Entre yeguas

Una fantasía a modo de relato de pony girls.

Prologo

Patricia Mckencie estaba a punto de iniciar su recorrido en el lujoso y exclusivo country club de la pequeña y adinerada comunidad de Sanserito, en California, y mientras observaba como su previa competidora daba las ultimas vueltas y acrobacias a lomos de su caballo, ella, altiva, bellísima, rubísima, y orgullosa en su lozana juventud, apenas había cumplido 19 el mes pasado, no podía por menos que pensar que este año el gran premio y el acceso a las estatales iba a ser para ella.

El año pasado se había quedado a las puertas por poco, su amiga y gran rival, Cindy Lou, le había ganado tal privilegioso puesto por apenas centésimas en la puntuación, pero ahora después de su súbita e inexplicable desaparición de la vida publica, de la competición, y algo que se ocultaba a los medios, de la vida privada también, pues nadie sabia donde se encontraba, estaba completamente desaparecida, sin duda el codiciado galardón sería para ella, ninguna de las demás participantes era rival seria para ella.

Patricia sentía sentimientos encontrados al respecto, por un lado se alegraba de no tener que competir con su amiga, pero por otro la echaba terriblemente de menos, y no en vano se rumoreaba en voz baja en ciertos círculos muy cerrados, que eran algo mas que rivales y buenas e íntimas amigas. Y tenían razón, tanto Patricia como Cindy Lou eran bisexuales y hasta la desaparición de la segunda, amantes.

La echaba de menos.

La participante acabó su recorrido y nada mas darle la puntuación, Patricia guió hábilmente a su yegua "Huracana" a la parilla de salida.

La mantenía al paso, lenta y expertamente, y ambas, tanto la yegua como la amazona llevaban el cuello y la cabeza muy estirados, orgullosas, como mirando al resto del mundo con desden y desafiándolos a plegarse a su porte y a su belleza.

Como era de esperar finalizó su recorrido sin el mas mínimo fallo y quedó vencedora con gran distancia frente a las demás participantes.

Ya en la recepción posterior a la entrega de trofeos y donde recibía con indiferencia las felicitaciones de lo mas selecto de la sociedad provinciana de California, se le acercó una persona a quien ella admiraba desde su niñez.

Era ni mas ni menos que Susan Freeze.

Susan era una celebridad en el mundo de la hípica. Multimillonaria y de clase alta por nacimiento, esta aristocrática mujer entrada en la cuarentena era un misterio para casi todo el mundo, pues protegía a cal y canto su vida privada y pese a ser famosa en ciertos círculos, poco o nada se sabia de ella, salvo que era la mejor entrenadora de caballos de todo USA y quizás del mundo entero.

Para Patricia ya era un honor estar en la misma habitación que ella y cuando se le acercó para felicitarla y la invitó a pasar unos días en su rancho, en un lugar remoto de las montañas rocosas, creyó que iba a desmayarse de placer allí mismo delante de todo el mundo.

1 La ponderosa

Patricia conducía con mano firme y segura el coche por la solitaria autopista, detrás, ubicada en un remolque iba "Huracana" confortablemente instalada y sin dar la mas mínima señal de inquietud, estaba acostumbrada a largos viajes acompañando a su dueña por todo el país.

Para Patricia era como vivir un sueño hecho realidad, la mítica "Ponderosa", llamado así por la célebre serie de televisión, era un rancho del que todo el mundo había oído hablar pero del que muy poca gente podía vanagloriarse de haber visitado.

Ella era pues, una de las elegidas y se sentía muy orgullosa de hacerlo.

Ahora, después de abandonar la autopista, transitaba por un laberinto de senderos semiocultos e indescifrables vericuetos y cuando ya empezaba a lamentarse por haberse perdido, un jinete salió de no se sabe donde y después de presentarse se ofreció a acompañarla al rancho.

Menos mal, se dijo, pues sin él seguro jamás habría encontrado el camino.


Patricia acabó de darle unas vueltas a Huracana y después de cederla a uno de los cuidadores entró en la casa principal donde ya la esperaba Susan con sendos martinis bien helados, haciendo honor a su apellido (en ingles, gélida).

