Entre huertos

Me dirigía a Valencia por una reunión de trabajo. Era mediados de julio, y hacía un calor insoportable. Yo era un importante hombre de negocios que tenía que desplazarme desde mi amada Madrid hasta los huertos valencianos para llevar a cabo una importante obra arquitectónica...

Me dirigía a Valencia por una reunión de trabajo. Era mediados de julio, y hacía un calor insoportable. Yo era un importante hombre de negocios que tenía que desplazarme desde mi amada Madrid hasta los huertos valencianos para llevar a cabo una importante obra arquitectónica que nos daría muchos beneficios. El problema estaba en los aldeanos que vivían junto a los márgenes del río y que llevaban allí des de hacía muchísimos años y se habían creado sus propias casas para cuidar de los huertos que les daban de comer.

Aún así, nuestro plan era engañarles. Como buenos hombres de negocios deseosos de poder, les venderíamos que íbamos a hacer unas cuantas remodelaciones a sus casas, por cuenta del estado y que debían de desalojar las casas. Una vez fuera de ellas, las echaríamos a bajo.

Llegamos allí al caer la tarde, y en cuanto pisamos aquella tierra nos vino un olor a ganado mezclado con almizcle y que nos dio a todos una repugnancia total. Aparcamos cerca de una pequeña casa envuelta de huertos, y los pocos aldeanos nos rodearon enseguida. Les pedimos un vaso de agua y un lugar para descansar del calor, y ellos aceptaron, recelosos.

Entre todos los aldeanos, destacaba una mujer rellena y de tetas grandes con el pelo muy corto y con una cara de amargada tremenda que denotaba que llevaba mucho tiempo sin estar con un hombre. Cuando se sentó a escuchar la propuesta que teníamos que hacerle, me di cuenta de que no llevaba sujetador, y las tetas se le bambolearon mientras se sentó.

Le expusimos nuestros planes, y después de muchas preguntas nos dijo seriamente que tenía que pensarlo, y que esa noche, en la celebración anual de la aldea, nos darían una respuesta. Nosotros, que éramos dos hombres y conmigo tres, sonreímos encantados de tener esa noche comida, bebida y lecho gratis.

Después de la charla, fuimos a dar una vuelta por las tierras, para ver cómo desarrollábamos nuestro proyecto. Cuando ya llevábamos bastante tiempo paseando por allí, me entraron unas increíbles ganas de mear, así que dejé a mis compañeros volver para la cena y me interné en uno de los huertos para sofocar mis ganas. Cuando ya estaba meando, me di cuenta de que unos ojos me observaban. Me guarde la polla enseguida y me dirigí hacia donde estaba la persona que me miraba. Encontré a una chica con un largo cabello castaño y una cara que me resultaba extrañamente familiar. Ella echó a correr, pero la detuve cogiéndola por la muñeca. Me enfurecí.

-¿Qué hacías guarra? ¿Te gusta ver pollas a escondidas?

Ella se estremeció e intentó escapar de mi, pero se lo impedí sujetándola del pelo y tirando de él. Ella profirió un grito que zafé con la mano que me quedaba libre.

Allí, entre mis brazos, estaba la jovenzuela sudorosa, con terror en los ojos, esperando oír su sentencia.

-Como grites otra vez te arranco la cabeza.-Le dije, susurrando.

Poco a poco, empecé a excitarme sin tan siquiera quererlo. Era una chica preciosa, con unos grandes ojos verdes y un largo pelo castaño liso. La tenía pegadita a mi, con su culo sobándome la polla cada vez que intentaba escapar. Empecé a sobarle un poco las tetas con el brazo con que la rodeaba y noté que eran bastante grandes. La muchacha no contaría con más de dieciocho años pero tenía unas buenas tetas y un culo grande y prieto. Me puse cachondo casi enseguida, y le baje los tirantes del vestido que llevaba. Ella, mientras, estaba entre un querer y no poder. Notaba que se había excitado igual o tanto como yo por mis continuos sobeteos, y respiraba bruscamente. Le dejé las jugosas tetas al aire libre, y empecé a tocarle el coño, y comprobé gratamente que estaba mojado, esperando. La puse enfrente de mí todavía tapándole la boca y le pedí de buenas maneras que no gritase. Pero al quitarle la mano me escupió en la misma cara, y le pegué un bofetón, obligándola luego a arrodillarse delante de mi.

