Entre el Amor y el Placer.Parte I
Dos mujeres casadas que a pesar de las adversidades siempre se encontrarán una a la otra. Consta de dos partes,espero que lo disfruten.
Se sienta delante de mí. Yo estoy en mi sillón azul, que he colocado justo enfrente de la cama en la que ella se sienta. A mi lado tengo una mesita con todo lo necesario.
Vamos a jugar.
—Desnúdate mi amor—. Y lo hace muy despacio, quitándose cada prenda y dejándolas caer a un lado. Cuando está en bragas y sujetador—Para —le digo acercándome hipnotizada como siempre muerta de deseo y amor, me pongo en cuclillas frente a ella, le huelo el coño, se lo toco —Estas muy mojada ¿Me deseas? —maravillada por las sensaciones que le puedo producir a esta hermosa mujer después de 5 años de matrimonio. Le toco los pezones por encima de la tela; me gusta sentir los aros que los atraviesan y la cadena que va de una anilla a la otra. Me encanta esa cadena de la que yo puedo tirar si quiero.
—Siempre te deseo— lo dijo sin aliento, con ganas de más. La vuelve loca la manera en cómo la miro y la toco. Sonriendo le digo — Muy bien, porque yo también. Me muero por verte gimiendo de pasión por mí — Su mirada era completamente animal, si no me ponía las pilas sería la que tomara las riendas del juego y no lo quería así. Quería hacerlo lento e intenso para sacar todo el estrés que tenía acumulado.
Vuelvo a mi sillón— Termina de desnudarte mi amor—. Lo hace y se sienta. La miro despacio de abajo hacia arriba, pensando en qué pude hacer yo tan de maravilla en mi vida para recibir el mejor regalo del mundo, esta mujer es todo para mí y siempre que la miro es como si fuese la primera vez. Su piel morena con olor a canela y su perfume básico del día a día impregnado en su sedosa piel. No había visto piel tan perfecta, aunque tiene algunas cicatrices del pasado la amo, toda ella me resulta tan irresistible, nunca tendré suficiente de esta mujer. Amo cada parte de su cuerpo, las zonas irregulares, las cicatrices, absolutamente todo ya que la hacen la mujer que es hoy en día, mi esposa, mi amiga, mi amante, mi compañera de vida. No hay nadie en esta vida que me encante tanto como ella.
Me acerco a ella y la toco toda entera mientras permanece muy quieta, sólo se mueve ligeramente para facilitar el acceso de mi mano. Le toco la cara, le acaricio el cuello por debajo de su mata de pelo largo color ónix, le acaricio los labios, le meto la mano en la boca y, por un rato, dejo que chupe los dedos de mi mano izquierda mientras la derecha continúa con la inspección.
—Me estas matando, me encanta lo que me haces — gime mirándome con esos ojos negros entrecerrados de puro deseo.
Bajo por sus pechos, dibujando con un dedo sus pezones, dejando que se ponga tensa mientras imagina que voy a tirar de la cadena y sí, tiro ligeramente, lo suficiente como para que se queje, pero no más. Finalmente, con las dos manos apoyadas en sus caderas, vuelvo a ponerme en cuclillas para pasar el dorso de la mano por el suave coño que me sabía a gloria todos los días de mi vida. Con el dedo recorro su abertura sin llegar a profundizar. Eso vendrá luego, pero ella ya está pidiendo más.
—Por favor...—Gime y me agarra fuerte del pelo guiándome a su fuente de deseo. Noto lo caliente que estoy de sólo mirarla de este modo, podría correrme ya si ella me pone un solo dedo encima, pero no puedo. Prometí complacerla al máximo en todo. Así que lo hago, me sumerjo en su suavidad con ansias, le acaricio su perla rosada con mi lengua en forma circular mirándola para ver su cara de pura satisfacción.
Inclina su cabeza hacia atrás gimiendo — Lo haces tan... Bien, sigue — de su boca escapaban jadeos profundos que quedaban en el fondo de su garganta. Me encanta verla así.
Succioné sus labios, su hermoso botón como nunca. Decidí introducir dos dedos mientras con la otra mano jalaba de la cadena suavemente sin hacerle ningún daño. Seguía lamiendo y chupando todo ese elixir que me daba. Me encantaba su olor y su sabor, simplemente me volvía loca, hasta la manera en cómo sostenía mi cabello dándole tirones cuando sentía lo intenso de mi boca.
