Entre 2 pasiones 7parte

Lo miraba, lo deseaba, lo amaba... me daba mucho miedo la incertidumbre de todo lo que ahora vendría: ¿Que pasaría con nosotros? ¿Mis hermanos, mi papá?...

Nuestros cuerpos pegados, mi cabeza recargada sobre su pecho, su brazo derecho me rodeaba mientras las yemas de sus dedos me acariciaban suavemente el brazo... ambos despiertos, en silencio... ninguno nos atrevíamos a decir nada siquiera, después de la confesión que ambos nos hicimos.

Sebastián:

¿Estas dormida?

Viviana:

Sabes bien que no.

Sebastián:

Me dejas famélico, ¿Vamos a cenar?

Viviana:

Yo también muero de hambre.

Nos bañamos y arreglamos para salir a cenar, me puse un conjunto de lencería de encaje y un sexy vestido corto. Platicamos tonterías, con tal de no llegar al tema que seguía en el aire. Fuimos a un bonito y elegante restaurante en uno de los exclusivos hoteles de Punta Mita. Estábamos sentados uno frente al otro, tomados de la mano sobre la mesa, con los dedos entrelazados.

Lo miraba, lo deseaba, lo amaba... esos días solos, conviviendo como pareja, como amantes, abrió en mi algo desconocido, que me llenaba, que me hacia sentir plena, feliz... me había enamorado de Sebastián y me daba mucho miedo la incertidumbre de todo lo que ahora vendría: ¿Que pasaría con nosotros? ¿Mis hermanos, mi papá?...

Sacudí mi cabeza intentando deshacerme de todo eso... Sebastián me miraba divertido, tratando de adivinar las cosas que pasaban por mi cabeza. Me deshice de una de mis sandalias, y aprovechándome del largo mantel de la mesa, estiré mi pierna hasta tocar su pantorrilla con los dedos de mi pie. Suavemente la recorrí de arriba a abajo, mirándolo a los ojos, en silencio, entreabriendo un poco mis labios.

Llegué a su rodilla, sus ojos se abrieron un poco mas adivinando mis intenciones. Su mirada se centró en mi boca cuando mi lengua recorrió mis labios sensualmente. Estiré un poco mas mi pierna mientras pegaba mi silla a la mesa, recorriendo su muslo con la punta de mi pie. Cuando llegué a mi objetivo, mientras sonreía y mordía mi labio, Sebastián intentó acomodarse en su silla, la planta de mi pie acariciaba su entrepierna, sintiéndola reaccionar a mi caricia, nos mirábamos a los ojos en silencio, su respiración comenzaba a acelerarse un poco mientras intentaba guardar la compostura.

Sebastián:

Viviana...

Viviana:

Dime amor...

Sebastián:

por favor...

Viviana:

¿Por favor que amor? ¿No te gusta?

Sebastián:

Sabes que si.

Viviana:

Me encantaría que pidieras la cuenta... No puedo esperar a estar a solas contigo.

Tomó mi pie con su mano mientras pedía la cuenta al mesero. Quería al menos ser un poco mas discreto al salir del lugar.

En cuanto nos subimos al auto, nos besamos apasionadamente y aceleró para llegar cuanto antes al hotel. No dejamos de besarnos y acariciarnos todo el camino. En cuanto cerró la puerta de la habitación, me tomó en sus brazos, rodee su cintura con mis piernas y nos besamos sin control hasta llegar a la cama.

La ropa volaba... Sebastián limitaba mis acciones como castigo a mis provocaciones en el restaurante. En poco tiempo, ambos nos encontramos completamente desnudos, yo estaba recostada boca arriba sobre la cama y Sebastián hincado sobre la cama, a mis pies.

Tomó mi pie derecho, las yemas de sus dedos recorrían mi pantorrilla, acercó su rostro a mi pie, chupo mi dedo gordo causándome escalofríos; lleno de besos mi pantorrilla, subiendo por mi muslo, al llegar a mi ingle, abrí mis piernas deseando sentir su lengua... pero Sebastián solo sonrió y llenó de besos mi muslo izquierdo, bajando por mi pantorrilla, llegando hasta mi pie para chupar mi dedo gordo.

