Entre las cuerdas
Una de mis mayores fantasías, cuerdas, arneses, ataduras y mordazas para disfrutar del sexo mas intenso.
- Vaya, veo que al fín despiertas. - Fué la primera frase que me pudiste escuchar con claridad, la primera frase que te dirigí nada mas escuchar los primeros gemidos al recuperar el conocimiento, aunque en esos primeros instantes, aún no fueses consciente......de nada.
Levantaste poco a poco la mirada desde el suelo hacia mí, intentando hablar a la vez que abrías los ojos para verme con mas claridad, pero entonces reparaste en la mordaza que te impedía articular palabra, en su lugar simplemente expiraste el aire suficiente como para emitir una serie de ruidos fruto de tu desorientación. Fue en ese preciso instante cuando, al mirar hacia abajo, pudiste observar a metro y medio, el suelo debajo tuyo, pero tu ni siquiera lo estabas pisando, pero no fue hasta ese momento cuando, al asustarte x estar alejada del suelo, te diste cuenta de que no solo estabas amordazada, sino que tus ataduras te mantenían suspendida en el aire. Entonces volviste a mirarme y abriste los ojos con tal sorpresa que, inconscientemente volviste a intentar hablarme, sin lograr articular palabra nuevamente.
Tsssch - Emití un ruido suave intentando calmarte mientras, con una mano colocada en tu barbilla, te levantaba la cabeza hacia mí y acercando mis labios a tu oido te susurré con suavidad.
Tranquila, no hagas esfuerzos, ahora tu y yo vamos a divertirnos.
Empezaste a emitir algún que otro ruido mientras yo me dedicaba a pasear lentamente a tu alrededor, mientras tu escuchabas mis pasos e intentabas dirigir tu mirada hacia mí, pero no podías llegar a verme, y eras incapaz de saber ni donde estaba, ni que hacía. Solo cuando coloqué mi mano sobre tu nalga, con suavidad intentando sentir con la yema de mis dedos tu suave piel, podías suponer donde estaba. Podías sentir como mis dedos recorrian tu espalda con gran suavidad, desde tus nalgas hasta tu cuello por toda tu columna vertebral y otra vez volvían a bajar muy despacito, lo cuál pareció calmarte y dejaste de intentar inutilmente hablar.
Seguí bajando con mis dedos por tu espalda, hasta que finalmente coloqué mi mano sobre tu nalga otra vez. Se hizo el silencio durante unos segundos, cuando entonces pudiste sentir como mi otra mano golpeaba sobre tu otra nalga con fuerza, lo que provocó una especie de gemido que expulsaste desde lo mas profundo de tus pulmones. Sentías como te agarraba con fuerza mientras ocasionalmente seguía azotandote con la mano abierta. Podía sentir como tu culo vibraba bajo mi mano con cada azote, como poco a poco cogía cierta temperatura, enrojeciendose mientras emitías ruidos entre gemidos y quejidos.
Entonces me detuve un instante, con tus nalgas en mis manos, separandolas entre sí durante unos instantes. Instantes en los que solo se te escuchaba a tí hacer unor suidos a medio camino entre fuerte respiración y gemidos, entonces decidí colocarme frente a tí, de pie impasible ante tus balbuceos . Entonces agarré la mordaza para retirartela de la boca, me coloqué a tu altura y mientras te observaba manteniendote fijamente la mirada clavada en tus ojos, te la retiré, a lo que, sorprendentemente, no emitiste ningún sonido. Todo esto parecía excitarte, lo deduje por el sutil brillo en tu mirada, lo cuál me infundió mayores ganas de continuar con mi tarea.
Volví a incorporarme, colocando mi sexo a la altura de tu cara, e inmediatamente tu abriste la boca como llamandola para tí, pero solo yo decidiría cuando te la entregaría, y aún no iba a hacerlo. La posé sobre tu rostro viendo como tu boca la perseguía intentando alcanzarla, era realmente divertido posarla sobre tus mejillas y golpearte suavemente con ella viendo como intentabas desesperadamente alcanzarla. Entonces pasé mi mano libre por detras de tu cabeza y apuntandote con mi polla directamente a tu boca sin llegar a tocarla. Te me quedaste mirando con la boca entreabierta, con esa mirada felina y a la vez desesperada por conseguir tenerla en tu boca, hasta que finalmente decidi introducirla con cierta violencia atravesando tus labios. Al principio parecías atragantarte con ella, ya que yo deliberadamente quise que entrase en tu boca lo mas profundo posible de una sola vez, pero pasados unos instantes, segun iba realizando un movimiento suave al principio para volver a sacarla, parecías no querer dejar que eso pasase.
