Entrega Total
Te he estado buscando por toda la cabrona finca - dije quitándome la ropa lo más rápido que podía y metiéndome a la regadera Quiero que me la chupes ahora!
Abriendo los ojos.
Cuando abrí los ojos me encontraba amarrado de pies y manos temblando y sudoroso acostado en posición fetal en un suelo mugroso dentro de una habitación con un fuerte olor a humedad, mi única vestimenta eran mis zapatillas deportivas y sentía mi espalda pegada contra la pared helada, sobre mí un foco rojo era la única iluminación que había en la inmensa oscuridad de la habitación aunque en realidad lejos de dar confort la luz me aterrorizo pues hacia que las sombras se volvieran jinetes de espanto aguardando el momento de decretar mi ejecución. Mi corazón latía con violencia intentando razonar mi situación, tenía que tener la cabeza fría para pensar con claridad. Ignoraba donde estaba o porque estaba ahí, intente recordar lo último que había hecho y sentí una fuerte punzada en la cabeza. Moví mis manos un poco y de inmediato sentí la soga lastimando mi piel de lo apretado que estaban los nudos, hice lo mismo con las piernas teniendo un resultado muy parecido, con la diferencia de que la soga no me lastimó los tobillos gracias a los calcetines.
Me sentía atrapado, ya que ponerme de pie me pareció imposible intente arrastrarme hacia la oscuridad buscando una salida, había cajas y mas cajas frente a mí, la habitación parecía estar llena de cajas, intentaba ser lo más silencioso posible en mis movimientos buscando algún objeto que me permitiera cortar las cuerdas de mis pies para poder pararme y salir corriendo de esa asfixiante oscuridad. Con mucho esfuerzo logre hincarme apoyando mis nalgas sobre mis pantorrillas, mire hacia el techo y hacia los costados sin logras distinguir nada, sentía varios mechones de mi cabello ondulado caer sobre mi frente rozando mi labio y produciéndome un molesto cosquilleo, moví la cabeza varias veces intentando pasarlo hacia atrás sin conseguirlo deseando como un loco soltar mis manos, seguí mi exploración entonces una luz blanca inundó la habitación paralizándome por completo, me quede con la cabeza baja hincado en el piso, era la imagen de la sumisión hecha carne, así indefenso y prácticamente desnudo con las manos amarradas en la espalda al igual que los tobillos, hincado con la cabeza hacia abajo, creo que inconscientemente trataba de transmitir el mensaje de “hare lo que quieran pero no me hagan daño” entonces escuche la puerta rechinar al abrirse y unos pasos que se acercaban lentamente hacia mí, mis ojos tardaron un momento en acostumbrarse a la luz pero podía ver perfectamente como las piernas enfundadas en un pantalón gris se acercaban con pasos decididos.
- Ponte de pie
Dijo el hombre que tenia frente a mí, su voz era como un trueno: imponente, fuerte y autoritaria, no dude en obedecerla y luche por incorporarme pasando a caerme en dos ocasiones ya que tenia los tobillos amarrados y mi equilibrio no era muy bueno, levante el rostro para mirar de frente a mi captor. Tenía un traje sastre gris oscuro de corte muy elegante con unas mancuernas de oro en los puños de la camisa, su corbata azul cielo acentuaba el tono moreno de su piel, su cabello estaba peinado hacia atrás de forma impecable, sus labios eran delgados y se asomaba en ellos el inicio de una sonrisa pero lo que verdaderamente me impactó fueron sus ojos negros; eran fríos aunque llenos de … ¿lujuria? ¿deseo? ¿pasión? No sabía exactamente como describirlos, pero eran penetrantes, me hacían sentir sucio, desnudo y despertaban en mi una vergüenza indescriptible haciéndome consciente de mi cuerpo expuesto. El me miro de frente directamente a los ojos.
- Marcos Lozano… ¿sabes que estás haciendo aquí? – cuando pronunció mi nombre abrí los ojos como platos y me sentí aturdido por la forma tan directa en que me habló
- No… en realidad no recuerdo como llegue aquí, lo último que recuerdo es que salí a correr y luego desperté aquí.
