Entre Divorciados

Saliendo de mi divorcio, decidí dar rienda suelta a mi verdadera sexualidad con un señor mayor.

ENTRE DIVORCIADOS

Mi esposa perdió el avión y regresó para encontrarme en la cama con las piernas al aire y un adonis alquilado untándome suficiente KY para poder acomodarme sus 20 centímetros. Ya el primer año de nuestro matrimonio me encontró en un rincón apartado de una playa con un señor haciéndome el sexo oral. Entonces le dije que ella no me había satisfecho en mucho tiempo y que a muchos nos da igual si nos chupa un hombre o una mujer. Sin embargo, cuando me encontró a punto de ser sodomizado, realmente no encontré una excusa tan convincente. Ingrid no iba a esperar un tercer lapso en mi hombría y se cobró los 8 años perdidos en nuestra unión contándole mi desliz con lujo de detalles a todas nuestras amistades mutuas, incluyendo mis compañeros de trabajo en la compañía petrolera. Imagino que su propia vergüenza le habrá impedido revelarles mi ahora entendible predilección por penetrarla por el ano.

Tras el divorcio me pareció mejor expatriarme y establecerme en el Occidente de Venezuela. Aquí conseguí un trabajo en una empresa mucho menos prestigiosa, pero con suficiente salario para adquirir un apartamento de soltero en un decente complejo habitacional. Sin familia ni amigos a quien rendir cuenta, al fin tenía la oportunidad de explorar con mayor amplitud mi verdadera sexualidad. Por lo menos algo bueno salió del bochornoso incidente.

Una semana después de mudarme al nuevo apartamento, se dio un fin de semana largo en el parecía que fui el único inquilino en no irse de vacaciones. La piscina del edificio quedó a mi entera disposición, lo cual inicialmente me pareció estupendo ya que me ayudaba a pasar un rato tranquilo y pacífico. Pero dos horas solo en la piscina resultaron ser lo suficientemente tediosas y, justo pensaba salirme, cuando entró al área un señor entre 50 y 60 años que se instaló en una de las 3 mesas con sombrilla. Maduro, casi calvo, chiva canosa, y una pancita apreciable: no es lo que muchos consideran atractivo. Pero si bien soy capaz de gozar con cualquier tipo de hombre, los maduros son mi gran debilidad. No es de extrañar, pues mi primera relación afectiva y sexual fue con uno de mis maestros de secundaria.

Pretendí dormir flotando sobre el agua en un borde de la piscina, mientras espiaba a mi vecino, viéndolo en progresivos estados de desnudez entre cada vistazo. Al descubrir su amplio pecho peludo, recordé los placeres recibidos cuando el cuerpo velludo de mi profesor rozaba mi piel lampiña. La última vez que abrí los ojos, mi vecino estaba ya en su diminuto traje de baño deportivo azul marino que no lograba cubrir completamente sus abundantes vellos púbicos. Por la distancia no lograba ver su miembro delineado, pero cuando se ponía de lado su bulto se veía generoso. Al voltearse para acomodar sus jeans, se le notaba un espectacular y carnoso fondillo. Ya era imposible para mí cerrar los ojos y cambié de posición, recostándome en el borde de la piscina, mirando directamente al hombre que poco a poco me estaba provocando una erección.

Mi vecino se paró al borde de la piscina, me sonrió y me saludó con un cortés "Buenas Tardes" en un tono bajo profundo de locutor que me estremeció. Estaba decidido a intentar tener algo con este macho pero, ¿Estaría él interesado en mí? Me consideran atractivo de cara pero tengo un cuerpo relleno y peludo. Soy un típico oso que tiene sus admiradores en ciertos ambientes, pero he recibido mi cuota de rechazos. El objeto de mi presente excitación se lanzó de cabeza al agua y nadó en mi dirección para detenerse a un metro de mí. Tocó fondo y caminó hacia mí con una amplia sonrisa que me iba a hacer derretir y empezamos a platicar. Su nombre era Jaime, vivía en el 10B, divorciado. Cuando le dije que yo recién me había divorciado me dijo que por lo menos yo aun estaba en edad de volverme a casar.

"Creo que ya no quiero tener nada que ver con las mujeres más nunca" le dije con certeza. Él se rió.