Después de dos días de estancia, se encontraba en aquel lugar como pez en el agua, el rancho era magnifico, desafiando todo lujo, y las instalaciones equinas excelentes, amen del experto elenco de profesionales, desde los cuidadores hasta la ultima camarera.

Estaba aprendiendo muchísimo de la mano de su heroína y ahora nueva mentora y solo se lamentaba de que tarde o temprano debería dejar ese paraíso y volver a su casa, que aunque también muy lujosa, en comparación con la Ponderosa parecía una casa de clase media.

Fue tomándose esos martinis cuando Susan le confesó que ya se encontraba preparada para visitar las otras instalaciones del rancho, todavía mas exclusivas y secretas y que, según dijo, le iban a cambiar por completo la vida.

Subieron a un pequeño todo terreno y después de mas y mas vueltas por ocultos y tortuosos senderos llegaron a unas nuevas y mas pequeñas instalaciones.

Apenas un pequeño y coqueto bungalow, un establo con capacidad para unos 15 caballos y una pequeña pista de entrenamiento.

Precisamente y desde la aun relativa distancia que las separaba de ellas, Patricia observó que en la pista transitaban en ese momento dos pequeños cabriolés de aspecto liviano y algo anticuado, como si estuvieran inmersos en alguna carrera.

Pero cuando se acercaron mas, comprobó con incredulidad que los caballos que tiraban de éstos no eran tales sino seres humanos, un hombre y una mujer para ser exactos quienes completamente desnudos, sudorosos, y recubiertos de polvo, se esforzaban por adelantar al otro guiados y azuzados con precisión y severa disciplina por sendas muchachas de no mas de veinte años, que constantemente les azotaban el trasero con sendas fustas conminándoles a dar mas y mas de si.

Tal era el asombro de Patricia que no pudo emitir la mas mínima palabra y cuando por fin se disponía a hablar, el coche se detuvo al lado de la pista donde ya llegaba triunfal el cabriolé propulsado por el hombre.

Este era un varón de unos 25 o 30 años, musculoso, fibroso, de amplios pectorales y tupido vello, (salvo el pubis que llevaba cuidadosamente depilado), que ahora se encontraba húmedo de sudor por el esfuerzo realizado, aunque tenia una expresión de salvaje alegría por haber resultado vencedor en el reñido duelo, pero, y pese a todo, lo que mas llamaba la atención eran sus genitales. Eran monstruosamente generosos casi como los de un verdadero semental, pero es que además tanto su escroto como su prepucio se encontraban perforados por sendas anillas que por medio de una fina cadena se unían, dándole a su verga, que se encontraba completamente erecta en todo momento, una apariencia fascinante y tremendamente morbosa.

Tenía las manos esposadas atrás, en la espalda, y un complicado sistema de arneses y correajes de cuero lo mantenían bien sujeto al cochecito de carreras, donde su piloto se mantenía aun cómodamente sentada como esperando instrucciones de Susan.

Patricia iba a preguntarle a Susan que significaba todo aquello cuando en ese momento llegaba a la meta el segundo carricoche y fue entonces cuando Patricia sintió que nada de eso podía ser real, la hembra que tiraba del segundo carrito y que llegaba tan sudorosa y polvorienta como su rival no era otra que Cindy Lou.

Estaba tan desnuda como aquel, y su aspecto había cambiado mucho. Se le veía mucho mas mayor, mas formada, mas musculosa, y en su mirada ofrecía una expresión distante como ausente.

Si reconoció a su amiga y amante no dio ninguna señal de ello. Se mantenía quieta y erguida al frente de su carro, recuperando rápidamente las pulsaciones y la normal respiración.

Al igual que su compañero llevaba las manos esposadas a la espalda y similares arneses sujetaban su cuerpo al cabriolé.

Sus pezones, clítoris, y labios vaginales, estaban perforados, y de ellos colgaban algunas anillas de variado diámetro según la ubicación.

