Entre hermanos II

Después de contaros como hice el amor con mi hermana pequeña, en esta ocasión queremos contarnos también como años después conseguí hacer lo mismo con mi otra hermana, iniciando desde ese momento una maravillosa relación entre los tres.

Nota introductoria: Hace ya algunos años que entre mis hermanas y yo escribimos una serie de relatos para contar lo que hacíamos entre nosotros. Por dos razones, primera porque nos daba mucho morbo explicarle a alguien nuestros secretos, aprovechando el anonimato de las redes (coonfieso a mí mucho más que a mis hermanas...). En segundo lugar, aunque disfrutamos muchísimo del sexo entre nosotros y de una relación de amor y cariño muy especial, siempre hemos tenido un pequeño remordimiento que nos dice que lo que hacemos es "raro" o está mal... Cuando escribimos los relatos queríamos que nos escribiera gente diciendo que les había gustado leerlos y que encontraban nuestra relación como algo genial y no como algo malo. Y realmente sois muchos los que lo habéis hecho, así que ¡gracias! Continuaremos publicano los relatos que tenemos, y si tienen buena acogida me animaré a completar alguno más que quedaron inacabados en una carpeta del disco duro... Aquí tenéis nuestro segundo relato:

Entre hermanos II

1.

Era un día de verano como cualquier otro, a principios de un mes de agosto. Quedaba poco para la hora de comer y, junto con mis padres y mis dos hermanas, pasaba un rato de tranquilidad en la piscina de la casa de verano. En un momento dado mi hermana pequeña, Anna, nos dijo que ya había tomado suficiente sol por aquel día y que iba a casa a ducharse y vestirse. Vi como se envolvía con una toalla y salía del recinto de la piscina. Empujado por un súbito deseo, salí de un salto de la piscina, me sequé rápidamente y mascullando que yo también me iba a vestir me dirigí hacia la casa. Subí las escaleras tras mi hermana, la alcancé cuando se disponía a entrar en la ducha y, cogiéndola por la cintura mientras aprovechaba para tocarle el culo por encima del bikini mojado, le pregunté sí podía venir un momento a mi habitación.

Mi hermana me sonrió y dejó que la llevara de la mano hasta la habitación donde, tras cerrar la puerta y arrojar al suelo nuestras toallas, le di un beso en los labios, le quité la parte superior de su bikini negro y empecé a chuparle los pechos, aún húmedos y frescos por el agua de la piscina. Tras un rato de lamer sus bonitas tetas y mordisquear sus pezones, cosa que me pasaría horas enteras haciendo, la llevé hasta mi cama, hice que se sentara en ella y me quité el bañador. Puse mi ya rígida polla a pocos centímetros de su cara y mi hermana, sin dudarlo un segundo, la cogió con la mano y se la metió en la boca. La saboreó con gusto, chupándola dentro de su boca o sacándola para pasar suavemente la lengua por ella, hasta que sin poder aguantar más me aparté de ella, le quité la parte de abajo del bikini y tras pasar un par de veces mi lengua por su precioso coño  me dirigí hacia mi escritorio donde cogí un preservativo de un cajón. Volví hacia donde estaba mi hermana, que se estaba tumbando en la cama mientras me miraba con una sonrisa en la cara, y le di el condón para que me lo pusiera. Cuando lo hubo hecho, me senté en mi cama con la espalda apoyada contra el cabezal mientras ella se colocaba de pie con una pierna a cada lado de mi cuerpo. Cogiéndola por la cintura la fui sentando poco a poco hasta que mi polla tocó sus labios vaginales; entonces la empujé hacia abajo de golpe y penetré en su interior. Colocando sus brazos alrededor de mi cuello, y con los míos acariciando sus tetas, Anna me empezó a cabalgar. Los dos empezamos a gemir de placer, cada vez más fuerte, y sus gemidos aumentaron cuando empecé a chupar sus pechos mientras me la follaba sin parar. Realmente me encanta hacer el amor cuando acabamos de volver de la piscina, con nuestros cuerpos aún húmedos y frescos, acariciar su piel mojada es tremendamente agradable.  Llevábamos unos pocos minutos en esa posición cuando de repente la puerta de mi habitación se abrió y mi otra hermana, Mariona, entró en ella, vestida con su bikini azul y blanco y con una toalla envolviéndole el cuerpo desde poco por debajo de sus pechos..

-         ¡Ya sabía yo que estaríais aquí, si es que sois unos cochinos! – dijo sonriendo y acercándose a nosotros tras cerrar la puerta a sus espaldas.

La miré mientras se acercaba, pero sin hacerle demasiado caso, de modo que ella dejó caer la toalla al suelo y en bikini se acercó todo lo posible a la cama y alargó una mano para manosear los pechos de Anna. Absolutamente excitado, aparté una de mis manos del cuerpo de Anna para poder acariciar el culo de Mariona, toqueteando su cuerpo por encima del bikini aún húmedo. Mientras le toqueteaba el culo y el coño se quitó el sostén, lo que me hizo cambiar de objetivo y mi mano pasó a toquetear sus no muy grandes pero bien formados pechos. Mientras le tocaba y pellizcaba los pechos, a la vez que continuaba haciendo cabalgar a Anna encima de mí, entrando y saliendo de ella, Mariona introdujo los dedos por la goma del bikini y con unos movimientos calculados y sensuales se lo fue bajando poco a poco, permitiéndome contemplar una fabulosa vista de su precioso coño. Excitado al máximo por llevar ya bastante tiempo follándome a Anna, puse la mano tras el culo de Mariona, y mientras aprovechaba para manosearlo sin ninguna ropa entre medio, la fui empujando para aproximarla más a mí y empecé a chupar su coño. No aguanté mucho más, y mientras saboreaba el coño de mi hermana Mariona me corrí dentro de Anna, a la vez que ella estallaba de placer en su propio orgasmo. Tras unos momentos de descanso Anna se levantó de encima de mí y, sin darme tiempo a respirar, Mariona se subió a la cama, quitó el preservativo de mi arrugada polla y sin ningún reparo a pesar de estar aún recubierta de semen, se la introdujo en la boca. Tan bien jugueteaba con la lengua que pronto volvió a estar bien dura, y yo con ganas de más. Así que mientras Mariona me la seguía chupando me tumbé en la cama, hice que Anna se tumbara a mi lado y empezamos a besarnos y a acariciarnos. En un momento dado, agarré una de las manos de Anna e introduje uno de sus dedos en el coño de Mariona, lo que le debió gustar ya que me miró sonriendo y continuó chupando con más ganas aún.

