Entre Sábanas de Seda

Como cada año por fin llegó el verano y me dirigí a la playa para disfrutar del mar, del sol y recrearme la pupila con los chicos que son mi mayor placer.

Entre sábanas de seda

Como cada año por fin llegó el verano y me dirigí al la playa para disfrutar del mar, del sol y recrearme la pupila con los chicos que son mi mayor placer.

El primer día me dispuse tomar el sol en la piscina de la casa para broncearme al natural dejando de lado el bañador y por la noche relaje en el jacuzzi, después me enfunde en mis ajustados tejanos en color negro con una camiseta negra transparente de lycra que dibujaban claramente el fruto de mis largas horas de trabajo en el gym y me apresure a tomar camino con rumbo al bar con mucha marcha que es frecuentado por los chavales más apetecibles que se puedan imaginar sin dejar de lado a los mozos que parecen esculpidos a mano, en fin llegué y fui directo a la barra para refrescarme con una cerveza, he de decirles que en todo momento no dejé de observar a los asistentes y no pasó si a lo mucho media hora cuando a lo lejos entre la penumbra alcancé a distinguir la figura de un chico que me llamó la atención por su hermosa sonrisa de mirada angelical, me incorporé para seguirle con la vista pero como el bar estaba totalmente lleno le perdí de vista me levanté de la barra y comencé a buscarle sin tener éxito en mi cacería, parecía haberse esfumado entre el humo de los cigarrillos.

Decidí salir de aquel bullicioso lugar para caminar por las calles circunvecinas con el único afán de buscar entre la multitud la sonrisa cautivadora que me sedujo, para ese momento yo no tenía más ojos que para buscar a mi ángel, pero fue en vano. Sin embargo en mi mente estaba presente la imagen de ese chico que me robó la paz; así que me encamine hacia la casa con el único deseo de hacerme la mejor de las pajas.

Llegué a casa y me di una ducha acariciando todo mi cuerpo soñando que mi ángel era quien recorría todo mi ser y la erección de mi miembro aumentaba a cada momento, salí de la ducha me seque con una toalla y me metí desnudo a la cama acariciándome entre las sábanas blancas de seda, imaginando que la suavidad de éstas debían de ser como la piel de mi ángel, cerré los ojos y pasé mis dedos por el contorno de mis labios bajándolos suavemente por el cuello para llegar a mis pezones erectos y seguí bajándolos lentamente por mi abdomen para alcanzar mi polla que pedía batalla y no la hice esperar, me di a la tarea de brindarle a mí ángel la mejor de las pajas descargando grandes cantidades de mi leche caliente sobre mi pecho impregnado las sábanas blancas de seda. Así finalmente pude conciliar el sueño.

A la mañana siguiente me levanté con el único interés de encontrar a mi ángel celestial y el instinto me llevó a una playa que se encuentra alejada de los turistas, es una playa de fina arena blanca que es frecuentada por chavales y que por estar alejada es común ver a los chicos asoleándose sin nada de ropa, camine por entre los chicos que ahí se encontraban y encontré un lugar cerca de una roca apartada me tendí sobre la toalla para tomar el sol y a los quince minutos no tardo en acercarse un chico que con una voz muy varonil pero tierna a la vez que mis oídos recibieron como un canto del cielo preguntándome si no me molestaba que se asoleara junto a mí, cuando me incorpore lo primero que pude ver fue esa sonrisa angelical. No lo podía creer, era mi ángel inmediatamente le respondí que no me molestaba y lo invité a acompañarme, nos presentamos y me dijo que se llamaba Ethan, que era francés y actualmente estudiaba en una universidad en Canadá y que había aprovechado estas vacaciones para conocer las playas del caribe, entre tanto yo aproveche que traía puestas mis gafas obscuras, lo cual facilitó que pudiera recorrer con los ojos toda su anatomía. Era un chico como de 1.80 mts. de estatura de piel blanca de aspecto suave como la espuma del mar, cabello castaño brillante como la seda, con unos ojos chispeantes de color azul turquesa coronados por unas pestañas largas y rizadas, sin apenas un delicioso vello de terciopelo en las piernas, de complexión delgada pero atlético sin nada de grasa con espaldas anchas en forma de "V" con una reducida cintura que daban marco para resaltar sus glúteos muy bien formados y por el frente dejaba ver debajo de su bañador un gran paquete.

Me dijo que era un poco tímido por eso había buscado un lugar alejado en la playa para descansar y asolearse pero que le daba corte quitarse el bañador; ya que, deseaba adquirir un bronceado integral.

Entonces aproveche la oportunidad para decirle que si sentía más a gusto yo también me quitaría el bañador, a lo que asintió con un movimiento afirmativo, menudo embrollo en el que me había metido porque para entonces mi polla quería despertar y observé que su paquete también empezaba a responderle, así que sin más ni más, me arme de valor y me despojé del bañador para que él hiciese lo mismo.

Acto seguido me atreví a pedirle que me pusiera bronceador en la espalda y él respondió con una sonrisa mostrando unos hermosos hoyuelos en sus mejillas, tomando el bronceador y yo me acosté boca abajo y no tarde en sentir la suavidad de sus manos recorriendo mi espalda que de vez en vez bajaban por entre mis glúteos y la entrepierna lo cual me hizo estremecerme, él lo notó y pregunto si me hacia cosquillas, yo le respondí que no. Le dije lo que sucede es que estoy muy tenso.