También tenía el pubis completamente depilado, y sus pies desnudas, antaño pequeños y delicadamente elegantes, se veían ahora mucho mas ensanchados, endurecidos y curtidos por el frecuente y duro ejercicio.

Y su piel, delicada y suave, se veía ahora mucho mas morena y áspera.

Por lo demás se la veía en una forma física excelente, con la constitución de una joven en su plenitud, fibrosa y musculosa, una verdadera atleta aunque ello no le quitaba un ápice a su hermoso y femenino atractivo.

Patricia ignorando completamente a Susan, se bajó del todoterrero y cruzando los pocos pasos que la separaban del cabriolé se abalanzo frenética sobre su amada y empezó a darle húmedos besos en su mejilla al tiempo que le preguntaba atropelladamente.

-¿Qué han hecho contigo, mi vida?

-¿Por qué…? ¿Por qué te marchaste de mi lado?

-Desapareciste sin decir nada. Si supieras cuanto te he echado de menos, mi amor.

Y similares preguntas y comentarios mientras alternaba éstas con apasionados besos de los que no obtenía apenas respuesta por parte de la yegua. Quien se mantenía inmóvil e inexpresiva.

Fue Susan quien le respondió.

-No te esfuerces, corazón- dijo cínicamente

-Tu amiga no te contestará y mucho menos hará el mas mínimo movimiento de afecto o acercamiento. Esta perfectamente domada y entrenada- dijo como una sentencia con tono altivo y orgulloso de si misma.

-Aunque le quitáramos las incómodas bridas que mantienen su boca entreabierta e imagino que dolorosamente sujetan su mandíbula, dudo mucho que quisiera contestarte.

-Ven y te enseñaré mi selecto establo y el resto de la caballería que componen mi exclusiva y privada colección de caballos humanos.

Y pasándole una protectora mano por encima de los hombros guió a patricia hacia el establo.

Patricia se dejó llevar mansamente, caminaba como una autómata incapaz aun de reaccionar y asimilar todo cuanto estaba viendo y descubriendo. La autentica y oculta personalidad de Susan Freeze, alias la gélida.

Una vez en el pequeño establo comprobó horrorizada y fascinada a un tiempo como habitaban en él , separados por pequeños tabiques de madera, unos cuatro hombres y seis mujeres de variadas edades que oscilaban entre los 18 y 30 años aproximadamente.

Todos estaban completamente desnudos y anillados al igual que su amada y el otro hombre, del que después supo que le llamaban "vigoroso".

Y ninguno hizo apenas el menor respingo o movimiento al verlas allí, sin duda estaban acostumbrados.

Estuvieron pocos minutos en el extraño aposento, y cuando salieron de nuevo al exterior Susan le dijo.

-Sin duda tienes muchas preguntas que hacerme y yo también tengo mucho que contarte, vamos a la casa y allí tendremos oportunidad de hablar cómoda y tranquilamente.

Sin embargo Patricia al llegar de nuevo junto a Cindy Lou, a quien le estaban quitando las bridas y desatándola del carricoche, se paró y se negaba a separase de ella como si una fuerza invisible le impidiera moverse de su lado.

Susan dándose cuenta de sus sentimientos le dijo.

-No te preocupes, en cuanto la laven y adecenten un poco haré que la traigan a la casa.

-Será una excepción que haré en tu honor, porque los animales tienen absolutamente prohibido entrar en mis aposentos privados.

2 La oferta

Y efectivamente, apenas habían pasado unos minutos y cuando Susan acababa de preparar y servir dos nuevos martinis, sin duda su bebida favorita, unos discretos golpes en la puerta anunciaron a la cuidadora que llevaba sujeta de un collar canino a Cindy Lou, que, tan desnuda como antes y con las manos aun esposada se dejaba guiar dócilmente.

Nada mas la cuidadora se marchó dejándolas a las tres solas, Susan y Patricia sentadas en unos cómodos sillones y Cindy Lou de pie, quieta en medio del saloncito. Susan de nuevo tomo la palabra, pero Patricia apenas escuchaba, seguía observando y examinando a su adorada amante.