Sin llegar a sacartela por completo de la boca, volví a tirar de ti para introducirtela nuevamente lo mas profundamente posible, y entonces comencé un movimiento constante recorriendo así toda tu lengua dentro de tu boca desde la punta hasta el final, mientras te soltaba la cabeza y me agarraba a las cuerdas que te suspendían en el aire para moverte hacia delante y hacia atras, haciendote saborear mi sexo una y otra vez.
Tu no dejabas de gemir, aun teniendo mi polla en tu boca, parecías disfrutar de tu balanceo tanto o mas incluso de lo que yo mismo lo estaba disfrutando, hasta que finalmente terminé con tu disfrute y la saqué de golpe, llena de tu saliva y endurecida como una piedra. Parecías extrañada, como deseando continuar, pero aún había mucho que hacer. Intentabas moverte, pero tus manos estaban atadas a tu espalda, al igual que tus piernas, sin dejarte ninguna movilidad.
Me coloqué detrás tuyo, donde no podías verme, donde no sabrías que haría, solamente me oirias a mi volver a azotarte con la palma de mi mano sobre tus nalgas. Esta vez, volviendo a agarrarlas y separandolas con fuerza, mi cara era la que estaba a la altura de tu cuerpo, colocada entre tus piernas, con mis brazos rodeandote por fuera y mis manos sujetando bien tu culo. Sentiste como derrepente mi lengua se arrastró por completo desde tu clítorix hasta tu culo, humedeciéndolo por completo. Repetía una y otra vez el mismo gesto deteniendome a menudo en tu clitorix para jugar con el, toquetearlo con la punta de mi lengua una y otra vez, haciendo que aún te mojases mas. Tus gemidos ya eran perfectamente audibles, lo que cada vez me excitaba mas y mas, haciendo que mi lengua te saborease con mas entrega y frenesí mientras mis manos continuaban azotandote y agarrando tus nalgas con fuerza.
Esos gemidos se transformaron en un pequeño grito cuando de pronto y sin esperarlo introduje lo mas projundamente que pude mis dedos en tu sexo y sin esperar ni un solo segundo, comencé a mover y retorcerlos dentro de ti. Cuanto mas empapabas mi mano mas me excitaba yo y no quise esperar ni un segundo mas.
Me incorporé rapidamente acercándome a las ataduras de tus piernas, deshaciendolas por completo, dejando caer tus piernas al suelo, para que pudieras apoyarte, pero cuando quisiste incorporarte por completo, no te dejé, colocando mi mano sobre tu espalda y presionando para que te mantuvieses hacia delante. Separé tus piernas colocandome detras en posición para lo inevitable. Coloqué mi polla apuntando hacia tí mientras mis manos se posaban en tu cintura, te agarre con firmeza justo unos segundos antes de, sin dudarlo un segundo mas, metértela por completo de un solo empujón. Un fuerte grito de placer salió impulsado desde tus pulmones al exterior, casi simultaneamente al que experimenté yo. Al escuchar tu gemido comencé a moverme con intensidad, metiéndotela cada vez más adentro, al tiempo que iba acelerando mas y mas la velocidad de mis movimientos. Nuestros gemidos se entrelazaban en ritmo e intensidad, que cada vez iba aumentando mas progresivamente cuanto mas iba metiendotela.
Pero entonces, tras habertela metido completamente me detuve por unos instantes. Ambos jadeabamos como animales, pero esto aún no había terminado. Posé mis manos sobre tu culo otra vez, volví a agarrarlo con fuerza y separándolas para abrir bien el camino. Entonces tu giraste la cabeza, lo suficiente como para mostrarme tu expresión, entre asustada y excitada, lo cuál disipó las pocas dudas que pudiera tener sobre lo que vendría a continuación.
Me retiré hacia atrás lo suficiente como para sacar mi sexo del tuyo y poder colocarla en la nueva posición, tu volviste a dirigir tu mirada hacia adelante y hacia abajo, entonces no quisé pensarlo mas, y poco a poco empece a empujarla poco a poco hacia dentro de tu culo. Todos tus músculos dse tensaron entonces, mientras iba empujando poco a poco pero sin parar, hasta que al final mi cuerpo se juntó por completo al tuyo y mi polla estaba por completo dentro de tu culo. Sin esperar ni un segundo, empecé a moverme y a follarte con fuerza haciendote gritar cada vez con mas fuerza, mientras mis manos azotaban tus nalgas esporádicamente.
Cada embestida casi se sincronizó con nuestros gemidos, el sudor recorria tu espalda, mis manos cada vez agarraban tu cintura con mas fuerza, dejando la marca de mis dedos sobre tu piel, hasta que finalmente tras la última embestida, un rugido salió de mi garganta y un tremendo escalofrío recorrió todo mi cuerpo, dejándome casi extenuado por unos segundos.
Me agarré con fuerza a las cuerdas que te sostenían, yacias totalmente agotada entre esa maraña de nudos y arneses que habían servido a la lujuria mas intensa que podría experimentar.