Entre dos Amas

Si quieres tomar algo que no te pertenece

La cerradura gira dos veces. Desde mi posición no puedo ver más que el suelo y no más de medio metro de altura.

Estoy a cuatro patas. Bueno si puede decirse así

Antes, de rodillas, una correa ha unido cada gemelo a cada muslo. Después, en posición de cuatro, cada codo se ha pegado a cada rodilla, sujetos por otras correas que se unen a la de los muslos y pantorrillas. Una posición muy incómoda y dolorosa para rodillas y codos. En contra de lo que pensaba, la mejilla no se apoya sobre el suelo. Es la barbilla la que lo hace. Una bola abre mi boca con unas correas que la sujeta por la nuca y otras que se cierran en la cabeza. En la parte superior una anilla de la que sale un cordón que mantiene la cabeza tensa atada a otra anilla en la parte posterior del collar. Unas pinzas metálicas unidas por una cadenita estiran los pezones hacias atrás, sujetos por la cadena al aro que envuelve los huevos.

Termina el ruido de la cerradura y las embestidas en mi culo no paran. Los gemidos siguen, las embestidas son más fuertes. Lo único que sale de mi son ruidos guturales, entre dolor y placer. Son sordos. La bola hace su trabajo.

Puedo ver la parte baja de la puerta. La miro directamente. Aparecen los zapatos de finos tacones. Solo veo hasta las pantorrillas de mi mujer. Desaparece uno de los zapatos al caminar. Noto una fuerte patada desde abajo que me hace morder la bola. Creo que me ha desencajado la mandíbula. Me invade el mareo a la vez que la oigo que me dice "maricón de mierda".

  • Pero qué haces... Lo vas a matar - oigo desde atrás.

Ya no sé qué ha pasado. Ni el rato que llevo así. Me cuesta despertarme. Voy tomando conciencia. Y sigo en la misma posición. Solo que oigo un zumbido de fondo y otro delante de mi. Algo me está taladrando el culo sin parar a un ritmo que me hace temblar por dentro y por fuera. Creo que lo que me ha despertado han sido mis propios sonidos guturales. Quizás haya sido la polla de goma de esa máquina que ha sido creada para follar sin cansancio y que me obliga a mantener la boca abierta, reemplazando la bola. Aunque en este momento no me la folla, mas bien está casi parada. Digo casi porque sólo se mueve unos milímetros y gira provocándome una permanente arcada. De hecho me llega el asqueroso olor de los vómitos que he debido soltar durante mi desmayo. Me arde la garganta. Y sin embargo, la polla de goma que me folla el culo cobra más vida con esa maldita máquina. Ojalá que se corte la luz.

Ahora que ya estoy más despierto aparece ante mi el rostro de la Ama que me ha dejado en ésta posición que se me hace eterna. Está igual que yo, inmovilizada y encogida como me ha descubierto mi mujer. Tiene el culo morado, con marcas rojas que lo cruza. La espalda refleja el castigo que ha sufrido, atravesada por líneas que dejan salir gotas de sangre ya secas. De sus pies que apuntan al techo veo una velas muy finas que salen de entre sus dedos hacia arriba, encendidas y goteando la cera sobre las plantas. Tiene colocada la misma bola que antes abría mi boca y que ahora ensordece sus llantos. Está totalmente desnuda. Las pinzas des sus pezones, exactamente como las mias, empujan sus pezones también hacia atrás sujetas a un gancho metálico que entra en su coño.

-Bueno cielo, ya ves lo que les pasa a las chicas malas que cogen lo que no es suyo - la voz de mi mujer se acerca con cada paso que da. Se agacha ante la cara de la Ama con el arnés colocado, desnuda, con un móvil en la mano y un monedero portadocumentos. Empieza a sacar tarjetas que tira al suelo hasta que toma el DNI, se lo muestra y le dice "ahora ya sé tu verdadero nombre y dónde vives". Le da una fuerte bofetada a la vez que saca una tarjeta y añade "además de dónde trabajas y para quien", otra bofetada de ida y vuelta cruza su cara dejando los dedos marcados en una de las mejillas. Retira la bola de la boca y antes de que pueda tomar aire le llena la boca con la larga y gruesa polla del arnés hasta tocar con la nariz el pubis de mi mujer.

