Entre trincheras III

Cuando Harry encontró a... Dick... y a Roe.

CAPÍTULO 4

  • ¿Tienes fantasías? - Dick le miró enarcando una ceja. Clara muestra de que la pregunta le había pillado de improviso.
  • ¿Contigo? Siempre... - le vio sonreír con picardía.
  • ¿Y me compartes con alguien en esas fantasías?
  • No se me ocurriría... - volvió a mirarle pero esta vez con el ceño fruncido. ¿A dónde quería ir a parar Gene?
  • ¿Estás siendo totalmente sincero? ¿100% sincero? ¿Cuáles son tus fantasías eróticas más ocultas, Dick? ¿Te atreverías a compartirlas conmigo? Porque yo si las tengo pero eres el primero con el que me atrevería a llevarlas a cabo. Todas y cada una de ellas.

Gene estaba sentado en el borde de la mesa de despacho de su superior. Con las piernas separadas. El espacio entre ellas era ocupado por el de Pensilvania que se encontraba en su silla y apoyaba las manos en los muslos del sanitario. De vez en cuando las deslizaba por la superficie de tela del uniforme que los cubría. Le divertía como este gesto hacia que su acompañante clavase las uñas en la madera del tablero. Empezaba a ser muy evidente lo que estaba provocando.

Para Dick todo aquello era totalmente novedoso. Nunca se había considerado así mismo como un hombre conquistador. Apenas había pasado de algunos infructuosos y poco atrayentes encuentros con chicas en los asientos posteriores de los cines de verano. Lo de poco atrayentes ahora tenía una explicación inapelable. Lo suyo no eran las curvas turgentes de ninguna fémina, lo suyo eran los rasgos definidos, los músculos insinuados, la barba incipiente, las manos fuertes -aunque las de Doc fueran más suaves de lo que hubiera cabido esperar. Así que desde que se había dado permiso para arriesgarse a vivir ese nuevo amor se había encontrado así mismo cultivando una vena seductora que desconocía que tenía. Le gustaba tener al chico en posturas como aquella. Marcando el ritmo de su excitación. Dando placer o quitándolo de manera caprichosa.

Pensó en lo que le había preguntado. ¿Tenía él alguna fantasía de esas que son casi vergonzosas de reconocer? Sonrió... desde luego que las tenía. Se levantó e inclinó sobre el otro. Acercó sus labios a su oreja derecha y le susurró algo. Gene dejó exhalar un tenue gemido y posó sus ojos en los de su amante. Ardían. Dick dejó escapar una carcajada cuando le oyó murmura pervertido

con las mejillas sonrosadas. Volvió a sentarse en su sillón notando que los pantalones de su compañero marcaban una tremenda erección. Su mano se posó en ella. Gene volvió a gemir y exhaló un fuerte suspiro cuando le desabrochó el cinturón y luego el botón del pantalón e introdujo su mano en el interior. Empezó a acariciarle el miembro lentamente. La respiración del médico se tornó errática.

En apenas un minuto el pene del muchacho estaba fuera de su encierro. Dick deslizó la lengua con una lentitud enloquecedora dejando escurrir por su superficie un reguero de saliva que hizo brillar el trozo de carne que tenía delante. Abrió la boca en forma de O y poco a poco fue introduciéndosela. Su mano derecha le cogió los testículos, para apretarlos ligeramente.

  • ¡Dios, Dick...
  • Dilo, Gene... pídemelo correctamente. - el oficial detuvo la felación para hablar.
  • Chúpemela, señor.
  • ¿Crees que un Mayor del ejército de los Estados Unidos debe chupársela a un

simple

cabo sanitario? * No lo sé, señor pero se lo ruego, no se detenga... por... favor. * Vuelve a rogarme. * Se lo suplico, señor, se lo ruego. Siga... - Dick de un solo movimiento se introdujo el falo hasta la campanilla. Sofocó una arcada y empezó a hacer movimientos de vaivén. Nunca había notado la polla de Gene tan dura. Y hoy más que otras veces su sabor era abrumador. Sus manos se aferraron a las caderas de su amante para profundizar los movimientos. Los dedos de Gene se enredaron en sus cabellos. Y, de repente, un grito y su boca llena de su esencia. Simplemente delicioso.

