Entre trincheras V

De amigos y lealtad.

CAPÍTULO 6

Cerró los ojos intentando rememorar lo que Renee le enseñó en Bastogne. Recordaba sus manos moviéndose rápidamente mientras cerraba un pequeño corte de un soldado. Suturando. Fue de las primeras veces que creyó que quizá podía hacer algo más que verter polvos de sulfa e inyectar morfina. Luego él mismo repitió los movimientos. La chica le felicitó con una suave y simple sonrisa. Lo cierto es que Gene echaba de menos a la muchacha. La echaba mucho de menos. Era increíble como se podía llegar a querer a alguien al que apenas has tenido tiempo de conocer. Ella seguía siendo algo personal e intransferible. Algo que no había compartido con nadie. Ni tan siquiera con Dick.

Vaciando su petate sobre el suelo de la calle se encontró con lo que quedaba del pañuelo que recuperó de debajo de los escombros. La Easy se encontraba en algún pueblo perdido de Alemania. Un nuevo hito en un camino que Roe no sabía muy bien hacia dónde conducía. Toda la compañía estaba esperando instrucciones pero Sink que era quien debía darlas no había aparecido todavía. Así que todos, oficiales, suboficiales y soldados se encontraban allí parados esperando poder reanudar el camino.

Su dedos acariciaron la tela. Heffron que estaba a su lado se arrodilló al ver la prenda y la cogió. Gene le aferró la muñeca, quitándole la prenda y le miró con gesto enfadado. Pero como siempre Babe hizo caso omiso al a veces carácter gruñón de su amigo.

  • Nunca me dirás de dónde sacaste esta prenda azul en medio del bosque helado de Bastogne, ¿verdad? Ni porqué te afecta tanto que te pregunte por ello.
  • Si sabes que no te voy a responder no sé porque sigues insistiendo. - Fue su cortante respuesta.
  • Bueno la esperanza es lo último que pierdo. - Gene se levantó tras haber metido de nuevo todo en el saco. Suspiró.
  • A veces eres insufrible.
  • Y aún así me quieres... soy irresistible. - Roe no pudo evitar reírse ante aquella afirmación.
  • Cierto, irresistiblemente insoportable... - Le dio un golpe en el casco de tal manera que hizo que el objeto se moviese hacia delante y le tapara los ojos a su amigo.
  • Seguiré insistiendo, ¿lo sabes, verdad?
  • Sí, incordio. - Babe le pasó un brazo por los hombros y le revolvió su oscuro cabello. Ambos se echaron a reír.

Dick había observado la escena desde su posición. Apoyado en el capó del jeep leyendo un mapa. Él tampoco había tenido más suerte que Heffron cuando le preguntó por la tela las pocas veces que la había visto. Creyó reconocer en la prenda un pañuelo de los que usaban los mujeres para cubrirse la cabeza. Ni siquiera había sabido hasta el momento actual que Gene la tenía consigo desde las Ardenas. Se preguntó si la historia que se ocultaba tras aquel objeto tendría que ver con las pesadillas que acuciaban al sanitario de cuando en cuando. Pesadillas de las que él mismo le había tenido que despertar abrazándole fuertemente mientras le acunaba y le susurraba que todo iba bien, que no permitiría que nadie le hiciese daño.

Le mataba que algunas de las pocas noches que habían podido compartir se hubiera encontrado incorporándose alarmado en la cama ante los movimientos frenéticos que Gene hacía mientras dormía. La primera vez la piel se le erizó al verle retorcerse de miedo en el lecho. No gritaba simplemente su rostro a veces se contraía en un gesto como si algo o alguien le estuviera sofocando la respiración. El aullido de pavor que parecía querer escapar de sus labios y que moría antes de poder siquiera salir al exterior. Le costaba un mundo traerle a la vigilia. Su propio corazón latiendo frenéticamente ante la posibilidad de que no consiguiese despertarlo y su chico se encontrase encerrado y sufriendo en una realidad inalcanzable para cualquiera de las muchas personas que le amaban. Un lugar inaccesible hasta para el propio Winters.