Cuando me sentí preparado me incorporé, pedí a Anna que se tumbara para poder contemplar bien su cuerpo mientras me follaba a su hermana, y coloqué a Mariona a cuatro patas a su lado. Yo me situé de rodillas detrás del precioso culito de mi hermana Mariona, lo toqueteé y chupé un rato, lo acaricié con mi polla hasta llegar a la entrada de su vagina y, tras juguetear un poco con sus labios vaginales, se la metí por el coño. Empecé a moverme hacia delante y atrás, metiendo y sacando mi polla de ella, hasta que de repente Mariona se agachó un poco más y, acercando su boca al coño de Anna, tumbada enfrente de ella, empezó  a lamerlo, cada vez con más ganas al aumentar su excitación cuanto más tiempo me la seguía follando. No había pasado mucho rato cuando noté que su cuerpo se  y empezó a gemir mientras mantenía la lengua dentro del coño de su hermana, lo que fue demasiado para mí y, aunque ya había eyaculado hacía poco, ver como mi hermana le chupaba el coño a nuestra hermana menor,, a la vez que la penetraba mientras podía acariciar su culo, fue demasiado para mí y no tardé en correrme por segunda vez. Sin condón que lo impidiera, mi semen inundó el interior de Mariona. Permanecí todavía un par de minutos dentro de ella, con mi polla cada vez más arrugada sumergida en el líquido con el que había inundado la vagina de mi hermana. Un par de gotas de semen cayeron hacia la cama cuando finalmente le extraje la polla, mientras seguía acariciando ese culo que tanto me gusta, disfrutando de la contemplación de una hermana chupando el coño a la otra, hasta que finalmente Anna se estremeció con su segundo orgasmo y finalmente nos separamos unos de otros. Nos tumbamos a descansar unos instantes, sonriéndonos y comentando lo que acabábamos de hacer, tal como nos gustaba hacer siempre después de nuestras sesiones, y finalmente mis dos hermanas recogieron sus respectivos trajes de baño y toallas y se dirigieron al cuarto de baño antes de que nuestros padres volvieran de la piscina para comer.

2.

Esta escena sucedió este verano, y fue una de nuestras mejores sesiones de sexo que recuerdo, pero ha habido muchas más a lo largo de estos últimos años. Sé que la mayoría de vosotros pensará que son fantasías e invenciones, creo que yo pensaría lo mismo si un día leyera una historia como ésta. Pero si alguien ha tenido la ocasión de practicar y disfrutar de este tipo de sexo, espero que me crea y disfrute con la lectura. Habrá quien se escandalice o piense que es antinatural hacer algo así, que nuestra relación como hermanos se deteriorará debido a esta situación. Pero yo creo que en realidad, el haber compartido nuestros cuerpos ha hecho que nos tengamos un cariño muy especial entre nosotros, es cierto que hemos pensado bastante sobre si lo que estábamos haciendo podría algún día perjudicar nuestra relación, pero hemos decidido que lo único que puede hacer es conseguir que estemos siempre mucho más unidos gracias al secreto que compartimos y con el que gozamos juntos.

Me presentaré, me llamo Pep y tengo 27 años. Tengo dos hermanas menores, Anna, la pequeña, de 23 años cumplidos hace poco, y Mariona, que tiene 24 aunque cumplirá los 25 dentro de pocos días. Anna ya se ha presentado al escribir su relato: es guapa, de metro sesenta y cinco, aproximadamente, tiene el pelo oscuro y liso a la altura de los hombros, ojos oscuros, unos pechos preciosos grandes, bien puestos y con pezones pequeños, un culo pequeño y redondo y piel muy suave. Su coño es pequeño y cerrado, sin que le sobresalga de los labios vaginales, y con un poco de pelo castaño oscuro muy fino en la parte superior, exactamente como a mí me encantan. Sinceramente, he tenido mucha suerte con mis dos hermanas: Anna tiene lo que para mí son los pechos ideales en una chica, Mariona el tipo de culo que a mí me vuelve loco, y las dos tienen los coños más bonitos que he visto nunca. Pero continúo, Mariona es casi dos años mayor que Anna, es unos tres centímetros más alta y tiene los mismos ojos que su hermana y el pelo castaño claro, ligeramente ondulado, y lo lleva un poco más largo, ya que le llega más debajo de los hombros, hasta un poco por encima de sus pechos. Tiene los pechos más pequeños que su hermana, redondos y con unos pezones casi iguales a ella. Pero a cambio tiene un culo más hermoso: con las caderas más anchas, es más grande que el de Anna, y aunque para ella es un poco demasiado grande, es un culito con el que había soñado muchas veces, especialmente cuando Mariona iba en bikini y se le apreciaba claramente…

