Enseñar a amar es más difícil de lo que parece I
Siempre fui la persona que no podía confiar en nadie, nunca tuve una relación seria y siempre estuve bien así hasta que llego alguien que iba a cambiar mi mundo y a poner mi vida de cabeza.
Enseñar a amar es más difícil de lo que parece I.
Siempre fui la persona que no podía confiar en nadie, nunca tuve una relación seria y siempre estuve bien así. No necesitaba a nadie ya que yo misma podía hacer todo lo que quería, cuando lo quería y como lo quería. Por esa razón, al terminar mi carrera de periodismo decidí viajar por el mundo como reportera grafica, sin ataduras, sin mayores responsabilidades, solo disfrutando el placer de existir.
En cinco años conocí cuatro continentes, muchos países y un sinnúmero de personas. Estaba feliz y no pensaba que me faltara nada en el mundo. Me sentía completa siendo solo yo y siempre había pensado que dejar entrar alguien a mi vida iba a ser un error que no iba a cometer, no iba a poner mi felicidad en manos de nadie más que yo.
Luego de cinco años viajando, una importante revista de mi país me ofreció un muy buen contrato para establecerme en Bogotá y cubrir noticias en todo el país. Aunque me encantaba viajar por el mundo, la perspectiva de quedarme un tiempo con mi familia, visitar a mis amigos, retomar mis raíces me pareció fantástica y la acepté. Volví y decidí quedarme en la casa de mi mamá mientras encontraba un apartamento para mí. Tengo que confesar que volver a mi casa fue maravilloso y reconfortante. No podía estar más feliz.
El fin de semana, Mariana, mi mejor amiga desde el kindergarten me organizó en su apartamento una fiesta de bienvenida con todos nuestros amigos. Ver a toda la gente que compartió tantos momentos a lo largo de mi vida fue una reafirmación de que había tomado la decisión correcta al regresar a mi ciudad. Mariana siempre ha sido como mi hermana, fue a la primera que le confesé que me gustaban las mujeres y que me había dado un beso con nuestra monitora de química, ella se comportó de una forma maravillosa y me apoyó en todo momento, hasta iba a los bares gay conmigo para que conociera gente. A ella le debo mucho y ella es una de las personas que más ha influido en quién soy yo actualmente.
En la fiesta también estaba la hermanita de mi amiga, Andrea, que al pasar gran parte del tiempo en su casa cuando era niña, también era como una hermana para mí. Ella era seis años menor que yo y cuando me fui estaba en noveno, ahora ya estaba en la universidad y estaba grandísima, ya era toda una mujer. También estaba en la fiesta la amiga inseparable de Andre, Natalia, la otra chiquita que se la pasaba en la casa de mi amiga mientras crecíamos y a quien conocí cuando ella tenía 13 años y yo 19.
Tuve que reconocer que cuando vi a esta mujer hermosa sentí una fuertísima e inmediata atracción y luego cuando me di cuenta que era Natalia me sentí terrible, ella era como mi hermanita así que obviamente no iba a pasar nada con ella, pero como quise en ese momento que pasará algo! Me controle como pude, ella tenía 24 años y yo tenía 30, ella estaba en tercer semestre de la universidad, yo ya tenía una carrera, ella creció a mi lado y siempre nos tratamos como hermanas, no, eran muchas dificultades para sobrepasar, lo mejor era controlarme.
Durante la fiesta la evité tanto como pude, no sabía porque, pero me ponía muy nerviosa. Tenía una mirada encantadora y una sonrisa que hacia detener el mundo, cuando nuestras miradas se cruzaron y me di cuenta de los adjetivos que estaba usando mi cerebro para describirla me aterre. Jamás había pensado que nadie podía tener una “sonrisa para detener el mundo”, esa no era yo y lo mejor era evitar a Natalia tanto como pudiera, esta situación me podía causar mucha tensión y problemas que quería evitar, sobre todo porque ahora había un contrato que me obligaba a quedarme en el mismo lugar por al menos tres años.
Por fin la fiesta terminó, Mariana se lucio y yo, pese a la tensión que me producía Natalia, me divertí bastante viendo a mis viejos amigos. Estaba tranquila porque ya no tendría que ver a Natalia frecuentemente y estaba segura que esa tentación se iba a acabar muy pronto. Así que me fui para mi casa y me acosté, no podía sacarme a Natalia de la cabeza y hasta soñé con ella. Estaba preocupada, esto jamás me había pasado así que decidí no ver a Natalia por un largo tiempo, estaba segura que eso iba a arreglarlo todo.
Pasaron dos semanas en las que no tuve mayor contacto con Natalia, salvo cuando terminé viendo su facebook un par de veces, era algo que no podía controlar, una parte de mi quería saber de ella, pero mi parte más racional sabía que de tener el contacto que quería tener con ella, todo mi mundo se iba a poner de cabeza, yo no podía ofrecer una relación seria y ella era la niña con la que uno tiene la relación con la que los románticos sueñan y a la que yo le había huido toda mi vida.
