Entre zapatos

Julia y Elena son dependientas de una zapatería. Acude María y tontea con Julia pero Elena descubre su juego, folla con Julia y terminan un trio de las tres mujeres

ENTRE ZAPATOS

María fue a la zapatería a comprarse unas botas, no sabía si escoger unas bajas o unas de caña más alta. Entró a una gran zapatería del centro. Estuvo revoloteando por varias de las estanterías hasta que una dependienta la abordó.

¿Puedo ayudarla en algo? ---- le dijo de forma muy servicial la chica.

Pues igual sí, quiero unas botas para mí----- respondió María.

¿Tiene una idea de lo que desea?

Pues no, sácame un poco a ver que tienes e iremos viendo.

Julia sacó cuatro cajas de diversos modelos. Se arrodilló donde María se había sentado para atenderla. María se estaba diciendo para ella lo atractiva que era Julia y lo servicial que era. Se empezó a hacer sus fantasías en la cabeza. Lo que no imaginaba es que era observada por otra dependienta que casualmente la había visto en alguna fiesta BDSM, pero nunca habían interactuado ni siquiera habían hablado.

Se probó varias. Al final, cogió unas de cuero negro. En las pruebas para ayudar a que la dependienta se la probase, puso su mano en el muslo de la chica. Pudo observar, como al girarse la chica para ir a cobrarle, se le transparentaba el tanga negro.

A esa zapatería tendría que volver a tentar a la chica. Pero tenía claro que si se la encontrase en algún bar la hablaría e intentaría seducirla. Por otra parte, Julia se sintió extraña. Era solo una clienta, pero se mostró pequeña ante ella y con el flirteo llegó a excitarse. Fue a la trastienda a dejar las cajas y su compañera la empujó a un rincón y la espetó:

Pero que haces…. La clienta casi te pone el pie en el coño y tú completamente servil…

La verdad es que se ha comportado rara pero no creo que estuviera coqueteando---- respondió Julia

Tú porque no la conoces, esa se come a mujeres como tú, completamente crudas. Le ví en una fiesta ….. Bueno que sé quién es…… y además tú estás casada. ---- dijo Elena, su compañera.

Tú me ocultas algo, para que hayas reconocido lo que ha hecho y eso de la fiesta….

De acuerdo, no te ocultaré nada, pero me debes prometer dos cosas, una, tu comportamiento conmigo no cambiará después de habértelo contado y dos, lo que te cuente no saldrá de aquí. ¿De acuerdo? Dijo Elena.

De acuerdo, aunque me da miedo jijiji.

Pues a ver no hace muchos años, un par o así, estaba con mi pareja una noche tomando algo y me preguntó si confiaba en ella. Le respondí que sí. Me condujo a lo que parecía un pub de esos con la puerta cerrada en la que hay un portero y la puerta cerrada bajo llave. Entramos y nada más entrar Nerea me hizo ponerme un pañuelo en los ojos para no ver nada. Antes de que digas nada, sí, mi pareja era una mujer. Soy bisexual. Esa es la primera parte que no quiero que varíe tu trato hacia mí. Sigo, me hizo descender unas escaleras y abajo me quitó el pañuelo y lo que ví me asustó al comienzo, pero mi pareja me abrazó desde atrás y eso me tranquilizó. Ví a bastantes mujeres y hombres con túnicas de colores brillantes tapados con capucha y hombres y mujeres vestidos con corsés ellas y ellos con el torso desnudo y pantalones de cuero que a algun@s de los de las túnicas una vez los azotaban y otras los poseían y cuando llevábamos unos minutos me hizo volver al piso de arriba. Allí tomamos unas copas hablando con varios y varias de las que vimos abajo. A tu cliente la ví en otras fiestas, otros días. Es Dominante y le gusta Dominar tanto hombres como mujeres. Pero hay un pequeño problema, tú estás casada, así que no tiene nada que hacer jijiji.---- contó Elena.

No sabía que te gustaban las mujeres, pero a tu afirmación que soy casada, es un problema sí pero no tanto como crees. Hace unos meses tuve una charla con mi marido. Nuestro matrimonio estaba bien, pero a nivel sexual los dos nos dimos cuenta que queríamos más emoción y entonces hablamos de buscar planes alternativos juntos o por separado y los dos estuvimos de acuerdo que se podía hacer, pero con dos condiciones imprescindibles y es que tenía que haber máxima sinceridad y discreción y que nunca podía ser con una persona sola del sexo contrario. Sobre las mujeres nunca pensé en hacer nada con una mujer, pero últimamente alguna vez me he excitado con alguna pero no hice nada. ---- respondió Julia.

Bueno, no sé si me arrepentiré de esto…… dijo Elena antes de acercarse a su compañera, ya habían cerrado la tienda, le fue abriendo los botones de la blusa. La respiración de Julia se fue agitando, pero no protestó. Cogió Elena un cuchillo abrecartas de una mesa y retiró con delicadeza la prenda de los pechos, pero dejando que el frío metal rozara los pezones. Luego soltó los cordones de los pantalones y se los bajó. La compañera se quedó solo con el tanga. Se acercó y cogiéndola de su cabello, se acercó y la dijo:

Apóyate en el mueble.