Esta vez el siguiente pueblo era minúsculo pero las casas que encontraron en él se hallaban en perfecto estado. Parecía como si la guerra no hubiera tocado aquella pequeña población. Era un trozo de cielo en medio de la desolada Europa. Dick ocupó una casita con chimenea en la sala de estar, dos habitaciones, la cocina, un aseo y un despacho. Según parecía aquella había sido la residencia del maestro del área. Se encontraba en la última de las estancias cuando llamaron a la puerta.

Dio su permiso para que pasase, en el umbral apareció el soldado Heffron.

  • ¿Me ha llamado, señor? - Dick asintió, le pidió que entrase y tomase asiento. Se mantuvo en silencio antes de dirigirse a él. No estaba muy seguro de si lo que iba a hacer era demasiado arriesgado o no pero la primera noche que pasó en aquel lugar había estado 20 minutos intentando calmar a un angustiado sanitario que acabó acurrucado entre sus brazos llorando desconsoladamente. La pesadilla había sido esta vez devastadora. Debía hacer algo.
  • Eres amigo de Doc Roe, ¿no? Su mejor amigo dentro de la compañía si no me equivoco. - Le vio levantar una ceja inquisitorialmente pero finalmente asintió. Respiró profundamente. - Quiero pedirle un favor, soldado Heffron pero este favor requiere total discreción. Este favor implica que voy a depositar en usted mi total confianza en la creencia de que ya conoce en buena medida, parte de la información que le voy a dar.
  • Señor... - le interrumpió. - ¿Me da permiso para hablar con total libertad?
  • Sí, adelante.
  • Creo saber que es lo que me va a decir, señor. Gene me lo contó en Hagenau... Cuando volvimos de la patrulla y no pudo evitar la muerte de Jackson. Estuvimos juntos después, fumando un cigarillo... Entonces le pregunté, creyendo que no me respondería, porqué desde Foy parecía haber llevado mejor situaciones como aquella... pero lo hizo... Me dijo que estaba enamorado y que era correspondido... no me dijo de quién pero sí me insinuó que era de un hombre... ahora he de presuponer que me estaba hablando de usted, ¿no, señor? - Winters asintió sintiendo al mismo tiempo cierto alivio al comprobar que Heffron asumía lo que sabía con total naturalidad.
  • Le pido que me ayude a ayudarle. Sé que ha compartido trinchera con él cuando estuvimos en Bastogne, en Foy...
  • ¿Me está hablando de las pesadillas, señor? Yo también le he tenido que despertar de ellas... son espantosas.
  • Sí... no soporto verle sufrir de esa manera... y no sé qué hacer para ayudarle. - Babe se quedó callado un momento.
  • Déjeme comprobar una cosa antes de actuar, señor. Averiguar si esos sueños se daban ya antes de Bélgica o si se iniciaron allí... antes de esos días yo no era tan cercano a Gene como lo he sido después. Creo que saber eso nos ayudará a enfocar de qué manera podemos ayudarle.
  • ¿Y cómo...
  • Hablaré con Spina... era con quien más se relacionaba antes de Bastogne. - Winters estuvo conforme pero le pidió que no se demorase. Babe sonrió, aquella conversación no le hacía más que reafirmarse en la firme relación que unía al Mayor de la compañía con el sanitario de Louisiana. No pudo más que alegrarse por su amigo. Si algo se merecía Gene era ser amado de esa manera.

Ralph negó con la cabeza. No, en las noches que había compartido con Doc antes de Bélgica jamás le había oído tener una pesadilla como la que Babe describía. Pero sí, recordaba la única que había presenciado antes de la toma de Noville. Y recordaba como se le erizó todo el pelo del cuerpo ante la agonía silenciosa que presenció. Y cómo su amigo le aseguró que aquello no le había sucedido nunca. Ralph sabía que era mentira pero tampoco sabía como hacerle hablar más. A veces era imposible sacar a Gene de su mutismo. Ralph le dijo que había pocas cosas que llevase peor en esos días que no saber cómo ayudar a su amigo. Babe sonrió... ¿sería consciente ese maldito sanitario de la mucha gente que se preocupaba y le quería?

Había estado pensando en cómo afrontar todo aquello. Solo se le ocurría la posibilidad de encararse con él de frente. Como una vez vio que el párroco de su Iglesia de Philadelphia hizo con un borrachín del barrio. Tratar aquello de tal manera que a Doc no le quedase más remedio que reconocer que tenía un problema, Heffron pensaba que el primer paso para solucionarlo era reconocer que se tenía. Así se lo planteó al mayor Winters y este pareció conforme. Spina también lo estuvo.