"No dejes que esa cuaima de desanime. No todas son así. A fin de cuenta la alternativa es hacerte la paja o empezar a salir con machos"

Pensé que me estaba buscando juego, y como me tenía tan excitado, me adelanté. En voz baja le dije: "Si me toca un macho como tú a lo mejor hasta vale la pena" Me miró por el borde de los ojos:

"Ah? No, no! Disculpa, amigo, pero te equivocaste conmigo" me dijo sonriendo "Me siento halagado, pero no es lo mío."

"En verdad te lo creíste? Vaya que eres engreído" le dije riendo.

"¡Caramba, pues eres buen actor!" me dijo, pero no parecía nada convencido.

Decidí retirarme con la poca dignidad que me quedaba. Me despedí y salí de la piscina dirigiéndome al vestidor. Al desnudarme mi erección saltó libre y testarudo en su excitación. Me metí en la ducha y empecé a masturbarme pero en poco tiempo oí unos pasos fuera del vestidor. Me puse cara a la pared justo cuando entraba Jaime, quien se sentó en un banco mirándome para platicar, obligándome a mirar por encima de mi hombro para no apuntarle con mi erección.

"Mira Claudio, espero no haber sido descortés, pero me agarraste fuera de base. Me caíste bien y si eres o no gay no es problema mío."

Me pareció que no valía la pena disimular: "No, disculpa tú, supongo que me pasé de la raya."

"Tranquilo. Más bien como te dije antes, la verdad es que estoy sorprendido que te llame la atención un viejo como yo."

"¡Para nada, Jaime! Eres un hombre sumamente atractivo. No seré el único que te haya dicho que estás espectacular!"

"¡No jodas! ¡Espectacularmente viejo! Hace 30 años sin esta panza si te digo que me veía bien" me dijo levantándose y apretándose el caucho. Yo volteé el cuerpo más de la cuenta para mirarlo.

Jaime soltó una carcajada: "¡Muchacho!, pero, ¡Si estás cachudo!" y siguió burlándose. "No te apenes que estamos en confianza". Yo le dije que me sentía incómodo, pero Jaime me reclamo que no fuera ridículo y acto seguido se deslizó el bañador para dejar a descubierto su miembro no muy largo, pero extraordinariamente grueso, circuncidado y cabezón, con unas bolas enormes y peludas que le hacía juego perfecto. Cerró los ojos y se masajeó la verga hasta ponerla tiesa. "Ahora estamos en igualdad de condiciones".

Yo me volteé para enfrentar su erección contra la mía, visiblemente más larga pero más delgada. Jaime se acercó para bloquear con su voluminoso cuerpote la entrada de mi ducha. "No es gran cosa" me dijo mirando su relativamente corto pero nada despreciable miembro.

"A mi me gusta" dije sin quitar la vista de ese suculento bocado ante el cual me arrodillé. Me metí su enorme glande en la boca y la empecé a explorar con mi lengua. Jaime empezó a jugar con sus bolotas con una mano mientras la otra la puso detrás de mi cabeza. Por unos instantes las paredes retumbaron con sus profundos gemidos, el sonido de la regadera cayendo en nuestros cuerpos, los chasquidos de mis labios sobre su verga, y el sonido inconfundible de mi mano sobando mi erección. El agua de la regadera me caía directo en la cara y me hizo toser.

"Vamos al banquito que aquí me voy a ahogar." le dije.

Me senté sobre el banco y agarré a Jaime por las caderas para acercarlo a mí y seguir explorando su verga con mi boca. Tuve la sensación de venirme así que dejé de masturbarme. Llevé mis manos hacia sus nalgas que eran tan redondas, firmes y velludas que después de sobarlas un rato no resistí la tentación de meter una mano entre ellas.

"Epa! Esa es zona restringida!" Me dijo. Se sentó a una orilla de la banca para proteger su retaguardia. Yo me puse en cuatro sobre la banca frente a él para seguir chupándolo. Me agarraba por la nuca y me forzaba sobre su verga. Luego sujetaba mi cabeza entre sus grandes manos y me cogía la cara. Entonces hizo detener mi mamada para enderezarse sentado sobre la banca y hacer que me parara frente a él y me agarró el pene y empezó a masturbarme lentamente mientras me aclaraba: "Tengo poca experiencia haciendo esto, así que perdonarás si no lo hago bien."