Estaba deleitándose, excitándome en sobremanera... Intenté enderezarme pero me detuvo con un beso empujando mi cuerpo para que me recostara de nuevo. Tomó mis manos, inmovilizando mis brazos, abiertos en cruz sobre la cama; los acariciaba con sus manos, mientras su boca se prendaba de mi seno derecho primero, lo llenó de besos, lo recorrió con su lengua, acarició mi pezón con la lengua hasta lograr que se endureciera aún mas, lo mordió suavemente hasta cansarse, hasta abrir su boca queriendo abarcar completamente mi seno. Mi respiración era entrecortada ya, de mi boca no cesaban de salir gemidos y sentía una constante y creciente humedad. Se entretuvo con mi seno en su boca, lo succionaba aumentando mi placer y excitación, mis gemidos aumentaban de intensidad, mi cuerpo se retorcía de placer y deseaba con ansias sentirlo dentro de mi...

Se separó de mi seno y buscó mi boca, sus manos fueron a mi cintura, sus labios se comían mi boca con ansia, su lengua jugueteaba con la mía y una de sus manos separaba con firmeza mis piernas, sintiendo la intensa humedad... su pulgar rozó mi clítoris haciéndome temblar, separó su boca de la mía y me miró a los ojos mientras sentía su índice y su dedo corazón dentro de mi me provocaban un orgasmo y mis labios buscaba los suyos con desesperación.

Mi cuerpo temblaba de tanto placer, me sentía sin fuerzas, embriagada por mi propia excitación... Sebastián tomó mis piernas, levantándolas, acariciándolas a todo lo largo, besándolas... Me sujetó de los tobillos con firmeza, colocándolos uno en cada uno de sus hombros... empujó mis piernas con su cuerpo, flexionándolas hasta pegarlas a mi cuerpo mientras se dejaba ir dentro de mi, sin titubeos, firmemente, profundamente... sus manos vagaban por mi prácticamente inmóvil cuerpo, que recibía los embistes de su cadera, sintiéndolo llegar tan dentro de mi como nunca antes lo había sentido.... ese momento, lleno de orgasmos sucesivos, de interminables embistes, de gemidos incontrolables... me pareció eterno hasta sentir su fuerza acelerando su ritmo para llenarme toda de el.

Esa noche, nuestra ultima noche solos en ese lugar, hicimos el amor interminablemente, hasta muy entrada la madrugada, cada vez sintiéndolo llenarme, extasiarme hasta quedar rendidos, queriendo compensar el tiempo que no pudiéramos estar juntos.

Nos tomamos nuestro tiempo para regresar a Vallarta. Ni mis hermanos ni nadie sabían de nuestro regreso. Al entrar en el estacionamiento del condominio, sabia que debía de afrontar lo que tanto temía. Sebastián apagó el motor del auto y justo cuando se disponía a bajarse de el, lo tomé del brazo. Cerró la puerta y me miró... me acerqué a el buscando sus labios y lo besé con todo el amor y toda la pasión de que era capaz. Acarició mi rostro, mi cabello y acurruqué mi cabeza en su hombro...

Viviana:

No quiero perderte, no quiero que esto acabe...

Sebastián:

Vi... Tu sabes que...

Viviana:

No lo digas... se que no lo planee, ni siquiera lo consideré... y que hay tantas cosas... pero... Te amo

Sebastián:

Ssshhhhh..... Yo tampoco lo planee... me duele el estomago de pensarte siquiera con otro, con...

Viviana:

No lo quiero, voy a terminar con el, yo solo quiero estar contigo...

Sentí un nudo crecer en mi garganta, que ya ni siquiera me dejaba respirar. Volví a buscar sus labios, lo besé, lo saboree... Solo, quería convencerlo...

Sin decir nada, nos separamos y bajamos del auto. Sebastián subió las maletas al elevador y nos detuvimos en mi casa, todo estaba muy tranquilo, no había nadie; me dio un beso en la frente y se fue a su casa, prometiendo volver a la hora de la cena como siempre.

Caminé a mi habitación, sin muchas ganas, deshice la maleta, preparé la tina y me sumergí en ella... Cuanta distancia había de la Viviana de unas semanas atrás, ignorante e inexperta, con la de ahora... Cuanto habia cambiado en tan poco tiempo, y ni siquiera imaginaba cuantas cosas me esperaban.

Salí de la bañera, me puse un vestido sencillo y subí a casa de Sebastián. Lo busqué por todos lados sin hallarlo; su maleta aun estaba sin deshacer... decepcionada, regresé a casa, donde mis hermanos iban llegando, y Mauricio con ellos.

Me abrazó efusivamente, lo cual no puedo decir que fue igualmente correspondido, solo Luis notó algo extraño en mi.