Pudo darse cuenta de varios detalles que le habian pasado inadvertidos antes.

Del coño y el culo de su amiga sobresalían levemente los extremos de sendos plugs que penetraban sin piedad sus agujeros.

Y en su nalga derecha se apreciaba una marca, sin duda grabada a fuego. Era una enorme "P" mayúscula en medio de una herradura invertida, sin duda la marca de la Ponderosa.

-… Y esto es ni mas ni menos que lo que te propongo- decía Susan en esos momentos.

-Pero creo que no has oído ni una sola palabra de lo que te he dicho,¿me equivoco?

Ante la reveladora expresión de Patricia que demostraba que en efecto no había escuchado sus explicaciones, Susan empezó de nuevo conteniendo su impaciencia e irritación.

-Empezaré de nuevo, mi niña, pero esta vez escucha aténtamente, pues no soy una mujer que se caracteriza por la paciencia. Ya tendras tiempo de sobra de disfrutar de la compañía de tu amiga. Te lo prometo.

Una vez se aseguró de captar mínimamente su atención, Susan comenzó de nuevo.

Como ves y sin duda habrás adivinado. Esta es mi pasión secreta, domar y adiestrar una selecta variedad de caballos humanos y hacerlos competir en exclusivas y prohibidas carreras por cualquier lado del mundo y donde se cruzan jugosas apuestas, aunque no es el dinero lo que me motiva, sino la victoria y el placer de sentirme dueña de tal ganadería. Por cierto todos y cada uno de ellos eran, al igual que tu, expertos jinetes y amazonas con un prometedor futuro en el mundo de la equitación y en cierta manera aun lo tienen aunque de forma un tanto diferente.- dijo con su característico cinismo mientras una fina y cruel sonrisa iluminaba sus bellas facciones de mujer fatal.

Tu amiga y "vigoroso" son mis campeones, cada uno en su género. Por cierto, a tu amiga aquí se la reconoce por "nerviosa " y no atiende a otro nombre. Muy pronto comprobarás el porque de su calificativo.

En efecto, Cindy Lou, pese a estar quieta y estoica en todo momento como ajena a la conversación y a todo lo que se desarrollaba a su alrededor, estaba tensa, como lista para echar a correr a la mas mínima señal, y un temblor imperceptible dominaba todo su excitante y fibroso cuerpo desnudo.

Como te decía, y para no extenderme demasiado, mi oferta no e s otra que seas tu la encargada de guiar, montar, preparar, y hacerle dar lo mejor de si a "nerviosa", pues dadas tus innegables condiciones y tu pasada relación con ella estoy segura que contigo no habrá carrera que no ganéis.

Pasaron unos instantes de tenso silencio, apenas Susan pronunció tales palabras y quedó en un silencioso mutis como dándole a Patricia la oportunidad de responder.

Al fin Patricia por toda respuesta contestó nerviosa e insegura con otra pregunta

¿Tengo alguna otra opción? ¿que pasaría si no acepto tu generosa oferta? – y dijo generosa con un tono que no ofrecía ninguna duda sobre lo que en realidad pensaba de ella.

Por toda respuesta, Susan se echó a reír en una franca y sincera carcajada que en otra situación a Patricia le hubiera resultado encantadora pero que ahora le hizo estremecer.

-Veo que eres mucho mas inteligente, astuta, y cauta que tu amiga, pues ella se negó de inmediato y rechazo mi oferta sin pensarlo ni un solo instante.

-Luego, cuando se la llevaron, la desnudaron y la ataron a mi establo, ya no estaba tan convencida de ello, y al cabo de dos días, imploraba y gritaba a todo pulmón su arrepentimiento rogándome que le diera una segunda oportunidad de aceptar mi propuesta.

-Pero ya era tarde, había perdido su oportunidad. Y eso me temo que e s lo que te pasaría a ti.

-Has visto ya demasiado, y de una forma u otra no puedo dejar que vuelvas para contar lo que has visto.

