Entre 2 pasiones 5parte

Se sonrió y me jaló para caer sobre su pecho, me besó con mucha pasión dejándome sin aliento.

Me quedé dormida, no mucho tiempo. Estaba sola en la cama de Sebastián, completamente desnuda y la sabana solo me cubría hasta la cintura. Miré el reloj y apenas marcaba las 4 de la mañana. La ropa de Sebastián y la poca ropa con la que había llegado a su departamento, estaban hechas bola sobre el sofá de la recamara.

Tomé la camisa de Sebastián y me la puse sobre mi piel desnuda, aspiré y disfruté su aroma y salí de la recamara para buscarlo.

Todo el departamento estaba oscuro, salvo la luz que alcancé a percibir en su estudio. Conforme me acercaba, percibí una corriente de aire y el aroma a puro que hace mucho tiempo no olía.

Sebastián solía fumar puro de vez en cuando; en las ocasiones en las que realmente estaba pasando un buen rato. Ahora, solo lo hacía ocasionalmente, en sus palabras: después del sexo, siempre y cuando lo haya disfrutado demasiado.

Abrí solo un poco la puerta del estudio, la terraza estaba abierta y alcancé a ver a Sebastián con una bata cubriendo su cuerpo, sentado en la orilla de una tumbona, disfrutando su puro y un whisky en las rocas, y mirando hacia el horizonte.

Entré al estudio sin hacer ruido, me quedé unos segundos recargada en el marco de la puerta de la terraza mirándolo. Estaba completamente absorto en sus pensamientos. Sigilosamente me senté en la tumbona, detrás de el, con las piernas abiertas y rodeando su torso con mis brazos. Besé su cuello, aspiré su aroma, metí mis manos por la abertura de la bata y acaricié su pecho.

Viviana:

Hace mucho que no te veía fumar puro; me encantaba estar cerca de ti cuando  lo hacías.

Sebastián:

Lo que pasó...

Viviana:

Deja de darle vueltas, pasó porque deseabas que pasara y porque yo también deseaba que pasara... y mucho.

Sebastián:

Pero es que no te das cuenta?

Viviana:

De que Sebastián? De que te quiero, de que te deseo, que en tus brazos, ser tuya me hace sentir viva?

Sebastián:

Eres mi sobrina, podrías ser mi hija.

Viviana:

Ni soy tu sobrina ni mucho menos tu hija, y no soy mas chica que las golfas con las que andas.

Me separé de el y me levanté de la tumbona. Le quité el vaso y el puro y los dejé sobre una mesita de cristal. Me acerqué de nuevo a el, me paré frente a el y lentamente desabroché su camisa que me había puesto. Intentó impedírmelo, cuando llegué al ultimo botón, con un movimiento sutil, dejé que sola cayera al piso, quedando completamente desnuda frente a sus ojos.

Viviana:

Dime que no me quieres, que no me deseas... Dímelo y saldré de aquí y ambos fingiremos que nunca sucedió nada.

Admiraba mi desnudez, me acerqué mas y me senté sobre sus piernas. Me abracé a su cuerpo y busqué sus labios, que deseosos y llenos de pasión me besaron mientras sus manos recorrían mi piel desnuda. Deshice el nudo de la cinta de su bata y la abrí. Percibí y sentí su erección, el deseo por volver a estar dentro de mi y mi excitación creció.

Mis manos recorrieron su pecho, bajaron hasta acariciarlo, sentirlo caliente y endureciéndose mas, deseando sentirse rodeado por mi calor. Me acomodé sintiéndolo en la entrada de mi vagina, lo miré a los ojos mientras lo sentía llenarme lentamente hasta llegar al fondo.

Sebastián admiraba la expresión de deseo y pasión en mi rostro al sentir como me llenaba, lancé un profundo gemido al sentirlo completamente dentro de mi, nos besamos y nuestros cuerpos comenzaron a moverse al mismo ritmo gozando del placer que nos dábamos.

Entregarme a Sebastián, estar entre sus brazos, sentirlo dentro de mi, sentir su deseo y pasión por mi, me hacía sentirme viva, mujer, feliz, llena de deseo y pasión.

Me abracé aun mas a su cuerpo, mi boca tan cerca de su oído le demostraba mi deseo, mi gozo, el placer tan grande que sentía al ser su mujer. Al escucharme y sentirme de esta manera, su deseo se encendía, no dejaba de repetir mi nombre y cuanto me deseaba entre jadeos.

Explotamos al mismo tiempo entre gemidos intensos, mis uñas clavadas en su espalda y marcas de sus dedos en mi espalda. Nos besamos, nuestros labios se saboreaban, nuestras lenguas se acariciaban y nuestro abrazo no quería terminar.

Nos recostamos sobre la tumbona, abrazados. El día comenzaba a aclarar, ninguno decíamos nada, pero podía percibir que Sebastián ya no estaba preocupado por lo que estaba pasando entre nosotros, lo sentí tranquilo, relajado, podría aventurarme a decir que lo sentí feliz.