- Ah… Debieron golpearte más duro de lo que dijeron – dijo el hombre sonriendo y arqueando las cejas – bueno Marquitos, puedes llamarme Guzmán, llevas como 20 minutos aquí, no sé si lo sepas pero tu padre tiene un juicio que emitir contra mi jefe y mientras lo medita y llega a un resultado favorable para todos, tendrás el honor de ser mi huésped. Me gusta ser civilizado así que si colaboras con nosotros no habrá ningún problema… déjame explicarte como serán las cosas, afuera hay 3 grupos de escoltas, cada una con 6 integrantes armados hasta los dientes y todos tienen orden de que disparar a lo que se salga de su lugar, ¿entiendes lo que quiero decir? Te lo simplificare, si intentas escapar o hacerte el vivo ya sea saliendo de esta habitación, hablando cuando no te corresponde o agrediendo a uno de los guardias, no solo se te acaban los privilegios de huésped si no que te devolveremos con tu familia en una bonita bolsa negra o azul… depende de lo que haya en la alacena. ¿está claro marcos? – diciendo esto saco su móvil y me tomó una foto con la cámara.
- Si…
- Perfecto, vez… podemos hablar como la gente, no hay necesidad de ponernos agresivos.
La puerta se abrió nuevamente dejando entrar a un hombre alto moreno y con su rostro sombreado por una barba de dos días sin rasurar que vestía una chamarra de cuero color café con una playera negra debajo y unos jeans desgastados color azul. El chico se acerco mirándome sorprendido lentamente me observó de arriba a abajo, cuando se dio cuenta que yo lo miraba también aparto rápidamente la vista mostrando un tenue rubor en las mejillas, parecía sorprendido de verme ahí, tal vez por verme desnudo, trate de mirarlo a los ojos que eran marrones y estaban enmarcados por unas cejas oscuras en un rostro anguloso de barba partida, con el cabello corto acomodado con gomina formándole una crestita, siempre había querido hacerme ese peinado desde que inicie el instituto, pero la mata de cabello rubio oscuro ondulado que tenía en la cabeza siempre había estado largo, llegando a veces hasta mis hombros, el chico le entrego a Guzmán una pequeña mochila sin pronunciar ninguna palabra. Guzmán sacó de ella una playera roja, un bóxer negro y unos pantalones deportivos ¡Era mi ropa!. Tomo el bóxer y lo lanzo a mis pies, entregándole el resto de la ropa al joven que había traído la mochila.
- El es Gabriel, estará al pendiente de ti – dijo Guzmán – Gabriel tiene instrucciones de vigilarte en todo momento, te sugiero que no te pases de listo si sabes lo que te conviene, Hasta luego Marquitos – dijo Guzmán saliendo de la habitación y dejándome a solas con el otro chico.
Gabriel se acerco hacia mí indicándome con el dedo índice que guardara silencio, saco un revolver de su chamarra y lo asentó sobre una de las cajas, mientras sacaba una navaja del mismo lugar, con ella me deshizo los nudos de las manos y los pies y volvió a tomar el revólver guardándolo en la chamarra sin dejar de mirarme.
- Ponte el bóxer marcos, el resto de la ropa la guardare yo… pórtate correctamente y te la iré entregando más adelante.
Asentí suspirando con rabia. Sin dejar de mirar la culata del revolver que asomaba por la bolsa de la chamarra. Gabriel no dejaba de verme e incluso parecía reprimir una sonrisa avergonzada. Tome el bóxer y me lo puse rápidamente, tan pronto termine Gabriel volvió a tomar mis brazos pasándolos hacia atrás, pero esta vez en lugar de soga utilizó unas esposas para inmovilizarme, me dio la vuelta para quedar frente a frente de nuevo y se quedo pegado a mi durante un segundo mirando mi rostro lentamente, podía ver el reflejo de mis ojos verdes asomando por sus pupilas.