  • ¿Ahora me darás el pin de tu móvil, cariño? - le pregunta dejándole la boca llena de polla de goma sin moverla -. Con lo buenas amigas que éramos! - empuja más adentro la polla provocándole arcadas y vómitos tiene que tragarse parcialmente. Espera unos segundos y la saca expulsando a la vez una bocanada de bilis que encharca el suelo. Estira de la cadena de las pinzas y cuando la Ama va ha empezar a gritar vuelve a meterle la polla hasta la garganta. Suelta la cadena y saca la polla. Sale más bilis.

  • Éste es el pin - dice la Ama sin voz escupiendo aún la pegadiza saliva - ¿Por qué...? - la interrumpe mi mujer volviendo a estirar de la cadenita y llenarle la boca con la polla de goma.

  • Lo siento Azul ¿o debería llamarte Carla? - le dice mientras se desabrocha el arnés y se lo fija en la cabeza con la polla hasta el fondo -. Es mejor que no hables.

Mi mujer empieza manipular el móvil de la Ama sentada sobre su espalda, mirándome de reojo de vez en cuando con una sonrisa que me aterroriza. Mira mensajes, contactos, llamadas, aplicaciones, fotos... Todo.

  • Verás Carla, lo que vamos a hacer es muy divertido. Voy a grabar en video una declaración tuya en la que vas a confesar lo que has hecho, tu nueva situación y esas cosas. Y para que estés tranquila lo voy a grabar con tu móvil - la Ama negaba con la cabeza -. Sabes que lo vas a hacer. Y sabes que lo vas a hacer con gusto. Si se te ocurre decir algo que no me guste te vuelvo a tapar la boca. ¿Vale? - la Ama afirma con la cabeza. Bueno, con lo poco que puede moverla.

Mi mujer se levanta, me mira y se dirige a los pies de la Ama, estira despacio de las finas y largas velas hasta dejarlas tan bien situadas que el goteo de la cera cae justo en el esfinter. La Ama emite un grito apagado y ronco al aspirar aire del dolor e inflando las mejillas al soltarlo y ser frenado por la polla de goma.

  • Anda, si te han desaparecido las plantas de los pies -. Nunca había imaginado que mi mujer pudiera llegar a ser tan cruel -. Empezamos ya Carla -. Pasa el móvil apuntando a las velas, las nalgas, la espalda marcada. Quiere que se vea todo. Se para delante de su cabeza, bajando el móvil a la vez que se agacha ella. Estira de las pinzas -. ¿Preparada Carla? - a la vez suelta las pinzas y la mordaza -. Empieza el espectáculo amiga mia - sonríe.

La Ama toma aire, suspira hondo, las lágrimas resbalan por las mejillas. Y empieza.

  • No sé bien cómo empezar... Me toca hacer lo mismo que he ordenado hacer antes -. Apenas de oye su voz. Se le nota la garganta irritada, los sollozos reprimidos. Aunque se le nota la humillación que siente, quiere aparecer digna-. Soy Carla, mi rol es el de Ama - un fuerte estirón de las pinzas la obliga abrir la boca cortando la declaración.

  • Estúpida, hazlo bien... Empieza -. Saca la polla de goma y suelta las pinzas.

La Ama vuelve a respirar y "Soy Carla. Mi rol ha sido siempre el de Ama. Hasta hoy que como se puede ver he dejado de serlo. Y todo por culpa de mi irresponsabilidad y querer coger lo que por derecho es propiedad de mi amiga..." - otro estirón de las pinzas la interrumpe, aunque por esta vez Mi mujer no le llena con la polla.

  • Deja de decir estupideces - suelta las pinzas -. Sigue.

" He sido una estúpida al querer usar lo que no me pertenece sin pedirlo prestado o que me lo hayan ofrecido expresamente. Por eso estoy así, con dolor por todo mi cuerpo, por dentro y por fuera. Herida en mi amor propio y destrozada moralmente. Por eso, por propia decisión decido que abandono mi rol de Ama con la súplica de que se me perdone por esta falta tan grave".

  • Bien Clara. Podría estar mejor, pero vale - le da dos fuertes bofetadas, la mira con gesto de falso asombro sonriendo -. Uy!!! Perdona Azul!!! Me he equivocado y has hecho tu declaración en directo en el grupo de skype que, cómo se llama...? Ahh sí, Solo Amas y alguno. Vaya despiste...