Con timidez se metió la mitad de mi verga en mi boca y empezó a chupar con delicadeza. Si no tenía experiencia, por lo menos tenía muy buenos instintos sobre qué hacer, y en poco tiempo estaba atormentando mi frenillo con la lengua y dejándome coger su boca mientras se masturbaba. Introdujo un dedo en mi raja y subió la mirada para ver mi reacción. Emulando sus propias palabras le dije "Zona Libre". Jaime casi se atragantó tratando de reír con mi miembro en su boca. Se la sacó, ensalivó tres dedos y me los llevó al ojo del culo introduciéndomelos uno por vez, y luego en pares, mientras me seguía chupando. Pero antes de que pudiera meterme tres dedos juntos sentí la llegada de mi orgasmo y saqué mi verga de su boca a tiempo para lanzar un par de chorros sobre la barbilla y el pecho de Jaime, quién empuño mi verga y me ordeñó un par de chorros más.

Con barridas de la mano empezó a levantar el semen que yo había derramado sobre él y se lo empezó a untar sobre la verga hasta quedar su miembro cubierto del viscoso líquido, resplandeciente y lubricado. Recogió un poco más de semen con los dedos y me lo aplicó al ojo del culo.

Me di vuelta, Jaime me agarró por las caderas e hizo que me sentara lentamente sobre su gruesa verga. Pese a que recién había eyaculado, mi miembro se puso tieso al sentir la gruesa cabeza ante el ojo de mi culo. Aspiré por los dientes del dolor cuando se abrió paso y tuve que esperar un rato a acostumbrarme al grosor anormal de Jaime. El trató de metérmelo todo de una vez, pero le pedí paciencia. Después de varios intentos al fin logré ensartármelo completamente. Jaime me abrazó y me besó el cuello como felicitándome por la proeza. Su cuerpo calzaba perfectamente con el mío y no había parte de mi espalda y nalgas que no sintiese los pelos de su pecho, vientre o pubis. Estaba tan cómodo entre sus brazos que me hubiese gustado permanecer así por horas, pero la verga de Jaime no estaba contenta inmóvil dentro de mí, y mi vecino me lo hizo saber moviendo las caderas y tratando de lograr el típico movimiento mete y saca del coito. Así que empecé a subir y bajar sobre su palo. Cuando me cansé de cabalgarlo, detuve la clavada por unos minutos para manosear sus formidables testículos. Nuevamente Jaime protestó la falta de movimiento tratando sacar y meter su órgano prisionero del peso de mi cuerpo sentado sobre él.

"Tienes un culito muy rico, papá, me quiero venir en él!" me susurró con desespero.

"Es tuyo para lo que quieras!"

Me hizo levantar e inclinar sobre la banca. Agarrando mis caderas, cuidadosamente me enterró su verga y empezó a culiarme lento y rico. Pero la cogida no tardó en convertirse en una furiosa embestida. Sus jadeos aumentaron con el ritmo hasta que se clavó hondo y quedó inmóvil por unos segundos mientras disparaba su leche dentro de mí. Dos veces más retrocedió su palo un poco sólo para enterrármelo con fuerza como tratando de disparar su semen lo más profundo posible dentro de mí. Nos enderezamos y Jaime me abrazó mientras recuperábamos el aliento y su verga lentamente abandonaba mi trasero. Entonces me dio una nalgada y exclamó: "A la ducha, campeón", cual entrenador que acaba de desvirgar al novato del equipo.

Después de tal intimidad pensé que nos ducharíamos juntos, pero Jaime se metió en la ducha contigua y nos lavamos por separado y en silencio. Temí que se estuviese arrepintiendo de sus acciones y estaba por decirle que no le diera mayor peso a nuestro encuentro cuando su profunda voz preguntó desde la otra ducha:

"¿Imagino que ya tendrás planes para cenar...?"

"No, justo me preguntaba como me iba a resolver"

Después de una pausa se apareció frente a la puerta de mi ducha.

"Bueno si no tienes nada mejor que hacer, si quieres vienes a mi apartamento, ordenamos una pizza..." Me dijo con cara de indiferencia.

"Me encantaría" Le dije. Nos sonreímos, él se acercó y nos dimos el primer beso.