emocionado ante su presencia pues yo sabía que estaba ahí aunque no podía verlo, tan eso bastaba para acelerar mi respiración. Con mucho cuidado coloqué la bandeja en el piso mientras palpaba la pared en busca del interruptor, en vez de prender la luz blanca que me hubiese permitido ver hasta el ultimo rincón de la habitación, prendí el foco rojo que sumergía la habitación en una penumbra tenebrosamente sensual, después de haber pasado tanto tiempo a oscuras imagine que la luz blanca le lastimaría la vista y decidí que para mis planes era mejor tener algo de luz tenue. Levanté la bandeja del suelo, camine hacia la silueta del rubio adolescente que dormía en el piso vestido solo con un bóxer y unas zapatillas deportivas. Fruncí el ceño suprimiendo mis ganas de llorar al verlo así. Susurré su nombre mientras asentaba la bandeja sobre una caja, era evidente que estaba profundamente dormido. Me puse en cuclillas frente a él, respiré hondo nuevamente besándole la frente, sintiendo como una lágrima insubordinada rodaba por mi mejilla. Le quité las esposas con mucho cuidado para no despertarlo, le puse la camisa deportiva, deje que mis manos acariciaran la tersa piel de su espalda, su firme abdomen y me detuve un momento sintiendo como subía y bajaba al compas de su respiración. Me temblaron las manos cuando con mucho cuidado le extendí las piernas para ponerle los pantalones, haciendo que el movimiento fuera más brusco de lo que pretendía. Pensé que se despertaría pero solo se removió un poco sin embargo al final continuó durmiendo, deslizarle los pantalones sintiendo bajo mis manos sus fuertes piernas, palpando con timidez sus pantorrillas y rozando por accidente su entrepierna durante un instante, fue para mi lo mismo que para un hombre en el desierto seria estar frente al oasis que podría brindarle agua fresca pero que irremediablemente tiene una cerca eléctrica impidiéndole el paso.
Después de vestirlo, lo abrace pegándolo a mi pecho para besar sus rizos rubios mientras le susurraba “Marcos… recuerda por favor quien soy. Soy Gabriel” una vez mas una de mis lagrimas decidió desobedecer mis ordenes y bajó rodando hasta estrellarse en el pómulo de Marcos, quien se removió entre mis brazos entreabriendo los ojos ligeramente. Sin pensarlo demasiado acerqué mis labios hacia los suyos dejando un beso tierno en ellos, haciéndole caso omiso a su mirada aterrada, lo estreche besándolo de nuevo. Por un segundo sentí que el igual me correspondía, besándome con pasión, dejando que mi lengua invadiera su boca, acariciando con maestría la suya, bebiendo de sus labios. Entregándose totalmente con su beso. Los mechones rubios ligeramente rizados se arremolinaban en su frente haciéndome cosquillas mientras lo besaba, desafortunadamente no tardó en darse cuenta que no tenia puestas las esposas y empujándome con fuerza se separó de mi abrazo. Yo lo miré intrigado, si seguía con ese sube y baja terminaría por volverme loco.
¾ No me hagas amarrarte de nuevo, por favor – le dije con mucha firmeza mientras trataba de controlar mi agitada respiración, señalando con la cabeza apunte hacia la caja donde había dejado la bandeja – te traje algo de comer. Me imagino debes de tener mucha hambre.
¾ Gracias – murmuró escuetamente – si de verdad quieres ayudarme como afirmas, pide que me liberen.
¾ No depende de mi, Marcos – era una escusa estúpida, pero no podía decirle demasiado – pero te puedo asegurar una cosa, yo estoy aquí para evitar que algo malo te suceda, así que por favor no me tengas miedo. Y trata de confiar en mi
¾ ¡Confiar en ti! ¡Debes creer que soy estúpido! ¡Me tienen aquí secuestrado, semidesnudo e incomunicado! – me observo pasándose las manos por el cabello llevando los mechones rizados hacia atrás. Respiró hondo cruzando las manos sobre su pecho, flexionando sus brazos, la visión de piel erizada bajo la camisa roja me produjo un acceso de lujuria que desemboco en unos deseos extraños por arrancarle la ropa y hacerle el amor. Él debió percibir ese deseo asomándose por mis ojos ya que añadió – ¡Desde el primer momento en que me viste has estado intentando besarme y no creas que no me doy cuenta de como me miras! Dices que quieres ayudarme, pero lo único que quieres es otra cosa.