- Marcos… ¿no me recuerdas? Soy Gabriel
Lo mire muy detenidamente, tratando de identificar el rostro con algún nombre en mi memoria, pero no lograba recordarlo, sus labios, sus ojos… nada no lo recordaba para nada. Moví la cabeza negando ligeramente apenado y Gabriel por toda respuesta mato el espacio que nos separaba acercando sus labios dispuesto a comerme la boca en un beso profundo y completamente sorpresivo que me dejo helado, moví mi rostro hacia ambos lados retorciéndome hacia atrás tratando de impedir que me besara, el me abraso atrayéndome hacia si rodeando mi cuello con su brazo izquierdo mientras con la mano derecha sostenía mi barbilla para evitar que yo huyera de su beso, estaba aterrorizado sabia que el revólver estaba en su chamarra y que tenían ordenes de dispararme si no “colaboraba”
Sus labios se movían con maestría mientras su lengua intentaba entrar en mi boca, cerré los ojos y deje que me besara sin corresponderle el beso limitándome a permanecer ahí inexpresivo y frígido dejando que sus labios masajearan los míos y su lengua explorara mi boca, se separo un momento y luego comenzó a besarme lentamente en las mejillas y la frente, bajando por mi nariz hasta mis labios nuevamente y de ahí besarme despacio hasta mi oído, donde chupo golosamente mi lóbulo, cosa que me hizo brincar erizando todo mi cuerpo. Yo aun era virgen y como todos los adolescentes tenia las hormonas a mil y aun siendo no consentido sus besos en mi oreja me prendieron. Él lo noto de inmediato y escuche como soltó el aire en una pequeña risita soltando mi barbilla y pasando sus dedos por mi cabello jugando con uno de mis tirabuzones rubios.
- Creo que encontré tu kryptonita – dijo besándome la oreja lentamente provocándome escalofríos – vamos pasemos un buen rato… nadie dijo que tu estancia aquí tenía que ser traumática – dijo besándome y deslizando por mi cuello hacia mi pecho la mano que tenía en mi cabello, sus dedos bajaron hasta la orilla del bóxer y comenzó a acariciarme la entrepierna sobre la tela, mi cuerpo se tensaba y sentía que en cualquier momento mi sangre me traicionaría regalándome una erección.
- No... por favor… eso no – dije susurrando como en una suplica
- ¿Por qué no…? marcos sé que esto te encantara – Gabriel siguió besándome la oreja y el cuello, yo no podía quedarme quieto, me movía intentando huir de sus caricias
- ¡Soy virgen y no quiero que mi primera vez sea contigo! – grité sin pensarlo, arrepintiéndome casi al instante de haberlo hecho “ perfecto, ahora pensara que soy como una niña cursi que quiere guardar su primera vez para su príncipe azul, que estúpido y patético soy” pensé deseando que la tierra se abriera y me tragara. Pero para mi sorpresa Gabriel se alejo de mí mirándome a los ojos sonriendo sin un ápice de ironía o burla.
- Me deje llevar… disculpa – Gabriel me soltó y las piernas me flaquearon, sentí que mis rodillas colapsarían dejándome caer y lo mire tragando saliva – ¿marcos en serio no te acuerdas de mí?
- No… debes estar confundiéndome con alguien más.
Gabriel se acerco de nuevo hacia mí y permaneció un buen rato mirándome a los ojos, luego tomo una cadena y asegurándola en las esposas, me amarró con destreza en un aro de la pared, la nueva posición permitía que yo caminara un metro o dos y que me sentara, aunque seguía sin poder usar las manos era mucho mejor que estar amarrado con sogas. Cuando Gabriel terminó de comprobar que la cadena estaba bien amarrada a la pared se puso frente a mí de nuevo, mirándome a los ojos, yo respiraba lentamente para que no se notara lo agitado que me sentía, el bajo la mirada un momento y yo sentia como su mirada me recorría todo el cuerpo en especial el abdomen y las piernas, las cuales me he esforzado mucho en trabajar, verdaderamente era incomodo… sentirme asi de “expuesto” Gabriel me miró de nuevo a los ojos acercando sus labios a los míos y acaricio mi rostro con el dorso de la mano susurrando.
- Lamento tanto que estés en esta situación, pero me alegra tanto verte otra vez. No tengo ninguna duda de que eres tú… Marcos.