Mas tarde, si aceptas mi oferta y cuando esté segura de tu lealtad, por supuesto podrás ir y venir a tu antojo, y hacer tu vida normal al margen de tus secretas obligaciones para conmigo.

-Ahora, como ves, "nerviosa" Ya no dice una sola palabra , sabe que lo tiene prohibido y como te digo, esta perfectamente domada.

-Es una yegua, ya no es una persona salvo por su aspecto físico.

-Ni siquiera cuando la marcamos a fuego pronunció palabra alguna de queja o piedad. Gritó y lloró mucho, eso es inevitable pero no habló, sabía que de hacerlo tomaríamos medidas drásticas con ella, pues soy muy severa en cuanto a reglamentos, y no suelo dar segundas oportunidades.

-Es por esto que te aconsejo que no pierdas el tiempo haciéndole preguntas o tratando de conversar con ella. Cualquier cosa que quieras saber de ella, tendrás que preguntármela a mi.

-Su vida aquí es muy sencilla. Se compone de entrenamiento físico, comer, y ocasionalmente ser montada por alguno de mis sementales. Ya que el sexo no es algo que me interese de mi yeguada, para mi son solo animales que me procuran otro tipo de placeres.

-Pero ellos, como animales que son tienen sus necesidades sexuales como cualquier otra criatura y yo se lo permito, controlando y dirigiendo sus impulsos naturalmente.

-Por ejemplo, a "vigoroso " le has visto tan contento hace un rato pues al ganar la carrera sabe que se le premiará dejándole montar a la yegua que elija de mi cuadra, y hace un mes que lo tengo en completa abstinencia sexual bajo pena de castración si se corría sin mi permiso.

-Es casi seguro que escogerá a tu amiga pues siempre es la mas deseada por todos mis sementales.

-No hay problema alguno pues todos mis animales están convenientemente esterilizados, no quiero problemas de embarazos no deseados.

-Naturalmente no tengo ningún problema o reparo en que una vez terminada la jornada de entrenamiento y a excepción de las noches en que será indefectiblemente montada, la uses sexualmente como te plazca y te acuestes con ella si así lo deseas.

-Ella es un animal que hará todo lo que tu desees, serás en cierto modo su ama.

-Bien, creo que eso es todo contestando a tu pregunta ¿Qué me dices pues? ¿Cual es tu respuesta?.

Naturalmente era una pregunta retórica y Patricia aceptó de inmediato. Por supuesto no tenia otra opción, era eso o convertirse en una yegua como su amiga, y después de lo que había visto y todavía no era nada, le aterraba tal posibilidad.

3 Aclimatándose

Patricia tiró suavemente de las riendas y "nerviosa" aminoró la marcha hasta detenerse por completo. Patricia jamás la fustigaba y mucho menos usaba las pequeñas descargas eléctricas (por fin había descubierto que la finalidad principal de los plugs que llevaba casi siempre su amiga en sus agujeros íntimos, eran sobre todo para propinarle pequeñas descargas con el fin de acrecentar su velocidad en los momentos clave de la galopada).

Ella usaba el cariño, la persuasión, y el dialogo para estimularla a correr, y parece que funcionaba pues desde que ella se hizo cargo de la yegua, de hecho no permitía que nadie la cuidara y la atendiera salvo, claro esta, la propia Susan, su marca personal había bajado en casi tres segundos, una progresión magnifica, y desde luego, "nerviosa" daba lo máximo de si para complacer a su amada y Ama Patricia.

La había tenido corriendo por la pista durante 45 minutos, el periodo mínimo diario que Susan le había "aconsejado" que la hiciera correr, y siguiendo de nuevo sus "consejos" la había hecho ir a diferentes ritmos, desde un moderado trote hasta el galope mas frenético.

Y "nerviosa" lo había soportado con aparente falta de esfuerzo.

Estaba en una excelente forma física.

Luego ella misma la desembridó y le quitó los molestos arneses y luego siguiendo ya una costumbre sacó de su bolsillo un terroncito de azúcar y lo mantuvo sobre la palma abierta de su mano a la altura de la cintura.

