Entre lo real y lo onirico

Cuento lesbico.

ENTRE LO REAL Y LO ONIRICO

El timbre del teléfono la despertó, mira el reloj eran las 9.10 am, atendió y la voz muy animada de Sofía la incitaba a despertase, con un bostezo le contestó.

Sofía llamaba para invitarla a pasar el fin de semana en un balneario ya que le habían regalado una estadía para dos personas en un hotel y no tenía con quién ir.

La pasaba a buscar a las 10.30am, por tanto una vez que colgó el teléfono entro al baño se dio una ducha, puso algunas ropas en un bolso y esperó a su amiga.

Al cabo de un rato escucho la bocina del coche y bajó enseguida.

Subió al auto y emprendieron rumbo al este a pasar un fin de semana de relax y diversión.

Durante el transcurso del viaje fueron charlando de diversos temas, pero como siempre el más abordado fue el de los hombres, ninguno quiere un compromiso serio, o están casados o son gays.

Luego de un par de horas llegaron al hotel, subieron a la suite, dejaron los bolsos y salieron a dar una vuelta por la ciudad y buscar un lindo restaurante para almorzar.

La primavera ya estaba asomando y el tiempo estaba cálido, el cielo limpio de nubes y la tarde invitaba a tomar el sol.

Decidieron comer frente al mar, para luego bajar a caminar por la playa.

Después del almuerzo caminaron un largo rato por la arena y más tarde se dirigieron al hotel a descansar un rato para de noche volver a salir.

Seguidamente de un reparador descanso, tomaron una ducha, se vistieron muy sensuales y se fueron a cenar comida mexicana.

Llegaron al restaurante y estaba totalmente colmado, esperaron un rato sentadas en la barra, pero nadie parecía tener apuro en retirarse, cuando se levantaron para ir a otro lugar unos jóvenes que estaban sentados cerca de la puerta las invitaron a compartir la mesa.

Dado que estaban famélicas aceptaron y se sentaron con ellos.

Se presentaron, ellos eran argentinos y estaban allí por el fin de semana.

Uno se llamaba Marcelo tenía 30 años y era profesor de educación física, está de más decir que su físico era espectacular, el otro se llamaba Gonzalo, tenia 28 años y era ejecutivo en una empresa multinacional, también muy apuesto.

Durante la cena conversaron sobre diversos temas, los chicos eran muy simpáticos y la velada fue muy amena.

Luego del postre ellos las invitaron a continuar la noche yendo a bailar, como ellos tenían muy buena onda aceptaron.

Fueron a un boliche de moda, no había demasiado gente pues estaban fuera de temporada, pero el ambiente era muy divertido.

Bailaron toda la noche hasta el amanecer, se despidieron en la puerta de la discoteca y se fueron al hotel.

A ellas les llamó la atención que los chicos en ningún momento insinuaran que querían algo más que bailar, pero pensaron que tal vez no eran de su agrado físico.

Ni bien llegaron a la habitación, cansadas por el ajetreo nocturno estaban deseosas de darse una ducha y dormir.

Sofía entra al baño ve el yacuzzi y la tentación pudo más que el cansancio, abrió los grifos y se metió en él.

Marcela estaba tendida sobre la cama esperando que Sofía saliese para ella entrar a ducharse, pero como demoraba decidió entrar al baño.

Al entrar, Sofía la invita a compartir la espuma y las burbujas reconfortantes; sin pensarlo se quito la ropa y acompaño a su amiga.

El agua estaba tibia, el aceite aromático que había colocado Sofí era exquisito, lentamente se fue estirando bajo las burbujas, apoyo la nuca sobre el borde del yacuzzi, cerró los ojos y se propuso disfrutar de ese momento.

El cansancio la fue venciendo poco a poco hasta quedarse dormida.

Sintió como unos manos suaves comenzaban a acariciar los dedos de sus pies, uno a uno como si fuese un masaje, luego fueron subiendo por su pierna lentamente hasta llegar a su pubis, una vez allí esos dedos se abrieron paso entre su escaso vello púbico hasta llegar a sus labios menores.

Era tan deliciosa la sensación que estaba experimentando que se abandonó profundamente en el sueño.

Los dedos abrieron su sexo y una lengua húmeda y suave jugaba con su clítoris mordisqueándolo despacio, para luego introducirse más profundamente en su vagina.

Entrando y saliendo de ella como si fuese su casa, recorriendo cada espacio, cada rincón de su morada, despertándole sensaciones nuevas, diferentes.

Podía sentir como sus pezones eran besados, sus pechos tocados y nuevamente sus huecos invadidos por esos dedos expertos e inquietos que se movían provocándole oleadas de placer.

Su cuerpo se estremeció al sentir como una corriente eléctrica recorría su columna vertebral, abrió los ojos y vio a Sofía emerger debajo del agua, saboreando aún sus jugos.

Aún sin poder discernir entre lo real y lo onírico, el beso de Sofía terminó de despertarla revelándole la realidad.

Marcela