  • Eres una puta de... - una fuerte patada la obliga a callarse y girar la cabeza bruscamente, a la vez que se estiran las pinzas, el gancho del coño y el goteo de las velas cae también sobre los glúteos. El grito de dolor llena la habitación.

  • Escucha mierda, en este momento ya no eres nada. Estás así por tu culpa. Y solo yo puedo liberarte o dejarte así hasta que me salga del coño... ¿Te queda claro? - y le suelta otra patada, aunque un pelín más suave -. Y para que lo sepas, he agregado a tu marido vainilla al grupo para que se entere qué era su puta esposa y qué es en este momento. Y si ya no está aquí... no crees que le importas bien poco...? - el silencio llena la estancia, solo roto por el zumbido de las máquinas folladoras y el llanto ofuscado de Carla. Mi mujer sale de la estancia dejando el móvil apoyado en un taburete para seguir emitiendo. Tomo conciencia de que no solo estoy como espectador torturado. De un momento a otro llegará mi turno.

Mi mujer, que como ya habrán adivinado es Mi Ama, aparece de nuevo con una correa que conozco en la mano, atrayendo algo a cuatro patas. Es el perro. Un pastor alemán muy en forma, adiestrado y muy bien cuidado. El mismo que ya me ha follado más de una vez. Y de dos.

Lo pasea por delante de Carla, para que lo vea bien y vea lo grande y fuerte que es.

  • Después de esto, ya veremos si tu vainilla marido quiere volver a follar contigo.

  • No me puedes hacer esto... Por favor, no me volverás a ver... - mi Ama se detiene delante de Carla, le acerca el perro y éste le lame toda la cara dejándosela limpia de lágrimas, de bilis y resto de vómitos de la barbilla y comisura. El perro se tumba en el suelo por indicaciones de mi mujer, quedando a la altura perfecta para lamerle las tetas y moverle las pinzas con cada lamida. Carla aprieta la mandíbula por el evidente asco y dolor que siente en los pezones.

  • A ver si te enteras de una vez, puta mierda, desaparecerás solo si es lo que quiero, estarás hasta que me de la gana. Y puedes ir despidiéndote de tu marido y de lo que has sido hasta ahora. Al final va a resultar que te estoy tomando el gusto y que lo que has hecho es un regalo. Esta crueldad me sublima - tira ligeramente de la correa y el perro se levanta. Lo dirige hacia atrás, apaga y retira las velas de los pies y suelta a la mascota que se sienta olisqueando el culo de Carla.

  • Azul, vamos a hablar un rato - asiente varias veces sin hablar. Se coloca el arnés en la cintura, apuntando directamente a su boca, sentada en el taburete -. Vas a decir mirando fijamente a la cam de qué nos conocemos.

  • Del club de Amas - dice antes de que Mi Ama haya terminado.

  • Bien. ¿ Y qué hacemos?.

-Someter, dominar, controlar a otras personas.

  • Es un poco vago eso, ¿no crees?. Es igual no respondas. Sabes que todas hemos llevado a nuestras parejas al club menos tu.¿Por qué?

  • Porque a mi marido no le gusta.

  • ¿No le gusta o no le has dicho lo que eras?.

  • No se lo he dicho.

  • Vaya. Nos tenías engañadas a todas. Di algo a la cam que te justifique perra - le da una bofetada tan fuerte que la hace tambalearse -. Folla - es la palabra para que el perro se suba en su dolorida espalda y le abra el culo. El pánico se refleja en la cara de Carla. No le da tiempo a decir nada porque mi Ama mujer mete la punta de la polla de plástico en su boca. Miro asombrado lo que está pasando, aunque pronto pierdo el hilo porque mi Ama hace que la máquina folladora de la boca se active y la folle despacio, hasta la garganta, dejándola parada cuando me la perfora hasta el fondo. Creo que no hace falta que diga lo que siento.

  • Antes de suplicar piensa bien lo que ibas a decir - le dice -. Sabes que eres patética y que todo ésto te va a cambiar, a hacerte algo diferente.

Carla solo balbucea entre arcadas. Vuelve a llorar cuando nota la pezuñas del perro subirse en su espalda y arañarla, dejando gruesas marcas rojas, aunque aún no sangran. La polla del animal busca la entrada de alguno de sus agujeros a la vez que va haciendo movimientos de embite. La empuja hacia delante provocando que la polla de goma entre más en la garganta. De pronto se oye un aullido sordo de Carla, lleno de sollozos y que suenan lastimosos. Se la ha metido por el culo. Empieza a temblar, no sé si de miedo o por las frenética follada del perro que no la deja quieta ni un segundo.