El sanitario tiró de él para hacerle incorporar. Con fiereza unió sus labios a los de él. Probando su propio sabor en la boca del otro. Sus manos aferradas a la fuerte espalda de su oficial. Las lenguas de ambos enzarzadas en una lucha silenciosa y húmeda. Y de repente el corazón se les desbocó cuando escucharon unos golpes en la puerta... que no habían cerrado, al parecer, correctamente. La exclamación de asombro que les llegó les bajó de súbito toda la excitación. Dick y Gene se volvieron al unísono hacia el lugar de donde provenía la voz y de igual modo exclamaron un ¡¡Harry!!

y

¡¡teniente!!

con voz estrangulada...

Harry Welsh era un hombre curtido. Un hombre preparado para cualquier imprevisto. Menos para aquello. Según los había visto, casi como Dios los trajo al mundo, se dio media vuelta y salió precipitadamente de la casa. Una imagen se había quedado fija en su mente; la mancha de semen en la comisura de los labios de Dick. Al salir tenía una sola idea en clara... meter la cabeza en un tonel de cerveza y emborracharse tanto que empezase a creer que lo visto había sido un sueño. Pero era la octava botella que se había bebido y no había conseguido más que uno de los objetivos. Embriagarse hasta límites insospechados.

  • ¿Kitty te ha dejado? - La pregunta le llegó entre brumas y al levantar los ojos reconoció entre la nube de alcohol que le nublaba la mente la cara sonriente de Nix. - Algo así debe haber sucedido como para que no sea ni medianoche y te encuentres en semejante estado. Hasta para mi es una hora demasiado temprana...
  • Tu... es... es... tás borracho perma... ma...nente... - Balbuceó sin acabar la frase. Lewis movió la cabeza divertido y le quitó la nueva cerveza que estaba dispuesto a beberse.
  • Eso no es cierto... por lo menos hay una hora en el día en que estoy sobrio. De todas maneras me parece descortés que no me hayas invitado a la fiesta que te has montado... o caso sea una celebración privada.
  • Les vi... - el moreno capitán enarcó una ceja.
  • ¿Les viste? - Harry asintió con fervor. - Como no te expliques mejor...
  • A Dick y R... - De repente sus labios se vieron acallados por la mano de Nix.
  • Vamos fuera. Ya has bebido bastante.
  • Pero yo...
  • ¡¡Vamos... fuera!!
  • ¿Es una orden, Nix? - Welsh a pesar de la borrachera distinguió el tono seco de su amigo.
  • Sí. Vamos fuera, te voy a acompañar a tu habitación a que la duermas. Mañana hablaremos con más tranquilidad y en un sitio más

discreto

...

Pero a pesar de que le llevó a su dormitorio y casi le empujó contra la cama, Harry no consiguió dormir nada en absoluto. Al final acabó levantándose y mirando casi con odio las revueltas sábanas de su cama. Peacock hacia rato que se había marchado harto de escucharle gruñir y protestar y no dejarle dormir tampoco a él. Welsh pensó que esta noche debía ser un compañero de cuarto atroz para haber conseguido echar al siempre servicial teniente. Cuando la luz del amanecer se coló por la ventana y le iluminó el rostro un gemido de dolor escapó de su garganta. Intentó incorporarse de nuevo pero hacerlo fue sinónimo de encontrarse arrodillado en el suelo echando hasta la primera papilla. Todo le daba vueltas. ¿Habrían intentado los alemanes envenenarle a base de cerveza?

Los ruidos que hacía debieron llamar la atención de los que estuvieran fuera porque la puerta se abrió y de repente y sin esperarlo una mano le sujetó la frente.

