Entre 2 pasiones 4parte
A partir de ese momento, ya no había vuelta atrás para ninguno de los dos.
A partir de ese momento, ya no había vuelta atrás para ninguno de los dos.
Sentí las manos de Sebastián recorriendo mi piel, acariciando mi cuerpo. Iban de mi espalda a mi cintura; se aferraban cada vez mas a mi mientras la cordura nos abandonaba a los dos. Las sentí subir por mi cintura hasta mis senos, podía percibir mis pezones muy duros, me sentía demasiado húmeda, indescriptiblemente excitada y deseosa de estar entre sus brazos y sentirlo dentro de mi.
Cuando sus manos comenzaron a acariciar mis senos, no pude evitar que suspiros y gemidos salieran de mi boca mientras mis labios no se cansaban de saborear los suyos.
Me quité el brassiere, ofreciéndole completamente mis senos a Sebastián. Su lengua en mis pezones me daba un placer indescriptible, el dolor de tenerlos tan duros y parados como nunca antes, aumentaba demasiado mi excitación.
Sus manos sustituyeron su boca, que deseosa regresó a mis labios para hacerme sentir la pasión y el deseo que aumentaban a cada segundo.
Me cargó en sus brazos y rodee su cintura con mis piernas; mis brazos me sostenían aferrada a su cuello mientras sus manos se deslizaban hasta mis nalgas.
Caminó hasta su habitación, me recostó sobre la cama y mientras se separaba de mi, deslizó mi tanga por mis piernas dejándome desnuda ante sus ojos.
Terminó de desvestirse el también, mis ojos brillaron de deseo al ver su cuerpo bien cuidado, desnudo, su pene duro y erecto por mi. Instintivamente abrí mis piernas, mostrándole mi evidente humedad. Mi mente no pudo evitar comparar. Mi deseo y mi intensidad crecieron.
Me hinqué sobre la cama, acercándome hasta donde el estaba. Acaricié su pecho con mis manos, mis labios buscaron su boca, sus manos se posaron en mis nalgas, sintiéndolas, acariciándolas, pellizcándolas suavemente mientras pegaba mi cuerpo al suyo.
Nuestra respiración estaba mas que agitada, mis manos se deslizaron por su pecho, su abdomen. Mi mano tomó su largo y grueso pene. Lo sentí duro, caliente, palpitando... lo acaricié lentamente primero, percibiendo los gemidos de Sebastián.
Besé su cuello, mis labios se deslizaron a su pecho, pase mi lengua por sus tetillas, mordiéndolas suavemente. Sus manos acariciaban mi cabello, y lo escuchaba murmurar mi nombre entre gemidos.
Bajé hasta tener su pene muy cerca de mi rostro... el deseo estaba totalmente apoderado de mi, pasé mi lengua por el tronco, dejándolo sentir mi cálido aliento en el. Sentí firmes las manos de Sebastian sobre mi cabeza...
Era la primera vez que le haría sexo oral a un hombre, con Mauricio nunca había sentido el deseo de hacerlo... ahora, lo deseaba.
Volví a pasar mi lengua por todo el tronco, entreteniéndome al llegar a la punta, metí la cabeza a mi boca, jugando en ella con mi lengua, aprisionándola entre mi lengua y mi paladar... Podía sentir el cuerpo de Sebastián tenso, disfrutando. Sus manos soltaron mi cabeza para acariciar mi espalda, mi piel.
Me tomó de los brazos para separarme de el, lo miré a los ojos... ya no estaba ahí mi tío, era solo el hombre maduro a quien deseaba por sobre todo, y pude ver en su mirada que el tampoco veía ya a su sobrina, solo veía a la mujer joven que deseaba.
Mis labios se prensaron de los suyos mientras me tumbaba sobre su cama dejándome sentir el peso de su cuerpo sobre mi.
Nos besábamos, nuestras manos exploraban nuestros cuerpos, solo se podía percibir respiraciones agitadas, gemidos, el sudor de nuestros cuerpos, el olor a sexo.
