Entre 2 pasiones 6parte

Se abrió una puerta que ninguno de los dos habíamos considerado... ni siquiera imaginado... Y ya no había vuelta atrás...

No quería despertarlo, quise disfrutar al máximo el sentir su abrazo firme, su piel desnuda pegada a la mía, su sudor mezclado con el mío... despertar entre sus brazos.

No se cuanto tiempo pasé así, sintiendo esa ligera brisa cálida, escuchando la respiración de Sebastián. Volví a quedarme dormida, pero solo por un rato. Al despertar de nuevo, Sebastián ya no estaba en la cama, el aire acondicionado ya estaba encendido y escuché correr el agua de la regadera. Me estiré en la misma cama y me levanté dirigiéndome al baño.

Entré a la regadera y abracé a Sebastián por la espalda, sus manos tomaron las mías y me jaló para quedar enfrente de el. La regadera de lluvia caía sobre el cuerpo de los dos. Ambos admirábamos nuestra desnudez sintiendo despertar de nuevo el deseo por estar juntos otra vez.

Acorté la distancia que había entre nuestros cuerpos, Sebastián me tomó con firmeza de la cintura atrayéndome aun mas a su cuerpo y nos besamos con deseo y pasión, dejando resbalar nuestras manos por nuestra piel mojada, sintiendo el deseo y la excitación crecer a cada segundo. Sus manos se prendaron de mis senos, acariciándolos, disfrutándolos, acrecentando mi excitación y mi placer. Su boca descendió hasta ellos, chupándolos, acariciando mis pezones con su lengua, mordiéndolos arrancándome gemidos profundos.

Su boca recorrió el camino de regreso a mi boca mientras una de sus manos descendía por mi piel, como resbalándose por ella hasta llegar a mi entrepierna, abarcándola con la palma de su mano, como abrazándola... sus dedos jugaban con mis labios,  fingiendo tratar de encontrar mi clítoris sin lograrlo... su lengua acariciaba la mía y nuestros labios no dejaban de comerse, de saborearse... sus dedos finalmente alcanzaron mi clítoris, provocando que mi cuerpo temblara y me aferrara aun mas a el.

Sebastián empujó mi cuerpo hasta el muro... el deseo que sentíamos el uno por el otro era enorme, crecía, interminable... levantó una de mis piernas y se dejó ir hasta el fondo, dentro de mi, provocándome un grito que ahogó con sus besos al mismo tiempo que me hacía sentirlo una y otra vez con sus embestidas.

Me abracé aun mas a su cuerpo, mis piernas lo rodeaban y mi boca pegada a su oído no dejaba de gemir, de pedirle mas, de suspirar su nombre entre jadeos... exhausta, una punzada en mi vientre se encendió y se expandió por todo mi interior, haciéndome convulsionar y explotar en un orgasmo tan intenso, en que me faltaba el aire para respirar y lagrimas se agolparon en mis ojos, provocando que me aferrara con fuerza al cuerpo de Sebastián mientras el mío temblaba sin parar y Sebastián aceleraba el ritmo de sus penetraciones para explotar dentro de mi.

Sebastián jadeaba en mi oído, intentando recuperar el aliento... yo había quedado sin fuerzas aferrada a su cuerpo. El agua seguía cayendo sobre nosotros.

Sebastián:

¿Estas bien?

Viviana:

Si.

Intentó dejarme sobre el piso, pero las piernas no me respondieron, volvió a tomarme en sus brazos y caminó hasta el sofá de la habitación. Se sentó aun cargándome, ambos seguíamos desnudos, nuestra piel mojada, unida... parecía que fundidas una con la otra... sin saberlo ninguno de los dos, habíamos abierto una puerta que ni el ni yo siquiera habíamos contemplado cuando iniciamos con todo el juego de seducción que jugamos.

Sebastián:

Vas a ser mi perdición.

Viviana:

Y tu la mía.

Me besó y nos quedamos así, en silencio, por un buen rato.

