Entre trincheras IV

Celos. O de cómo un pelirrojo Mayor de los Estados Unidos puede ser a veces un poco demasiado posesivo.

CAPÍTULO 5

Ronald Speirs se sentó pesadamente en la silla delante de su oficial superior. Las manos aún le temblaban ligeramente y aquello si que era una novedad. El siempre insensible capitán había pasado por el escenario europeo manteniéndose inalterable y frío. Pero Dick presumía de conocer a los hombres que tenía bajo su mando y algo como lo sucedido no le había extrañado nada. Grant era un suboficial muy apreciado tanto por sus mandos como por la tropa y que un reemplazo de otra compañía prácticamente le hubiese matado había alterado sobremanera los templados nervios de acero de Ron. El de Pensilvania le entendía muy bien porque él mismo tuvo que hacer un esfuerzo sobre humano para no ir a donde los hombres tenían retenido a ese trozo de excremento para borrarle de la faz de la Tierra.

En el despacho se respiraba un ambiente tenso. Nixon se apoyaba en el quicio de la ventana mirando hacia el exterior, Harry se encontraba a su lado pero de cara al cuarto. Carwood que había acompañado a Ronald al despacho de Winters estaba detrás del moreno capitán, agarrando con las manos el respaldo del asiento que ocupaba el antaño teniente de la compañía D. Dick se había levantado y sentado del sillón unas diez veces en los últimos cinco minutos.

  • ¿Cómo se encuentra Chuck? - la pregunta la hizo Lewis desde su posición.
  • El cirujano alemán cree que sobrevivirá pero nos dijo que dependía de las próximas 24 horas, sobretodo de cómo pase la noche.
  • ¿Nos? - Inquirió Dick.
  • A mi y a Roe, me acompañó al hospital. De hecho no aceptó un no por respuesta cuando le negaron el pase al quirófano. Cogió a uno de los facultativos por la bata y le estampó contra la pared cuando se interpuso entre él y el acceso restringido. Tenemos un sanitario que los tiene bien puestos.
  • ¿Consiguió que le dejasen entrar?
  • Se cameló al cirujano boche y lo logró.
  • ¿Cameló?
  • Me creas o no, Dick, creo que Roe le puso ojitos al alemán... Por lo menos el tipo se puso rojo como un tomate y le faltó tiempo para llevárselo con él.
  • Eso es imposible, Ron... Los rumores dicen que antes de unirse al ejército rompió con una novia en Lousiana...
  • ¿Desde cuando haces caso a los rumores, Car? Por otro lado los rumores cuentan que rompió con alguien, no especifican el sexo de ese alguien.
  • Bueno dejadlo, ya... ¿Donde está Roe ahora? - intervino Winters intentando ocultar el dolor que le producían aquellas palabras. - Quizá su opinión médica sea más exacta.
  • Me pidió permiso para quedarse con Grant las horas más críticas. Bueno realmente lo que le oí decirle al médico que se volvió rojo es que si yo no le daba permiso se las apañaría para escabullirse y volver... Opté por ahorrarle el trabajo de escaparse... Le dejé en la unidad de cuidados intensivos sentado al lado de Grant y charlando de medicina con una enfermera que esta vez le ponía ojitos a él.
  • ¿Así que nuestro sanitario se nos ha revelado como un conquistado nato? - preguntó Lewis.
  • Será que la tranquilidad de las últimas semanas le han dado vía libre para despojarse un poco de ese estoicismo que siempre le ha acompañado. Por otro lado, y conociendo como conocéis que amo a una única e insuperable mujer, os he de decir de forma totalmente sincera, que Roe es un tipo de lo más atractivo. - Harry sintió los ojos de Dick clavarse en los suyos y hubiera jurado que si las miradas tuvieran el poder de matar ahora mismo habría caído fulminado en el suelo.
  • En fin, dejando al margen estos cuchicheos de viejas solteronas que siempre he detestado... - volvió a hablar Winters. - Eugene ha hecho bien en quedarse allí vigilando el estado de Grant hasta que éste salga de peligro.
  • Es su trabajo. - Añadió Nixon. - Velar a los hombres de la compañía y como tu bien dices siempre, Ron, no dejar a ningún hermano atrás, menos en manos enemigas