¾ ¡Eso no es verdad! Carajo… todo seria mas fácil si recordaras quien soy – Vi en su expresión como la ira se arremolinaba mesclada con algo mas, como extraña nostalgia, entonces pensé que tal ves si se acordaba de mi, pero negarlo era mas fácil que admitir que ya no me quería y que todas las promesas que nos habíamos hecho se habían esfumado… aunque el afirmaba seguir siendo virgen, eso significaba que al menos una de las promesas se mantenía.
¾ Te juro que he intentado recordar, pero no sabes que difícil es – se llevó las manos a la cabeza levantando los mechones de cabello y dejándome ver una cicatriz de unos 5 o 6 cm que bajaba desde su cráneo hasta el inicio de la nuca, la cual era ocultada por su cabello ondulado. – las cosas a veces llegan como en sueños resultado ser recuerdos, pero no puedo acordarme de todo lo que sucedió antes del accidente. Era yo un niño, tenia como 9 años, tal vez creas que es raro pero después de 10 años me he acostumbrado.
¾ ¿Cómo te pasó eso? – le pregunté espantado al ver la enorme cicatriz. Y comprendiendo porque no sabía quien soy.
¾ No lo recuerdo, mi madre dice que me encontraron unos vecinos, tirado en el piso cerca de un parque, manchado con la sangre de la herida y sosteniendo una cadenita de oro con la imagen de…
¾ San judas Tadeo…
¾ Si… ¿Cómo lo sabes? Casi nadie sabe de esa cadena, ha estado bajo llave durante todos estos años, no había hablado de esto desde hacia mucho tiempo. ¿Cómo lo sabes?
¾ Yo te di esa cadena, era de mi hermano. Te la di la última vez que te vi hace 10 años… - coloque mis manos sobre sus hombros pegando mi frente en la suya, mis labios estaban a centímetros de los suyos y hablé deslizando cada palabra de forma confidencial para que se transportara de sus oídos a su corazón – yo tenia 12 años, tu recién cumplías 9, mi padre era chofer en una de las casas frente a la tuya y cada que lo acompañaba a su trabajo te veía jugar en el parque, solo. Los chicos que habían allí eran más grandes, como de unos 14 o 15 años, pasaban en sus patinetas ignorándote, sin detenerse nunca a jugar contigo. Así que un día me animé y crucé a jugar contigo, desde ese día jugábamos siempre hasta que el cielo se cubría de estrellas y salían gritándote que entraras. Varios meses después, mi hermano, que era un adolescente fue asesinado por una deuda con… digamos que con las personas incorrectas. Mi padre enfermó y tuvo que dejar su trabajo. La última vez que te vi, me dijiste que… me querías, yo en respuesta te di un beso, te regalé la medallita y te conté acerca de la situación de mi familia. Te prometí ir a verte en bicicleta cada viernes. Ir desde mi casa a la tuya no fue fácil, tenia que atravesar toda la ciudad, pero fui… dos meses enteros manejé desde un extremo hasta el otro de la ciudad, para verte sin encontrarte, cansado y sin saber de ti, le pregunte a los chicos de las patinetas si no sabían de ti. Dijeron que ya no vivías allí, así que ya no regresé. Y desde aquella tarde hasta hace apenas 3 días, estuve rogando al cielo volver a verte.
Lo rodeé con mis brazos y le acaricié el rostro, por su expresión me imaginé que no sabia si creer todo lo que le había dicho o no. Vi como la duda nacía poco a poco en sus ojos verdes, me vi reflejado en ellos y mordí mis labios reprimiendo las ganas de besarlo.
¾ No se si creerte. Después de mi accidente estuve viviendo un año en una clínica donde me ayudaron con terapias a recuperar parte de mi memoria, no logré recuperar todos mis recuerdos perdidos por ello siempre cuidé todos los objetos de esa época, ya que incluso al día de hoy algunas cosas me traen pequeños flashazos. Gabriel… quiero creerte, pareces sincero pero no puedo confiar en ti.