Para hacer el amor, son bastante diferentes. A Anna me la follé cuando todavía era una niña, y conozco perfectamente todos sus gustos, sus necesidades, lo que le excita o lo que le gusta hacer. Sé que disfrutó mucho en nuestras sesiones de sexo de niños, así como también desde que Mariona se unió a nuestras sesiones, pero creo que está más cómoda cuando sólo lo hacemos ella y yo, por lo que de vez en cuando aprovecho momentos en que Mariona no está para tener un poco de sexo a solas y recordar nuestros primeros tiempos. Como digo le encanta tener sexo conmigo, pero ella casi nunca me propone nuevas posturas o probar nuevos sitios donde hacerlo, no me cuenta fantasías que quiera hacer realidad, y muy pocas veces es ella quien me ha buscado a mi para tener un rato de sexo. Casi siempre soy yo el que se lo he de proponer a ella, y el que tiene que llevar la iniciativa en todo momento. Ella siempre acepta con gusto lo que le pido, y disfruta enormemente, pero no le gusta llevar la voz cantante sino que siempre me dice que disfruta más dejándose llevar. Mariona, en cambio, es mucho más desinhibida, activa, muchas veces es ella quien me viene a buscar pidiéndome que le haga el amor, la que toma la iniciativa escogiendo posturas o lugares, y le gusta que nos contemos fantasías que luego intentamos llevar a cabo. En general es mucho más activa, y no le gusta estar tanto rato en una misma posición como a su hermana; Anna disfruta teniendo sexo de forma tranquila, despacio, sin cambiar de posición en todo el rato; Mariona también puede disfrutar de una sesión así, pero normalmente quiere más marcha, cambiar de posiciones con más frecuencia, se mueve más mientras me la follo,… En realidad me gusta que sean así, follar con una es muy distinto a hacerlo con la otra, y cuando están las dos juntas hacen una pareja muy variada e interesante.

Mis hermanas también tienen sexo entre ellas, aunque muy pocas veces lo han hecho sin estar yo presente, ya que a Anna no suele apetecerle. A Mariona si le encanta: disfruta del cuerpo de su hermana casi tanto como yo. Durante nuestras relaciones entre los tres, aprovecha cualquier oportunidad para tocar o chupar el cuerpo de Anna, especialmente mientras yo la estoy penetrando. Anna no tiene reparos en que Mariona lo haga con ella, y llega fácilmente al orgasmo cuando le chupa el coño, y aunque no le desagrada hacerlo, se la ve ligeramente incómoda cuando es ella la que tiene que darle sexo oral a su hermana.

Físicamente, si tuviera que escoger sólo a una, creo que me quedaría con Mariona, aunque sería una elección muy difícil puesto que ambas son muy guapas y con unos cuerpos preciosos. Pero Mariona tiene algo que no sé definir pero que me vuelve loco cuando la tengo desnuda en mis brazos. Cuando la veo vestida, no puedo  dejar de fijarme en cómo se marca su precioso culo con la ropa que lleva, e invariablemente entonces me entran unas ganas enormes de desnudarla y dejar que me lleve hasta el éxtasis con las ganas de sexo que siempre tiene. No es que a Anna la desee menos, también adoro tener su cuerpo de piel suave en mis manos y disfruto enormemente con nuestras más tranquilas sesiones de sexo, pero no siento ese impulso de sexo salvaje que noto cuando tengo a Mariona. Pero Anna es muy especial para mí: disfruté de su cuerpo cuando todavía era una niña, y he tenido la suerte de poder tenerlo cuando año tras año se iba convirtiendo en una mujer. A ella la inicié en el sexo cuando sólo sentía poco más que una infantil curiosidad por él (Mariona ya sabía lo que era tener ganas de sexo cuando le hice el amor por primera vez), maduró sexualmente conmigo, por lo que conozco perfectamente todos sus gustos, deseos y necesidades, sé en todo momento lo que le puede gustar, lo que desea en cada preciso instante y sé cómo dárselo, mientras que Mariona no es tan restrictiva, conozco sus preferencias y mayores deseos pero cuando tiene ganas de sexo no le importa mucho como lo hagamos, siempre que no sea aburrido ni repetitivo. Además, aunque no lo hace con frecuencia, Mariona alguna vez ha dejado que me corriera dentro de su boca, mostrándome como se lo tragaba todo. No le gusta demasiado, pero no le da asco hacerlo y algunas veces como digo me ha recompensado de esta forma si le he dado buenos orgasmos, puesto que sabe lo mucho que me excita poder correrme en su boca. A Anna, en cambio, le da mucho reparo hacer esto. La primera noche que me la follé, lo hice sin avisarle aunque se la saqué enseguida y trató de no tragarse nada. Años más tarde, tras mucho pedírselo, me dejó que lo hiciera de nuevo pero volvió a darle asco y no se lo volví a pedir de nuevo. De todas formas ya hace muchas otras cosas que me dan placer, y a mí me importa mucho que mis hermanas disfruten cuando les doy sexo. Y además, ya está Mariona que me lo permite de vez en cuando.

Perdonad si me he enrollado demasiado, pero quería intentar explicar cuál es mi relación exacta con mis hermanas antes de empezar a narrar mi historia. Anna ya os ha contado la primera vez que hicimos el amor, yo quiero explicaros como conseguí hacerlo también Mariona. Cuando conseguí follarme a Anna, yo tenía 16 años, Anna acababa de cumplir 12 y Mariona aún le quedaban unas pocas semanas para los 14. Yo ya llevaba unos años masturbándome y pensando en chicas, y lógicamente ardía en deseos de poder contemplar un cuerpo femenino desnudo, por lo que consecuentemente me fijaba en los de mis dos bonitas hermanas siempre que iban en bañador, pijama, etc. Alguna vez había irrumpido en su habitación cuando se estaban cambiando con alguna excusa tonta, y había podido ver fugaces visiones de algunas partes de ellas, pero eso tan solo me dejaba con ganas de más. Había pasado largas horas de noche mi cama elaborando planes para esconderme en su habitación, incluso una vez entré mientras dormían y conseguí bajarle un poco los pantalones a Anna, pero se medio despertó de golpe y tuve que volver a mi habitación a toda prisa, empalmado y excitado. Hasta que una noche me quedé en casa solo con Anna, y ella pasó por delante de mí con su pijama corto. En un impulso irrefrenable le bajé el pantalón para poder contemplar su culito, mientras reía para simular que lo había hecho sólo como broma, sin ningún tipo de deseo oculto. Pero me excité tanto al verla taparse apresuradamente que, sin pensarlo ni un momento, sin haberlo planeado previamente, le pedí si quería que nos desnudáramos juntos.