Inmediatamente "nerviosa" bajó la cabeza y se inclinó en un ángulo de 45 grados para sacar tímidamente la lengua y empezar a lamer el terrón directamente de la mano de su dueña y aun cuando el terrón desapareció rápidamente ella siguió lamiendo y lamiendo su mano hasta que Patricia la retiró y acariciando su negra cabellera la instó a incorporarse.

Patricia se sentía culpable, ella hubiera querido darle el terrón directamente en su boca sin tener que humillarla innecesariamente, pero Susan le había sugerido que no convenía mimar en exceso a las yeguas. Y una sugerencia de Susan equivalía poco menos que a una orden.

Patricia llevaba apenas dos semanas en su nueva vida, y ya parecía que llevaba toda una eternidad.

Ella trataba de hacerle la vida lo mas fácil y placentera a su amiga, pero había cosas que no podía evitarle.

Debía comer con el resto de la caballería y todos lo hacían comiendo una mezcla indeterminada de pienso, cereales, verdura hervida, y algo de carne picada, de un comedero común ubicado en un lado del establo.

Como tampoco le había permitido jamás quitarle las esposas. Todos los animales llevaban permanentemente las manos esposadas a su espalda, y naturalmente para comer lo hacían directamente inclinándose y comiendo directamente con la boca.

Al menos tenía el consuelo de no hacerla padecer innecesariamente. pues sus compañeras, las otras cuidadoras, con las que dicho sea de paso no había congeniado demasiado, con frecuencia usaban los electrodos para torturar innecesariamente a los otros animales dándoles dolorosas descargas mientras comían, lo que hacía que dieran cómicos y espasmódicos respingos mientras sus sádicas y teóricas cuidadoras se morían de risa.

De hecho, ellas habían sido reclutadas al igual que ella, pero con el tiempo habían perdido sus iniciales escrúpulos y su humanidad, y ahora no eran mas que pálidos reflejos de la personalidad de Susan, sádicas y desprovistas de toda bondadosa emoción.

También al hacer sus necesidades lo hacía a estilo animal, es decir dejándolas fluir en cualquier lado en cuanto sintiera necesidad.

Era humillante, pero Patricia siempre que "nerviosa" las hacía, la menos se apresuraba a limpiar sus partes intimas lo mejor que podía para así al menos aliviarla al máximo de sus posibilidades.

"Nerviosa" dormía en la misma cama de Patricia siempre que podía, que no era todo lo frecuente que Patricia deseaba pues como le había anunciado Susan, era la favorita de los sementales y con frecuencia debía soportar sus deberes como yegua y dejarse montar sumisamente por ellos.

Pero cuando no, pasaban toda la noche lamiéndose y besándose con toda ternura aunque era siempre Patricia quien tomaba la iniciativa, y mientras le lamía dulcemente provocándole interminables suspiros de placer, le susurraba muy bajito en su oreja que muy pronto la sacaría de allí y de nuevo volvería a ser una persona normal libre y feliz a su lado.

Y pese a que "nerviosa" jamás había pronunciado una palabra sabía que la entendía porque con frecuencia una tímida y solitaria lágrima corría por su mejilla, una lágrima de esperanza que en el fondo dudaba que pudiera hacerse realidad.

Fue entonces cuando Patricia tomo una decisión que determinaría el futuro de ambas.

Decidió escapar a la primera oportunidad.

Se equivocó de pleno y se precipitó, pues Susan todavía desconfiaba de ella y la tenía constantemente vigilada, de hecho su habitación estaba provista de todo tipo de cámaras ocultas y micrófonos de última generación muy sensibles, e incluso cuando le susurraba sus planes a la oreja estos los captaban y sus palabras eran escuchadas por su mentora, que decidió darle cuerda.

Asi que cuando una noche saco del establo a "nerviosa" y la metió en su propio remolque, estaba siendo observada en todo momento y no fue hasta que se alejo varios kilómetros del rancho cuando fue interceptada.