Quise contradecirlo pero el tacto de su mano en mi mejilla me producía escalofríos, su sola presencia tan cerca de mí, me tenía en un estado de shock. Todo esto era demasiado para poder digerirlo. Gabriel se separó de mi y caminó hacia la puerta, antes de abrir me miró y sonrió diciendo sin palabras que todo estaría bien. Al quedarme solo no pude evitar bajar la cabeza y llorar. Pensé y derrame una lágrima en silencio por mi padre y por su incansable lucha por sus ideales de los que yo ahora era víctima, llore por el miedo que sentía de estar secuestrado y llore por aquellos culpables besos de Gabriel que me excitaban tanto que me hacían temblar, incluso llegue a creer que era algo así como el síndrome de Estocolmo… la verdad era que me encontraba aterrado y sin poderlo evitar comencé a sollozar presa de un frio indescriptible sin poder contener las lágrimas que salían una tras otra… pase horas así hasta que logre dormirme.
Liberando tensiones.
Desde el instante que salí del sótano donde había encadenado a Marcos sentía la sangre a punto de ebullición, camine a paso veloz saludando al pasar a la escolta que se había quedado custodiando la entrada, se trepé en mi cuatrimoto arrancando como si me persiguiera el diablo, me encontraba mirando hacia ambos lados sintiendo el corazón latir como un tambor, ¡¿en donde carajos se había metido Andrés?! Ya había recorrido casi toda la finca y no aparecía en ningún maldito lado. Respire hondo y estacione cerca de la piscina que se encontraba desierta y me fui caminando directamente a los baños, ya que no aparecía Andrés tendría que calmar esas ansias yo solo.
Tan pronto entre escuche el sonido de la regadera abierta y sonreí agradeciendo a la providencia que justo ahí estuviese Andrés y nada más y nada menos que desnudo, mojado y lleno de espuma.
- Te he estado buscando por toda la cabrona finca - dije quitándome la ropa lo más rápido que podía y metiéndome a la regadera – Quiero que me la chupes ahora.
Andrés sonrió a cercándose para besarme, lo mire y gire la cabeza hacia otro lado rechazando su ternura, el besó mi cuello en lugar de mis labios y apoyando ambas manos en sus hombros lo incite a que se pusiera de rodillas para chupármela. Agradecí que haya entendido a la perfección que en ese momento no andaba con humor de mimos. le di un repaso a su cuerpo con la mirada y como si eso fuese posible al hacerlo sentí mas excitado, era atlético con su torso de nadador bien desarrollado un abdomen trabajado pero sin marcar aun y unos brazos con los músculos bien marcados, unos grandes ojos marrones y su sonrisa tierna con unos labios carnosos que pedían a gritos ser mordidos.
Esa boquita comenzó a besarme los testículos lentamente recorriéndolos con la lengua y metiéndolos en su boca sin dejar de mirarme a los ojos para después sacarlos y comenzar a lamer la base de mi pene, yo me sentía en la gloria, Andrés siguió subiendo cada vez mas hasta llegar a la punta, y enrollando su lengua por el glande para después metérselo casi por completo a la boca, casi siempre disfrutaba de hacerlo lento al inicio para metérsela después a toda máquina pero hoy no andaba para gentilezas así que comencé a bombear moviendo las caderas cogiéndole la boca sin contemplaciones sonriendo cada que veía como se le llenaban los ojos de lagrimas por el esfuerzo, con cada estocada se la metía hasta el fondo para luego sacarla y comenzar a taladrarlo de nuevo, tome con ambas manos su cara para penetrarle mejor la boca, Andrés se masturbaba con una mano mientras con la otra se aferraba a mi trasero.
Respire hondo sacando mi pene de la boca de Andrés, no quería venirme aun, necesitaba seguir jugando con él hasta que mi mente dejara de pensar en… en marcos, pensé un segundo en como serian las cosas si Marcos estuviera en ese momento en el lugar de Andrés. Cerré los ojos imaginándolo y aquello me puso a mil, levante a Andrés (Marcos en mi imaginación) y cargándolo a horcajadas con mi pene tanteando su agujero lo lleve hasta el lavabo donde lo senté y comencé a penetrarlo .con cuidado.
Pese a las múltiples veces que habíamos tenido relaciones Andrés aun seguía muy estrecho y eso hacía que fuera alocadamente delicioso penetrarlo empujando poco a poco cada vez más adentro, pero tan pronto sentí que entró toda comencé a moverme cada vez mas y mas rápido sintiendo como se abrasaba la carne de Andrés a mi cuerpo.