  • ¿Teniente? - George Luz, entre nausea y nausea consiguió levantar la cabeza. Su pálido rostro debió alarmar al sargento técnico porque notó como giraba la cabeza hasta el exterior de la habitación. - ¡¡Percooooooooooooo...
  • ¡¿Dios, George tienes que gritar así?! - Un nueva arcada se apoderó de él y de nuevo se encontró arrojando no estaba muy seguro de qué. Oyó pasos entrando a la carrera.
  • Lo siento, teniente. Frank ve a por Doc, en seguida. - Harry quiso exclamar que no llamaran a Roe pero no encontró las fuerzas. Y de todas maneras casi que le daba igual, si había alguien que podía hacer que la habitación dejara de dar vueltas y él siguieran expulsando demonios por su garganta ese era Eugene. Al margen de con quien se acostara, ese cabronazo seguía siendo el mejor sanitario de la compañía. - Aguante un poco, señor. Doc estará aquí en seguida. - Jamás en su vida había tenido una resaca tan monumental. De hecho empezaba a pensar que todo aquello distaba mucho de ser una normal. Ciertamente en apenas cinco minutos las suaves manos del sanitario de Luisiana sustituyeron a las de George y con dos breves palabras tomaba el mando de la situación. ¡Qué tipo tan increíble!

Dick veía a Gene trabajar sobre Harry. Las manos del sanitario se movían con agilidad y sin titubear. El teniente había sido llevado a una habitación más ventilada y reposaba en una cama de sábanas limpias. Tenía los ojos cerrados porque según había murmurado unas cuantas veces cada vez que los abría aquello giraba como una noria. Nixon acababa de entrar y se situó al lado de su pelirrojo amigo.

  • George necesito más agua fresca, ¿podrías? Y dile a Spina que la mezcla y lo demás que le he pedido es para hoy si no le molesta.
  • ¿Se lo digo con esas palabras, Doc? - Gene le miró con una sonrisa.
  • Se más amable pero métele prisa.
  • Señor, sí, señor. - George salió de la habitación riendo por lo bajo. Poco después volvía con un cubo de agua y acompañado del otro sanitario principal de la compañía así como del teniente Lipton que portaba varios barreños. Spina depositó al lado de Gene una jeringuilla más grande de lo habitual y una botella con una sustancia oscura.
  • Ralph necesito que me ayudes.
  • Gene, sigo pensando que es arriesgado.
  • Fuera lo que fuera lo que bebió anoche, esta reacción no es normal. Nos explicaron qué hacer en estos casos, Ralph... lo único que tenemos que hacer es ponerlo en práctica.
  • Pues a ver qué tal porque no estoy seguro...
  • Yo te ayudaré... de todas maneras no es la primera vez que lo hago. - Ralph enarcó una ceja mirando a su compañero. - Una larga historia y todavía más agradable que esta. Dame un segundo antes de empezar. - Doc se arrodilló al lado de Harry y le cogió el rostro con las manos. - Abra los ojos, teniente Welsh.
  • En esta situación creo puedes llamarme Harry... - le oyeron murmurar.
  • Bien. Abre los ojos, Harry, y mírame. - el bajito oficial lo hizo aunque no los abrió del todo. Tenía el ceño fruncido. - Procura relajarte, el procedimiento no es agradable pero necesitamos sacar de tu estómago lo que quiera que bebieras anoche...
  • Cerveza...
  • La cerveza no provoca esto, señor. - Intervino Ralph.
  • Spina tiene razón, Harry. Te vamos a ayudar para ponerte de lado, vamos a hacerte ingerir una sustancia. Desde ahora te digo que no sabe bien, de hecho, creo que puede haber pocas cosas que sepan peor que esto pero no intentes rechazarla...
  • ¿Tu la has probado?
  • Sí...
  • ¿Hace mucho?
  • Bastante, tenía 15 años.
  • ¿No crees que eras demasiado joven para empezar a beber tanto?
  • No me emborrache, Harry... simplemente no le caía bien a ciertas personas. Pero concentrémonos en ti. ¿Confías en mi? - Welsh miró al sanitario, finalmente asintió. - Te voy a ayudar, ¿vale? Al final del día esto solo será una pesadilla, aunque has de prometerme mantenerte alejado del alcohol durante unas semanas.
  • De acuerdo.
  • Muy bien. Adelante entonces. - Con ayuda de Spina colocaron al teniente en la posición indicada. Se volvió hacia los restantes ocupantes de la habitación. - Sargento Lipton, cierre la puerta, por favor. Mayor Winters, capitán Nixon, George, ¿pueden ayudarnos sujetando al teniente?
  • Claro, Gene. - Respondió Dick. Todos se acercaron.
  • Luz, sujétale la cabeza, capitán usted las piernas, mayor los brazos. Ralph coloca el primer barreño...

