Entre mis hechiceras Cap. III
Su madre sin ninguna emoción, convierte a su hijo en su hija
Amanecí desnudo y recogido en mí, tenía frio, abrí los ojos miré a mi alrededor, estaba desnudo, y con mucha hambre, intentaba pensar porque estaba así pero no recordaba nada, solo que tenía mucha sed. Me puse …me puse…un camisón que encontré tirado en una silla ¿y mi ropa?, tome una toalla me tapé con ella y fui a la cocina a tomar agua
Encontré a mi madre desayunando, - Buenos días ¿y esa toalla?. Yo muerto de vergüenza, eh, tengo frio es que no encuentro mi ropa.
- Déjame ver (y de un tiro me la quitó)
- ¿Qué haces así vestido? ¿Eres marica?
- Yo,..nooo…mama, que no sé donde está la ropa, me puse esto sin darme cuenta
- ¿Sin darte cuenta? ¿Y esos zapatos?
- ¿Qué?, es verdad llevaba puesto unos zapatos de tacón de mi madre, no entendía nada ni porque los llevaba
- Mira por tu donde tenemos una mujercita en casa
- Bueno mama, ya está, voy a salir, ya tomaré algo por ahí
- No creo que lo hagas, pero como quieras, (tomo su taza y miró por la ventana)
- Bueno, lo que necesito es mi ropa, si no te importa…
- Claro cariño, ¿Qué quieres falda o vestido? Como te gusta vestirte de mujer…
- Que te digo, que no, ¿Qué pasa? No sé donde está la ropa, a decir verdad no me acuerdo de nada de los últimos días, debo tomarme una aspirina.
Mi madre me ordenó sentarme, mientras la buscaba, apareció con una pastilla rosa, me dijo que aspirinas no había, pero que esto era igual de efectivo o más, que mientas me la tomaba buscaría mi ropa, igual estaba en la azotea tendida, sin embargo se sentó junto a mi esperando a que me tomará la medicina
Así lo hice, y casi de inmediato se me fue calmando el dolor de cabeza, tanto así que un sopor se apoderó de mi, yo intentaba abrir los ojos, pero casi me era imposible
Mi madre hizo un suspiro, me pareció verla tensa pero colocándose frente a mí, me tomó por la barbilla y me hizo mirarla
- Emo, mirame …mirame…vas a comportarte como te digo, ¿ok?
- Sssi…no sé…que..me pasa
- Todo está bien, escucha mis palabras
Nuevos versos exclamaba mi madre, sin yo poder entender nada, solo veía sus labios moverse, yo atendía, en un instante comenzó a hablar en lenguaje mas claro
- …por eso…ssshhh….vas a ser una mujercita…mi hijita dulce y buena
- …¿qué..no…yo?
- Sssshhh….mirame…mirame….
Y empezó con su manos a modelar en el aire y a hablar, gesticulaba, me hizo beber de un vaso que sirvió con algo frio, me echó en la cara una especia de crema, yo notaba como escalofríos por mi cuerpo, y gritaba de dolor,….mam…por fav…. Decía como podía.
Vi como se me caía el poco pelo de mis piernas y otro aparecía cayendo por mi cuello, mis brazos, no notaba mis horas de gimnasio, se tornaron lisos, mis muslos temblaban, me dolían los pies, notaba como que encogían sin embargo las uñas parecían crecer. Me faltaba la respiración, grandes bocanadas de aire tomaba, pero cuanto mas lo hacía, mas parecía crecer mi pecho, me molestaba estar sentado, me levanté y sentía mi culo pesado, mas grande, caí al suelo.
No sé el tiempo que había pasado, pero con toda seguridad mi madre, me había hecho algún conjuro, me levanté mareado y fui al baño a refrescarme, un grito de pánico se oyó en toda la casa, ¡no podía ser! Veía a una chica reflejada en el espejo, hacia mis movimientos, volví a gritar y ella también….era ¡yo mismo!....di unos gritos mas y rompí a llorar, tenia miedo, no….
Mi madre apareció su cara no reflejaba ninguna emoción, con absoluta tranquilidad, me abrazó y me fue hablando
- Estás preciosa, hija mía, pero mira que pelos, ¿tuviste pesadillas anoche?
- Pero mama, ¡exclamé con una voz muy femenina! Oh no…no…
- Tranquila cariño, mírate bien, eres preciosa, ya quisiera yo esta cintura para mi y estos pechos tan erguidos y lindos, buenos, quizás unos pezones algo grandes pero una bonita camisa te va a quedar muy bien
Yo escuchaba sin querer hablar, ella iba tocando mi cuerpo y enseñándome a mí mismo, mi silueta. Sus manos se sentían calurosas, amables y…poderosas. Ella tocaba mis piernas que ahora yo torneaba hacia dentro como queriéndolas esconder. Me sujetó por la cadera y me hizo girarme varias veces en el espejo, mientras iba diciéndome lo guapa que era.