El resultado ya lo conocéis, y desde aquella noche pude disfrutar de exactamente lo que llevaba tanto tiempo soñando. Al principio sólo pensaba en el cuerpo de Anna, en probar nuevas formas de disfrutar del sexo con ella, pero poco a poco empecé a desear también el cuerpo de Mariona, más maduro y formado que el de su hermana pequeña. Pero a Anna la convencí de desnudarse conmigo aprovechando su curiosidad e inocencia infantiles, mientras que Mariona era mayor y bastante más madura y no sabía cómo proponérselo, así que no lo intenté seriamente y me limité a disfrutar de mi especial relación con Anna, que poco a poco iba cambiando para convertirse en mujer.

A los 19 años, tres años después de empezar a tener sexo con Anna, ella tenía ya 15 y seguíamos disfrutando juntos como antes. Pero Mariona cumplió 17 años y con un cuerpo ya perfectamente formado y precioso volví a tener un renovado apetito por poder contemplarla desnuda. Empecé a pensar en planes para poder follarme a Mariona tal y como lo hacía ya con Anna, fantaseando también con la posibilidad de poder, más adelante, hacerlo con las dos al mismo tiempo. Pero el problema volvía a ser el mismo, no sabía cómo abordar a Mariona para que aceptara mis planes. Al principio no le dije nada a Anna de mis deseos, porque no sabía si le parecería bien compartir cama con su hermana o reaccionaría con celos, pero un día que estábamos tumbados desnudos en su cama, charlando como hacíamos siempre que podíamos después de un buen rato de sexo, le comenté que la próxima vez podíamos convencer a Mariona para que se uniese a nosotros y participara de nuestro secreto. Aunque lo dije con un tono de broma para poder decir que no iba en serio si Anna reaccionaba de forma celosa. Pero ella ya no era tan inocente como aquella noche tres años atrás, y en seguida se dio cuenta de cuales eran mis verdaderos deseos.

-         Vale, si quieres… ¿Te gustaría follarte también a Mariona? – me preguntó de golpe

-         Bueno, yo…

-         No me digas que no – dijo con una pícara sonrisa – he visto como le miras siempre el culo, y cuando estamos en la piscina no le quitas un ojo de encima. ¿Creías que no me daba cuenta?

-         Pues no sé, supongo que sí, me gustaría hacerlo también con ella. ¿A ti no te importa?

-         ¿Por qué me tendría que importar? No soy tu novia, y así no tendremos que escondernos más de ella para hacerlo, ¿no?

-         Pues sí, la verdad es que me encantaría estar con las dos, pero no sé  de qué manera se lo podría pedir…

Continuamos charlando sobre el tema un buen rato, pensando en la manera de abordar a Mariona y contarle nuestro secreto, pero sin que se nos acudiera cómo. Anna propuso que ella podría decirle algo, pero no sabíamos cómo hacerlo para saber si Mariona estaba o no de acuerdo en jugar con nosotros sin tener que explicarle demasiado, ya que si no aceptaba tener sexo conmigo no quería que entonces supiera que Anna y yo sí lo hacíamos. Estuve pensándolo durante unos días, hasta que finalmente un plan se fue formando en mi cabeza. Se lo comenté a Anna y lo encontró perfecto. Era el tiempo en que internet empezaba a crecer de forma doméstica, y desde hacía pocas semanas podíamos conectarnos con el ordenador desde casa (vía módem, por supuesto), así que pensé en aprovechar la oportunidad de charlar con Mariona sin que ella supiera que era yo. Finalmente  un día le envié un e-mail haciéndome pasar por una chica de 17 años llamada Sara, que había encontrado la dirección de Mariona en un correo conjunto y que cómo estaba aburrida y justo empezaba a aprender a usar internet, había pensado en escribirle algo para hacer mi primera amiga virtual. Escribí un par de detalles más sobre mi ficticia vida y le envié el correo a Mariona, esperando que a ella le interesase la posibilidad de charlar con alguien. Estuvimos esperando nerviosos durante un par de días, pero al final recibí un mail de Mariona a la supuesta Sara, saludándola, contándole un par de cosas como que ella también tenía 17 años, etc, y diciéndole que yo era la primera persona que le escribía a esa dirección de correo y que le parecería perfecto tener una amiga virtual y poder seguir charlando y conociéndonos. Excitadísimo porque mi plan empezaba a funcionar, le volví a escribir contándole más cosas, y recibiendo sus respuestas a todos mis mensajes en los días siguientes. Charlamos de varias cosas intrascendentes, hasta que al final empezamos a tocar el tema de los chicos y del sexo (ahí fue cuando me enteré de que todavía era virgen). En ese punto le dije que sobre ese tema tenía un secreto que no había contado nunca a nadie, pero que debido a la confianza que ya nos teníamos y que gracias al anonimato de que no sabíamos realmente quien era la una y a otra, me gustaría contárselo para saber qué opinaba otra persona sobre ello. Y le dije que hacía años que practicaba el sexo con mi hermano mayor, con la emoción de pensar que por fin iba a saber que pensaba Mariona de tener una relación como esa.