Necesitaba hacerle ver que podía confiar en mí. Así que, sin pensarlo, llevé mi mano a mi pantalón sonriéndole mientras me llevaba un dedo a los labios indicándole silencio, deslizando mis dedos por la bolsa saqué mi teléfono. Me puse de pie mirándolo fijamente a los ojos, lo ayudé a ponerse de pie a él. Respiré hondo y le extendí la mano, honestamente pensé que no me la tomaría, pero para mi sorpresa la aceptó, me acerqué a él hasta llegar a su oído intentando tragar saliva para que mi voz no sonara tan ronca y coloqué el teléfono en sus manos.
¾ Lo que voy a hacer, va contra las reglas y podría costarnos muy caro a los dos, pero quiero ayudarte. Márcale a tus padres.
¾ Gracias, muchas gracias Gabriel – dijo tomando mis manos sin soltar el teléfono – pero… si de verdad quieres ayudarme sácame de aquí – su voz sonó firme en todo momento, aunque la luz era escaza podía ver los finos vellos de sus brazos erizarse mientras hablaba. Definitivamente tenia presencia, no era un chiquillo asustadizo, nunca lo había sido. Sonreí tímidamente asintiendo.
¾ Tus padres deben estarse volviendo locos pero no puedo sacarte ahora. Necesito tiempo, mientras tanto, toma, llámales pero se breve – dije separando mis manos de las suyas – si te preguntan como te comunicaste, di que un chico te ayudó para que pudieras hacer la llamada, por ningún motivo digas que soy de las personas que te tienen aquí, nos meteríamos en problemas los dos. Si te insisten diles que… “vean mas caricaturas” – Vi la expresión un tanto confundida de marcos, pero marcó rápidamente sin preguntarme nada. Me di media vuelta y me alejé unos pasos hacia la oscuridad para darle privacidad hasta que terminé perdiéndome en el negro manto de los rincones donde la luz roja no alcanzaba a colorear la estancia pero aun así… no lograba escapar del tibio murmullo de su voz. Aquello podría salirnos muy caro a los dos.
Mama no puedo hablar mucho, si, estoy bien, no ellos no saben que logre comunicarme con ustedes, no mama no se donde estoy, y… no estoy solo, no mamá no lo se. Quería decirles que no se preocupen por mi no me están lastimando, voy a intentar salir de aquí pero no se como, por ahora me resulta imposible escapar, si, hay alguien aquí que me esta ayudando, si un chico que me ayudó a llamar, mamá no lo se, yo… “Ve mas caricaturas”. No mamá, por favor no llores, escúchame, tranquiliza a papá, los amo ya tengo que colgar, estoy bien. Los a-amo…
Aunque escuché como se le entrecortaba la voz al terminar de hablar, no hice ningún comentario, esperé a que se dijera a mí en silencio, observando su silueta rojinegra estremeciéndose en mudos sollozos aferrándose al celular, la luz le daba un aire de creatura mítica, mientras yo extendí los brazos para abrazarlo, dejándolo llorar. Jalé su cuerpo hacia la oscuridad y en silencio volví a buscar sus labios, esta vez no me negó el beso y mi corazón tomó su entrega como un pequeño paso a la victoria ¿Cómo describir lo que fue tener su cuerpo contra el mio sin que luchara por separarse de mi? Alivio, gratitud y paz serian palabras adecuadas pero se quedarían cortas, creo que la palabra que busco es: esperanza.
Me separe de él mirándolo a los ojos, deslice mis manos por su rostro susurrándole con ternura:
¾ Nos van a mover de aquí en unos minutos. Tratare de que quedes libre en el trayecto, porque llegando al nuevo lugar no se si pueda ayudarte a salir – el asintió limpiándose las lagrimas y poniéndose de puntitas me besó tiernamente. Yo quise gritar de la emoción, pues era la primer vez que él era quien me besaba a mi.
¾ ¿Qué significa “ve mas caricaturas”? – me preguntó mirándome intrigado.
Teniendo su cuerpo así de cerca del mio y tan cerca de lograr que su corazón volviera a ser mio, bajé la guardia y no escuché la puerta que se había abierto hasta que a pocos pasos de nosotros una voz contesto por mí la pregunta diciendo:
¾ Tal vez es el código con el que Gabriel indica que es un policía encubierto – sentí por un segundo como mi corazón se detuvo. Nunca antes la oscuridad me dio tanto miedo como en ese intante…