Sebastián y yo pasamos una semana increíble, cualquiera que nos viera... bueno, además de ver un poco extraña la diferencia de edad... juraría que éramos una pareja de recién casados... Paseábamos tomados de las manos, nos deteníamos en cualquier instante y momento para besarnos y abrazarnos; caminábamos por la playa, nos correteábamos como adolescentes jugando, hacíamos el amor como locos, nos provocábamos con cualquier pretexto, en cualquier momento y en cualquier lugar... dormíamos abrazados, fundidos como uno solo y despertábamos con el deseo encendido como si nunca nos hubiéramos tocado siquiera...

El último día completo que nos quedaba en ese paradisiaco lugar, ambos sabíamos y teníamos muy presente que el fin de esos días era un hecho, que estaba a la vuelta de la esquina y que una vez que regresáramos a Vallarta, nada podría ser igual, ni siquiera un poquitito a lo que habían sido esos días juntos.... Sebastián estaba ausente, serio, pensativo... yo, me sentía triste, un poco malhumorada, sentía como que me estaban arrebatando algo que era solo mío y nada podría sustituirlo... confundida por las sensaciones que me estaban invadiendo.

Sebastián:

¿Quieres hacer algo en especial hoy que es el ultimo día?

Viviana:

No, no tengo ganas de salir.

Sebastián:

¿Tu no tienes ganas de salir? Eso si que es una novedad. Podemos ir de compras o a la playa, o ir a la alberca, al pueblo.

Viviana:

No, no tengo ganas.

Sebastián:

Entonces voy solo al pueblo.

Viviana:

Esta bien.

Caminó hasta la puerta de la habitación y se paró en seco al escucharme llamarlo por su nombre. Se giró y me miró extrañado por el tono de mi voz. Me acerqué un poco hasta el, quedándome de pie y sintiéndome un poco tonta por mi reacción.

Viviana:

¿Me abrazas?

Se acercó a mi, y me abrazó con fuerza. Yo me aferré con fuerza a su cuerpo, tratando de detener lo que bien sabia que al siguiente día ya no podría tener.

No quería soltarme de el, me aferraba cada vez mas a el. No se si el intuía lo que sucedía, me tomó de las manos para librarse de mi abrazo y después de besarme con mucha ternura, diciendo solamente un "al rato regreso" salió de la habitación cerrando la puerta y quedándose un momento recargado en ella.

Cerró los ojos, tratando de sacudirse lo que llevaba todo el día cavilando y analizando, suspiró profundamente y caminó por el pasillo del hotel.

En cuanto Sebastián cerró la puerta de la habitación, las lagrimas se asomaron por mis ojos y no dejaban de correr por mis mejillas. No entendía mi reacción de un momento atrás ni las sensaciones que me agobiaban desde que había despertado esa mañana.

Entre mas trataba de calmarme, mas lagrimas salían de mis ojos... escuché ruidos en el pasillo y me asusté, no quería que Sebastián me viera así, que volviera a pensar en mi como una niñita, inmadura, infantil y caprichosa. Abrí la llave de la regadera y me di un largo baño caliente para calmarme. Cuando salí, Sebastián aun no regresaba. Me puse un top corto sin brassiere y solamente una tanga; encendí la televisión, me recosté en la cama y me quedé dormida.

Mientras tanto en el pueblo, Sebastián caminaba sin rumbo fijo, absorto en sus pensamientos, dándole vueltas y vueltas a las cosas. Caminó por horas, llegó hasta un pequeño centro comercial y se sentó en un café. La tarde empezaba a caer cuando se percató de todo el tiempo que llevaba fuera y se apresuró a regresar al hotel.

Al entrar a la habitación, se quedó ensimismado, contemplándome dormir... mi cabello dorado, largo y ondulado que tanto le gustaba, mis piernas largas, fuertes y torneadas, mi cuerpo que lo volvía loco... la puerta que se había abierto y no consideramos...

Se recostó sobre la cama, a mi lado, sin dejar de mirarme... acarició mi cabello delicadamente para no despertarme... las yemas de sus dedos pasaron por mi mejilla, trazaron el contorno de mis labios, fueran hasta mi cuello suavemente... Mis pezones se notaban a través de la fina tela del top, los rozaba con sus dedos, aún con frágil ternura... logrando que se endurecieran mas... bajo hasta mi ombligo, dibujando círculos alrededor de el. La imagen de mi cuerpo lo tenía embelesado, no podía quitar los ojos de mi tanga, de mi vientre, de mis senos... Su propia excitación despertó y aumentaba a medida que las yemas de sus dedos recorrían mi piel. Comenzaba a sentir la presión de su pantalón, le molestaba ya.