Su mail de respuesta se hizo rogar dos o tres días, pero al fin me respondió exactamente como yo deseaba que hiciera. No se mostró escandalizada ni mucho menos, sino que con curiosidad me preguntó muchas cosas sobre qué hacíamos exactamente, como empezamos, etc. En un extenso mail le conté la historia de mi primera relación con Anna, le expliqué muchas otras que habíamos tenido, lo que sentíamos al hacerlo, etc. Ella seguía mostrando sorpresa y curiosidad pero no noté nada de repulsa por ese acto, de modo que fui directo y le pregunté si ella no tenía ningún hermano o primo mayor y si no había sentido nunca ese deseo. Me dijo que sí que tenía un hermano dos años mayor que ella, y que años atrás se había preguntado algunas veces cómo sería su cuerpo, pero que no había pasado de ahí. Yo fui al grano, y le pregunté si le gustaría hacerlo con su hermano si éste se lo proponía, tal como había hecho el mío conmigo. Su respuesta fue un poco vaga, no me decía que se negaría a desnudarse juntos, pero no estaba muy segura con lo de follar, y que tampoco sabía sí su hermano querría se habría fijado alguna vez con ella. Yo le contesté que, por experiencia, sabía que podía estar completamente segura que su hermano la habría mirado con atención siempre que la hubiera visto en pijama o bañador, pero que podía hacer una prueba sí quería. Basta con que un día pasara por delante de su hermano llevando algo que  mostrara parte de su cuerpo y se fijara en si él la miraba o no. Esa misma noche, mientras estábamos sentados en el sofá viendo la televisión, Mariona aprovechó una pausa por publicidad para ir a su habitación y volver con un pijama corto puesto. Se sentó justo a mi lado y estiró las piernas desnudas sobre la mesa del café. Me pasé toda la velada mirándole “disimuladamente” sus bonitas piernas, y mirando a Anna con una sonrisa de “lo conseguimos”. Al día siguiente tenía un nuevo mail de Mariona: decía que efectivamente, su hermano la había estado mirando todo el rato y que había pasado toda la noche fantaseando con la idea de tener sexo con él. Entonces, le solté la “bomba”: le dije que en realidad yo era su hermano, que todas las historias que le habíamos contado de sexo eran auténticas, y que las habíamos escrito sólo para saber si estaba de acuerdo en unirse a nosotros.

No esperé respuesta. Por la noche, esperé a que Mariona se fuera un rato al ordenador, y cuando estuve seguro de que ya habría leído el correo, entré en la habitación y tras cerrar la puerta le dije hola. Ella se giró y me miró sin decir nada más que otro hola.

-         ¿Bueno, quieres hacerlo, entonces?

-         ¿De verdad que Anna y tú hacéis el amor?

-         Sí, todo es verdad. ¿Te gustaría verlo?

-         Sí, vale – dijo tras una pausa.

Estaba tan emocionado por haberlo finalmente conseguido que me acerqué a ella y le di un beso en los labios, que eran cálidos y tenía entreabiertos. No me respondió, pero tampoco hizo nada por apartarse, y se me quedó mirando con cara aún de sorpresa. La dejé sola y no dijimos nada más del tema en lo que quedaba de noche, pero al día siguiente nuestros padres trabajaban mientras nosotros teníamos ya vacaciones de verano al ser finales de junio, de modo que quedamos en que tan pronto me despertara por la mañana me presentaría en su habitación.

3.

Esa noche me costó mucho dormir, debido a la excitación de que por fin podría contemplar y tocar el tan soñado cuerpo de Mariona, de modo que por la mañana siguiente me levanté un poco más tarde de lo que quería. Cuando entré en el cuarto de mis hermanas, ellas ya estaban despiertas, y se encontraban sentadas con las piernas cruzadas en la cama de Mariona charlando. Les dije hola y me senté entre las dos, pero enfrente de ellas para poder verlas bien.

-         ¿De qué hablabais?

-         Nada, le contaba cosas a Mariona – dijo Anna

-         Es que todavía me parece increíble lo que hacéis – dijo Mariona, mirándome - ¿No os parece raro?

  • No, que va, al contrario. Nos encanta, lo pasamos bien, y tenemos un secreto que nos une para siempre. Te lo recomiendo – le dije con una sonrisa - Bueno Mariona, entonces, ¿te apuntas?

-         Vale – dijo algo tímidamente

Sin esperar más, alargué una mano y empecé a acariciar la pierna de Mariona, mientras con la otra mano hacía lo mismo con Anna. Anna llevaba un pijama corto de color blanco y Mariona, por suerte, llevaba su pijama que más me gustaba: una camisa de dormir muy corta (cuando estaba de pie le caía a tan solo un dedo por debajo de las braguitas), a rayas blancas y azul cielo, y con unas mangas muy cortas). Me excitaba mucho cada vez que a veía por casa con él, y se lo dije. Me contestó con una sonrisa, pero sus ojos estaban fijos en mi mano que se encontraba ya sobre su muslo. Empecé a tocar los pechos de Anna por sobre su pijama, y al poco coloqué mi otra mano encima de los de Mariona, mientras que le pedía que hiciera lo mismo que Anna, que ya me estaba toqueteando la polla por encima del pantalón corto de mi pijama. Mariona hizo lo que le pedí y de forma bastante tímida empezó a tocarme, pero veía que se encontraba un poco incómoda, por lo que le pregunté si para empezar prefería mirar como yo me follaba a Anna. Aceptó con bastante alivio, así que siguiendo mis indicaciones se sentó a los pies de la cama con las piernas cruzadas mientras Anna y yo nos poníamos cómodos en el centro de la misma. Le quité el pijama a Anna, le di un buen beso en los labios, y empecé a chuparle las tetas, para, al cabo de poco, tumbarla boca arriba y darle una buena sesión de lamida de coño. Sentía la polla a punto de estallar, de modo que dejé que Anna me quitara el pijama y me tumbé boca arriba delante de Mariona, que me miró la polla desnuda con unos ojos como platos. Anna se tumbó a un lado y me la empezó a chupar. Mariona no se perdía detalle de nuestra escena, lo que me excitaba profundamente. Al cabo de poco rato me incorporé, rescaté un condón de mi pijama abandonado, y se lo di a Mariona por si quería ponérmelo.

Mariona me cogió la polla tímidamente y tras un par de intentos me colocó el condón, y cuando estuve preparado me tumbé en la cama de nuevo delante de ella. La dije a Anna que se colocara de forma que Mariona pudiera ver bien la penetración, por lo que se sentó encima mío dándome la espalda, inclinada hacia atrás y colocando sus pies sobre mis piernas, por lo que quedó totalmente abierta de piernas delante de Mariona, ofreciéndole una maravillosa vista de su coño. Ya listos, Anna me cogió la polla con una mano,  lentamente se lo introdujo en su interior y empezamos a movernos.

-         ¡Sí, Anna, fóllame bien que Mariona nos está mirando! ¡Así, así, muévete así, oh que gusto! – Anna no decía nada, tan sólo gemía - ¿Qué tal, Mariona? ¿Te gusta mirar? ¡Prepárate que luego te follaré a ti!