Mauricio:

¿Todo bien chiquita?

Viviana:

Si, solo cansada por el viaje.

Salimos todos a la terraza, como acostumbrábamos hacerlo siempre, esperando a que todos estuviéramos reunidos para pasar a cenar. Solo faltaba Sebastian... no tardó en aparecer, acompañado de una de sus amigas... en cuanto lo vi aparecer con ella, sentí como me hervía la sangre junto con un dolor en el pecho... no pude siquiera disimular la rabia tan grande que sentía, o mejor dicho, los celos.

La presentó con mis hermanos, con sus novias, con Mauricio... al llegar a mi, los dejé con la palabra en la boca y entré a la cocina... intentaba calmarme y no lo lograba, sentía un nudo enorme y las lagrimas se agolpaban en mis ojos queriendo salir a borbotones. Mauricio entró a la cocina y me abracé a el intentando esconder todo lo que estaba sintiendo, escondiendo mi rostro en su pecho para ir no adivinara lo que estaba pasando.

Mauricio intentaba mirar mi rostro, pero busqué sus labios imprimiendo en ese beso la intensidad de todo lo que estaba sintiendo. Se separó de mi y volví a abrazarme a el cuando entró mi hermano Luis a la cocina, pidiéndole a Mauricio que nos dejara solos.

Luis:

¿Me quieres decir que te pasa?

Viviana:

¿De que?

Luis:

Fuiste una grosera y debes disculparte.

Viviana:

¿Qué? No me voy a disculpar, si tu no tienes inconveniente en que le falten el respeto a esta casa, es problema tuyo.

Luis:

¿De que hablas Vi? Si papá estuviera aquí...

Viviana:

Si papá estuviera aquí, Sebastián ni siquiera hubiera traído a las zorras con las que se acuesta.

Luis:

Eso a ti no te importa. Ve a disculparte.

Viviana:

No! Y ya que tu no tienes inconveniente... Que te aproveche.

Tomé las llaves de mi auto y salí del departamento. Ansiosa, apretaba sin parar el botón del elevador, como si apretándolo insistentemente, abriera mas rápido sus puertas; luchando con todas mis fuerzas por no echarme a llorar.

Llegué al estacionamiento, con las lagrimas ya corriendo por mis mejillas y como alma que lleva el diablo, salí rechinando las llantas. Manejé y manejé sin poder contener mi llanto, hasta que me cansé: de manejar y de llorar. Detuve el coche y una vez que dejé de llorar, respiré hondo y profundo... estaba cerca del malecón, miré el reloj y pasaba de la media noche. El tanque de la gasolina estaba en la reserva, manejé a la boutique de mi tía que se encontraba cerca y estacioné el coche. Me bajé y comencé a caminar, llegué a la playa y caminé.

En casa, todos cenaban convencidos de que era un berrinche y pronto regresaría a casa; al menos eso pensaban mis hermanos; Mauricio se sentía incomodo y confundido, y Sebastián estaba preocupado, callado, mas serio que de costumbre, meditando en lo que había pasado por mi mente al verlo llegar acompañado, sin yo saber que era simplemente una amiga en quien había confiado lo que estaba sucediendo entre los dos. Al ver mis hermanos que daba la medianoche y yo no regresaba comenzaron a preocuparse y ante la insistencia de Mauricio, salieron a buscarme.

Caminé alrededor de hora y media por la playa, sin rumbo, sin darme cuenta, me encontré en la playa del condominio. Entré y subí hasta el departamento, abrí la puerta de la cocina, todo estaba oscuro y en silencio, me quité los zapatos y fui hasta mi habitación. Cerré la puerta con seguro y puse una silla recargada sobre la puerta para que nadie entrara, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie... Me di un baño para quitarme la arena de la playa y después de ponerme una pijama, me acosté en mi cama. Lloré y lloré, recordando mi maravillosa semana con Sebastián: sus besos, sus caricias, su manera de mirarme y hacerme el amor... hasta que el sueño me venció cuando el día empezaba a aclarar.

¿Cómo podía? Pasearme a una de sus "amiguitas" por enfrente, inmediatamente después de la semana que pasamos juntos, de decirme que me amaba, que no podía ni imaginarme con otro pero yo si debía aguantar verlo con otra?

