Entrega

¿Hasta donde es capaz de llegar usted para realizar un anhelo largamente deseado?

Apago el cigarrillo apenas recién empezado y enciendo otro compulsivamente, y ya es el cuarto.

Mis dedos tiemblan incontrolados al hacerlo.

Estoy nerviosa, es evidente.

Mi cabeza es un torbellino de sensaciones.

Miedo, duda, excitación.

Estoy ardiendo y los labios de mi coño se contraen descontroladamente presionando el dildo que llevo incrustado bien dentro de mi.

Me corro… no puedo evitarlo… ni tampoco deseo hacerlo.

Una oleada de calor y placer emerge desde muy dentro hasta eclosionar en el orgasmo más explosivo que puedo recordar en los últimos años. Y… sin tocarme.

Dejo pasar un par de minutos hasta que recupero de nuevo el aliento y dejando escapar un largo y profundo suspiro consulto el reloj digital del salpicadero de mi viejo automóvil, ya que he dejado mi elegante relojito de pulsera en el joyero de mi cómoda

Son las cinco y media de la tarde.

Aun es pronto.

Mi cita es a las 6 y se me indicó muy expresamente que fuera escrupulosamente puntual, ni un minuto antes, ni un minuto después.

Sin embargo ya llevo estacionada enfrente del edificio de apartamentos una hora por lo menos.

Incapaz de esperar mas en casa, he preferido arreglarme siguiendo las instrucciones dadas previamente, y presentarme con tiempo, para evitar cualquier imprevisto.

La verdad, éstas parecían ingenuamente sencillas sobre el papel, pero una vez comencé a cumplirlas, cada vez me iban pareciendo mas difíciles de realizar. Y sin embargo, mi parte más racional sabía que era muy sencillo. ¿O no?

Tan solo debo acudir vestida solamente por una gabardina larga y tupida. Sin nada más debajo. Ni vestido, ni ropa interior, ni medias, ni joya alguna, solo unos zapatos de tacón alto, negros.

Nada demasiado difícil de cumplir, teniendo en cuenta que estamos en pleno invierno y no voy a llamar en absoluto la atención.

La gente no va a saber que estoy desnuda debajo del abrigo. Y sin embargo… que difícil ha sido vestirme así.

Curiosamente, meterme el dildo en el coño y el plug anal bien dentro del culo, me ha resultado más fácil, aunque ahora, después de estar sentada largo rato en el coche, empieza a darme molestias en el ojete.

Sin embargo, es una molestia placentera, un símbolo de mi entrega incondicional. Del paso que estoy a punto de dar… si soy capaz de decidirme a darlo.

Aun tengo dudas. ¿Voy a ser capaz de llegar hasta el final?

Hasta hace muy poco tiempo estaba segura de ello. Ahora, ante la inminencia del acto, ya no estoy tan segura.

¡Piensa en otra cosa, idiota. Trata de relajarte!

Pero es mas fácil decirlo que hacerlo.

Intento pensar en cosas cotidianas, inofensivas, pero es inútil, una y otra vez mi mente se centra en los últimos instantes vividos y fantasea con los que van a sucederse muy pronto.

Mi coño empieza a palpitar de nuevo, cada vez más rápidamente. Se que me voy a correr de nuevo, y no me importa, al contrario, estoy disfrutando como una cerda.

Me siento una cerda, ¡SOY una cerda!. Y me siento muy bien. Casi liberada al fin.

De mis miedos, de mis represiones, de mis escrúpulos, de mis tabues.

Al salir de casa he notado las miradas de la gente como si me atravesaran el abrigo y todos supieran que voy completamente desnuda.

Se que es una estupidez, algo completamente irracional. Pero no puedo evitarlo.

Supongo que es parte de una educación convencional y aun me siento culpable por actuar como lo hago. Debo tratar de liberarme de mis falsos prejuicios.

Pero ¡Joder!, es mas fácil decirlo que hacerlo.

Miro de nuevo el reloj, las seis menos cuarto.

Ha llegado el momento de la verdad, si es que voy a acudir a la cita con el destino tantas veces fantaseado y ansiado ha de ser ahora.

O me bajo del coche o arranco y me voy a casa.

Me siento tentada de huir, pero en mi fuero interno se que no lo voy a hacer.

Es ahora o nunca, si no lo hago ahora jamás me atreveré a intentarlo de nuevo.

Abro la portezuela y dejo saco una pantorrilla a la acera.

De inmediato noto el gélido viento invernal sobre mi desnuda carne.

Cierro el coche y cruzo hacia el edificio.

Apenas me queda valor, pero ya falta muy poco para llegar a mi destino, tan solo apenas diez minutos.

El vestíbulo del edificio es un ir y venir de vecinos volviendo del trabajo.

Estoy segura que así ha sido previamente previsto y calculado de antemano.