Mariona nos miraba atentamente, con los ojos fijos en mi polla que entraba y salía del coño de Anna. No pasamos demasiado rato cabalgando, puesto que mi excitación por estar follándome a Anna delante de Mariona era tan fuerte que en pocos minutos tuve un fuerte orgasmo y me corrí dentro de Anna. Tras descansar un rato dentro de ella, me saqué el condón, lo tiré a la papelera con un pañuelo de papel y me acerqué a Mariona.

-         Bueno qué, ¿te ha gustado? Ahora de toca a ti, ¿estás lista?

-         Sí – dijo, nerviosa pero con un tono de voz que denotaba también bastante excitación

De modo que la acerqué a mí mientras que Anna ocupaba su lugar sentada al pie de la cama. Acaricié a Mariona por encima de su camisón de dormir y la besé en la cara y los labios, e iba a desnudarla cuando recordé todas las fantasías que había tenido cada vez que la veía con ese camisón que me gustaba tanto. Así que en lugar de quitarle la ropa, metí las manos por debajo y suavemente le quité las braguitas. Luego, me tumbé boca abajo y la senté a ella encima. Mi polla se encontraba debajo de su camisón, tocando esas partes de ella que iba a penetrar en breve sin haberlas visto nunca, cosa que me excitaba mucho. Rápidamente, sin darle tiempo a que pudiera echarse atrás, ya que todavía se la veía un poco incómoda con la situación, dirigí la polla con la mano hacia su abertura y sujetándola por la cintura empecé a empujar hacia arriba. Sabía que Mariona llevaba unos meses tomando anticonceptivos por prescripción médica a causa de unos problemas que tenía con la menstruación, de modo que no tenía que preocuparme por usar condón, como en mis antiguos tiempos con Anna. Cuando empezó a gemir de dolor, en lugar de detenerme di un par de empujones todavía más fuertes, y con el tercero noté que algo me dejaba paso y me encontré por fin en el interior de mi hermana. Me quedé quieto unos segundos, mientras a ella se le pasaban los últimos pinchazos de dolor, y entonces empecé a moverme lentamente, subiendo y bajando, entrando y sacando mi polla del interior del coño de Mariona. Mientras, mis manos no paraban quitas, acariciándole las piernas desnudas, y tocándole los pechos y el culo a través del camisón. Mariona pronto empezó a gemir, y entonces yo aumenté la fuerza de mis embestidas.

-         ¡Oh sí, Mariona, por fin te estoy follando, no sabes cuánto he deseado este momento! ¡Dime que te gusta, que te encanta que tu hermano te esté haciendo el amor!

-         ¡Sí, me gusta, me gusta cómo me follas, continúa, continúa!

Sujetándola por la espalda, hice que se inclinara hasta que nuestras caras se acercaron. Le recorrí toda la cara con la lengua, y cuando mis labios se posaron en los suyos la encontré mucho más dispuesta de lo que había estado Anna la primera vez que me la había follado. Así, me besó con gusto, entrelazando nuestras lenguas y besándome todo el rostro, hasta que en un momento en que nuestros labios seguían juntos, empezó a estremecerse y a gemir en el primer orgasmo que yo le daba. Como yo había eyaculado en Anna hacía poco todavía no estaba listo, de modo que seguí moviéndome dentro de ella durante un rato más, hasta que decidí cambiar un poco. La puse a cuatro patas, con la cara apoyada sobre la cama, y apartando un poco su camisón, pero sin mirar lo que había debajo, volví a penetrarla, mientras mis manos sujetaban y tocaban por encima de la ropa ese culo tan deseado. No pudiendo esperar más, le subí un poco el camisón para dejar a la vista su bonito culo, que besé con pasión mientras la seguía penetrando. Tras unos pocos minutos en esa posición la hice tumbar de lado, y tras echar una ojeada a Anna, que seguía sentada desnuda a los pies de la cama, con una sonrisita en la cara y una mano toqueteándose el coño mientras nos miraba, me estiré panza arriba a su lado, cogí su mano y la acerqué a mi polla. Empezó a hacerme una paja sin tener que pedirle nada, y contemplar a Mariona en camisón de dormir haciéndome una paja mientras que Anna, desnuda nos observaba, fue una imagen que no olvidaré nunca.

Con una mano iba acariciando el rostro y el bonito pelo rizado de Mariona, y al cabo de unos instantes le pedí que me la chupara. Sin hacérselo rogar dos veces, se inclinó hacia mí y se metió la polla en la boca. Sinceramente hay que reconocer que lo hacía mucho mejor que Anna en su primera vez. Su timidez inicial parecía haber desaparecido con su primer orgasmo, y ahora se mostraba suelta y con ganas. Me hizo una fantástica mamada si tener que pedirle nada, chupando con la boca y lamiendo sólo con su lengua de forma intermitentemente, mientras yo pasaba una mano bajo su camisón, tocando su culo, y su coño por primera vez sin la barrera de la ropa. Cuando le metí un dedo en el coño, Mariona aumentó el ritmo de su mamada, y como creí estar cerca de la eyaculación le pedí que se tumbara boca abajo y rápidamente me tumbé encima y la penetré de nuevo. Con unas pocas embestidas sentí llegar el placer, por lo que acerqué mi cara a la suya y mientras que la besaba, mi semen explotó en su interior. Ella tuvo un segundo orgasmo en ese momento, y sus gemidos acompañaron a los míos, de modo que permanecí dentro de ella, con mi polla sumergida en mi propio semen que inundaba la vagina de Mariona, hasta que también se hubo relajado.

-         Bueno Mariona, ¿qué te ha parecido? – le pregunté

-         Ha sido genial – contestó entre jadeos, sonriendo

-         Y a ti, Anna, ¿qué te ha parecido?