. * Era un cirujano, Nixon no un enemigo. * Un cirujano alemán, Ronald. Que si bien le ha salvado la vida a nuestro sargento y, por lo cual le estaré eternamente agradecido, no deja de ser de donde es... * Entonces, siguiendo tu teoría, tampoco es mucho más sensato, dejar a Roe a merced de un hospital lleno de boches. * Pues, no... desde luego que no es nada sensato. A no ser que si se ve en problemas recurra a la táctica de ponerle ojitos y camelarse a todo médico alemán atractivo que se le cruce. Por otro lado, si recurriese a esto, es posible que no lograse más que morir de agotamiento. No creo que nos podamos permitir ninguna de las dos cosas, que los alemanes le hagan algo o que él muera al final de la noche por haberse quedado sin energía. - Nixon sabía lo que se decía. Aligerar el ambiente tenso e intentar conseguir que Dick viese que las palabras de Ronald no eran más que chismorreos a los que no debía hacer caso. Conocía a su amigo y no hacía falta ser muy listo para darse cuenta de que estaba tragando saliva más veces de las normales. Estaba a punto de estallar, lo que no tenía claro era si sería en un inmenso ataque de ira o de celos... * De todas maneras, Ron. ¿El hospital te pareció un lugar seguro? - Welsh intervino con las mismas intenciones. * Por lo poco que pude ver, Harry, sí, lo era. * Entonces no sucederá nada malo... podemos estar tranquilos en cuanto a la seguridad de Roe y Grant. Sugiero que nos vayamos a descansar antes de seguir murmurando esos chismes que tanto desagradan a nuestro oficial al mando... - Dick le sonrió agradecido. * Gracias, Harry. Estoy de acuerdo. Podéis retiraros y procurad descansar.

Dick no pudo pegar ojo en prácticamente toda la noche.

Gene avanzaba con lentitud hacia la casa que ocupaban los hombres de la Easy. Estaba agotado. Durante la noche se había encontrado ayudando a los doctores del centro hospitalario a atender varias urgencias. Tres mujeres de parto, un niño con fiebres muy altas y un hombre con un clavo atravesándole la mano. Estaba cansado, sí... lo indecible pero aún sentía la adrenalina corriendo por sus venas. Pocas veces como la pasada velada había sabido que su decisión de ser médico era la mejor que podía haber tomado.

También había tenido tiempo para sentarse al lado de Grant y controlar sus constantes así como el correcto suministro de los calmantes, sueros y demás. Era una bendición sentirse tan útil.

Ni tan siquiera tenía palabras para describir lo que sintió cuando tuvo el privilegio de recibir entre sus manos el pequeño cuerpo de aquella niña recién nacida. Ni el sobrecogimiento de júbilo que invadió su corazón cuando la oyó estallar en llanto por primera vez. Él, al que tantos se le habían escapado entre gritos de agonía y dolor, pudo apreciar como aún en las condiciones más extremas las personas seguían luchando por florecer, por afianzarse y dar prueba de lo más valioso de los seres humanos, la vida.

Mientras caminaba hacia el edificio vio salir al balcón de la segunda planta de la casa que ocupaba a Dick. Notó como le miraba fijamente y con un rictus de seriedad que denotaba claramente que había problemas. Suspiró cambiando el rumbo de sus pasos. No podría irse a descansar sabiendo que algo iba mal con su pelirrojo amor. Comprobó que en el primer piso no había nadie y ascendió hacia la planta superior. Llamó a la puerta del cuarto que ocupaba Winters. Este le dio permiso para entrar.

  • Tengo café recién hecho, ¿quiere? - Fue lo primero que le preguntó.
  • Si no te importa, te lo agradecería. No he tenido mucho tiempo de tomar algo durante la noche. - Aceptó la taza que le tendía con una suave sonrisa.
  • ¿Ha estado

ocupado

? - Doc notó el tono mordaz y frío de sus palabras y enarcó una ceja. * Estuve ayudando al personal sanitario, sí. Grant no fue su única urgencia. Llevo una Cruz Roja, mi deber es curar esté donde esté y sea quien sea el enfermo... * Así que estuvo confraternizando con los médicos y enfermeras alemanes. * ¿He hecho algo malo, Dick? - el joven cajún no se sentía lo bastante alerta como para permitirse no ir al grano y alargar aquella... ¿discusión? por mucho tiempo. * ¿Cómo consiguió que le dejaran pasar al quirófano? ¿No es un área restringida? * Lo es pero hablé con el cirujano... * ¿