Julia obedecía dándola la espalda y Elena mordió su cuello iniciando su descenso hasta llegar a su culo, abrió sus nalgas y comenzó a comerla el culo, con los dedos la penetró en su coño mojado y la folló hasta que Julia no se pudo contener y estalló en un orgasmo que hizo que emitiera un sonido parecido a un aullido.

Joooooder, Elena gracias.

Ahora va la segunda parte de mi confesión. En esas fiestas que te dije yo era sumisa de mi pareja, pero sometí a más una sumisa o sumiso. Me parece que la próxima vez que venga esa clienta que, por cierto, en esos ambientes se hace llamar Lady María. Agacharás la cabeza y te mostrarás igual de servil que el otro día. ---- ordenó Elena.

Después de eso Elena se pasó varios días pensando cómo hacer para que lady María pudiera someter a Julia y esta disfrutar con su entrega y cuando ya casi había renunciado a ello en un pub un viernes a la noche la vio. No era un local BDSM, pero no podía desaprovechar la ocasión. Se acercó a la Ama y la preguntó si podía hablar con ella a lo que la Dama accedió. Se retiraron a un rincón y allí María dijo:

Adelante.

Usted no me conoce, ve que le trato de Usted, soy una switch que la ha visto en el local XXXXXXX XXXXXX por lo que conozco sus gustos. Hace poco estuvo donde trabajo y ví como se probaba unas botas y como trataba a la dependienta que lo atendió. Elena vio como la Ama se revolvía en su asiento, pero prosiguió. Si ella le gusta puedo conseguir que ella se entregue. Lo único que prefiere que se entregue por primera vez allí o en una de las fiestas.

Primero, estoy alucinando como osas dirigirte a mí con esta insolencia con que lo equilibra en que me ayudes en poner a semejante ángel bajo mis pies, pero para compensarlo te castigaré con 20 azotes. Si tienes Am@ vete pidiendo permiso y si no dirígete a ese local donde me viste y espérame allí.

Elena no necesitó más, se levantó y se encaminó hacia la salida. María observó su cuerpo. Pantalones algo masculinos pero que cubrían lo que parecía un precioso culo, una camisa muy ceñida pero que por delante se mostraba holgada. Elena llegó al local BDSM y fue al vestuario donde se desnudó y esperó. María llegó y la vio sentada. La cogió de los pelos y la llevó hasta la cruz donde la ató.

Zorra, escoge con que te voy a azotar.

El flogger Señora.

Elena probó el flogger contra el culo duro de Elena. Luego cayeron los 20 azotes, duros y sin concesiones. Elena los agradeció acorde a su condición, pero, por otro lado, estaba cachonda por lo que significaba.

Al de unos días apareció María por la zapatería y a última hora como había pactado con Elena. Como habían preparado, ese día estaban solo Julia y Elena, en cuanto entró María, Elena puso en cartel de cerrado, pero Julia no lo sabía. Esta vez la Ama pidió unas sandalias de mucho tacón. Julia estaba muy nerviosa y al pasar por el lado de Elena la miró como preguntando qué pasaba. Elena fue a la trastienda y empujando a su amiga contra las baldas la introdujo la mano entre el tanga y el pubis y comprobó que estaba empapada.

Julia cogió varias cajas de sandalias y salió con ellas y se puso a atender a la Ama. La mujer primero se portó de forma cauta, pero en seguida empezó a mover su pie hacia el coño de la chica.  Julia empezó a ponerse muy nerviosa. Elena desde la trastienda observaba la escena, se había soltado la cremallera de los pantalones y se comenzó a masturbar. María la ordenó a Julia que le lamiera los pies. Julia no esperaba eso, pero reaccionó y cumplió con creces. Elena, por su parte gemía.

Zorra, deja de masturbarte, ven y coge de mi bolso el strapon y libra una mesa, túmbate encima desnuda y pon el strapon encima.

Elena cogió el bolso y sacó el strapon. Era un strapon que empezaba fino y terminaba bastante grueso. Elena se desnudó y se tumbó encima de una mesa de la trastienda y al de unos pocos minutos vino María con Julia. La abrió la blusa de forma brusca y comenzó a amasar los pechos y a comérselos. Luego la dio la vuelta e hizo que hundiera su cara en el coño de Elena. Julia, aunque no tenía experiencia, comió el coño de su compañera con bastante maestría. María la bajó los pantalones abruptamente y colocándose el strapon la penetró follandola con fuerza y vigor.

El strapon era doble y llevaba una parte metida María y su placer alcanzaba más al paraíso hasta que sintió al orgasmo llegar. Las tres gemían y los orgasmos vinieron encadenados. Primero Elena que apretó la cabeza de Julia contra su coño. María aceleraba las embestidas logrando el orgasmo suyo y el de Julia casi a la vez.

A partir de ese día Julia y Elena obedecieron a María y eran usadas cuando coincidían las tres.

Este es un relato imaginario, pero me gustaría conocer vuestras opiniones. Escribirme a:

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