Así que ahí estaban los tres, en la habitación que compartían los dos sanitarios. Esperando que Gene apareciese y, por la hora que era, no debía demorarse mucho su llegada. Ralph estaba sorprendido por la presencia del Mayor en el lugar. No es que no supiera que el hombre se preocupaba por todos los miembros de la compañía pero también barruntaba que debía empezar a hacer caso a los rumores que venía oyendo cada vez de manera más clara... había algún tipo de relación, más allá de la oficial, entre Winters y Roe. Pero como le oyó decir a Bull, primera persona a la que le escuchó hablar del tema; los asuntos de las trincheras se quedan en las trincheras ... Hubiera lo que hubiera no era asunto suyo... Doc era su amigo y había venido aquí a ayudarle. Lo demás le daba igual. El sólo quería que Gene no tuviera que sufrir pesadillas como la que él presenció. No quería volver a verle sufrir.

La puerta se abrió. Doc se detuvo en el umbral confuso. Dick le hizo un gesto para que entrase y asumiendo que en aquel escenario no era su novio quien se dirigía a él sino su superior obedeció sin demora. La puerta se cerró tras él. Babe que estaba apoyado en la pared aledaña a la cancela fue quien la había cerrado. Los cuatro se miraron en silencio durante un rato. Heffron pensó que se podía cortar la tensión que había en el aire con el cuchillo de combate. Notaba los ojos de Doc mirándoles de hito en hito esperando algún movimiento o explicación a porqué estaban allí. Finalmente, oyó carraspear a Winters.

  • Gene... esto no puede seguir así. No puedo pasarme las noches temiendo acostarme a tu lado para despertarme y no poder arrancarte de ese terrible lugar en el que cada vez más a menudo te ves atrapado. Me mata no saber qué hacer para ayudarte. - Babe desvió su mirada hacia Spina. Winters había demostrado tener mucho coraje al hablar así delante del otro sanitario. Revelando que mantenía una relación sentimental con Doc. El grado de respeto que sentía por el pelirrojo creció exponencialmente.
  • Quizá es que no necesite ayuda... - Murmuró Gene con el ceño fruncido.
  • Puedes seguir mintiéndote todo lo que quieras pero no vamos a salir de aquí hasta que no...
  • No es tan grave.
  • ¡Maldita sea que no lo es, Gene! ¿No es grave que las tres personas que estamos aquí te hayamos tenido que, prácticamente, arrancar de esa pesadilla? ¿No es grave que cuando lo haces no sepas ni donde estás ni con quien del miedo que sientes?
  • ¡¿Pero porqué os preocupa tanto, Babe?! No es asunto vuestro... - Dick detectó un ligero temblor en la voz del cajun. Resistió a malas penas la urgente necesidad de estrecharle entre sus brazos.
  • ¡Qué no es asunto nuestro! - gruñó Heffron.
  • ¿Qué porqué nos preocupa tanto? - intervino Spina. - Parece mentira que preguntes eso, Gene. Nos preocupamos porque somos tus amigos, algunos incluso más... - añadió mirando a Winters. - y podías empezar a creerte que te queremos, que te queremos mucho. Y cuando una persona a la que se quiere sufre los que le aman irían al infierno y volverían si fuera necesario para paliar ese dolor. Por eso, Gene, por eso. Iría y volvería al infierno por ti. - Doc agachó la cabeza, los ojos fijos en el suelo, los hombros en tensión, los puños apretados. - Gene, ¿qué ves en esos sueños que tanto te aterra?
  • Veo a Renné... - fue su susurrante murmullo. - La veo a ella, bajo los escombros y de repente no es ella, soy yo...
  • ¿Quién es Renné, Gene? - Preguntó Dick confuso.
  • Una enfermera de Bastogne, alguien que se fue y que era muy especial. Alguien que me hizo darme cuenta con su sola presencia de que no estaba tan muerto por dentro como yo mismo me creía. - Gene suspiró y se sentó en una de las dos camas que había en el cuarto, Winters lo hizo a su lado y le cogió la mano derecha, él se la estrechó buscando un valor que no sentía. Finalmente volvió a hablar - Cuando era niño hubo una epidemia de cólera en Bayou, ya sabéis que mi abuela era curandera, que alejaba la enfermedad rezando. Recuerdo que durante aquella época me llevaba consigo a la iglesia para que rogara a su lado por la salvación de la gente que estaba muriendo no solo en nuestro pueblo sino en toda Louisiana. Fue una epidemia terrible y los muertos se contaban por miles. Se decía que los cuerpos bajaban flotando e hinchados por el Mississippi Una noche me empecé a encontrar mal, terriblemente mal, mi madre estaba sentada al lado de mi cama poniéndome compresas frías intentando bajarme la fiebre. Oí murmurar a mi padre como si estuviera muy lejos, le estaba regañando a mi abuela, le decía que no debía haberme implicado en todo aquello porque era demasiado pequeño y mi vida podía peligrar... ella le dijo que en situaciones como la que se estaba dando hasta los traiteir