Solo habló

? - el moreno suspiró... ¿iba todo aquello de celos? * ¿Es que crees que podía hacer otra cosa? Le dije que era el “médico” personal de Grant y que no me iba a separar de él ni dos segundos. Que además estaba muy interesado en ver la operación para saber luego como abordar una situación así si se volvía a dar... * ¿Pretende ser neurocirujano? - Ahora la voz sonó cargada de sarcasmo. * No, pretendo no quedarme paralizado y helado de miedo cuando le vuelan la cabeza a un amigo. Pretendo saber cómo actuar en los primeros momentos para mitigar, si es posible los daños y las futuras complicaciones. Si abordaba a ese cirujano de tu a tu... de médico a médico, aunque yo esté muy lejos de serlo, conseguiría mis objetivos... primero velar a Grant y, segundo, aprender para ser mejor. - su pecoso novio le miró en silencio un rato y aún con el gesto adusto se volvió a dirigir a él. * ¿Así que solo se valió de la palabra para entrar a la intervención? * Te lo prometo, Dick. ¿Cómo puedes pensar que hice otra cosa? ¿Crees que tenía tiempo para pensar en algo más que no fuera cuidar de la salud de Grant? ¿Crees que sería capaz de traicionar tu amor por ambición? ¿Tan poca catadura moral crees que tengo? Te voy a decir algo que esperaba que ya te hubiera quedado claro pero visto lo visto y oído lo oído parece ser que no... Eres el hombre de mi vida, eres lo que le da sentido a todo lo que soy y quiero ser, no concibo los días sin pasarlos junto a ti y es más, no sé cómo he podido llegar hasta aquí sin ti. Lo último que haría sería hacerte daño de forma premeditada y voluntaria. TE QUIERO. - Winters le miró en silencio durante un rato, sus labios se curvaron en una suave sonrisa. - ¿Te puedo pedir algo Dick? * Claro... * No sigas tratándome tan formalmente, por favor... es como si volviéramos a los días en que no estábamos juntos, a los días en los que no me querías. * ¡Oh, Gene! Lo siento, lo siento mucho... - el de Pensilvania se acercó a su chico para cogerle una mano, llevársela a los labios y besarle. - Nunca me ha gustado hacer caso a los chismorreos y para una vez que lo hago me equivoco... * Dick, creeme, jamás podría mirar a otro hombre... para qué tener una aventura con mil hombres cuando puedo tener mil aventuras hermosas con un hombre... contigo. - Roe echó un vistazo hacia atrás y tras asegurarse de que no había peligro le besó con pasión. - Te quiero... y te lo diré las veces que sea necesario hasta que te lo creas. - Dick le estrechó contra sí y ocultó su rostro en el cuello del muchacho. * Eres lo mejor de mi vida, Gene. Siento esta escena... - Le oyó murmurar que no se preocupara que una dosis pequeña de celos le daba sal a la relación pero que no volviera a dudar de él. Dick supo que jamás volvería a hacerlo.

Spina puso delante de él unos papeles. Tenían el formato de las comunicaciones que a veces les hacían llegar Sink o Strayer pero estos llevaban el membrete de la 326 Compañía Médica, unidad que estaba asignada a la 101ª División Aerotransportada. Venía a decir que todos aquellos sanitarios que hubieran servido durante la contienda y deseasen seguir algún tipo de carrera médica una vez acabada esta deberían presentar su solicitud a los oficiales de la compañía sanitaria. Según explicaban brevemente tendrían facilidades financieras para poder realizar sus estudios. Roe sonrió, tanto él como Ralph habían oído rumores acerca de lo que contaba aquella hoja pero hasta ahora solo habían sido eso, rumores. El primero que había sabido de su interés había sido su propio compañero y ahora gracias a él había confirmado que podía hacerlo realidad.

Ahora solo quedaba una cosa. Que la guerra acabase. Y que acabase con él vivo.