- Gabo, dios mio… me vas a partir en dos – me decía él entre gemidos
- Pero te encanta Andy… no lo niegues, ya casi te vienes y ni te he tocado
Yo seguía bombeando una y otra vez sin dejar de mover mis caderas derritiéndome de placer al escuchar sus gemidos, aferrándome a sus caderas y besándole el cuello sintiendo como se estremecía jadeando cada que yo se la metía hasta el fondo. Andrés movía sus caderas acompañando mis embestidas mientras sus manos se aferraban a mi espalda, sus labios atrapaban mi oreja besándola y susurrando como un tibio secreto cada uno de sus gemidos y exclamaciones de placer.
- Me voy a venir… no aguanto más Gabriel…
- Vente, quiero ver cómo te vienes y me manchas con tu lechita – le susurré sujetando con placer sus nalgas y dándole una sonora nalgada
- Gabriel te quiero… te quiero
Dijo viniéndose y manchando mi abdomen y mi pecho con su leche, Al calor del momento esa tibia confesión de ternura fue como una descarga de 10000 voltios que me hizo explotar dentro de él. Nos abrasamos durante un minuto mientras controlaba mi respiración, el me acariciaba el cabello y me besaba el cuello, por alguna razón trataba de evitar verlo a los ojos, saque el aire en un hondo suspiro, lo levante y nos dirigimos a la regadera,
- Gabriel… ¿qué te pasa? Estas como ido…
- ¿Sabes quién es el gamberro que tenemos que cuidar?
- Es hijo de un juez, que maneja el caso contra el patrón.
- Es Marcos Lozano, mi Marcos.
- Marcos el que… te…
- Si… ese, hable con el Andy, y eso no es todo ¡lo bese! pero creo que no me recuerda y no le culpo he cambiado muchísimo desde la última vez que nos vimos, en cambio el no ha cambiado casi nada… sigue siendo hermoso… tiene bien largo el cabello rubio y sus ojos verdes se ven más maduros.
- ¿Como esta de cuerpo? – preguntó mientras me llenaba la espalda de jabón – debiste verlo desnudo ¿no? el patrón dijo que lo dejaran en bolas por si intentaba huir
- Si… se ve espectacular. No tiene un cuerpazo, pero esta trabajado se ve que va al gimnasio pero no en exceso, tiene los brazos musculados y las piernas duras como un futbolista, y su piel blanquita se puso roja cuando sintió mis besos en la oreja.
- Dios… por eso tenias semejante calentón, y yo que pensaba que te daba gusto verme – Andrés sonrió moviendo la cabeza de forma juguetona – pues ahora que lo vas a tener cerca durante un tiempecito puedes aprovechar y…
- Pienso aprovecharme Andy de eso no tengas duda… llevo 10 años rogándole al cielo que lo ponga en mi camino y ahora que lo tengo así en bandeja de plata y amarradito no pienso dejarlo ir.
Sonreí mientras lo miraba quitar el jabón de su abdomen con ayuda del agua, Andrés a diferencia de los demás escoltas no era tan musculado o tosco pero era el mejor elemento por su agilidad y su extraordinario talento para disparar. Su sonrisa era un arma de destrucción masiva y fue la primera pista que tuve para darme cuenta que era gay al igual que yo. Desde la primera vez que hablamos nos tiramos indirectas y comenzamos a tener ciertas escapadas ocasionales y aunque me conocía mejor que nadie a veces tenía el mal juicio de creer que éramos una pareja… aun queriendo yo no podría corresponderle porque por Marcos siento un antiguo y profundo amor… Marcos, tan hermoso e indefenso marcos… sentí un escalofrío. No soportaba verlo así… atemorizado y solo en ese oscuro cuarto. Salí de la ducha y me vestí rápidamente, le di un beso de piquito a Andrés antes de salir y me volví a montar en la cuatrimoto rumbo al puesto de vigilancia. Se me había atravesado un idea… una idea que tal vez haria que marcos no huyera la próxima vez que lo besara.
Espero que les haya gustado, este es un relato completamente ajeno a la otra historia que escribo. Esta es la !era parte y espero que puedan ayudarme con sus comentarios, criticas, estrellitas y demás. Un saludo enorme desde México y les invito a leer los demas relatos que tengo por ahi. Un beso enorme