Enséñeme, Profesor - Capítulo III
Luna creía conocer todo lo que se debía sobre sexo, pero cuando conoce a Rafael, el profesor de literatura de su hermana menor, se da cuenta poco a poco del mundo de maravillas que se esta perdiendo, abriéndose paso a nuevas experiencias, y nuevos placeres.
Mientras iba caminando por el pasillo a toda velocidad mi rabia no estaba disminuyendo, sentía como el corazón se me quería salir por la garganta mientras miraba para todos lados intentando descubrir en qué salón ese idiota estaba metido, al fin lo vi y no pensé ni por un segundo las palabras que salían de mi boca.
- ¡¿Te crees muy de los malos no?!- De repente toda el aula se queda en un silencio y su cara de sorpresa se convierte en una cara de rabia. Yo siento que me he tomado como 10 tragos de tequila, lista y valiente para el ataque.
-Muy poco me importa que te creas el interesante, y el misterioso, no puedes ir por ahí tratando a la gente a tu antojo- Su rostro se endurece.
-Mañana continuaremos este tema clase, por favor quédense aquí mientras atiendo a la señorita, por ahora se pueden retirar en cuanto toque la campana- Él toma sus cosas del escritorio, me toma por el brazo y me arrastra hasta el estacionamiento.
-Cómo es posible que no digas ni una palabra, ¿No crees que merezco una explicación? ¡Y que me devuelvas mis bragas! - Se ríe con disimulo, pero de inmediato vuelve su semblante enojado, este hombre tiene que estar de broma.
Cuando llegamos a su auto me lleva a la puerta del pasajero, pensé que, para abrirla, pero de un segundo a otro me empuja fuerte contra el auto y me da una nalgada. -Si dejaras de comportarte como un maldito animal en celo tal vez pensaría en mantener una jodida conversación- Entierra su cabeza en mi cabello, aspirando fuerte mientras aprieta mi culo con una de sus manos -Tu comportamiento es inaceptable- Otra nalgada, más fuerte que la anterior. Sube mi falta solo un poco y me presiona más contra el auto, con su cuerpo, puedo sentir cada parte de él palpitando con rabia contra mi espalda. Me hala, abre la puerta del auto y prácticamente me lanza dentro para luego estrellar la puerta. El sube del otro lado y enciende el auto. - ¿A dónde vamos? - El me ignora y acelera.
Mientras estamos en camino me doy cuenta de lo rápido que conduce, todo se ve borroso y él se ve bastante enojado. -Amm, tengo que volver a la escuela, deje mi auto ahí- Me ignora, simplemente sigue conduciendo. -Oye, realmente deberíamos volver, me estas asustando- En ese momento frena el auto. - ¿Quieres que te asuste? -.
Se orilla, y cabe recalcar que estábamos realmente en medio de la nada, ya que el colegio estaba bastante dentro del campo y para llegar tomaba 40 minutos desde el centro y podían faltar otros 15 para llegar a la población. Se baja del auto y abre mi puerta, me hace bajar y me sienta en el asiento trasero, busca algo en la cajuela del auto y regresa, cuando veo lo que carga en manos mis ojos se abren como platos, me pide que me dé la vuelta y por alguna razón le obedezco.
Puedo sentir como pasa la soga por mi cuello, le da una vuelta y luego baja los extremos por mi espalda. -Las manos, atrás- Me muevo casi robóticamente, su tono de voz es distinto, puedo notarlo, aprieta las cuerdas alrededor de mis manos y las pasa por mi cintura, sube por mis senos y las amarra ahí también, se nota que sabe lo que hace, como sus manos se mueven con gracia y confianza, haciendo diferentes tipos de nudos como si fuese juego de niños, una vez que acaba me siento totalmente inmovilizada de la cintura para arriba, la cuerda se ajusta mucho a mi cuerpo, arrugando la camisa blanca que llevo puesta, marcando todos los lugares que debían ser marcados.
