ENSEÑANZAS DE RANCHO… 5Juan Palacho

Juan que ya estaba bastante caliente por la pajeada de verga que se estaba dando, vio al animal y decidió aprovechar la ocasión para meter la verga en un orificio, así que tomó al animal...

Soledad… amiga, consejera y en muchos casos eterna compañera.

Juan era uno de esos hombres que vivió con su madre a su cuidado hasta que esta falleció. Nunca se caso y solo en su casita de madera, con 40 años aproximadamente, tenía su parcela, sembraba, vendía su cosecha y se atendía el solo. Que pasaba por su mente… no lo sé con certeza.

Pero lo que si puedo decir es que en soledad, se hacen muchas cosas, digamos… diferentes para cubrir algunas “necesidades”

Cierta noche, estaba sentada fuera de la clínica, y me percaté que en la delegación del rancho que estaba enfrente de donde yo me encontraba, había cierto barullo, los hombres se juntaban, hablaban en su dialecto, algunos se reían, y aunque yo entendía lo que decían (nunca pude aprender a hablar el dialecto), no comprendía en realidad cual era el problema.

La curiosidad pudo más en mí… así que con el pretexto de que necesitaba la firma del delegado para unos documentos acudí a la delegación. Ahí como era costumbre yo tenía que esperar mi turno para que me atendiera el delgado, y así lo hice. Tiempo que sirvió para enterarme de lo ocurrido.

En el momento que yo llegué estaba este señor Juan sentado frente a las autoridades del pueblo, aún lado de él estaba un guajolote muerto, que en el rancho le llamaban palacho, una mujer que era la propietaria del animal vociferaba pidiendo que Juan le pagara el animal. El delegado pidió que explicaran lo ocurrido y empezó la historia.

Resulta que Juan, había tomado unos tragos de aguardiente y estaba como siempre solo en su casa. En otras ocasiones había tenido discusiones con la vecina en cuestión porque dejaba sueltos a sus animales y estos entraban a casa de Juan y se cagaban en su mesa, en su piso y más. Esa noche Juan se estaba chaqueteando la verga, cuando entra a su domicilio el palacho que era de buen tamaño. Juan que ya estaba bastante caliente por la pajeada de verga que se estaba dando, vio al animal y decidió aprovechar la ocasión para meter la verga en un orificio, así que tomó al animal, quien al sentirse preso empezó a graznar, a Juan eso no le importó y sin más descubrió el fundillo del animal y  le clavó su verga, el animal graznó mas fuerte por el dolor de la ensartada en ese pequeño orificio. Con la verga clavada, tomó un lazo que tenía sobre la mesa y ató la cabeza y las patas del animal para evitar que fuera a lastimarlo. Juan se siguió cogiendo al animal, una y otra vez le metió la verga hasta el fondo, hasta que sin darse cuenta desfundó por el culo al animal y este se dejó de mover agonizante mientras Juan eyaculaba en el culo del palacho, extasiado y jadeando no se percató que la puerta de su casa estaba abierta y la vecina buscando a su animal entró en el preciso momento que Juan sacaba su verga chorreante de semen y cubierta por excremento trayendo consigo parte del intestino del animal.

La señora que no podía creer lo que había visto en ese momento salió de su estupor y armó un alboroto por su animal muerto y se fue a la delegación acusando a Juan de lo ocurrido.

Juan se reía por la actitud de la señora y al parecer le causaba gracia lo que había hecho. La señora encolerizada le decía al delegado que si Juan ya se  había cogido al palacho que se lo quedara pero que se lo pagara. El delegado que no podía a bien ocultar su risa y al parecer no sabía como resolver la situación, porque Juan a su vez alegaba que siempre tenía problemas por los desmanes que hacían los animales de su vecina cuando entraban a su casa, seguro se sintió aliviado cuando Juan se puso de pié sacó un billete y lo puso frente al delegado con una advertencia: “no vamos a discutir delegado, este lo voy a pagar, pero si vuelven a entrar sus animales a mi casa, primero los voy a matar para que no hagan ruido, luego me los voy a coger y seguro no los voy a pagar” y le dijo a su vecina: “Le regalo el palacho lo maté con mi machete, para que haga mole y mañana me invita ” y salió de la delegación entre risas y algarabía de los presentes.

Moraleja de rancho: a palacho regalado… no se le ve el fundillo!!!