Encontraron mi coche por la mañana, dando por hecho que me encontraría refugiada con la tía María, quien por supuesto no tenia idea de absolutamente nada de lo que estaba sucediendo. Tardaron mas de un día en darse cuenta donde estaba, y yo, aún pasé 2 días mas encerrada sin querer tener contacto con nadie, a pesar de las insistentes llamadas de Mauricio, de Luis tocando e intentando abrir la puerta de mi habitación, de cada noche que Sebastián tocó mi puerta sin decir absolutamente nada.

Al tercer día, me levanté finalmente de la cama, mi rostro estaba hinchado de tanto llorar. Me di un largo baño, dejando que el agua caliente cayera por todo mi cuerpo, me relajara, me aliviara. Peiné mi cabello con cuidado, humecté todo mi cuerpo, me vestí y confiando que mis hermanos estarían trabajando y la casa estaría sola... quité la silla que trancaba mi puerta, boté el seguro de la puerta y la abrí... quedándome asombrada de encontrar a Sebastián esperando que saliera de mi encierro.

Sebastián:

Creo que te conozco mejor que tus hermanos.

Viviana:

¿Que quieres?

Sebastián:

Tenemos que hablar muchas cosas.

Viviana:

¿Cómo cuales? Me dejaste muy clara tu postura y lo que fui para ti al traer a tu amiga a mi casa.

Sebastián:

Eres una tontita y adorable celosa... aunque creo que tu escena fue un poco infantil.

Viviana:

No soy una niña!!

Sebastián:

Nadie mejor que yo lo sabe.

Me tomó con fuerza de la cintura, pegándome a su cuerpo, aspirando el aroma de mi cabello, de mi cuello... busco mi boca, sin esperar nada, me besó con firmeza, sin permitir que me alejara de el, su lengua se coló dentro de mi boca... mis brazos se aferraron a su cuello, correspondí a su beso, saboree sus labios, mi lengua acarició su lengua y me embriagué completamente de su aliento.

Viviana:

Quiero sentirte... Hazme tuya, hazme el amor.

Lo jalé dentro de mi habitación y volví a cerrar la puerta con seguro.

Busqué sus labios mientras tomaba mi rostro entre sus manos, enredaba sus dedos entre mi cabello. Me separé un poco de el, mis manos se deslizaron por su pecho, desabrochando uno por uno los botones de su camisa... se la quité, mis manos vagaron por su piel, llené de besos su pecho, sintiéndolo agitado por su respiración acelerada, lamí sus tetillas, las mordí suavemente... subí por cuello, chupé el lóbulo de su oreja, recorrí el camino con besos para llegar a sus labios... me quité la blusa, me deshice del brassiere dejando mis senos desnudos... me colgué de su cuello, pegando mis senos desnudos a su pecho desnudo, Sebastián me rodeó con sus brazos con fuerza, levantándome ligeramente del piso, me impulsé para rodear su cintura con mis piernas y caminó hasta sentarse sobre mi cama conmigo sobre el.

Los zapatos volaron, nos enredábamos con el resto de la ropa, me levanté, quitándome las prendas que quedaban, lentamente, mirándolo a los ojos, sonriendo, exponiendo de nuevo mi total desnudez a sus ojos. El también ya se había deshecho de su ropa, sentado sobre mi cama, me acerqué, sus manos tomaron mi cintura mientras sus labios saboreaban mis pezones, lo empujé un poco mas al centro de la cama, y me senté sobre sus piernas, su sexo rozaba mi sexo, podíamos sentirnos palpitar deseando ser uno.

Besé a Sebastián mientras mi mano buscaba guiarlo dentro de mi. Al mismo tiempo, Sebastián empujó su cadera buscando llegar al fondo y yo moví la mía buscando lo mismo. Ambos respirábamos agitadamente, inmóviles, jadeábamos sin dejar de mirarnos a los ojos. Moví mi cadera en círculos sintiendo las manos de Sebastián en mi cadera; me tomó con fuerza, empujando mi cuerpo sobre la cama para quedar sobre mi, dejándome sentir su peso, su fuerza... sin dejar de mirarnos a los ojos, nuestros movimientos se acoplaron, lo sentía entrar y salir de mi, una y otra vez, lentamente pero con fuerza y firmeza, a cada embestida sentía que quería llegar aun mas dentro de mi, provocándome gemidos que buscaba silenciar comiéndose mis labios... mis manos recorrían su piel, se aferraban a sus brazos... al sentir mi tercer orgasmo, con mas fuerza me embistió para llenarme de el como no lo había sentido antes.