Me acarició el culo, en redondo, dabas suaves círculos, yo me ruborizaba, pero aquello me ponía raro, noté que el pecho me daba calor, pudo observar como mis pezones se despertaban, yo sin saber porque, deje caer mi cuello a un lado y mirándola…. Mamá no sigas por…por favor…mmmm
- Oh Emma eres tan linda…
- Emma! Exclamé
Ella seguía tomando el control de mi, sabedora de que sus caricias anulaban mi voluntad, su cara no proponía nada, no indicaba nada, solo me tocaba, acariciaba, me hacia estremecer, lo hacía tan dulce…
Después de insistir en mi culo, tomó mi mano y la llevó a mi sexo, que no encontré, fui a gritar de pánico, pero ella me calló con un beso profundo pero suave, mi otra mano tomo su mejilla pero poco a poco fue dejándose caer, hasta encontrarme de pie, totalmente tomado por mi madre, miré bien, ahora tenía una vagina totalmente depilada.
Mientras ella seguía acariciando todo mi cuerpo y masajeando mis pechos, que comenzaron a soltar pequeñas gotas de leche. No solo me había convertido en mujer sino que además era lactante.
- Quédate aquí Emma enseguida vuelvo
Yo sin poder hacer otra cosa que aceptar lo que me había hecho, me miraba al espejo, aprendía a reconocerme, una chica morena de ojos verdes, aprendía a moverse…
Ella apreció con una falda, muy corta de cuadros escoceses, una camisa blanca demasiado ceñida, me hizo ponérmela y me peinó con dos coletas
- Mama parezco una lolita, menos mal que estoy en casa que sino me violan fijo
- Tranquila cariño en el mercado yo te vigilo
- ¿Qué?
- Hoy te vienes conmigo a vender la ropa
- Pero yo…
Solo con mirarme, supe lo que tenia que hacer, me calcé los zapatos blancos a juego y luego de preparar la mercancía salimos al mercado de la comarca.
Que vergüenza pensaba yo, de que sería capaz mi madre sino obedezco, esta claro que estoy a lo que ella o mi abuela diga, y ¿Cuánto tiempo me tendría así?. Yo caminaba con una sensación extraña, por un lado me encontraba en un estado de excitación, por otro de humillación.
Podía notar como los pocos hombres que nos cruzábamos, me miraban de arriba abajo, pasamos por medio de la plaza, donde al cruzar por unas escaleras, juraría que alguien me tocó el culo. Yo notaba como al caminar, mi colgante daba pequeños botes entre mis senos, que estaban apretados en mi camisa, formando dos pequeñas colinas a todas luces demasiado lucientes.
Después de mucho caminar, mas o menos me había acostumbrado al vaivén de mis caderas, mi madre no paraba de hablarme, y yo poco a poco fui dándole conversación, hasta acabé comentando de algún muchacho que nos pareció guapo a las dos. En ese comentario me callé de inmediato y ella se reía
- Vaya Emma, te está gustando esto, ¿eh? A lo mejor deberías quedarte así
Yo bajé la mirada y muy colorada, nos pusimos a montar el puesto de ropa. Mi madre con total experiencia iba vociferando de sus prendas, precio, tipo… Yo miraba alrededor, y veía como mas de uno me guiñaba un ojo, alguno incluso movía su lengua, y yo pensaba, que horror todos los hombres, están todos salidos.
Pasadas las horas había que recolocar constantemente el género en el puesto, por lo que mi madre debajo del toldo, me dijo que me pusiera por el lado de la gente y la ayudar a colocar las cosas otra vez.
Así lo hice y en ocasiones me ponía de puntillas paras llegar a alguna, en una de estas, noté una mano que se posó discretamente por debajo de mi falda, me giré y solté un bofetón a un viejo gordo que iba con un puro, que asco.
No fue una vez ni dos, sino varias, llegado un punto en el que casi me había acostumbrado, un pellizco, una caricia, pensaba para mí que mientras no fuera a mas…
Después de comer algo, seguimos con la tarea, en una de estas que estaba en un lado del puesto y aquello se llenó de gente por la tarde, noté como una mano empezó a acariciarme el culo, pero en esta ocasión de forma muy suave, muy lenta… Yo esperaba que fuera fugaz como los anteriores, pero esta vez, con total insolencia, seguía magreándome por encima de mis bragas, yo quieta, pero sin embargo, me estaba….gustando, me sentía mas que cogida, acogida, se notaba una mano fuerte pero educada, yo me movía un poco adelante para comprobar que no había sido sin querer.