-Ahora me vas a chupar eso que me estabas mirando antes, perra.

Me bajé el pantalón y le metí toda la polla rápidamente en la boca. Parecía que tuviese arcadas, así que la retiré un poco, para seguidamente empezar a follarme su boca mientras cogía su cabeza con ambas manos. Aquella perra la chupaba como una auténtica profesional.

La hice levantar cuando ya estuve harto de sus babas, y con la polla completamente erecta, la hice montar, sujetándola por las caderas. Mientras estábamos follando, arriba y abajo, veía sus tetas rebotar contra el mismísimo aire, y veía como disfrutaba la muy guarra gimiendo entrecortadamente pese haberse negado antes.

Cuando ya no pude más, la desmonté de mi verga y acabé sobre su ropa. Me subí el pantalón, me arreglé un poco la camisa y la amenacé con volver a por ella si le contaba a alguien lo que había pasado. Ella asintió y se fue sin una palabra. Luego, me dirigí al lugar donde nos habían preparado nuestras habitaciones para darme una larga ducha y prepararme para la gran cena.

Una vez estábamos ya cenando en unas mesas que habían preparado al lado de los márgenes del río mientras nos calentábamos al calor de una gran hoguera, mis compañeros me preguntaron por qué había tardado tanto en volver esa tarde para prepararme. Les di unas cuantas excusas mientras empezaba a enfadarme. Ellos sabían que no tenía que rendir cuentas a nadie, que era un hombre solitario que nunca se había casado ni tenía intención de hacerlo; pero al que le encantaba el buen sexo y la buena vida.

Después del postre, la mujer rellena que nos había recibido antes, que resultó llamarse Rosario, hizo callar a los asistentes y dio comienzo a las celebraciones. Se levantó con una gran paciencia y habló para todos:

-Hoy da comienzo la celebración de nuestro pueblo, que se mantiene aquí desde que vinimos y construimos con el sudor de nuestras frentes todas estas casas; y vimos crecer a nuestros hijos e hijas. Hoy os presento a aquellos que cumplen este año la mayoría de edad, y que esperan entregarse a sus futuras parejas.

Dicho esto, se volvió a sentar y empezó a sonar una música suave que hizo que nos quedáramos boquiabiertos  al ver entrar delante de nosotros a las jóvenes de la aldea que bailaban en una coreografía que habían preparado. Cada chica tenía un hombre con él que bailaba acompañando su cuerpo, apreciándose que tanto ellos como ellas estaban deseosos de juntar sus cuerpos. Mientras miraba embobado los cuerpos semidesnudos de las chicas, con sus piernas y culos contoneándose, vi a la chica que esa misma tarde me había follado en el huerto. Mientras bailaba con el chico que le había tocado no me quitaba los ojos de encima, con una cara que denotaba profundo enfado hacia mí. Hice caso omiso y esperé a que acabase el baile para poder hablar con Rosario y que me diese una respuesta.

Pero después del baile se me escapó mientras todos los aldeanos bailaban. Así que tuve que esperar hasta bien entrada la noche e ir a hablar con ella a su casa como habíamos hablado. Era una estructura muy endeble de madera, muy pequeña, pero nos acomodamos en un salón mientras ella servía unas copas.

-Hoy me ha contado mi hija que se ha encontrado con usted en los huertos.- Dijo cuando se sentó a mi lado en el sofá.

De pronto, al oír eso, se me paralizo el corazón. ¿Era posible que esa niña le hubiese contado mi arrebato y en lo que había acabado? De todas maneras, me serené, ya que no era directamente mi culpa. Ella estaba espiándome y aunque ella no sabía que yo me enfado con muchas facilidad, no debería de haberlo hecho.

-Y me ha dicho que han estado hablando, y que le ha parecido un hombre muy simpático y voluntarioso. Creo que se ha quedado prendado de usted.- Y se rió.

Parpadeé un par de veces porque no podía entender el motivo de que después de violar a su hija, ésta le hubiese contado aquellas cosas tan buenas sobre mí.

-Le he estado contando sobre qué quiere hacer nuestras empresas con sus casas para mejorar su calidad de vida. Es nuestro único objetivo, ¿sabe? –Mentí, para ver si me daba una respuesta.