No sé cómo lo hace, pero siempre ha tenido un autocontrol que me deja loca, pero cuando se trata de saltarme encima ella no se controla y eso me mata. Separa mi boca de su intimidad.
—Te quitaré la ropa, quiero correrme contigo. Sentir tu cuerpo junto al mío ¿Lo quieres mi amor? —No dejó a que respondiera, se lanzó rápidamente a mi camiseta deshaciéndose de ella, metió su mano en mi entrepierna antes de bajar la cremallera.
—Estas muy mojada, esposa mía — me miraba con deseo y profundo cariño— Como mi mujer, no puedes pasar tanta hambre — Mi respiración se igualó con la de ella, el movimiento de sus dedos me volvía completamente loca y yo sólo quería que me consumiera totalmente, además de yo consumirla a ella al mismo tiempo.
Así que perdí el control, di un paso atrás y me quité rápidamente la ropa. Poniéndole sus manos en mis pezones duros y erectos por el deseo que sentía— Soy toda tuya, chúpalos — muerta de deseo, los succionó como nunca. Incliné mi cabeza hacia atrás del placer que sentía al tener sus manos sobre mí, sobre todo su boca.
—Eres demasiado deliciosa, amor. Nunca me cansaré de esto — seguía amasando y succionando mis pechos. Tirándome a la cama, abro mis piernas invitándola y ella lo hace, colocándose entre mis piernas, choca su deseo contra el mío. Soltando un grito de la impresión, empiezo a jadear y a tirar de su cadena mientras ella se mueve sobre mí; el vaivén de sus caderas me tenía a punto de correrme. Me fascina tenerla así, su cuerpo junto al mío.
Amasé su delicioso trasero duro y dispuesto, abrazando sus caderas con mis piernas la acerqué más a mi deseo, besándonos, consumiéndonos de pasión se tragó mis jadeos y gemidos; a punto de llegar al climax, apretujó uno de mis pezones y dijo con esa voz tan ronca de deseo que me vuelve loca.
—Córrete para mí, mi amor — Y así lo hice. Sin darme tregua, se subió a horcajadas sobre mi pierna e introdujo dos dedos en mi entrada, dándome acceso a sus pezones hermosos y duros, inclinándome le quité la cadena para besarnos y succionarlos.
Jadeando me dijo—Así no duraré mucho, Dios… Amo, las sensaciones que me causas. Extrañaba esto —Maximizo el movimiento de sus caderas, mojándome por completo mi pierna y acelerando el movimiento de sus dedos dentro de mí. Esta vez ambas llegamos al orgasmo al mismo tiempo.
Sin dejarme ni un momento de descanso, se recompuso tan rápido que ya la tenía entre mis piernas succionándome y lamiéndome. Mi vista era de lo más borrosa del deseo, creí morirme. No pensaba que la mujer que amo me tomara de esta manera tan hambrienta y necesitada. Tener largas jornadas de trabajo por un mes, trabajando duro y llegar en la noche sólo a dormir era demasiado para nosotras, nos extrañábamos y esta era la manera de demostrarnos cuánto.
Sin pensarlo un nuevo fuego rápido e intenso brotó de mis intimidades expulsando mis fluidos mojando los labios de mi hermosa dama. Ella, muy mimosa se encargó de dejarme limpia hasta el punto de tener otro orgasmo.
—No sé si estoy en el cielo. Creo que he muerto — lo dije riéndome y jadeando de tantos orgasmos. —Dame un respiro mi amor, ven aquí. — Riéndose y satisfecha (por ahora) me abrazó y me besó con mimo, con muchísimo amor. Nuestros cuerpos estaban completamente sudados como si hubiésemos corrido por días sin parar.
—Me encantas lo sabes, deberías ver la forma en cuando llegas, en cómo tu piel blanca se sonroja — me acariciaba desde mis pechos hasta mi abdomen de manera provocativa, mientras me miraba con la infinidad de un amor puro y deseo.
—Deberías mirarte tú también mi amor. Me fascina y me pone muy dura verte de este modo. Dios mío, te he extrañado tanto — acaricié su mejilla y le di un casto beso medio adormilada. Me uní a los brazos de Morfeo y su sonrisa de satisfacción y profundo amor fue lo último que vi.