Las yemas de sus dedos hacían dibujos sobre mi piel. Me sentía plena de estar así con el. Giré mi cabeza para mirarlo, me sonreí y se extrañó por mi sonrisa, busqué sus labios y lo besé con ternura.

Viviana:

Me gusta estar así, aquí... contigo... este momento, nuestra desnudez, sentir tanto entre tus brazos. Quisiera que no amaneciera y al menos aunque fuera unos días no tener que fingir ante los demás...

Sebastián:

Vámonos.

Viviana:

¿Vámonos? ¿A dónde?

Sebastián:

Unos días, tu y yo solos, donde no tengamos que fingir nada ni preocuparnos por que alguien nos descubra o se de cuenta.

Me enderecé sobre la tumbona y lo miré. Mis ojos no podían ocultar la emoción y la felicidad que su propuesta me daba.

Viviana:

¿Lo dices en serio?

Se sonrió y me jaló para caer sobre su pecho, me besó con mucha pasión dejándome sin aliento.

Sebastián:

Ve a empacar, para una semana. Paso por ti en hora y media.

Viviana:

Mira que si me estas bromeando...

Sebastián:

Esta corriendo el tiempo...

Volví a besarlo emocionada y entré corriendo a su estudio. Fui hasta su habitación, me puse la bata con la que había llegado y en una de sus bolsas metí mi lencería hecha bolita. Sebastián me miraba mientras lo hacia, ya iba a salir hacia mi casa, me acerqué a el y me colgué de su cuello.

Viviana:

¿De verdad quieres pasar una semana conmigo... solos, así?

Sebastián:

¿Por qué lo dudas? Tu fuiste la que me dijo que dejara de pensar y solo me dejara llevar por lo que siento. Pero si tu....

Viviana:

Ssshhhh. ¿En hora y media?

Sebastián:

Si

Nos besamos no queriendo separarnos y fui a mi casa.

Con mucho cuidado y en silencio, entré a mi casa y a mi recamara. Cerré la puerta con seguro, saqué una maleta de tamaño mediano y me di cuenta que no sabía adonde iríamos o que tipo de ropa llevar, no porque planeara pasear mucho. Le envié un mensaje de texto a Sebastián y me respondió "playa".

Escogí varios bikinis sexies, mucha lencería sexy y de encaje, ropa de playa y 2 ó 3 vestidos para salir de noche... ademas de todas mis cosas personales. Con mi maleta lista, me di un baño, me arreglé sencillo y estaba lista justo cuando Sebastián entraba a mi casa. Tocó suavemente la puerta de mi recamara y abrí. La cerró detrás de el y me jaló para sentir mi cuerpo pegado al suyo.

Sebastián:

¿Estás lista? Aún estas a tiempo de cambiar de opinión.

Viviana:

¿Eso quieres... que cambie de opinión?

Sebastián:

Vámonos ya.

Tomé mi celular y le envié un mensaje de texto a Mauricio, diciéndole que estaba en ese momento saliendo de viaje con mis tíos por cosas de la boutique, que lo sentía mucho y le dejaba mil besos. Mientras tanto, Sebastián despertaba a mi hermano Luis para decirle que estaba a cargo del negocio y que yo me iría con el por cosas de la campaña.

Cargó mi maleta, una vez dentro del elevador, dejó mi maleta en el piso y me besó de nuevo dejándome sin aliento.

En la cajuela de su auto, ya estaba su maleta, guardó la mía y como todo un caballero me abrió la puerta del coche. Se subió al auto y metió la llave en la ignición, volteó a verme, sonrió sacudiendo el resto de dudas que quedaban en su cabeza y encendió el motor.

Eran alrededor de las 7:30 de la mañana cuando salimos de casa, Sebastián, sin decirme adonde iríamos, manejó con calma, relajado y sin pisar el acelerador... realmente disfrutando de todo. Platicábamos de todo un poco, íbamos tomados de la mano como novios. Manejó poco mas de una hora.

Alrededor de las 9 de la mañana entramos a la localidad de Punta Mita en Nayarit y nos detuvimos en un restaurante a desayunar. Aun no quería decirme adonde íbamos a ir. Ordenamos el desayuno y marcó por teléfono a la oficina para dejarle instrucciones a su secretaria, casualmente casi al mismo tiempo me entraba una llamada de Mauricio a mi celular.

Viviana:

Hola.

Mauricio:

Vi tu mensaje hace un rato.

Viviana:

No quise despertarte, era muy temprano y fue algo imprevisto.

Mauricio:

¿Adónde vas?

Viviana:

A Monterrey, ya casi vamos a abordar.

Mauricio:

¿Cuanto tiempo?

Viviana:

No se, probablemente una semana o algo así.

Mauricio:

Llámame, si?

Viviana:

Trataré, te dejo porque nos están llamando a abordar, ok? Después te llamo.

Miraba de reojo a Sebastián analizar mi llamada, imaginando con quien hablaba e intentando disimular los celos. No quise darle importancia, fingí demencia y desayunamos tranquilamente.