Entonces Ethan dijo, vamos chaval que eso lo arreglo yo enseguida, y comenzó a darme el mejor de los masajes que hasta entonces haya disfrutado sus manos firmes y suaves a la vez se dedicaron a relajar cada uno de mis músculos, pero mi excitación lejos de disminuir aumentaba cada vez más.

Le dije bueno ya estuvo bueno de masajes y el soltó una carcajada, me incorpore rápidamente hacia el mar y lo tomé de la mano y le dije anda ven vamos a refrescarnos al mar.

Ya dentro del mar entre la charla sin darnos cuenta comenzamos a jugar como un par de niños inocentes y nuestros cuerpos a cada momento se aproximaban más y más hasta llegar un momento en que dejamos de reírnos y se hizo un gran silencio, nos mirábamos fijamente y solo basto con una sonrisa suya como sinónimo de aceptación y sin más nos abrazamos dándonos el primer beso con sabor a sal pero fue muy intenso, después pude ver el rubor en sus mejillas y llevando mis manos a sus mejillas lo tomé y le di un beso tierno mientras él me entrelazaba con sus brazos por la cintura a la vez que nuestras pollas también se entrelazaban, lo tomé de la mano y salimos del mar, nos secamos mutuamente nos pusimos los bañadores y sin decir nada nos marchamos a mi casa.

Ya en el camino, el me confeso que la noche anterior me vio en el bar pero no sabía como abordarme y prefirió irse a dormir ya que, no tenía costumbre de ligar con chicos pero que no pudo conciliar el sueño pensando en mí. Dicho esto, le comenté que a mi me había sucedido lo mismo, en el ambiente se sentía un halo de química que nos atraía mutuamente.

Finalmente, llegamos a casa, le invité a ponerse cómodo y aprovechar los últimos rayos antes de la puesta del sol.

Entretanto, me dirigí a la cocina para sacar de la nevera una botella de vino blanco que degustamos en la terraza acompañada de una exquisita langosta entre risas, besos y arrumacos.

Como ya les mencioné se aproximaba la puesta de sol, lo tomé de la mano y lo llevé al balcón de mi dormitorio para tener una mejor vista, que entre el canto de las aves sirvió de marco perfecto para prodigarnos las mejores caricias y comernos a besos y sin más corrió el tiempo, cuando reaccionamos notamos que el paisaje había cambiado del día a la noche ofreciéndonos un cielo despejado lleno de estrellas con una resplandeciente luna llena y una brisa que nos invitaba experimentar una larga noche de amor….

Tomamos nuestras copas y nos fuimos al jacuzzi para quitarnos el sudor y la sal de nuestros cuerpos. Nos sentamos uno enfrente del otro mirándonos fijamente manteniendo el contacto de nuestras piernas; mientras que, al mismo tiempo nuestros píes buscaban alcanzar nuestras pollas como comprobando el grado de excitación y he de decirles que ambos estábamos completamente empalmados soltando una carcajada como muestra de nuestra complicidad, decidimos experimentar algo que siempre me había causado mucho morbo. Tomamos nuestros píes y al mismo tiempo los besamos y recorrimos con las lenguas hasta introducirnos los dedos en la boca. Fue una sensación nueva muy placentera. Nos levantamos, entrelazamos nuestros cuerpos y nos fundimos en un interminable beso, era indudable ambos compartíamos una química pocas veces vista.

Sin el menor pudor salimos del jacuzzi completamente desnudos mostrando nuestras erecciones y abrazados entre besos y más besos apenas si atinamos a encontrar la cama, nos tumbamos girando por toda la cama sin separar nuestros labios experimentando ahora el suave contacto de las sábanas de seda que aumento el placer que nos dábamos. Finalmente dejamos de girar quedando yo encima de él con nuestras respiraciones entrecortadas mire sus ojos azules y comencé a besarle la frente, los ojos, las mejillas a recorrer con mis labios y mi lengua su cuello, bajando pausadamente a sus pectorales jugando con sus pezones mientras se retorcía del placer que le estaba dando. Continúe mi camino pasando mi lengua por sus axilas y mi lengua siguió bajando lentamente por su abdomen para encontrar el camino de sus vellos que le nacían del ombligo guiándome a la base de su miembro donde me detuve un momento para clavar mi lengua entre el vello de su pubis y aspirar ese olor a macho que me enloquece, seguí deslizando mi lengua por sus bolas que parecían un par de jugosos duraznos los cuales me lleve a la boca tratando de que mi lengua alcanzara su ano. Entonces él se enderezó para acomodarse a quedar en posición de 69; lo que nos llevó, a introducir nuestras pollas en la boca del otro recorriéndolas de arriba abajo una y otra vez aumentando la intensidad del ritmo hasta que ambos empezamos a sentir los espasmos que anunciaban nuestras inminentes explosiones, llegamos al clímax y al unísono inundando nuestras bocas con varios trallazos de ese néctar con sabor agridulce el cual bebimos gustosamente para cristalizar la comunión que para entonces nos profesábamos, nos separamos, nos miramos y sellamos apasionadamente nuestros labios intercambiando nuestros fluidos, nos abrazamos y entrelazados nos cubrimos con las sábanas de seda para reponernos.

Este relato continuará en la próxima entrega ya que la noche recién comenzaba para nosotros y tenía que hacer mío ese trasero que me pone a mil.