Pero no, al ponerme en mi posición la mano seguía allí, acariciándome con toda la autoridad que yo le dejaba en mi culo. Me estaba poniendo rara, me notaba, calmada, agusto, quise ver quién era el atrevido y me giré para decirle que parara
Un chico alto, bien parecido, vestía vaqueros y polo verde oliva, una chaqueta de aviador que sostenía en sus manos y con la cubría su inquina.
Nos sonreímos, yo miraba su cuerpo, no era corpulento, pero tenía unos brazos fuertes y un pecho ancho, sin decirnos nada, yo me mordisquee los labios y retome mi posición, fue una invitación en toda regla. Mi madre en plena faena no reparó en mí, yo seguía moviendo prendas de un sitio a otro y vuelta a empezar.
El ahora se noto ganador y con varios de sus dedos, bajó un poco mis bragas y acariciaba la piel de mi trasero, sentí una dedo atreverse con la hendidura de mi ano, yo aproveche para inclinarme y facilitarle la tarea, el llegó a rozar parte de mi pubis que me estremeció
- Mama voy al servicio, vuelvo enseguida
- Esta bien hija no te alejes demasiado
Sin mirar mas que a mi bolso, lo tome y caminé por el mercado, buscando la calle mas desierta, el me seguía, un desconocido que quería descubrirme y yo presa de deseo de conocer mas de el.
Camine alejándome todo lo que pude, en una de las calles, no le vi salida y me gira sobre mis pasos, justo al llegar a la esquina me lo encontré de frente, el me agarró los brazos y me besó.
Fue un beso, robado, pero que le devolví jugando con mi lengua en su boca. El muy atrevido, tomo una de mis manos y me la llevó a su bragueta, que estaba hinchada. Para ese momento yo me encontraba muy caliente y excitada con mi transformación y aunque nunca había tocado una polla, ahora me encontraba deseosa de tenerla en mis manos. Con una maestría desconocida para mi, baje su cremallera y apartando su slip, agarré con fuerza su miembro que saque y me puse a acariciar.
El tocaba mis pechos, pasado unos instantes, me acaricio por el pelo y empujó levemente mi cabeza hacia abajo, comprendí lo que quería aquel desconocido que me había hecho suya. De rodillas quedé frente a su virilidad, la cual con ganas y muy caliente me metí en mi boca, y me puse a chupar con hambre. No me disgustaba, no sabía como pero me excitaba sobremanera, mientras el me agarraba las coletas yo me encontraba chupando su polla, en una esquina del pueblo, en el que en cualquier momento nos podrían sorprender.
Yo continuaba sin desperdiciar ninguna chupada, hasta que suavemente me levanto, me puso contra la pared y en un acto eróticamente violento, levanto mi falda, bajó mis bragas y yo suspire sabiendo lo que iba a recibir.
Fue una sensación extraña pero placentera, apenas me dolió, sentí como su verga descarada me penetraba, notaba con cada entrada, mis pechos apretarse contra la pared, mi camisa estaba mojada, pues con cada empuje, mis pezones sacaban algo de leche.
Yo era presa de su deseo, mi cuerpo se estremecía con su ímpetu, yo lo celebraba, alzando todo lo que podía mi culito que empujaba para atrás para recibir su pene con mas fuerza.
Era mi primera vez como mujer, me sentía cubierta, notaba como su polla enraba en todo mi cuerpo, el fue acelerando los movimientos, yo presa de deseo, sentí el climax cuando noté como me inundaba de lefa. Poco a poco, fue parando hasta que se retiró, ói como se colocaba su pantalón, yo toda agitada y sudorosa, esperaba su abrazo y que me besara.
Me tomó de la cintura me volteó y me arrancó las bragas que guardo en su cazadora, no nos dijimos nada, tan solo se puso sus gafas de sol y se marchó.
Yo después de intentar arreglar mi peinado como pude, caminé con mis piernas aún temblando de placer hasta el puesto de mi madre, quien nada mas verme llegar, adivinó lo sucedido, sin ninguna duda.
- Recoge, nos vamos ya, apresúrate
La cara de mi madre, lo dice todo, que me esperará en casa. Mientras caminábamos de regreso, ahora ya mas cómodo con mi nueva forma, no pude dejar de pensar en la experiencia sufrida, esa sensación de erótica opresión, de atrevimiento, de sentir una polla en mi.
Me coloqué la falda un poco, justo para que mi madre, preguntara - ¿Dónde están tus bragas?