Salimos del restaurante y me abracé a el. Caminamos abrazados hasta el coche, en menos de 30 minutos llegamos a un exclusivo, lujoso pero pequeño hotel en la punta de la bahía. Mientras yo estaba haciendo mi maleta, Sebastián habló para reservar la mejor suite.

El concierge del lugar nos acompañó hasta la habitación llevando nuestras maletas, después de darle una propina, cerró la puerta dejándonos solos. Había una botella de champagne enfriándose, un recipiente con fresas y 2 copas. Mientras admiraba y recorría la suite, Sebastián llenaba ambas copas y se acercaba hasta donde yo estaba.

La suite era bellísima, con su propio y privado jacuzzi en la terraza, frente al mar. Me dio una de las copas, nos miramos con deseo y sin decir nada, ambos nos bebimos la copa completa. Las dejamos sobre una mesa y nos acercamos, hasta estar frente a frente, casi pegados nuestros cuerpos, sin tocarnos.

Estiró su mano para acariciar mi rostro, cerré los ojos para sentir y disfrutar su caricia. Sentí su cuerpo pegado al mío, sus labios besaron mis ojos, deslizándose suavemente por mi piel hasta mi cuello, el cual le ofrecí completamente entregada a sus caricias. Sentía su lengua recorrer mi piel, acelerando mi respiración y despertando mi deseo y mi excitación.

Quise acariciarlo, pero me tomó de las manos sin permitírmelo y llevándome de regreso a la habitación.

Sebastián:

Hoy, vas a conocer lo que es que un hombre te haga el amor por ti y solo para ti.

Sin dejarme decir nada, sus labios silenciaron mi boca. Sus manos tomaban mi rostro, y lentamente se deslizaron a mis hombros, por mis brazos hasta llegar a mi cintura. Muy lentamente desabrochó mi blusa y me la quitó.

Nos recostamos sobre la cama, sin dejar de besarnos, sus dedos recorrían mi piel, lo mismo que sus labios. Se deshizo de mi brassiere, sus labios recorrieron mis senos desnudos llenándolos de delicados besos, la punta de su lengua los recorría entreteniéndose en mis pezones, disfrutando mi cada vez mas acelerada respiración. Se quitó la camisa, y al sentir su pecho desnudo en contacto con el mío, mi piel se erizó. Abrí los ojos y lo miré contemplándome, su cabeza recargada sobre su mano y su codo doblado sobre la cama.

Acaricié su rostro con la yema de mis dedos sin dejar de mirarlo a los ojos; recorrí el contorno de sus labios mordiendo al mismo tiempo el mío. Mi mano siguió hasta su pecho, su rostro se acercó al mío para besarme mientras una de sus manos se apoderaba de mi seno, acariciándolo, abarcándolo todo, pellizcando suavemente mi pezón.

Terminamos de desnudarnos, boca abajo sobre la cama, sentía la punta de su lengua recorrer la línea de mi columna vertebral... No dejó rincón de mi piel sin acariciar, sin besar, sin saborear... Me sentía completamente húmeda, ansiosa, excitada e impaciente por sentirme llena de el.

Sentí su cuerpo sobre el mío, abrí mis piernas ávida por sentirlo... Me miró a los ojos mientras me penetraba, mi respiración era muy agitada y en cuanto lo sentí abriéndose paso dentro de mi, gemí arqueando mi espalda y aferrándome con fuerza a sus brazos.

Sin salirse de mi, se hincó sobre la cama y cargó mi cuerpo para quedar sentada sobre el, mis labios se aferraron a los suyos, extasiada de placer y buscando aire para respirar. Me hizo arquear la espalda hasta recostarme de nuevo sobre la cama, apoyada en mis hombros, sintiéndolo aun mas dentro de mi, llegando a un punto donde mi cuerpo empezó a temblar en un orgasmo increíble, sus penetraciones se hicieron lentas, profundas; mis gemidos intensos pidiendo mas y repitiendo su nombre sin cesar.

Hacer el amor con Sebastián, se convirtió en ese momento, un instante eterno, en el que el placer no era algo pasajero, los orgasmos intensos, largos, profundos, sucesivos... y del que no quería salir.

Sebastián aceleró su ritmo e intensidad para provocarme una nueva explosión simultánea a la suya, y sin dejarme siquiera recuperar el aliento, buscó mi boca para besarme mientras me dejaba sentir el peso de su cuerpo sobre el mío. Me tomó en su brazos para abrazarme y caer los dos extasiados y rendidos sobre la cama.

El calor me despertó, el aire acondicionado de la habitación estaba apagado y solo se sentía una leve brisa cálida que entraba por la terraza. Estábamos sobre la cama aun tendida, mi espalda pegada al pecho de Sebastián y sus brazos me rodeaban con firmeza. El sol se estaba poniendo, la noche anterior prácticamente no habíamos dormido y quedamos exhaustos después de hacer el amor... fue, tan intenso, tan profundo, una explosión de placer tan profunda... entregarme a Sebastián fue mas de lo que pensaba, deseaba e imaginaba... entre sus brazos, ser suya me hacia sentir totalmente completa y plena.