Se deshizo de el y regresó a sus caricias, se enfocó en mis pezones, cuando notó mi respiración mas profunda y agitada, se aventuró a pasar uno de sus dedos por mis labios, por encima de mi tanga, logrando que me estremeciera... volvió a hacerlo, logrando hacerme suspirar, aun me encontraba profundamente dormida. Mi excitación crecía y en mis sueños, estaba con el, con Sebastián. Mi tanga comenzó a humedecerse y mientras una de mis manos acariciaba mi seno, la otra comenzaba a recorrer mi piel.... Sebastián se volvió loco con esta visión...

Mis suspiros se volvieron gemidos y los dedos de Sebastián se colaron dentro de mi tanga para darme mas placer. Aun dormida, le pedía mas, gemía y suspiraba, y cada vez me humedecía mas...

Viviana:

Así, si, mas... mi amor... Sebastián.

Después de escucharme, ya no hubo freno para Sebastián, la idea de que siguiera dormida ya no importó, debía tenerme, sentirme, dejar salir lo que durante todo el día había intentado matar.

Sus labios buscaron los míos, sintió mi cálido aliento, una de sus manos me tomó de la mejilla mientras sus labios saboreaban los míos esperando su respuesta.

Muy lentamente fui tomando consciencia de lo que estaba sintiendo, que no era parte de mi sueño, que Sebastián estaba ahí y correspondí a su beso, hambrienta de el. Su mano descendió por mi cuerpo hasta mi cintura, llevándola a mi espalda para atraer mi cuerpo al suyo, me abracé a el al mismo tiempo que me separaba de su boca... abrí los ojos y miré su rostro... extasiada, feliz... lleno de paz, de entrega, de deseo....

Sebastián:

¿Qué tanto me miras?

Viviana:

Nada.... Hazme el amor.

Volvimos a besarnos, nuestras manos vagaban por nuestra piel... se deshizo de mi tanga mientras me deshacía de su camisa y de mi top. Sentí esa presión que adoraba sentir cada vez que su cuerpo estaba sobre el mío. Besó mi cuello, bajó hasta mis senos, los lamió, los saboreó, jugó con mis pezones... Abrí mis piernas para sentirlo, lleno de besos el camino de mi vientre hasta mi ombligo, bajó y bajó hasta llegar a mis labios, sentí su lengua recorrerlos de arriba a abajo varias veces provocando que mi cuerpo temblara de gusto. Mis manos acariciaban su cabello, tomé su rostro entre mis manos para que me mirara... "Por favor mi amor... Hazme el amor."

Sus labios se apresuraron de nuevo a mi boca y lo sentí llenarme completamente con su dureza, con todo el deseo que sentía por mi. Sus manos tomaron las mías, nuestros dedos se entrelazaron, y las llevó por encima de mi cabeza mientras mi cadera bailaba a su ritmo y buscaba sentirlo aun mas dentro de mi. Nos mirábamos a los ojos, jadeábamos juntos, aceleramos nuestro ritmo, sentí esa increíble sensación previa a un profundo orgasmo, mi cuerpo comenzó a tensarse, mi respiración a entrecortarse, mi vagina a tener pequeños espasmos... Sebastián aceleró e imprimió fuerza a sus penetraciones y lo sentí llenarme toda de el mientras mi cuerpo temblaba de placer.

Sebastián se desplomó sobre mi cuerpo, su respiración tan cerca de mi oído... en ese momento, si hubiéramos intentado coordinarnos, nunca hubiera sido tan perfecto.... "Viviana te amo" "Te amo mi amor".... Al mismo tiempo, casi en un susurro, su boca pegada a mi oído y mi boca pegada al suyo... nuestro abrazo en ese momento se hizo fuerte, eterno... pero también, lleno de incertidumbre.