Me sienta correctamente y me suelta una mirada de deseo antes de cerrar la puerta, yo intento moverme, pero las cuerdas están realmente ajustadas, no lo suficiente para dolerme, pero definitivamente dejaran marcas una vez que me las quite. Se sube otra vez al lado del conductor y sigue conduciendo como si nada.
-Ammm, ¿Debería preguntar porque me ataste? -
- ¿Querías que te asustara no es así?, ¿Que dejase de ser tan misterioso? -
-Bueno, creo que realmente esto es aún más misterioso, ¿A dónde vamos? -
-A mi apartamento- Dice con un tonito de alegría, como un niño listo para llegar a casa y jugar con su juguete nuevo
- ¿Porque no estoy para nada sorprendida? - Ruedo los ojos y es como un detonante.
Inmediatamente detiene el auto con un frenazo, se gira y sostiene mi cuello con una mano, fuerte, cortándome la respiración - ¿Quieres hacer eso de nuevo para mi querida? - Niego con la cabeza y me suelta de inmediato. - ¿Estás loco? - -Si, nena, y pagaras esta vez. -
Orilla el auto una vez más, alguien debería notar este extraño comportamiento, pero parece que nadie le interesa. Sube las ventanas y ya veo el propósito de que sean tan oscuras. Baja el asiento y gatea hacia mí, baja los asientos y noto el punto de tener una camioneta, es gigante. Toma las cuerdas que sujetan ambos de mis senos y la hala con fuerza, atrayéndome a él. -Que bonitas- Los toma en sus manos y los aprieta juntos, juega con ellos, acerca sus labios y me pequeños besos por todo el cuello mientras sigue jugando, torturándome, me quita algunos botones de la camisa y mueve mi sostén a un lado, no sé cómo con tanta cuerda que me ha puesto.
Comienza a mordisquear mis pezones, a halarlos, duro, casi hasta el punto en que es doloroso. –¿Crees que es un bonito gesto rodarle los ojos a alguien Luna? Porque a mí me parece que es de bastante mala educación, habla muy mal de ti nena. - Corre sus manos por mi cintura, halando la cuerda de vez en cuando para hacerla más ajustada. Roza su rodilla contra mis muslos, tentándome a abrir las piernas para él, cosa que hago casi sin pensar. Tiene control sobre mí, aunque quiera negarlo, su tacto me convierte en mantequilla. Su mano sube lentamente por mi muslo y vuelve a bajar, está volviéndome loca, solamente quiero que me toque un poco, cada vez que llega al comienzo de mi muslo muevo las caderas para atraer su mano, pero baja de nuevo, torturándome. Hace esto un par de veces más y luego procede a hacer un camino de mordidas justo por donde pasaba su mano antes, cuando llega al inicio de mi muslo exhala y con solo sentir el aire caliente me prende más. De pronto se aleja y me mira a los ojos, su mano se mete bajo mi falda y puedo sentir como uno de sus dedos se acerca. –Vaya, estas realmente empapada y solo han pasado unos minutos- Gimo y me muevo pidiendo más, pero el solo saca su dedo lentamente y lo mete una vez más, aún más lento, haciéndome temblar de la necesidad. Se agacha y me da un simple beso en el clítoris que me derrite aún más, luego se levanta sin más vuelve a su asiento y baja las ventanas una vez más.
Vuelve a acelerar y ya estamos cerca de la ciudad, conduce con las ventanas y yo atada como si de un perrito se tratase, tranquilamente. No puedo entender como tiene la capacidad de parecer completamente intacto, como si nada hubiese pasado, y yo en el asiento de atrás con el cabello todo de recién follada y la camisa con la mitad de los botones sueltos, que bochorno. Llegamos a su edificio, no es muy alto, unos 5 pisos tal vez, se estaciona y sube las ventanas. - Oye, ¿no deberías desatarme o pretendes que subamos así? - Me ignora, cierra su puerta y abre la mía, me sujeta y ayuda a salir del auto, cierra la puerta y activa la alarma, luego me sujeta la cintura y me dirige hacia la entrada del condominio, así, atada, puedo escuchar el eco de mis zapatos de tacón caminando por el estacionamiento. Son las 5:30 de la tarde, mucha gente regresa a esta hora de su trabajo, y este idiota me está paseando atada y caminando con toda la gracia de siempre.