-Si, sé todo eso. Pero, ¿sabe qué? Muchas empresas van detrás de estos terrenos, de nuestra tierra. Todo lo que ve lo hemos hecho con nuestras manos, y no estamos dispuestos a renunciar a ello.

-No les pedimos que renuncien a esto, simplemente que nos dejen mejorar su vida, el lugar donde viven y las expectativas que tienen.

Ella se acercó un poco más a mí y empezó a desabrocharse  los botones del vestido que llevaba. Enseguida me fijé en su generoso escote, que desembocaba en unas tetas grandes y medio caídas. Me empecé a poner cachondo casi al instante ante tal panorama. Ella seguía acercándose y no tardó en apretar sus tetas contra mi pecho.

-Puede que usted quiera mejorar eso, pero nosotros estamos bien como estamos. No necesitamos que nadie mejore nada. Aún así, estamos disfrutando mucho con su visita.

Después de decir esto se acercó y me besó en la boca, y yo le correspondí. Aquella mujer era unos diez o quince años mayor que yo, pero esas tetas tan grandes y ese culo me ponían a mil. Y ya que estaba claro que no iban a dejarnos hurgar en sus tierras, me permitiría una última alegría disfrutando de aquel cuerpo entrado en carnes.

Me dejé llevar, mientras ella acabó de quitarse el vestido y dejaba que me recostara en el sofá. Después se echó sobre mi, como una leona hambrienta, mientras me besaba o me mordía a veces restregándome sus tetas contra mi camisa. No tardó en quitármela, y yo, sin poder evitarlo, le agarré las tetas y se las estruje como una fruta madura. Bebí de ellas, las chupé y las restregué por mi cara, poniéndome muy caliente. Lo que vino después fue quitarme los pantalones. Y cuando estaba de pie quitándome los calzoncillos, ella se arrodilló delante de mi y empezó a sobarme los huevos, cosa que me dio muchísimo placer, y no podía evitar cogerla de atrás y hundirla en mis huevos para que lo chupase todo y no se dejara nada. Después chupo y relamió mi polla. Empecé a gemir sin querer, dejando que aquella diosa me lo relamiese todo. Me acordé de su hija, de como de parecida era la manera en que chupaban. Y me puse todavía más cachondo, porque me acordé de las curvas de su hija, de las tetas que eran redonditas y con los pezones duros.  Cuando ya no pude más, la despegué, y dejé que se sentara en el sofá. Empecé a chuparle con la lengua el coño, dándole mordisquitos al clítoris, oyendo como suspiraba mientras mi lengua caliente pasaba por su coño, y estirándome del pelo cuando la introducía en la raja, y la follaba con la lengua. Pasé luego a meterle dedos poco a poco, para oírla gemir, para ver sus tetas bambolearse al son de sus movimientos. Al rato, no pudo contenerse y se corrió. Acto seguido me pidió que la follase, que lo necesitaba y que lo deseaba muchísimo. Así que así sentada como estaba le introduje mi polla poco a poco y después la follé con un ritmo constante que iba subiendo, mientras ella gemía, y yo aumentaba el ritmo; hasta que no pude más y saqué la polla, justo a punto para correrme en toda su cara y sus tetas. Ella suspiró encantada, y yo sonreí mientras dejaba que ella me limpiase la polla de los restos de la corrida.

Aquella noche, cuando llegué de nuevo a la casa donde nos habían acomodado, mis compañeros todavía no estaban dormidos pese a ser las cuatro o cinco de la mañana. Me preguntaron qué tal había ido y les dije que no había habido suerte, y que mañana por la mañana volveríamos a Madrid. Los tres nos acostamos a dormir inmediatamente mientras la música todavía sonaba en los rincones.

Al despertarme aquella mañana, temprano; mis compañeros todavía dormían, así que me dirigí a darme una ducha, para eliminar todo rastro de la noche anterior.

Cuando ya estaba bajo el chorro de agua caliente, oí que la puerta se abría y entraba alguien al cuarto de baño.

-José, ¿eres tu? –Pregunté pensando que era mi compañero.-Espera que estoy duchándome.