que no saben que lo son han de ayudar... aún a costa de su vida. Mi padre le dijo que no estaba dispuesto a perderme, que cada muerte de alguna de las personas por las que rezábamos se llevaba parte de nuestra alma y de nuestro corazón y que la muerte rodeaba a Lousiana... que no podía ni debía implicarme en aquellos rezos... Estaba muy enfadado y lo recuerdo muy vagamente pero lo que sí recuerdo es que mi abuela estuvo dos meses sin aparecer por casa y que esa noche se marchó echando blasfemias por la boca. * ¿Por eso siempre negaste tu herencia? - inquirió Babe. * Mi abuela falleció poco antes de que me alistase. En sus ojos no había alegría, solo alivio y el deseo de morir. Toda la vida acumulando muertes sobre sus hombros, de personas por las que rezó y a las que no pudo salvar. No quería eso para mi... sí, siempre he sabido que heredé su don, ella misma me lo dijo, me lo inoculó a fuego y Dios sabe que la adoraba pero que odiaba lo que era porque no quería verla sufrir como a menudo lo hacia. - Se detuvo a tomar aire, notando como Winters se había acercado más a él... una lágrima se deslizó por su mejilla y sintió como los dedos de su oficial se la secaban. - Cuando me alisté lo último que esperaba era que se me ordenase ser sanitario pero con mi suerte era de suponer. Así que sin pretenderlo, me vi atendiendo a hombres, a amigos y a muchos no les pudimos salvar, Ralph... * Nuestro brazalete implica eso, Gene. Donde sea, a quien sea y cuando sea. Ya te dije que yo también estaba cansado de jugar a los médicos... pero siempre he sabido que tu naciste para esto, aunque lo rechazases. * Lo sé, Ralph, lo sé... pero... como le dijo mi padre a mi abuela, la gente como ella, la gente como yo morimos un poco con cada persona que no logramos salvar. Para cuando me di cuenta prácticamente estaba como los heridos que tratábamos... Renee murió en el bombardeo de Bastogne, cuando llevé al teniente Welsh después de que fuera herido, la encontré sepultada bajo los escombros de la iglesia que había servido de hospital. - Miró fijamente a Dick. - Era una enfermera asombrosa y cuando la vi trabajar, cuando vi sus manos la identifiqué como una igual, sufría igual que yo. De hecho cuando le dije que tenía unas manos que sosegaban y calmaban, que eran un regalo de Dios me dijo que Dios no podía hacer regalos tan dolorosos... y no puede con menos que darla la razón. Pero ella tenía algo que yo no tenía... esperanza. Ella seguía viva... y cuando la vi allí, su cuerpo destrozado... Habíamos perdido a tantos amigos, Babe pero ella... ella era como yo pero mejor y estaba muerta... ¿Cómo podía estar ella muerta y no yo? Ella no deseaba morir y lo único que deseaba yo era que se acabase todo cuanto antes... sentir el mismo alivio que sintió mi abuela. Me sentí tan culpable... y luego, el hombre del que estaba ilusoriamente enamorado me correspondió cuando jamás pensé que lo fuera a hacer ni a esas alturas que mereciese ser amado ni por él ni por nadie... ahora soy feliz muy feliz pero me siento más culpable aún. Yo solo quería morir... ¡¿porqué estoy vivo?! ¡¿Porqué ella y no yo?! En mis sueños se me aparecen todos los muertos de mi vida, los que vi de niño muertos de cólera, a los “pacientes” de mi abuela que ayudé a amortajar, a mi amigo Jean que murió en Baton Rouge de una paliza que le dio su padre, tirado en un miserable callejón lleno de basura, a los amigos que he perdido aquí, a Renné... y todos me recriminan que ellos estén muertos y no yo... y me dicen que no pararán hasta llevarme con ellos, hasta convertirme en un igual... Y ahora no quiero morir... no ahora que soy tan feliz por poderte amar y que me ames, Dick pero al mismo tiempo me siento tan mal, tan inmensamente culpable... - Winters se levantó para arrodillarse frente a él y cogerle el rostro con las manos. Le mataba verle llorar tan angustiado. * Gene... no me puedo llegar a imaginar como ha debido ser crecer con tanta muerte a tu alrededor así que no te voy a decir que entiendo como te puedes llegar a sentir, no voy a fingir que lo hago cuando no es así, te quiero y jamás te mentiría.... pero, mi vida, tienes que pensar en quiénes eran algunas de esas personas que no pudiste salvar... y no solo en eso, sino en cómo eran. A Penkala, a Muck, a Jackson, a Renne les conocíste... tus compañeros te apreciaban, te tenían respeto... * Doc, te lo digo porque lo sé con certeza... Dukeman, Muck y Penk, y Jackson habrían arriesgado su vida para salvar la tuya sin dudar, se habrían enfrentado a una lluvia de balas para sacar tu maldito trasero de cualquier problema. No solo te apreciaban y respetaban, como dice el Mayor sino que te querían como todos los que servimos en esta compañía... - añadió Babe. * Como es lo que dice el teniente Lipton, que por cierto se pasó casi 20 minutos taponando el “roto” que te hiciste en la pierna...