Abre la puerta de la recepción y saluda al guardia, él le devuelve el saludo como si nada y me hace un gesto de bienvenida con la cabeza, yo lo miro, completamente extrañada mientras el hombre que me mantiene prisionera llama un elevador y nos subimos, para mi suerte estaba vacío, volviendo a el estúpido guardia, parece que esto es algo normal para el ¿Qué diablos le pasa? ¡Puedo a ver estado secuestrada y el simplemente me saluda! -No te sorprendas nena, no eres la única que ha caminado por aquí en estas circunstancias- Su comentario hace que me hierva la sangre, comienzo a moverme dentro de la soga, simplemente con deseos de escapar de él, pero lo único que hago es lastimarme, esta tremendamente bien atada. -Crees que puedas soltarme ya, esto está realmente molestándome- Me mira extrañado, probablemente notando que no tengo el mismo semblante que antes. -
- ¿Qué pasa? - Genial, un lector de mentes.
-Luna, ¿Qué pasa? - Me toma por la barbilla para que lo mire a los ojos.
-Nada- Puedo sentir como se me llenan los ojos de lágrimas.
Me suelta inmediatamente, como si nunca hubiese visto a nadie a punto de llorar, me seco una lagrima traviesa y lo miro con rabia por hacerse el inocente - ¡¿Que miras idiota?!- Se me acerca de nuevo y me da la vuelta, puedo sentir como comienza desatarme, en silencio. Una vez que termina me doy la vuelta y puedo ver su cara de confusión mientras enrolla nuevamente la cuerda. -Sera mejor que te lleve de vuelta a la escuela, no debemos vernos más- ¿Estaba terminando conmigo?, ¡Ni siquiera sabía cuál era su nombre!
- ¿Cómo te llamas? - Conteste serena, mientras salía del ascensor en su piso.
-Rafael, ahora por favor sube de nuevo al ascensor- Le doy la espalda y me adentro en el pasillo, escucho un suspiro de rendición y doy por ganada la batalla, el camino hacia la puerta del fondo y yo le sigo. -Rafael, que bonito- - Luna es mucho más hermoso- Me sorprende su comentario dulce y el parece darse cuenta. -Vamos, que no soy un completo diablo. -
Abre la puerta y se aparta para dejarme pasar, el lugar es pequeño y oscuro gracias a las cortinas azul fondo del océano, casi negras, pocos muebles, algo simple.
-Pasa, ponte cómoda- Me quito los zapatos altos e inmediatamente soy una cabeza más pequeña, el me mira con una cara de burla -Ni te atrevas a abrir la boca- Hace una mueca para demostrarme que sus labios están sellados. Camino hacia uno de los sofás y me siento, abrocho los botones de mi camisa y suelto un sonoro suspiro. –¿No tienes cervezas? - -Una señorita como tú no debería beber, pero puedo ofrecerle una Corona mi lady- Me extiende la botella y la abro con los dientes con facilidad mientras él se sienta a mi lado –Eso debe ser dañino de muchas formas- Me rio por su comentario y bebo de mi cerveza.
Una vez que la termino me doy cuenta de que Rafael está mirándome de una manera extraña -Bueno, tus labios se veían tremendamente bien contra esa botella- Me sonrojo.