Había logrado contenerme esas dos semanas sin siquiera preguntarle a Mariana por ella, y probablemente así hubiera seguido por largo tiempo, pero ese domingo en la noche mi teléfono sonó, era un número desconocido y una voz muy dulce preguntó por mí.
Desconocida: Hola Carolina, hablas con Natalia, la amiga de Andrea …
Yo me congelé, no sabía que decirle y solo pude contestar:
Carolina: “aja”.
Natalia: Perdóname por llamarte, ¿es mal momento?
Carolina: No, no te preocupes, ¿que necesitas?
Natalia: Bueno, es que con Andre le queremos organizar la fiesta de cumpleaños a Mariana para el próximo sábado, desde ahora estas súper invitada, pero queríamos saber si querías ayudarnos y pedirte el favor de tomar algunas fotos en la fiesta. Yo he visto tus fotos y me encantan así que sería muy bueno que nos ayudaras con eso…
Reconozco que yo todavía estaba pasmada, las manos me sudaban y sentía mi corazón palpitar con fuerza.
Carolina: Claro, claro, lo que tú quieras. Cuenta con las fotos desde ya y dime en que te puedo… Bueno, les puedo ayudar.
Natalia: ¡Perfecto! Muchísimas gracias. ¿Mañana tienes tiempo para vernos? Queremos ver un restaurante – bar que nos han dicho que es excelente y queremos probarlo para confirmar. ¿Vas a cenar con nosotras a eso de las 8?
Carolina: Si, por supuesto, porfa mándame el nombre y la dirección en un texto y nos vemos allá.
Natalia: Vale, que duermas bien y nos vemos mañana. Te mando un beso…
Carolina: Aja, si, no, gracias. Duerme tú también bien, descansa y nos hablamos luego. Adiós.
Natalia: Adiós.
Yo quede temblando y obviamente esa noche no dormí nada. ¿Qué me pasaba con ésta niña? Estaba asustada, muy asustada. Mi único consuelo fue convencerme que probablemente ella era hetero o estaba en alguna relación así que por más que yo lo deseara no iba a pasar nada. Tenía que dejar mi actitud de niña enamorada y volver a ser yo. No más sueños ni fantasías con ésta niña, así me hubiera mandado un beso eso no significaba nada y yo iba a seguir siendo tan feliz sola como lo había sido por los últimos cinco años.
Al día siguiente me dispuse a dejar atrás las tonterías que tenía en la cabeza. Me iba a encontrar con ésta niña y con Andre, iba a organizar un gran cumpleaños para mi amiga y mi vida iba a seguir siento tan fabulosa como lo había sido hasta entonces. Ya había decidido que el amor no era para mí y no iba a cambiar mis decisiones por una ilusión pasajera. Mi cerebro seguiría tomando las decisiones.
Aunque me distraje un par de veces durante el día, el haber tomado la decisión de que Natalia no me iba a perturbar, había cambiado mi estado de ánimo y me había dado fuerzas para seguir con mi vida. A las 8 estuve en el restaurante y me gusto, tenía buena vibra, estaba segura que a Mariana le iba a gustar. Ni Andrea ni Natalia habían llegado así que decidí ordenar un Martini mientras las esperaba.
Natalia llego y aunque mi corazón intentó turbarme, mi cerebro controló perfectamente la situación y me mostré tan natural y tranquila como siempre. Me dijo que Andrea no iba a poder ir pero que si estaba bien para mi, podríamos planear la fiesta mientras cenábamos. Yo acepte, mi cerebro estaba manteniendo la calma y aunque reconozco que la trate con mucha frialdad, eso era lo que necesitaba en ese momento.
El local nos encantó, hablamos con el administrador para reservar el lugar y planear el menú. La comida estuvo deliciosa y gracias a mi fuerza de voluntad y mi racionalidad, pude ocultar perfectamente los pensamientos y sentimientos que habían surgido. Todo estaba listo para el sábado siguiente y hasta tuve la tranquilidad para ofrecerme a llevarla a su casa a lo que ella aceptó.
En algunos momentos me ponía nerviosa o las manos me sudaban pero siempre pude controlarme. El momento más difícil fue cuando llegamos a su casa y me invitó a entrar. Tuve que usar toda mi compostura y fuerza de voluntad para no aceptar su invitación excusándome en que no quería despertar a sus papas. Ella se me acercó, me dio un cálido beso en la mejilla, me agradeció por todo y se bajo del carro.
Gracias a la tranquilidad que alcancé y a toda la compostura que tuve me convencí de que con Natalia no iba a pasar nada. Yo tenía que controlarme con ella y todo iba a seguir como siempre. Convencida de eso fui a mi casa y dormí como no lo había hecho en esas últimas dos semanas. Esa fue una noche muy buena para mí, ya que estaba segura que fuera lo que fuera que me había hecho sentir Natalia, lo tenía bajo control. Mi vida no iba a cambiar para nada.