Desde hoy hasta el fin del mundo... nosotros seremos recordados... nosotros, hermanos de sangre

. Ya deberías saber, Gene que no somos una compañía al uso... * Lo sé, Ralph... * Ni tus compañeros ni tu amiga Renee que parece ser que te apreciaba tanto como lo hacemos nosotros se colarían jamás en tus sueños para amenazarte con convertirte en uno de ellos. Has hablado de un antiguo amigo, Jean, ¿no? - le preguntó Dick, Roe asintió aferrándose a las manos de su novio. - y luego de personas muertas por el cólera cuando eras apenas un niño... un amigo y gente que no te llegó a conocer, en su gran mayoría, personalmente, no pueden odiarte tanto como para desear verte muerto... Si te hubieran conocido jamás habrían deseado tal cosa. Mi amor, eres una persona única... y no lo digo solo yo... mi opinión puede ser tenida por partidista pero muchos de los hombres que te rodean opinarían lo mismo... y te lo digo con conocimiento de causa... * Y nosotros dos corroboramos sus palabras, Gene. - volvió a intervenir Babe, Spina movió enérgicamente la cabeza estando de acuerdo tanto como Heffron como con Winters. * ¿Alguna vez tu abuela tuvo pesadillas similares? * No lo sé, Dick, es posible... * ¿Y cómo crees que las enfrentaba ella? * ¿Conociéndola? Hablaría con los muertos de esos sueños... - Doc esbozó una sonrisita. * Haz tu lo mismo... * ¿Qué hable con los muertos? Babe, ¿cómo se hace eso? * No sé... ¿hablando? * ¿Cómo si me sentara a tomar un café con ellos? * Por ejemplo... - Gene les miró en silencio durante unos instantes. Finalmente y, secándose, las lágrimas que aún le mojaban el rostro sonrió. La relajación era evidente en él. * De acuerdo pero solo lo haré si hay alguien ahí para despertarme si las cosas no van como se suponen que han de ir... - Dick se puso en pie mirando a los tres hombres a los que dirigía. * Babe, Spina... supongo que ya suponéis que eso último corre de mi cuenta. * Sí, señor, nos lo imaginábamos. ¿Puedo preguntarle algo, Mayor? * Por supuesto, Spina. * ¿Cuando todo esto acabe... * Ralph, como tu mismo nos has recordado que dice el teniente Lipton; hermanos de sangre... eso lo somos ahora y lo seremos siempre... hermanos y amigos .