-Pues, gracias-
Se acerca lento y se cuáles son sus intenciones, lo miro directamente a los ojos, como dándole permiso, el baja la mirada a mis labios y sigue acercándose, por primera vez siento que me besa sin tanta rabia, el sentimiento no dura mucho cuando me doy cuenta que de repente me hala el cabello hacia atrás para tener acceso a mi cuello, me muerde, y me da varios besos húmedos. Yo muevo mi mano a sus pantalones, sin demasiadas prisas, rozando su pecho y sus muslos mientras el sigue en mi cuello, cuando llego a su zipper suelta un gruñido directamente desde su garganta y muerde mi oreja, puedo sentir su respiración caliente y eso solo me hace desearle más, quiero probarlo, quiero que me haga suya y ya no quiero esperar más, el me sube sobre con ambos de mis muslos a cada lado de sus piernas, puedo sentirle ya duro bajo la ropa y estoy consciente de lo mojada que me ha dejado luego de la escenita que me monto en el auto, me rozo contra el con descaro, el me quita los botones de la camisa una vez más y me la quita, así mismo como el sostén, y su boca vuelve a tomar mis senos una vez más, pero ahora con más necesidad, y no en un modo de castigo; me sube la falda por todo el cuerpo y me la quita por la cabeza, recalcando, mis bragas están tiradas en algún lugar del suelo de su oficina, a varios kilómetros de nosotros, por ende ahí estaba yo, completamente desnuda para un hombre que no conozco demasiado bien, pero esos eran detalles.
Se levantó sin esfuerzo del sofá, conmigo en brazos, sosteniendo cada uno de mis muslos a los lados de su cadera, y así nos llevó hasta el dormitorio y se sentó nuevamente mientras nos seguíamos besando.
Me despegue un momento para quitarle la camisa y desabrochar su pantalón, ya no podía más con la ansiedad de tenerle, sentía que había esperado demasiado, que mi interior estaba palpitando, pidiéndolo a gritos.
Se levantó un momento para quitarse lo que le quedaba de ropa, y eso me dio chance de admirarlo un poco mejor, había mucho que conocer de este hombre, pero por ahora yo solo tenía en la mente una cosa. Se sentó de nuevo en la calma y me invito a sentarme sobre él una vez más, me subí con cuidado, pero él no tenía esas intenciones aun en cambio me sostuvo en el aire. –Quiero asegurarme de que estas lo suficientemente húmeda querida, solo quiero que esto sea lo mejor posible para ambos- Roso la punta de su miembro contra mí, volviendo más loca de lo que ya estaba, haciéndome estremecer. –Oh si, así está perfecto- Me soltó y caí de un solo golpe sobre él, recibiendo todo su miembro de un solo tirón –Sentía como mis paredes se contraían alrededor de él, como este palpitaba dentro mío, me cargo una vez más, subiéndome lentamente mientras gruñía en mi oído –Maldición esas mejor de lo que esperaba- Me dejo caer una vez y yo solté un grito, se sentía demasiado bien. Se levantó conmigo en brazos y me acostó posando sobre mí, sin sacar su miembro de mi ni un segundo, y comenzó moverse, lento, haciéndome temblar bajo el, lo único que podía hacer era amarrar mis piernas a él y aruñar su espalda.
De un momento a otro me dio la vuelta, me separo las piernas, y me soltó una última nalgada, más fuerte que cualquiera de las anteriores. Se acercó a mi odio y me susurro –Debería pegarte con mi cinturón a ver si aprendes la lección- Se alejó y aparentemente contemplando mi trasero soltó el adorable comentario de cómo se veía espectacularmente bien del tono rojizo en el cual lo había dejado.
Me separo un poco más las piernas y me embistió otra vez, pero más rápido. Tomo mi cabello y lo enrollo en uno de sus puños para halarlo, mientras me embestía cada vez más fuerte, soltó mi cabello y se puso a la altura de mis oídos, mordiéndome un lóbulo. Una de sus manos fue a mi garganta y la sujeto una vez más, mientras me follaba cada vez con más fuerte, cuando ya estaba casi sin aire, sentí como salió de mí y como comenzaba a caer liquido caliente en toda mi espalda, ahí soltó mi cuello y me susurro. –Muy bien Luna, vayamos a por tus bragas. -