Horas después Dick volvía a ocupar la misma posición que a primera hora de la mañana. Pero esta vez estaban solos, él, Gene y Harry. El sanitario seguía al lado del oficial solo que esta vez se encontraba sentado en una silla. No dejaba de, a cada rato, sustituir en la frente de Welsh un paño húmedo por otro. Desde el principio había tenido fiebre aunque no mucha y ahora parecía que estaba mejorando. Tanto el de Luisiana como Winters sabían que el otro no dormía.

El proceso había sido largo y duro. Sobretodo para Harry que finalmente parecía haber vomitado todo lo que le había llevado a ese estado. Dick hubiera querido saber qué era exactamente pero por si acaso ya había dado orden a la tropa de que no bebiesen nada que no estuvieran seguros de dónde había salido. Después de hacerle vaciar el estómago, Gene le había empezado a suministrar algún tipo de infusión que pareció relajar el extenuado cuerpo de enfermo. Había dicho que se la volvería a dar cada cuatro horas. Finalmente Dick se alejó de la puerta y se aproximó al lecho.

  • Harry... - su amigo abrió los ojos. Dick vio que iba a decir algo pero le detuvo. - No hables, ya sabes lo que ha dicho Doc. Tu garganta necesita reposo. Solo escúchame... - pero vio que el hombre negaba con la cabeza y como pidiendo permiso miró a Gene. Este asintió.
  • Pero solo un momento, señor. - le pidió.
  • Lo siento... - la voz de Harry sonó áspera y terriblemente ronca. - Siento, mi reacción. Gene eres un hombre increíble y Dick eres uno de mis mejores amigos. No debiera importarme que os acostéis juntos... y, de hecho, no lo hace... lo siento. Siento todo esto...
  • Teniente, cada uno reacciona de diferente forma ante algo que le afecte directamente. Vernos al mayor y a mi... y más en la forma en la que nos descubriste, bueno...
  • Fue chocante... pero no porque lo rechace sino por lo inesperado... es una especie de bomba a la que no supe hacer frente de la mejor manera...
  • Uno nunca sabe cómo actuar antes las bombas, Harry. Simplemente caen... es después cuando toca tomar una posición frente a lo que ella provoca. - Intervino de nuevo Dick.
  • Eres mi amigo, Dick, como digo uno de mis mejores amigos. Y como digo Gene ha demostrado con creces que es un hombre extraordinario... hoy me ha vuelto a salvar la vida... - vio el gesto que hacia el sanitario. - Sí, Gene, quizá no fuera a morir pero a mi me lo parecía... no es que vea normales las relaciones amorosas entre dos hombres pero puedo entender porque queréis estar el uno con el otro. Y si presumo de querer a mis amigos y de desearles lo mejor no soy quien para entrometerme en lo que tengáis, sea vuestra relación de la naturaleza que sea...
  • No es solo sexo, Harry.
  • Contigo nunca podría ser solo sexo, Dick. Siempre tuve claro que si te dabas a alguien nunca sería para echar unos cuantos buenos polvos. Por mi parte podéis contar con que jamás saldrá una palabra sobre lo que vi... Podéis contar con mi total discreción y confianza.
  • Significa mucho para nosotros, Harry. Te lo agradecemos de veras.
  • No hay nada que agradecer. Pero procurad ser más cuidadosos cuando las hormonas os suban la temperatura. - Gene y Dick se sonrojaron furiosamente. Ante eso Harry no pudo evitar echarse a reír pero el solo gesto le hizo volver a gemir de dolor.
  • Bueno, por ahora basta, señor. Debe descansar.
  • Gene, una última cosa. Como ya he dicho varias veces, Dick es uno de mis mejores amigos y si ahora tú eres su “novio”, para mi que siempre te he tenido en alta estima, sería un placer que me llamaras Harry cuando estemos en privado y te olvidases definitivamente del señor y del teniente...
  • De acuerdo, Harry... será un honor ser su amigo. Y ahora, haga lo que le pido, cierre los ojos y descanse.
  • Como usted diga doctor.

Dick vio como poco a poco la respiración de Welsh se iba relajando. Sonrió para sí mientras posaba una mano en el cuello de su chico. Le notó suspirar de alivio. Y el mismo se permitió relajarse. El peligro había pasado.