Epilogo

Susan estaba en la taquilla de apuestas del Derby de Kentucky, y al sacar la billetera para pagar sus boletos le echó una larga mirada a unas fotografías que últimamente siempre llevaba consigo.

En ella se podía apreciar dos jovencitas, desnudas y anilladas, posando muy serias delante de sus pequeños cochecitos deportivos.

Naturalmente no eran otras que "nerviosa" y Patricia, que ahora atendía al nombre de "resabiada".

La foto de Patricia era reciente y Susan rememoró relamiéndose el momento en que ella misma la sacó personalmente.

Su mente vagó entre los recuerdos de los sucesos acaecidos durante las ultimas semanas hasta el momento en que frustró los planes de huida de Patricia y ambas fueron capturadas.

Había decidido dar un escarmiento ejemplar con ella, para que todos aprendieran el precio de traicionar su confianza.

Lo primero que hizo fue hacer que la desnudaran completamente quitándole así sus derechos y atributos como ser humano rebajándola al nivel de una bestia mas, y acto seguido ordenó que la encadenaran bien estirada en el centro del establo.

Luego les dio permiso a sus cuatro sementales para que saciaran sus instintos con ella, permitiéndoles follársela cuantas veces quisieran por el agujero que mas les apeteciera y la mantuvo así durante toda una larga semana.

Aun tenia grabados sus alaridos y gritos cuando la penetraron por primera vez. Resulta que la muy cerda era todavía virgen.

Y cuando uno tas otro fueron pasando por su cuerpo solo acertaba a berrear a voz en grito pidiéndole clemencia.

¡Por favor Susan, perdoname, seré buena!

¡Por favor…… Susaaaaaaan, ……. seré buena!

Solo al cabo del segundo día fue consciente de que sus suplicas jamás serian atendidas y no tendría una segunda oportunidad.

Por otro lado sus sementales estaban felices como nunca, después de tanta abstinencia sexual, podían desfogarse libremente con una hembra de primera y era raro verla sin que uno de ellos o a veces dos a la vez estuvieran taladrando alguno de sus tiernos agujeros todo el tiempo.

Su vagina y su culo estaban completamente desgarrados, y ella quedó afónica de tanto gritar de dolor y desesperación hasta que ya al cuarto día solo sollozaba quedadamente hasta que al final quedó muda.

No gritó tanto ni siquiera cuando la anillaron en sus partes mas intimas y la marcaron a fuego con su sello personal.

Luego, ordeno que le insertaran los plugs electrificados en ambos agujeros y le dio el mando a distancia a su cuidadora mas sádica y cruel, precisamente aquella a quien Patricia había desplazado con su llegada y que montaba a "nerviosa" desde sus inicios.

Ahora tenia la oportunidad de vengarse de aquella que le había arrebatado su lugar de preferencia en el rancho y a la mas mínima oportunidad le soltaba dolorosas descargas que hacían que la pobre Patricia estuviera sufriendo a cada instante.

Decidió también darle un entrenamiento físico intensivo y la tenían corriendo de sol a sol, a un ritmo que la tenia siempre al límite del desfallecimiento y cuando éste decaía lo mas mínimo, era estimulada con frecuentes latigazos y descargas.

Pero sin duda la tortura mas amarga y dolorosa era sin duda disponer su lugar en el establo al lado de su amada "nerviosa", tenerla a su lado constantemente y no poder dirigirle la palabra, acariciarla y ni siquiera poder tocarla.

Ahora era una yegua mas sin ningún privilegio, y esperaba que en poco tiempo alcanzara el nivel y el pedigrí de ésta.

Susan disponía ahora de dos campeonas de elite, el problema era encontrar a unas buenas amazonas que supieran guiarlas y entrenarlas satisfactoriamente.

-Tendré que pasarme por Ascott un día de estos – decidió- Un poco de sangre inglesa tal vez sea lo que necesito.

Me encantaría recibir calientes y excitantes E-mails de las señoras y señoritas que compartan conmigo el mismo gusto y pasión por la sumisión femenina y el bondage en general.

Podríamos intercambiar comentarios, fantasías, confidencias, experiencias y

Nilerto