Enseñar a amar es más difícil de lo que parece II.
Siempre fui la persona que no podía confiar en nadie, nunca tuve una relación seria y siempre estuve bien así hasta que llego alguien que iba a cambiar mi mundo y a poner mi vida de cabeza.
El día de la fiesta de Mariana llego, como era sorpresa yo era la encargada de invitarla a una cena para que al llegar al restaurante nos encontráramos con todos. En la tarde tuve que pasar a verificar la decoración y preferí llamar a Andrea y contarle que todo estaba listo. Hasta en eso iba a limitar mi contacto con Natalia.
A las 9 fui a recoger a Mariana, cuando íbamos en camino le mandé un mensaje a Andrea avisándole que íbamos para allá y todo salió perfecto. De verdad no se esperaba algo así y la sorpresa le encantó. Desde que llegue vi a Natalia entre todos los que estaban gritando sorpresa, pero hice todo lo necesario para evitarla toda la noche y lo logré. Cuando no estaba haciendo algunas fotos me dedique a hablar a mis amigos y a alejarme cuando ella intentaba dirigirse hacia donde yo estaba.
La parte romántica dentro de mí que quería callar se dio cuenta que Natalia me estaba mirando casi todas las veces que yo volteaba a ver hacia donde ella se encontraba. Su mirada me ponía nerviosa, por lo que tuve que recordarme toda la noche mi determinación de no intentar nada con ella.
Como yo no tomo alcohol ya habíamos decidido que yo llevaría a Mariana a la casa, pero como ella tomo un poco de más, Andrea decidió que se quedaría en el apartamento de Mari para cuidarla. Cuando íbamos saliendo llego Natalia y me pidió el favor que como su casa quedaba entre el apartamento de Mariana y mi casa, me pidió que la llevara. Como no quería que se fuera sola en un taxi cuando yo perfectamente podría dejarla en su casa, acepté.
Llegamos al apartamento de Mariana y tuve que bajarme para ayudarle a Andrea a subirla, la acostamos y baje rápidamente porque sabía que Natalia me estaba esperando para llevarla a su casa. Cuando me subí al carro me agradeció que la llevara y yo le dije que no había ningún problema. La sentía nerviosa y cuando mire sus manos se estaba torciendo el dedo meñique, gesto que hacía desde pequeña cuando estaba nerviosa. Ese gesto también me puso nerviosa a mí.
Cuando estábamos a dos cuadras de su casa me pidió el favor de parar. Pensé que se había sentido mal o que tenía mareo por lo que me detuve. Ella volteo su cuerpo para quedar mirándome de frente y me preguntó abiertamente:
Natalia: ¿Por qué me odias? ¿Te caigo mal o hice algo que te molestara?
Yo evidentemente no tenía ni idea de que estaba hablando.
Carolina: ¿De qué hablas? ¿Por qué dices eso?
Natalia: Antes de irte siempre fuiste súper linda conmigo, como lo eres con todo el mundo, pero desde el día de tu fiesta de bienvenida me has tratado muy fríamente, como si me despreciaras, como si te molestara mi sola presencia y quisiera saber que he hecho para ofenderte, porque no sabes lo que me duele cada que me hablas con esa suficiencia, como si yo fuera alguien que no merece ni siquiera ser escuchado.
Todo esto lo dijo muy rápido, como si en caso de decirlo despacio no fuera a tener la fuerza suficiente para completar su idea. Yo me sentí terrible, en mi miedo a llegar a sentir algo por Natalia la estaba haciendo sentir muy mal. Quería explicarle pero obviamente no podía decirle la verdad.
Carolina: No, pues, no, no por favor perdóname, no, yo, pues yo no sabía que estaba haciéndote sentir así. De verdad no, yo no me di cuenta que mi actitud te estaba lastimando, esa jamás sería mi intención. Te juro que…
En ese momento Natalia puso sus manos en mi cara, me acercó a ella y me dio el mejor beso que me habían dado hasta ese momento. Era cálido y sus labios eran suaves pero producían una descarga eléctrica al encontrarse con los míos. Yo quedé pasmada, estaba en shock y no creía lo que estaba pasando. Ella me seguía besando y yo seguía paralizada, sin responder a ese magnífico beso que me estaba dando. Ella tomo esto como que la estaba rechazando y decidió soltarme, pedir disculpas por besarme, bajar del carro y salir corriendo hacia su casa.
Yo me obligué a salir de mi estado de sorpresa y a seguirla, había avanzado casi una cuadra cuando la alcancé, baje la ventana del carro y le pedí que se detuviera, tenía que hablar con ella… No quería detenerse ni quería escucharme, por lo que antes para evitar que entrara a su casa aceleré, parquee el carro y la esperé en su puerta. Le pedí que se subiera al carro para que no despertáramos a sus papas y que fuéramos a hablar.