No recibí respuesta, y de repente la cortina de la ducha se abrió, y entró la hija de Rosario. Me eché hacia atrás, por si venía a pedirme cuentas por lo del huerto; pero mientras iba empapándose de agua y su ropa iba pegándose a su piel, se fue acercando a mí, y no tuve valor para irme. Estaba preciosa mientras el agua le iba cayendo por su pelo largo, por sus hombros y sin poder resistirme empecé a quitarle la camisa que llevaba. No sabía qué quería ni porqué estaba allí, pero no pude resistirme a ver su cuerpo otra vez bajo mi dominio; y para cuando le había quitado la camisa, mi polla ya estaba completamente erecta. Sus tetas se movían al recibir el impacto del chorro de agua, y empotrándola con ganas contra la pared, empecé a besarla y a lamerle el cuello. Esta vez empecé suavemente, no como ayer en el huerto; quería ser más caballeroso y hacerla disfrutar. Ella empezó a tocarme la polla con la mano y a hacerme una paja a buen ritmo. Le quité los pantalones cortos que llevaba ya empapados a más no poder y descubrí que había venido sin bragas. Ella se ruborizó un poco, pero después me miró, sonrió y empezó a besarme otra vez, mientras seguía con la paja que me había puesto más cachondo. Ella hizo que bajase mi cabeza hasta sus tetas, y empecé a besarlas y lamerlas con gusto mientras también pellizcaba sus pezones. Ella gemía, y cogió mi polla y abriéndose un poco, empezó a pasársela por el clítoris, restregándosela, poniéndome cada vez más cachondo; y aumentando cada vez más el ritmo mientras ella disfrutaba a más no poder. Un poco después no pude más y la hice abrir más para follarla allí mismo, porque no podía aguantarme. Ella colaboró y se abrió, y mi polla entró limpiamente en medio de un gemido suyo. Mientras mi polla entraba y salía de su coño veía sus ojos en blancos por el disfrute; el agua que le caía hasta sus tetas y su movimiento de caderas, mientras mi ritmo iba en aumento.

Después ella misma se apoyó en el grifo y se puso de espaldas a mí mientras abría su coño mojado de nuevo. La embestí por su coño con muchas ganas, quería hacer que gritase de placer y ella, como leyendo mis pensamientos, lo hizo, cosa que me hizo aumentar el ritmo. Cada vez estábamos más calientes por la situación, y un rato después nos corrimos a la vez. Por primera vez me corría dentro de una mujer, y a ella no parecía importarle mucho; porque después de eso, me abrazó y me beso en el cuello y la recibí con gusto.

Cuando salimos de la ducha la tapé con una toalla larga para que no cogiese frío y le pregunte:

-¿Por qué has venido?

-Ayer me quedé con ganas de más.

-Pero si ayer…te violé.-Dije susurrando.

-Es casi normal que lo hicieses…Estaba espiándote y te enfadaste. Pero quería que repitiéramos lo de ayer… bien.

Se levantó y me rodeó con los brazos, abrazándome.

-Quiero que me lleves contigo.

Me separé de ella.

-¿Qué?´

-Quiero irme contigo. Aquí no tengo futuro. No me van a dejar ir a la universidad, me quedaré aquí el resto de mi vida. Quiero irme, y que mejor forma que contigo.

-Si no me conoces… Podría ser cualquiera.

-Me arriesgaré.

Aquello que estaba diciéndome aquella chica no tenía sentido. Nos conocíamos desde hacía un día y además de aquella forma tan incongruente… Era verdad que me gustaba, que era joven y que sería muy buena amante; pero no podía cambiar mi vida por aquella niña que no sabía nada de la vida, habiéndome follado además a su madre antes.

-Te prometo que me lo pienso, ¿vale?-Le mentí para que callara.

Ella sonrió.

Por suerte, mis compañeros no se habían despertado, así que la acompañé hasta la puerta y le dije que a las once me reuniría con ella para darle una respuesta. La joven se fue hacia su casa alegremente.

A las diez y media fui a despedirme de los aldeanos que estaban despiertos, entre ellos Rosario, y les dije que recibirían noticias nuestras, y que si cambiaban de opinión, podían hacerlo en cualquier momento.

Cuando lo tuvimos todo listo montamos en el coche. Conducía José, ya que ni yo ni mi otro compañero teníamos ganas. Cuando dejábamos el pueblo por la carretera principal, a las once, miré atrás y vi allí plantada, esperándome mientras se iban sus esperanzas, a la joven de la que ni siquiera sabía el nombre.

Saezga

Si quisierais hacer algún comentario, no dudéis en hacerlo. Gracias, espero que os guste.