Su boca se prendó de mis senos, mientras su lengua y sus dientes jugaban con uno de mis pezones, su mano acariciaba el otro, sobándolo, pellizcándolo... aumentando a cada segundo mi excitación y mi ansiedad por sentirlo dentro de mi... Acariciaba su cabello, mi cuerpo se retorcía debajo de su cuerpo, mis gemidos eran cada vez mas intensos.
Su boca fue bajando llenando de besos mi vientre, entreteniéndose su lengua con mi ombligo, bajando, bajando, bajando...
Con firmeza, sus manos abrieron mis piernas, lleno de besos mis ingles, impacientándome por sentir su lengua, mis caderas se movían queriendo buscar que su lengua llegara adonde tanto la deseaba. Levantó su cabeza buscando mi mirada y se sonrió para inmediatamente separar mis labios con sus dedos y pasar su lengua a lo largo de ellos, saboreando mi humedad, mi deseo por el.
Cuando sus labios atraparon mi clítoris, un grito escapó de mi boca, y le dio pie a Sebastián a intensificar la succión que le daba mientras dos de sus dedos entraban y salían de mi vagina sin descanso.
Me sentía morir... movía mis caderas y le pedía mas mientras mis manos estrujaban mis senos... cuando sintió mi cuerpo tensarse intensificó el movimiento de sus dedos y su lengua recibió todo mi orgasmo... mi espalda se arqueó hasta casi sentarme, sentía que jadeaba buscando aire para respirar, sintiéndome flotar aun.
No había recuperado el aliento y Sebastián buscó mi boca para besarme mientras me dejaba sentir como me llenaba con firmeza, sin dudar, hasta el fondo de mi útero y las paredes de mi vagina intentaban acoplarse a un nuevo visitante, mas largo, mas grueso y que parecía hecho a la medida de ella.
Gemí desde lo mas profundo de mi ser al sentirme llena de el. Tomó mis manos para llevarlas arriba de mi cabeza, sujetas de mis muñecas por una de sus manos mientras comenzaba un lento y firme bombeo dentro de mi. Mis caderas se acoplaron a su ritmo casi al momento. Una y otra vez lo sentía llenarme, ninguno hablaba, nos mirábamos a los ojos, escuchando nuestros cuerpos chocar, nuestros gemidos aumentar.
Soltó mis manos para llevar mis piernas a sus hombros, aumentó su ritmo y su fuerza queriendo llegar hasta lo mas profundo de mi, arrancándome gritos de placer.
Volví a sentir un nuevo orgasmo sin que el dejara de bombear toda su virilidad dentro de mi. Buscó mi boca para besarnos de nuevo con mucha pasión, quedándose quieto dentro de mi, dejándome sentir como me llenaba, como se amoldaba a mi interior.
Tomó mi cuerpo como si se tratara de una muñeca, sin salirse de mi, se recostó de espalda sobre la cama, dejándome sobre el. Nuestros labios se devoraban entre si sin cansarse, nuestras lenguas se buscaban, se probaban, saboreaban el sabor del otro. Sus manos vagaban por mi espalda, sin dejar piel que tocar.
Tomó mis caderas, que se empezaron a mover buscando elevar de nuevo el placer de los dos. Tomé sus manos y las llevé a mis senos; entre gemidos, ambos decíamos nuestro nombre una y otra vez.
Me movía sobre Sebastián sintiéndome llena de placer y deseo, incliné mi cuerpo para besarlo de nuevo, lo que el aprovechó para voltearnos, dejándome sentir su cuerpo sobre el mio. Aceleró sus embistes provocándome un nuevo orgasmo, gritando, sentí su orgasmo llenando cálidamente mi interior y Sebastián gritaba mi nombre.
Se desplomó sobre mi cuerpo, me abracé a el y busqué sus labios. Nos besamos con ternura, exhaustos. Se separó de mi boca para mirarme.
Sebastián:
¿Qué acabamos de hacer?
Viviana:
Ssshhhh mi amor. No lo analices.
Me acurruqué pegada a su cuerpo, mi cabeza en su pecho y abrazada a el. Sus manos acariciaban mi cabello, bajando por mi espalda, tocando mi piel para encenderme de nuevo,