Mi anfitrión, aun me resisto a pensar en él como mi Amo, no es de los que dejan nada al azar. Lo se, porque aunque aun no lo conozca en persona hemos mantenido un largo preludio de emails y he llegado a conocer y apreciar su meticulosa manera de pensar y ver la vida.

El conserje apenas me dirige una mirada, lo que contribuye a calmar un poco mis nervios.

El ascensor llega y subo acompañada de varias personas de mediana edad, casi todas hombres.

El estrecho espacio pronto se llena completamente y me encuentro hacinada entre tanto macho trajeado. Me rozan involuntariamente. Y siento que estoy a punto de correrme otra vez, pero esta vez debo contenerme.

Las paradas se me hacen interminables. Yo voy a uno de los últimos pisos, y lentamente, el ascensor se va vaciando.

Por último, solo hemos quedado dos hombres y yo misma cuando por fin llegamos a mi rellano.

El primero entra en su apartamento rápidamente, sin embargo, el segundo se demora un poco mas, se mete las manos en los bolsillos con cierto apresuramiento, sin duda esta buscando las llaves.

Yo maldigo para mis adentros rezando para que las encuentre mientras lo vigilo por el rabillo del ojo.

En cuanto a mi, no he tenido mas remedio que fingir que he llamado al timbre de la puerta y espero pacientemente a que me abran, cosa que naturalmente no he hecho.

Las instrucciones eran muy claras. A las seis en punto la puerta se abrirá automáticamente y solo por espacio de un minuto.

Y entonces debo ser rápida, despojarme de la gabardina y los zapatos y tirarlos dentro de la casa, acto seguido ponerme a cuatro patas en el mismo rellano y entrar gateando.

Mi desesperación y ansiedad van en aumento, los latidos de mi corazón se desbocan como si quisieran salírseme del pecho.

Según mi cálculo mental no pueden quedar mas que un par de minutos para que la puerta se abra… y si el hombre no ha entrado todavía en su casa, deberé tomar una difícil decisión.

¿Sería capaz de desnudarme delante de un extraño y realizar tan humillante acto delante de él?

Mi ya desbocada y paranoica mente va incluso mas lejos y teoriza sobre si todo no es mas que un montaje, y aquel hombre de acuerdo con mi Amo, (ahora ante la inminencia del encuentro ya lo llamo así abiertamente, se acabaron los eufemismos y subterfugios, si entro en el apartamento es para convertirme en una sumisa. Una esclava al servicio de mi macho dominante), esta remoloneando a propósito con el fin de humillarme y probar mi fidelidad y dedicación.

No es tan descabellado, me digo, pero ruego por equivocarme.

Al fin, gracias al cielo, el hombre parece encontrar la llave en las profundidades de un bolsillo y me dirige una tímida sonrisa de complicidad y alivio al mismo tiempo que me enseña la llave como si de un trofeo se tratara y mientras abre la puerta de su casa se despide con un cortes "buenas tardes".

Es tiempo, apenas veinte segundos mas tarde mi puerta se abre con un leve chasquido y se entreabre unos centímetros.

Sin pensármelo mas, no hay ya tiempo para ello, me desabrocho la gabardina y dejo que se deslice por mis desnudas carnes

El momento de la verdad ha llegado

Estimado lector/a:

Si ha llegado hasta aquí, primeramente darte las gracias por ello.

Abusando de su paciencia quisiera explicar, anticipándome a las, imagino hirientes criticas y comentarios que sin duda recibirá este escrito, que no se trata de un relato al uso, con argumento, y las acostumbradas escenas se sexo, humillación, y morbo con las que suelo aderezar mis relatos.

Esta vez he querido atreverme a realizar un ejercicio con una situación cotidiana y completamente realista de lo que sin duda todos hemos sentido en los momentos previos a una sesión de D/s, o al conocer en persona a nuestro oponente en este tipo de relaciones, ya sea hombre o mujer, Amo/a o sumiso/a.

La mezcla de angustia, excitación, duda, y determinación que dispara nuestra adrenalina y nos hace gozar al ciento por ciento.

Ya que pienso que por encima de todo la D/s es mas un placer mental que físico.

Lo parte física es meramente un medio para alcanzar el fin, un medio muy lúdico, todo hay que decirlo.

En fin, si lo he conseguido o no, es algo que solo ustedes deben decidir o juzgar.

Yo por mi parte solo añadiré que he disfrutado mucho escribiéndolo.

Tanto, que las palabras parecían escribirse solas sobre el teclado

Tan solo añadir que mi correo esta abierto a cualquiera que desee comentarme cualquier cosa o compartir conmigo cualquier inquietud que tenga sobre el tema.

Suelo contestar a todo el que lo haga con un mínimo de cortesía y fundamento

Gracias a todos por su paciencia y atención.