-         Muy excitante, porno en directo, lo has hecho muy bien, Mariona

-         A mí también me ha gustado mucho, pero Mariona – dije – creo que ha llegado el momento de que te vea desnuda. Me muero de ganas de ver el cuerpo que he penetrado, y no sé si te habrás dado nunca cuenta, pero estoy loco por tu culito, nunca puedo dejar de mirarlo.

Mariona se sonrojó un poco e iba a quitarse el camisón cuando la detuve, ya que deseaba hacerlo yo. Así que lo sujeté por la parte de abajo se lo fui subiendo poco a poco, desvelándome un coño precioso y bien formado con un poco de pelo suave, como el de su hermana, y unos pechos algo pequeños pero redondos y bien formados, con unos pezones pequeños y rosados tan apetecibles como los de su hermana Anna que tanto me gustaba chupar. Hice que se levantara para poder mirarla bien, y al final se dio la vuelta, pudiendo contemplar, por fin, su culito, tan bonito en la realidad como era en mis sueños. Fue a lavarse y al volver se sentó de nuevo en la cama y pasamos un rato los tres juntos, con nuestras pieles desnudas en contacto, charlando y toqueteándonos con los dedos. Hablamos sobre todo de Mariona, de qué le había parecido,… Pasado un buen rato le ofrecí un poco de sexo oral, que aceptó con gusto ya que todavía no se lo había hecho. Se tumbó boca arriba y pasé unos buenos minutos saboreando con la lengua su delicado coño, mientras ella se estremecía y gemía. Con la práctica conseguida con las innumerables veces que le había chupado el coño a Anna, continué lamiendo e introduciendo un par de dedos hasta que por fin Mariona empezó a estremecerse y, con mi cara enterrada entre sus piernas, tuvo un fuerte orgasmo.

Tras un breve descanso, pensé que ya estaba preparada para nuestro primer trío, por lo que les pedí que se pusieran ambas de cuatro patas, una al lado de la otra, me coloqué detrás de ellas y empecé a besar sus culos y coños. Finalmente, contemplando el bonito espectáculo que era tener a sus culos desnudos uno al lado del otro dispuestos para mí, agarré a Anna por la cintura y la penetré. Empujé unas cuantas veces, y entonces salí de ella y entré en el coño de Mariona, de donde me metí y salí unas cuantas veces hasta volver a repetir con Anna otra vez. Continué de esta forma, follándome a las dos intermitentemente a la vez que les acariciaba los culos mientras ellas casi gritaban de placer, hasta que al cabo de un rato, las empujé por la espalda para obligarlas a inclinar sus cabezas hasta tocar la cama, quedando una a pocos centímetros de la otra y de forma que sus culos quedaban más pronunciados y podía ver mejor sus coños abiertos hacia mí. Continué como antes, follándome ahora a Mariona, ahora a Anna, hasta que al cabo de unos largos minutos se me ocurrió hacerles juntar todavía más sus cabezas hasta que casi se tocaron. No aguanté mucho rato estar follándome a mis dos hermanas, contemplando sus preciosos culos, mientras sus caritas excitadas por el momento estaban tan cerca que casi se rozaban, así que cuando noté que el orgasmo me rondaba salí de ellas, las hice tumbar boca arriba una al lado de otra y tras pajearme durante unos segundos estallé de placer, apuntando mi chorro de semen hacia sus vientres y pechos, y acabando en la cara de Mariona, que todavía no lo había probado. No pareció gustarle mucho esto último, pero cerró los ojos y no intentó levantarse. Exhausto, me hice un hueco entre mis hermanas mojadas con mi semen, mientras Mariona se apartaba toda la cantidad de líquido blancuzco de la cara como podía con la mano, que se limpiaba en la pierna.

-         Perdona por esto último, Mariona, pero no he podido aguantar la tentación.

-         No te quejes, hermanita – le dijo Anna riendo – A mí la primera vez se me corrió dentro de la boca…

-         Es verdad – corroboré yo – esto todavía tengo que hacértelo a ti, Mariona

-         Creo que paso – dijo – pero todo lo demás ha estado muy bien. No me extraña que os guste tanto follar como decís, a partir de ahora vas a tener que hacérmelo cada día…

-         Con mucho gusto – contesté – todavía hay muchas cosas que me gustaría hacerte. Bueno, a las dos – corregí ante la mirada fruncida que Anna me dirigió.

Nos dirigimos juntos al baño, y nos metimos los tres juntos en la bañera. Nos llenamos las manos de jabón y estuvimos frotándonos y limpiándonos unos a otros hasta que todo el sudor y semen desapareció de nuestros cuerpos. Abrimos el agua y, juntos bajo su chorro, empezamos a tocarnos para hacernos desaparecer el jabón y por el placer que me producía tocar sus suaves pieles chorreantes de agua. Tan excitante era la escena que, aunque ya me había corrido tres veces en poco rato, volví a sentir el deseo dentro de mí. Sin decir nada, agarré a Anna por la cintura, la acerqué a mí todo lo que pude, y bajo el chorro de caliente agua la penetré de nuevo. Empecé a empujar arriba y abajo, entrando y saliendo de nuevo de su mojado coñito, mientras mis manos, que no podían estar quietas, no dejaban de toquetear su culo y sus pechos húmedos, con sus pezones otra vez duros. Mientras, Mariona se encontraba detrás de ella, acariciándole la espalda y alargando sus manos hasta tocarle los pechos, lo que me excitaba todavía más. Noté su orgasmo al cabo de un rato, pero a mí todavía me faltaba bastante para llegar a él, de modo que cuando dejó de estremecerse salí de ella, le di un beso y agarré a Mariona para el siguiente asalto.

-         Tu turno – le dije mientras que le hacía dar la vuelta para que quedara de espaldas a mí, con su tan deseado y ahora mojado culo justo enfrente de mí, que no pude dejar de tocar.

-         Vaya, pues va a ser verdad que te encanta mi culo – me dijo Mariona con una sonrisa

-         Me encanta, es realmente precioso

-         Oye, ¿y el mío qué? – protestó Anna, haciendo morritos.

