Entre copas..

La celebración te puede llevar más allá de los límites. El secreto se guarda. Pero la memoria queda.

Ni Tomás ni Alfonso se tenían mucha confianza. Eran primos lejanos. Compartían una bisabuela, o algo así. Esa noche se encontraron en una fiesta que organizaba algún amigo de un amigo. Al verse, se saludaron y empezaron a conversar. Alfonso era un año mayor que Tomás, y siempre vivió en la ciudad; ahora estudiaba ingeniería. Tomás recién llegaba a la ciudad desde la provincia, a estudiar medicina. Se dieron cuenta de que ambos celebraban esa noche. Tomás celebraba su primer día de universidad, y Alfonso celebraba, irónicamente, el fin de su relación con su novia.

-Eh Fonchi! ¿nos tomamos un trago?

-Claro, yo invito.

-¿Que celebramos? Fonchi.

-Yo.. uhm, que terminé con mi novia hoydia. JAJAJA!

-Veo que ya estas con copas encima.

-Claro. ¿Que celebras tú, Tomas?

-El primer día del resto de mi vida! Hoy entre a mi carrera!

-Saud!

-Salud!

Y así estuvieron mucho tiempo. A ratos cada uno bailaba en el lugar con alguna chica. Siempre con un vaso en la mano. A pesar de eso, ninguno estaba excesivamente borracho, pero sí que estaban “entonados”. Conversaron por todo lo que no habían conversado en su vida. Se conocían desde muy pequeños, pero sólo se veían en algunas reuniones familiares, las más grandes. Esa vez decidieron conocerse mejor. Ya entrada la noche se fueron juntos en el auto de Tomás, a algún otro lugar para conversar más tranquilos.

El tono de la conversación había ido subiendo durante la jornada. No se dieron cuenta cuando terminaron hablando de sexo. Alfonso confesó a Tomás que aún, a sus casi 20 años, era virgen; su rompimiento con su novia de 3 años, fue porque ella no quería tener sexo con él.

-¿que? ¿aun virgen?- dijo Tomas

  • claro, hace mucho tiempo que estaba con la misma chica, que me salió muy dificil. – respondio Alfonso

-y como habias aguantado tanto?

  • para eso son las pajas ¿no?

  • te falta probar un buen culo.

  • pues a eso había venido esta noche. – dijo Alfonso – pero he terminado en tu auto.

-Eso tiene solución...

No se dieron cuenta, en parte borrachos, en parte excitados, cómo llegaron a una habitación barata. Entraron riéndose y abrazados. Como si todo fuera un juego infantil.

Había condones en una maquina, y Alfonso se esforzaba por hacer entrar una monedita.

Tomás, que estaba más sobrio, lo hizo, y sacó dos condones. Aunque él sabía que serían necesarios varios más.

Entre las cervezas y las caricias risueñas se fueron desvistiendo, mezclando sus salivas en apasionados besos. No sabian bien lo que estaban haciendo. Pero ya no podían parar. Ninguno se declaraba gay, ni les atraían los hombres. El licor, sumado a los temas más variados los había llevado hasta ese punto. Estaban desnudos mirándose a los ojos. De pronto salía una que otra broma, y las risas volvían. Sus penes estaban completamente erectos; Tomás, más alto y fornido que Alfonso, lo tenía más peludo, grande y grueso, a pesar de ser menor en edad. Alfonso, sin embargo, lo tenía largo y lampiño. Sus cuerpos contrastaban enormemente. Tomás era alto, musculoso, moreno; un latin lover. Alfonso era más bajo, muy delgado, y lampiño. Parecía mucho mas niño que Tomás. Se acostaron revolcándose entre besos y caricias. Disfrutaban cada momento, absorbían caricias, alternándolas con movimientos fuertes, masculinos.

-tú lo harás primero, ya que será tu primea vez – dijo Tomás a Alfonso – aunque también es mi primera vez con un hombre.

  • no sé cómo hacerlo – dijo Alfonso.

  • Vamos, Fonchi, si no es tan dificil. –  Respondió Tomás. – solo mételo.

Alfonso abrió el trasero de Tomás, admirando su ano. De a poco, después de ponerse con delicadeza el preservativo, lo introdujo lentamente. A Tomás le dolía, pero no podía negar que lo estaba disfrutando. Alfonso alcanzó un ritmo, el que iba acelerándose. Ambos estaban sudando mucho, y para uno, sentir el cuerpo mojado del otro era una sensación demasiado exitante. Mientras Alfonso lo penetraba, Tomás se masturbaba lentamente, aumentando el ritmo, mientras su primo tambien lo hacia. Alfonso no tardó mucho en eyacular, y sacó su pene, algo flácido. Se sacó el condón y lo tiró. Estaba algo exhausto. Pero Tomás no lo dejaría descansar. Para evitar que se le bajara todo el pene, comenzó a lamerselo con cuidado, chupando el glande de vez en cuando. Cuando el pene de Alfonso estaba duro de nuevo, Tomás ya se lo mamaba con mucho ritmo. Antes de que eyaculara, Tomás puso a Alfonso sobre sí, mirandose las caras, sentados en una silla. Lo penetró mientras miraba el pecho infantil de su primo, y Alfonso por su parte, fue sintiendo un dolor agradable, mientras acariciaba el cabello de Tomás. Se unieron en varios besos apasionados mientras cabalgaban de manera salvaje. El extasis de ambos no daba para más.

Cuando terminaron, se masturbaron mutuamente, hasta poner sus penes a punto. Luego se fusionaron en un clásico 69.

AL amanecer, despertaron abrazados en la cama, completamente desnudos, con condones tirados en el suelo, y varias botellas de cerveza. Se miraron, algo avergonzados. Pero ninguno se arrepentía. De todas formas había una promesa tácita de mantener el secreto. Y asi lo confirmaron con un ultimo beso. Bueno, no sería el último; aquel encuentro se volvería frecuente. Pero esa, es otra historia.