No podíamos ir a mi casa porque no quería despertar a mi mamá y tampoco podíamos entrar a la de ella por el mismo motivo por lo que le pedí que fuéramos a un lugar privado para hablar. No sabía que le iba a decir, pero no quería hacerla sentir mal por mi actitud distante, así que algo se me tendría que ocurrir.
Los papas de Nata tenían una casa en las afueras de la ciudad y me pidió que fuéramos allá para hablar. Mi racionalidad me gritaba que esa era una muy mala idea, pero algo mucho más fuerte que había en mi interior, me obligó a aceptar. Ella entro con cuidado a su casa para sacar las llaves de la otra casa y nos dispusimos a ir. A esa hora sin ningún tráfico, nos demoramos cerca de 45 minutos en llegar, en el camino ninguna dijo nada, salvo cuando estábamos llegando que Nata me dio las instrucciones para entrar, mi nivel de nervios era insostenible.
Nos bajamos del carro en una de las noches más frías que he vivido en mi vida. Ella abrió la puerta, me dejo pasar, cerró la puerta y cuando entró tomó mi brazo y me acercó hacia ella dándome un beso lento, torturante, lleno de sentimiento y que me dio todo el calor que mi cuerpo necesitaba. Esos labios eran perfectos, daban besos suaves pero firmes que me llevaban al cielo y cuando pude reaccionar me di cuenta que la tenía entre mis brazos, pegada fuertemente a mi cuerpo.
Me deje llevar en ese beso perfecto por más de diez minutos, hasta que muy lentamente recordé todas las razones que tenía para no estar besando a Natalia por lo que utilizando toda mi fuerza de voluntad, me aleje. Me fui hacia su sala y me senté con la cara entre mis manos, avergonzada por mi debilidad, no debía estar ahí y tampoco debía estar sintiendo mi corazón palpitar con la fuerza con la que lo estaba haciendo.
Ella se sentó a mi lado, tomó mis manos suavemente y las separó de mi cara, me miró dulcemente y me preguntó:
Natalia: ¿Qué pasa?
Carolina: Nada, no, no puedo estar aquí, no puedo besarte, no puedo tener una relación contigo.
Natalia: ¿Por qué no?
Carolina: Porque no! Porque tú eres tú, y yo no estoy interesada en una relación.
Voltee para quedar frente a frente con ella, intentando hacerle entender todo lo que mi cerebro quería exponerle.
Carolina: Por favor entiéndeme, yo no soy una persona de relaciones, nunca me he enamorado y no me interesa enamorarme de alguien. Tengo que quedarme en Bogotá por un largo periodo, no puedo salir corriendo si empiezo a sentir algo por alguien y la mayor razón es que no puedo hacerte sufrir a ti, de verdad te quiero y me importas y no voy a hacerte daño, y como se que te mereces una relación en la que todos los días te demuestren lo maravillosa que eres, como yo no puedo darte eso, no puedo tener una relación contigo, ni quitarte la posibilidad de tener eso con alguien más.
Volví a sentarme derecha y a poner mi cara entre mis manos, en ese momento quería irme, no quería estar cerca a ella, era una tentación muy grande y no sabía cuánto podría controlarme, en ese momento estaba pensando cómo decirle que me iba a ir cuando ella empezó a hablar.
Natalia: Yo no te pido una relación, solo quiero poder salir contigo de vez en cuando, no te voy a pedir un compromiso, no te voy a pedir exclusividad, no te voy a pedir más tiempo del que me quieras dar. Tú me gustas y quiero que me dejes estar a tu lado, sin compromiso, lo prometo…
Carolina: No, alguna se va a enamorar y va a sufrir… No voy a dejar que sufras por ningún motivo.
Natalia: No me subestimes por favor. Yo tampoco quiero una relación seria, no quiero que definamos nada ni que tengamos una relación, solo que me dejes estar contigo de vez en cuando y que me des más de esos besos que me encantaron…
Me quede mirándola, no podía creer lo que me estaba diciendo. Me estaba proponiendo poder estar con ella sin tener que estar en una relación, de verdad me gustó esa idea y con miedo, le pregunté:
Carolina: ¿Sin compromiso?
Natalia: Sin compromiso.
No pude contenerme y pensando en mi suerte me dispuse a besarla de nuevo, sabiendo que aunque me daba miedo todo lo que estaba sintiendo Natalia me estaba proponiendo el único tipo de acuerdo al que yo podía aceptar. La besé lentamente y así nos quedamos besándonos en el sofá hasta que amaneció. Me encantaba esta mujer y esos labios de verdad hacían detener el mundo.