-         El tuyo también, pero es que ya sabes que el de Mariona me encanta desde hace mucho. Pero tranquila, no te enfades, que a cambio ya te he dicho muchas veces que tienes unas tetas preciosas, si es que cuando me pongo a chuparlas nunca puedo parar…

-         Bueno, si es así, entonces puedes mirarle el culo a Mariona todas las veces que quieras. Y por cierto, tu polla también es preciosa. ¿Verdad, Mariona?

-         Pues sí, la verdad es que me ha gustado mucho sentirla moverse dentro de mí…

-         Vaya, pues gracias a las dos, os aseguro que la tendréis muchas más veces, y siempre que queráis. Pero no nos despistemos, que hay trabajo que hacer…

Y diciendo esto agarré a Mariona por la cintura, la acerqué de espaldas a mí, y la penetré desde atrás. Volvía a moverme, entrando y saliendo de ella, notando sus suaves y mojadas nalgas apretarse contra mi vientre. Hundí la cara en su rizada y ahora mojada melena, sintiendo su olor y calidez y escuchando de cerca los gemidos de placer que emitía, mientras que mis manos acariciaban sus pechos y pellizcaban sus duros pezones, y bajaban por su vientre hasta llegar a su coño, donde pude comprobar de forma táctil como mi polla se hundía en ella. Con una idea repentina, indiqué a Anna que se pusiera enfrente de ella y estiré los brazos hasta poder rodear su culo y hacer que se abrazara lo máximo posible a Mariona, de modo que quedamos los tres entrelazados, con Mariona siendo abrazada por Anna,  sus pechos y sus coños en contacto, sus caras casi tocándose, y yo abrazado a ella por detrás mientras la penetraba. Empecé a besar a Mariona en la nuca, detrás de la oreja, en la mejilla, y a Anna en los labios por detrás de la cabeza de Mariona, mientras seguía notando el contacto del culo de Mariona contra mi vientre y el calor de su vagina en mi polla. Por suerte, tras tres eyaculaciones estaba agotado, por lo que pude aguantar mucho rato es esa fabulosa posición. Mariona explotó en un nuevo orgasmo, abrazada a Anna con fuerza mientras se estremecía de placer, y yo continué entrando y saliendo para prolongarle todo lo posible sus momentos de placer. Al final, con la polla ya dolorida de tanto esfuerzo y sintiendo que en breve expulsaría una nueva oleada de líquido, salí de Mariona y les indiqué que se pusieran de rodillas a mis pies. Lo hicieron y, juntando sus cabezas, les acerqué la polla. La manosearon un rato las dos a la vez, hasta que a final Mariona se la metió en la boca. La chupó un poco y luego se la pasó a Anna, que la lamió unos segundos hasta devolvérsela a Mariona. Sus dos lenguas recorrían mi miembro, encontrándose en la punta y jugueteando un poco antes de volver a introducírsela en la boca de alguna de las dos. Aguanté bastante rato más, aunque no tanto como me hubiera gustado vista la situación de mis dos hermanas chupándomela al mismo tiempo. Cuando sentí que no podía aguantar más, la saqué de la boca de Anna, que es quien la tenía en ese momento, y dejé que sus dos manos me siguieran masturbando hasta que con una oleada de intenso placer expulsé un chorro de caliente semen en dirección a sus caras. Anna cerró los ojos y la boca y aguantó el chorro de semen sin moverse, pero Mariona siguió con la vista como el caliente líquido mojaba su rostro y después, abriendo la boca, colocó la punta de la polla sobre sus labios para que lo que quedaba de líquido dentro de mi acabase dentro de su boca. Cuando acabé sonrió, sacó la lengua para que viera todo el semen que contenía, y se lo tragó.

-         Jo Mariona, al final resultará que eres toda una guarrilla – dije con una sonrisa.

-         Qué va, sólo me lo he pasado muy bien y quería hacer lo que antes me has dicho que te gustaría. Pero no te acostumbres, no me ha gustado mucho y no pienso hacértelo muy a menudo. Sólo cuando te lo merezcas – añadió con una sonrisa.

Intenté alargar todo lo posible la visión de mis dos hermanas pequeñas arrodilladas a mis pies con las caras inundadas por mi semen, pero al final dejé que se levantaran para limpiarse una vez más. Anna me echó de la bañera, porque dijo que estaba tan salido que si no volvería a metérsela a alguna de las dos y no acabaríamos nunca, aunque no me importó hacerlo porque mientras me secaba con la toalla pude disfrutar de la visión de mis dos hermanas desnudas en la bañera, duchándose juntas. Se pasaron jabón, se lo quitaron con la ducha, y al salir me encontraron a mí que, caballerosamente, les envolví a la vez con una toalla seca y las froté hasta que se secaron por completo. Ya limpios, volvimos a la habitación a rescatar nuestros pijamas, nos vestimos y cada uno continuó en día con lo que tenía que hacer.

Y esta es la historia de la primera vez que me follé a Mariona y pude disfrutar de los cuerpos desnudos de mis dos hermanas al mismo tiempo. Sé que puede costar de creer, pero os aseguro que todo lo contado es absolutamente cierto. Mis hermanas han leído la historia para ayudarme a recordar detalles, y me ha gustado mucho escribir y recordar ese día. Espero que vosotros también hayáis disfrutado leyéndola. Mariona dice que a ella también le gustaría escribir algún relato desde su punto de vista, por lo que muy pronto tendréis alguno más disponible. Y me despediré diciendo lo mismo que contó Anna en su historia: que nos encantaría que la gente que haya leído este relato nos escribiese a marionaianna@yahoo.es para contarnos que le ha parecido la historia, explicar experiencias suyas, etc, y nos encantaría conocer a gente que también sepa de lo que es disfrutar del sexo en compañía de sus hermanos. Sobre todo, a mí me gustaría que me escribiese alguna chica a la que le haya gustado mi relato, ya que por ahora tan sólo Anna está recibiendo mensajes de chicos. Y escribidle también a Mariona, por supuesto, pero esto ya os lo pedirá ella cuando escriba su relato.

¡Hasta pronto!