Mi Ama mujer se levanta sacando la polla de plástico de la boca de Carla que la mira como ida, apretando los labios después de tomar aire y sin dejar de llorar. Se dirige hacia mi y retira la máquina folladora de mi culo que queda libre de tan larga y profunda follada. La dirige a la boca de Carla e introduce la punta en su boca. La acciona y empiezan a sucederse las arcadas y la bilis que gotea sobre los vómitos anteriores. No se si siente algún tipo de placer. Por lo que puedo apreciar, no.

  • Limpia bien la mierda que ha dejado el perro de mi marido en esa polla... Mierda para otra mierda.

Mi mujer Ama se pone detrás de mi, me coloca un espéculo en el culo abriéndolo tanto que creo que me desgarra el culo. Retira la máquina que me folla la boca poniéndome una anilla entre los dientes desencajando la mandíbula, sin dejarme cerrarla y vuelve a introducir la polla de goma accionando la máquina para que entre y salga deprisa, sin parar, hasta el fondo de la garganta y haciendo que gire a la vez. Me siento morir. Noto cómo el esfinter intenta contraerse constantemente con cada arcada. Los ojos me van a saltar en cualquier momento. Cuando noto un fuerte azote en la nalga que corta la meada que estoy expulsando sin haberme dado cuenta. Le sigue otro azote tan fuerte como el anterior y que resuena en toda la estancia. Está usando una pala de madera que golpea las nalgas sin parar. Baja a los muslos con la misma fuerza. Y de ahí pasa a la planta de los pies destrozándolas. Moja la pala en la orina de suelo y vuelve a las nalgas, más fuerte aún. Las debo de tener en carne viva. Aullo como puedo, bufo por boca y nariz hasta que por fin para.

Vuelve a ver a Carla. Está destrozada. Mueve la cabeza a uno y otro lado, como loca, sin importarle la polla de plástico que entra y sale de su boca. El perro jadea sobre su espalda, a pesar de haberse corrido ya. "Folla" vuelve a decir Mi Ama mujer. Y el perro vuelve a acelerar moviéndola como si fuese un objeto. Le retira la polla de la boca dejándola a un lado. Limpia su cara con un trapo mojado y desinfectante. Se lo introduce en la boca unos segundos y lo saca.

  • Tienes que tener la puta boca bien limpia para lo que viene ahora - se agacha inclinándose dejándole el culo a la altura de sus labios -. Lame -. Y le muestra el esfinter. Carla está derrotada, sin fuerzas para resistirse a nada. Saca la lengua y presiona con la punta la entrada del culo, acompasando los movimientos con la follada del perro que no para de arañarle la espalda. Las lágrimas mojan el culo de Mi Ama mujer, de Eva. De pronto se aparta y le da un bofetón que le hace girar la cara.

  • Como vuelvas a tocarme el coño con tu mierda lengua te la arranco - y vuelve a colocar el culo en su cara, presionándola durante unos minutos. Por fin el perro se baja de la espalda de Carla. La huele y mea sobre ella.

  • Jajaja, vaya. Ya has visto en lo que te has convertido - le dice Eva. Se pone unos guantes de látex y va soltando todas las ataduras de Carla. Sin ninguna energía ni orgullo, cuando se siente libre, se deja caer en el suelo, sin importarle la orina del perro, los vómitos ni la bilis sobre los que cae.

  • Serás cerda.... - la coge del pelo que se le queda enganchado en la cara, lleno de grumos y desechos. La acerca a mi cara retirando la polla que me está follando sin parar y la anilla que mantiene mi boca abierta. La pone a cuatro patas ante mi acercándome su culo a la boca -. Limpia la leche del perro antes de que desperdicie... Me repugnáis - y antes de darme cuenta le estoy lamiendo y absorviendo el esfinter para tragarme el semen canino que sale solo de su agujero. Cuando mi Ama se cansa de esperar, vuelve a arrastrarla de pelo, le da otros dos bofetones y le ordena revolcarse en la porquería del suelo.

  • Llénate toda de mierda. Y cuando termines lo limpias y te largas - añade presionándole la mejilla en la orina del perro. Llama al perro y sale de la estancia.